Kill The Messenger

“Some stories are just too true to tell”

Hace mucho tiempo, que la vida política permanece constantemente bajo la observación de las cámaras.
La comunicación política, ha evolucionado lo suficiente como para controlar qué, cuánto, y cómo se publica.
Sin embargo, ante contextos incontrolables, ya no hace falta que los agentes de La CIA, amenacen violentamente, para evitar que una verdad incómoda, salga a la luz; basta con difundir un rumor, cambiar el foco, y alimentar al monstruo...
Como dicen:
“Todo vale en el amor y la guerra”; y nada como crear una que despiste y entretenga al personal, muerte mediática del osado investigador periodista, para tapar la maldad virtuosa de acciones inmorales, que aplastan víctimas inocentes, pero se lavan la cara con la moral pública:
“El fin justifica los medios”, aunque manche de sangre muchas manos, y dicha honorable finalidad, sólo beneficie a unos pocos, los de siempre, sin variedad en el tiempo ni el espacio.
Y es que todos los países guardan porquería en su pasado, basura maloliente, que sigue apestando a lo largo del tiempo, porque nadie se ha atrevido a airear tanta suciedad, y limpiar sus cuartos traseros, y para cuando alguien, por accidente ocasional, no pretendido, encuentra esa llave que abre tan soporífero, apestoso, y vergonzoso baúl; se le persigue, acosa, estigmatiza, asusta, y acorrala, hasta que flojeen sus fuerzas físicas, ánimo, voluntad, y ceda ante el poder instituido, o utilizamos los maleables medios de comunicación, para despistar la noticia principal, por un sensacionalismo inventado, pero fructífero, a modo de cortina de humo, que ponga en duda la veracidad, la honorabilidad, y el buen hacer de su responsable.
Gary Webb, fue un periodista estadounidense, que evidenció conexiones de La CIA en el mundo de la droga, revelando cómo los barrios negros del país, fueron inundados de crack, en medio de un tráfico destinado a abastecer de dinero y armas a La CIA.
También denunció a Luis Posada Carriles, y a sus cómplices cubanoamericanos, involucrados en este criminal negocio.
Y es que desde los 15 años, Webb comenzó a escribir los editoriales del periódico de su escuela secundaria suburbana, en Indianápolis.
En el apogeo de las protestas contra La Guerra de Vietnam, Webb creó su primera controversia, cuando criticó la utilización de mujeres, para sabotear al movimiento estudiantil contra la guerra; y encontró una pasión de toda la vida, en la investigación de la corrupción del gobierno, y del sector privado.
En 1988, Gary Webb se unió al San Jose Mercury News, como escritor; y ayudó a exponer los problemas de la reconversión de autopista en 1989, después del terremoto de Loma Prieta, y escribió historias sobre problemas de los programas informáticos en El Departamento de Vehículos Motor (DMV) de California.
Como reconocimiento, Webb recibió 2 veces El Premio Pulitzer, máximo galardón anual para los periodistas de Estados Unidos.
El más sonado, lo recibió por una serie de reportajes sobre el tráfico de drogas de Colombia, y cómo ese negocio fue usado por La CIA, para financiar a la antigua Contrarrevolución, que combatía contra el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), en la década de los años 80.
La serie de reportajes, que luego publicó como libro, en 1999, se tituló:
“Dark Alliance: The CIA, The Contras, and The Crack Cocaine Explosion” o “Alianza Oscura: La CIA, Los Contras y La Explosión de La Cocaína Crack”, apareció en agosto de 1996, en el diario San José Mercury News.
Webb, hizo esos trabajos, con abundantes entrevistas a narcotraficantes, hoy detenidos en Estados Unidos, entre ellos, uno a quien llaman Ricky Ross, uno de los más grandes narcos de la costa oeste de EEUU, y con agentes de La DEA, que en los años 80, estuvieron destacados en Centroamérica.
Webb reveló, cómo La CIA vendió toneladas de crack en los barrios de Los Angeles, y utilizaba ese dinero de comercio criminal, para financiar las operaciones de La Contra nicaragüense, que trataba entonces de derrumbar al Gobierno sandinista en Nicaragua, demostrando, cómo el fanatismo anticomunista de La Casa Blanca, la llevó a involucrarse en la propagación de la más infernal epidemia de droga de los tiempos modernos.
Sus revelaciones, fueron publicadas por todos los diarios de la cadena Knight-Ridder; salvo el Miami Herald, el diario vinculado a la mafia narcoterrorista cubanoamericana.
Por su parte, la comunidad negra de EEUU, se escandalizó con las informaciones difundidas por los textos de Webb.
Su papel, en revelar el siniestro complot de La CIA, hizo de Webb, un personaje muy celebrado en la comunidad negra.
Cuando, por fin, después de un informe del Inspector General de La CIA, acerca del tráfico de drogas realizado por La Agencia, La Cámara de Representantes, acepta estudiar el tema.
Porter Goss, quien dirigía El Comité de Inteligencia desde el año anterior, determina, en una hora de audiencia, que las alegaciones eran “falsas”
La investigación de Webb, impresionante por su seriedad y su amplitud, causó un revuelo nacional...
Hasta tal punto que la gran prensa comercial, publicó largos reportajes, atacando sospechosamente, varias partes de su investigación.
Todo ello hizo que Webb renunciara al San José Mercury News, en 1997; y como consecuencia, nunca más pudo encontrar trabajo en un diario conocido.
Así pues, quien para muchos fue un ejemplo de profesionalidad y de integridad, el 10 de diciembre del 2004, Gary Webb fue encontrado muerto, en su domicilio, con 2 proyectiles de revólver del calibre 38 en la cabeza.
A pesar de que los 2 tiros fatales que habían entrado a través de la parte posterior de su cabeza, era inusual; la policía determinó que fue suicidio.
Hasta la fecha, hay indicios de que se trató de un asesinato.
Gary Webb tenía 49 años.
“I'm going to tell you the whole truth.
I'm going to introduce you to people you should talk to and then you will be faced with the most important decision of your life”
Kill The Messenger es un drama de suspenso, del año 2014, dirigido por Michael Cuesta.
Protagonizado por Jeremy Renner, Mary Elizabeth Winstead, Ray Liotta, Michael Sheen, Barry Pepper, Andy Garcia, Rosemarie DeWitt, Richard Schiff, Tim Blake Nelson, Oliver Platt, Paz Vega, Michael Kenneth Williams, Gil Bellows, entre otros.
El guión es de Peter Landesman, basado en la novela de Nick Schou:
“Kill The Messenger: How The CIA's Crack-Cocaine Controversy Destroyed Journalist Gary Webb” (2006); y el libro:
“Dark Alliance: The CIA, The Contras, and The Crack Cocaine Explosion” (1996) de Gary Webb.
Kill The Messenger se filmó en Atlanta, Cobb County, y Decatur; Georgia, EEUU.
Y sigue al periodista estadounidense, Gary Webb (Jeremy Renner), que puso en evidencia, las conexiones de La CIA con el mundo de la droga, y demostró que los barrios negros del país, fueron inundados de crack, mediante un narcotráfico destinado a abastecer de dinero y armas a La CIA.
Webb, apoya su tesis, con el testimonio de los contrabandistas de cocaína:
Oscar Danilo Blandón (Yul Vazquez), y Juan Norwin Meneses (Andy García), así como los documentos adquiridos a través de La Ley de Libertad de Información (FOIA)
También, tomó mucho de la información anterior sobre el escándalo “Irán-Contra” de Robert Parry, cuyos pasos seguía para su investigación.
Según Webb, en la década de 1980, cuando La CIA ejerció una cierta cantidad de control sobre grupos Contra, tales como La Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN), la agencia otorgó amnistía, y financió a líderes importantes de la agencia, que se sabe, eran traficantes de cocaína.
Más tarde, a petición de Oliver North, La Administración Reagan, comenzó a utilizar dinero de la droga de Los Contra, para apoyar los esfuerzos de los rebeldes de Nicaragua contra el gobierno sandinista.
Los sandinistas, fueron del agrado de La Administración, por su apoyo a las revoluciones “marxistas” que sucedieron a lo largo de América Central, y del Sur.
Por su parte, Oscar Blandon, un traficante de cocaína, fundó un cartel del FDN en Los Angeles, siendo un importante proveedor para “Freeway” Rick Ross (Michael K. Williams)
Con acceso a cocaína barata y pura, la idea era cocinar la cocaína en crack, por lo que Rick Ross estableció una red de drogas importante, y alimentó la popularidad del crack.
En su mejor momento, Ross estaba vendiendo $3 millones de productos al día.
Por lo que todo el tiempo, Webb alega, que La CIA estaba apoyando a Los Contras, con el suministro de cocaína.
Webb, también señala, que el uso de Internet, y de la carga de los documentos con sus afirmaciones, ayudaron a asegurar sus artículos, pues no serían erradicados por el gobierno.
No obstante, los medios de comunicación, se volvieron lentamente contra Webb, e intentaron desacreditarlo.
Cabe destacar que el New York Times, el Washington Post, y Los Angeles Times, publicaron artículos que llamaban a sus argumentos, “carentes de fundamento”
El Mercury News, que originalmente estaba apoyando los informes de Webb, y que era su empleador, en medio de las denuncias por otras fuentes de noticias, su editor ejecutivo, Jerry Ceppos (Oliver Platt), publicó una disculpa por gran parte del contenido de la serie, en mayo de 1997.
El descredito fue tal, que Webb no logró trabajar en ningún otro medio, aun sabiendo su currículo intachable, y según se comenta, se suicidó en el año 2004.
Normalmente, este tipo de películas, pretenden contar silenciadas verdades, llevar el fango de lo político, a la esfera de la sociedad civil, hacer justicia a sus protagonistas, a estos anónimos héroes que, sin conocimiento de la mayoría de la población, contribuyeron a hacer de este mundo, un lugar mejor, más limpio y decente donde vivir pues, la historia, de por sí, es bastante injusta en su selectiva memoria, ya que al ser escrita por los sobrevivientes, designados a sí mismos como, lícitos y honestos vencedores, ésta se acomoda en exceso a la conveniencia e interés de los mismos.
Con todo, Kill The Messenger es un “thriller” que indaga en la podredumbre de quienes gobiernan los destinos de la humanidad, y el destino de los que luchan porque todo sea conocido.
“American kids did die and are still dying, just not the ones you care about apparently”
Los “thriller” de corrupción gubernamental, conforman un subgénero al que Hollywood, históricamente no le ha prestado demasiada atención, por conveniencia, naturalmente.
En lo que respecta, disminuir el tenor político de los exponentes de esta vertiente, una estrategia predilecta de los realizadores, siempre ha sido la individualización, el aclarar que hablamos de un ejemplo en particular, con vistas a dejar indemne al todo social, y a ese “Sueño Americano”, que no sólo lo complementa, sino que además, le confiere legitimidad a muchas de sus mayores conquistas, en esencia:
La multiculturalidad, y esa concepción un tanto utópica del “self-made man”
Kill The Messenger es por ello, una notable intriga político-periodística, que devuelve la mirada hacia aquellos extraordinarios filmes de conspiración de los años 60 y 70; y no solo en el fondo, también en la forma.
En la manera como está estructurada, Kill The Messenger me pareció interesante, y mantiene a la expectativa similar a “Argo” (2012) en ese sentido, que sin pasar gran cosa en algunas partes, te mantiene muy pendiente a la trama.
El director, Michael Cuesta, presenta de manera fría y distante la investigación periodística, de pronto todo encaja, todo es redondo; y la posterior caída, a la hora, de pronto nada encaja, nada es redondo; no consiguiendo la implicación del espectador, pero sí acierta en la forma de reflejar la intimidad del periodista, facilitando una construcción más completa del personaje.
Jeremy Renner, aparece completamente inmerso en su papel, y cuando las nubes de la duda se acumulan, y el hombre se convierte en un paria profesional, resulta doloroso de ver…
El actor logra una gran interpretación del periodista Gary Webb, personaje real, conocedor de un secreto nacional, que tuvo que tomar la gran decisión de publicarlo, y meterse en el ojo del huracán; pero su obsesión por descubrir la verdad, y el aparato de comunicación del gobierno de EEUU, destruyó su vida.
Del resto del reparto, se agradece la presencia de Andy García y Ray Liotta como John Cullen, en los cuerpos de los mafiosos.
Lo bueno de Kill The Messenger; es que traza una fuerte analogía con el presente, en lo referido a la intervención de la administración de La Casa Blanca, en la jurisdicción de otros países.
Específicamente, la denuncia pasa por las operaciones ocultas, vinculadas al narcotráfico e incentivadas/amparadas por La CIA, para reducir el margen de maniobra de los sandinistas en Nicaragua.
Así las cosas, esbirros del conglomerado de inteligencia, importaban cocaína para el consumo de los barrios humildes de Los Angeles…
Todo intuido, pero no comprobado.
Por ello, la propuesta sale airosa de la difícil tarea de armonizar temáticas que suelen repeler a la industria cultural, como la injerencia en asuntos externos, el apoyo a agrupaciones fascistas y/o dictaduras, la ética del trabajo periodístico, la ausencia de una debida fiscalización entre los diversos aparatos del estado, las técnicas de linchamiento mediático, la connivencia entre el servicio secreto, y la prensa, los embates de índole corporativista, etc.
Había material para una buena película; pero la historia familiar, que bien aporta algo al personaje, tampoco profundiza en ella, y termina siendo plana.
Suena interesante; pero pasada la hora, Kill The Messenger cae en formulismos, y deja de lado el tema de fondo...
No obstante, hay un interesante asunto ético espinoso, sobre periodismo vs. periodista, y el final reivindica los fallos, pues es una trama basada en hechos reales.
En definitiva, uno de los trabajos más peligrosos de los últimos tiempos, no es el de modelo de un lanzador de cuchillos, es sin lugar a dudas, el de periodista íntegro y comprometido.
No cualquier periodista, sino ese periodista que busca la verdad, en el también corrupto mundo informativo, el que su ética vale más que un cheque.
Ese periodista, está en peligro de extinción, ya no se ve.
Por ellos, este periodista, es un héroe más a la lista; un buscador de la verdad sin fallarse a sí mismo, fiel a sus ideales, que da honor a este periodismo revelador investigativo, que por lo mismo, es silenciado en “el país de Las Libertades”
“Can you keep a national secret?”
Lo peor de la corrupción, es que ya nada te sorprende.
Si te cuentan que La CIA ha vendido droga para comprar armas, y así financiar guerras en Sudamérica, te indignas durante unos segundos… y después piensas que son listísimos.
Porque, ahora mismo, cuando se destapa algo así, llegas a la conclusión, de que era sumar 2 más 2; pero a mediados de los 90, antes de las manchas en el vestido de Monica Lewinsky, impregnado del semen del Presidente de EEUU, Bill Clinton; y de sacarse de la manga los bombardeos de Sudán y Afganistán, para desviar la atención, a modo de cortina de humo; llegar a descubrir que El Servicio de Inteligencia estadounidense, utilizaba a personas sin recursos, para que vendiera droga por ellos, era como tirarse encima 3 cubos de Watergate.
Porque el uso y abuso de la mentira, abierta o encubierta, es una de las principales causas de desprestigio de la clase política.
Si la credibilidad, es el argumento de mayor importancia para que un gobierno permanezca en el poder, la estrategia primordial debe ser mentir, y que no se note, o evitar por todos los medios, que empiece a oler el tufo del desagüe.
En ello reside el heroísmo de Gary Webb, quien desenmascaró, como ningún periodista lo hizo antes, las oscuras maquinaciones de La CIA en el mundo de la droga, y reveló a los estadounidenses, cómo los barrios negros del país, fueron inundados de crack, haciéndolos adictos, con un increíble cinismo, en medio de un tráfico destinado a abastecer de dinero y armas a La Contra nicaragüense.
Como consecuencia, Webb denunció al narcoterrorista Luis Posada Carriles, y a sus cómplices cubanoamericanos, involucrados en este criminal negocio; y acabó siendo encontrado en su domicilio, con 2 balas en la cabeza…
“Un suicidio”, dicen las autoridades judiciales.
Por su parte, Ricky Ross, una de las fuentes más confiables de Gary Webb, habló con él unos días antes de su muerte:
Webb le señaló entonces, que había visto a hombres examinando la tubería, afuera de su casa, y que de manera evidente, no eran ladrones, sino “gente del Gobierno”
Añadió, que había recibido amenazas de muerte, y que era regularmente seguido.
Se sabía que Gary Webb trabajaba en una nueva investigación sobre el mismo tema de La CIA y del narcotráfico… y muy probablemente, por ello, el 10 de diciembre, el cadáver de Webb fue descubierto en su domicilio de Carmichael.
Tenía la cara destruida por 2 proyectiles de revólver calibre 38.
El Coroner Robert Lyons, fue El Oficial de Justicia que realizó la investigación; y emitió rápidamente su conclusión:
“Gary Webb se suicidó”, afirmó.
¿Cómo es posible, que alguien reciba 2 heridas de bala diferentes, y aún se considere como suicidio la causa de su muerte?
En su libro “Whiteout: The CIA, Drugs and The Press”, los periodistas, Alexander Cockburn y Jeffrey St.Clair, cuentan detalladamente, cómo Webb fue víctima de una verdadera campaña, destinada a destruir su reputación.
De hecho, El Washington Post, el New York Times, y Los Angeles Times, se distinguieron en este trabajo sucio.
“El ataque contra Gary Webb y sus artículos, del San José Mercury News, queda como uno de los asaltos más venenosos, y objetivamente ineptos, contra la capacidad profesional de un periodista en la memoria viva”, escriben.
“En los medios principales, casi no encontró defensores, y los que se atrevieron a manifestarse en su favor, fueron objeto a su vez, de virulentos abusos y tergiversaciones”, han manifestado los periodistas.
El Miami Herald y Los Angeles Times, continúan atacando a Webb, incluso después de su muerte.
Ambas publicaciones alegan, que su trabajo había sido desacreditado, a pesar de que había sido reivindicado por investigaciones oficiales...
“No creo, y nunca he creído, que la explosión de crack, fuera una conspiración consciente de La CIA, o conspiración de nadie, para diezmar al negro/latino.
Yo nunca he creído que South Central Los Angeles, fuera atacado por el gobierno de Estados Unidos, para convertirse en la capital del crack del mundo.
Pero eso no quiere decir, que las manos de La CIA, o las manos del gobierno estadounidense están limpias en este asunto.
En realidad, ni mucho menos.
Después de pasar 3 años de mi vida, buscando en esto, estoy más convencido que nunca, de que la responsabilidad del gobierno de Estados Unidos, para los problemas de drogas en South Central Los Angeles, y otras ciudades del interior, las cuales son más grandes de lo que jamás escribí en el periódico”, dijo en vida entonces, el periodista Gary Webb.

“I thought my job was to tell the public the truth, the facts; pretty or not, and let the publishing of those facts make a difference in how people look at things, at themselves, and what they stand for...”



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