Lenny

“Fuck you”
Never understood that insult, because fucking someone is actually really pleasant.
If we're trying to be mean, we should say:
“Unfuck you!”

Hay films que, de forma involuntaria, se erigen como ejemplos de lo que estaba de moda en el ambiente cinematográfico, de un determinado periodo.
Los 50 y los 60, sin duda han sido de los años más complicados y duros en materia de libertades, llenos hasta el tope de hipocresía y maldad, de conservadurismo extremo, racismo, locura, y un montón de horrendas cosas, a través de las cuales, se apuntaló la sociedad occidental.
En los últimos años, han proliferado como setas, los tipos que salen a divertir al público en cualquier sala de fiestas, bar o lugares de mala muerte; únicamente armados con un micrófono y su ingenio.
Tienen mucho mérito, pero dudo que ninguno sea nunca tan irreverente, mordaz, y sincero, como lo fue Lenny Bruce.
Lenny entregaba su arte, de una manera muy característica:
A media voz, con movimientos suaves, sin gesticular mucho, sin histrionismos, y sonriendo, con sonrisa de colegial travieso...
Sus actuaciones, con ese ritmo tan peculiar, destilaban verdad a chorros, transmitiendo aún sin querer, la finura de la línea que separaba, persona y personaje.
Sus monólogos, cargados de humor sarcástico y provocador, los cuáles criticaba las noticias más actuales que surgían en la sociedad de EEUU de la época, hablaba de temas tan controvertidos como:
El sexo, la religión, la política, y el racismo.
Para muchos, Lenny Bruce, de descendencia judía, fue uno de los mejores cómicos “stand up” de la historia.
Usando un repertorio de humor negro, crudo, anti moralista, supo dar irrisorio placer, a los sorprendidos habitantes de los bares nocturnos, más prestigiosos de los Estados Unidos de los 60, y acumuló durante años, el odio de un “establishment” que lo persiguió, jurídica y emocionalmente, hasta su muerte.
En sus inicios, Leonard Alfred Schneider, más conocido por su nombre artístico “Lenny Bruce”, tras un tiempo trabajando en una granja, entró a formar parte de La Armada de los Estados Unidos, en 1942, con 17 años de edad, sirviendo en Europa.
En mayo de 1945, explicó al oficial médico del buque, que estaba experimentando deseos homosexuales…
Con motivo de ello, recibió un licenciamiento deshonroso, en julio de 1945.
Sin embargo, él no había roto ninguna regla de La Armada, y finalmente consiguió ser licenciado de modo honroso, a causa de incompatibilidad con el servicio naval.
Tras un corto periodo en California, viviendo con su padre, Bruce se asentó en la ciudad de New York, buscando ganarse la vida como comediante.
Así empezó desde abajo, en locales y tugurios de mala muerte, presentando las actuaciones de las chicas que bailaban ligeras de ropa, o sin ella.
Y con 22 años, Bruce conoció a su futura esposa, “Hot Honey Harlowe”, cuyo verdadero nombre era Harriett Jollis, una stripper de Baltimore, Maryland; en 1951.
Se casaron ese mismo año, y Bruce tomó la determinación de que su esposa dejara de trabajar como stripper...
De hecho, su vida estuvo marcada por su tortuosa relación con la stripper, con quien tendría una hija; y por sus constantes problemas con la justicia y las drogas.
Aunque el negocio iba bien, el matrimonio colapsó, y en 1956, la pareja rompió lazos.
Bruce se hizo cargo de su hija Kitty, porque a Honey la encarcelaron por consumir drogas...
En ese ambiente “de lo más bajo de lo bajo” afloró su talento para la provocación verbal, y desarrolló un estilo libérrimo, que pronto le abrió un espacio en el inframundo nocturno angelino.
Ello le obligó a desarrollar su capacidad para improvisar.
Su carrera fue fulgurante, su humor ácido y corrosivo, era muy novedoso para la época.
Lenny se convirtió rápidamente, en uno de los humoristas más famosos del país, incluso, grababa discos con sus monólogos.
Grabó 4 álbumes para Fantasy Records, en los cuales, se recogían monólogos despotricando, números cómicos, y entrevistas satíricas, sobre los temas que le hicieron famoso:
Jazz, filosofía moral, política, patriotismo, religión, leyes, razas, aborto, drogas, el Ku Klux Klan, y los judíos.
Estos discos, se recopilaron bajo el título de “The Lenny Bruce Originals”
Si bien La Primera Enmienda de La Constitución de los Estados Unidos, impedía censurar el contenido de sus monólogos, ésta no protegía su utilización de palabras “sucias”, y de ese punto, se cogieron quienes estaban interesados en sacarlo de circulación.
Y es que Lenny sacaba a relucir en el escenario, temas tan espinosos, como el asesinato de Kennedy.
Temas casi tabú a la hora de hacer humor, por lo que no temía levantar ampollas, y pagó su precio.
Pronto empezó a tener problemas con la ley, siendo arrestado repetidamente por obscenidad en el escenario.
Para ellos, Lenny era peligroso:
En un escenario decía y hacía lo que quería; colocado o no, era impredecible.
La moral bien pensante de los primeros años 60, encontró en Lenny Bruce, su chivo expiatorio.
La policía lo vigilaba estrechamente, casi le acosaba, infiltraba entre el público, agentes de civil, dispuestos a detenerle, si se pasaba de la raya; con una palabra mal sonante, era más que suficiente.
Obviamente, se le vetó en televisión, pues era demasiado peligroso.
Y es que el hombre tenía una oratoria especial para convencer a la audiencia, a base de discursos inspirados, ácidos, muy sarcásticos, salpicados de chistes aquí y allá, para no aburrir al personal.
Y cuando se ponía serio, y tocaba un tema espinoso, todo el mundo se quedaba calladito, como si estuvieran ante un gurú.
En su monólogo “Psychopathia Sexualis”; contó la historia de un hombre enamorado de su yegua, a la cual deseaba por sus “largas patas, y su hermoso culo”
Lenny comprendió muy pronto, el poder transformador de las palabras, y el efecto liberador que algunas de ellas tenían, cuando eran utilizadas en un escenario.
“Es la supresión de la palabra, la que le da su poder, su violencia, y su vicio”, dijo refiriéndose a todas ellas, pero en particular, a aquellas que, como “cocksucker” y “fuck”, le llevaron a ser conocido como “el comediante más sucio de los Estados Unidos”, a la persecución policial, la proscripción tácita, y finalmente, a un más que probable suicidio.
Su interés en las leyes, devino obsesión, y muy pronto, sus monólogos se vieron reemplazados por la lectura de extractos judiciales, y patéticos reclamos de justicia.
A pesar de su renombre como comediante, Bruce actuó en la televisión, únicamente en 6 ocasiones.
Debido a sus problemas con la justicia, y a sus comentarios sarcásticos acerca del tema, a Bruce se le prohibió actuar en varias ciudades estadounidenses, y en 1962, también se le vetó en Sídney, Australia.
Pero Lenny no fue sólo un pionero del “stand up comedy”, que tuvo problemas con la ley, por ser mal hablado en una época en la que ello era un delito.
El fracaso de su matrimonio con la stripper Honey Harlow, y el acoso implacable de la ley, le hundieron aún más en la espiral las drogas.
Todo ello produjo un terrible efecto secundario en Lenny:
Perdió toda su gracia, ya no era gracioso, ni quería serlo.
Sus actuaciones se fueron tiñendo, cada vez más de una amargura terrible.
Empezó a hablar básicamente, de sus problemas personales, sus monólogos ya no eran comedia, era tragedia pura.
La tragedia de un hombre derrotado, sólo por decir lo que pensaba...
Y el 3 de agosto de 1966, Bruce fue encontrado muerto, a los 40 años de edad, en el cuarto de baño, de su domicilio en Hollywood Hills.
En una fotografía oficial, se veía a Bruce desnudo en el suelo, con una jeringa, y un tapón quemado de botella cerca, además de otros utensilios relacionados con los narcóticos.
El productor, Phil Spector, amigo de Bruce, adquirió los negativos, para evitar su exposición en los periódicos.
La causa oficial de su muerte fue “envenenamiento por morfina, a causa de una sobredosis accidental”
A Bruce le sobrevivió una hija, Kitty Bruce; y en el momento de su fallecimiento, Bruce mantenía relaciones con la comediante Lotus Weinstock.
Los 4 procesos por obscenidad, que se llevaron en su contra, entre 1961 y 1964, dejaron un saldo monstruoso de más de 3,500 páginas de transcripciones, 23 abogados defensores, 14 abogados de la acusación, y 41 jueces involucrados en diferentes instancias.
Por su parte, Harlow presionó con éxito, al Gobernador de New York, George Pataki, para que se concediera a Bruce, el perdón a título póstumo, de la condena por obscenidad, que se le había impuesto por su actuación en el Cafe Au Go Go de Greenwich Village, en 1964.
Así pues, se le concedió a Lenny Bruce, el perdón a título póstumo, en el año 2003, 27 años después de su muerte; siendo el primer indulto de este tipo, ocurrido en la historia del estado de New York.
En 1984, Harlow se casó con Jeffrey Friedman; y falleció en 2005, en Honolulu, Hawaii.
Mientras un cómico, o cualquier persona pueda decir palabras como “fuck” o “cocksucker” en público, el espíritu de Lenny Bruce vivirá.
“Lenny's time has finally come!”
Lenny es un drama del año 1974, dirigido por Bob Fosse.
Protagonizado por Dustin Hoffman, Valerie Perrine, Jan Miner, Stanley Beck, Gary Morton, Frankie Man, Rashel Novikoff, Guy Rennie, Michele Yonge, Monroe Myers, John DiSanti, Kathryn Witt, Mickey Gatlin, Martin Begley, Mark Harris, Richard Friedman, Lee Sandman, Jack Nagle, Phil Philbin, Bruce McLaughlin, Ted Sorel, Richard O'Barry, entre otros.
El guión es de Julian Barry, basado en la obra de teatro del mismo autor.
La historia de este peculiar personaje, llamaría la atención de la productora United Artist, que después de su éxito en los teatros de Broadway, con el actor Cliff Gorman, en la piel del humorista; iba a ser finalmente adaptada para la gran pantalla, a mediados de los años 70.
El encargado de dirigir esta versión cinematográfica, iba a ser el ex-bailarín, coreógrafo, y también director teatral, Bob Fosse; quien lo ha filmado en un fino blanco y negro; de forma pasional y provocativa, que tiene algunos de los monólogos más exasperantes que, seguramente, se deben haber escuchado en el denso escenario de los años 60; haciendo de Lenny, un ejercicio de estilo y talento, que obtuvo 6 nominaciones al Premio Oscar:
Mejor película, director, guión adaptado, actor (Dustin Hoffman), actriz (Valerie Perrine), y cinematografía.
Lenny, es un acercamiento al cómico Lenny Bruce, exhibido en salas de arte y ensayo, que curiosamente fue un fracaso comercial en la carrera de Bob Fosse, su realizador.
Tanto por lo peliagudo del asunto, la crónica de la autodestrucción de su protagonista, como porque el gran público se negaba en redondo, a ver películas que no fueran en color… Lenny es una historia ambientada en el mundo del espectáculo, que nos narra la vida del cómico, famoso por sus shows transgresores y provocadores.
Lenny Bruce (Dustin Hoffman) es un cáustico humorista, que trabaja en locales nocturnos de poca categoría.
Poco después de conocer a Hot Honey Harlow (Valerie Perrine), una exuberante bailarina de striptease, se casa con ella.
Durante años, mantienen una relación tumultuosa, que incluye drogas y sexo poco convencional, pero acaban separándose.
La fama de Lenny como “showman” va en aumento, pero también las denuncias y juicios que debe afrontar, debido al carácter subversivo de su humor.
Por lo que Lenny acaba traicionando el amor, de la que será su esposa, y el amor de su vida.
Tras sufrir un aparatoso accidente, su mujer yace en cama en el hospital;  y una guapa enfermera se cruza en el camino del cómico, y lo inevitable acabará sucediendo...
En Lenny, su mujer admite que las infidelidades de él, se deben a su complejo de inferioridad, y a una necesidad de probarse siempre, a sí mismo.
Sin embargo, el matrimonio de los Bruce no hace aguas, sólo por un lado…
Las drogas y las infidelidades de ambos, acabarán destruyendo su matrimonio, del que aun así, quedará un afecto mutuo, y una pequeña hija, Kitty.
La moralina final, es que lo verdaderamente preocupante, no eran las obscenidades, la puerta sigue cerrada; sino las críticas políticas, y expresar en voz alta, y en un foro público, lo que todos pensaban.
Así como todo evoluciona, y hay gente que desde su trinchera, ha propiciado estos cambios, nuevas ideas, nuevos paradigmas, que hacen de nuestra sociedad, algo más plural, Lenny Bruce puso su granito de arena, luchó por sus ideales, y se hecho al Estado encima, ni hablar… pero dejó su huella en la historia.
“l'm not anti-Christ or anti-religion, l just think it's encouraging that people are leaving the Church and going back to God”
Lenny es un alegato de Bob Fosse, en pos de la libertad de expresión más genuina, amparándose en la figura del cómico estadounidense, Lenny Bruce.
Todo el proceso judicial de denuncias, etc., en el que se ve enmarcado Bruce, es un claro síntoma de la represión sexual, de una parte de la población estadounidense del momento, amén de un claro ejemplo de coacción de la libertad de expresión de un ser humano.
Lenny tiene un tono sórdido y sucio, que va creciendo de intensidad, hasta hacerse casi palpable hacia el final.
Toda una experiencia cinematográfica, narrada de una forma sobria, sin efectismos, y en un maravilloso blanco y negro.
Además, adopta el estilo documental, ya que intercala entrevistas a su esposa, su representante, y su madre, interpretados por los propios actores; con la película en sí.
A pesar de todos los calificativos a la narración del guión, en realidad, no perjudica a la película, más bien la llena de realidad, sobre la vida de un hombre polémico.
Otro punto destacable, es su total falta de, por decirlo de alguna manera, ingenuidad visual.
El guionista no se ando por las ramas, cuando se puso a escribir.
No solo está el típico caso de las palabrotas, sino que, incluso, hay una escena lésbica.
Y lo que aguanta el peso de Lenny, es la actuación de Dustin Hoffman.
Una muy buena actuación, totalmente convincente, con escenas claras de mimetismo con el mismísimo Bob Fosse; incluso en las escenas donde tiene que ser cómico, y contar monólogos.
Su deterioro físico y mental, es uno de los más terribles, vistos nunca en una pantalla.
El hastío y el cansancio que transmite su personaje, son estremecedores.
Dustin Hoffman, durante 6 meses, estudió minuciosamente cada una de las grabaciones de Lenny, para acercarse lo máximo posible a la voz, y a los gestos del mencionado cómico.
A pesar de todo, la interpretación no dejaría muy satisfecho al actor, que siempre lo tildó, como “un trabajo imperfecto” al no parecerse físicamente a Lenny Bruce.
Prácticamente, todas las frases que suelta Hoffman en las actuaciones, están sacadas de actuaciones, y grabaciones reales del cómico.
Y su compañera, la enorme Valerie Perrine, también está convincente como su esposa; toda una belleza física y emocional, que llena la pantalla desde ese hermoso striptease que hace.
Como curiosidad, en la versión original de la obra, se puede escuchar la voz del propio Bob Fosse, en las escenas de las entrevistas.
Si realmente Lenny se sostiene en alguno de sus elementos, más allá del brillante trabajo de Valerie Perrine, en el papel de la esposa del cómico, es sin duda, en la extraordinaria fotografía en blanco y negro de Bruce Surtees.
La fotografía, es realmente buena, me han fascinado algunos de los planos de él en directo, o de su mujer haciendo ese striptease...
Están tomados con mucho cuidado, mostrando justo la reacción del público exacta, la iluminación “mata” aquello que no hace falta mostrar, y resalta lo más relevante.
Dicho así, parece que sea lo normal, pero es que al jugar con el blanco y negro, las sombras y los claros resaltan muchísimo más.
Más que una película parece que estés viendo una serie de fotografías, en algunos momentos.
Tremenda la escena tras su arresto, cuando empieza a hablar del “blablablá” dejando clara la hipocresía, y la estupidez del concepto de “lo obsceno”
Cuando Lenny dice:
“Todos queremos una esposa, que sea al mismo tiempo una catequista y una puta de $500 la noche”, está soltando una acerada crítica, contra este bicho revuelto, cargado de contradicciones, ciclotimias, caprichos, e indigestas, que es el ser humano; está desnudando ridículas actitudes inherentes a uno mismo.
Sin embargo, el problema de Lenny está señalado a mi juicio, en cuestiones complementarias; como ese aparente zoom a la personalidad de un artista provocador, mediante los testimonios entrecortados de la gente que le rodearon, carece de verdadero interés.
“If Jesus was executed 20 years ago, Christian children would not carry crosses in the neck, but electric chairs”
Lenny es una reflexión sobre la libertad de expresión que, para más INRI, se localiza allí, en la cuna de las libertades, en esos Estados Unidos de America, que pasaron de interrumpir funciones, por pronunciar vocablos obscenos, a consentir diálogos cinematográficos como los de “Heartbreak Ridge” (1986)
Lenny Bruce, un nombre que fuera de la cultura anglosajona, es prácticamente desconocido, pero que especialmente en los Estados Unidos es venerado y admirado por una legión de fans que leen su autobiografía, compran sus discos, y buscan cualquier material del cómico que puedan encontrar; es un mártir para la causa de la libertad de expresión, un humorista que en un breve lapso de tiempo, arrasó con todas las barreras que encontró a su paso, y transformó la comedia estadounidense para siempre.
Un cómico que iba más allá de las risas, para atacar la hipocresía de toda una sociedad, y denunciar las perversidades de políticos y religiosos.
El enemigo del “establishment”, un ser humano imperfecto como cualquier otro, al que se dio caza, hasta que finalmente, acabaron con él.
Una de las cosas que más me fascina de este cómico, es como defiende “la palabra” por encima de todo.
Las palabras no significan más que lo que cada uno quiere, por ejemplo, llamar “negro” a un hombre de raza negra, no es más despectivo que lo ofendido que se sienta al oírla, si la usásemos en cualquier contexto de forma habitual, llegaría a perder su sentido peyorativo, pasando a ser una palabra más, sin más.
Y por ese tipo de pensamiento, fue llevado a juicio, bajo el cargo de decir obscenidades, una y otra vez, hasta que terminaron por destruirle como persona:
Solo por decir lo que sentía.
Lenny Bruce, icono de esa contracultura que leía a Norman Mailer, Kurt Vonnegut Jr., o Allen Ginsberg, se dejaba seducir por un cine “con mensaje”, y abominaba de la política exterior emprendida por La Casa Blanca, en que jóvenes provenientes de todo el país, perdían parte sus mejores años, envueltos sobre una bandera que parecía hacerlos inmunes de los ataques de los adversarios, en el combate librado en suelo vietnamita.
Uno de los múltiples dardos envenenados lanzados por Lenny Bruce, se lo reservaría en algunas de sus funciones, provocando el entusiasmo de un público juvenil entregado, al mismo tiempo que “notarios” a sueldo de las instituciones policiales y judiciales, pasaban sus preceptivos informes.
Ante semejante maquinaria, Lenny Bruce se llegaría a sentir acorralado, pero no por ello claudicaría, embistiendo cada vez con mayor fuerza en su diatriba, para con el orden establecido.

“I am totally corrupt.
I mean, really.
All my number, my economic success... whatever... is based exclusively on the existence of segregation, violence, despair, disease, and injustice.
If, by some miracle, the whole world becomes pure serene...
Suddenly, I would stand in a row unemployed”



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