Cross Of Iron

“What will we do when we have lost the war?”

“La Cruz de Hierro”, en alemán, “Eisernes Kreuz”, es una condecoración militar del Reino de Prusia, y posteriormente de Alemania, concedida por actos de gran valentía, o por méritos en el mando de las tropas.
“La Cruz de Hierro”, sólo es concedida en época de guerra; además de ser repartida durante Las Guerras Napoleónicas, fue concedida durante La Guerra Franco-Prusiana de 1870, en La Primera y Segunda Guerra Mundial; por esto último, existe la creencia generalizada, de que se trata de una medalla de La Alemania Nazi.
“La Cruz de Hierro”, no se ha concedido desde mayo de 1945, a finales de La Segunda Guerra Mundial, y se concede solamente en tiempo de guerra.
Es normalmente, una condecoración militar, aunque había casos en que era concedida a los civiles, por realizar funciones militares.
Como ejemplo, Adolf Hitler, concedió “La Cruz de Hierro” al piloto de pruebas a Hanna Reitsch, y a la enfermera Else Großmann.
“A man is generally what he feels himself to be”
Cross Of Iron es una película bélica, del año 1977, dirigida por Sam Peckinpah.
Protagonizada por James Coburn, James Mason, Maximilian Schell, David Warner, Senta Berger, Klaus Löwitch, Roger Fritz, entre otros.
El guión es de Julius J. Epstein, Walter Kelley, y James Hamilton, basados en la novela de Willi Heinrich, publicada en 1956, y originalmente titulada “Das Geduldige Fleisch”, aunque en sucesivas reediciones desde el estreno de la película, se le cambió el título a “Cross Of Iron” por influencia de la película.
Para finales de los 70, Peckinpah se despachó con este extraño film de guerra, en donde la historia estaba vista desde la óptica de los alemanes.
Obviamente, debió haber sido un proyecto que no entusiasmó a nadie, ya que Cross Of Iron, terminó siendo financiado por productores independientes, uno de ellos, Wolf C. Hartwig, producía filmes porno en Alemania; y con recursos limitados que se terminaron antes del rodaje, lo que motivó que el clímax resultara improvisado a último momento, y dejando a la trama principal trunca...
Con una producción conflictiva, Cross Of Iron apareció en las pantallas, en 1977, y pasó sin demasiada pena ni gloria…
Y es que en el momento de su realización, ya había finalizado, el largo ciclo de cine bélico, básicamente “Made in Hollywood”, que partió desde los días el ataque japonés a Pearl Harbor, para culminar a mediados de los años 70, en el gran fracaso de taquilla de “A Bridge Too Far” (1976), de modo que Cross Of Iron aparece, por así decirlo, un poco contracorriente.
Pero en cambio, Cross Of Iron tuvo una excelente aceptación en toda Europa, en el momento de su estreno, aunque no llegó a ser un éxito entre el público de EEUU por entonces.
Con los años, Cross Of Iron ha llegado a ser una película de culto; tanto que Orson Welles la consideraba, la mejor película pacifista desde “All Quiet On The Western Front” (1930)
En Cross Of Iron, se abordan temas como:
La lealtad, la ambición, la codicia, la traición, el poder, la jerarquía, la subordinación, la homosexualidad, la violación, etc.; siendo catalogada como una de las mejores películas sobre El Frente Ruso en La Segunda Guerra Mundial; está ambientada en El Frente Oriental, durante las operaciones del Cáucaso de los soviéticos contra Kuban-Brückenkopf, en el puente de la Wehrmacht, en la península de Taman, a finales de 1943.
Allí, un escuadrón de soldados alemanes, capitaneados por un duro oficial, se enfrenta a las temibles hordas del ejército ruso.
El escuadrón germano, está liderado por el respetado Sargento Rolf Steiner (James Coburn) al frente, durante la retirada de las tropas alemanas de La Península de Taman.
Pronto, tendrán al mando, a un nuevo oficial, El Capitán Stransky (Maximilian Schell), un prusiano que sólo quiere una cosa de sus hombres:
Una “Cruz de Hierro” para mantener su honor familiar.
Cross Of Iron, se centrará en el conflicto entre ambos hombres, con el telón de fondo de los horrores de una guerra, que se intuye cada vez más cerca del fin.
En un ataque ruso a la trinchera, El Teniente Meyer (Igor Galo), se hace cargo de una contraofensiva, que logra frenar a las fuerzas soviéticas, pero perece en el intento.
Y Stransky se apodera de los honores que corresponden a semejante acción heroica.
Extorsionando al Teniente Triebig (Roger Fritz), para que firme un testimonio, sólo falta la firma de Steiner como testigo, para que Stransky reciba “La Cruz de Hierro”; pero ante la negativa de Steiner, el ambicioso capitán, terminará por tenderle una trampa, dejando al sargento y su tropa desprotegidos tras las líneas enemigas.
Así pues, Cross Of Iron fue la única incursión de Sam Peckinpah en el cine bélico, y estuvo filmada desde el punto de vista de los alemanes.
Partidario de mostrar la violencia en toda su crudeza, como manifestación de un instinto natural del hombre, hizo méritos más que suficientes, para ganarse el apodo de “Bloody Sam”; por lo que la influencia de Peckinpah en el cine de acción moderno, es notable.
“I believe God is a sadist, but probably doesn't even know it”
Hay películas que, como sus directores, parecen estar adelantadas a su tiempo y, por ello, cuando se estrenan, suelen pasar desapercibidas o, en el peor de los casos, son criticadas y despreciadas.
Se podría decir, que uno de esos directores malditos, que sólo acabó obteniendo reconocimiento años después de su muerte, ha sido Sam Peckinpah.
Tal vez por su carácter, que no ayudaba, no pudo realizar más proyectos cinematográficos, pero bien es cierto que sus obras no terminaban de cuajar entre el público, y tampoco gustaban demasiado a los productores, los cuales intentaban interferir siempre en el montaje final...
Cross Of Iron es uno de los últimos filmes del mítico Sam Peckinpah; un artesano especializado en “westerns”, que obtuvo fama internacional.
Los filmes de Peckinpah, sorprendieron por su violencia explícitamente sangrienta, y a la vez estilizada, lo que puede sintetizarse en carnicerías bien coreografiadas.
El guión, está cargado de frases lapidarias, en contra de los altos mandos y de la guerra, pero aquí, el argumento no es lo realmente importante, lo verdaderamente interesante, son las estremecedoras imágenes de amputaciones de miembros de soldados rusos, explosiones, bombardeos, acribillamientos, todo filmado y narrado con la habitual violencia, y el brío del director.
Sam, nos quiere mostrar la inutilidad de las guerras, su hastío, de cómo sus razones son barridas por la podredumbre moral de su desarrollo, no hay glamur en las contiendas militares, solo salvajismo, destrucción de valores, muerte, mugre, y sangre; y en este ambiente, ya no se lucha por nobles ideales, se lucha por el compañero, o por condecoraciones vacías de contenido.
A Peckinpah, no le interesa el conflicto políticamente, ni la época determinada y precisa, de ahí que la acción se sitúe en El Frente del Este, y no en zonas más reconocibles para el gran público; no se hace mención casi a los aliados, ni a Hitler, ni a la situación.
Es una guerra, eso ya es suficiente, y con eso basta.
Otro gran acierto, es que el enemigo que se muestra, es el ejército ruso, aquí también humanizado, resulta extraño el decir “también humanizado”, el problema es que a veces no lo hacen, y uno por desgracia, incluso se acostumbra… demostrando que antes que pertenecer a cualquier ejército, bandera, o ideología, se es un persona humana, siendo secundario todo lo demás.
La secuencia de los títulos iniciales, viene a explicar de alguna manera lo que vamos a ver a continuación:
Imágenes retrospectivas del auge del Nacionalsocialismo, mostrándonos a miles de alemanes, hombres, mujeres, y niños, embelesados con su Führer, con el fondo musical de una canción infantil, y también imágenes de la guerra que fatalmente tenía que estallar, primero en su fase relámpago, con los soldados avanzando victoriosamente a los acordes de una marcha marcial, que por momentos parece un arreglo del “Horst Wessel Lied”, el himno de batalla del Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei (NSDAP), para transformarse después, en la ilustración de la derrota, en Stalingrado, con el empuje irresistible del “Ejército Rojo”
Una “cara y cruz” de una misma moneda.
La historia, se centra en un conflicto entre personas, más que entre países, enfrentando al soldado coherente y justo, y al militar de alta graduación, que sólo piensa en glorificar su currículo, para conseguir “La Cruz de Hierro”
Era 1941, la Wehrmacht, los señores de la guerra teutones, desatan una de las peores carnicerías humanas en su campaña y ocupación en El Frente del Este.
Ahora, tras su derrota en Stalingrado, se baten en una retirada, que fue más bien, una desbandada, en la que la represalia rusa convirtió al Frente, en una tierra de nadie, donde se vivieron escenas de consumado salvajismo, incluso canibalismo para sobrevivir.
Y en donde un noble y orgulloso oficial prusiano, pide traslado al Frente del Este, para conseguir a toda costa, una “Cruz de Hierro”, la más alta condecoración germana.
Pero allí chocará con un sargento, que solamente lucha por la supervivencia y, que desprecia a todo aquel que lucha por los honores, y la gloria, a pesar de que este hombre, ya tiene colgada en su haraposo uniforme, esa “Cruz de Hierro”...
De ahí que Cross Of Iron, no es una película sobre El Nazismo, o contra El Nazismo; es una historia de hombres, atrapados en una guerra sin esperanza, con personalidades muy diferentes, que terminan lógicamente entrando en conflicto, y es también, la historia de un grupo humano en concreto, el pelotón de Steiner, compacto y cohesionado, una especie de sociedad guerrera, prácticamente al margen de la disciplina castrense, que se rige por sus propias normas, de acuerdo a su particular Código del Honor.
Steiner, más que un jefe al uso, viene a ser un “Primus inter pares”, un soldado experto, y veterano, con muchas muescas en la culata, al cual todos respetan, un avezado profesional de la violencia, que antes de entrar en acción, les dice a los suyos:
“Traer sólo las cosas de matar”
También observamos, como El Nazismo despreció a sus propias tropas, dejándolas a su suerte, condenados a la muerte, en una guerra absurda.
Cross Of Iron, trasunta más allá de su mensaje contra la manipulación de la vida de muchos, por parte de unos pocos, fascinación por la guerra, y por sus señores; y desnuda la fijación fetichista con aquella prenda adorada de la tradición marcial prusiana:
“La Cruz de Hierro”
Steiner nos lleva allí, donde crece “La Cruz de Hierro”, a las entrañas del campo de batalla, y Peckinpah orquesta uno de los más imponentes filmes de guerra jamás filmados.
No es raro, que Sam Peckinpah elija este panorama, para ir por primera vez a la guerra; y teniendo en mente a sus atípicos héroes, tampoco sorprende que los protagonistas sean un batallón del ejército alemán.
Cross Of Iron, se filmó en la Yugoslavia de los estertores del Titismo, El Mariscal, fallecería sólo 3 años después; con un presupuesto muy ajustado, lo cual se constata en la modestia del producto, que muy posiblemente utilizó material sobrante de otros films anteriores… pero refleja bastante bien, la vida cotidiana del Frente, los asaltos a trincheras, la convalecencia de los heridos, la camaradería, etc.
Y como en otras películas de este director, la acción incluye una cantidad sustancial de escenas violentas, y muy realistas, con su característica utilización de la cámara lenta:
Desde cadáveres desmembrados, flotando en los ríos, hasta cuerpos aplastados que tapizan las rutas de escape.
A diferencia de otros filmes del género de la época, aquí la matanza no es aséptica, y Peckinpah pinta un mundo en guerra mucho más real que las superproducciones prístinas habituales de Hollywood.
Además de la carnicería, el otro elemento innovador, es el sexo; desde las tendencias homosexuales del Teniente Triebig, que son explotadas para su beneficio por Stransky, hasta la memorable secuencia, donde los hombres de Steiner, irrumpen en un campamento de reclutas rusas, en donde hay abundancia de desnudos, intentos de violación, e incluso una castración, rodada de manera muy gráfica.
Toda la secuencia, donde Steiner es herido, y enviado al hospital, parece desconectada del resto de la historia, si bien Peckinpah se da el lujo de mostrar las mutilaciones de la guerra en primer plano, también muestra la locura.
Como dato, en Cross Of Iron, se muestran uniformes, equipamiento, y armamento de La Segunda Guerra Mundial de un modo realista.
Así ocurre con los carros de combate soviéticos T-34/85, las ametralladoras alemanas, los sidecares, o las pistolas AT.
Los camiones alemanes, son camiones soviéticos y estadounidenses disfrazados; todo el armamento soviético y alemán, era real, cedido por el ejército yugoslavo, que lo guardaba celosamente para su uso en rodajes.
James Coburn dijo, que los constantes retrasos en la entrega de los tanques, alargaron absurdamente el rodaje.
Realmente, los montajes en las escenas de combate, son muy buenos.
Por un lado, las secuencias más oníricas, en donde uno no sabe dónde está parado, la desorientación, los juegos mentales de los que pierden la cabeza...
A Peckinpah, le interesaba más, muchísimo más, comunicarnos en imágenes, su propia filosofía de la existencia, sin medias tintas, para que nadie se llamase a engaño.
No era precisamente de ese tipo de cineastas que buscan la objetividad, la neutralidad, o la equidistancia moral, dejándole al espectador, la posibilidad de elegir, no por cierto.
Era un hombre con las ideas muy claras y definidas, alguien que en modo alguno, ocultaba sus simpatías, que se decantaban abiertamente hacia un tipo de personajes en concreto.
Sus héroes, o mejor dicho, antihéroes, son preferentemente perdedores, “outsiders”, en constante pugna con el entorno que les rodea, cercándoles, seres enfrentados a un sistema de poder, sin importar que este se encuentre a uno u otro lado de la Ley.
Peckinpah, es un cronista en imágenes de la rebeldía, un poeta del individualismo, por tanto, nada más natural para él, que apoyarse en algunos de los actores que mejor han encarnado esos valores, ya se llamen:
James Coburn, Warren Oates, o Steve McQueen, y sospecho que “Bloody Sam” lamentó profundamente, no haber podido trabajar nunca, junto a Lee Marvin, con quien seguro que hubiera podido correrse unas juergas antológicas.
Magnífico el elenco interpretativo:
James Coburn, metido en el uniforme del Sargento Steiner, un hombre que detesta la ideología nazi, a los oficiales, y a sus líderes, pero que se halla inevitablemente apegado a esa maldita guerra, posiblemente en el mejor papel de su carrera; y compone al valiente desarraigado militar, de modo magnífico; es la rudeza, el desencanto, la tristeza, su amor es la guerra, aunque la odie, no sabe vivir sin ella, un rebelde con causa, su lenguaje físico es abrumador, su carisma es un halo que deslumbra, y transmite una poderosa empatía.
El personaje de Steiner, está basado en El Sargento Johann Schwerdfeger, un militar alemán, que fue herido montones de veces durante su servicio en la retirada de Rusia, y fue condecorado con la infame “Cruz de Hierro”
No fue juzgado en Nuremberg, pues era un militar profesional, y Los Aliados no lo consideraron “criminal de guerra”, y aún sigue vivo a sus 100 años.
Maximilian Schell, en el papel del Capitán Stranski, es un oficial que busca la gloria a cualquier precio.
Un hombre que solamente toma decisiones suicidas, con tal de obtener la codiciada condecoración; y Schell encarna con autoridad y sutilidad, al rancio prusiano, destila perversión, maldad, y todo con sofisticación.
Pero también nos encontramos a un soberbio James Mason, dando vida al General Brandt:
Un hombre que mira la guerra como lo que es... la guerra.
Mason, da vida con hastío, a un militar desencantado, que asume que la derrota final está cerca, se le ven las huellas de la guerra, y a su lado, el fiel David Warner, que tiene un gran química con Mason, metido en el uniforme del Capitán Kiesel.
Atención a sus diálogos.
Pero Peckinpah, quiso dar también un toque femenino, en esta película solamente hecha para hombres; y así podemos ver a la bellísima Senta Berger como Eva, una guerrillera rusa, de la que se enamora El Sargento Steiner.
Como dato, el muchacho ruso, que es adoptado por la tropa alemana, es el actor serbio, Slavko Štimac, estrella infantil en su país, que ha mantenido su popularidad, hasta el punto de ser uno de los actores-fetiche del celebradísimo Emir Kusturica.
Como anécdota, Sam Peckinpah dirigió casi toda la película, postrado en una camilla.
Una camilla en la que iba y venía, llevado, entre otros, por nada menos que Cliff Coleman, el ayudante de dirección.
Dada la categoría de su puesto, a Coleman le preguntaron, por qué aceptaba una tarea de es bajo nivel.
La respuesta fue contundente:
“Lo hago solo por el hecho de saber, que puedo tirar a es cabrón al suelo en cualquier momento”
El recientemente fallecido actor alemán, Vadim Glowna, juró que Peckinpah se metía entre 2 y 4 botellas de whisky, o de vodka al día, y dormía solo 3 o 4 horas por la noche...
El final de Cross Of Iron, hiela la sangre como pocos logran; y fue improvisado por Peckinpah y Coburn, al acabarse el dinero de producción, y no poder rodar el final previsto en el guión.
Termina con una parte de banda sonora final maravillosa, y la terrible fotografía de los 2 muchachos ahorcados por las SS, y las palabras del gran Bertold Brecht; siendo una película para concienciarnos, de que nunca esos hechos vuelvan a ocurrir, aunque por desgracia, parece que seguimos sin hacer caso.
“Steiner... is a myth.
Men like him are our last hope... and in that sense, he is a truly dangerous man”
El Frente de Europa Oriental, o Frente Oriental, fue el principal Frente durante La Segunda Guerra Mundial.
En la Unión Soviética, y hoy en La Federación Rusa, y demás repúblicas ex-soviéticas, se la denominó “Gran Guerra Patria”, que cubrió el centro y el este de Europa, y fue abierto por La Alemania Nazi, al invadir Polonia en 1939, siendo cerrado por La Unión Soviética, al capturar Berlín, en 1945, manteniéndose inactivo, temporalmente, en 1940.
Debido a que la ideología nazi se oponía a los movimientos eslavos, judíos, y comunistas; el ideario soviético, era opuesto al fascismo.
Por lo que La Guerra en El Frente Oriental, se caracterizó por la ocurrencia de genocidios, en casi todos los países ocupados, así como la constante violación de los acuerdos obtenidos en Las Convenciones de Ginebra.
Tras los cercos de Minsk, en julio, Kiev en septiembre, y Viazma en octubre de 1941, los alemanes hicieron 3 millones de prisioneros soviéticos, que fueron los primeros en ser sacrificados en las cámaras de gas de los campos de exterminio.
Enfrentado a una guerra total, Stalin no dudó en practicar la táctica de “Tierra Quemada”, ya probada en 1812, en organizar una guerra de guerrillas, en trasladar todas las industrias a la retaguardia, y en sacrificar a todos los hombres que fuesen necesarios.
Tanto Gran Bretaña como Estados Unidos, enviaron cantidades industriales de armas, aviones, vehículos, y materias primas a La Unión Soviética.
En este Frente, perdieron la vida, 27 millones de soviéticos, 6 millones de alemanes, y aliados del eje; y casi 6 millones de polacos, más de la mitad, eran polacos judíos; más de un 60% de las víctimas de esa guerra en todo el mundo.
Se estima que en El Frente Oriental murieron el 73% de los soldados alemanes que murieron en la guerra y, en el caso de Bielorrusia, Ucrania, y Polonia, más del 20% de la población civil, fue asesinada.
La ambigua y escalofriante cita final de Bertold Brecht para Cross Of Iron, es mortal y lapidaria:
“Señores, no estén tan contentos con la derrota de Hitler.
Porque aunque el mundo se haya puesto de pie, y haya detenido al bastardo, la puta que lo parió, está caliente de nuevo”
Profética, y nada casual.

“Prepare for the next one”



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