Breaking The Waves

“Love is a mighty power”

La Iglesia de Escocia, de confesión presbiteriana, es La Iglesia Oficial de Escocia; la cual también es conocida de manera informal por su nombre en escocés:
The Kirk; cuyo lema es “nec tamen consumebatur” o “aun así no se consumía” extraído del Libro del Éxodo 3,2.
A nivel teológico, La Iglesia de Escocia es una Iglesia Reformada, en particular, se inscribe dentro del calvinismo; y por ello, forma parte de La Alianza Reformada Mundial.
Por su parte, el calvinismo, a veces llamado “tradición reformada”, “la fe reformada” o “teología reformada”, es un sistema teológico protestante, y un enfoque de la vida cristiana, que pone el énfasis en la autoridad de Dios sobre todas las cosas; y enfatiza en la depravación de la naturaleza moral humana hacia la necesidad de La Gracia Soberana de Dios en la salvación.
La Biblia, en Romanos 3:10-12, enseña que las personas son completamente incapaces de seguir a Dios, o escapar de la condenación delante de él, y que solamente por intervención divina drástica, en la cual Dios, cambiando la naturaleza misma del creyente, “nuevo nacimiento”, quitando el corazón de piedra, y poniendo uno de carne, pueden las personas, ser convertidas de rebelión, a obediencia voluntaria.
Desde este punto de vista, todas las personas dependen enteramente de la misericordia de Dios, a quien le sería justo el condenarlos a todos por sus pecados, más ha escogido ser misericordioso con algunos, para dar gloria a su propio nombre.
Una persona es salvada, mientras que otra es condenada, no por causa de la voluntad, fe, o alguna otra virtud en la persona, sino por causa de la elección soberana de Dios, para tener misericordia de él.
Aunque la persona debe actuar, para creer y ser salvo, esta obediencia de fe, es el regalo de Dios, según el calvinismo, y por esto, Dios completa la salvación de pecadores.
Y es que la doctrina de Dios, tiene un lugar preeminente en cada categoría teológica, incluyendo el entendimiento calvinista, de cómo una persona debe vivir; y presupone que la bondad y el poder de Dios, tienen un libre e ilimitado alcance de actividad, y eso trabaja con la convicción de que Dios obra en todos los aspectos de la existencia, incluyendo los aspectos espirituales, físicos, e intelectuales, ya sea secular o sagrado, público o privado, en la tierra o en el cielo.
¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por amor?
¿Qué somos capaces de pedir a Dios, por tener cerca de nosotros, a esa persona querida?
¿Qué llegaríamos a sacrificar, porque la otra persona, a quien amamos tanto, esté contenta, feliz, o al menos sobreviva?
“Everyone has something they're good at.
I've always been stupid, but I'm good at this”
Breaking The Waves es un drama danés, del año 1996, escrito y dirigido por Lars von Trier.
Protagonizado por Emily Watson, Stellan Skarsgård, Katrin Cartlidge, Jean-Marc Barr, Udo Kier, Adrian Rawlins, Mikkel Gaup, Jonathan Hackett, Sandra Voe, Roef Ragas, Phil McCall, Robert Robertson, Desmond Reilly, Sarah Gudgeon, Finlay Welsh, David Gallagher, entre otros.
Con Breaking The Waves, se consagró el director Lars von Trier como un director exitoso por su puesta en escena, entre otros detalles que comentaré en esta nota.
Breaking The Waves, está incluida en La Trilogía “Golden Heart” de la que también forman parte:
“Idioterne” (1998) y “Dancer in The Dark” (2000), todos ellos, con un personaje femenino, de inocencia y bondad ilimitadas:
Bess, Karen, y Selma, como figura central.
Ganadora en El Festival Internacional de Cine de Cannes con El Gran Premio del Jurado, obtuvo una nominación al Oscar a la mejor actriz, para la debutante Emily Watson.
Breaking The Waves, está influenciada por el movimiento realista Dogma 95, del cual, Lars von Trier fue miembro fundador, con las imágenes granuladas, y la fotografía, cámara en mano, le dan una apariencia superficial, de una película Dogma.
Sin embargo, las reglas Dogma, exigen el uso de localizaciones reales, mientras que muchos de los lugares en Breaking The Waves fueron construidos en un estudio.
Tampoco se apoya en el uso de CGI.
Lars von Trier, barajó muchas localizaciones:
Primero pensó en la costa oeste de Jylland, después en Noruega, luego en Ostende, Bélgica; después en Irlanda, y finalmente en Escocia.
Y no es una coincidencia, que la historia tenga lugar en La Isla de Skye, donde muchos pintores y escritores se trasladaron allí, durante El Romanticismo inglés del XIX.
Pero debido al largo proceso de preproducción, de unos 4 años, y a la dificultad para encontrar financiación, von Trier perdió el entusiasmo, justo antes de comenzar el rodaje, y estuvo a punto de abandonarlo...
Como dato, el título original era “Amor Omnie” o “El Amor es Omnipresente”, en referencia a la película “Gertrud” (1964) de Carl Theodor Dreyer, de hecho, es el motivo que el personaje Gertrude quiere para su lápida.
Por otra parte, el productor pensó que nadie querría ver una película titulada así; de ahí el cambio a “Breaking The Waves”, que hace referencia al personaje femenino principal, que según von Trier “es una roca batida por las olas”
Desarrollada en 7 Capítulos y un Epílogo, cada uno de ellos, precedido por una toma de un paisaje bellamente manipulado infográficamente, para dar a las imágenes cromatismos de los pintores belgas:
René Magritte y Pieter Bruegel, y con canciones pop/rock de los años 70 de fondo, Breaking The Waves cuenta una intensísima historia de amor, un melodrama imposible, morboso y, en ocasiones, nauseabundo, agónico, e intenso; y es quizás, una de las películas más interesantes, abordando el tema del sacrifico de una mujer por amor, hasta llegar a situaciones límite.
Estamos en el comienzo de los años 70, donde vemos a una joven ingenua, llamada Bess McNeill (Emily Watson), de psicología quebradiza, que vive en un pequeño pueblo costero al noroeste de Escocia, en donde impera el calvinismo, corriente teológica protestante, que tiene entre sus principales particularidades, un papel preponderantemente patriarcal, y sumamente puritano.
Allí, Dios manda, y el consejo eclesiástico, rige el presente y futuro de los habitantes de la comunidad.
A pesar de la oposición religiosa de su entorno, Bess se casa con Jan Nyman (Stellan Skarsgård), un hombre maduro, que trabaja en una plataforma petrolífera.
Está persuadida, de que su matrimonio ha sido bendecido por Dios, con quien vive una continuada presencia, y diálogo.
Y espera impaciente, el retorno de su marido, que víctima de un accidente, pues los ruegos de traerlo de vuelta, “lo devuelve paralítico”
Y aquí se produce un giro, hacia lo tortuoso típico del director:
Jan, convence a Bess, tal vez pensando hacerle un bien, para que se entregue a otros hombres...
La equivocadamente heroica obediencia de Bess, sólo se concibe desde la locura, provocada por la desgracia sufrida.
Y la dureza e incomprensión de los pastores de la iglesia calvinista, sólo se concibe desde su ceguera, ante esta locura.
Así, Bess ofrece a Dios su sacrificio, incluso su vida, por la humanamente imposible curación de su marido:
Bess muere; y Jan se cura, milagrosamente.
Como es casi habitual en muchos de sus films, el peso de Breaking The Waves, lo lleva la figura femenina, una expresiva y desbordante Emily Watson, que se roba la pantalla, y resulta inolvidable.
Dividida en 7 episodios, llamados:
“Bess Gets Married”, “Life with Jan”, “Life Alone”, “Jan’s Illness”, “Doubt”, “Faith”, y “Bess’ Sacrifice”; cada capítulo es más fuerte que el anterior, en una escalada emocional, que nos lleva las sensaciones al límite de lo tolerable.
Un cine duro de digerir, con mucha cámara en mano, que añade un toque de realismo, que exacerba el tono dramático.
Pero al mismo tiempo es belleza y dolor, en una pieza poética.
“Not one of you has the right to consign Bess to hell!”
Aquí asistimos a un curioso cuento religioso, híbrido, fruto de las complejas preocupaciones de Lars von Trier:
Por un lado, se basa en libro para niños, titulado “Corazón de Oro” de Guld Hierte, que cuenta la historia de una niña, que cruzó un bosque dando todo lo que tenía, y cuyas última palabras, cuando salió desnuda, y sin nada, fueron:
“He logrado salir bien, a pesar de todo”
Además, hay que recordar, que la intención original fue, realizar una película sobre el erotismo, en base a adaptación de “Justine” del Marqués de Sade.
Y dando una vuelta de tuerca más, en una afirmación del propio director, en torno a Breaking The Waves:
“He querido hacer una película, basada en un tema religioso, una película sobre los milagros, y al mismo tiempo, quería una película verdaderamente naturalista”
Así pues, de todo ello hay en esta especial propuesta.
Siguiendo la fórmula de las novelas clásicas inglesas, el director ha realizado la división de la película en capítulos, en los cuales, se anuncia la acción, y se ofrece una imagen que sirva de icono, que exprese simbólicamente, el desarrollo dramático.
Estas imágenes en plano estático, fueron fotografías, que después se transformaron digitalmente por Pier Kirkeby, que es un pintor danés, que trabaja a partir de la pintura romántica.
Para nuestra interpretación, todas esas bellezas pictóricas, tienen un especial valor semiótico.
La cámara rompe formas, los planos no tienen límites, ansiosa por aprehender las miradas, los gestos, los sentimientos, y las inquietudes de los personajes; la textura extremadamente granulada de la imagen, también ayuda a que el tono documental y naturalista, ceda el protagonista a los actores.
También gracias a ello, el final, mágico y milagroso, adquirirá una dimensión nueva, ya que el contrapunto entre la estética de reportaje, y la entonación de hechizo del epílogo, resalta la fuerza de éste.
Pero lo más resaltable, es que trata una temática que tiene varios puntos de vista, los cuales se unen para formar una verdadera percepción única del amor.
Por otro lado, la intención de realizar una película sobre “la bondad”, se concreta en el personaje central de Bess, una mujer joven, hipersensible, y generosa, con una estabilidad emocional casi patológica, y una inclinación natural hacia la inocencia.
Bess, es la imagen de la bondad, y la pureza de corazón, vive en una extraña relación con Dios, con el que mantiene conversaciones, y con el cual, en sus diálogos, parece desdoblarse.
Así, ella habla con las propias palabras, de un Dios que le manda vivir a fondo el amor, con una exigencia anuladora.
Cuando Bess descubre el amor hacia Jan, su vida cambia, y es plenamente feliz.
Aquí, Lars von Trier resalta el carácter carnal del amor esposal.
Sin embargo, su amor desmedido, le hace dependiente.
Esta necesidad de ser sostenida, la ha realizado Dodo McNeill (Katrin Cartlidge), su cuñada viuda.
Cuando llega Jan, esta dependencia se hace casi patológica, la enfermedad de un amor desmesurado, y que suprime la libertad.
Hay que tener en cuenta, que von Trier propuso a Emily Watson, realizar el papel de Bess, y le pidió que viera “La Passion de Jeanne d’Arc” (1928) de Carl Theodor Dreyer, y “La Strada” (1954) de Federico Fellini; y que se inspirase en esos personajes femeninos.
Incluso confesará el director de Emily Watson, que “había en ella algo que me hacía pensar en Cristo, y eso me gustó”
Y es que Bess es sumamente tierna, y en extremo bondadosa, quizás demasiado.
Al inicio, se percibe relativamente feliz, con su amor hacia Dios, lo que solemos decir arrebatadamente con frecuencia “un buen cristiano”, o “un buen protestante” para no faltar a la precisión, aunque detrás de su desbordada pasión al Señor, y su “alegre” padecimiento, se encuentra un drama de vida que adereza, y le da sentido al personaje:
En el pasado, Bess fue hospitalizada por una crisis derivada de la muerte de su hermano, provocándole un trastorno de personalidad, en el que Bess desarrolla un “diálogo” muy cercano con Dios; ella habla de forma tímida y temerosa, al tiempo que es interpelada, por ella misma, por “El Señor”, uno muy severo y represivo, casi proveniente del Antiguo Testamento.
Por lo que aquí no hay lugar para la mezquindad:
Todo es devoción, y también tiene que ver con los temas religiosos que se tratan, ya que la comunidad donde se desarrolla, es de carácter calvinista.
Lars von Trier, nos muestra una comunidad donde las mujeres no pueden hablar en la iglesia, ni pueden participar de ciertas ceremonias.
Por lo que Bess representará una voz, que tendrá que ser escuchada.
Es mágica la profundidad del personaje, porque no se puede creer las cosas a la que está dispuesta a hacer, solo por amor.
Ella, en su completa desesperación, conversa con Dios, un Dios caprichoso y tirano, que ella tiene dentro, una concepción tóxica de la divinidad, ruin, que es producto de la imagen que recibió de sus allegados religiosos, y del entorno.
El personaje es muy arriesgado:
Debía hacer desnudos, tener escenas de sexo explícitas, pero más allá de eso, está la dificultad en encarnar el carácter especial que hay detrás de Bess, la inocencia perturbada, el carácter indefinido que la hace pasar de la risa al llanto, el trastorno de identidad disociativo, que la hace hablar como es ella, y al mismo tiempo como Dios…
La comunión de Bess con Dios es total, ella acepta a ojos cerrados sus designios, las acciones que considera vienen de Dios, así como las respuestas que ella le atribuye:
Si alguien debe ser condenado, ella lo acepta, las cosas terribles que le sucedieron, jamás fueron desaprobadas por ella, sino aceptadas y afrontadas con peculiares decisiones.
La Watson hace un excelente trabajo, encarnando a esta mujer terriblemente atormentada, cuya fe y amor, son puestos a prueba máxima, una prueba que la lleva a la destrucción, pero esa dulzura tan suya, esa inocencia, nunca desaparece.
Por otro lado, detrás de Jan, está Stellan Skarsgård.
Juntos, logran una comunión muy acertada en la pantalla.
Por un lado, Jan, quien representa al hombre de mundo, el experimentado, más mudando, el foráneo que llega a rescatarla de la presión anacrónica que ejerce el pueblo sobre la mujer.
Le brinda felicidad, la complementa, la abre a la experiencia sexual, y la hace sentir más libre, queriéndola tal y como es ella, admirando aquello que todos los demás veían, como un retraso, o como un problema de adaptación.
Pues tenemos a una mujer, que reclama sentir al extremo, ella lo quiere todo.
La mirada de Jan, sugiere picardía, doble intención, que compenetra con la belleza angelical del rostro de Bess, así como con su espíritu infantil.
En el mundo de Bess, también está una sobreprotectora cuñada que la ama, una fría madre que se lamenta de tenerla como hija, un pueblo machista, corrompido por las leyes de la iglesia, y la palabra que profesan.
La comunidad creyente, en que vive Bess, es extremadamente cerrada, y a duras penas, acoge a los extranjeros.
Por lo que Dodo sufrirá está marginación, y Jan, difícilmente es aceptado.
A nuestros ojos, y al de la mayor parte de personajes de esta historia, Bess tiene una salud mental frágil en exceso.
Educada bajo los severos preceptos calvinistas, ella cree hablar con Dios y, en un acto de amor redentor, se entrega sexualmente a otros hombres, para revivir en ellos, la carnalidad que no puede vivir con su marido ahora parapléjico, al mismo tiempo que hace de estos actos, un sacrificio ante Dios para sanarle.
Sin embargo, la locura, aparente para unos, certera para otros, de Bess, no es el eje vertebrador del personaje.
Desde la antropología teológica, y desde la cristología, hay que cuestionar esta Bess, en la que el amor anula la libertad, y desdibuja al Dios del amor.
Su dependencia patológica, eclipsa la luminosidad de su bondad.
Bess depende de un Dios dominador, y de un esposo desesperado.
Y ambos coayudarán a la destrucción de la joven.
En Cristo, el amor no suprime la libertad, y Dios no se impone con una exigencia sacrificial.
Y nuevamente enfrentamos una teología de la expiación confusa.
El amor sacrificial salva en Cristo, sin anular su libertad, sino como plenitud de la misma.
Además, y por otra parte, el misterio pascual, no es una referencia de imitación, sino la fuente de vida.
Ser cristiano, no es morir como Cristo, sino vivir y morir en Cristo.
La experiencia de amor y libertad consumada de Cristo, no es una llamada a la imitación, sino el fundamento de nuestra libertad y nuestro amor.
En ese sentido, y como quedará claro en las obras posteriores, la conversión sincera de Lars von Trier, forma parte de un proceso de profundización que necesita clarificación, y auténtico discernimiento.
Bess no es Cristo, pero tampoco plenamente cristiana, a pesar de ser una criatura de inmensa bondad, vive La Pasión.
El extremado rigorismo, eclipsa definitivamente el mensaje de la salvación.
Un ejemplo claro, es la afirmación del pastor:
“Irás al infierno” durante un funeral.
Aquí, extiende su sombra peligrosamente, la doctrina de la doble justificación:
Dios no quiere que ninguno de sus hijos se condene, y la muerte eterna, tiene su causa en el propio hombre, y no en una voluntad divina de castigo.
Y menos la iglesia puede señalar quien está condenado...
Esta religiosidad, triste y fría como la tierra, que alberga a la comunidad, posterga el amor como centro cristiano, y pone la ley en su lugar.
“El pastor dice que hace falta amar la palabra y la ley; estas son las únicas cosas que hay que respetar, ellas dan al hombre su plenitud.
Pero Bess da la vuelta a las cosas, diciendo que la única cosa que puede dar plenitud al hombre, es el amor por el otro.
Esta es la moralidad de la película”, dijo el director.
En este sentido, cuando la comunidad cristiana condena a Bess, está renunciando al camino del amor, que precisamente ella ha representado.
La propuesta de von Trier quiere hacer, es una llamada a recuperar la centralidad del amor cristiano.
Asunto que es sugerente, si el amor que nos propone, fuera auténticamente cristiano.
El tema de Breaking The Waves, es primero el amor, y después la fe.
Bess es quien dialoga con Dios y, a través de su fe, el espectador es testigo de su amor por él.
Su fe le brinda aquella capacidad de amar al prójimo, que Lars von Trier elige para escandalizar.
Amar al prójimo exige estar dispuesto a sacrificarse por el otro.
Lejos de los tradicionales sacrificios a los que el siglo XXI está acostumbrado, y que ya no despiertan el espíritu, Lars von Trier pone en boca de Dios, el martirio que debe sufrir Bess, para que su esposo pueda seguir viviendo.
Deberá entregarse sexualmente, dar aquello que tanto había guardado para Jan, y que sólo ellos 2 habían disfrutado; a los hombres despreciables del pueblo.
A través de este sacrificio, que finalmente será mortal, Bess demuestra su amor por Jan, y su fe en Dios.
Más allá de lo verdadero del sacrificio, es decir, si Dios efectivamente ha hablado con Bess, el sacrificio se ha vuelto real.
Y aquí reside el último acto de amor posible, y la prueba más grande de fe.
Para el director, el tema del milagro, es un elemento central.
La misteriosa curación de Jan, que además le convierte de nuevo al amor, y le hace, en alguna forma, discípulo de Bess…
El robo de su cuerpo, para que no fuera enterrado en medio de la comunidad que le rechazo...
Los trabajadores de la plataforma que le acompañan, casi como el resto de los discípulos, y el momento en que su cuerpo se lanza al mar, forma parte de la liturgia de “una nueva iglesia”…
Y Bess termina por convertirse en la heroína de Jan, y no al revés, ella lo libera, y le da vida.
Le entrega todo lo que tiene, y es así como vence con su sacrificio.
Al final, las campanas sonando en el cielo, que solamente pueden ser percibidas por los nuevos discípulos, sólo algunos ven lo invisible; muestran la nueva vida de Bess, hacia la que se ha incorporado, pasando el puente, y gozando ya ahora, de esa alegría del repicar de Dios, que recibe a una de sus criaturas en el cielo de la bondad.
Algún hombre puede decir que Bess irá al infierno, pero Dios dice, según Lars von Trier, que Bess ya está en el cielo de los buenos e inocentes.
Las temáticas del matrimonio, del forastero, y del desatino, son construidas, a partir de una misma base, la religión.
Y es que uno de los elementos recurrentes dentro de la filmografía de Lars von Trier, ha sido el señalamiento de las barbaries inhumanas, cometidas “en nombre de la iglesia, y el amor a Dios”
Su crítica al fanatismo desmedido, y a las consecuencias de ver el mundo de forma polarizada, como la lucha eterna entre el bien y el mal, ha sido por demás aguda, acarreándole no pocas diatribas de todos lados; actores, críticos y, por supuesto, los sectores más conservadores del público, no han perdido la oportunidad de tildar al danés de exagerado, misógino, despiadado, y resentido.
Alguna vez escuché de otra película de él, una crítica que se refería a sus filmes como “pornografía emocional”
Y Breaking The Waves, sin duda, es la precursora de tantas otras películas, donde sus musas sufren, son mujeres dolientes, y nos llevan de la mano por un camino de entrega, sacrificio, plagado de buenas intenciones, pero malos métodos y funestos finales, con un entorno enfermizo y hostil.
Para el director:
“Dios es, en ocasiones, una necesidad malsana para el ser humano, un vehículo de control y represión, pero a final de cuentas, también es un asidero, cuando el entorno mundano, es insoportable”
Con Breaking The Waves, Lars von Trier encaja la mandíbula sobre la yugular de la iglesia, y la doble moral del ser humano, al tiempo que entrega una flor extraña, un susurro de paz y candidez humana, que puede ser una suerte de aliento para el desesperado, y confundido de sí mismo.
Muchas feministas, han criticado esta fijación de von Trier, para hacer sufrir a las mujeres, aunque respondiendo a esta crítica, el propio director dirá que:
“Marie Bergom-Larsson, que es a la vez feminista radical y creyente, ha considerado Breaking The Waves, como una leyenda sobre la santidad moderna”
Cita “El Magnificat”, El Himno de La Virgen, a propósito:
“El Señor, ha derribado a los poderosos, y ensalzado a los humildes”
Pregunta de Stig Björkman…
Está bien y estoy de acuerdo.
En revancha, las feministas danesas no acudirán nunca más a las citas bíblicas” dijo Lars von Trier.
Hay que tener además presente, la referencia cristológica que von Trier ha querido imprimir a Bess.
Como dato curioso, la actriz Emily Watson, rompe la 4ª pared y mira en 3 ocasiones, directamente a la cámara, de forma consciente, a lo largo del metraje:
Una, nada más salir de la iglesia, tras recibir las admoniciones de los clérigos; en El Capítulo 4, cuando Jan regresa del hospital, y suben las escaleras de la casa; y justo antes de que Bess suba al barco por 2ª vez, hacia su sacrificio final.
Lars von Trier, introduce estas miradas a cámara, para romper la identificación entre el espectador y el relato.
Sobre la banda sonora, los temas no originales que presentan cada uno de los episodios, son de los años 70, época en la que sucede la historia.
Ordenados por capítulos, son los siguientes:
1. “All the Way from Memphis”, de Mott the Hoople.
2. “In a Broken Dream”, de Rod Stewart.
3. “Cross-Eyed Mary”, de Jethro Tull.
4. “Whiter Shade of Pale”, de Procul Harum.
5. “Suzanne”, de Leonard Cohen.
6. “Goodbye Yellow Brick Road”, de Elton John.
7. “Time”, de Deep Purple
8. “Life on Mars”, de David Bowie.
9. “Your Song”, de Elton John.
Y en distintas escenas, introduce “Virginia Plain”, de Roxy Music; “Blowin’ in the Wind”, de Bob Dylan; “Happy Landing”, de P. Harman; “Whiskey in the Jar”, de Thin Lizzy; y “Siciliana”, de Johann Sebastian Bach.
“I love you no matter what is in your head!”
¿Hasta qué punto es pernicioso ser enteramente bueno?
La bondad se da en aquellas acciones, en las que las personas se interrelacionan, y el uno da entender al otro, mediante su comportamiento, que tiene buenas intenciones para con él.
Algunos obstáculos que se presentan en nuestra sociedad, son la tendencia al individualismo, a “progresar” a costa de los demás, al egoísmo, ver sólo los intereses personales, a la desconfianza de los demás.
Y hay quienes son defensores de la verdad, que lo que menos quieren es ver el mundo real, ser empáticos, y no cobijar el verdadero amor al prójimo, y abusan de la bondad de las personas.
Pero en medio de una sociedad cerrada y restrictiva, la fuerza del amor verdadero, rompe todos los esquemas, se libera de las prisiones, y de las cadenas que nunca han llegado a rozarlo, y se eleva por encima de las amarguras de este mundo.
Es una llama votiva, que nunca se apaga, que resplandece, dando luz y calor, mientras ella misma se consume hasta el final.
Pero queda la pregunta:
¿Hasta qué punto, amar demasiado es saludable, llamándose “buen amor”?

“I don't understand what you're saying.
How can you love a word?
You cannot love words.
You can't be in love with a word.
You can only love another human being.
That's perfection”



Comentarios

Entradas populares