The Light Between Oceans

“Love demands everything”

Margot L. Stedman, nació y se crio en Perth, Australia; y actualmente vive en Londres, donde trabaja como abogada desde 1997.
Ella nunca facilita sus datos personales, pues rechaza el ser el centro de atención, y dar detalles sobre su vida, alegando que su libro no es una biografía, y por tanto, el conocer datos sobre ella,  no arroja luz sobre la historia para el lector, por lo que prefiere que estos se centren en el libro, y saquen su propia experiencia de él.
Trabajando en su oficina, ante el ordenador, Margot decidió probar con la escritura creativa; siendo “The Light Between Oceans” (2012) su primera novela, la cual se inspira en el paisaje de su país natal, Australia, aunque ella escribió e investigó gran parte del contenido del libro, en La Biblioteca Británica; es una historia de personajes al límite de la supervivencia; y muy a pesar de no contar con el habitual y atronador armazón de los “best sellers” tradicionales, el libro alcanzó los primeros puestos en ventas, nada más salir al mercado; simplemente amarrado a la vida de un grupo de personajes hundidos en la soledad, sujetos a un concepto del aislamiento omnipresente y asfixiante.
Entre los océanos Índico y Antártico, los seres que habitan en las páginas del libro, dialogan a través de silencios en penumbra, enunciados desde la ansiedad de los espíritus malditos.
Todo inicia una mañana de abril de 1926, cuando un bote encalla en la costa rocosa de una remota isla australiana.
En su interior yacen un hombre muerto y un bebé que llora con desesperación.
A su encuentro salen Tom Sherbourne, el farero, y su joven esposa, Isabel; que se han instalado en la isla para dejar atrás los horrores de La Primera Guerra Mundial, y lo único que ensombrece su felicidad, es la incapacidad de tener hijos.
Ante la impresión que les causa un ser tan frágil e indefenso, Tom e Isabel deciden seguir el dictado de sus corazones, y adoptar a la criatura, sin notificar el hallazgo a las autoridades.
Un par de años después, cuando llega a su conocimiento, que la madre de la niña está viva, y mantiene la esperanza de encontrar a su hija; las tensiones se desatan en la pareja:
Isabel, ya no concibe la vida sin la pequeña Lucy, pero la decisión que han de tomar, y el sufrimiento de la madre biológica, harán que los hechos se precipiten en una cadena de consecuencias imprevisibles; tanto que Tom es detenido, acusado de varios cargos, y del posible asesinado del padre de la niña…
“The Light Between Oceans”, aunque situada durante la primera mitad del siglo XX, no es exactamente una novela histórica.
Por supuesto, hay un contexto histórico, y La Primera Guerra Mundial tiene mucha importancia en la trama, el mensaje que quiere hacernos llegar la autora, no está relacionado con el marco temporal de la novela; es decir, como novela histórica, tampoco es un trabajo muy minucioso, claro que el libro tiene unas 350 páginas, aunque hay que decir que Stedman ha hecho un buen trabajo de investigación en lo que concierne a los empleados del servicio de faros del Commonwealth, respecto a su entrenamiento, sus reglas, etc.
La novela, está estructurada en partes, capítulos, ninguna novedad en cuanto a esto; y la mayor parte de ella, está narrada por Tom, aunque de vez en cuando cambia el punto de vista, pasando por Isabel, alguno de sus padres, u otro personaje secundario o no.
No olvidando uno de los actores principales de la trama:
El mar, el océano.
Sobre todo cuando vemos el mundo a través de los ojos de Tom, el océano siempre está presente, sea directamente, como su oficio, o indirectamente, a través de metáforas.
La autora, recurre varias veces a utilizar el mar como forma de revelar una parte de la naturaleza humana, y también como una forma de vía de escape para ellos.
La verdad es que no me extraña, el mar ejerce un extraño poder sobre las personas, y no poca literatura se ha escrito sobre ese elemento que constituye el 70% de nuestro planeta.
La prosa de la autora es poética, con mucha fuerza, como el océano, y sabe capturar y asimilar aspectos del mar, y de los personajes conjuntamente; por lo que plantea un interesante problema moral, que la autora trata con arreglo a sus conocimientos jurídicos, y a su capacidad de profundizar en la psicología de los personajes.
La soledad del faro, aunque proyecta luz sobre el mar, deja a oscuras la tierra donde se asienta, la luminosidad que irradia la cuna de la pequeña, a la que llaman Lucy, devuelve la sonrisa a los labios de Isabel.
Estos elementos emocionales, se transforman en material novelístico muy humano, situado en los límites en que la razón y el sentimiento, la ley y el instinto atávico, entran en conflicto de forma irreductible.
La narración, adquiere una mayor intensidad que aumenta a medida que pasa el tiempo, crecen los remordimientos en Tom, y la felicidad en su mujer...
Sin embargo, el caso no permanece en el olvido.
Se producen ciertos momentos relacionados con el misterio del bebé perdido, por cuyo hallazgo, su verdadero abuelo ofrece una substanciosa recompensa a quien aporte datos sobre su paradero.
Mientras tanto, Lucy crece feliz y querida por sus presuntos padres y abuelos, al margen de la tragedia que la va cercando, y la convierte en víctima de los amores entrecruzados.
Ella será “un faro entre océanos”
Por fortuna, este entramado argumental no se inclina, como hubiera podido suceder al melodrama sensiblero, sino hacia la comprensión de los errores que personas rectas pueden cometer en circunstancias especialmente delicadas.
Al fondo de la problemática afectiva planteada, aparece la sombra de la atroz Guerra Mundial, que ha dejado cicatrices no sólo en el cuerpo de los combatientes, sino sobre todo en el alma de muchas personas, familias, mujeres, madres, que no participaron directamente en ella.
En definitiva, el ritmo del libro es bastante pausado, salvo al final, centrándose en emociones precisas de ciertos instantes de la vida, como pequeñas fotografías animadas con una peculiar magia, que quizás solas no significan mucho, ni avanzan mucho la historia, pero que en su conjunto construyen el cuadro de una vida entera y conmueve al lector.
“You only have to forgive once.
To resent, you have to do it all day, every day”
The Light Between Oceans es un drama del año 2016, escrito y dirigido por Derek Cianfrance.
Protagonizado por Michael Fassbender, Alicia Vikander, Rachel Weisz, Anthony Hayes, Caren Pistorius, Leon Ford, Benedict Hardie, Florence Clery, entre otros.
El guión está basado en la novela homónima de M.L. Stedman, que fue una sensación literaria desde su publicación en 2012.
Ambientada en el extremo más alejado de Australia Occidental, en los años que siguieron a la devastadora Gran Guerra, el libro atrajo a los lectores con una seductora historia clásica de amor y decisiones imposibles, que plantea preguntas muy vigentes sobre el bien y el mal, los efectos de la guerra y la paz, las casualidades y los peligros de los prejuicios, etc.
El director, Derek Cianfrance, pasó un año editando la película, con pequeñas interrupciones entre el primer corte, terminándola con 2 horas y 20 minutos de metraje.
The Light Between Oceans, será la última película de DreamWorks, que será lanzada por Walt Disney Studios Motion Pictures, a través de Touchstone Pictures bajo el acuerdo original; cuya filmación tuvo lugar en Nueva Zelanda, y Australia; principalmente filmada en Stanley, una tranquila ciudad costera en el noroeste de Tasmania; cuyos portavoces locales esperan que la película realce la cantidad de turistas en el área.
La acción tiene lugar en Australia, en el año de 1926; y gira alrededor de la vida de Tom Sherbourne (Michael Fassbender), un militar retirado, que decide aceptar un solitario trabajo como guardián de un faro, en Janus Rock, a casi medio día de viaje desde la costa; con tal de dejar atrás a los fantasmas de La Gran Guerra; y pasar el resto de su vida en total tranquilidad.
No obstante, la calma se interrumpe abruptamente, cuando conoce a Isabel Graysmark (Alicia Vikander), una joven de la localidad, quien decide que su amor es más grande que el aislamiento, y así contraer matrimonio con Tom.
Los recién casados, viven de forma tranquila como los únicos habitantes de la isla del faro, donde todo es paz y quietud, hasta que la pareja enfrenta dificultades para tener un hijo, situación que inundará sus vidas de pena y tristeza.
En medio de su melancolía, Isabel recibe un inesperado “milagro”, un bote encalla en la isla del faro con 2 pasajeros:
Un hombre muerto, y un bebé recién nacido, y con vida.
A pesar de que Tom considera que lo correcto es dar aviso, y localizar a los padres de la niña, cede ante las súplicas de Isabel, y decide adoptarla sin informar a nadie.
No obstante, y a pesar de la felicidad que su hija adoptiva le trae tanto a él como a su esposa, el fantasma de la duda no lo dejará descansar en ningún momento, mucho menos cuando al regresar a la localidad, descubre la identidad de la verdadera madre…
Así, la pareja deberá de enfrentar el dilema moral entre hacer lo correcto, o callar con tal de seguir siendo felices con su familia perfecta.
The Light Between Oceans pone sobre la mesa el debate acerca de, si la pareja cometió un secuestro, de la moralidad de sus acciones, e incluso acerca de quién puede decirse que en realidad es un padre.
Éste es el mérito que hace que el espectador se vea inmerso en el dilema moral que viven sus personajes; siendo al final, una oda a la belleza de la absolución.
The Light Between Oceans es un drama romántico de época, que profundiza en los temas del amor, el deber y el destino, todo esto realzado gracias a la bella escenografía, y a las grandes interpretaciones, que dejan a la audiencia planteándose qué habría hecho en esa situación.
¿Qué constituye verdaderamente a una familia?
Esa es la pregunta que Isabel parece jamás realizarse, ahogada por estrictas convenciones sociales que le imponen la labor de esposa, y madre abnegada que no ha podido superar el trauma de aborto espontáneo.
“She doesn't belong to us.
We can't keep her”
El melodrama, es un género donde no existen puntos medios, pues solo puede fracasar o triunfar al momento de generar emociones en el espectador.
Basado en el libro del mismo nombre, The Light Between Oceans parece ser consciente de esta dificultad, aunque no por ello escapa de los clichés de romances tormentosos, y personajes torturados.
La historia se salva de hundirse desde un inicio, gracias a un “casting” de tremendos actores, quienes saben llevar las incómodas líneas de guión, y las constantes escenas de desolación.
El director, Derek Cianfrance, triunfa en los aspectos técnicos; pues nos sumerge en un viaje hacia las emociones sinceras, a través de las imágenes, comandadas por individuos maltratados por la vida; justo como ocurre en la novela de M.L. Stedman.
Tal elemento resultó primordial, según el propio director, para que éste se interesara por el texto de la abogada australiana, el cual prendió en la mente del realizador, imágenes de potente vigor escénico.
Así vemos a Tom llegar a un pequeño pueblito australiano, en los años posteriores a La Primera Guerra Mundial, para hacerse cargo de un faro ubicado en una isla cercana, tras ser advertido de no quedarse por mucho tiempo, o bien formar una familia, luego de que su antecesor perdió la razón en el lugar...
Tom, enamora a Isabel, quien tras casarse, se va a vivir con él en un idílico inicio de matrimonio que se viene abajo tras 2 embarazos perdidos, por lo que entra en una terrible depresión.
Pero todo cambia el día que un bote llega solo con un hombre muerto y un bebé de meses, a la que deciden adoptar, haciéndola pasar por hija propia.
Pocos años después, aparecerá la verdadera madre, Hannah Roennfeldt (Rachel Weisz), hija del hombre más rico del pueblo, y todo su mundo se verá amenazado.
La historia está muy bien narrada, se toma su tiempo correctamente para introducir a los personajes, y seguir la lógica de las relaciones entre ellos, creando empatía; y se va tornando denso conforme la relación se va degradando por elementos adversos, hasta el momento en que aparece la bebé.
A medio metraje, toma un giro, e incluye a un tercer personaje principal que cambiará todo lo narrado:
Hannah.
Serán aproximadamente 50 años de relato, en temas como la aventura, el amor, la infertilidad, la esperanza, la empatía, el dolor ajeno, y la pérdida, así como simbolismos varios en el faro, el océano, la isla, etc.
Técnicamente, The Light Between Oceans es impresionante.
La fotografía de la costa de Nueva Zelanda es maravillosa, así como la perfecta iluminación, el trabajo del decorado, el maquillaje, y el vestuario.
Las imágenes son tratadas con la delicadeza de Adam Arkapaw, que aprovecha el espacio abierto, así como los primeros planos del rostro de los actores, con un cuidadoso estudio de la luz en interiores, y unos maravillosos encuadres.
Del reparto, los personajes son todos australianos, sin embargo, ninguno de los actores principales lo son.
El irlandés-alemán Michael Fassbender, sigue demostrando que es un gran actor dramático, saber sostener una película de más de 2 horas con su talento y carisma.
Hace un buen trabajo al plasmar de forma bastante realista, a un hombre carente de sensaciones, y visiblemente afectado por la guerra.
El aislado faro, le permite enfrentarse a sí mismo, en un viaje de sanación donde la naturaleza es un crucial compañero.
Con excelentes escenas de introspección y silencios, el protagonista se siente incapaz de volver a ver y sentir la fecundidad de la vida.
Fassbender expresa fácilmente las emociones de un hombre lleno de remordimientos, y que tiene un gran peso sobre su conciencia.
Por el amor por su esposa, Tom está dispuesto a sacrificarse, y tomar toda la culpa en una mortificante situación.
Y es que es un hombre que ha pasado por lo inimaginable, y que ha hecho cosas que él mismo considera abominables, y por esta supuesta valentía, le han dado una medalla honorífica…
Es un hombre que se ha apartado de su familia, que está horrorizado de él mismo y que, sin cesar, se pregunta por qué él sobrevivió, por qué el destino le salvó a él, y por eso decide irse lo más lejos posible de la civilización, haciendo un trabajo que quizás salve vidas.
Y, tras haber pasado unos cuantos años en un trabajo de reglas tan estrictas, ha desarrollado un agudo y casi maniqueo sentido del bien y del mal; o más bien dicho, de lo que es correcto y lo que no.
Pero sus vivencias junto a Isabel, el encontrarse con una niña de apenas unos meses tras haber sufrido tanto, pondrá a prueba sus valores.
Y de eso, precisamente, es de lo que trata la obra.
Como dato curioso, el libro en el que esta película se basa, contiene 3 enlaces coincidentes a las películas anteriores de Michael Fassbender:
En primer lugar, su personaje Tom, viaja en la nave SS Prometheus:
Fassbender, protagonizó como el androide David en “Prometheus” (2012)
En segundo lugar, a la esposa de Tom, Isabel, se le da un disco de gramófono, “Las Variaciones de Goldberg” de Bach, como un regalo:
Esta pieza de música, era la banda sonora de la escena de jogging en la película de Fassbender, “Shame” (2011)
Finalmente, en “Frank” (2014), hacia el final de la película, el personaje Frank, de Fassbender, entra en un bar, donde Maggie Gyllenhaal está cantando la canción “I Want to Marry a Lighthouse Keeper”
El personaje de Fassbender en The Light Between Oceans, Tom, es un guardián del faro.
Mientras que Alicia Vikander y Rachel Weisz tienen un “tour de forcé” cada vez que se enfrentan, que demuestran muy bien porque se ganaron el Oscar como Actrices de Reparto.
La sueca Vikander, encarna a Isabel, cumpliendo con una actuación aceptable al presentar a una mujer cuyo carácter impulsivo, es totalmente opuesto al de su marido.
La actriz, tiene una excelente química con Michael Fassbender, haciendo que la historia de amor entre Isabel y Tom, se note auténtica.
Tanto Fassbender como Vikander, exploran la moralidad de sus personajes y sus estados mentales con gran profundidad, perforando a través de la coraza melodramática del argumento, hasta la ética cambiante de sus profundidades, pero es Alicia Vikander quien interpreta el personaje más emocional.
En algunas escenas que son visualmente desgarradoras, ella las interpreta con una facilidad increíble, toda la desesperación de su carácter es notada en puros ademanes y gestos faciales.
Además que ella tiene más tiempo en pantalla que Weisz.
Como dato, después de reunirse en el set de esta película, en septiembre de 2014, Michael Fassbender y Alicia Vikander, confesaron que se enamoraron durante el rodaje.
Ambos tuvieron que pasar un mes aislados en un faro para preparar mejor sus personajes; y allí admiten que se sintieron “aterrados y muy solos”, pero Alicia reconoce que Michael la ayudó a sentirse muy cómoda…
Tras el rodaje, anunciaron en diciembre de 2014, que estaban saliendo.
Para completar el cuadro, está la también ganadora al Oscar, Rachel Weisz, quien se encarga de desempeñar el papel de Hannah, la verdadera madre de la hija adoptiva de los Sherbourne, en un plano secundario que adquiere mayor fuerza conforme avanza la cinta, la británica es capaz de despertar antipatía o simpatía dependiendo de la forma en cómo uno juzgue la historia.
El personaje de Weisz, parece haberse limitado en el proceso de adaptación, pero la veterana actriz consigue sobresalir como un alma en pena, en un filme donde estas abundan.
Otro dato del reparto, es que fueron 5 los niños que retrataron al personaje Lucy / Grace:
Los gemelos Elliot y Evangeline Newbery como bebé; Georgie Gascoigne de 1 año de edad; Florence Clery de 4 años de edad, y Caren Pistorius como un adulto.
Pero es la adorable Clery, la que conmueve con sus pequeñas aportaciones; pues posee ese don especial para exprimir lágrimas.
Todos los personajes son esencialmente buenos, pero la vida, la naturaleza, el sino, no tiene sentido de bondad o de justicia, simplemente ocurre.
Y a estos personajes, les ocurren cosas terribles, cosas por las que no les parece justo pasar, que no se merecen, y, a pesar de todo ello, luchan con todas sus fuerzas para ser felices.
Y quizás, en este ahínco cometen errores, que a su vez hacen desgraciado a otro ser humano; por lo que es imposible juzgarlos, es imposible posicionarse a favor de unos, o de los otros, y puede ser que legalmente uno u otro tenga razón, pero moralmente, simplemente no he podido dejar de sentir compasión por todos ellos, por lo que les ha tocado vivir.
No sufrir con Isabel, a quién la traiciona su propio cuerpo, o sus padres, que han perdido a 2 de sus hijos en un lugar lejano, en una guerra sin sentido; o Hannah, que ha perdido a su marido y a su hija, no es tarea fácil.
Quizás, con quién más me identifique, sea con Tom Sherbourne, claro que al ser el principal narrador, parece lógico, y porque es quizás el personaje más desarrollado, más complejo.
Se puede ver que la guerra le ha cambiado para siempre, y no sólo eso, si no que se ha convertido en una parte de sí mismo, que arrastra con él a lo largo de su vida, haciendo que le sea imposible comunicar sus sentimientos.
Y su lucha interna, sus remordimientos por haber “robado” un niño, se nos hace tan cercana, de la misma forma que los intentos y los argumentos que construye Isabel para justificar quedarse con el bebé, parecen tentadoramente convincentes.
En The Light Between Oceans tenemos simbolismos varios, que son:
La isla del faro, el mismo paraíso donde los hijos parecen jamás venir, ya que Isabel comienza a tener trágicos abortos que perturbarán su estado mental.
El detalle del viejo piano arreglado por Tom para Isabel, quien tocaba cuando pequeña, es una muestra sutil de que la creación y la fecundidad van más allá del estereotipo de familia numerosa.
Ambos personajes, se enfrentan a una soledad aplastante en el faro, y aunque los hijos no lleguen, por lo menos tienen el amor y la felicidad que se proporcionan mutuamente.
El mismo faro, como símbolo fálico de una infertilidad en una isla con geografía de mujer, con un mar que simboliza tanto la soledad como la esperanza.
La historia, comienza a llenarse de casualidades con la llegada del bote y de un bebé milagroso que viene, cual Moisés, a regalarles días de júbilo, pero también un futuro lleno de culpa.
Por lo que Derek Cianfrance propone no solo la mirada del hombre ante la problemática de la paternidad, y la obligada responsabilidad de ser líder familiar, sino también, un vistazo a una maternidad más comunitaria que natural.
Eso sí, las mujeres del relato, parecen constantemente al borde del ataque de histeria:
Isabel es la más tridimensional comparada a Hannah, perdiendo a la figura femenina que surge en la intimidad, y después de los sollozos.
También contiene la consigna asumida de llevar a los espectadores hasta la confluencia de 2 océanos que chocan, las mujeres/madres, en pos de construir sueños astillados.
Y en ese rompeolas de areniscas luchas, Derek Cianfrance y M.L. Stedman, arrancan codo con codo las ilusiones suicidas de un conjunto de almas previamente amortajadas, solitarias, y dependientes.
Si tengo que achacarle algo a The Light Between Oceans, sería el último tramo, demasiado apresurado, tanto que se brinca 30 años, para concluir forzando situaciones que carecen de naturalidad, y perdiendo un poco de peso a su impacto emocional con la inclusión de un epílogo que se siente fuera de lugar.
Eso es trampa.
A pesar de ser un drama acerca de la responsabilidad adulta, egoísmo y obligaciones morales, The Light Between Oceans no profundiza en lo principal, que es, lo que significa criar a un hijo.
Como detalle, en la novela, Tom tiene 28 años e Isabel tiene 19 años.
Michael Fassbender y Alicia Vikander, tenían 37 y 25 años respectivamente, cuando la película fue filmada.
Por último, la banda sonora es de Alexandre Desplat, perfecta porque ayuda a potenciar las escenas.
“I hope you can forgive me for keeping you.
And for letting you go”
The Light Between Oceans es una historia compleja, sobre la observación de las decisiones que tomamos en la vida; y sobre todo, por los efectos del trauma post aborto espontáneo.
Cuando se pierde un embarazo, la pareja se enfrenta a uno de los momentos más difíciles.
Todas esas ilusiones, ese amor ya dado, los planes, las emociones, todo se desmorona.
Las consecuencias psicológicas y emocionales de un aborto natural, pueden ser muy dolorosas para ambos.
El dolor de la pérdida será intenso, pero variará según las expectativas de la mujer, sus ideas, y también de su carácter.
Para el padre, también hay mucho dolor, un dolor al que raramente se atiende, y, aunque para el hombre, la pérdida no se produjera en su cuerpo, siente igualmente el haber perdido a su hijo, aunque sus reacciones suelan ser diferentes que las de la madre, siempre desde la diversidad de las personas.
La mujer debe afrontar el luto por el niño no nacido.
La pena se mezclará con miedo y ansiedad, temor ante no poder tener más hijos, culpabilidad por pensar que pudo ser culpa de ella, y una gran tristeza, pensando en todo ese amor que siempre guardará para su hijo “no nacido”
Se considera que al menos, 1/3 de los embarazos terminan en aborto, y en la mayoría de los casos, no hay una causa cierta para explicarnos lo ocurrido.
Si la hay, al menos saberlo puede curar la incertidumbre de la madre, pues la mayoría de las mujeres que sufren un aborto natural, pueden tener hijos sanos sin problemas.
Incluso si hay una causa médica conocida, saberlo ayuda a prevenir o a estar preparado para las dificultades.
Pero en la mayoría de los casos, la pérdida se produce sin que se llegue a saber la razón, y es simplemente que forma parte de lo delicado que es el proceso reproductivo.
Aunque eso, al principio, no calmará el dolor.
Pese a que el aborto natural es algo que sucede con bastante frecuencia, la sociedad no está preparada, ni las madres tampoco, para asumirlo y comprenderlo.
Más bien, se niega, se evita hablar de ello, se silencia, como si nunca hubiera pasado, y como si la pena debiera enterrarse.
Pero también se puede cometer el error de decir cosas que nunca deben decirse a una mujer que ha tenido un aborto…
Para el hombre, el aborto natural también es una situación dolorosa, aunque no implica las mismas emociones, ni tiene el mismo reflejo físico y hormonal. Dependerá de su conexión con el bebé esperado, o con lo avanzado del embarazo, lo intensamente que le dolerá.
Pero, sea como sea, muchas veces los padres no saben cómo deben reaccionar.
Piensan, erradamente, que hacerse los fuertes y empujar a la compañera a superarlo rápidamente, puede ayudar; u ocultan su dolor bajo capas y capas de autocontrol.
Pero ellos también pueden sentir la necesidad de llorar, de lamentarse, de tener miedo, y de echar de menos a su hijo.
Entonces, desde la fortaleza y el sostén que su compañera espera de ellos, deberían saber que mostrar su pena, llorar abrazados, reconocer el dolor, puede ser mucho más sanador que la negación.
Cada pareja debe actuar según sus sentimientos.

“One day this will all feel like a Dream”



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