Relatos Salvajes

“Cuando un veneno está vencido…
¿Es más o menos dañino?”

El polímata, definido como “Ilustrado” Jean-Jacques Rousseau decía:
“Los temores, las sospechas, la frialdad, la reserva, el odio, la traición, se esconden frecuentemente bajo ese velo uniforme y pérfido de la cortesía”
Dice La Real Academia Española (RAE), en su diccionario de la palabra “locura” lo siguiente:
Locura, de loco.
Acepciones:
1. Privación del juicio o del uso de la razón.
2. Acción inconsiderada o gran desacierto.
3. Acción que, por su carácter anómalo, causa sorpresa.
4. Exaltación del ánimo o de los ánimos, producida por algún afecto u otro incentivo.
Un ejemplo de locura, según la 4°acepción es la venganza, en términos simples, implica un desquite ante algún agravio, aplicando una fuerza que suele ser proporcional al daño sufrido.
Previamente, deben existir víctimas y victimarios, para provocar un acto vengativo, suerte de justicia fuera del marco de la ley, de carácter más injurioso, contra el victimario, que reparador a los daños ocasionados en la víctima.
Así que transformar bella a la violencia, es una de las características excluyentes del cine de Hollywood.
Ellos han sabido hacer “arte de la violencia” en el cine, en particular, y en toda la industria audiovisual en general.
Aquí no hablamos de terror, ni de suspenso; hablamos de violencia.
Cotidiana y naturalizada, pero impregnada en la belleza de un relato, en la ductilidad de una actuación, y en la omnipresencia de un director.
Es, por cierto, violencia con firma.
Es violencia auténtica, natural, nada forzada.
Esencial, precisa, y necesaria.
¿Cuáles son los comportamientos que consideramos violentos?
¿Qué es más humano, soportar pasivo y alienado cualquier tipo de injusticia, aunque venga disfrazada de civismo; o reaccionar dejándose llevar por nuestro primitivo instinto de supervivencia?
¿Quién no ha deseado dar su merecido a alguien, de verdad, sin burocracia, o buenas formas?
“Néstor, filmame esto”
Relatos Salvajes es una película argentina, de comedia negra y drama, escrita y dirigida por Damián Szifron, en el año 2014.
Protagonizada por Ricardo Darín, Darío Grandinetti, Leonardo Sbaraglia, Érica Rivas, Óscar Martínez, Rita Cortese, Julieta Zylberberg, María Onetto, Osmar Núñez, Nancy Dupláa, Germán de Silva, María Marull, Marcelo Pozzi, Diego Gentile, Alan Daicz, Liliana Weimer, entre otros.
“Mientras desarrollaba otros proyectos, fui escribiendo una serie de narraciones breves, con total libertad.
Al reunirlas en un único volumen, advertí que estaban vinculadas por un conjunto de temas que les conferían unidad y cohesión:
Hablamos de la difusa frontera que separa a la civilización de la barbarie, del vértigo de perder los estribos, y del innegable placer de perder el control.
Este proyecto involuntario, se volvió tan consistente, que rápidamente trepó en urgencia, y encontró su esquema de producción”, dice el director.
“La multiplicidad de relatos, me conecta directamente con el momento en que adquirí el placer por la lectura.
Recuerdo como si fuera hoy, el descubrimiento, en la biblioteca familiar, de un grupo de antologías del Círculo de Lectores, que cautivaron mi atención:
Relatos Maestros del Crimen, Relatos Maestros de Misterio, y Relatos Maestros de Terror.
Cada título, en el índice, sugería un nuevo enigma, y todo otro universo; era como cuando un familiar regresaba de viaje, y traía una valija llena de regalos.
Más tarde, llegarían “Los Cuentos Asombrosos” producidos por Steven Spielberg, “Las Historias de New York” de Scorsese, Coppola, y Woody Allen, y los 9 cuentos de J.D. Sallinger.
Las huellas que todas estas obras dejaron sobre mi consciencia, configuraron el espacio que hoy me invita al juego, la libertad creativa, y la experimentación”, reveló Damián Szifron.
Y es que Relatos Salvajes, está diseñada para triunfar internacionalmente, contando historias que, aunque están repletas de referencias a la situación política y social argentina, son comunes en todos los países, más o menos “civilizados”:
Burocracia desquiciante, corrupción, violencia, y rencor contenidos...
La misma esencia del ser humano.
Relatos Salvajes tiene mucha violencia, oscuridad, y densidad temática, energética y dramática, porque va al hueso de lo que cada historia toca.
“Tenía ese deseo de penetrar, y no dejarla superficial, que no fuera un simple enfrentamiento, sino ir hasta el final del conflicto que se planteaba en cada relato” dijo el realizador.
Szifron lo sabe, y lo ejecuta sin concesión alguna:
El humor es un camaleón, puede ser negro, verde, judío-argentino, en versión “slapstick”, y cuando se encabrona, es infinitamente más letal.
Relatos Salvajes fue producida por Hugo Sigman, a través de su productora Kramer & Sigman Films, y coproducida por Agustín Almodóvar y Pedro Almodóvar.
Con 449,292 espectadores, Relatos Salvajes se convirtió en el film argentino, más visto en la historia, durante su primer fin de semana de exhibición.
También, se convirtió en la película más taquillera de la historia del cine argentino, al menos desde que existen registros confiables en la industria, desde 1997, alcanzando los 3 millones de espectadores, sólo en Argentina.
Relatos Salvajes fue seleccionada para La Palme d’Or en la principal sección de competición del Festival Internacional de Cine de Cannes, en la cual fue ampliamente aclamada; y será la candidata Argentina, para participar en los Premios Oscar en la categoría a Mejor película de habla No Inglesa, en la edición N° 87, mismo evento para la cual Relatos Salvajes ha logrado codearse entre las 9 pre-seleccionadas.
Obtuvo una nominación al Oscar como mejor película extranjera, y no ganó.
Relatos Salvajes, es una antología compuesta por 6 historias auto conclusivas, unidas por su temática.
En origen, cada una de ellas, era una narración breve, pero cuando Szifron las reunió en un único volumen, advirtió que estaban vinculadas por un conjunto de temas que les conferían unidad y cohesión.
Decidió entonces “reducir los conflictos a su mínima expresión, y encontrarles el clímax”, para transformar los relatos en cortos.
Según las palabras del director, la conexión temática de los relatos, se refiere a “la difusa frontera que separa a la civilización de la barbarie, del vértigo de perder los estribos, y del innegable placer de perder el control”, una serie de relatos que “toma situaciones conflictivas de la cotidianeidad, esas a las que yo mismo he estado expuesto, y que como ciudadanos comunes reprimimos, tras medir el costo-beneficio de una acción, optando por ser menos impulsivos, y no responder a las agresiones externas” dijo.
Relatos Salvajes fue dedicada al padre de Szifron, fallecido en 2013, quién introdujo a su hijo al mundo del cine; y fue filmada en la ciudad de Buenos Aires, además de Salta, y Jujuy.
La desigualdad, la injusticia, y la exigencia del mundo en que vivimos, producen que muchas personas se estresen, o se depriman.
Algunas explotan…
Relatos Salvajes, es una película sobre ellos.
La trama consta de 6 episodios, que alternan la intriga, la comedia, y la violencia.
En cada historia hay un “salvaje”, capaz de descontrolarse cuando la violencia y la frustración que la vida le proporciona, le resulta insoportable, y todas ellas están narradas con una precisión, y un ritmo impecable, y con interpretaciones ejemplares.
Los celos amorosos, la injusticia, el abuso, los conductores, el tráfico, la deshumanización de la administración pública, los abogados… hay muchas cosas que hacen sonar el timbre de esa puerta de la violencia, que ninguno queremos abrir, pero que está ahí, oculta en la personalidad de todos.
Los relatos son:
“Pasternak” o Las secuelas psicológicas negativas de la vida, llevadas a su máxima violencia:
Salgado (Darío Grandinetti), un crítico de música clásica, es pasajero de un avión, cuando se da cuenta de que todos los pasajeros tienen algo en común.
Apertura inmejorable, breve y contundente, que transcurre en un avión, cuyos pasajeros, puestos a conversar, descubren que tienen todos, algo más en común que el hecho de haber subido al mismo vuelo.
El remate, ingenioso y sorpresivo como buscan serlo todos los de la película, anticipa otro rasgo que también será ingrediente indispensable:
El humor negro, y a veces, negrísimo.
“Las Ratas” o La búsqueda de venganza:
Un empresario inmobiliario y político, llega tras atravesar una tormenta, a un solitario restaurante, en medio de la ruta.
La camarera (Julieta Zylberberg) lo reconoce como Cuenca (César Bordón), el responsable de varios conflictos económicos en su familia, que derivaron en el suicidio de su padre.
Aquí otra variación sobre el tema de la venganza, en este caso, con un nuevo viajero, y una nueva sorpresa, pero en otro escenario bien diferente:
Un parador en la ruta, y una cocinera decidida a tomar medidas drásticas, cuando se entera de alguna injusticia que no ha recibido el merecido castigo.
“El Más Fuerte” o La territorialidad y la salvajada instintiva:
Diego Iturralde (Leonardo Sbaraglia), viaja por la ruta en la provincia de Salta, en su lujoso Audi, cuando se cruza con un viejo auto que le va cerrando el paso.
Las diferencias sociales y el prejuicio, asoman con más peso aquí, probablemente, el mejor relato, tanto por su concepción, cuanto por la precisión del montaje, y el gran trabajo de la cámara, y sus actores:
Leonardo Sbaraglia y Walter Donado.
Aquí, la tensión y la violencia crecen hasta el delirio.
“Bombita” o El control de la sociedad y sus patrones sobre los ciudadanos:
Simón Fisher (Ricardo Darín) es un ingeniero experto en explosivos, cuyo vehículo es remolcado por una grúa, debido a que estaba presuntamente mal estacionado, al tiempo que su mujer se quiere separar, y pierde el trabajo.
Casi podría apostarse, que en este caso, el corto animado por Ricardo Darín, el ingeniero experto en explosivos que resulta víctima inocente y reiterada de la burocracia, esa identificación será inevitable e inmediata; por lo menos para los que manejan y estacionan en la ciudad.
“La Propuesta” o El poder del dinero:
Santiago (Alan Daicz) despierta a Mauricio (Oscar Martínez), su padre, desesperado, porque esa madrugada, acaba de atropella a una mujer embarazada, y ha escapado del lugar del hecho; y al querer resolver el embrollo, el padre se encuentra con que su abogado (Osmar Núñez), y todas las partes implicadas, quieren sacar tajada de la situación.
Sin tanto margen para el humor, un Oscar Martínez millonario, saca provecho de su poder y de la codicia ajena, para evitar que su hijo pague con cárcel, el delito que cometió.
“Hasta Que La Muerte Nos Separe” o La ira y la lujuria, el deseo y el desenfreno:
Romina (Érica Rivas) y Ariel (Diego Gentile), están festejando su casamiento, con una lujosa fiesta en un hotel.
En un momento, Romina descubre que Ariel, hace tiempo la engaña con una compañera del trabajo, quien además, se encuentra invitada a la fiesta.
Es el relato final, a toda orquesta y a todo desborde, con una fastuosa boda judía, que desemboca en escándalo, cuando la novia se entera de una traición, y opta por la venganza.
Érica Rivas se luce, y otra vez es destacable la puesta en escena, aunque aquí los trazos son todavía más gruesos, y la duración, algo excesiva.
Así las cosas, Relatos Salvajes nos presentan una mirada convencional al mundo que conocemos:
Gente normal, angustiada ante la burocracia, y el abuso de autoridad, impotente ante la corrupción, la violencia, el engaño, y la maldad; personas corrientes, a quien la vida juega malas pasadas.
Partiendo de ahí, hace desembocar la acción en situaciones extremas, y hasta esperpénticas:
Explosiones, crímenes, aviones estrellados, escándalos, cárceles, desenfreno, locura, y crueldad.
Semejante combinación entre lo real y el esperpento, está resuelta con tal brillantez y humor, que Szifron logra que en cada historia, sintamos esa atmósfera de conexión total, entre la sala y la pantalla, que solo se vive en algunas películas.
Todas las historias, son acertados cantos al macabro engranaje que nos controla cuando no estamos en nuestros cabales:
El destino reunido de una manera fatalmente casual en un avión; la venganza servida, esta vez en plato caliente; el mal de tu vecino y el tuyo juntos en el mismo camino; el heroísmo inesperado, cuando lo legal no resulta suficiente; el chantaje y la extorsión, frenados por la justicia tomada por propia mano; y fueron felices y comieron perdices, superando cualquier obstáculo, hasta el odio de ellos mismos.
Podemos decir que Relatos Salvajes, es una analogía de la fatalidad, poesía de la indecencia, apología de la sinrazón, y siendo todo en sumo conjunto, una terrible diversión visual y narrativa.
Humor negro genial, del que no había visto en años.
Bien hecha, bien actuada, con buenos guiones; que te queda con ganas de ver 2 o 3 historias más…
Son episodios argumentalmente independientes, pero ligados por el mismo “leitmotiv” y, sin duda, el mismo espíritu:
El hombre, sin distinciones de sexo, contra el matrimonio, contra el sistema, contra el destino, contra el universo... y contra el propio hombre, claro.
“No es tan mala la cárcel, te dan de comer, no pagás el alquiler, jugás a las cartas…
Estando presa me sentía más libre que afuera”
El cine argentino no para de sorprenderme.
Me reí muchísimo con estos relatos, tan crueles y salvajes, como divertidos.
Llevar situaciones cotidianas, hasta sus últimas consecuencias, y hacerlas estallar en las mismas narices del espectador, requiere mucha inteligencia, más que nada, para que el artefacto no le explote al director entre las manos.
Aunque es injusto valorar a Relatos Salvajes como una película integral, porque no lo es; es una brillante sucesión de 6 desvaríos de nuestra enferma mente.
Son 6 historias que ejemplifican, el no comportamiento racional de nuestro conjunto global, mente-cuerpo-alma, cuando se aprieta ese botón de “paranoia” que todos tenemos bien ocultos, pero que tan fácil resulta de tocar por cualquiera, si se busca con ahínco.
Técnicamente, Relatos Salvajes es intachable:
Buena fotografía, excepcional en la 3ª historia; buena música, y sobre todo, muy destacable el montaje, que es para mí, el punto fuerte en el aspecto técnico.
De hecho, cada relato funcionaría de forma independiente, como cortometraje.
Pero el conjunto es el que da una dimensión de análisis de la sociedad en la que vivimos, en cualquier país occidental.
Los protagonistas de estas historias, son personas normales, en situaciones que todos reconoceremos como ordinarias.
En todas ellas, salta una chispa también habitual.
Lo que tienen en común todos estos personajes, es que de repente, estallan.
Y lo hacen de forma salvaje, y desproporcionada.
Esto es lo que genera las carcajadas en los espectadores, la dimensión que llegan a tomar estos problemas habituales, cuando una persona no aguanta más, y revienta como una bomba.
A pesar de lo aparentemente surreal de las situaciones, conseguimos sentirnos identificados con cualquiera de sus personajes.
Incluso sentimos un oscuro deseo de, como ellos, estallar más de vez en cuando.
Como dato, durante los créditos con los que inicia Relatos Salvajes, se identifica a cada actor e involucrado en la producción, con un animal salvaje.
Para el caso del director, éste escogió un zorro.
Se sabe que Damián Szifron es pelirrojo, pero más allá de una cuestión cromática, es un animal que a su padre le gustaba mucho, y siempre veía documentales de zorros.
Szifron se sintió identificado con esa foto, y su mirada; él destaca que el trabajo del director, es un trabajo con la mirada.
Para ayudar a la causa, el elenco es inmejorable.
El fantástico Leonardo Sbaraglia, el respetable Darío Grandinetti, o el carismático Ricardo Darín, en definitiva, el toque argentino, es la guinda de un pastel tan delicioso, antes de ser ingerido como durante, y después de introducírnoslo en nuestro interior.
El carisma de todo el reparto, cumplidor desde el jardinero fiel de la 5ª historia, hasta el mismo “Bombita”, es la mecha de una bomba de relojería mental imperdible.
Las risas en este caso, siempre van a estar acompañadas de una sensación incómoda, pero al final, la sátira gana la batalla, y reafirma los actos de los “bárbaros” humanos que actúan de manera animal dentro de la “humana” convivencia abstracta, y podrida del hartazgo, y la confundida diplomacia.
Ese civismo mal entendido de la sumisión.
Por supuesto, no estoy asegurando que el vandalismo sea una solución, pero la insurrección de pensamiento y anímico de esta película necesaria, con espíritu perturbado, nos llevará al menos, a una catarsis ineludible, en este mundo desequilibrado, tanto en la balanza de medición, como en el sentido más razonable.
Se ha querido ver la influencia de Tarantino o de similares pseudogenios, en Relatos Salvajes, nada raro, pero prefiero creer, que la estela de Luis Buñuel sigue más luminosa que nunca.
Ser humano como criatura surrealista del reino animal.
De este modo, los protagonistas se van adaptando, con mucha mala baba, y altas dosis de violencia, a su nuevo hábitat salvaje de miseria moral, a medida que las gotas van colmando sus respectivos vasos interiores…
No son personajes profundos, ni disponen de perfiles complejos; son, más bien, trazos sociales brutos, pintados con brocha gorda, representando esquemas más plurales, de amplio espectro…
Tampoco, su localización social es precisa, y resulta necesariamente nítida, pues esta violencia latente, reside en cualquier persona de este mundo, expuesta a la burocratización de su humanidad, a cualquier víctima del vasallaje educacional, cultural, institucional, o económico de nuestras sociedades…
Lo peor, y lo mejor de todo, es que cuando vean Relatos Salvajes, se identificarán con más de un personaje, y quizá su subconsciente disfrute de todas las venganzas, que a veces quisiéramos cometer, pero que a veces no nos atrevemos, porque pensamos en las consecuencias.
Hubo cierta controversia, con uno de los 6 relatos al intentar traducirlo al inglés:
El problema surge con una de las frases más apremiantes, a cargo del actor argentino, Leonardo Sbaraglia, cuando éste dice:
“Sos un negro resentido” en el relato titulado “El Más Fuerte”
La escena del insulto, en Estados Unidos, se subtituló como:
“You’re a motherfucking wetback!”
Es decir, el invariable “Hijo de Puta”, seguido de “wetback”, que es “espalda mojada”, un mote que se les aplica a los inmigrantes ilegales, mucho de ellos mexicanos, que entran al país por la frontera del sur, cruzando, y mojándose en las aguas del Río Grande…
Es muy probable, que al momento de la traducción, no se haya mantenido la palabra “negro” de “nigger” porque, aunque indudable en su carga de desprecio, es un insulto contra afroamericanos; pero es también un insulto para mexicanos y cualquier ilegal de cualquier país.
No menos interesante, es que la traducción, como ocurre con buena parte de las películas latinas que ingresan a Estados Unidos, la haya realizado un hispano, quizá un ciudadano mexicano, connacional de aquellos que, entre muchos estadounidenses, despiertan esas y otras expresiones de desprecio.
Por cierto, no es la mirada del director, sea muy generosa hacia las conductas humanas, por muy descontento o enojado que esté con el mundo en que le toca vivir, tal como no tardan en manifestarlo, los que pueblan las 6 historias que reúne su película.
Que la realidad de estos días, exaspere y ponga a prueba la resistencia de cada uno, parecería operar a veces, como un justificativo de sus coléricas y extremadas reacciones.
Ya lo resume Rita Cortese, en el relato que sigue a la admirable secuencia de títulos:
Dice, en otro lenguaje claro, algo así como que “todos quieren que los malditos paguen sus crímenes y pecados como merecen, pero nadie mueve un dedo”
Es cierto que Relatos Salvajes es un fantástico decálogo contra la compostura, una inteligente locura que caricaturiza la jungla que, en realidad se esconde tras nuestra aparente sociedad civilizada.
Por lo que la convierte en una sátira sobre la sinrazón humana, absolutamente paradójica.
Una crítica social inherente y picante, que no cae en lo absoluto en moralismos, por el contrario, es una burla expresa a la sociedad actual, y a sus ciudadanos, donde nadie se salva.
Relatos Salvajes, ha tenido gran impacto social en su país natal principalmente, lo cual ha desencadenado el próspero éxito, que ha roto varios récords de audiencia.
Según un especialista en seguridad pública y política social, y miembro del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia, asegura que:
“Relatos Salvajes juega con esa contradicción:
Los argentinos nos quejamos de la violencia, pero todo el tiempo estamos ejerciendo violencia, reproduciendo violencia, festejando la violencia”
Entre esas y otras opiniones de connotación, tanto positiva como negativa, Relatos Salvajes ha instaurado el debate en cada persona que la ha visto.
En Relatos Salvajes, 2 de las historias que más sobresalen, son protagonizadas por Leonardo Sbaraglia y Ricardo Darín, respectivamente:
En la primera, un conductor arrogante de un Audi último modelo, molesta y adelanta a un destartalado Peugeot 504.
En la segunda, Darín es un empleado que se harta del abuso burocrático, al tener que pagar, una y otra vez la misma multa, por dejar su pequeño auto en un lugar donde ni siquiera hay señalización.
Ambas experiencias las vivió Szifron, aunque a otro nivel:
“Hay algo de justicia poética en Relatos Salvajes.
Me identifico, por ejemplo, con el tipo del Peugeot 504, y que te hagan luces desde atrás.
Eso me genera mucha bronca.
En Argentina, es muy normal que pase eso.
Como también es normal que la grúa te lleve el auto sin razón coherente.
A los 18 años, me solían sacar mi auto, porque estaba mal estacionado, pero eso pasa porque no hay señalizaciones.
Y bueno, un día volví indignado donde mi viejo, y él me dice:
“Algún día, alguien le va a poner una bomba a un auto”
Y yo, casi irreflexivamente, le respondí:
“Pero que buena idea papá”
Finalmente, esa idea de mi viejo, terminó siendo el móvil de “Bombita”, que es Ricardo Darín en Relatos Salvajes” dijo el realizador.
Es sorprendente, como aparecen nombres de marcas como:
Coca Cola Light, y sobre todo, de marcas de autos como:
Audi, Chevrolet, o Peugeot.
Pero además, se trata de un retrato muy argentino de la realidad, donde se entremezclan temas como las coimas, la grúa que se lleva los autos, los médicos de guardia que son latinoamericanos, o el reclamo de pedir factura en un negocio, tanto como la irrupción de los #hashtags de las redes sociales.
Por último, la banda sonora está a cargo del premiado Gustavo Santaolalla, la música sobre los simpáticos créditos iniciales, es otro de los puntos altos, así como la que acompaña el desarrollo y clímax de los relatos.
“Los que trabajan para delincuentes…
¿Qué son?
¿Son delincuentes?”
Relatos Salvajes recuerda aquello de:
“Se me antoja corrupto el animal, la especie, el individuo que pierde sus instintos”, podría decirse, parafraseando a Nietzsche…
Y es que en las últimas semanas, los noticiarios han estallado en furia, muerte y descontrol entre civiles… como cosa de todos los días.
En todos los casos, el denominador común, es la mención de los periodistas, redactores, animadores:
“¡Relatos Salvajes!
¡La realidad supera a la ficción!”
Todos, ricos, pobres, mujeres, hombres, jóvenes, viejos, lindos, feos, gordos, flacos, funcionarios, padres, madres, jefes, empleados… son unos forros hijos de puta.
No importa que andes en un Audi último modelo, o en un Peugeot 504, todo destartalado:
Al final terminas siendo la misma mierda que combatís y denigras.
Szifron contó algo que pasa, es un mero cuenta cuentos, lo que tiene aparejado Relatos Salvajes, es que altera los humores nuestros, que no están bien por lo visto.
No hablo de prohibir, dejar de ver, lo que creo que no es bueno, es no analizar cómo estamos, para así, no darle más argumentos o ideas, a la baja cultura del respeto humano que hoy padecemos.
No hay moral arriba, por ende, no la hay abajo.
En el medio, estamos muchos viendo con pena y resignación, como se están cambiando los valores.
Sorprende buscar entre la filmografía de Damián Szifron, y descubrir que Relatos Salvajes, se contabiliza como su 3ª película, que su ópera prima data de hace tan sólo 11 años, y de que su única experiencia previa, era en series de televisión.
Asombra que tan sólo cuente 39 otoños a sus espaldas, pero lo que más anonado deja, es esta declaración suya al Diario Clarín:
“Durante el día, con el sol, no puedo pensar mucho.
Las ideas fluyen mejor de noche.
Me llevo un cuaderno a la bañadera, y voy anotando todo.
Y descubrí que la unidad es la idea, ni la imagen ni la palabra.
Hay escritores o directores, que son grandes observadores de cómo la vida es.
Yo pienso en, cómo me gustaría que fuera.
O por qué la vida no es como a mí me gustaría.
Me horroriza que la gente viva como si no soñara.
Cuando las sociedades viven dejando la imaginación afuera, cuando la vida es pura realidad, me parece ingenua.
Hay tantas cosas por explorar adentro y afuera del hombre, en la naturaleza, en el universo, y en el fondo del mar”

“¿Qué violencia, a ver?
Yo estoy describiendo una realidad…
¿Dónde está la violencia?”



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