Солярис (Solyaris)

“Вы любите то, что вы пропустили:
Себя, ваша жена, ваша страна”
(Amas a aquello que puedes perder:
A ti mismo, a tu mujer, a tu país)

Corren los años de La Guerra Fría, las 2 superpotencias del momento, EEUU y La URSS, se reparten territorios e influencias, a la par que se disputan la hegemonía en todos los ámbitos existentes, incluyendo la carrera espacial.
Los soviéticos, toman ventaja con el primer satélite, el Sputnik, el primer animal en el espacio, la perra Laica, y el primer ser humano cosmonauta, Yuri Gagarin.
Más tarde, los estadounidenses se marcarían un tanto con la misión Apollo, y el alunizaje de Neil Armstrong y Buzz Aldrin.
Y en medio de esta vorágine por despuntar en lo tecnológico, de supremacía cultural, y la amplitud en lo ideológico, es cuando llegan obras literarias y cinematográficas, orientadas en lograr esa “supremacía”
En ese sentido, Stanisław Lem, fue un escritor polaco, cuya obra se ha caracterizado por su tono satírico y filosófico.
Sus libros, entre los cuales se encuentra “Solaris”, se han traducido a 40 lenguas, y ha vendido 27 millones de ejemplares; siendo considerado, uno de los mayores exponentes del género de la ciencia ficción, y uno de los pocos escritores que, siendo de habla no inglesa, ha alcanzado fama mundial en el género.
Y es que sus libros exploran temas filosóficos, que involucran especulaciones sobre nuevas tecnologías, la naturaleza de la inteligencia, las posibilidades de comunicación, y comprensión entre seres racionales; asimismo, propone algunos elementos de las limitaciones del conocimiento humano, y del lugar de la humanidad en el universo.
Su encasillamiento como escritor de ciencia ficción, se debe a que, ocasionalmente, a lo largo de su carrera como escritor, prefirió presentar sus trabajos como obras de ficción, o fantasía, para evitar los atavíos del rigor en el estilo académico de escritura, y las limitaciones del número total de lectores al que llegarían sus libros, si fueran textos “científicos”
No obstante, algunas de sus obras, están en la forma de ensayos científicos, o de libros filosóficos, en las que expresa con rigor, sus posturas científicas.
Los temas principales de Lem, giran alrededor de la cibernética, de la cual era un apasionado, y de la comunicación, tanto entre humanos, como con otras formas de vida.
Aunque muchas de sus obras, tienen un tono humorístico innegable, en la mayoría de ellas, se encierra un profundo pesimismo respecto a la condición humana.
¿Qué harían ustedes si de la nada, y repentinamente, se materializasen personas de su pasado, tal vez seres fallecidos, que han formado parte de sus vidas, u otros que representan sus miedos, o culpas, o personas con quienes restaron cuestiones por resolver?
“Может быть, мы не одиноки во Вселенной, но то, что хорошо, если мы не можем говорить с другими существами, которые населяют его?”
(Puede que no estemos solos en el universo pero:
¿De qué sirve, si no podemos hablar con las otras criaturas que lo habitan?)
Солярис (Solyaris) es una película de 1972, del género de ciencia ficción, dirigida por Andrei Tarkovsky.
Protagonizada por Donatas Banionis, Natalya Bondarchuk, Yuri Jarvet, Vladislav Dvorzhetsky, Anatoly Solonitsyn, entre otros.
El guión es de Friedrich Gorenstein y Andrei Tarkovsky, basados en la novela homónima del escritor polaco, Stanisław Lem, publicada en Varsovia, Polonia, en 1961; la cual es sin duda, la obra más conocida del autor, y ha sido adaptada al cine, en 2 ocasiones:
Por el director soviético, Nikolai Nirenburg, en 1968; y por el estadounidense, Steven Soderbergh, en el 2002.
Stanisław Lem, pensador multidisciplinar, dedica buena parte de la novela, a filosofar acerca de la posibilidad de contacto inteligente con otras especies.
De hecho, el contacto con inteligencias incomprensibles para el ser humano, y la imposibilidad de comunicarse con ellas, es el tema central de toda su obra.
Desde la producción, sin duda, los soviéticos ya pensaban en proponer Солярис (Solyaris) como la respuesta “rusa” a “2001: A Space Odissey” (1968) de Stanley Kubrick, ya que se situaban en plena época de la absurda “carrera espacial”
En realidad, usa este escenario, para filosofar sobre temas trascendentales, como:
La vida, la muerte, y la responsabilidad frente al futuro.
Los supuestos problemas de comunicación del ser humano, con inteligencias superiores, o de otro planeta, eran triviales especulaciones, en comparación con los problemas de comunicación del hombre con el hombre, o consigo mismo.
Sorprende también, que los dirigentes soviéticos, tuvieran la esperanza de que Солярис (Solyaris) fuera la expresión artística de la superioridad tecnológica espacial de La URSS, cuando en la película, se ponen en duda, de forma tan obvia, la necesidad, y hasta las ventajas de explorar el universo; y más bien aboga sobre la libertad del hombre, respecto a su pensamiento; y principalmente, por nuestra trágica imperfección espiritual.
Pero en realidad, todo eso no le interesaba a Tarkovsky, lo más mínimo, como tampoco le interesaba la “sci-fi”, ni las aventuras espaciales…
De ahí que años después, Lem aseguraría, que nunca llegó a gustarle la famosa película, mientras que Andrei Tarkovsky alegaba, que Lem sólo quería una película que ilustrara su novela, sin gozar de autonomía artística propia…
Lo que está claro, es que para Tarkovsky, aunque respetaba enormemente el talento del escritor, la novela sólo era un punto de partida, y nada más.
Солярис (Solyaris) contiene escenas rodadas en la antigua Unión Soviética, en el campo, y en un gran estudio sito en Mosfilm; y en Japón, de mano del cineasta, Vadim Yusov; y posteriormente, logró el calificativo de “película de culto” en Occidente, aunque tanto en RSFS de Rusia, como en otros países que antiguamente conformaban la URSS, ya era bastante afamada.
No obstante, Солярис (Solyaris) salió a la luz acortada en media hora, ya que su duración original era de unos 165 minutos; con todo ganó El Premio del Jurado en El Festival Internacional de Cine de Cannes, y El Premio FIPRESCI.
Así las cosas, tenemos a la “solarística” es la ciencia que estudia el planeta Solaris, para esto, se ha creado una enorme Estación Espacial en su órbita.
Sin embargo, dicho lugar, ha estado presentando algunos problemas; el último, en torno a un astronauta, que se encuentra atormentado debido a una experiencia cuando sobrevolaba el océano de Solaris.
Dicha zona marítima, es el lugar predilecto para las investigaciones, puesto que se cree que el océano, es un ser pensante, que tiene la capacidad de rebuscar en la mente de las personas, de invadir sus almas, para materializar el concepto que dichos individuos tienen de una persona en particular.
Allí, El Doctor en Psicología, Kris Kelvin (Donatas Banionis), viaja al planeta Solaris, para investigar los extraños sucesos en la estación espacial, y elaborar un informe de los mismos.
Sin embargo, una vez allí, se enfrentara a algo totalmente desconocido, que pone a prueba toda su experiencia profesional, lejos de toda lógica humana.
Apenas al llegar, se da cuenta de la situación angustiante que se vive en ese lugar, para empeorar las cosas, su misión se verá afectada, debido a la aparición de Hari (Natalya Bondarchuk), su ex esposa muerta hace 10 años, que es pues, la materialización que el océano ha hecho de sus pensamientos.
El clímax de la historia llega, cuando el propio psicólogo, es enfrentado a sus propias proyecciones, y debe decidir si, vivir la realidad, o sumergirse en un nuevo universo de posibilidades...
Солярис (Solyaris) departe sobre las relaciones entre los seres humanos, cuando se materializan los deseos más íntimos, a la vista de los demás; como así también, la inabordable tarea de relacionarse con lo desconocido.
Es un pausado y meditativo psicodrama, que se desarrolla en su mayoría, en una estación espacial.
No obstante, la mayor divergencia con la novela, es el hecho de que el protagonista, nunca llega a viajar a la superficie de Solaris.
Солярис (Solyaris) plantea entonces, una serie de cuestiones, que giran en torno a ese tema:
Las cualidades que conforman al ser humano, sus sentimientos, sus temores, su capacidad para amar…
La conciencia humana a examen, sus verdaderas aspiraciones, y necesidades más allá de la ciencia y el progreso.
Una obra ciertamente humanista, en la que lo fundamental, ocurre más dentro de los personajes, que afuera; e invita a la reflexión y la introspección, un ejercicio filosófico, que se destapa al fin, como un viaje al confín del universo, para encontrarnos a nosotros mismos; en la que el sueño y la realidad, se confunden con la vida y la muerte, donde un problema científico, se convierte en una historia de amor o, más bien, en la búsqueda de un amor perdido.
“Мы не хотим, чтобы завоевать какие-космос, мы хотим расширить землю своих границ”
(No queremos conquistar ningún cosmos, queremos ampliar la tierra hasta sus confines)
Солярис (Solyaris) es una oda a la estética, a la capacidad técnica, a la profundidad del guión, y a la belleza en la fotografía.
Antes de sentarse a verla, conviene recordar, que las películas del director ruso, Andrei Tarkovsky, se asemejan más a una sucesión de paisajes, que a un producto audiovisual de entretenimiento; con un ritmo lento, que puede tomarse como negativo, pero que tiene una finalidad obvia, hacer pensar al espectador; para sumergirnos en un estado de ensueño y meditación, donde lo que importa es reflexionar acerca de nuestra condición humana, y el motivo de su existencia.
Es decir, Солярис (Solyaris) no es una película fácil de comprender, y menos hecha para un público que consume habitualmente cine comercial, es más bien, un drama psicológico, concebido para la introspección del individuo, en concreto, de sus personajes principales.
Todo comienza con El Preludio Coral en Fa Menor de Johann Sebastian Bach, lo que nos indica, que estamos ante un filme de evidentes interpretaciones religiosas, como casi toda la filmografía de su autor, y tras los créditos, la acción se sitúa en La Tierra.
Se trata de un extenso prólogo, ausente en la novela, que Tarkovsky incluyó para dejar claro desde el principio, que su interés se centra ante todo, en la relación que se establece entre nuestro planeta y el hombre; no entre el hombre, y el resto del cosmos.
Una vez trasladado a La Estación Espacial, Kris comprobará, que el océano pensante, es capaz de reproducir los sueños y recuerdos de la mente humana.
Algo que se produce, cuando los tripulantes duermen, y que en el caso del protagonista, dará lugar a la aparición de Hari, su mujer que se había suicidado unos años atrás.
Y es que son pocos personajes en la historia del cine, que desprenden el patetismo de Hari, esa chica sensible y enamorada, que para no dañar a su amado, intenta destruirse, una y otra vez, resucitando cada vez que lo hace, cuando su amado no se encuentra cerca.
Este es el punto de partida, para que Tarkovsky hable con singular lucidez, acerca de los recuerdos, de las imágenes veneradas del pasado, o de la relatividad de los propios sentimientos, entre otros temas.
En Солярис (Solyaris), también aparecen otros destacados actores soviéticos, y también, tripulantes de La Estación:
Anatoli Solonitsyn como El Dr. Sartorious, y Yuri Jarvet como El Dr. Snaut; así como:
Nikolai Grinko como el padre de Kris Kelvin, Olga Barnet como la madre; y Sos Sargsyan como El Dr. Gibarian.
Aunque muchos la encuentren aburrida, incomprensible, o lenta en su desarrollo, Солярис (Solyaris) no deja de ser una obra maestra y, más aún, una película sumamente enigmática y fascinante, a través de la cual, Tarkovsky busca expandir el género de la ciencia ficción, mediante una máxima estilización narrativa y visual, inspirándose sobre todo, en las pinturas renacentistas del pintor italiano, Vittore Carpaccio, para los paisajes del planeta donde trascurre la historia.
Emplea la nostalgia, para el desarrollo de los personajes; utiliza dentro del género, elementos a los que el cineasta, desinteresadamente recurrió, para sortear la férrea censura soviética de la época, ya que la ciencia ficción, era considerada como un tipo de “cine para adolescentes”
La estética de Солярис (Solyaris) es sombría, pero de gran belleza en los decorados minimalistas.
De hecho, aquel que busque algún atisbo de acción, o de efectos especiales, se va a llevar un buen chasco, pues aquí no hay nada de eso.
Las 2 horas y 40 minutos de metraje, se desarrollan prácticamente en 2 escenarios:
La casa de los padres de Kelvin, en La Tierra; y La Estación Espacial.
Y a pesar del gran trabajo de fotografía, apenas hay un par de tomas del espacio, y una del océano protoplasmático del planeta Solaris, que se repite en varias ocasiones.
Estilísticamente, tiene similitudes con otras películas de este realizador, haciendo uso de simbolismos con el agua, y la naturaleza en general, como también la figura del caballo.
Es cierto e inevitable, que Солярис (Solyaris) y “2001: A Space Odissey” (1968) tienen similitudes palpables:
Ambas comparten el argumento de viajes espaciales, y encuentros con alienígenas de inteligencia suprema, capaces de transformar la raza humana.
Sin embargo, lo hacen desde planos distintos.
Kubrick muestra la manipulación extraterrestre, desde un ángulo externo, presentando al espectador, un instrumento llamado “Monolito”, que ha sido el causante de la evolución humana, durante millones de años.
El planeta Solaris de Tarkovsky, sin embargo, puede introducirse en la mente de los tripulantes, generando un cambio en las personas de un modo interno, lo que lleva a una introspección mayor de los personajes:
¿Quién soy, y por qué estoy aquí?
El espacio exterior, carece de importancia en Солярис (Solyaris), de hecho, las imágenes del mismo, son escasas, al contrario del espectáculo coreográfico que Kubrick nos planteaba en su obra.
Si en “2001: A Space Odissey” (1968), los diálogos eran escasos, en Солярис (Solyaris) son abundantes y profundos, y la insuperable espectacularidad formal del filme de Kubrick, es inferior en contenido, a la trascendentalidad mística y filosófica de la obra de Tarkovsky.
El personaje de Kris Kelvin, evolucionará de forma drástica a lo largo del metraje, ya que si al principio se muestra como un tipo frío, y extremadamente racional, al final, acabará sucumbiendo a las pasiones y emociones que se desencadenan en la estación.
No obstante, cabe preguntarse:
¿Por qué permiten su traslado a La Estación, si siendo un profesional, cae de inmediato en “las garras de Solaris”?
¿No hubiera sido mejor, que Kelvin haya frenado esa intromisión, al ser un profesional calificadísimo?
Sobre los 3 doctores de Solaris:
Gibarian representa al hombre medio, al hombre normal, racional pero moderado, que finalmente no puede soportar la presión, y se acaba quitando la vida.
Snaut, representa la frustración, el derrotismo, y sobre todo la resignación.
Parece decir en cada frase:
“No hay nada que hacer”, y se da a la bebida, y a la resignación.
Y Sartorious, es el más científico, y el más cuerdo de los 3; que simboliza la testarudez humana, y su obsesión de comprender lo incomprensible.
Es el único que intenta descubrir los secretos de Solaris, y para ello, está dispuesto incluso, a someter al planeta, a potentes radiaciones.
Añade fluidez a la trama, al reprochar a Kelvin su comportamiento, y al comportarse de manera, digamos, “civilizada”
Y Hari, que sería la suerte de opuesto del computador Hal 9000.
Patética materialización que muere y resucita, una y otra vez por su amado, imitación de vida, que a través del amor, cree haber alcanzado la calidad de humana; porque Hari, no es Hari.
Hari es el concepto que Kris tiene de Hari, y que Solaris lo ha sacado de su subconsciente, mientras dormía.
En la mente de Kris, Hari es una suicida, y por eso, Hari no puede evitar, una y otra vez, su tendencia a dejar abruptamente de existir.
Como tema de fondo, de todos los amores imposibles de la historia de la literatura, quizá este sea el menos posible todos.
Un coloide, una gigantesca proteína, creada por un cerebro extraterrestre, que tiene como alma, un sesgado recuerdo del pasado de su amante, que aunque la quiere, no puede perdonarle que le haya abandonado; y un científico escéptico y sentimentalmente acabado.
Por eso, tal vez sea la historia más romántica que jamás haya contado alguien, que no quería especialmente contar una historia romántica…
Porque es interesante el muestrario que ofrece Tarkovsky, y el autor del libro, Stanisław Lem, de esas culpas, secretos, vergüenzas:
Donde uno de los habitantes de La Estación Espacial, Snaut, estaría compartiendo su habitación, con un adolescente o joven, en alusión a cierta atracción homosexualidad.
Otro, Sartorious, tiene escondido en su habitación, a un ser pequeño y deforme…
Y Gibarian, tiene a su lado, a una niña de unos 12 años en camisón…
Y en el caso de Kris Kelvin, se materializa una criatura idéntica a su esposa, que se suicidó, y él se siente responsable de su muerte.
En su caso, el planeta materializa su culpa…
Estos clones, son imperfectos:
Sus vestidos no poseen cierres, no saben cómo funciona el mundo, como sucede en la secuencia de la puerta, donde Hari no sabe cómo abrirla, y termina destrozándola con su cuerpo… y se van humanizando, a medida que mantienen su contacto con las personas; pero son sensibles, y emocionalmente inestables.
Por último, el gran protagonista, El Planeta Solaris, que es el sitio, y el momento donde el protagonista saca el amor de su memoria, y se enfrenta a él, sin ningún miedo.
Todos los fenómenos raros que suceden, no son otra cosa que recuerdos y emociones encerradas en otros sitios de la mente, y que vuelven a aparecer como motivos de muerte.
El amor, vuelve sólo en Solaris, donde la muerte es más cercana que la vida, allí donde se confunde con los sueños, o con esos lejanos recuerdos…
Solaris es un sitio, donde lo olvidado toma vida, y la vida real se olvida:
Una especie de muerte, donde se reencuentra lo perdido.
Es aquí, de hecho, donde el protagonista vuelve a encontrar a su mujer.
El amor que reemerge de una muerte lejana, toma forma:
¿Será esta, la muerte de verdad?
Tarkovsky no especifica este punto, dejando el espectador, libre de interpretar.
También he leído por ahí, que decían que El Océano pensante de Solaris, viene a ser algo así como “el subconsciente”
Un personaje, habla en cierto momento del fracaso de la Solarística, para explicar los fenómenos que se dan en Solaris…
Un fracaso que recuerda extrañamente, al fracaso del psicoanálisis, para explicar la totalidad del alma humana…
Y aunque Солярис (Solyaris) es una reflexión sobre la soledad, y sobre la posibilidad de encarar los fantasmas personales, no deja de ser al mismo tiempo, una reflexión metafísica en sí.
El mito de “La Caja de Pandora”, refleja fielmente uno de los ejes sobre los que se concentra Солярис (Solyaris)
Cuando Pandora abre la caja, que los dioses le habían prohibido abrir, se esparcen en el mundo, todos los males, quedando en posesión de la humanidad, únicamente la esperanza.
¿No es la esperanza la que alimenta el afán del protagonista, por recuperar su objeto de amor perdido?
Y aunque sus compañeros de viaje se esmeran en hacerle comprender lo contrario, él decide aferrarse a su ilusión.
De ahí que en su delirio febril, se presenten ante él, todos los objetos amorosos, que irremediablemente ha perdido, inclusive sus padres, y que quizás, sean los mismos objetos que nosotros anhelamos también.
Quien haya dejado la patria, así sea por unos días, sabe muy bien que el hogar y la patria, se pueden erigir como objetos de amor; lo mismo sucede con las ideas, sean estas la justicia, la verdad, o el mismo concepto de humanidad.
Солярис (Solyaris) termina, con un hermoso y final simbolismo visual, cuando la perspectiva se aleja, más y más de la bella Tierra, hasta el punto de descubrirse que el planeta entero, no es más que una isla, es una materialización, dentro del limo de amorfo Océano de Solaris, hermoso guiño final, en el que nuevamente se pone en relieve, que todo lo visionado, viene del interior, el meollo del asunto, nuevamente radica adentro de nosotros, no afuera.
Y Kelvin, termina en Solaris, en la reproducción inexacta de la casa de su padre, en medio del océano de plasma, y sin demasiadas explicaciones de por qué ocurre ello…
No es baladí que a Stanisław Lem, no le gustara demasiado la adaptación de Tarkovsky, al considerarla en exceso mística, algo que tampoco agradó a las autoridades soviéticas, ya que atacaba la vanidad de la ciencia, y reflexionaba acerca de la muerte, el amor, o la inmortalidad.
Inclusive sobre la religión/Dios:
Si uno conoce las preocupaciones e inquietudes religiosas que invaden la filmografía de Tarkovsky, no le costará encontrar ciertos paralelismos entre El Océano de Solaris, y una especie de Dios, o demiurgo creador; así como las agonías, muertes, y resurrecciones de Hari; tampoco le extrañará la similitud, al menos conceptual, entre La Estación Espacial, y El Paraíso cristiano, donde se supone, que uno se reencuentra con sus sueños, y seres queridos...
Además, no deja de ser significativo, que los “visitantes” aparezcan cuando llega el sueño, un sueño que cuando es demasiado profundo, se asemeja a la muerte, tal y como afirma Sancho Panza, en un episodio de “Don Quijote de La Mancha”, que lee uno de los protagonistas.
Además, el cineasta recurre a la obra pictórica para reforzar su contenido:
En un compartimento del centro de investigación, hay reproducciones de varias pinturas de Pieter Brueghel “The Elder”, como es la serie “The Months” de 1565:
“The Hunters In The Snow”, “The Gloomy Day”, “The Hay Harvest”, “Lobkowicz Palace”, “The Harvesters”, y “The Return Of The Herd”
Así como:
“Landscape With The Fall Of Icarus” (1554–55), “The Triumph Of Death” (1562), “The Tower Of Babel” (1563), del mismo autor, o “The Return Of The Prodigal Son” (1669) de Rembrandt.
Sobre algunas escenas; la de las autopistas, que podría interpretarse como una imagen metafórica, acerca del funcionamiento de la mente humana, con las vías como canales del cerebro, y los autos como neuronas, en especial, cuando cae la noche; son representativas de la esencia de lo que se quiere contar.
Así como la confusión, en la paleta del color, que pasa del mismo, al blanco y negro, incluso al sepia; o bien a los evidente e intencionales fallos de continuidad, todo esto para crear en el espectador, una sensación de inquietud, desasosiego, y confusión.
Cierto que hay problemas narrativos, y tiempos excesivos, con una tibia conexión emocional con el drama de sus personajes, y ni siquiera, una exploración profunda del fenómeno…
Apuntes que pueden ir en contra de la trama; pero que tienen una cámara maravillosa, una fotografía exquisita y un maravilloso tratamiento del color.
Por último, para la banda sonora, Eduard Artemiev empleó el sintetizador ANS, creado entre 1955 y 1958, por Yevgeny Murzin, siendo uno de los primeros de ese tipo en el mundo, con el que los rangos sonoros se multiplican, pudiendo lograr con él, armonías muy estimulantes y creativas.
Los sonidos creados para Солярис (Solyaris), por Artemiev, se ajustaban además, al movimiento visual, por lo que estamos hablando de un elaboradísimo fondo sonoro.
La sensación de amenaza y de soledad, se ven así enfatizados, sobre todo después del sosiego de las primeras imágenes, con la naturaleza en todo su esplendor, y el sonido muy naturalista, pues podemos oír aves, el correr del agua, la brisa, e incluso a los insectos…
Y el uso de Johan Sebastian Bach, con “El Preludio Coral para órgano en Fa menor, BWV 639/”Ich ruf zu Dir, Herr Jesu Christ” o “A ti te llamo, Señor Jesucristo”, del “Orgelbüchlein” o “Pequeño Libro de Órgano”, que es una colección de obras corales organísticas de Bach, escritas desde 1708 hasta 1714, BWV 599 – 644, cuando era organista en Weimar; que complementan muy bien con las imágenes, sobre todo con aquella que gira en el cuarto de gravedad cero.
“мы не нужны другие миры, мы хотим зеркало”
(No necesitamos otros mundos, queremos un espejo)
¿Es imposible la felicidad en el recuerdo?
¿Por qué esa obsesión con obtener respuestas de lo que no puede responderse, o de lo que no podrás conocer?
¿Por qué queremos saber más, si ese conocimiento nos trae disgustos?
Según Солярис (Solyaris), sólo los viejos y los infelices, se plantean las cuestiones de la vida.
Ya lo decían los romanos:
“Memento mori”
Pero lo que ven los científicos, con sus propios ojos, es la inmortalidad.
Vida que no debería existir, y que engaña la mente, al parecer algo conocido, pero luego a nivel biológico, es algo incomprensiblemente diferente.
¿Qué valor tienen nuestros conocimientos y nuestra vida, si algo así, puede existir?
Ese es el dilema que tienen los geniales científicos, y que cada uno trata a su manera:
Unos buscan soluciones científicas, otros se emborrachan para enfrentarse a la realidad, y otros sucumben de diferentes maneras.
Porque la respuesta definitiva, es el amor, lo único que escapa al conocimiento humano.
No cabe otra búsqueda, que la de la felicidad a través del amor, no vale otro viaje que no sea el viaje interior.
Todas las respuestas, se pierden en la densa niebla que puebla el mar de Solaris; allí es donde van a parar nuestros recuerdos.
Lo que un día fuimos, trozos de nada, que quizás un día también se pierdan como lágrimas en la lluvia...
La especie humana, que se pasará toda la eternidad preguntándose:
¿Para qué estamos aquí?
¿Está destinada a conformarse con las fronteras de La Tierra?
O, como ser pensante:
¿Tiene el deber de ir más allá de lo que puede abarcar?
¿Estamos solos?
¿Quiénes somos, en verdad?
Tal vez seamos sueños…
Tal vez creemos vivir, porque eso es lo que soñamos.
Y en el fondo, en el centro de todo, quizás lo más importante es lo que hemos perdido; porque Solaris somos nosotros.

“Туда, где вы были счастливы, вы не должны пытаться вернуться”
(Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver)



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