Complicated Women

“No longer stereotypes, these screen women had become complicated.
This combination of sensuality, independence and playfulness, made them fascinating to watch and completely modern”

En diferentes momentos históricos, las mujeres han mantenido luchas encarnizadas contra el poder, y las fuerzas sociales hegemónicas, para conquistar alguna de las mejoras que ahora disfrutamos, con la ligereza de lo que no ha tenido que pelearse, y una vez es conseguida, la historiografía borra su lucha del mapa.
La Época Pre-Code de la industria cinematográfica estadounidense, hace referencia al periodo comprendido, entre la introducción del sonido, finales de los años 20, y la aplicación del Código de Producción de Películas o “The Motion Picture Production Code”, que recogía las directrices de censura.
Desde 1934, El Código de Producción de Películas, pasó a denominarse, de forma incorrecta, “Código Hays”
Aunque el código fue adoptado en 1930, el proceso de supervisión era deficiente, motivo por el cual, no se aplicó de forma rigurosa, hasta el 1 de julio de 1934.
Antes de esa fecha, el contenido de las películas, estaba más restringido por la legislatura local, las negociaciones entre El Comité de Relaciones Cinematográficas o “Studio Relations Commitee”, y los grandes estudios, y la opinión popular, que por El Código Hays, muy a menudo ignorado por los productores de Hollywood.
Como resultado, a finales de la década de los 20, y principios de los 30, las películas incluían:
Insinuaciones sexuales, mestizaje, consumo de drogas ilegales, infidelidad, aborto, violencia intensa, homosexualidad…
La figura de “la mujer fatal”, dominaba las películas; y parecían ser más bien héroes, que villanas:
Prostitutas sin complejos, hijos ilegítimos, adulterios felices, fiestas con marihuana y cocaína... formaron parte de modo insistente del cine de aquellos años; y fue precisamente esta época “Pre-Code”, la que supuso un cambio radical en el papel de la mujer en el cine, ya que los estudios se dieron cuenta, de que el morbo atraía más público a las salas.
Además de personajes de “Femme Fatale”, las películas mostraban aspectos de índole femenina, que no fueron retomados hasta mucho después.
Los personajes malvados, sacaban provecho de sus acciones, a veces sin mayores repercusiones, y el consumo de drogas, constituía el argumento principal de varias películas.
Las películas de La Época Pre-Code, eran de hecho más cortas que las actuales:
Tenían una duración de poco más de una hora; y muchas de las grandes estrellas de Hollywood, como:
Clark Gable, Barbara Stanwyck, y Edward G. Robinson, dieron sus primeros pasos en esa época.
Sin embargo, otras estrellas que triunfaron en esa época, como:
Ruth Chatterton, Lyle Talbot, y Warren William, alias “El Rey de La Época Pre-Code”, quedaron en el olvido.
Por otro lado, el cine Pre-Code, no era tanto un aireado muestrario de transgresión y libertinaje, como sí un diagnóstico de represiones sexuales y conductuales.
Como todo cine de impacto, busca soliviantar a los espectadores con situaciones que van en contra de su moral.
El público de entonces, no se diferenciaba en gran medida, del que vendría después; de hecho, aborrecía muchas de esas películas, y juzgaba a sus personajes, aunque no dudaba en llenar los cines para verlas.
Así las cosas, los años de 1920, habían sido una época magnífica para la industria del cine en Estados Unidos.
Desde el primer momento, tuvo un éxito arrollador, principalmente debido a la gran cantidad de inmigrantes que poblaban Norteamérica, y que iban al cine silente por entonces, para disfrutar de un espectáculo que no requería saber inglés; y era una época de plena transformación del cine:
Los Estudios habían gastado importantes cantidades en la sonorización de sus películas, surge el llamado “Star System”, que creó una mezcla entre actor y personaje, con la intención de asegurarse éxitos en taquilla, y los guionistas empezaron a ser cada vez más, y más importantes, etc.
Hollywood, reaccionó como lo que era:
Una industria pensada para ganar dinero, y utilizó el sexo, la violencia, el adulterio, o las drogas, para llenar las salas.
Y es que Estados Unidos, siempre había sido un pueblo muy puritano; sobre todo en las pequeñas localidades rurales, donde daban gran importancia a los principios morales tradicionales.
La cada vez más atrevida producción cinematográfica hollywoodiense, iba paulatinamente ignorando estos valores, cuando no contradiciéndolos abiertamente.
A esto, había que añadirle el temor que entre los productores empezó a existir a que el propio gobierno de EEUU, interviniera para salvaguardar estos principios morales.
Así, durante 5 años sensuales, y llenos de diversión, que comenzaron en 1929, las películas fueron glamorosas, sofisticadas, y sorprendentemente francas, donde las mujeres dominaban la taquilla.
y allí tenían amantes, y eran madres solteras, exploraban su sexualidad, se libraban de los maridos que las engañaban, y ocupaban puestos directivos con agresividad, fortaleza, independencia, deseo sexual, rebeldía consciente, emprendimiento, lucha por la liberación, y oposición al rol masculino dominante, ellas eran:
Norma Shearer, Greta Garbo, Miriam Hopkins, Leslie Howard, Barbara Stanwyck, Marlene Dietrich… por citar sólo unas cuantas, que se emborrachaban, abandonaban a sus maridos infieles, para vivir su propia vida; dirigían atracos a bancos, reinaban de día, y se acostaban con mujeres y hombres de noche…
El resultado fue, que muchas actrices se convirtieron en auténticas estrellas, ganando protagonismo en muchos casos, a los papeles masculinos.
Más de 50 actrices maravillosas, protagonizaron estas películas, sinceras y desinhibidas.
Trajeron a la pantalla, un aire fresco de libertad, a veces descarado, y siempre apasionante; y marcaron las pautas del siglo XX, pues parecía que nada podía detenerlas…
Pero todo empezó a moverse, con la llegada del cine sonoro, y terminó en julio de 1934, con la censura de los guiones.
Pero antes de que la censura entrara en vigor, Hollywood era “la tierra de la libertad y de la diversión”
Desde finales de 1933, hasta la primera mitad de 1934, el clero católico-romano de EEUU, lanzó una campaña en contra de lo que este colectivo consideraba “la inmoralidad del cine estadounidense”
Eso, junto con las investigaciones sociales, que indicaban que las denominadas películas “malas”, podrían fomentar los malos comportamientos; y la posibilidad de que el gobierno controlase la censura cinematográfica, ejerció la presión necesaria, para que los estudios aceptaran una mayor supervisión.
Finalmente, fueron los propios estudios, los que crearon un organismo con este fin:
La Asociación de Productores y Distribuidores de Cine de EEUU (MPPDA)
Al frente de este organismo, los estudios colocaron a William H. Hays, elegido por su moral intachable, haciendo gran hincapié en su pasado conservador, incluyendo su papel como diácono presbiteriano; y le asignaron un sueldo de estrella de Hollywood, unos $100,000 al año, para dirigir el organismo recién creado, y conseguir resolver los problemas derivados de una imagen, cada vez más deteriorada, pero también para usar sus contactos con el gobierno, con el fin de asegurar que la legislación “anti-Hollywood” fuera benévola, sobre todo en lo referente a las juntas de censura, y su reducción al mínimo.
Esta labor, la fue realizando Hays, durante algunos años, sin mucho éxito.
A finales del año 1929, con la bendición del cardenal George W. Mundelein de Chicago, y el padre Daniel A. Lord, se autorizó el conocido, poco después, como “Código Hays”
Los estudios, aceptaron el código, pero dejaron tantos resquicios a la interpretación, que como veremos, no fue muy efectivo.
Así pues, en 1934, los principales estudios se alían con La Liga Católica por La Decencia, y se crea El Código de Censura, conocido como “El Código de Producción” o “Código Hays” y el avance obtenido en la libertad femenina, se paraliza y se pierde lo ganado.
Algunas normas, eran comprensibles, dada la mentalidad de los censores de la época:
No se podía mostrar sexo explícito; los bailes provocativos y desnudos, estaban prohibidos; también la blasfemia, el uso de palabras malsonantes, y la ridiculización de la religión.
Las relaciones sexuales fuera del matrimonio, no estaban permitidas, excepto si se presentaban de manera poco atractiva, o poco explícita; y mucho menos permitidas, estaban las relaciones interraciales, y “perversiones sexuales” como la homosexualidad.
El asesinato y la violencia, tampoco podían mostrarse explícitamente, y siempre de forma que se desalentase al espectador.
También, se controlaba el uso de alcohol, y se prohibía mención alguna, al uso de drogas, o a la prostitución.
Otro de sus rasgos representativos, era que todo aquel que cometiera algún acto delictivo, o reprobable según El Código, debía siempre ser castigado al final.
Por lo que los espectadores, eran tratados como niños, a los que había que educar…
Otras de las normas, eran directamente absurdas:
No se podía mostrar el ombligo ni las axilas, los besos no debían durar más de 3 segundos, los matrimonios tenían que dormir, preferiblemente, en camas separadas, no mostrar retretes, etc.
De la aplicación férrea del Código, se encargó el censor Joseph Breen, que desde su oficina, miraba con lupa cada guión que se escribía, y cada película que se rodaba, hasta que dejó su cargo en 1954.
El resultado de todo esto, es que los guionistas y directores, se tuvieron que estrujar la cabeza, para saltarse, torear, y hacer buenos guiones, teniendo que ajustarse a esta rígida censura.
En ocasiones lo conseguían, y en otras no.
El cine de Hollywood, se llenó entonces de referencias no explícitas, mensajes ocultos, y dobles sentidos.
A partir de los 50, El Código empezó a quedarse anticuado, y el público empezaba a demandar películas, más y más realistas, influenciado sobre todo, por las nuevas corrientes del cine europeo, por lo que la aplicación de éste, empezó a relajarse poco a poco, y se hizo una reforma, pero en los años 60, era ya tan obsoleto e inservible, que fue abolido completamente, en el año de 1966.
“I Found a New Way to Go to Town”
Complicated Women es un documental del año 2003, dirigido por Hugh Munro Neely.
Protagonizado por Jane Fonda, Frances Dee, Kitty Carlisle, Molly Haskell, Mick LaSalle, Mae Madison, Karen Morley, Mark Vieira, entre otros.
El guión es de Andie Hicks y Hugh Munro Neely, basados en el libro “Complicated Women: Sex and Power in Pre-Code Hollywood” (2001) de Mick LaSalle.
Con entrevistas a Frances Dee, Kitty Carlisle, Molly Haskell, Mick LaSalle, Mae Madison, Karen Morley, y Mark Vieira; presentado por Jane Fonda, y producido por TCM; el cual es una mirada a las actrices que protagonizaron las películas sonoras de Hollywood, previas a la instauración del Código de Censura, conocido como “Código de Producción” en 1934.
Esas actrices, tuvieron complejos, y desafiantes roles, mostraban características raramente asociadas a la mujer en el cine clásico de Hollywood posterior al Código:
Fortaleza, independencia, deseo sexual, emprendimiento, lucha por la liberación, y oposición al rol masculino dominante; mostrando la enorme merma que supuso para el cine de Hollywood, la pérdida de la riqueza que estos personajes traían a la pantalla, y que supuso para las mujeres, el vaticinio de la vuelta  del “ángel del hogar” durante las décadas siguientes.
En el documental Complicated Women, se describe con aportaciones e imágenes impagables, lo que se considera, el mayor apogeo de reivindicación y autoafirmación femenina de toda la historia del cine.
Justo antes de la implantación obligatoria, en 1934 del Código Hays; es lo que se conoce, como “La Etapa Pre-Code”, pues aunque El Código nació en 1930, no dejaba de ser un catálogo de intenciones, que se vulneraban una y otra vez, dentro y fuera de la pantalla.
La denominada “Legión de La Decencia”, creada al efecto, impulsó su obligatoriedad.
La Legión, estaba también muy preocupada por lo que ocurría en la calle...
Había que dar respuesta a muchas preguntas:
¿Por qué las actrices escandalizan con su comportamiento frívolo los hogares puritanos?
¿Mató Jean Harlow a su marido?
¿Cómo era posible, que una menor como Loretta Young, se fugase con un actor mucho mayor, para escándalo general?
¿Era la bisexualidad, norma entre las actrices?
En definitiva:
¿Era Hollywood, una nueva “Sodoma & Gomorra” o era “Babilonia” resucitada?
Complicated Women, rastrea mediante entrevistas y comentarios de filmes producidos entre 1929 y 1934, a esas actrices y los personajes que interpretaron; mostrando el enorme cambio que supuso la instauración del Código de Producción, y la cercana relación entre La Liga Católica por La Decencia, y los principales Estudios.
Se hace hincapié, en cómo las mujeres fueron retratadas, y se centra en la forma en que eran mucho más libres e iguales, o superiores a los hombres, hasta 1935 cuando, una vez más, tuvo roles subordinados al de sus compañeros masculinos.
Y como dicha Era, fue aplastada gracias a la censura de los puritanos, cortando así las alas de grandes actrices, que nos revelaban en sus papeles, mujeres sofisticadas e independientes, en una época en la que esto, no era lo ordinario.
Fueron muchas las películas que abordaron directa, o indirectamente, temas relacionados con el adulterio, aunque quizás fue la película de la Metro Goldwyn Mayer “The Divorcee” de 1930, fue la primera en abordar el tema directamente, creando gran revuelo entre el sector más conservador de la sociedad de EEUU.
En “The Divorcee” (1930), la protagonista, Norma Shearer, engañada por su marido, decide vengarse, acostándose con su mejor amigo.
Su actuación, le valió un Oscar a La Mejor Actriz; curiosamente, esta película fue producida por Irving Thalberg, esposo de la actriz, promotor del primer Código, y uno de los personajes más interesantes del Hollywood de aquellos años.
La Shearer, vivió “The Divorcee” (1930), como reto y catarsis personal, y lo petó en grande, hasta ganar un premio.
En ese momento, ella ya era una estrella poderosa, respetada, y rentable.
También, era la mujer de Irving Thalberg, Jefe de Producción de la MGM.
Irvin, compró los derechos de “Ex Wife”, la polémica novela de Ursula Parrott, en la que se basó la película; y Norma lo vio clarísimo, se hizo unas fotos bien sugerentes, por si su marido tenía dudas, y aprovechó la oportunidad para demostrar al mundo, la actriz que podía ser, pues ya había sido rechazada por Griffith y Ziegfeld, con aquello de “nunca serás actriz”
Y bordó el papel, se lo creyó; y en lugar de aceptar la infidelidad como un corderito sumiso, decidió buscar la “B·I·T·C·H” que llevaba dentro; y vaya si la encontró.
En 1933, otra actriz famosa, participaría en “Baby Face”, indudablemente, una de las películas más extravagantes y lascivas de La Era Pre-Code.
En ella se nos presenta a una Barbara Stanwyck licenciosa, sórdida, y llena de fuerza y determinación; y muestra como una mujer utiliza su sexualidad, para lograr un “status social” más alto, engatusando a hombres cada vez más importantes.
El mensaje que transmitía, no dejaba lugar a dudas:
Las mujeres, pueden manipular con sexo a los hombres, y tener éxito en la vida.
Aunque también es verdad, que el final vuelve a servir como redención para el personaje, tiene que elegir entre el dinero y el amor, y ella ya sabe lo que verdaderamente la hace feliz…
“Design for Living” (1933) de Ernst Lubitsch con Fredric March, Gary Cooper, y Marian Hopkins; en donde una señorita y 2 caballeros, todos ellos artistas, emprender la aventura de cohabitar.
El título es impresionante, a fin de cuentas:
¿No es toda la vida en pareja, sea entre 2 o entre 15, una cuestión de diseño eficiente, de pactos?
Por antinatural, vivir “menáge a trois”
Con “Queen Christina” (1933) sobre La Reina Cristina de Suecia, en el que la gran Greta Garbo, interpreta el papel de reina bisexual/transexual; fue una de las primeras películas en mostrar la ambigüedad sexual, y Greta Garbo estaba empeñada en hacer el papel de esa reina.
Ante las dudas de la MGM, les ofreció renovar su contrato con ellos, a cambio de permitirle protagonizar esta estupenda y transgresora cinta.
El Estudio, no tuvo más remedio que ceder, ya que La Garbo era una constante fuente de ingresos; y se encaprichó con la película:
El personaje de La Reina, lleno de matices, era toda una reflexión sobre la feminidad, y la construcción de la identidad, y ella tenía una idea muy clara, de cómo había que interpretarla, así que lo dejó muy claro a los estudios:
La película se haría a su criterio, o no habría más películas.
La actriz se mostró tan indomable y poderosa, como el personaje que hasta hay escenas de besos femeninos en la boca, y escenas sutiles de sexo por 3 días...
Y es que el cine “Pre-Code”, subvirtió los roles antiguamente destinados al sector masculino, y la mujer ahora podía ser infiel, delincuente, trabajadora, malvada, egoísta, etc.
Las mujeres por fin, se sentían liberadas, y estaban empezando a conocer en profundidad su sexualidad.
El público de la época, se sentía fascinado por esas mujeres tan complejas, poderosas, y con tanta personalidad e inteligencia; era el inicio de La Era Gloriosa de Las “Femme Fatale” en el cine.
Con “I’m No Angel” (1933) de Wesley Ruggles con Mae West, Cary Grant, y Gregory Ratoff; en lo creativo, Mae era un genio con una enorme necesidad de control.
Ella escribió el guión, y tuvo control sobre la dirección, y el reparto, donde por supuesto, ella interpretaba a una estrella de circo, que seducía a los hombres, sólo con pestañear.
Claro, que tener ese tipo de control creativo para una mujer en los años 30, es doblemente meritorio, por no hablar del glamour de Mae West.
“Murder at The Vanities” (1934) de Michaell Leisen con Carl Brisson, Kitty Carlisle, y Victor McLaglen.
Los musicales en La Era Pre-Code, dieron mucho de sí, con sus innumerables coreografías, de psicodélicas geométricas humanas, y vestidos semitransparentes, con plumas y pezoneras a modo de hoja, por ejemplo…
Los tocados en las cabezas de las bailarines, también podían resultar bastante épicos, inclusive, muchas chicas eran vestidas como parte del decorado.
En el caso que nos ocupa, hay un número maravilloso, en el que se cantan todas las virtudes de la marihuana…
Imagínense la gente sentada en el cine, viéndose inundada en un estallido de verde, con cogollos en la cabeza, a modo de frutero; mujeres-planta, contoneándose, y la pobre cantante, “ajena a todo”, pensándose que la palabra “marihuana”, es el nombre de algún tipo de instrumento mexicano…
Durante este periodo, era normal ver a las actrices en ropa interior, o con vestidos muy sugerentes, pero también hubo desnudos…
“Tarzan and His Mate” (1934) de Cedric Gibbons con Johnny Weissmuller, Maureen O’Sullivan, y Neil Hamilton; produjo esencialmente 2 problemas:
El primero, es que Tarzán tuviera una pareja.
La falta de matrimonio, aunque fuera en la selva, era inconcebible.
El segundo es que Tarzán y su pareja, se bañaran desnudos:
El nudismo y el adulterio en la selva, era el colmo de la inmoralidad.
La mítica escena del lago, en la que Tarzán tira a Jane, cae al agua, y casualmente, durante la caída, le arranca toda la ropa, tuvo que grabarse contemplando todas las variables posibles de censura para cada estado.
Con “fancy-panties” y sin “fancy-panties”
Así fue posiblemente, la etapa más arriesgada del cine de Hollywood, donde se llegaron a tratar temas sociales peliagudos o polémicos, como el aborto ilegal, en “Men in White” (1951), protagonizada por Clark Gable y Myrna Loy; y basada en una obra que ganó El Premio Pulitzer; el cual retrata el aborto de manera soterrada, pero claramente implícita, aunque sin mencionarlo, o mostrarlo.
Aun así, algunos críticos la consideraron inmoral, y la recién creada Liga de La Decencia Católica, la definió como “inapropiada” para su exhibición pública.
¿Qué pensaba el público de entonces de estas mujeres?
Las opiniones eran variadas, pero todo significaba un gran escándalo.
Escándalo que se traducía en buenos dividendos para los magnates de Hollywood, aunque los quebraderos de cabeza eran muchos, y serían decisivos.
Sin embargo, algunos creadores encontraron de algún modo, en la severa vigilancia del Código, un aliciente para retar su ingenio.
Y es que, en muchas ocasiones, las dificultades son un estímulo para el que no se rinde ante ellas.
Por eso, maestros como Ernst Lubitsch o Alfred Hitchcock, supieron sortear la censura, con su irrepetible talento, y desarrollarlo de manera impecable.
Sus fantásticos diálogos, o las acciones detrás de una puerta cerrada, son 2 de los hitos de la magia de Lubitsch.
También, es particularmente insuperable, la célebre secuencia del largo beso interrumpido, recordemos que los besos sólo podían durar 3 segundos, en la que Cary Grant y Ingrid Bergman, nos ofrecen una de las escenas más íntimas de la filmografía de Hitchcock, en la maravillosa “Notorious” (1946)
Por lo que los personajes femeninos, también quedaron relegados a una simpleza en su dibujo.
Norma Shearer, interpretaría a más mujeres con problemas maritales, pero ninguna entregada al placer, y el alcohol, como aquella en “The Divorcee” (1930)
Las malvadas de La Stanwyck, siempre serían castigadas con la cárcel, o la muerte, incluso aunque se redimieran por amor, y se arrepintieran de sus pecados.
Y la falda de Joan Crawford, ya no era el motivo del suspense; la “flapper” debía convertirse forzosamente, en “dama”
El cine Pre-Code, no sólo terminaba, sino que se relegaba al entierro.
Muchas de esas películas, son muy poco conocidas, porque pocas pudieron ser reestrenadas, debido a que sus viejas indiscreciones, incumplían El Código.
Incluso un clásico como “Trouble In Paradise” (1932) de Ernst Lubitsch, no resurgiría hasta los años 60.
En el documental Complicated Women, aparecen muchos fragmentos de películas, como las anteriormente citadas, y otras como:
“Strangers May Kiss” (1931), “A Free Soul” (1931), “Night Nurse” (1931), “Blonde Crazy” (1931), “Safe In Hell” (1931), “Shanghai Express” (1932), “Arsène Lupin” (1932), “So Big!” (1932), “Red-Headed Woman” (1932), “Blonde Venus” (1932), “Faithless” (1932), “Red Dust” (1932), “The Sign Of The Cross” (1932), “Frisco Jenny” (1932), “Ladies They Talk About” (1933), “Blondie Johnson” (1933), “The Story Of Temple Drake” (1933), “Gold Diggers Of 1933” (1933), “Mary Stevens, M.D.” (1933), “Blood Money” (1933), y “Riptide” (1934)
Y actores, como:
Tallulah Bankhead, Joan Blondell, James Cagney , Ruth Chatterton, Claudette Colbert , Ricardo Cortez, Joan Crawford, Bette Davis, Dolores del Rio, Marlene Dietrich, Kay Francis, Clark Gable, Greta Garbo, John Gilbert, Jean Harlow, Katharine Hepburn, Miriam Hopkins, Leslie Howard, Myrna Loy, Fredric March, Robert Montgomery, Maureen O'Sullivan, Ginger Rogers, Norma Shearer, Barbara Stanwyck, Johnny Weissmuller, Mae West y Loretta Young, entre otros.
Jane Fonda y Mick Lasalle, nos describen entonces, el Hollywood de los años 20 y 30, irrecuperable en la plasmación de una mujer liberada, sin ataduras, inteligente, independiente, y que afronta sus decisiones, tomando la iniciativa en todos los ámbitos, incluido por supuesto, el sexual.
Capitaneaban el equipo entre otras:
Jean Harlow, Loretta Young, Fay Wray, Kay Francis, Claudette Colbert, Kate Hepburn, Miriam Hopkins, Janet Gaynor, o Joan Crawford.
No obstante, Complicated Women, afirma que si había 2 reinas absolutas del periodo, esas eran:
Greta Garbo, y aunque hoy parezca imposible, Norma Shearer.
Una, convertida para siempre en mito más allá de la historia; y la otra, que pasó al más absoluto de los olvidos, antes de ser víctima del destino, y masacrada como actriz.
En esa época, antes de la promulgación del Código, La Shearer no solo se muestra desinhibida  y seductora, también aparece como ejemplo de mujer adúltera y lujuriosa, sin prejuicios ni ataduras morales, o sexuales.
Y Complicated Women la sitúa, como bandera de un movimiento conjunto, en el que la mujer es absolutamente dueña de su destino, elige al amante que desea, o despacha sin contemplaciones al marido que no le satisface.
Un concepto de mujer, absolutamente valiente y sin tapujos, tanto en el ámbito profesional, como en el personal.
Eran mujeres independientes, que presumen de soltería, y deciden sobre su maternidad, fuera de la pareja, e incluso, optan por la prostitución como estilo de vida.
Curiosamente, para los defensores del cine Pre-Code, el fin del periodo queda perfectamente plasmado en “Rebeca” (1940)
Joan Fontaine, representaría a la nueva mujer virtuosa, mientras Rebeca, supondría una recreación fantasmal, y superada de la mujer Pre-Code:
Amoral, libertina, bulliciosa, y ambigua sexualmente, cuyo retrato perece entre las llamas.
Otra idea muy extendida, es esa que considera que El Código cortó de raíz la aparición de ese tipo de mujer, libre, sofisticada y ambigua en la pantalla, y sin embargo, sí permitió otros tipos que apostaban por mujeres más oscuras y tenebrosas, en las que el rol femenino varía, hacia una visión de la mujer como encarnación del mal, y del pecado.
Caso de Barbara Stanwyck en “Stella Dallas” (1937), o “Double Indemnity” (1944); Bette Davis de “Little Foxes” (1941), o Gloria Grahame en “Human Desire” (1954), por citar solo algunos ejemplos.
Sin embargo, esa idea, de que El Código fulminó de un plumazo, toda imagen de mujer independiente, inteligente, y liberada, no es absolutamente cierta:
Greta Garbo o Marlene Dietrich, ya encarnaron “el mal hecho carne” antes del Código, incluso desde el cine silente.
Pero para salir de dudas, definitivamente solo hay que echar un vistazo a films posteriores al Código.
Basta ver a Bette Davis en “Jezabel” (1938); ver a la misma Barbara Stanwyck en cintas como “Ball Of Fire” (1941), o acercarnos a Lauren Bacall, en “To Have and Have Not” (1944); a Rosalind Rusell en “His Girl Friday” (1940); o ver a Carole Lombard en “Mr. & Mrs. Smith” (1941)
Mujeres de fuerte personalidad, erotismo, sensualidad, e independencia.
Curiosamente, y para desgracia de los defensores del cine Pre-Code, el papel de mujer hecha a sí misma, que con mayor fuerza ha pasado a la historia del cine, es Scarlett O’Hara, de “Gone With The Wind” (1939)
Es difícil concluir, con rotundidad, sobre si en el Hollywood clásico, el modelo femenino es más independiente, libre, ambiguo, y amoral, en los años 20 y 30, que en los 40.
Pero lo que sí es rotundo, y no admite duda, es que lo era mucho más que en el presente.
Para ello, solo hay que echar un vistazo a la actual versión de “The Women” (2008), protagonizada por Meg Ryan y Annette Bening, y darse cuenta de lo que se ha retrocedido.
No solo es que ya no dirija George Cukor, como lo hizo en la original de 1939, y que comparar ambas películas resulte ocioso.
Es que ahora nos encontramos con ricas mujeres, paseando trapos que exhiben su independencia, y liberación exclusivamente económica, aunque no paren de parlotear sobre sexo y hombres.
En lo demás, acusan un conservadurismo trasnochado y galopante.
El mismo que destilan supuestas cintas rompedoras sobre la condición femenina, caso por citar una, la tramposa “The Sweetest Thing” (2002), que pese a su supuesta modernidad, termina como no, con clásica boda por todo lo alto.
Por no entrar en supuestas “mujeres desesperadas” que practican sexo en New York… habría que acudir a los márgenes del cine independiente, para vislumbrar algo en otro sentido.
El documental Complicated Women, es muy bueno, porque me sorprendió lo bien conservado que están algunos de estos viejas líderes, que fueron todas unas damas, y escuchar sus historias sobre la época, era extremadamente fascinante.
También, me gustaron todos esos viejos clips, aunque sentí que muchas veces, hubo películas importantes que fueron omitidos de la discusión, o presentación de clips.
Además, Complicated Women, parecía indicar, que La Era Pre-Code inicia desde el principio del cine sonoro hasta 1934, mientras que había muchas películas de la época del cine silente, se contó con abundante cantidad de desnudez, o actrices liberadas sexualmente.
Así pues, las grandes divas del cine de esos tiempos, en blanco y negro, no dejaban traslucir del todo lo que se vivía en la sociedad, les estaba vetado salirse de la directriz del fatal desenlace para la libertaria, la reaccionaria, y siempre más bella, o de belleza despampanante.
Los finales eran para las amas de casa dulces, responsables de sus maridos e hijos, mientras que la otra, quedaba como icono de un deseo reprimido, lícito, y mostrado a los 4 vientos.
El cine, va dando vuelcos para bien y para mal, respecto al papel de las mujeres.
Han ido sufriendo cambios graduales en las historias del cine, sin que hayan destacado, como lo hicieron aquellas bellísimas mujeres de entonces.
Hoy, lamentablemente, las películas Pre-Code, despiertan a un inevitable arqueo de ceja.
En primer lugar, porque atestiguan la perpetua obsesión del público cinematográfico por ver piernas de mujer, y gente desobedeciendo los mandamientos.
Volver a ellas, es darse cuenta de que no hay nada nuevo bajo el sol, y que nuestros abuelos vivían tan calenturientos como nosotros.
“I have always wanted to present stories of women who are rather difficult.
Difficult to love, difficult to understand, difficult to look at sometimes.
I am very cognizant that the French public is receptive to these complex and contradictory women.
As an actress I have understood for a long time that lies are simple, seductive and often easy to pass off.
But the truth, the truth is always very, very, very complicated, often unpleasant, nuanced or difficult to accept”
La Época Pre-Code, supuso un cambio radical en el papel de la mujer en el cine.
Indudablemente, el nuevo protagonismo femenino, no fue achacable, ni a un repentino interés por la figura de la mujer en la sociedad, ni por la búsqueda de la igualdad, ni tan siquiera, por una corriente de pensamiento socio-cultural, que buscara la renovación en este aspecto, de las artes estadounidenses.
Simplemente, los estudios se sirvieron de las mujeres, para buscar el sensacionalismo, el morbo, y el escándalo suficientes, para llevar a más público a las salas de cine.
Es evidente que, a pesar de que se buscara más el provecho económico, que la calidad artística, el resultado final fue, que muchas actrices se convirtieron en auténticas estrellas de cine, ganando un protagonismo, en muchos casos, mayor que el otorgado a los papeles masculinos, e incluso, una actriz llegó a salvar de la quiebra, a un importante estudio; u otra que creó otro nuevo.
Como si el voto, o decidir quedarse soltera, o simplemente estudiar una carrera, hubiesen sido concesiones sociales, fruto de avances espontáneos, así, sin más, sin que cientos de mujeres lucharan, en muchas ocasiones, poniendo sus vidas en peligro, por cada uno de esos logros.
Y ahora resulta, que el feminismo está pasado de moda, o se ha convertido en un tabú; y ser feminista, es poco menos que ser una loca, o una pesada que mea fuera de tiesto.
Lo que sucede en realidad, es que no interesa utilizar esa palabra, porque visibiliza una parte peligrosa de la realidad y la historia, una que crea referentes y solivianta.
Esto fue también lo que sucedió en 1934, con El Código Hays, que borró de un plumazo, un movimiento incipiente, que resquebrajaba estereotipos machistas en el cine, y anunciaba unos nuevos referentes femeninos, “más acordes con la sociedad y las mujeres del momento”
El patriarcado, no iba a admitir algo como eso, así que utilizó el tentáculo de turno, en este caso, La Liga Católica, pues hay alianzas que nunca fallan, para asestar un golpe al avance de las mujeres.
Así fue que ellas regresaron a la casa, a casarse, criar, y estar guapa para ser compañera fiel, y objeto de deseo de los protagonistas masculinos.
Y aquí no ha pasado nada...
Esta etapa supuso un considerable retroceso de la imagen de la mujer en el cine, pues volvía a ser considerada un simple complemento de la figura dominante masculina, una mujer sumisa, y pura; “la exaltación de los valores católicos más tradicionales”, totalmente impositivos e ilusorios.
Y no deja de ser curioso, que ésta fuera una censura autoimpuesta por la propia industria, es decir, que provenía de un organismo que los mismos Estudios habían creado, y que a pesar de ello, intentaran saltársela, y burlarla en muchas ocasiones.
En cierto modo, a los grandes Estudios les beneficiaba la censura…
Por un lado, preferían ser autorregulados por un organismo creado por ellos mismos, a someterse a una censura impuesta por el gobierno.
Por otro, la férrea aplicación del Código, hacía que la mayoría de películas independientes y extranjeras, no consiguiesen El Certificado de Aprobación, por lo que la exhibición de esas películas, era muy restringida y minoritaria, comparada con las grandes producciones de los Estudios.
De hecho, fue la mayor demanda de estas películas europeas minoritarias, y más realistas, a partir de los 50 y 60, la que propició la renovación y posterior abolición del horripilante Código Hays.
Pero esto no quiere decir, que con la abolición del Código, se aboliera la censura...
La censura siguió, y sigue existiendo desde entonces.
Después de la desaparición del Código, se cambió a otro sistema, más adecuado a los tiempos que corren:
El de clasificación por edades.
Si bien ahora hay más libertad y permisividad que en La Era del Código, no en vano, han pasado más de 85 años, y cada uno puede rodar lo que quiere, sin que nadie prohíba, y corte la película, si la califican con una “NC-17”, anteriormente conocida como “X”, muchos cines se negarán a exhibirla, muchas cadenas de grandes almacenes no la venderán, y su acceso al público, quedará limitado.
Es otro tipo de censura, más sutil y velado, que hoy en día continúa vigente, y que sigue afectando por completo al cine de Hollywood y mundial.

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