And Then There Were None

“What I'd like to know is if we're the cat, or the mouse”

Agatha Mary Clarissa Miller, DBE; más conocida como Agatha Christie, fue una escritora y dramaturga británica, especializada en el género policial, por cuyo trabajo tuvo reconocimiento a nivel internacional.
Christie utilizó con frecuencia, escenas en sus historias que estaban familiarizadas con ella.
En “Ten Little Niggers” también conocida como “And Then There Were None” transcurre alrededor Torquay, un pueblo de la costa sur de Inglaterra, perteneciente al condado de Devon, y que se extiende a lo largo de la costa de Torbay, donde ella se crio.
“Ten Little Niggers”, es una novela policíaca, publicada originalmente en El Reino Unido por Collins Crime Club, el 6 de noviembre de 1939; siendo la novela más vendida de Agatha Christie, con unos 100 millones de copias hasta la fecha; y es la novela de misterio más vendida de la historia, siendo considerada dentro de los 10 libros más vendidos de todos los tiempos; ampliamente considerada su obra maestra, y descrita por ella como “el libro más difícil de escribir”; la obra ha sido adaptada al teatro, al cine en varias ocasiones, y a la radio.
Sobre “Ten Little Niggers”, admitió que la idea le había fascinado:
“Escribí el libro después de una gran cantidad de planificaciones, y me quedé satisfecha con el resultado final.
Estaba claro, sencillo, desconcertante, y sin embargo, tenía una explicación perfectamente razonable”.
La estructura de la trama, basada en la tradición del enigma por descubrir, es siempre similar entre sus trabajos, y su desarrollo está en función de la observación psicológica.
Y es que una de las características principales de la prosa detectivesca de Christie, es que sus relatos se desarrollan en lo que se denomina el “whodunit”, lo que permite al lector, ensayar hipótesis, y en suma, intentar descifrar la identidad del culpable, antes de acabar con la lectura del relato.
La concentración de sus personajes en un espacio único, es una convención del tema de detectives, la cual, Christie llevó a un extremo de aislamiento en “Ten Little Niggers”
El título hace referencia a una canción infantil, fue cambiado a “And Then There Were None” en la primera edición de Estados Unidos, y el título de la canción de la novela, fue cambiado a “Ten Little Indians”, pues el nombre correspondía al último verso de la canción, cuya composición original, de nombre “Ten Little Injuns”; el término “injun”, posee connotaciones despectivas hacia los nativos americanos, había sido escrita en 1868 por Septimus Winner, para un espectáculo de trovadores.
La canción, sería adaptada un año después por Frank J Green, y retitulada como “Ten Little Niggers”, cuyo texto se utilizaría de modo aproximado en la canción de la novela de Christie, y adaptaciones cinematográficas.
Así pues, dado el cariz despectivo que adquiría el término “nigger” con respecto a los negros en Estados Unidos, se procuró modificar el título.
Se utilizaría también el título de “Ten Little Indians” en algunas nuevas ediciones, y en la 2ª, 3ª, y 5ª adaptación cinematográfica, aunque también suscitaría protestas por parte de la comunidad de nativos americanos.
La canción dice así:
“Diez negritos se fueron a cenar; uno se asfixió, y quedaron nueve.
Nueve negritos estuvieron despiertos hasta muy tarde; uno se quedó dormido, y entonces quedaron ocho.
Ocho negritos viajaron por Devon; uno dijo que se quedaría allí, y quedaron siete.
Siete negritos cortaron leña; uno se cortó en dos, y quedaron seis.
Seis negritos jugaron con una colmena; una abeja picó a uno de ellos, y quedaron cinco.
Cinco negritos estudiaron Derecho; uno se hizo magistrado, y quedaron cuatro.
Cuatro negritos fueron al mar; un arenque rojo se tragó a uno, y quedaron tres.
Tres negritos pasearon por el zoo; un gran oso atacó a uno, y quedaron dos.
Dos negritos se sentaron al sol; uno de ellos se tostó, y sólo quedó uno.
Un negrito quedó sólo; se ahorcó, y no quedó... ¡ninguno!”
La novela cuenta la historia de 10 personas implicadas en la muerte de otras personas en el pasado, y que lograron escapar de la justicia, que son invitadas a pasar un fin de semana en una isla.
Allí comienzan a ser asesinadas, una a una, de forma similar a la que se menciona en cada estrofa de la canción anteriormente descrita.
Tal como dice la canción, tras la muerte de todos en forma similar a las circunstancias descritas en la canción, no quedará ningún personaje para encontrar la explicación, por lo que el sorprendente desenlace, se desentraña gracias a una nota que se encuentra dentro de una botella arrojada al mar por el asesino.
Debido al enorme éxito de la novela, ha tenido numerosas adaptaciones tanto al cine como a la televisión, la radio y el teatro.
La primera adaptación cinematográfica de la historia de una obra de Agatha Christie, fue en 1945:
“And Then There Were None”, dirigida por René Clair, siendo bastante fiel a la novela original, aunque el final fue distinto; siendo el arranque de las adaptaciones de la escritora británica.
“Mr. Owen could only come to the island in one way.
It's perfectly clear.
Mr. Owen is one of us”
And Then There Were None es una película de comedia y suspense, del año 1945, dirigida por René Clair.
Protagonizada por Barry Fitzgerald, Walter Huston, Louis Hayward, Roland Young, June Duprez, Mischa Auer, C. Aubrey Smith, Judith Anderson, Richard Haydn y Queenie Leonard.
El guión es de Dudley Nichols, basado en la obra homónima de Agatha Christie.
Estrenada en El Reino Unido bajo el título original de la novela “Ten Little Niggers”, obviamente este título no se utiliza en estos días.
La edición de la novela en los EEUU, no fue lanzada hasta diciembre de 1939; siendo sus reimpresiones y adaptaciones, retitulados como “And Then There Were None”, siendo las últimas 5 palabras en la canción infantil “Ten Little Indians”
Los primeros créditos de la película, indican que:
“From the Novel de Agatha Christie”
Pero estrictamente hablando, esto no es cierto; pues utiliza el final de la obra de teatro homónima de 1943, en lugar de la novela, que involucra a los 10 personajes terminando muertos.
Agatha Christie, cambió la forma en que terminó para la adaptación teatral, ya que sentía que las audiencias de la guerra, lo encontrarían demasiado deprimente.
Y como todas las versiones existentes, se basa no en la novela, sino en las adaptaciones que se hicieron para teatro, variando un poco su argumento en cada una.
Mientras que la identidad del asesino es la misma en las versiones, el resultado de quién sobrevive al complot del asesino, es muy diferente.
Así las cosas, 10 personas son invitadas a La Isla del Indio, en la costa de Devon en Inglaterra, para pasar un fin de semana.
Todas ellas desconocidas entre sí, salvo el mayordomo y la asistenta que están casados.
Al llegar allí, se percatan que quien les ha invitado es un tal U.N. Owen, que no está entre ellos.
Durante la cena, uno se percata de unas figuritas que hay en el centro de la mesa, de 10 indios, y otro empieza a cantar una canción, cuya letra se asemeja a lo que les va a suceder… un disco con la voz de Owen nos dirá el orden de las acusaciones:
1. El General Sir John Mandrake (C. Aubrey Smith), envió a un Teniente, amante de su esposa, a la muerte.
2. Emily Brent (Judith Anderson), causó la muerte de su sobrino Peter.
3. Dr. Edward G. Armstrong (Walter Huston), con su alcoholismo, mató a la Sra. Mary.
4. El Príncipe Nikita “Nikki” Starloff (Mischa Auer), mato a 2 personas en accidente de tráfico.
5. Vera Claythorne (June Duprez), asesinó al novio de su hermana.
6. El Juez Francis J. Quinncannon (Barry Fitzgerald), sentenció injustamente a un hombre.
7. Philip Lombard/Charles Morley (Louis Hayward), mató a 21 africanos.
8. El Detective William H. Blore (Roland Young), por falso testimonio, murió una mujer.
9. Thomas (Richard Haydn) y Ethel Rogers (Queenie Leonard), asesinaron a su señora.
And Then There Were None capta la atención del espectador con un comienzo prometedor e intrigante, en el que los invitados a la isla, son acusados de haber cometido crímenes en el pasado y, posteriormente, comenzar a producirse misteriosas muertes que parecen estar extrañamente relacionadas con la letra de una canción.
A partir de ese momento, las sospechas y desconfianzas entre los invitados, irán en aumento, potenciando el interés del espectador, por descubrir:
¿Qué es lo que ocurre, y quién es el responsable?
Los invitados son 10 personajes heterogéneos, que salvo 2 de ellos, no se conocen entre sí, son invitados a una casa aislada en una isla de muy difícil acceso, por un anfitrión que a última hora no se presenta…
Una vez allí, todos en conjunto reciben una acusación en voz alta:
Todos han cometido un crimen, tiene algo que esconder o que temer.
Como única compañía, se tienen a sí mismos, y las sombras de sus vidas pasadas.
Uno por uno, empiezan a ser eliminados, mueren de la misma manera que van mermando los negritos de la canción...
Y veremos desplegarse el suspense de saber, quién será el siguiente en morir, y sobre todo, quién será el asesino.
Agatha Christie desarrolló un final diferente para la versión teatral que para la del libro, para que los lectores no perdieran el acicate de la intriga, las acusaciones y sospechas de todos y cada uno de ellos entre sí, o las disquisiciones de la autora acerca del sentido de la administración de justicia; siendo And Then There Were None, la mejor adaptación que ha conocido la famosa novela de Agatha Christie, y una de las mejores películas de su director.
Pues desarrolla su intriga con un impecable sentido del ritmo, y con un envolvente sentido de la atmósfera.
Como contrapunto, una ironía distanciadora, acaba con enriquecer el conjunto.
A pesar de las licencias y libertades que se toman los responsables de la producción a la hora de adaptar la novela, ésta se ve y se sigue con facilidad, manteniendo la esencia básica de la misma, con la que consiguen ofrecer un entretenimiento ingenioso de suspense, donde se sospecha de todos los personajes, manteniendo la incógnita hasta el final.
“Very stupid to kill the only servant in the house.
Now we don't even know where to find the marmalade”
Aunque bucear en las adaptaciones fílmicas de las novelas escritas por la popular Agatha Christie, nos remontaría hasta las postrimerías del Periodo Silente, lo cierto es que la primera de las películas que goza de un relativo estatus, es esta curiosa y, reconozcámoslo, hasta cierto punto simpática producción de René Clair; ejerciendo dichas funciones de manera aparejada con la realización, con la que el francés se despedía de un breve y, todo hay que decirlo, no demasiado estimulante periodo hollywoodense, como poco apasionante resultó la obra de este francés en su momento, increíblemente aclamado, y hoy, injustamente olvidado.
Clair sabe mantener el tono y el ritmo apropiado a la narración que ofrece Christie, de forma pausada y tranquila, huyendo de efectismos, confiando en la buena labor de los intérpretes llamados a filas; aunque quizás le falte energía para conseguir aprisionar completamente el ánimo del espectador que, sin embargo, en virtud de la trama ideada por Christie, y del guión y diálogos de Nichols, permanecerá atento al curso de los acontecimientos que se desarrollan con la rapidez y economía conceptual de la época:
Poco más de hora y media para contar la historia, sin sustos ni sobresaltos, manteniendo el enigma sin que la tensión y el suspense hagan su aparición, lo que deja un regusto de haber repasado un clásico que podría haber sido mejor en otras manos, o quizás en las mismas, pero durante más semanas de trabajo, y más medios económicos a su alcance.
Sin embargo, su buen hacer se evidencia en la atmósfera sobrecogedora, el terror psicológico, la angustia y la inquietud ante el desenlace, pues los invitados son asesinados, uno por uno…
Es de elogiar, la forma con que René Clair remarca el sentido claustrofóbico de la obra original, no limitada simplemente al caserón, sino a la misma isla.
La dirección, deja bien claro que el cineasta es de la vieja escuela, y que su amor por el teatro era inmenso.
El director francés, juega mucho con la cámara fija, e introduce múltiples escenas en las que los personajes hablan directamente a la cámara, a modo de soliloquio teatral.
Clair, además, prepara las escenas a la perfección, y pone mucho empeño en conseguir que el desarrollo logre esquivar cualquier bache que pueda surgir, haciendo que nada sea demasiado previsible, aunque en un par de ocasiones, se pase de rosca con las pistas falsas.
El ambiente teatral, se ve potenciado, como digo, por las cámaras fijas, pero también por los grandes espacios cerrados, en los que el plano muestra solo parte del decorado, como en una obra en la que de repente aparece un actor por detrás del telón.
Eso hace de And Then There Were None, una experiencia totalmente recomendable, gracias a que la temática de la historia, y al enfoque personal de Clair, van de la mano, y quedan muy bien juntos.
El director, opta por dar a la película un tono desenfadado e, incluso, cómico, alejándose de la tensión palpable de las páginas de la novela, ofreciendo un relato de suspense ligero y fácil de seguir, que se nutre fundamentalmente de la idea original de la novela de Christie, donde radica el verdadero encanto.
Capta la atención del espectador, con un comienzo prometedor e intrigante, en el que los invitados a la isla, son acusados de haber cometido crímenes en el pasado y, posteriormente, comienzan a producirse misteriosas muertes, que parecen estar extrañamente relacionadas con la letra de una canción...
A partir de ese momento, las sospechas y desconfianzas entre los invitados, irán en aumento, potenciando el interés del espectador por descubrir:
¿Qué es lo que ocurre, y quién es el responsable?
Sea por la presencia como guionista del “fordiano”, Dudley Nichols, que probablemente logró acentuar ese componente irónico presente en las novelas de la Christie, algo así como sucedería en el posterior ciclo británico dedicado a Miss Marple, dirigido por George Pollock, y protagonizado por Margaret Rutherford; lo cierto es que nos encontramos ante una película, en la que la presencia de la ironía, contribuye a elevar hasta cierto punto el tono de la misma.
De inicio, hay ningún diálogo durante los primeros 5 minutos.
Es algo que podremos apreciar en la secuencia inicial, que describe el viaje en una barcaza de 8 de los 10 protagonistas del relato.
Sin recurrir a diálogos, y con un encomiable sentido descriptivo, es más que probable que se tuviera en cuenta el referente de la estupenda “Lifeboat” (1944) de Hitchcock, se nos presentan unidos, y mostrando desconfianza entre ellos.
Con una ironía propia del cine mudo, diferentes rasgos y elementos nos van ligando la descripción de los que van a ser protagonistas de la función, con dispar protagonismo en función de su más o menos cercano asesinato.
Así pues, la injerencia de un pañuelo de una de las mujeres, el asco que proporciona a algunos pasajeros, la forma de comer un bocadillo del marino que guía el pequeño barco, serán elementos que nos irán definiendo en su presentación, los rasgos de esta decena de seres que acudirán a una isla, siendo invitados por un anónimo personaje al que no conocen, y alojándose un fin de semana, en una mansión en la que solo encontrarán a un matrimonio de criados.
Todos ellos, serán recibidos y acondicionados en las diferentes estancias, relacionándose de manera forzosa, hasta que 2 detalles comiencen a introducir el elemento inquietante en el relato:
Por un lado, la interpretación de un tema que habla de la muerte de 10 Negritos y, de manera muy especial, la, en apariencia casual inclusión de una grabación en disco del misterioso anfitrión, en la cual explica por un lado, las razones que han motivado la presencia de los invitados, pues todos ellos son acusados de haber cometido crímenes o asesinatos en diferentes ocasiones; y anunciándoles su progresiva eliminación.
El orden de las muertes, es el siguiente:
10- Nikita Starloff, por veneno.
9- Ethel, la criada, por veneno.
8- El General Mandrake.
7- El Mayordomo, por un hacha.
6- Emily, por un pinchazo en el cuello.
5- William Blore, le cae una cornisa.
4- Dr. Armstrong.
3- El Juez, por un disparo…
2- Quedan Lombard y Vera, que acude sola a la casa a ver que encuentra, y lo que ve es al Juez esperándola con una cuerda preparada para ahorcarla…
El Juez, se toma un veneno, pensando que solo queda ella, pero se equivoca…
También está Lombard, y al verlo, ya es tarde, se ha tomado el veneno, y El Juez muere; mientras Lombard y Vera escapan con la llegada del balsero que los llevó al inicio.
Las interpretaciones del reparto, resultan un poco pobres, e incluso exageradas en algunos casos, algo propio del cine de la época, dejando patente que todo lo que sustenta y mantiene el interés por la película, radica en la fuerza de las bases de la novela.
Sobre todo, el enorme Walter Huston, el gran Roland Young, siempre elegante y esta vez algo mezquino; el pícaro Barry Fitzgerald, todo un icono del cine costumbrista; Mischa Auer, un complejo tipo ruso; el formidable Aubrey Smith, Caballero británico de una presencia escénica impresionante; o la siempre inquietante Judith Anderson, con esa cara de mala malísima.
Quizás son los “guapos protagonistas”, los menos interesantes.
Todos son actores secundarios, que sin mayor esfuerzo representan perfectamente los diferentes caracteres unidos por un siniestro designio en un lugar aislado.
Ese elenco, aprovecha como acostumbraba sus escenas, componiendo personajes ambivalentes, no en vano, muestran su temor de verse asesinados como apuntan posibilidades de ser quien paulatinamente va acabando con la vida de sus compañeros de estancia, en ése lugar que, sin disponer de origen de condiciones claustrofóbicas, por los hechos que van aconteciendo, se transforma de plácido lugar de quietud y sosiego, en corredor de una muerte anunciada, callejón sin salida, cuya tensión se incrementa conforme el número de sospechosos se va reduciendo a causa de la eliminación por fallecimiento, nada natural de los compañeros huéspedes forzados, vigilados todos ellos, por los atentos ojos de un gato, que tiene todas las trazas de llegar a ser el único sobreviviente.
Como dato del reparto de actores, Queenie Leonard, que interpreta a la Sra. Rogers, murió el 17 de enero de 2002, siendo el último miembro del elenco sobreviviente de la película.
Y nos queda el anuncio de los crímenes que se imputan a los supuestos felices veraneantes, mediante una voz desconocida; la existencia premonitoria de esa bandeja con los 10 negritos, conmemorativa de la canción; el seguimiento de las distintas formas de morir, especificadas en los versos; y la súbita e inexplicable desaparición de las figuritas, conforme se van produciendo los asesinatos, son detalles que tan sólo un rigor excesivo constataría como trucos, porque pertenecen al ambiente recreado por la propia autora de la novela, y Clair sabe realzarlos convenientemente, para que no podamos olvidarlos:
Pero hay una evidente predeterminación, un cumplimiento de la maligna voluntad de alguien cuya identidad se mantiene oculta hasta el último momento, una persona que ha ideado una pérfida red de embustes, para atraer a esa Isla, a 10 personas a fin que en ella hallen su muerte.
Para algunos, es una pena que los responsables de la película, no apostaran por un tono y tratamiento más serio de la novela, ya que se echan en falta momentos de tensión y suspense bien construidos, cayendo en una presentación de las muertes demasiado edulcorada y simplona, ya que no llega a apreciarse ni una sola muerte violenta, y casi ningún cadáver; pero recordemos que es la época; y eso que los hay.
Otro punto negativo que se puede encontrar, y que es algo habitual en las adaptaciones de grandes novelas, es que no llega a ser totalmente fiel a la misma, ofreciendo un desenlace ingenioso, alejado del original, y agradable para el espectador, que puede decepcionar a los seguidores de la novela.
Los cambios esta vez responden a lo que estaba mal visto en pantalla en aquella época.
Concretamente, los asesinatos de los que se acusa a 2 de las mujeres.
Originalmente, una había tenido un aborto juvenil, y la otra había asesinado a unos niños, ambas son acusadas de matar a otra persona en la película.
También cambia el final, para darle un toque más dramático y comercial.
Pero esta adaptación de la novela tomó, en general, menos libertades con la trama de Christie, que algunas de las otras versiones.
Además, algunos de los nombres de otros personajes y crímenes, también fueron cambiados.
El juez Francis J. Quinncannon, era conocido como El Juez Lawrence J. Wargrave en el libro.
El General Sir John Mandrake, es llamado General John Gordon MacArthur; y El Príncipe Nikita Starloff reemplazó a Anthony Marston.
En la novela, Marston había matado a 2 niños:
John y Lucy Combes, mientras conducía imprudentemente.
La muerte de William Henry Blore, también se percibe de manera diferente; en la novela, está entrando en la cocina de la casa, y es aplastado cuando un reloj de pared, en forma de oso, cae sobre él desde el piso de arriba; mientras en la película, él está inspeccionando el área con binoculares, y desde una ventana, una mano se arrastra y empuja una pequeña torreta triangular de la casa que es inestable, y lo aplasta.
Sólo la película soviética de 1987, y las versiones 2015 de la BBC One, se mantuvieron fieles al final de la novela.
Esta película, en línea con todas las otras versiones occidentales, cambió el rodaje de Philip Lombard, interpretado por Louis Hayward; y el suicidio del personaje de Vera Claythorne, interpretado por June Duprez; en favor de un final más optimista.
Al final de And Then There Were None; Vera pretende haber disparado a Lombard, para que el verdadero asesino crea que está muerto, y al final salga a la luz su identidad; pero el resultado final es el mismo; los 2 personajes principales quedan vivos e inocentes de los crímenes de los que fueron acusados.
Además, también cambian personajes y víctimas:
El personaje del Príncipe es inventado, cuando en la novela es un joven despreocupado, aunque este cambio no tiene demasiada importancia.
El personaje de la chica joven, es dulcificado en aras del cambio final del argumento, perdiendo por tanto éste el impacto de la obra original.
Sin embargo, no todos los cambios son malos.
A pesar de que no es para nada una película de terror, ya que el dramatismo está ausente de cada asesinato, hay en la película, unas logradas escenas cómicas, como la reseñada del espionaje, o varias, protagonizadas por el mayordomo borrachín, ya que todo en él es cómico, desde su gesto afectado a su habla gangosa, recomiendo verla en versión original con subtítulos, hasta en su misma muerte, de la que sólo vemos sus zapatos.
La pareja feliz, es prescindible, pero los demás encajan perfectamente en lo que pretende la película:
Desde El Juez bonachón al Doctor hipócrita, El Detective desconfiado, la señora intolerante, El General fatalista, los criados cobardes, y El Príncipe egoísta.
En definitiva, And Then There Were None es una película amable, casi familiar, de las que nos gusta visionar más de una vez, con personajes arquetípicos, casi bonachones algunos de ellos, a pesar de los crímenes que se les imputan.
Hay una escena bastante curiosa, en la que uno de los personajes se queda mirando a cámara, como haciendo un gesto de complicidad con el espectador, quebrando la 4ª pared, sin embargo, en ese momento nadie es claramente el asesino.
Estas películas de Christie, siempre cometen el pequeño error, por llamarlo de alguna manera, de tomarse la muerte a la ligera, pues nadie parece consternado ni siquiera con la primera muerte, y se lo toman como algo inevitable; y a medida que transcurren, solo piensan en cómo salvarse cada uno, en vez de razonar quién puede ser el culpable desde un principio.
Pero el género detectivesco es así, al final, lo único que cuenta es quién está detrás de todo, y cómo lo ha hecho; y es destacable antes que nada, por el logro de su atmósfera tenebrosa, la sensación que se mantiene al describir los escasos episodios en exteriores de la mansión, sus secuencias costeras, la incidencia de la lluvia, que se traslada incluso a no pocos de sus episodios desarrollados en el interior de la misma.
Fragmentos como el enfrentamiento que mantendrán El Doctor Armstrong y El Juez Quinncannon en la penumbra de la oscuridad del salón, cuando entre ambos, a solas, se acrecienta el temor a ver en el contrario, al auténtico asesino; la escena desarrollada en el cuarto del generador del luz, cuando esta se encuentra a punto de fundirse; la recurrencia a mostrar esa escultura que se encuentra sobre la mesa, con Los 10 Negritos que van destruyéndose según se van produciendo los crímenes, etc.
Un dato final, es que la identidad del Sr. Owen, es presagiada 2 veces durante el curso del metraje:
A los 32:15 minutos, cuando los hombres están buscando al Sr. Owen, hay una toma de Lombard y El Juez Quinncannon, uno al lado del otro.
Lombard señala que “la mano del señor Owen está clara”, y la mano del Juez es la única visible.
En la siguiente escena, empieza a llover.
Lombard dice que “todo lo que tenemos que hacer, es callarnos y escucharemos estornudar al Sr. Owen”
Más tarde, a los 49:51 minutos, El Juez Quinncannon estornuda…
Así mismo, con la distancia que ofrece el paso del tiempo, lo primero que se viene a la mente al contemplarla, fue rememorar aquella artificiosa, aunque hoy día objeto de culto, y parodia que dirigió el anónimo Robert Moore:
“Murder By Death” (1976)
“Never in my life have I been accused of any crime, Sir and if that's what you think of me, I shan't serve any dinner”
Llevamos quejándonos de las adaptaciones cinematográficas de cualquier cosa mucho tiempo, pero no somos conscientes de que algunos crímenes contra la obra original, se llevan perpetrando desde prácticamente el mismo momento en el que comenzó el cine.
And Then There Were None, ha tenido más adaptaciones que cualquier otra obra de Agatha Christie; usando a menudo el final alternativo de la obra teatral de 1943, cambiando con frecuencia los escenarios, y tenemos principalmente a:
“Ten Little Indians” (1965), adaptación cinematográfica de George Pollock; “Gumnaam” (1965) traducida como “Desconocido” o “Anónimo”, es una adaptación cinematográfica de suspenso hindú; “Nadu Iravil” (1970), traducida como “En medio de la noche”, una adaptación tamil, dirigida por Sundaram Balachander; “And Then There Were None” (1974), es la primera versión en color en inglés, dirigida por Peter Collinson; “Десять негритят/Desyat 'Negrityat” (1987), en inglés “Ten Little Negroes”, es la adaptación rusa de Stanislav Govorukhin, que mantiene intacta la triste historia de Christie y su final.
“Ten Little Indians”, una versión de Hollywood de 1989, dirigida por Alan Birkinshaw; “Aduthathu” (2012) es una adaptación tamil; y más recientemente, “Aatagara” (2015), una adaptación de la película de Kannada.
Pero todas ellas encierran la máxima:
¿Quién puede administrar justicia, en aquellos casos en que la ley no puede castigar a aquellos que se sabe prácticamente seguro que son culpables, aunque nadie pueda demostrarlo?
¿Quién debe administrar dicha justicia?
¿Es realmente más justo el asesino, que los asesinados?
Las respuestas dan para una buena conversación de sobremesa, por lo que el objetivo, está cumplido.

“Ten little Indian boys went out to dine...
He went out and hanged himself and then there were none”



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