The Immigrant

“Welcome to the United States of America.
Next.
Your name please”

La Isla de Ellis fue, a principios del siglo pasado, un sumidero de ilusiones creadas al amparo de un país, cuya prosperidad creciente, parecía augurar un futuro esperanzador, para toda persona que con sus anhelos, y toda su valentía, se atreviera a entrar en una tierra llamada a sí misma, “de las oportunidades”, donde muchas veces, no sólo con los sueños se alimentaba el estómago.
Los años de 1920, y La Gran Guerra, empujaron a muchos europeos a cruzar el charco, en busca del “Sueño Americano”
Las oleadas de inmigrantes, buscan paz, felicidad, y libertad en los Estados Unidos...
Así, por la famosa Ellis Island, que es un pequeño islote, situado en el puerto de New York, en la zona superior de la bahía, próxima a New Jersey, ha tenido tantas denominaciones como funciones diversas, a lo largo de su historia; pero entre 1892 y 1954, aproximadamente 12 millones de pasajeros, que llegaron a los Estados Unidos a través del puerto de New York, fueron inspeccionados allí, tanto legal, como médicamente.
Se estima que, tan solo un mínimo porcentaje, fue deportado, un 2%, formando éste, un grupo integrado principalmente por polígamos.
Y es que fue tanta la magnitud del flujo de recién llegados, sobre todo europeos que escapaban de las hambrunas, la miseria, las persecuciones, y la guerra de un continente, que siempre ha destacado por ser especialmente cruel con los suyos, sobre todo, si se trata de pobres, débiles, o amenazados criminales, anarquistas, y portadores de enfermedades infecciosas.
Algunos pacientes, de hecho, fueron utilizados por los médicos, sobre todo los psiquiatras, para poner en práctica la eugenesia, que proponía la selección genética del darwinismo social del siglo XIX, del que tomarían prestados los nazis, los ideales supremacistas.
Las fichas de los pacientes son desoladoras, y permiten leer las notas de los médicos proxenófobos:
“Constitución inferior”, “Bajo grado de imbecilidad”… algunos pacientes, fueron catalogados como “locos” para que los médicos experimentaran a su antojo con ellos.
También hubo muertes entre los enfermos, unas 3,500 aproximadamente.
La mayoría de los cadáveres, fueron enterrados en fosas comunes de restos anónimos, en los cementerios urbanos de la cercana New York.
Así pues, posteriormente, con la normalización del sistema de inmigración, la isla pierde su anterior función, siendo abandonada en noviembre de 1954.
Hoy en día, más de 100 millones de estadounidenses, un 40%, pueden encontrar entre sus antepasados, a personas que pasaron por La Isla Ellis, y todavía viven muchas personas que pasaron por ella.
Pero la suerte y el destino, jugaban sus bazas, en un complejo envite a la vida, donde las víctimas, tan sólo eran culpables de haber apostado todo lo que tenían, a una carta.
Muchos, fueron capaces de vender su alma al diablo, o de cerrar las puertas a un familiar, si con ello aseguran un futuro incierto, y algunos, no ven otra salida que ceder hasta en lo esencial, con la esperanza de escapar de esa pesadilla que prometía ser “un sueño feliz”; y encuentran, en cierta medida, un ambiente de abuso y corrupción, bajo la apariencia de una pretendida decencia y honestidad.
La lucha por la supervivencia, fue el pan de cada día, y en ocasiones, se convierte hasta en un pecado... porque su indefensión, llega a hacerles perder la dignidad.
“Is it a sin for me to survive when I have done so many bad things?”
The Immigrant es un drama del año 2013, dirigido por James Gray.
Protagonizado por Marion Cotillard, Joaquin Phoenix, Jeremy Renner, Angela Sarafyan, Antoni Corone, Dylan Hartigan, Dagmara Dominczyk, entre otros.
El guión es de James Gray y Ric Menello.
El director, James Gray, dijo que The Immigrant, es un “80% basado en los recuerdos de mis abuelos, que vinieron a los Estados Unidos en 1923”, y lo describió como “mi película más personal, y autobiográfica, hasta la fecha”
The Immigrant, es una investigación sobre la propia historia familiar de Gray, sus propias películas, y las obsesiones presentes en ellas.
Además, Gray escribió cerca de 20 páginas de diálogo en polaco, en las que su protagonista, Marion Cotillard, “tuvo que aprender polaco, al asumir el papel, y hablar inglés con acento polaco, de manera creíble”, dijo.
Muchos, han destacado el logrado acento que consigue la actriz ganadora del Oscar, en The Immigrant, comparándola inclusive con Meryl Streep, como referente más inmediato, a la hora de trabajar este tipo de dicciones.
También, The Immigrant fue inspirado en las óperas de Giacomo Puccini, contenidas en “Il Trittico”
El germen, hay que buscarlo en la imperiosa necesidad que el director tuvo cuando, viendo una ópera con su mujer, cayó en la cuenta, de que ya no se hacían películas con personajes femeninos, protagonistas y fuertes, en la onda a los films que protagonizaban Barbara Stanwyck o Greer Garson, por lo que su mujer le animó a escribir una.
The Immigrant es sutilmente, un cumulo retrato de la sociedad de EEUU, narrada través de una mirada íntima, hacia las comunidades menos representadas, con un raro nivel de cuidado por los individuos, sus luchas, y los sacrificios que las forman.
James Gray, nos propone así, un viaje a las profundidades de la carencia de escrúpulos, de un mundo construido por timadores y mentirosos, capaces de negociar con el valor de las ilusiones, para obtener su propio beneficio.
The Immigrant es una historia de quienes llegan en barco, buscando un mundo mejor, pero que sufren una gran decepción, cuando observan que lo que esperaban, no es tal.
En concreto, polacos que huyen de Europa, durante La Primera Guerra Mundial; en una época que transmite con total contundencia, uno de los deportes más practicados por el ser humano, desde que usa “el cerebro”:
Los más débiles y necesitados, siempre serán utilizados por gente sin escrúpulos, peligrosa, e ignorante.
Es el año de 1921, Ewa Cybulska (Marion Cotillard), y su hermana Magda (Angela Sarafyan), dejan su Polonia natal, y emigran a New York.
Cuando llegan a Ellis Island, a Magda, enferma de tuberculosis, la ponen en cuarentena.
Ewa, sola y desamparada, cae en manos de Bruno Weiss (Joaquin Phoenix), un rufián sin escrúpulos.
Para salvar a su hermana, Ewa está dispuesta a aceptar todos los sacrificios, y se entrega resignada a la prostitución.
La llegada de Emil/Orlando (Jeremy Renner) un ilusionista y primo de Bruno, le devuelve la confianza y la esperanza de alcanzar días mejores.
El problema es que Bruno y Emil, ya tuvieron inconvenientes en el pasado, y la situación “triángulo amoroso” sacará lo peor de cada uno, enfrentándolos ante una Ewa que no sabe muy bien, si quedarse con alguno de ellos, o salir corriendo disparada hacia cualquier otro lado, lejos, muy lejos de ahí.
Todo llega con un final, una promesa de una nueva vida, y el regreso a los infiernos como redención.
No tanto por la historia de amor/desamor, sino por narrar casi en primera persona, a través de los ojos de la sufrida inmigrante polaca, la dolorosa, y por momentos, terrible experiencia de la inmigración.
Si algo pinta claramente The Immigrant, es que los Estados Unidos del “Sueño Americano” era un lugar muy poco amable y generoso con los recién llegados, alejado de la mitológica “Tierra de La libertad”; pues refleja perfectamente, todo el viacrucis que habrá de sufrir cualquier migrante, en condiciones precarias, en un relato que toma lo mejor de los melodramas que Hollywood realizaba en los años iniciales del cine sonoro.
“We'll start our families and have plenty of children”
Si bien está hecha con bajo presupuesto para los estándares hollywoodenses, The Immigrant captura a la perfección la época, y el mundo de los inmigrantes:
Sus lugares de circulación, sus códigos, el submundo del “varieté”, y de la prostitución, los arreglos con la policía, y las autoridades inmigratorias.
A nivel estético, todo está muy bien cuidado, tanto la fotografía como el vestuario, y el diseño de producción.
Con todos estos aciertos, a nivel estético, lo que más se puede destacar es la actuación de los protagonistas.
Las actuaciones, que pasan del trabajo con la mirada de La Cotillard, que además habla polaco durante buena parte del metraje; a los siempre raros experimentos físicos de Joaquin Phoenix, que curiosamente, nunca caminará derecho en su vida; al trabajo más expresivo y para afuera de Jeremy Renner.
Emotiva por momentos, y con una producción cuidada, y bien desarrollada, The Immigrant se hace previsible en muchas ocasiones, volviendo, una y otra vez, a situaciones que no hacen más que acentuar la estupidez de la relación que Bruno y Ewa tienen, en vez de profundizar en el momento histórico, tan interesante en el que se ambienta, el trasfondo de inmigración que le da título, y la prostitución en el marco de ese simbólico, e icónico momento histórico, que fueron los locos años 20, en medio de La Ley Seca, y la construcción del “American Way Of Life”, y que aprovechando desvergonzadamente, el tirón de las cintas de romances, y sobre todo, de los films ambientados en esta época, The Immigrant no deja de ser más que un relato sobre los egoístas intereses de los humanos, que bien se podría haber ambientado en la época actual, y con otros actores menos conocidos, que habrían aportado matices diferentes a estos personajes.
La influencia de creadores como Francis Ford Coppola, Elia Kazan, y Sergio Leone, evitan su caída en tópicos, a la vez que arrastran a este sueño, en una corriente de impersonalidad; puesto que no se explican los inusuales huecos argumentales.
The Immigrant es un cuento, sobre los peligros de “Los Otros” y cómo una persona puede cambiar las cosas, porque es diferente.
Un cuento ya visto, y mejor contado, donde no se confunde complejidad con complicar del argumento.
Por ejemplo, Cotillard parece vivir en la casa de Phoenix durante un tiempo considerable, pero nunca les vemos interactuar en el hogar, no vemos ningún indicio, lo que es su relación normal, día a día; todo esto está elidido, o quizás guardado en las sombras.
Ewa afronta todos los retos con dignidad y paciencia, pero también con algo de irritante languidez.
De hecho, el trabajo de la actriz, convincente pero en exceso llorón, contradice en ocasiones puntuales, la fuerza de la protagonista.
Gray la filma con la intención, como dijo en Cannes, “de recuperar el espíritu de las sufrientes heroínas del cine mudo”, pero:
¿Por qué no mostrarnos un poco de la hermana, y de su tratamiento?
Es innecesario, por ejemplo, el exceso del personaje de Phoenix, jugando con esa doble moral, y sin saber si es un personaje bueno o malo.
Incluso haber estirado la relación entre Renner y Cotillard, porque cuando el personaje de Renner desaparece de la trama, no tengo tiempo de sentir que falta o no.
La relación de la joven polaca con sus tíos, es otra cosa.
El tío avisa a la policía, y se llevan a su sobrina.
¿Es mejor prostituirse que ponerse al cuidado de los parientes, cuando estas solo en un país?
Por otra parte, nos enteramos que Bruno ha engañado a todos, incluyendo a Wojtek (Ilia Volok), el tío de Ewa.
Y es que desde la primera llegada de Ewa, a la casa de sus familiares, esta historia es bastante confusa, hasta dio la impresión que el mismo tío abusaba de ella, y esta fue deportada ante su negatividad a tener sexo, recordar que la tía de sangre es Edyta (Maja Wampuszyc) no Wojtek.
Aquello de hacer palpable el sentimiento religioso, es siempre una tarea difícil para cualquiera.
Cuando la espiritualidad es uno de los rasgos principales de un personaje, se corre el peligro de caer en tópicos; bienintencionados, pero tópicos.
El conflicto moral de Ewa, que debe prostituirse, y cree que eso le garantiza la eternidad en el infierno; está expuesto con todas sus luces y sombras, pero no se manifiesta un verdadero peso en su alma, más allá de lo que el espectador puede entender.
La trama avanza sin deparar muchas sorpresas, aunque la intención sea contraria.
Lo malo es que la historia en sí, no es poderosa.
Lo del rescate de la hermana sí lo es, y es cuando esa meta es lo central, pero para cumplir con lo de la hermana, también se incluye una trama distinta, que es la que concierne a los personajes de Phoenix y Renner, que como habrán notado, me parece lo más débil y previsible.
El foco, debió haber estado exclusivamente en el deseo de Ewa, de rescatar a su hermana, y relegar a un rol secundario, a los otros 2 nombres importantes del reparto.
Ese triángulo, le quita potencia y poder a la verdadera intención de Gray, que es contar, cómo se las tenían que arreglar los inmigrantes en una ciudad que, de lejos parece ser esplendorosa, pero que por dentro, resulta hostil y repugnante, tema recurrente y visto en la filmografía del mismo Gray.
Por el contrario, hay grandes escenas:
La llegada de Ewa y su hermana a New York, sobre todo, la escena de la cola de entrada a Estados Unidos.
La persecución de la policía a los protagonistas, por los subsuelos de la ciudad.
Muy buenas imágenes entre luz y oscuridad que recuerdan el trabajo del desaparecido Gordon Willis.
A Bruno le dan una paliza, y le roban el dinero, un reflejo de la corrupción policial, que sigue igual, casi 100 años después.
Y todo eso lo observa Ewa... como amoldando su personalidad ambigua, pues nunca se supo si ella se prostituía o no en el barco, durante su viaje…
Hay una escena de confesión religiosa de Ewa, que Bruno espía, y que es uno de los puntos altos de The Immigrant, lo mismo que las catarsis emocionales de los personajes, que parecen dictadas por el manual del cine clásico; puesto que en un momento, un personaje le advierte a otro, de que los espectáculos de variedades, tienen los días contados, ante la preferencia de los espectadores por el cinematógrafo.
Semejante reflexión, obviamente, no resulta una mera apreciación, sino que casi podría estar considerada como una auténtica declaración de intenciones, puesto que advierte del porqué de esa reivindicación folletinesca:
Gray aplica esa estrategia, a una historia desarrollada en los años 20, justo en el momento en el que el cine comienza a configurar su autonomía como lenguaje artístico.
De alguna forma, se establece un agudo paralelismo, entre ese hecho histórico-artístico, con la emergencia social del cinematógrafo, y la gestación de un nuevo lenguaje visual; y la estupefacción zaherida, alerta, y pertinaz, que caracteriza a la protagonista de la historia.
Así las cosas, The Immigrant atribuye una importancia vital, al concepto del otrora “American Dream”
Lo desmitifica, presentándonoslo a través de un mago, que cree ciegamente en él, a pesar de trabajar y expresar su discurso en un centro de deportación.
El “sueño” es cosa de fe, una fantasía creada por un mago más listo que él, sabedor de que los estadounidenses, necesitan una creencia firme para seguir adelante, más que una realidad deprimente y exenta de héroes inspiradores.
¿Qué es en realidad, “El Sueño Americano”?
¿Es aquel destinado únicamente a los “americanos” y a la gente de bien?
¿O por el contrario, es el que hemos visto en incontables películas de marginados sociales, que logran convertirse en auténticos reyes?
“You're a very lucky lady…”
En materia de inmigración en EEUU; 2 de los “pitchers” más efectivos de La Serie Mundial de béisbol, entre los Gigantes de San Francisco, y los Angels de Anaheim, son Liván Hernández y Ramón Ortiz; y vienen de Cuba y República Dominicana respectivamente.
Entre los pocos cantantes que recientemente han sido invitados a La Casa Blanca, durante el gobierno del presidente George W. Bush, están las mexicoamericanas:
Jaci Velásquez, Jennifer Peña, y el peruano Gian Marco.
Hay al menos, 5,400 políticos hispanos, elegidos a puestos públicos en EEUU, todo un record.
Más de 80 mil soldados de origen latinoamericano, forman parte del ejército de Estados Unidos.
La mujer que le pone su firma a los dólares, entonces, se llama Rosario Marín.
Y según un censo, hay 28 millones de hispanos en Estados Unidos, que hablan español.
Y la mayoría de esas personas, nacieron fuera de Estados Unidos.
Es decir, de pronto, ser inmigrante es “cool” o al menos, esa es la propaganda.
Pero hablar solo del éxito de algunos inmigrantes y latinos en Estados Unidos, sería como “pintar el mundo color de rosa”
Existen al menos, 8 millones de indocumentados, que viven escondidos, y con el temor de ser deportados.
Hay niños que no tienen la certeza de encontrar a sus padres en casa, cuando regresan de la escuela.
Hay miles de estudiantes, que terminaron con éxito el “high school”, pero a quienes no se les permite ir a la universidad como residentes del estado donde viven; pues casi ninguno de ellos, puede pagar los $25 mil  al año que cuesta, en promedio, cursar estudios universitarios en Estados Unidos.
Y tras los actos terroristas del 9/11, ser inmigrante en ese país es, con frecuencia, una preocupación, un inconveniente, o un problema.
En otras palabras, ser inmigrante en Estados Unidos, es difícil, y muy difícil.
Pero la contraparte es alentadora:
El poder político y económico de los latinos, aumenta con cada nuevo nacimiento, y con cada cruce fronterizo.
El español, se ha consolidado, y los medios de comunicación que transmiten y publican en castellano, lejos de desaparecer, le ganan terreno a las televisoras, radiodifusoras, y periódicos en inglés.
Los inmigrantes latinoamericanos, contrario a los que les precedieron de Europa, no han tenido que sacrificar su cultura, ni sus valores para asimilarse a su nación adoptiva.
Al final de cuentas, cada inmigrante es un luchador, un guerrero, un sobreviviente.

“Don't give up the faith.
Don't give up the hope.
The American Dream is waiting for you now!”



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