The Little Shop of Horrors

“Lots Plants Cheap”

Llamado “The Pope Of Pop Cinema”, Roger William Corman, es un productor, actor y director de cine de culto estadounidense, conocido por sus numerosas películas de bajo presupuesto; tanto que bajo su dirección, comenzaron sus primeros pasos en el cine, numerosos directores, ahora famosos.
Se calcula que Corman produjo más de 300 películas, dirigiendo cerca de 50 de ellas; pero se hizo famoso por sus adaptaciones de los relatos de Edgard Allan Poe, realizados con bajo presupuesto, y prehistóricos efectos especiales.
Con tan escasos medios, y la inestimable ayuda del gran Vincent Price, le quedaron bastante resultones, y algo terroríficos.
Roger Corman, es el autor de un libro titulado “How I Made a Hundred Movies in Hollywood and Never Lost a Dime”, que en realidad es su biografía, publicada en 1990, y en la que narra con todo lujo de detalles sus maniobras dentro de la industria del cine.
Dejando a un lado anécdotas divertidas, y otras que no lo son tanto, lo cierto es que Corman es una figura absolutamente imprescindible dentro del cine Hollywood, y un bastión único dentro de la evolución de dicho cine.
Sin Corman, nos podríamos olvidar fácilmente de realizadores como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, James Cameron, Peter Bogdanovich, o Jonathan Demme, a quienes descubrió y produjo sus primeras películas.
El caso es que Roger Corman, además de tener un ojo clínico para los talentos, era un experto en sacar el máximo rendimiento a un presupuesto ajustado.
A Corman, le daban dinero para hacer una película, y hacía 2 o 3 sin gastar un centavo más.
Al realizador natural de Detroit, le importaba bien poco la calidad artística de sus films, aunque hay que decir que el nivel alcanzado en el llamado “Ciclo Poe” es algo pocas veces visto en un realizador tan prolífico, y que da a tantos palos, pensando siempre en un público objetivo joven.
Casi todos, eran films de entretenimiento, “thrillers” o films de terror y/o fantástico.
Por su impronta, en 2009, La Academia de Las Artes y Las Ciencias Cinematográficas de Hollywood, le concedió un Premio Oscar Honorífico en reconocimiento a toda su carrera.
“Feed me!”
The Little Shop of Horrors es una comedia de fantasía y terror, del año 1960, dirigida por Roger Corman.
Protagonizada por Jonathan Haze, Mel Welles, Jackie Joseph, Dick Miller, Myrtle Vail, Leola Wendorff, Jack Nicholson, entre otros.
El guión es de Charles B. Griffith, inspirado por diversas historias, como “Green Thoughs” (1932) de John Corlier, y “The Reluctant Orchid” (1956) de Arthur C. Clarke; y se trata de una de las películas de serie B más famosas de la historia; pues ganó notoriedad, al convertirse en una de las películas que se rodaron con mayor rapidez:
Corman, y el guionista Charles B. Griffith, escribieron el guión en una única sesión, y la película fue rodada con actores contratados por Corman de películas anteriores, como:
Jonathan Haze, Jackie Joseph, Mel Welles, y Dick Miller; tanto que gran parte del cómico diálogo entre Mel Welles y Dick Miller, fue improvisado.
Los actores, ensayaron únicamente durante 3 días antes del comienzo de la película; bajo el título de producción, “The Passionate People Eater”, y la mayor parte del rodaje, se realizó en 2 días, y una única noche; mientras que el resto de material fue rodado durante las 2 semanas siguientes; aprovechando los decorados sobrantes de “A Bucket of Blood” (1960) que estaban a punto de ser destruidos cuando Corman fue avisado.
Así, Roger Corman rodó cada escena, una única vez con 3 cámaras simultáneamente; y un presupuesto total de tan solo $27.000, aunque algunas fuentes citan $34.000.
Pero Corman tuvo problemas iniciales para encontrar la distribución, ya que algunos distribuidores, incluyendo el American International Pictures, sintieron que la película sería interpretada como antisemita, citando a los personajes de Gravis Mushnick y Siddie Shiva; pues Welles, que es judío, declaró que dio a su personaje un acento judío turco y manierismos, y que vio el humor de la película como juguetón, y sintió que no había intención de difamar a ningún grupo étnico.
The Little Shop of Horrors, fue finalmente estrenada por la propia compañía de producción de Corman, The Filmgroup Inc., 9 meses después de que se había completado; siendo proyectada fuera de competición en El Festival Internacional de Cine de Cannes.
Y debido a que Corman no creía que The Little Shop of Horrors tuviera muchas perspectivas financieras después de su estreno inicial, no se molestó en protegerla, lo que resultó en que la película cayera en el dominio público.
Debido a esto, la película está ampliamente disponible en copias de calidad variable; siendo reestrenada a color en los años 80; y actualmente se espera una segunda versión coloreada comercializada por Legend Films.
Posteriormente se volvió a mostrar interés por la película, tras la realización de una comedia musical de mismo título, producida en Broadway en 1982.
Dicho musical, seguía fielmente la película original de 1960, y fue adaptado al cine en 1986, con un título ligeramente distinto al de la versión original:
“Little Shop of Horrors”, en vez de “The Little Shop of Horrors”
Posteriormente, en 1991, se produjo una serie de dibujos animados titulada “Little Shop”
Como dato, The Little Shop of Horrors fue una de las primeras películas de Jack Nicholson; de hecho, la 3ª película, y aquí interpreta el papel secundario de Wilbur Force, un paciente masoquista de un dentista sádico.
Rodada en exteriores de Los Angeles, en Santa Fe y Skid Row; y en los Chaplin Studios de California, la acción tiene lugar en Los Angeles, en torno al año de 1960.
Seymour Krelboyne (Jonathan Haze), es un joven dependiente de una floristería situada en el marginal barrio Skid Row, cuyo dueño es Gravis Mushnick (Mel Welles)
Seymour, está enamorado de su compañera, Audrey Fulquard (Jackie Joseph), pero ella sale con el Dr. Phoebus Farb (John Shaner), un sádico dentista.
Un día, justo después de un extraño eclipse, Seymour compra una extraña planta, a la que bautiza como Audrey Jr. ( Charles B. Griffith)
La planta crece rápidamente, gracias a que Seymour le proporciona el alimento que necesita, y se convierte en un ejemplar espectacular, una verdadera atracción para la ciudad.
Será a partir de los 3 personajes principales:
Mushnick, un hombre atrapado en un negocio sin futuro, que parece ser el único poseedor de cierta cordura.
Seymour, un joven muy despistado, que vive su peor pesadilla, o su mejor sueño.
Y Audrey, una chica enamoradiza, totalmente ajena a todo lo que ocurre a su alrededor; desde donde se desarrolla una historia, capaz de provocar carcajadas, pero también de adentrarse en lo más hondo de la sociedad de EEUU, caricaturizando sus costumbres, y esbozando un satírico retrato del cual son sus pilares, lo económico y lo familiar.
En este sentido, The Little Shop of Horrors puede acopiar el calificativo de comedia negra, ya que además de su temática de denuncia, aporta personajes bastante exaltados, caso de la hipocondríaca madre de Seymour, Winifred (Myrtle Vail) o el paciente masoquista del dentista, Wilbur Force (Jack Nicholson)
Así las cosas, nos encontramos ante uno de esos clásicos cinematográficos que, a pesar del paso del tiempo, posee un encanto especial y genuino, ofreciendo un peculiar y divertido relato que combina terror, suspense, y comedia, de una forma bastante inusual; por lo que hay que verla sin pretensiones, como lo que es, una comedia absurda y delirante.
Quizás, la primera película “friki” de la historia.
“I didn't mean it!”
The Little Shop of Horrors se ha convertido en un clásico, y su personaje principal, la planta carnívora, ya está incluida como uno de los monstruos más parodiados y reconocibles del género del terror.
Peculiar, divertida, ligera y terrorífica producción dirigida por un prometedor y atrevido Roger Corman, en lo que fue uno de sus primeros trabajos cinematográficos, desarrolla la ingeniosa historia de una floristería, cuyo encargado consigue desarrollar una atractiva y llamativa atracción:
Una planta carnívora.
Los responsables de The Little Shop of Horrors, construyen y desarrollan una historia sólida, apoyándose en una discreta producción económica, algo que se aprecia en el empleo de reducidos escenarios, donde gran parte del relato se desarrolla en la famosa floristería; y logra ofrecer un entretenimiento agradable, lleno de un particular sentido del humor, logrando desarrollar una historia que mantiene el interés del espectador en todo momento, gracias a los genuinos y acertados toques de humor negro que envuelven el relato:
La historia de un joven ayudante de floristería:
Seymour Krelboyne, empleado en la floristería de Gravis Mushnick en Los Angeles.
Debido a su incompetencia, él está a punto de ser despedido por el señor Mushnick, cuando Audrey, otra empleada, le convence de cuidar una nueva y misteriosa planta a la que él llama “Audrey Junior”
La planta, pronto comienza a atraer nuevos clientes a la tienda, pero pronto enferma, y Mushnick le encarga a Seymour, la tarea de cuidarla bien, para continuar ganando dinero...
Esa misma noche, Seymour descubre que la planta es una planta carnívora que se alimenta de sangre humana; y para mantenerla con vida, Seymour comienza a alimentarla con sangre de sus dedos.
Pronto, Audrey Jr. comienza a crecer, y a atraer más y más clientes, pero cuando comienza a enfermar de nuevo, Seymour descubre que la planta habla, y le pide que le alimente más y más.
Para alimentarla, Seymour comienza a matar gente con la que alimentar la, para entonces enorme planta, y que ésta sacie su hambre voraz, cosa que no logra conseguir.
Finalmente, Seymour intenta destruir la planta, pero es asesinado por esta...
La historia termina con el descubrimiento por parte de Mushnick y otros, del florecimiento de Audrey Jr., mostrando las caras torturadas de sus víctimas, incluyendo la de Seymour.
Otros personajes incluyen a:
Burson Fouch (Dick Miller), un cliente al que le gusta comer flores; Mrs. Siddie Shiva (Leola Wendorff), quien compra flores cada día para un pariente muerto; los agentes de policía a cargo de la investigación:
Joe Fink (Wally Campo) y Frank Stoolie (Jack Warford); y la prostituta, Leonora Clyde (Meri Welles)
Con The Little Shop of Horrors, Roger Corman consigue combinar toda una serie de géneros, como la comedia, el terror y el suspense, de una forma inteligente y atractiva, construyendo un relato que despierta la simpatía del espectador, para terminar por conquistarlo con los encantos de la planta carnívora; y estéticamente, está muy lograda; el excelente trabajo a la hora de llevar a cabo los escenarios y la magnífica filmación de Roger Corman, con un imaginativo uso de la cámara, consiguen sumergir de lleno al espectador en una atmósfera de sordidez.
La fotografía de Arch R. Dalzell, también contribuye a la creación de un ambiente turbio, gracias a un maravilloso empleo de las sombras y de los espacios nocturnos.
Todos los personajes, sin quedarse ninguno fuera, son personalizaciones del surrealismo:
Un tipo que come flores, un tendero cobarde, un dentista psicópata, un paciente masoquista... son solo algunos de los peculiares seres que desfilan por la película.
Los diálogos, en los que está la madre de Seymour, son brillantes, así como cada palabra que sale de la boca del señor vegetariano.
Y aunque los personajes son bastante tontos y planos en líneas generales, para compensarlo, nos dan algunos bastantes atípicos, que pese a aparecer pocos minutos, resultan muy extravagantes y cómicos.
Del reparto, Jonathan Haze encarna perfectamente al pobre diablo que es Seymour Krelboyne.
Su forma de andar, de moverse, o incluso cuando se enfada, lo borda.
Jackie Joseph, interpreta a la chica ingenua y de pocas luces.
Es perfecta para el papel, ya que su expresión facial es maravillosa, haciendo su papel muy creíble, dentro del surrealismo de la película, claro está.
Mel Welles, es sin duda alguna, el mejor del reparto.
Su interpretación está a la altura de su chiflado papel, cosa nada fácil.
Ese pequeño hombre, que se crece con los que son aún más pequeños que él, pero que realmente no es nadie, es un papel a priori, bastante fácil.
El problema viene, cuando le sumas el histrionismo que lleva aquí de manera casi lógica.
Solamente con llevar eso, Welles ya sería el mejor, no porque los otros sean malos, ni mucho menos; pero es que incluso añade un par de toques personales que hacen crecer a su personaje.
Y entre los intérpretes secundarios, podemos encontrar a un joven y casi irreconocible, Jack Nicholson, que llega a resultar extrañamente cómico.
Nicholson, tiene sólo una pequeña parte como el paciente masoquista de Dr. Farb, Wilbur Force, en la que demuestra que nadie interpreta a los desequilibrados como él.
Más adelante, sin embargo, cuando la carrera del actor comenzó a despegar, él fue destacado en los lanzamientos caseros de video de The Little Shop of Horrors, para ayudar a generar interés en la película.
Y Charles B. Griffith, no sólo escribió la mayor parte del guión, sino que también aparece, sin acreditar, como el paciente dental y gritón en la oficina del doctor Farb; al ladrón que irrumpe en la floristería, y la voz de Audrey Junior.
Griffith, se mantuvo fuera de la pantalla, proporcionando la voz de Audrey Junior, como una referencia para los actores.
Además, Griffith puso a varios de sus parientes como extra en la película:
Myrtle Vail, es en realidad su abuela; y el hombre torturado por el Dr. Farb en su consultorio, es el padre de Griffith.
Él también colocó a varios de sus parientes en escenas de la muchedumbre curiosa; cuyas escenas de exteriores, fueron rodadas con los vagabundos y gente que pasaba de casualidad por la calle; siendo extras improvisados; y fueron filmados en el área real de Skid Row de Los Angeles.
Técnicamente, el director acomoda el lenguaje a las circunstancias, y aquí, rodando con 3 cámaras simultáneas, Corman aplica aspectos de los dramáticos televisivos de la época, al acabado de su película, registrando la mayor parte del material en una sola toma.
La carencia de medios, se nota de forma alarmante, debido a los 2 o 3 decorados nada más que hay en el film, y por supuesto, los efectos visuales son cutres, pero esto no tiene demasiada importancia, y hasta posee su encanto, el encanto de lo añejo y artesanal.
El problema está en la falta de ritmo de Corman, y la nula atmósfera del relato, que se debate entre lo que ocurre en la tienda con Audrey Jr., sobre todo por las noches, y la locura desatada en la consulta de un dentista, en la que un joven Jack Nicholson ya daba muestras de sus exageradas maneras, dando vida a un masoquista paciente.
Pero la labor de Nicholson, al ser más breve, se aguanta más que el tener que soportar la pobre interpretación de Jonathan Haze, o la de su partenaire femenina, Jackie Joseph, devorados por sus colegas, y sobre todo por Audrey Jr., la planta, quien de lejos, se convierte en el mejor personaje del relato.
En su tramo final, se llega a un clímax que se resuelve de forma poco satisfactoria, porque deja inconclusa la historia.
Y para rematar, una moraleja bastante retorcida:
Cuando el protagonista se ve acosado por la policía, para solucionar sus problemas, se suicida, metiéndose en la planta.
Cuidado, hay temas que es mejor ni insinuar, ni aunque sea de broma, de comedia, pues parece que la solución a los problemas, está en el suicidio.
Imagino que por la celeridad del rodaje, o porque realmente a Corman no le importaba demasiado, se acaba de la manera que quedó; pues su único interés, estaba en recuperar lo invertido, con el mayor margen posible de ganancia.
Lo cierto es que la mayor parte del prestigio de The Little Shop of Horrors, deriva de elementos que están fuera de la pantalla; sobre todo a la producción.
Esto ha terminado por convertirla en uno de esos mini-mitos tan llenos de anécdotas, que al final se pierde la perspectiva, y ya nadie dice nada de la película en sí:
Tosca en cuanto a su acabado, difícilmente podría haber salido de otra manera; The Little Shop of Horrors ofrece una escritura de maliciosa inteligencia, llena de humor judío, obra de Griffith, en grado de coautor, construyendo una película abierta, incluso a la parodia de distintos géneros con ejemplar laconismo y conectada por hilo directo; y en múltiples aspectos, predecesor al gusto, al tiempo satírico y tierno de la ficción estadounidense por lo macabro, insertado en la cotidianeidad.
Por ello, The Little Shop of Horrors participa de idéntico sentido crítico pero amable, de las tiras cómicas en papel de Charles Addams, y de su futura adaptación televisiva en “The Addams Family”, así como de esa réplica entrañable que fueron “The Munster”
Con ellas, comparte el acercamiento a las aspiraciones burguesas del ciudadano medio de EEUU, pero identificándolas con unos personajes por completo “outsiders”, cuando no directamente “freaks”
A esto, Corman y Griffith incorporan la referencia a las historias tétricas con giro irónico de la Entertaining Comics, y una plástica y una narrativa influida por el dibujo animado y, de nuevo, las tiras cómicas.
Así la trama principal es completada por constantes viñetas particulares, protagonizadas por personajes recurrentes que al final roban la función; en especial, el masoquista paciente del dentista interpretado por Jack Nicholson, y el “comeflores” al que presta su peculiar físico, el genial Dick Miller, actor inicialmente previsto para protagonizar al desdichado horticultor, Seymour Krelboyne, que termina por dotar al conjunto de su espíritu de celebración de la excentricidad.
Y subvierte la realidad, adaptándola a ese caos creado, y a su peculiar arquitectura interna, donde incluso lo fantástico o lo terrorífico, entran dentro de la nueva lógica.
De aquí emana la sátira, la crítica de la realidad desde los bordes de una ficción en apariencia inofensiva.
¿Pero, a ningún personaje se le ocurrió ir a la carnicería?
En ello reside el esperpento.
Como dato, el Sr. Mushnick dice que se va a quedar en la tienda durante la noche para cuidar “de esa planta de meshugganah”
“Meshugganah” es una palabra en yiddish, que significa “loco”
El nombre del personaje Siddie Shiva, es un juego de palabras de la frase “Shiva sentado”, un ritual judaico funerario, así como una referencia directa a sus familiares desafortunados, que constantemente están expirando.
En 1982, 22 años después del estreno de The Little Shop of Horrors, el productor David Geffen, el escritor Howard Ashman, y el compositor Alan Menken, rescataron la idea de la película, y crearon un musical; pero dándole un toque aún más humorístico en comparación con el original.
Las diferencias argumentales entre las 2 producciones, no son demasiado grandes, a excepción de algunos pequeños detalles, y del desenlace final de la trama:
Por ejemplo, en la película, el dentista muere apuñalado en su consultorio, mientras que en musical, muere a causa de una sobredosis de gas de la risa.
También es diferente el nombre de la planta protagonista, en el original Audrey Junior, y en el musical Audrey II.
El final, sí que dista mucho entre las 2 obras.
Originalmente sobrevivían a la voracidad de la planta tanto Audrey, la dulce dependienta de la tienda; como el propietario de la misma, el señor Mushnick, y Audrey Jr., es capturada al descubrir que sus plantas hijas tiene las caras de sus anteriores víctimas.
En el musical, no sobrevive nadie, y Audrey II consigue dominar el mundo.
Finalmente, en 1986, Frank Oz decidió aceptar reto de Geffen, de completar el círculo, y volver a filmar para la gran pantalla el musical que por aquel entonces ya había triunfado de una manera apabullante en Broadway.
La película, fue nominada a 2 Premios Oscar:
Uno para los mejores efectos visuales, y el otro para la mejor canción original para el nuevo número de Audrey II, “Mean Green”, que fue la primera canción nominada al Oscar que contenía  palabras obscenas en la letra, y por tanto, tuvo que ser censurada para la gala.
Por otra parte, la banda sonora original, es de Fred Katz, y suena con fuerza, incrementando la tensión de la historia en los momentos adecuados.
“Flowers, fresh as the springtime, Mushnick's”
En The Little Shop of Horrors hay un dato, real y alarmante, cuando se le pregunta a Seymour, de cómo adquirió la planta; y responde que “las semillas fueron obtenidas por un jardinero japonés, que encontró el bulbo en una plantación junto a una granja de arándanos”
Esta broma se pierde en las audiencias modernas; pues en 1959, se anunció que los cultivos de arándanos estaban contaminados con los rastros del herbicida aminotriazol, y como resultado, las ventas de arándanos se desplomaron.
Era justo antes del Día de Acción de Gracias de ese año, que Arthur Fleming, entonces Secretario de Educación y Bienestar Social de los Estados Unidos, anunció que una remesa de arándanos se había contaminado con aminotriazol, un herbicida potencialmente cancerígeno.
El amitrol, se emplea como herbicida sistémico no selectivo, utilizado en tierras de cultivo no alimentario, para controlar los pastos anuales de hoja ancha, y las malezas acuáticas; y no se emplea en cultivos de alimentos, debido a sus posibles propiedades cancerígenas en humanos, demostradas en estudios animales.
Como herbicida, se conoce también como aminotriazol, aminotriol, o 3 - AT.
Así, varios comunicados de prensa, identificaron específicamente el origen de las bayas contaminadas, y pusieron de relieve que el problema se limitaba a un área geográfica muy concreta.
Sin embargo, el problema surgió, cuando El Secretario de Educación fue preguntado, si las amas de casa podían o no comprar arándanos, una pregunta que suele crear dificultades.
Él respondió que no debían, y la consecuencia fue previsible:
El pánico cundió rápidamente, con una variada gama de respuestas, desde la inmediata prohibición de la venta en algunos estados, a la voluntaria suspensión en otras jurisdicciones, lo que provocó la eliminación del producto de forma generalizada de las estanterías de los supermercados.
Ansioso por ayudar, y tratando de rectificar su metedura de pata, El Secretario de Educación y Bienestar, declaró públicamente que durante El Día de Acción de Gracias, él mismo se serviría salsa de arándanos.
Y el pánico aumentó…
Fue incluso necesario, que durante la campaña electoral en la que El Senador John Kennedy saldría elegido Presidente, tanto él como su contrincante, Richard Nixon, bebiesen vasos de jugo de arándano, a la vista del público asistente; y poco a poco el miedo desapareció.
La observación de que el aminotriazol provocaba cáncer de tiroides en ratas de laboratorio, inició un proceso sumamente perjudicial para los cultivadores de arándanos de EEUU.
Sin embargo, a pesar de su disponibilidad, nadie solicitó el asesoramiento de expertos.
Si lo hubiesen hecho, les dirían que cuando la salsa de arándanos cubriese el pavo durante El Día de Acción de Gracias, podían hacerlo con el pleno conocimiento de que tendrían que comer más de 6.000 kilos de arándanos al día, durante varios años, para lograr una dosis equivalente a la recibida por los desafortunados roedores de laboratorio, una hazaña que incluso El Secretario de Educación, encontraría difícil de lograr.
¿Pero hemos mejorado en el manejo de este tipo de pánico?
Cuando se niega el placer culinario de un chuletón frente a un riesgo infinitesimalmente pequeño de contraer la encefalopatía espongiforme bovina, uno debe contestar que no lo hemos hecho.
Especialmente si comparamos esa probabilidad, con la que tiene un trabajador de padecer dolor de espalda, si a lo largo del día traslada media tonelada de losas de hormigón.
Es pues el tema de la dosis lo que separa los 2 enfoques.
¿Pero no hemos oído hablar de esto en alguna parte?
No fue un médico suizo, llamado Paracelso, quien dijo algo así en 1567:
“Nada es veneno, todo es veneno; todo depende de la dosis”
En definitiva, el precio de los arándanos descendió fuertemente, y grandes cadenas de supermercados dejaron de venderlos, y algunos restaurantes los retiraron de sus menús.
Finalmente, La FDA comprobó las existencias de arándanos, y volvieron a incorporarse al mercado.
Este evento, supuso la primera aplicación de La Cláusula Delaney, que prohíbe que cualquier sustancia que cause cáncer, pueda estar presente, independientemente de la cantidad, en, o sobre los alimentos.
También consiguió que los agricultores tuviesen más precauciones, y leyeran el etiquetado para seguir las pautas más minuciosamente.

“Good night.
And I'll see you tomorrow.
I'm crazy about kosher flowers”



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