The Ninth Guest

“Congratulations.
Plans afoot for small surprise party in your honor Penthouse Manville building next Saturday, Ten PM.
Maintain secrecy.
Promise you most original party ever slated.
Your Host”

La figura del psicópata, no contaba con una tradición en el cine, en sus inicios, ya que la seminal “The Lodger: A Story Of The London Fog” (1927) renegaba de ello en su desenlace, algo que no sucedería en “The Lodger” (1932), remake de la cinta de Alfred Hitchcock, en la que Ivor Novello volvía a interpretar el mismo personaje, pero sin acobardamientos finales.
Por su parte, títulos como “M” (1931) o “The Most Dangerous Game” (1932), demostraron sus grandes posibilidades.
Por desgracia, dichos títulos, son producciones prácticamente ignotas a día de hoy, pero que en su momento se aprovecharon del relajamiento de Hollywood, antes de que se impusiera con toda su dureza El Código Hays, a partir de 1934.
Un buen ejemplo de este punto sería “Thirteen Women” (1932), considerada temerariamente por algunos, como el primer “slasher”, que sufrió un remontaje en 1935, en su duración pasó de 73, a 59 minutos; para ajustarse a las nuevas reglas, intentando aprovecharse de la creciente popularidad de Irene Dunne y Myrna Loy.
El montaje original, se da por perdido, pero siempre queda hueco para que sucedan pequeños milagros.
“Death, the great housewife, sweeps one’s puzzled moldiness into the dustbin”
The Ninth Guest es una película de suspense, del año 1934, dirigida por Roy William Neill.
Protagonizada por Donald Cook, Genevieve Tobin, Hardie Albright, Edward Ellis, Edwin Maxwell, Vince Barnett, Helen Flint, Samuel S. Hinds, Nella Walker, Sidney Bracey, entre otros.
El guión es de Garnet Weston, basado en la novela de misterio “The Invisible Host” (1930) de Gwen Bristow y Bruce Manning, 2 de los escritores más tempranos y más populares para la exitosa “Liga de Misterios”, que fueron marido y mujer; ambos reporteros únicos en periódicos rivales en New Orleans, siendo esta, la primera obra de misterio, sobre 8 invitados por telegrama, para asistir a una fiesta sorpresa, donde cada huésped es llevado a creer, que la fiesta está en su honor.
El único problema es que ninguno de ellos está autorizado a salir del recinto, y la muerte espera cada uno, al tiempo que su anfitrión fantasma lo explica a través de la radio.
Previamente producida como una obra de teatro, “The Ninth Guest” por Owen Davis, a quien también se le otorga crédito como uno de los 2 coguionistas, no fue una película por la que su productora apostase con especial interés, ya que confió su dirección a Roy William Neill, un realizador experimentado, pero a costa de no cuidar en demasía sus obras, ya que para él, importaba más la cantidad, sólo en 1934 estrenaría hasta 7 películas, que la calidad.
Como obra de teatro, se estrenó por primera vez en el Eltinge 42nd Street en New York, el 25 de agosto de 1930, y tuvo 72 actuaciones.
El reparto de la noche de apertura, incluyó a:
Berton Churchill, William Courtleigh, Alan Dinehart, Grace Kern, Frank Shannon, y Robert Vivian.
Esta producción cinematográfica, junto a más de 100 filmes de Columbia, la mayoría de los westerns, fueron vendidas a Hygo Television Films, en la década de 1950, que los comercializó bajo el nombre de Gail Pictures.
De ahí que los créditos de apertura de The Ninth Guest fueran rediseñados, con algunos títulos mal escritos, con el listado de los actores reorganizado, algunos nombres mal escritos, y nuevos títulos finales adjuntos; eliminando así, cualquier evidencia de sus raíces en Columbia.
Aparentemente, el material original no se conservó en la mayoría de los casos, pero las películas han sobrevivido, incluso algunas se encuentran en La Biblioteca de Sony, y The Ninth Guest se conserva con los créditos de apertura originales, y los reemplazos creados.
También, conviene señalar que The Ninth Guest apenas llega a los 67 minutos de duración, por lo que se cree, que también pudo existir una edición más larga.
La acción sigue a 8, aparentemente, extraños invitados por un misterioso anfitrión, desconocido por ellos, para pasar la noche en un ático del Manville.
Son 5 hombres y 3 mujeres:
Margaret Chisholm (Nella Walker), a quien no le gusta su posición como gran dama de la sociedad de New Orleans, se siente desafiada.
El Dr. Murray Reid (Samuel S. Hinds), es el presidente de una universidad local, que acaba de sacar a un colega de izquierda.
Jason Osgood (Edwin Maxwell), es un rico fundador de La Fundación Osgood.
James Daley (Donald Cook), es un dramaturgo que celebra su primera obra en Broadway.
Sylvia Inglesby (Helen Flint), es una glamorosa y hermosa abogada.
Timothy Cronin (Edward Ellis), es un pugnaz político duro.
Henry Abbott (Hardie Albright), un profesor frustrado.
Y, Jean Trent (Genevieve Tobin), la diáfana estrella de cine de New Orleans.
Así como William Jones (Vince Barnett) y Hawkins (Sidney Bracey), los mayordomos.
Todos ellos son invitados a cenar, siendo recibidos por la voz de su anfitrión, a través de una emisión de radio, donde les informa anónimamente el propósito, que no es otro que matarlos, uno por uno.
A lo que uno de los invitados argumenta:
“Si no estamos solos, si la persona que se llama a sí mismo, “nuestro anfitrión” está aquí, debemos ser capaces de encontrarlo”
Mientras otro alega:
“Si realmente está hablando desde una estación lejana, este apartamento está lleno de horribles trampas mortales, diseñadas para atraparnos a medida que avanza la noche”
Así que el juego inicia, y los invitados comienzan a morir, uno por uno, como su anfitrión advirtió.
La voz, anunció que antes de que termine la noche, cada uno será sistemáticamente asesinado, a cada hora señalada, a menos que se las arreglen para burlar a la muerte de su 9º invitado; que prometió revelarse como tal, antes de morir.
The Ninth Guest es una película de suspenso y terror de estudio clásico, muy difícil de encontrar, clasificada dentro de La Edad de Oro de las películas de terror pre-Código Hays de producción, que merece ser vista por aquellos que gusten del género; porque es una curiosa rareza en la línea de “Ten Little Niggers” (1945), pero previa a la existencia de la novela de Christie, publicada en 1939; amén de incidir en un tipo de psicópata, que posteriormente alcanzaría una notable popularidad.
Y es que parece extraño que The Ninth Guest sea tan poco conocido, cuando la versión de Agatha Christie de la misma historia, es un clásico de misterio reconocido, y ha sido filmada al menos 4 veces.
Por lo que aquí estamos ante algo plenamente original.
“One For Each Of Us”
En 1939, se publicaba por primera vez, “Ten Little Niggers”, la célebre novela de Agatha Christie, que poco tardaría en convertirse en un gran éxito de ventas, y acabaría dando pie a varias adaptaciones cinematográficas, entras las que destaca, el temprano acercamiento de Rene Clair en 1945, aunque ésta, y la mayoría de versiones posteriores, optase por el más positivo desenlace de la obra teatral, a partir de la obra literaria; en lugar de ofrecernos el desenlace original.
Esto, en ningún caso afectó a una novela muy influyente, que en realidad es mucho menos original de lo que se ha llegado a decir…
Hay que remontarse a 1930, para encontrar el momento en el que apareció por primera vez “The Invisible Host”
Un libro de Bruce Manning y Gwen Bristow, marido y mujer en la vida real, hoy olvidado por la gran mayoría, pero en el cual, podemos encontrar no pocas similitudes con una de las obras más famosas de Agatha Christie.
No obstante, en su momento, sí gozó de suficiente popularidad, para que en Hollywood probasen fortuna con una adaptación bajo el título de The Ninth Guest, siendo dirigida por Roy William Neill, en 1934, que no merece la invisibilidad en la que ha caído, pese a que sería un error hablar de ella como si fuese una mala película.
Y es que son 11 años los que separaran a la obra cinematográfica de Agatha Christie, que primero fue publicada en 1939; así que la idea general de la premisa, se originó desde The Ninth Guest.
El director, Roy William Neill, hizo un trabajo fantástico en la creación de este ambiente claustrofóbico; en este pequeño drama de misterio y suspense, producido por Columbia, con un uso imaginativo y elegante de la iluminación y los ángulos de cámara; en una historia verdaderamente escalofriante, rebuscada pero por lo menos creíble, que está dirigida con verdadero pulso por Roy William Neill; que por alguna razón desconocida, en lugar de su nombre completo, sólo se le atribuye como “R. William Neill”; que realiza elaboradas secuencias de montaje, y lo que probablemente es el ambiente gótico más convincente, jamás logrado en una película que se desarrolla en un edificio moderno, en lugar de un viejo castillo desmoronado, y en la época con grandes aperturas de producción.
En esta ocasión, son 8 las personas invitadas a pasar una velada inolvidable en un “loft”
Todos ellos, 5 hombres y 3 mujeres, reciben la misma carta, muy torpe su director al mostrarla en plan varias veces, cuando ya de antemano conocíamos su contenido, pero bien es para personificarla; y la sorpresa es unánime, cuando van descubriendo quiénes son los demás asistentes... cada una de las cuales, tiene algo que ocultar:
De políticos torcidos, a empresarios codiciosos; a falsas “damas de sociedad”
Todos ellos son invitados por telegrama, a una fiesta en un ático, en lo alto de un rascacielos.
Así la historia comienza, con una escena en una universidad, donde el profesor radical, Henry Abbott, acaba de ser despedido por El Presidente de la escuela, el Dr. Murray Reid, por la insistencia del principal donante de la universidad, el magnate, Jason Osgood; representación simbólica de todo lo que estaba mal con El Capitalismo.
Osgood, se siente avergonzado, porque además de dirigir la universidad, también organizó un movimiento de reforma de “buen gobierno” para que el gobierno de la ciudad fuera de manos de los candidatos controlados por el jefe político rival, Timothy Cronin.
Otros asistentes/invitados son:
La novia de Cronin, la abogada Sylvia Inglesby, que descubrió una condena penal de 30 años, en el pasado, del candidato “reformista” de Osgood:
Burke (Charles C. Wilson), y lo publicó en vísperas de las elecciones, justo a tiempo para arruinarlo políticamente, y asegurarse de que la ciudad se quedara en manos de las criaturas corruptas de Cronin, en vez de cambiar a la de Osgood.
Como dato, el negocio de las facciones rivales de la “reforma”, donde ambos, igualmente corruptos, luchan por el gobierno de la ciudad, fue utilizado en bastantes ficciones durante este período.
Otra invitada, es la matrona de sociedad, Margaret Chisholm, que saborea la novedad de que por una vez, ella sólo será una invitada más en una fiesta fabulosa, en lugar de ser la anfitriona de una; y los 2 ingenuos:
James Daley y Jean Trent, que conocen más o menos a Henry Abbott, pero rápidamente se encuentran mucho más atraído por el reportero, que por el profesor.
La fiesta, se lleva a cabo en el ático de un gran edificio de oficinas, y la gente allí, incluyendo a los 2 mayordomos, que han sido contratados por la noche a través de una agencia, no tienen idea de a quién le están trabajando; notan rápidamente, que el ático es tan inmaculado como un escenario:
Es obviamente un espacio que ha sido alquilado para la ocasión, y uno donde nadie realmente vive.
Que, una vez que todos llegan, se convierte en una prisión, y el juego mortal entre los 8 huéspedes, y su misterioso anfitrión que se comunica con ellos sólo a través de una radio, predice que, antes de que acabe la noche, ellos y él morirán.
Lentamente, las 8 personas atrapadas, comienzan a sospechar que uno de ellos es el anfitrión oculto.
Pero el anfitrión los desafía en su juego de vida o muerte, a través de la estación de radio WITS, prometiéndose a sí mismo como una víctima final, si no logra matar a todos.
Y es que cada uno de ellos, tienen secretos e idiosincrasias que parece conocer bien el anfitrión.
Después de explorar los terrenos, los invitados encuentran 8 ataúdes, “uno para cada uno de nosotros”
El primero en morir es Osgood, un cobarde ladrón, que planea envenenar a todos los invitados, pero corta su dedo en el casquete envenenado.
Justo antes de que la próxima víctima, Margaret Chisholm sea asesinada, ella es expuesta como una bígama, que se ha hecho un nombre para sí misma en la sociedad, con el dinero de su marido, que ella ha encerrado en un manicomio.
Todos los ojos, por supuesto, se dirigen a Tim Cronin:
Osgood era su enemigo, y la Sra. Chisholm había desairado a su hija.
A medida que la noche se desliza, las vidas de los invitados están expuestas, ya que cada uno revela secretos sobre sí mismos, y entre sí.
El servicio, tampoco conoce al organizador de tan singular reunión, que por cierto, resulta bastante desafortunada la aparición en plan alivio cómico, del ayudante del mayordomo.
Así pues, todos los presentes, ocultan algún horrible secreto, e irán cayendo de uno en uno, a medida que avanza la noche, a manos del noveno huésped, que es “la muerte”
Pero es la señora Chisholm, la que muere de la mejor manera, de disgusto, un buen truco para cualquier asesino.
Tim Cronin cae muerto por una trampa basada en un hábito personal...
Sylvia Inglesby, pierde el control, y comete suicidio, arrojándose a una puerta electrificada…
El Dr. Reid muere de tratar de psicoanalizar al asesino, que “es sólo un paso demasiado listo para él”
Y entonces, finalmente, nuestro héroe y heroína se dan cuenta de que Henry Abbott, el anfitrión misterioso…
Aunque resulte raro que con el salario de profesor, de los años 30, tenga lo suficiente ahorrado para alquilar un ático lujoso, y tenerlo todo arreglado de esa manera…
Pero él es el asesino, y dándose cuenta de que nunca tendrá el amor de Jean, confiesa todo:
El primer marido de Margaret, era su hermano; y planeó vengarse de ella.
Sylvia, que la representó y arregló el compromiso; junto con Cronin.
Por lo que Henry, primero trata de dispararse, pero James le quita el arma.
Luego él desconecta el interruptor que apaga la electricidad en la puerta, para dejar salir a James y a Jean; para luego encender la puerta, y electrocutarse a sí mismo con eso.
Cualquier comparación con la obra de Christie, se detiene aquí; pues hay una clara corriente de hostilidad entre varios miembros del grupo, donde la sospecha es tan alta, en cuanto a quién está realmente detrás de la cena macabra.
Es la diversión del “Grand Guignol” con un elegante apartamento Art-Deco, donde los 8 invitados están atrapados por el noveno invitado titular, una voz en la radio, que manda en su malograda fiesta, en una casa del horror.
Uno de sus principales logros, es que seguramente, The Ninth Guest sea el primer caso, es imposible afirmarlo con rotundidad, teniendo en cuenta la gran cantidad de películas perdidas que hay; de psicópata ingenioso y manipulador, que ni siquiera llega a matar directamente a sus víctimas, y además, como era de esperar, en un relato de estas características, forma parte de las víctimas potenciales, y ha creado un perverso juego para ejecutar una venganza que roza lo delirante, cuando es explicada con todo detalle en sus últimos 5 minutos.
Es evidente, que es una fórmula que contó con gran seguimiento en años venideros, en especial dentro de las aportaciones más recientes, gracias al indiscutible éxito de la franquicia “Saw”
También en su favor, en un sentido negativo, en The Ninth Guest no hay ni policía ni investigación posterior para estropear lo que hay de drama, por lo que se podría decir que termina con el triunfo del asesinado, al lograr su cometido y manejar/controlar el destino.
Visto como un misterio de asesinato clásico en sí mismo, The Ninth Guest es realmente uno de los más raros filmes suspense nunca hecho, con un elenco brillante, que transmite el aspecto psicológico de la mutua sospecha, y fuertes tensiones, perfectamente, así como el conflicto entre la desesperación y la voluntad de sobrevivir.
Es ahí donde el guión de Owen Davis y Garnet Weston, consigue que The Ninth Guest no se convierta en un espectáculo completamente rutinario, ya que las apariciones sorpresa del asesino, consigue añadir garra a un relato demasiado monocorde en líneas generales.
La vivacidad del criminal, también choca con la inane exaltación de los invitados, los cuales ni siquiera consiguen ser memorables en ninguna de sus muertes, la más llamativa, es una electrocución bastante torpe, dadas las limitaciones de la época en general, y presupuestarias en el caso que nos ocupa.
Estos chispazos de ingenio, hacen más tolerable su visionado, y evitan el aletargamiento del espectador, en su poco metraje.
La intrascendente puesta en escena de Roy William Neill, quien no duda en apostar por una extrema sencillez expositiva, se carga todas las posibilidades de crear un auténtico clima de misterio, y encuentra un gran aliado en un reparto plagado de intérpretes secundarios de la época, que jamás consiguieron llevar su carrera, más allá de este, aunque alguno de ellos trabajase con posterioridad en grandes películas.
Ninguno de ellos ofrece detalle interpretativo que le permita sobresalir por encima del resto, y la sensación que todos ellos ofrecen, es la de querer salvar la papeleta lo antes posible, sin que se note demasiado.
Genevieve Tobin, que interpreta a Jean Trent, es sólo una heroína muy bonita, asustada, pero ella podría hacer mucho más; ella era una brillante y atrevida actriz, que tenía una forma ágil de decir sus líneas, cuando ni siquiera la introducción del Código Hays llegó amortiguar.
Como dato, la banda sonora resulta ser muy buena, a cargo de Louis Silvers.
“I think you are a disgusting little snob overwhelmed by your own importance, but I wouldn’t murder you”
“La venganza es un platillo que se sirve frío”, dice el refrán popular, cuya idea clave es la maldad.
Que tiene un significado de cuando alguien desea tomar la revancha contra alguien, suele esperar a estar tranquilo para reflexionar mejor, cómo va a hacerlo, para que cause más daño.
Desde hace cientos de años, se ha hablado de la venganza, como algo inconsciente y negativo al mismo tiempo.
Claro, porque experimentar ese deseo de golpear, de contestar, de retrucar o de “hacer pagar”, al que hizo algo, va más allá de la justicia, al menos de una justicia que imparte alguien imparcial.
Confucio explicó, por qué tomar venganza es malo, con una frase que vale la pena conocer:
“Antes de embarcarte en el viaje de la venganza, cava 2 tumbas”
Una es para la persona de la que nos vamos a vengar, y la otra, para nosotros mismos.
No nos damos cuenta de las repercusiones de la venganza, porque se trata de un instinto profundo y visceral.
Está demostrado, que algo instintivo, no siempre lleva a buen puerto, porque no nos permite pensar con claridad.
Los sociólogos, que analizan los comportamientos de las personas a través de la historia, dicen que la venganza tiene una función de protección, dentro de una comunidad.
Es decir, que podría ser uno de los tantos mecanismos de defensa que tenemos “en catálogo”, para no afrontar lo que pasa realmente, o para evitar enfrentamientos donde podemos acabar más lastimados.
Esto significa, que el objetivo de la venganza, no es resarcir el daño que hemos sufrido, sino hacer sufrir al otro.
Creemos que de esa manera, nos sentiremos mejor, que el dolor del otro, aliviará nuestras penas…
Nada más alejado de la realidad.
Si has experimentado la venganza, seguro podrás afirmar que, al finalizar el contragolpe, no te has sentido feliz, quizás un poco aliviado en ese momento, pero para nada satisfecho.
¿Por qué?
Porque la venganza no nos hace volver al pasado, y la herida que nos han causado, solo se cura dejándola ir, perdonando, y mirando hacia adelante.
Después de ciertos estudios, los psicólogos de Las Universidades de Harvard y Virginia, se convencieron de que aquellas personas que quieren, o buscan la venganza, se concentran en sentimientos negativos, como el odio y la ira.
Una vez que se han vengado, esta sensación no disminuye, sino que aumenta, convirtiéndose en un “círculo vicioso”, en una historia de nunca acabar.
Por tanto, apostar por la venganza, siempre es perder.
No importa si el platillo se sirve frío o caliente, nos terminará cayendo pesado.

“Tonight you shall learn to laugh with death, the bogeyman of the ages… for… Death ought to be the playful unicorn teasing the edges of life”



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