The Big Chill

“In a cold world, you need your friends to keep you warm”

La amistad, es una breve caricia que se queda en la piel para siempre.
Desde luego, no tenemos amigos como los que tuvimos en la infancia, tal vez porque a esas edades, éramos capaces de dar la vida por ellos...
Ellos nos parecían lo máximo, la misma personificación de la felicidad.
Pero la edad, inevitablemente trae el desengaño y la decepción, aunque también, queda ese pequeño, casi imperceptible, pozo de cariño, basado más en el recuerdo, que en la realidad.
Hay muchas películas basadas en peripecias de amigos, en referencias a la amistad o en reencuentros.
“Wise up, folks.
We're all alone out there and tomorrow we're going out there again”
The Big Chill es una comedia de 1983, dirigida por Lawrence Kasdan.
Protagonizada por William Hurt, Kevin Kline, Tom Berenger, Glenn Close, Jeff Goldblum, Meg Tilly, JoBeth Williams, Mary Kay Place, Jon Kasdan, Kevin Costner, entre otros.
El guión es de Barbara Benedek, y es un producto de su tiempo, un guión que representa muy bien a la clase media-alta estadounidense de La Era Reagan.
Los temas que preocupan a todos se tocan en The Big Chill:
Qué hacemos con nuestra vida, el amor, la amistad, el sexo, y la muerte.
Todo con un estilo de los primeros años 80, y con una banda sonora espectacular.
Son los hijos del Vietnam, quienes ahora se dan cuenta que se han adaptado a la sociedad que criticaban, cuando eran universitarios, con pasmosa facilidad.
Sus mejores intenciones siguen ahí, las buenas relaciones entre ellos también, pero la ingenuidad de poder rehacerlo todo, lamentablemente no.
The Big Chill obtuvo 3 nominaciones al Premio Oscar:
Mejor película, guión, y actriz de reparto (Glenn Close)
La trama inicia cuando un hombre de mediana edad llamado Alex (Kevin Costner) se suicida.
Entonces, un matrimonio de amigos, Harold Cooper (Kevin Kline) y Sarah (Glenn Close), organiza su funeral, en el que se reúne toda su pandilla:
Un actor llamado Sam Weber (Tom Berenger)
Una abogada soltera, deseosa de ser madre, Meg Jones (Mary Kay Place)
Karen Bowens (JoBeth Williams), cuyo matrimonio no le satisface.
Un traficante, Nick Carlton (William Hurt), y un periodista llamado Michael Gold (Jeff Goldblum)
Es cuando descubren que se ha ido “el díscolo”, el que nunca sentó la cabeza, el que nunca estuvo de acuerdo, el que no fue parte de la vida, y por eso, quiso adentrarse en la muerte, que se reúnen para honrarlo y descubrir que ha pasado con sus vidas desde entonces.
En The Big Chill, la tragedia de un suicidio, es la excusa, y el desglose para que se reencuentren los amigos de Universidad, que vivieron momentos intensos, y que intentan recuperar la felicidad en la que soñaban en los viejos tiempos.
Es puro cine:
Grandes intérpretes, la flor y nata de la, por aquel entonces, joven cantera de intérpretes hollywoodenses de éxito, recitando diálogos, y verbalizando sentimientos muy reales.
Viendo a todos los personajes reunidos en el salón, uno realmente cree estar viendo antiguos amigos:
Los gestos, las miradas, y las palabras, inspiran intimidad y ternura.
Kasdan redondea este fresco del desencanto, y el despertar, con una banda sonora con los artistas más notables de la época, las canciones que perfectamente podrían ser el hilo musical de la vida de los protagonistas, y la nuestra también.
The Big Chill es cálida, aunque deja un regusto agridulce...
Cruda pero gratificante.
Verla, es como espiar la rutina de un grupo de amigos, que al terminar el visionado, también forman parte de nosotros; puesto que:
¿Cuántos tenemos amigos, a los que perdemos de vista, y nos sorprendemos del modo en el que han cambiado tras algunos años?
¿Cuántos sueños de juventud se aparcan, para dejar paso a la estabilidad, y las obligaciones?
“They want to get close, you don't want to get near them”
The Big Chill, se ha convertido en un filme emblemático para la generación del “Baby Boom” en tanto su argumento podría explorar el desencanto de una juventud repleta de ilusiones, y que ha visto mermada su inocencia, tras diversas experiencias traumáticas, de la separación al hastío conyugal, de la castración literal al adulterio, del desencanto profesional a la falta de incentivos vitales...
Durante ese fin de semana, ese pozo de desencanto en The Big Chill, estará en el aire, y con él, ese pequeño respiradero que supone el grupo de amigos, donde uno puede ser uno mismo, sin preocuparse de ser juzgado, o así se supone ha de ser…
No obstante, es un alivio, y la atmósfera se torna terapéutica, catalizadora de todo un bagaje emocional:
Durante ese fin de semana, saldrán a la luz:
Recuerdos, secretos, amores no vividos que quedaron en suspenso, cuentas pendientes, esperanzas, frustraciones, la calidez, la tensión, el reencuentro mismo con los demás, y también de alguna manera, con una parte de nosotros mismos, que en el día a día, es incapaz de emerger.
Serán frustraciones que se ponen de manifiesto, cuando Alex decide suicidarse, agudizando el dolor sufrido por sus amigos, quienes deciden recuperar en un fin de semana, “la esperanza perdida”, y que se materializa tras diversas acciones:
El inicio de un nuevo amor, y un cambio de rumbo vital, el comienzo de una nueva vida en el vientre de Meg, etc.
Con The Big Chill, Kasdan nos regala una película donde reúne a un elenco masculino y femenino, que serían los rostros de los 80 y 90.
Un gran reparto de actores y actrices, algunos ya en el olvido lamentablemente, y esperando que resuciten; y otros con sus altos y bajos, pero siempre presentes.
Y es que Lawrence Kasdan, se ha caracterizado por ser un director al que le gusta colaborar mucho con un grupo de actores; es el caso de Kevin Kline, con quien ha trabajado en 5 películas; William Hurt en 3; Kevin Costner en 3; y Jeff Goldblum en 2 películas.
Los personajes:
Harold y Sarah, son el matrimonio que ha organizado el funeral de Alex en su asombrosa mansión.
Son el típico matrimonio perfecto, con hijos, sin embargo, a lo largo del fin de semana, salen a la luz algunas fisuras pasadas, como el romance de Sarah con el fallecido Alex…
A propósito del cual, Sarah reflexionará en “petit comité”:
“…a veces pienso que estaba harta de ser la niña buena, siempre se cuenta con que haré lo que es debido, es una asquerosa maldición.
Debí pensar que Alex despertaría mi parte mágica e imprevisible, la que siempre temí…”
Por su parte, Sam, un reguapísimo Tom Berenger, interpreta a un actor para una serie de acción de TV, llamado John T. Lacer; que está en pleno proceso de separación; y que siempre estuvo enamorado de Karen Bowens.
Harto del mundo “Made in Los Angeles” ese mundillo de actores, que es a menudo falso y superficial, parece ser él mismo con sus amigos.
Poco imagina que durante este reencuentro, viejos sentimientos que quedaron en suspenso, en otro tiempo, es probable que vuelvan a aflorar.
Meg es abogada; después de más de 20 años saliendo con hombres, hay una cosa que tiene clara:
Quiere ser madre soltera, y tras descartar al guapo de Nick, por sus problemas sexuales “tras La Guerra del Vietnam”, su amiga Sarah le prestará su marido… el exitoso hombre de negocios, y magnífico anfitrión, Harold.
Karen Bowens, llega al funeral con su marido Richard (Don Galloway), ella es madre de 2 hijos, pero después que su marido se marcha, y ella se queda el fin de semana con sus amigos.
Karen, de quien siempre estuvo enamorada, fue de Nick…
Todas aman al “posiblemente” gay del grupo…
Ella les confesará, que siente que su matrimonio no marcha bien, que se siente sola, que han criado unos hijos maravillosos, pero ya nada es igual.
Nick, es un psicólogo, que nunca terminó su tesis, y que trabajó como locutor de radio, aunque últimamente su vida haya ido dando tumbos en diferentes trabajos de diversa índole, y con una seria adicción por las drogas de diseño.
A pesar de todo, Nick se decantará por Sam…
Nick es un personaje que cuesta describir:
Descontento con su vida, parece que pasó por Vietnam, y esa experiencia le dejó secuelas físicas, y psicológicas, relacionadas con su sexualidad.
Tontea con las drogas, y se muestra escéptico, a veces divertido e irónico, pero aparece en él, en ocasiones, un punto amargo que lo deja aislado.
Michael Gold, es un periodista de la revista People, que aparenta ser ambicioso, es frívolo y capaz de ligarse a la última pareja del difunto Alex, desde el momento que la conoce en el funeral.
Es un tipo bastante salido, y con ideas de montar un negocio de hostelería, que tuvo en su momento, un roce con Sam, por una entrevista mal enfocada…
Chloe, ha sido la última pareja del desaparecido Alex.
Ella se muestra ingenua y superficial; a veces, da la sensación de que está como ausente, y nada de lo que está sucediendo, tiene que ver con ella…
Y por último, como anécdota recordar que, Kevin Costner, quien sale en un solo plano, interpretó al suicida que provoca este reencuentro; pero su metraje era demasiado largo, por lo que Kasdan tuvo que recortar las escenas iniciales, en que aparecía, para aligerar la duración.
Así pues, al estar todos los personajes reunidos, empiezan a recordar su antigua amistad.
Desconozco si les habrá pasado alguna vez, pero cuando vuelves a ver a alguien que era tu amigo, pero que llevas mucho tiempo sin verlo, al volver a verlo de una forma inconsciente, la química que hubo en su momento, vuelve a aflorar de nuevo, de un modo natural, y ahí es cuando te das cuenta, de por qué funcionó en el pasado, de esta manera, recuperas por un momento, algo que no había desaparecido, sino que simplemente, había quedado como relegado.
Pero puede ser que en la realidad, nos pasaríamos todo el fin de semana recordando anécdotas humillantes, y descojonándonos, no porque seamos divertidos, sino porque no habría otra cosa que hacer...
A lo mejor, después de un día y medio, alguno ya estaría harto, y pondría tierra de por medio.
Y también, escucharíamos música borrachos…
Aunque lo de follar con la mujer del otro, seguiría perteneciendo al mundo del “sci-fi” puesto que “una vez que salgamos de esta casa, volveremos a toparnos con la realidad”
La cruda realidad política.
Por último, destacar una banda sonora, poblada de clásicos de la música de los 60 y los 70, como:
“I Heard It Through The Grapevine”, una pieza emblemática del soul, interpretada por el gran Marvin Gaye; el siempre magnífico “A Whiter Shade Of Pale” de los Procol Harum; el popero “Tell Him” de The Exciters; o “(You Make Me Feel Like) A Natural Woman” de Aretha Franklin, impagables.
“Amazing tradition.
They throw a great party for you on the one day they know you can't come”
Supongo que la música con la que crecemos, y nos desarrollamos, marca nuestra condición, y la clave para disfrutar una noche de fiesta.
Es elegir el “pub” donde ponen la música que nos gusta, que curiosamente, es la que mamamos de los 12 a los 24 años, y nos retrotrae a la edad en la que todo eran expectativas, proyectos, e ilusiones...
Todos deseamos, más que nunca, reencontrarnos con aquellos que han sido nuestros amigos, nuestros amigos de verdad.
Porque, al fin y al cabo, siempre hemos querido que, en los momentos más importantes de nuestras vidas, los amigos estuvieran ahí, con una mirada feliz, porque intuyen nuestro paso más importante, con una sonrisa a medio camino, entre el orgullo de ser tu amigo, y la fortuna de estar compartiendo un momento tan único, y con la certeza de que la soledad, sólo nos visitará cuando esté de paso porque, nosotros, hombres y mujeres de amistad, nos quedamos en ese instante, cazado con una cámara, y que de vez en cuando, volvemos a él, o en esa memoria de sensaciones, o en ese recuerdo de amistad, que sólo pueden contar 2 personas, o en esa pelea que tardó en ser reconciliación, o en ese secreto de amor contado sólo a alguien que te acompaña...
Y son esos casos, precisamente esos casos, lo que nos permiten pisar fuerte en nuestro viaje de vuelta, en nuestro declive, nada pasajero.
La pregunta, pasado el tiempo, y llegada la “madurez” es:
¿Se han cumplido nuestros sueños?

“How much love, sex, fun and friendship can a person take?”



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