The Turandot Project / at The Forbidden City of Beijing

“Popolo di Pechino...”

La Ciudad Prohibida, “紫禁城” o “Zijin Cheng”, fue El Palacio Imperial chino desde La Dinastía Ming hasta el final de La Dinastía Qing.
Se encuentra en el centro de Beijing, en China, y en la actualidad alberga El Museo del Palacio; siendo durante casi 500 años, el hogar de Los Emperadores de China y su Corte, así como centro ceremonial y político del Gobierno chino.
La Ciudad Prohibida, como residencia del Emperador terrestre, era su contrapartida terrenal.
La palabra se compone de “Jin”, o “Prohibida”, que se refería al hecho de que nadie podía entrar o salir del Palacio sin el permiso del Emperador; y “Cheng” que significa “Ciudad Amurallada”
Construido entre 1406 y 1420, el complejo alberga 980 edificios, y ocupa 720.000m²
La construcción duró 15 años, y requirió la participación de más de 1 millón de trabajadores, y utilizó materiales como troncos enteros de la preciada madera “phoebe zhennan”, procedente de las junglas del suroeste de China, y grandes bloques de mármol extraídos de canteras cercanas a Beijing.
Los suelos de los salones principales, fueron pavimentados con “ladrillos dorados”, que fueron especialmente cocidos en hornos de Suzhou.
Después de haber sido el hogar de 24 Emperadores, 14 de La Dinastía Ming y 10 de La Dinastía Qing; La Ciudad Prohibida dejó de ser el centro político de China en 1912, con la abdicación de Puyi, El Último Emperador de China; y bajo un acuerdo con El Nuevo Gobierno de La República de China, Puyi residió en el patio interior, mientras que el exterior fue destinado al uso público, hasta que fue expulsado tras un golpe de estado en 1924; y 1 año después, se creó El Museo del Palacio en La Ciudad Prohibida.
Tras el establecimiento de La República Popular China, en 1949, el celo revolucionario provocó que se hicieran algunos daños a La Ciudad Prohibida.
Sin embargo, durante La Revolución Cultural, se impidió una mayor destrucción gracias a que El Primer Ministro Zhou Enlai, dispuso un batallón del ejército para custodiarla.
El conjunto, ejemplifica la arquitectura palacial tradicional de China, y ha influido en el desarrollo cultural y arquitectónico de Asia Oriental, y otras partes del mundo, por lo que La Ciudad Prohibida fue declarada Patrimonio de La Humanidad, en 1987.
Además, está considerado por La UNESCO, como el mayor conjunto de estructuras antiguas de madera en el mundo.
Así pues, desde 1925, La Ciudad Prohibida ha estado bajo control del Museo del Palacio, que cuenta con una extensa colección de obras de arte, y objetos que pertenecieron a Las Colecciones Imperiales de Las Dinastías Ming y Qing.
Parte de la antigua colección del museo, se encuentra hoy en El Museo Nacional del Palacio en Taipéi, pues ambos museos pertenecieron a la misma institución, y se dividieron tras La Guerra Civil China.
La famosa ópera italiana “Turandot”, fue concebida por su compositor, Giacomo Puccini, en Beijing, pensando en La Ciudad Prohibida.
Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo Maria Puccini, fue un compositor italiano de ópera, considerado entre los más grandes, de fines del siglo XIX y principios del XX; todo un visionario, creando los conceptos de música que van a regir al cine durante el siglo XX.
La reconstrucción musical del ambiente, en general, en sus óperas, constituye un aspecto de relieve en todas sus partituras, por ejemplo, La China Imperial de Turandot.
Turandot, es una ópera en 3 actos, con música de Giacomo Puccini, y libreto en italiano de Giuseppe Adami y Renato Simoni.
La ópera, inconclusa por la muerte de Puccini, fue completada por Franco Alfano, y estrenada el 25 de abril de 1926, en La Scala de Milán.
El director era Arturo Toscanini, y los intérpretes eran los siguientes:
Turandot, Rosa Raisa; Calaf, Miguel Fleta; Liù, Maria Zamboni; y Timur, Carlo Walter.
Como dato hay que señalar que durante el estreno, en la mitad del acto III, apenas 2 compases luego de las palabras “Liù, poesía!”; la orquesta se detuvo, Toscanini bajó la batuta, se volvió al público y dijo:
“Aquí terminó el maestro”
El telón descendió lentamente...
Las representaciones posteriores de Turandot, incluyeron el final compuesto por Franco Alfano.
Y es que la evolución de las anteriores obras de Puccini, culminó en una ópera de tal belleza, como lo atestiguan esos fragmentos que han sobrepasado la línea de la ópera, para llegar al gran público:
“Nessun Dorma“, “In Questa Reggia” o “Signore, Ascolta”
Destaca sobre todo, la repercusión del aria de tenor, gracias a su aparición en galas mundialmente conocidas, protagonizadas por “Los Tres Tenores”:
José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, o en varias películas.
Sin embargo, es en la argumentación, donde destaca la ópera Turandot, por su majestuosidad y complejidad, es considerada por muchos, la obra maestra de Puccini, y ha suscitado numerosos debates en torno a la historia de Turandot, el significado de los personajes, o la propia dificultad de Puccini para darle término.
El proyecto de Turandot, marca un punto culminante en la evolución comenzada en su ópera “La Fanciulla del West”; y harto ya de sus temas habituales, Puccini busca “algo nuevo”
Basado en una fábula teatral de Carlo Gozzi, y representada por primera vez en 1926, Turandot sería la primera ópera “pucciniana”, de ambientación fantástica, cuya acción, como se puede leer en la partitura, se desarrolla “en el tiempo de las fábulas”
En esta ópera, el exotismo se convierte en la propia forma del drama:
China es así, una suerte de reino de los sueños y de eros, con apariciones, fantasmas, voces y sonidos provenientes de la otra dimensión, de fuera de la escena.
Puccini se entusiasmó rápidamente con el tema, y con el personaje de La Princesa Turandot, altiva y sanguinaria, pero tuvo dudas en el momento de poner la música al final, un insólito final feliz, sobre el cual trabajó 1 año entero, sin conseguir acabarlo.
Ello lo conduce a internarse en un universo “fantástico”:
La leyenda modelada por Gozzi y otros, permite el abrazo del mito con la grandiosidad musical estilo Grand Opera.
Siempre fiel a las emociones profundas, Puccini huye cada vez más del peligro del sentimentalismo, mostrando al mismo tiempo, su inquietud por problemáticas “modernas”
Su heroína, dice en célebre carta, “debe salir de un cervello moderno”
La unidad de estos elementos, dramático-musicales, le da la convicción de estar frente a su trabajo más importante.
En sus propias palabras, “todo lo anterior sería una burletta”
Mientras el resto de la ópera, laboriosa pero perfectamente estructurada, permitió el ensamble de muchos elementos musicales tradicionales y modernos, italianos y germanos, y hasta los infaltables elementos de un folklore chino, transfigurado gracias a la sutilísima orquestación.
Pero Turandot quedó inconclusa, ya que Puccini murió el 29 de noviembre de 1924, en Bruselas, como consecuencia de complicaciones durante el tratamiento de un cáncer de garganta, para el que había ido a tratarse allí, y del que solamente su hijo conocía la gravedad real; porque Puccini era un fumador compulsivo.
Así, las últimas 2 escenas de Turandot, fueron acabadas por Franco Alfano bajo la supervisión de Arturo Toscanini; y cumplió su cometido, basándose en las 36 páginas de anotaciones dejadas por Puccini, pero la crítica le tildó de falta de imaginación, y poco inspirado, pues se dice que su orquestación dista mucho de la elaboradísima y compleja instrumentación del músico de Lucca; por lo que a raíz de esto, se cuentan 2 anécdotas:
Una, habiendo sido invitado al estreno. Benito Mussolini, aceptó con la condición de que antes se tocara el himno fascista “Giovinezza!”, a lo que se negó Toscanini, y El Duce declinó la invitación.
Y la muy conocida, que la noche del estreno, el propio Toscanini que dirigía la orquesta, interrumpió la interpretación donde El Maestro había dejado la composición, y se negó a continuarla.
La versión que completó Alfano, se presentó en la segunda noche; y posteriormente, en el año 2001, vio la luz un nuevo final, compuesto por Luciano Berio, y basado en el libreto y los esbozos de Puccini.
Otros que creen que tras la muerte de Liù, el resto de la opera ya no le importaba a Puccini en un nivel profundo, pues estaba prácticamente acabada en este instante.
Por otra parte, el marco espacio temporal donde se ubica la ópera, evoca un mundo arcaico y misterioso, abierto a dimensiones cósmicas y a fuerzas “sobrenaturales”
Es el cuadro ideal para ambientar el mito, y encarnarlo plástica y musicalmente en la majestuosidad de un ritual hierático.
Tal es la novedad del lenguaje dramático musical “pucciniano” en Turandot, que “la pasión de La Princesa, dejará de ser sofocada desde hace largo tiempo bajo las cenizas de su inmenso orgullo, por el amor”
El papel de Turandot, llamada “La Princesa de Hielo”, debe ser abordado por una soprano dramática, de considerable envergadura, pues es uno de los más peligrosos del repertorio, y muy exigente en la zona aguda.
En el terreno dramático, se revela como una mujer fría y glacial, que odia a los hombres, y ejerce violencia contra ellos a través de las pruebas a las que los somete, hasta que encuentra uno que las supera, y consigue finalmente enamorarla, es decir, “fundir el hielo” de su terrible corazón.
Calaf, El Príncipe Ignoto o Desconocido, está escrito para un tenor “spinto”, de voz robusta pues es, también, de gran exigencia vocal.
Es un joven y noble exiliado de La Corte de Tartaria, al que, por eso, nadie conoce.
Logra superar las pruebas, y a base de constancia, obtiene el amor de Turandot.
Liù, es una soprano lírica, que sepa abordar con inteligencia y sentir el papel más pucciniano de toda la obra.
Timur, es un papel de modesto relieve para bajo.
Es El Rey ciego, exiliado de Tartaria, y padre de Calaf.
Va siempre acompañado de su esclava Liù, quien le sirve de guía, y mendiga por él.
Ping (barítono), Pang (tenor) y Pong (tenor), representan a las antiguas máscaras de “la comedia del arte” italiana.
El más importante de los 3, es el barítono por su extensión y complejidad.
Le sigue el tenor, que representa a Pong por su amplitud, y que también tiene dificultad.
Son papeles poco agradecidos, pues representan la parte satírica y guiñolesca, aunque en la obra se les da más importancia, al poner en sus bocas, una cierta filosofía de vida.
Los Ministros del Emperador, son en ese mismo orden:
El Gran Canciller, El Jefe de Abastecimientos, y El Jefe de La Cocina Imperial.
Altoum, es un rol para tenor, que debe cantar con voz trémula, como corresponde al anciano Emperador, aunque se le debe oír desde lejos.
Suele ser abordado por cantantes que ya están en el ocaso de su carrera, para hacer del papel lo más natural posible.
Por último, y ya que el verdugo Pu-Tin-Pao, y El Príncipe de Persia, son actores y, por tanto, no cantan, sólo nos queda El Mandarín, que es un papel vigoroso para barítono, aunque muy breve.
La acción se ubica en El Imperio de La China, en El Tempo delle Favolle.
La Princesa Turandot, estando en edad casadera, y necesitando dejar descendencia, se resiste al casamiento, por haberse dado a la tarea de vengar a una antepasada que fue aprehendida y muerta en una guerra contra los tártaros.
Quien aspire a casarse con Turandot, debe anunciarlo tocando 3 veces un gong enorme, y responder a 3 acertijos que formulará La Princesa.
El triunfador, obtendrá su mano o, en caso de no responder correctamente, será ejecutado al amanecer, por decapitación.
El I Acto comienza con el anuncio del Embajador del Emperador, de las condiciones ya mencionadas, y la sentencia del Príncipe persa, que será ejecutado al amanecer.
El año de los acontecimientos, ya era el número 13 de los ejecutados…
Calaf, El Príncipe exiliado, coincide con su padre Timur, monarca destronado y ciego, que vive de limosnas que Liù consigue.
La virtuosa Liù alguna vez, varios años antes, sintió la mirada del Príncipe Calaf, y también se enamoró de él…
Así que esto justifica que ella siguiera al viejo Timur en el exilio, y le brindara todos los cuidados.
El encuentro de padre hijo, y la súbdita la noche de la ejecución, toma un giro inesperado, al decidir Calaf, sonar el gong, y pedir la mano de Turandot.
No valen ruegos de padre y enamorada, ni siquiera de algunos súbditos del Emperador, quienes ya están cansados de tantos sacrificios, prefiriendo a su Princesa de Hielo, solterona.
El hecho es que Calaf resuelve los acertijos de Turandot, y La Princesa deberá casarse con él, pero Turandot no desea casarse…
Ante su resistencia, Calaf le propone un acertijo:
Si ella le identifica plenamente, el no sólo renuncia a su exigencia de boda, sino acepta su derrota y su muerte por el verdugo.
Turandot ordena al pueblo, averiguar la identidad de Calaf, bajo amenaza de muerte.
El mismo Calaf, entona ahora la famosísima y muy conocida aria “Nessun Dorma”, que se traduce a “Nadie Duerma”
Pero Liù es capturada y sometida a tortura, para que diga quién el triunfador, pero ella comete suicidio, para no correr el riesgo, ante el dolor.
Claro, La Princesa debe cumplir; pero Calaf no desea un matrimonio por la fuerza, y dice a Turandot quién es él.
Así que, al amanecer, ella canta el aria “Padre Augusto”, declarando conocer la identidad de Calaf, aseverando en los 2 primeros versos diciendo:
“Es Amor”
Y termina la obra para gozo de todos.
Sin embargo, siguiendo la tradición de la ópera, que es la tragedia, cabe preguntarse:
¿Si no tendría más sentido, que La Princesa de Hielo muera por su odio a los hombres, y encima se regocije sus vasallos?
Ese era el cambio que quería generar Puccini, por lo que fuimos testigos de las emociones intensas, a los héroes incomprendidos o caídos en desgracia, las respuestas extremas a situaciones límite, a la exhibición de la naturaleza humana en su vertiente más cruda, en un contexto de exotismo y fantasía.
Mucho puede decirse de la complejidad de los actantes; baste mencionar las desideratas:
Para Calaf y para Liù, es la realización del amor o la muerte.
¿No nos suena familiar?
¡Patria o muerte!; ¡Libertad o muerte!
Para Turandot, es o el amor o la venganza; y para Timur, la vida en el exilio o la muerte.
Muy curiosamente, este relato era ya conocido en la época, pues era una pieza dramática de Carlo Gozzi, y también había sido tomada por Friedrich Schiller para una obra del mismo nombre.
En cuanto a la música, Puccini se hizo de bastante información china, y compone una partitura con melodías tradicionales de ese país, utilizando la escala pentatónica, e introduciendo instrumentos que dan el color, y aire oriental.
Naturalmente que Puccini utiliza los recursos de la música contemporánea, introduciendo formas que modifican la escala pentatónica, o la complementan en la orquestación y los arias.
En conclusión, la música tiene una sofisticada estructura musical, es a ratos extravagante y colorida, a modo de La Gran Ópera.
Una de sus partes más difíciles, se encuentra en el II Acto, y se inicia con la frase “In Questa Reggia”, cuando Turandot explica la razón de su comportamiento.
Musicalmente, esta parte exige sobreagudos a cargo de la soprano que, combinados con la capacidad wagneriana que requiere el personaje, la hacen particularmente difícil.
Mientras en el III Acto se encuentra una de las arias más conocidas para tenor, “Nessun Dorma”, que representa la victoria del amor sobre el odio, donde Calaf clama “que nadie se duerma para descifrar el nombre del joven héroe”
Otro aspecto musicalmente notable, es el enfrentamiento entre tenor y soprano, en el II Acto.
Podemos encontrar una historia real tras Turandot, que es un nombre de origen persa, que significa “La Hija de Turán”
Turán, es una región de Asia Central, que pertenecía al Imperio Persa.
Por lo que Turandot es una historia fantástica, inspirada en una Princesa de Mongolia que vivió, aproximadamente, en el siglo XIII.
Era una princesa guerrera, muy fuerte de carácter, y que no quería casarse bajo ninguna circunstancia, ni estar con ningún hombre.
Entonces, ella sometía a esos hombres que querían casarse con ella, a una batalla donde siempre resultaba ganadora.
Y el castigo para los que perdieran, era la pérdida de 100 de sus mejores caballos.
El cuento dice, que ella poseía hectáreas llenas de caballos de todos los pretendientes que fallaban cuando peleaban contra ella.
Esta es una de las historias del origen de Turandot…
Pero el francés, François Pétis de la Croix, realizó una recopilación de textos en 1710, llamado “Las Siete Bellezas” o “Las Siete Princesas”, que eran obra de Nezamí Ganyaví, uno de los grandes poetas épicos de la literatura persa.
Dentro de este conjunto de historias persas, indias, turcas y chinas, se dice que se encontraba la historia de Turandot, con ciertas modificaciones.
Allí aparecen por primera vez, un juego de enigmas que debían resolver los pretendientes que querían desposarla.
Son 3 enigmas, y de igual forma, Los Príncipes resultaban decapitados, como en la historia original.
El lenguaje sarcástico de la obra, siempre ha estado presente; y este poema relata la historia de un Príncipe persa de la época Sasánida, que tenía 7 Princesas, cada una de ellas, proveniente de un lugar distinto del Imperio:
Egipto, China, Rusia, Grecia, Turquía, India, Asia Central.
Una de estas princesas, de origen ruso, no encontraba ningún hombre que fuera digno de ella, y por eso se encerró en una fortaleza, y declaró que se entregaría al hombre que la encontrara, y pudiera resolver una serie de enigmas.
Pero una vez resueltos los enigmas, debía pasar por su “puerta secreta guardada por misteriosas espadas que amenazan con decapitar al intrépido”
Esta historia, fue recogida por François de la Croix, un orientalista francés, contemporáneo de Antoine Galland, traductor de “Las Mil y Una Noches”, en una colección de cuentos llamada “Los Mil y Un Días”
En esta obra se hace una transposición cultural de La Princesa rusa original, a una fría y cruel Princesa China llamada “Turandokht”
Esta transposición, tiene como objeto, acentuar el carácter exótico de la historia.
A partir de este relato, Carlo Gozzi creó una tragicomedia al estilo de La Comedia del Arte, que luego fue recreada por el poeta alemán Friedrich Schiller.
Y finalmente, el texto de la ópera, está basado en una traducción italiana de esta obra.
Puestos en claro, Puccini comenzó a trabajar en Turandot, en marzo de 1920, después de reunirse con los libretistas, Giuseppe Adami y Renato Simoni.
Inició la composición en enero de 1921.
En marzo de 1924, había completado la ópera, hasta el dueto final.
Sin embargo, no había quedado satisfecho con el libreto del dúo, y no reanudó el trabajo, hasta el 8 de octubre, escogiendo la 4ª versión que hizo Adami del texto.
En 1924, Puccini tomó una obra de teatro escrita por Carlo Gozzi, inspirada en este libro, pero Gozzi creó a los personajes de Ping, Pong y Pang, los 3 Ministros del Emperador, que son los que juzgan a estos Príncipes, y los envían al verdugo.
El 10 de octubre, diagnostican a Puccini, cáncer de garganta, y muere pocas semanas después, el 29 de noviembre, dejando tan solo 36 páginas con esbozos sobre el final de Turandot.
Puccini también dejó instrucciones para que Riccardo Zandonai terminara la ópera, sin embargo, su hijo Tonio, objetó esta decisión; y Franco Alfano fue comisionado para concluirla bajo supervisión de Arturo Toscanini.
Por tanto, poco tiene que ver la historia real, con la contada en los textos literarios que sirven de soporte a la ópera.
Según de la Croix, Timur, el anciano padre del Príncipe Calaf, es Tamerlán, El Gran Comandante Mongol, que nunca tomó nombre de Rey, a pesar de poseer un Imperio, El Imperio Tártaro.
Calaf y su padre, se encuentran pues en China, en Beijing, en el momento en que sucede la historia.
Timur/Tamerlán, había sido derrocado por El Sultán de Carizme, que ha invadido su reino, y provocado la huida de Timur y su hijo a China.
En cuanto a Turandot, es hija del emperador Althoum Khan.
Tras la boda de Turandot y Calaf, Calaf recupera su reino, derrotando al Sultán de Carizme.
Todo este relato de, de la Croix, es pura invención.
Nunca Tamerlán sufrió exilio en China, ni se arrastró por las calles de Beijing, mísero con una esclava.
Antes, al contrario, murió de enfermedad en plenitud de sus fuerzas, cuando preparaba precisamente la invasión de China.
Pero la grandeza de la ópera reside en la creación de esos personajes/símbolo, legendarios, reales o no, y de su representación de los grandes temas eternos de la humanidad:
El amor, la muerte, el poder, el conocimiento, la metamorfosis de la naturaleza…
Es importante resaltar, que en cada una de sus obras, Puccini inserta un personaje creado por él.
Liù, es el personaje de Puccini en Turandot.
Siempre es una mujer, es lo más preciado para él, dentro de la ópera, es la más vulnerable, la de buen corazón.
En este caso, se produce un grandioso contraste entre Liù y Turandot, por sus diferentes personalidades.
Fue precisamente después de la muerte de Liù, que Puccini no escribió más, solo esbozos de lo que sería el final de esta ópera.
Así, Liù quedó inmortalizada como otra heroína pucciniana, enamorada hasta la muerte.
Turandot, es La Princesa de Hielo y, por ser así, la tonalidad y toda la atmósfera que se crea cuando ella canta, es muy fría.
Su canto es directo, preciso, la mayoría de sus dinámicas son “forte”, para mostrar su independencia.
Se necesita de una verdadera soprano dramática para efectuar la difícil ejecución de este rol, que para muchas es su “piedra de toque” o “verdugo”
Liù, es totalmente lo opuesto.
Cuando escuchamos las arias de Liù, y cuando el tema de ella aparece, es mucho más cálido, más noble, y refleja su dulce manera de ser.
Ella es una esclava que está perdidamente enamorada del Príncipe, después de que él le regaló una sonrisa en El Palacio y, desde allí, ella decidió servirle a su padre, El Rey Timur, cuando perdió su reino.
En fin, y sobre todo su muerte presentada como sacrificio por amor, es la culminación de hecho de la ópera, que concluye con esa escena.
¿Es ella también, su culminación de derecho, como si tuviera que terminar así?
¿Explicaría eso la extinción de la inspiración del compositor imposibilitado de concluirla?
¿Habría entonces Liù, acabado por desplazar realmente a Turandot?
Se ha dicho que Liù representa la sirvienta de Puccini que se suicidó tras ser acusada de adulterio por Elvira, la esposa de Puccini; y Elvira sería la propia Turandot.
Todo es un poco exagerado, primero porque Puccini tuvo varias relaciones extramatrimoniales, y Elvira lo sabía.
Por otro lado, Puccini quería muchísimo a su esposa, que estuvo a su lado hasta su muerte, la cual aconteció sin que dejara de trabajar incansablemente en el fin de la ópera.
No obstante, revelaciones últimas son bastante inquietantes:
Ya es sabido que la relación de Puccini con su sirvienta, era un infundio, pues la autopsia descubrió que era virgen…
Pero el descubrimiento de correspondencia, al parecer ha demostrado que en realidad, con quien mantenía una relación Puccini, era con su hermana…
De ser así, la sirvienta/Liù calló hasta el suicidio el nombre del amor:
El de su propia hermana.
Por parte de los personajes masculinos:
El personaje de Timur, entonces pudo haber estado basado en Abdallah Es-Zaghal, Rey moro de Granada, que vendió su reino por $17,000.000, luego fue arrestado por Benimeren, Rey de Fez, que cegó a Abdallah, y tomó su dinero.
Abdallah, se vio obligado a vivir la vida de un paria, mendigo por dinero mientras llevaba un letrero que decía:
“Este es el desafortunado Rey de Andalucía”
Calaf, pudo haber estado basado en el cantante Tansen, que cobraba un precio que solo El Sultán de La India podía contratarlo.
En su conjunto pues, el reto se presenta ahora con Turandot, que es una de las obras más exigentes a nivel vocal, porque el coro representa la multitud de Beijing en El Imperio chino; y para demostrar el carácter de esa multitud inmensa, se requiere muchísima energía, no solo en el aspecto vocal, sino corporal.
Y dentro de tanta majestuosidad, Puccini siempre encuentra espacio para demostrar la dulzura, esos colores y matices que hacen que la obra sea un maravilloso contraste entre lo “fortísimo” y lo “pianissimo”
Esa es una de las dificultades que afronta la producción, adaptarse en cuestión de segundos a la dualidad que existe en la obra.
En definitiva, durante muchos años, La República Popular China prohibió la representación de Turandot, porque consideró que menospreciaba a China, y a los chinos.
Y a finales del siglo XX, cabría preguntarse:
¿Qué pasaría si se representara?
“O divina bellezza!
O meraviglia!”
The Turandot Project / at The Forbidden City of Beijing es un documental y musical del año 2000, dirigido por Allan Miller.
Protagonizado por Zubin Mehta, Zhang Yimou, Giovanna Casolla, Sergej Larin, Barbara Frittoli, José Luis Basso, Carlo Colombara, José Fardilha, Francesco Piccoli, Carlo Allemano, Aldo Bottion, Hugo Käch, Ruth Käch, Jing Hua Chen, Michael Ecker, Wolfgang Fritz, entre otros.
El cine, por ejemplo, ha ejercido sobre El Maestro Indio Zubin Mehta, una fascinación especial.
En 1997, Mehta emprendió uno de sus proyectos más ambiciosos, al colaborar con el realizador chino, Zhang Yimou, nominados 3 veces al Premio Oscar, en una mega producción de la ópera Turandot de Puccini.
La obra, fue puesta en escena en su escenario real, La Ciudad Prohibida, en el centro de Beijing, usando a más de 300 extras y 300 soldados a lo largo de 8 representaciones que fueron luego revisitadas por Yimou, en un documental llamado “The Turandot Project”, siendo dirigido por Allan Miller, que es el documental de cómo se llevó a cabo el montaje de la ópera de Giacomo Puccini Turandot, en La Ciudad Prohibida de Beijing, en China; en un montaje dirigido en la cámara, por Hugo y Ruth Käch.
El productor ejecutivo internacional de este montaje, es la empresa suiza “Opera, en el Escenario Original”, que anteriormente puso en escena la “Aída” de Verdi en El Templo egipcio de Luxor.
Esta atracción por los proyectos de gran envergadura, y por la idea de llevar la música clásica hacia nuevos públicos, se ve reflejada en muchas de las facetas del director de orquesta, Zubin Mehta, y del director de cine, Zhang Yimou.
Turandot, fue la última, y ópera póstuma e inacabada de Giacomo Puccini, ambientada en La China Imperial, siendo hasta este momento, una producción nunca antes hecha, en que gracias a la apertura de La Ciudad Prohibida, fue posible montar la ópera en el lugar preciso donde tienen lugar los acontecimientos.
Por lo que es la primera vez que Yimou, autor de películas, dirige una ópera.
Esta producción de Turandot, que cuenta con más de 1.000 artistas, y un presupuesto de $15 millones, representa el mayor movimiento logístico que se ha destinado nunca a un espectáculo en la historia de China, el cual se representará al aire libre, en una explanada de La Ciudad Prohibida, un paraje con más de 500 años de existencia, donde los antiguos Emperadores hacían sacrificios a sus antepasados.
La producción, era una empresa en una escala épica, con decorados enormes, impresionantes trajes alusivos a La Dinastía Ming, cosidos a mano, y cientos de soldados posando como extras.
Todo The Turandot Project / at The Forbidden City of Beijing, es pues una fascinante crónica de una colaboración transcultural sin precedentes:
The Turandot Project combina el espectáculo de esta opulenta producción de ópera, con un espectacular retrato cinematográfico de las luchas y triunfos de Zubin Mehta y Zhang Yimou, para montar su producción en este lugar histórico de China.
El espectáculo, está respaldado por una orquesta de 120 músicos del Maggio Musicale Fiorentino, y de La Orquesta de Opera de Florencia, comandado por Mehta, y por un coro de 200 personas, bajo la dirección del Maestro del Coro, José Luis Basso; y la producción escénica del 3 veces nominado al Premio OSCAR, Zhang Yimou.
Cabe destacar que Turandot mantiene el interés del director chino por un detalle en especial:
La figura de la mujer fuerte y decidida, domina todo su cine, desde las películas de un contexto íntimo y cotidiano, a aquellas donde la épica lo impregna todo.
Cabe destacar que en el desarrollo de la puesta en escena, el montaje cuenta con 3 elencos para alternar y suplir, de prestigiosos intérpretes de La Opera de Florencia, para cada una de las 9 representaciones de Turandot programadas por los organizadores en La Ciudad Prohibida, cuyas entradas estuvieron completamente agotadas, pese al elevado costo para los extranjeros, que oscilaron entre $150 y $1.500
La idea de llevar Turandot a La Ciudad Prohibida, tuvo lugar en mayo de 1997, mientras Zubin Mehta conduce, y Zhang Yimou dirige Turandot en Florencia; y 1 año después, realizan 9 actuaciones en Beijing; por lo que este documental se centra en la producción de China.
Por una parte, Mehta, con sus raíces indias, y la formación europea, se deleita en reunir culturas dispares; mientras Zhang quiere que la música llegue y anticipe las demandas y hábitos de la audiencia china.
Así veremos en el documental los ensayos; el trabajo de producción; la inesperada lluvia; charlas con los cantantes, el equipo de producción, y los funcionarios locales.
Así como los detalles técnicos del montaje como el volumen, y las luces.
“Todo el pueblo chino, espera que esta obra sea un éxito.
Es una ópera occidental, pero yo soy chino, pienso en chino, y es una producción china”, declaró Zhang Yimou, de 47 años, durante la presentación en Beijing de este monumental proyecto.
“Esta es la última extravagancia operática del milenio”, proclamó el director de La Agencia de Artes Escénicas de China, Gao Qi, al referirse a la espectacular puesta en escena, concebida por Yimou.
“Es una experiencia única en la vida”, exclamó Michael Fiorenzi, un aficionado a la ópera, que voló 9 horas desde Israel, para asistir al estreno en Beijing, el día 5.
Lo particular de este montaje, de la “obra china” de Puccini, quien nunca visitó este país, está escenificada en un templo de 500 años de antigüedad, dedicado al culto de los antepasados, en medio de La Ciudad Prohibida, por un director criticado en China, debido a su visión “occidentalizada” del país.
Ésta, es la primera ópera que presenta una compañía extranjera en Beijing, y para sorpresa de los organizadores, las autoridades no pusieron pegas a la presencia de Zhang Yimou, pese a ser persona “non grata”; pues en la década de los 90, sus películas fueron consideradas una afrenta al Partido Comunista, y por ende, al gobierno chino.
Su película “Raise The Red Lantern/大红灯笼高高挂” (1991) causó controversia, pues muchos la interpretaron como una crítica al autoritarismo comunista, y fue prohibida en las carteleras.
Luego, la película “To Live/活着” (1994), basada en el libro del mismo título, del novelista chino Yu Hua, fue censurada en China por su visión de diversas campañas comunistas, pese a alzarse con El Gran Premio del Jurado en El Festival Internacional de Cine de Cannes; y Zhang le fue prohibido trabajar en cine por 2 años.
Después de este periodo, Zhang se orientó a trabajar con películas “realistas” que hizo que El Partido notara la conversión de uno de sus hijos más valiosos artísticamente.
Y es que el cineasta, junto a su musa, la actriz Gong Li, ha logrado llevar el nuevo cine chino, a todos los rincones del mundo, y agregó que su versión de esta ópera de Giacomo Puccini, en la que actuarán bailarines, artistas, coros de niños y extras, pretende ser “un símbolo de la unión de los pueblos de ambas culturas, y supone un intercambio espiritual y emocional.
Esta producción, quiere dar una imagen de la historia y la cultura tradicionales de mi país”, añadió el cineasta sobre su montaje.
“Sigue siendo una ópera occidental, pero gracias a Zhang Yimou, tiene muchos elementos chinos”, comentó Zhu Hongwen, quien trabaja en El Museo de La Ciudad Prohibida.
La expectación que ha despertado en China esta ópera, que ha sido utilizada como reclamo turístico de lujo, no tiene precedentes.
Pero fueron pocos los chinos que tuvieron la suerte de Zhu, ya que las representaciones de Turandot, están fuera del alcance de los aficionados locales.
Sólo 2 representaciones fueron reservadas para el público de Beijing:
El ensayo general, y una de las funciones programadas.
Pero el precio de la entrada más cómoda, es de $120, en una ciudad donde el trabajador promedio gana $480 al año...
No todo estaba en contra, pues al mismo tiempo que se presenta la versión de la obra de Puccini, en otro teatro de la capital, se escenifica una versión especial de la ópera del compositor italiano en el estilo de szechuán, llamada “La Princesa Turandot China”; cuyas entradas cuestan mucho menos, entre $2,4 y $30
Mientras los fanáticos de la ópera se sienten atraídos por lo exótico de ver a Turandot en China, los espectadores locales quedan impresionados con los elementos chinos, el maquillaje, y los movimientos propios de la Ópera de Beijing, una de las representaciones más complejas del arte de este país.
Juntos, darán vida al drama que narra la crueldad de una Princesa que no logra superar su aversión hacia los hombres.
El núcleo de esta obra, última de Puccini, y que dejó inconclusa, gira alrededor de la hermosa Princesa china Turandot, quien, empujada por su desprecio hacia los hombres, impone a los aspirantes a casarse con ella 3 difíciles pruebas y, finalmente, el castigo de la muerte si fracasan en alguna de ellas.
Sólo El Príncipe Calaf, “hipnotizado por la belleza de Turandot”, según explica el libreto, supera esas pruebas tras utilizar toda “su fuerza y sabiduría” para conquistar a La Princesa.
Cuando Calaf está a punto de conseguir su propósito, una esclava suya, Liù, muere, y El Príncipe se da cuenta, de que la belleza interior de esa joven, sobrepasa con mucho la hermosura arrogante de Turandot.
Al final, Turandot reconoce que la belleza de la esclava, es la que tenía auténtico valor, y se transforma en otra Liù.
Del reparto, la mayoría de los extras y papeles secundarios de este Turandot, estarán a cargo de artistas chinos, mientras que los protagonistas de la ópera, son extranjeros:
El papel de La Princesa de Hielo, está representado por María Guleghina, Audrey Storder y Sharon Sweer; y el de la dulce Liù, por Bárbara Frittoli y Bárbara Hendricks.
Mientras que Calaf, está encarnado por Lando Bartolini, Kristian Johansson y Sergei Larin.
Esta mirada al interior de la fabricación de la producción, fue muy agradable y ofrece a aquellos que sólo suelen ver una actuación, una mirada fascinante detrás de las escenas.
Sin mencionar que la ópera es fascinante, y si puedo resumirlo en una palabra, es espectacular, toda la producción al detalle, desde el escenario, el vestuario a cargo de Wei-Zheng Li, y el maquillaje, apegado a las costumbres, para unir Oriente y Occidente a través de la música, donde el arte es el medio para acercar a las personas, y crear un cambio.


“Signore escolta”
Entre 1997 y 1998, el conductor indio Zubin Mehta, colaboró con el director de cine chino, Zhang Yimou, en una producción de la ópera Turandot de Puccini, que se realizó en Florencia, y luego en Beijing, donde fue puesta en escena, en su escenario actual, en La Ciudad Prohibida, usando más de 300 extras y 300 soldados, en representaciones consideradas hoy por históricas.
La realización de esta producción, fue narrada en un documental llamado “The Turandot Project” en el que Mehta realiza la narración y se detallan los pormenores de la elaboración del montaje, y del esfuerzo casi titánico invertido en levantar con tubos metálicos, un graderío lógicamente inexistente en La Ciudad Prohibida, capaz de albergar de este modo, a un público absolutamente multitudinario.
Uno, no necesita necesariamente ser un seguidor de la ópera disfrutar los pormenores del tras bambalinas de esta producción, que fue montada casi como si fuera la escenificación de una película.
La empresa masiva; de llevar el clásico Puccini, de Florencia a Beijing, no es tan fácil como suena.
Más de 900 miembros, y 3 decorados principales, agregados a un incierto y frágil lugar de 600 años de antigüedad, producen situaciones únicas que deben ser resueltas, como el problema del lenguaje para comunicarse y montar todo, es solamente la punta del iceberg.
Zhang Yimou, es un perfeccionista chino, cuyo talento artístico y tradición, exige autenticidad; mientras Mehta, que tuvo que producir todo junto, aparentaba más relación al emprender este proyecto.
Afortunadamente, Zubin Mehta quiso tomar la ópera en serio también, y el trabajo de cámara reflexiva, nos da el drama, dentro del espectáculo, y tras el montaje mismo.
De entrada, tenemos la idea sugerente de ambientar este portentoso canto de cisne pucciniano, en su enclave verdadero, que es La Ciudad Prohibida.
Cualquier ambientación teatral chinesca que pudiese acercarse al mundo de la caricatura, queda inmediatamente descartada, pues lo que tenemos
aquí, es visualmente “lo verdadero”, en lugar de su imitación o recreación, usando El Santuario Imperial, justo fuera de La Ciudad Prohibida:
El pabellón, y como telón de fondo, El Palacio de La Armonía Suprema, que constituye el corazón de La Corte Exterior de La Ciudad Prohibida, el centro ceremonial del poder Imperial, y la mayor estructura de madera que se conserva en China.
Y se ha mostrado de manera convincente, que cada uno de los 4 cuadros que estructuran la ópera, está caracterizado por un tema musical propio que lo abre y lo cierra.
De ahí lo de cíclico, lo sorprendente comienza al ver, cuáles son los temas, y cómo juegan entre sí:
En el I Acto:
El tema de la “violencia” es doble:
Violencia “real”, que abre y cierra el acto, unido al de la violencia “oficial” simbolizado por la figura de Turandot, tema chino “Moo-Lee-Vha”, que caracteriza las apariciones de La Princesa.
Pero ésta es ambas cosas al mismo tiempo:
Violencia real y oficial.
Es decir, la realidad elevada al orden del símbolo.
Y en cuanto tal, administra el rito de la violencia real/ejecuciones, e interpreta oficialmente/mitifica el rito violento, como en el aria del II Acto.
Pero todo el pueblo la acompaña y la secunda, aunque ambiguamente, en ambos casos.
El II Acto, primer cuadro:
El tema es “nupcial”, sutilmente evocado por los nostálgicos Ministros y/o por la orquesta, remite al tiempo de La China primordial, del cosmos paradisíaco al que puso fin la aparición de Turandot.
Reminiscencias de un mundo digno de Papageno, destruido por la fuerza de una nueva Reina de La Noche, mozartianamente hablando.
Esta aparece aquí en el II Acto, segundo cuadro:
Es la entrada en “forcé” de Turandot, que opone su interpretación violenta del mundo en el que ella reina, a la interpretación paradisíaca de sus Ministros.
Lo importante es notar, que el tema cíclico es aquí “El Himno a La Divinidad Imperial” que hace la transición con el cuadro anterior, y pone término al presente, pero el cambio, entre principio y fin, es evidente.
Las últimas notas triunfales, dignas de un “Te Deum” a modo de una evocación de Tosca, no responden a la ambigua, y casi vulgar majestuosidad de los acordes del comienzo.
Es que se trata allí, no de un mero ídolo, pero sí de una divinidad prisionera del mito, y del rito violento, en El Emperador Altoum, que espera su liberación a través del eventual vencedor.
Y al obtener su triunfo, Calaf da el primer paso hacia ella.
Así, pues, se ha ido pasando por los temas siguientes:
Violencia real y oficial en Turandot y el pueblo; amor paradisíaco en La China arcaica de Los Ministros; divinidad presa de la violencia, y en espera de liberación en Altoum…
Queda el paso decisivo, El III Acto/inconcluso:
El tema musical del “nombre” que abre el acto con el aria de Calaf, y lo cierra con el fin de la ópera, compuesto por Alfano; pero también aquí hay un cambio en el que poco importa finalmente el nombre de Calaf, y lo decisivo es la revelación del “Amor”, encarnada en el gesto de Liù.
En otros términos, el descubrimiento del nombre, proclamado finalmente por Turandot, es la revelación de lo que se manifiesta gracias a Liù, al dar su vida por amor a Calaf.
Por eso, el tema musical del nombre, aunque sea entonado al comienzo por el tenor, transciende la figura de Calaf, y apunta a la revelación del “Amor” mediatizado por Liù, que logra en fin, transformar a la totalidad de los participantes, comenzando por el pueblo, y culminando con la misma figura del Emperador Altoum, es decir, de La Divinidad.
Tal lo que pretendía Puccini, y lo que todavía se ve hoy en los teatros; pero el autor concluyó de hecho, con el gesto mismo de Liù, que encarna en sí, el tema final y triunfal del nombre; que no le fue dado escribir nada más definitivo, sólo esbozos…
Importa, pues, sobremanera percibir que dicho tema, Amor/Liù, asume y resuelve los anteriores.
En efecto, la última escena muestra simultáneamente el cambio de Turandot y del pueblo, incluyendo a Calaf, al fin liberado del “fascino orribile”, fin de la violencia,  la plena glorificación de la divinidad, paso de La Divinidad presa del odio, a La Divinidad liberada por el amor; y la renovación de la alianza nupcial, transformación y no simple repetición de la alianza paradisíaca mítica.
De esos 3 puntos, Puccini sólo logró mostrarnos el primero.
No pudo, antes de su muerte, dar forma acabada a los restantes.
Todo esto es innegable, y de gran elocuencia; y es posible, sin embargo, dar un paso más.
Dramáticamente, también Turandot es en su mayoría convincente, con muchos momentos de refinamientos:
La escena de la muerte de Liù, es increíblemente emotiva; y la escena de “Riddle” evocó escalofríos, pero también hay una o dos decepciones, con el dúo final un poco floja, con Casolla y Larin, carente de química; y el trío de Ping, Pong y Pang, se realiza maravillosamente, pero marginado por algún extraño fenómeno, afectaciones de carácter.
Como montaje de producción, debió ser un dolor de cabeza, en manejar simplemente todas las transiciones de idioma de chino a italiano a inglés a alemán, para proyector todo lo anteriormente dicho a miles de personas para resultar en un milagro divino, en una noche de apertura, sin problemas, aunque por desgracia, el ensayo de vestuario público, llovió...
Toda la reproducción de los colores y los trajes, es magnífica; los bailarines, los soldados y los centenares de suplementos, están absolutamente espectaculares, realzado por la calidad de la imagen en un trabajo comprensivo de cámara, y el sonido agudo.
Aunque cubriendo la ópera de Puccini, The Turandot Project dice más sobre la fabricación de una película, contra la puesta en escena de una ópera.
Incluso si no le interesa la ópera como género, el documental ofrece una visión única sobre China, y el mundo del arte.
En el plano visual, por tanto, la cosa funciona muy bien:
Por alguna razón, en la filmación, se intercalan cada tanto, imágenes de La Gran Muralla China, de La Luna, de La Muerte, o del Templo del Cielo, que ayudan al espectador televisivo, a tener una mejor atmósfera, un ambiente lujoso y auténtico, con magníficos escenarios, un escenario enorme, y trajes orientales, aunque se podría decir que el disfraz de Liù, es quizá demasiado elaborado y bello para una esclava, sin duda parece auténtico, y los colores son tan ricos y hermosos de mirar.
Me encantó la puesta en escena, especialmente los llamativos elementos de la cultura tradicional china, como el arte marcial chino, la danza, la caligrafía, los trajes antiguos, la misma Ópera de Beijing y sus tambores; por lo que es el Turandot más auténtico y real que he visto.
Y con el estilo de Zhang Yimou, inconfundible, al usar el rojo y el dorado, el amarillo imperial y el azul, son predominantes sobre el escenario, que además está adornado con exquisitas muestras de caligrafía china.
Con un dato curioso en la elección del verdugo de estilo ninja, como una bandera roja que es agitada por una mujer, se pareció un detalle de magnífico tacto.
El trabajo de la cámara, es completo, sin ser intrusivo, se siente como si fuera uno más del equipo, aunado al color espectacular, las voces angelicales, y una mezcla deliciosa de culturas chinas e italianas, hacen de este excelente documental, una visita obligada; de admiración por aquellos que pusieron tanto trabajo duro en algo tan maravilloso, aunque desafiante.
Si le podemos achacar algo, es que la audiencia de DVD, no puede apreciar completamente los elementos estáticos de la puesta en escena, o los detalles más pequeños de los trajes tan elaborados.
Por el lado técnico, de ingeniería de sonido resultó algo decepcionantemente, pero se justifica quizás, debido a la puesta en escena “al aire libre”, por lo que aparece un poco debilitada por el ajuste masivo, pero el corazón del proyecto, se muestra sin defectos.
Lo único que falla, por cutre, son algunas barbas postizas, a las que se les ve el elástico por todas partes.
Sin duda, debió optarse por este material barato, pensándose en que la representación sería vista por el público a cierta distancia; pero bien pudieron haber tenido en cuenta, que la cosa iba a filmarse...
En cualquier caso, “peccata minuta”
Cuando se trata de las actuaciones, fue un caso de que el canto es mejor que la actuación, pero todavía hay mucho que gustar.
Las 2 actuaciones más consistentes son Liù de Barbara Frittoli, y Timur de Carlo Colombara.
Frittoli, es muy conmovedora en este papel, y a menudo encuentro que Liù es la que roba el espectáculo.
Frittoli es celestial vocalmente, con canto “pianissimo” magnífico; y su actuación, no puede considerarse mecánica.
Barbara Frittoli es una espléndida cantante, y hace una Liù maravillosa, cantada con una voz de lírica pura, y con un inteligentísimo uso del “vibrato”
El “Signore Ascolta”, es para quizás lo mejor del I Acto, y el “Tu che di gel” lo mejor del III, con lo que queda todo dicho.
Mientras Carlo Colombara es noble y firme, sobrecoge mientras mira a Liù, y es poderoso y resonante vocalmente.
Él hace un Timur de quitarse verdaderamente el sombrero, con voz contundente, tiene una resonancia magnífica.
Giovanna Casolla, es emocionante como Turandot, actuando en la escena de los acertijos, con un montón de fuego.
Ella hace espléndidamente, el casi imposible papel de “La Principessa di Gelo”, sin mostrar apuros ni entubamientos en los exigentes graves, ni cambios de color a lo largo del registro, que goza de la necesaria amplitud para resolver bien el “In Questa Reggia”, y la escena de los enigmas.
La voz, además, “squilla” en todo el registro, concediendo a su parte, un brillo vocal que la hace adecuadamente enigmática y misteriosa.
Puestos a ponernos quisquillosos, si hubiera que sacarle algún defecto, en este caso pequeño, podría señalarse que la dicción no siempre resulta completamente clara, pero es una gran Turandot.
El problema de la ópera en sí, es que es difícil encontrar una soprano con esas cualidades vocales y dramáticas, y que a la vez tenga la presencia física de una joven y apuesta Princesa, de la que todos se prendan hasta el punto de afrontar las pruebas a vida o muerte.
Sergej Larin, canta maravillosamente, con una competente, de poca intensidad, “Nessun Dorma”, pero su actuación es bastante estéril con expresiones faciales.
Él resultó bastante justo en la zona alta, en “Gli enigmi sono tre”, o el famoso agudo final del “Nessun Dorma”, pieza clave, que apenas logra sostener un instante en pie.
Su mayor problema, de todas formas, no es el de la incomodidad con el agudo, por supuesto, evita el potestativo de “Ti voglio tutta ardente d’amor”, sino el de una grave limitación expresiva, que le lleva a cantar Calaf, casi permanentemente en “forte”, con el resultado de que la voz acusa el desgaste de toda la función durante el III Acto.
Y considero que es una pena, que Larin hiciese un Calaf de brocha gorda, pues contaba con una voz “spinto” perfectamente adecuada para el papel.
Si este hombre se hubiese centrado un poco más en humanizar el personaje, en matizarlo, en jugar con la expresión, el balance habría sido sin duda mucho más satisfactorio.
Ping, Pong y Pang, están bien emparejados, y logran poner todo en lo que tienen.
Los Ministros, de los que solo se salva José Fardilha que hace de Ping, que amén de cantar bien, su parte divierte visualmente, simulando una permanente melopea o borrachín.
Y la conducción, gloriosa de Zubin Mehta, es muy eficiente y poderosa.
La música de Puccini en sí misma, es su partitura más ricamente orquestal, y es tan maravillosa como sus otras partituras de ópera.
Zubin Mehta hace un buen trabajo dirigiendo la orquesta, que juega con un sonido bello y poderoso, con sus ritmos menos erráticos de lo que pueden ser.
“In Questa Reggia...”
Turandot es una de mis óperas favoritas de Puccini, de hecho todo Puccini es favorito, pero tengo un gran punto blando por Turandot.
La música es impresionante, y toda la ópera es muy emocionante; por ello, conocer el cómo se produjo y la producción, resultado final del montaje, es simplemente fascinante.
Y es que Turandot, dentro de la obra de Puccini, tiene características singulares:
Huye del melodismo más simple de sus óperas anteriores, y musicalmente es más moderna, siglo XX total, acercándose al mundo de Debussy y Stravinski.
Por otro lado, los personajes de la ópera, a diferencia de los de “La Bohème”, “Manon Lescaut”, etc., no son personas de carne y hueso, sino personajes, símbolos enraizados en las leyendas orientales, y El Teatro de Máscaras.
Es por eso que no pueden juzgarse sus comportamientos psicológicos, como en sus otras obras:
Turandot, Calaf, Liù, el verdugo o el trío de consejeros-bufones, Ping, Pang, Pong, son realmente personajes mito, rituales, símbolos.
Subyace una aproximación a la mitología de Wagner, muy en el fondo, pero sustituyendo las leyendas germánicas, por las orientales.
Esta fastuosa ópera de Puccini, con sus desarrollos corales y orquestales, se ha dicho que pone fin a la historia de la ópera, y que todo lo que ha venido después, son meros apéndices.
Pero todo el conjunto de connotaciones, misterios, debates alrededor de esta ópera, se han proyectado como un enigma que llega hasta hoy en día.
Conviene recordar, al concluir, la frase llena de sentido de Margarita Wallmann:
“Es imposible seguir poniendo en escena Turandot, como si fuera un cuento de hadas”
No en vano, vivimos una época trabajada por el psicoanálisis y la antropología cultural.
Lo interesante es constatar que, de acuerdo a los documentos existentes, esas inquietudes estuvieron presentes en el mismo Puccini, pero sobre todo, que un análisis serio de la estructura de su última ópera, se presta sin artificio alguno, a semejante tipo de lectura.
Y que, gracias a ella, el enigma de Turandot, inconclusa, alcanza quizás su mejor solución.
¿Qué le quedaba a Puccini por agregar, si la muerte de Liù había resuelto, en la perfecta interpretación y realización del “Amor por la muerte como don de la vida”, todo lo que se había ido preparando en los cuadros anteriores?
Los temas musicales, la dialéctica del rito y del mito, la resolución por inversión de los 3 enigmas, y otras cosas que quedarían por agregar...
Lo dicho, creemos, bastará para llamar la atención sobre el interés que representa el último Puccini, e invitar, a partir de esta perspectiva, a una exploración retrospectiva del resto de su obra.
Parece evidente que, en esta óptica, la totalidad de la creación pucciniana, está destinada a sufrir un cambio radical de interpretación.
No ignoramos que, en estos últimos años, diversos teatros han ido ofreciendo las versiones de Alfano, completa; y no en la mutilación que le exigió Toscanini.
Es probable, que Turandot en Beijing, sea la presentación más exitosa de la ópera de Puccini, desde lo escénico, que tras su estreno en 1926, fue ignorada por los conocedores del género, y montada con poca frecuencia hasta los años 60, cuando revivió, y se convirtió en una pieza de gran popularidad.
Sin embargo, en esta oportunidad única, se puede contrastar la visión del autor sobre una China que no conocía con el escenario de La Ciudad Prohibida, donde habitaron Los Emperadores; y es que en la ópera Turandot, los enigmas se encuentran dentro de la propia obra, y en su propio proceso de elaboración y de truncamiento.
En cualquier caso, la ópera es espectacular, y es la única de las 12 compuestas sobre La Princesa de Hielo que ha sobrevivido al tiempo… y que ha vencido incluso la prohibición de representarse en China, donde por fin fue escenificada con gran éxito, y en muchas ocasiones, a partir de 1995, inclusive en la antigua ciudad de Beijing, escenario real de la ópera.
Turandot, Calaf o Liù, y los personajes traídos de La Comedia del Arte, sobreviven como encarnaciones del rito de la vida, en ese paisaje de exotismo que ha vencido a la propia prohibición china, donde bajo El Régimen Comunista, se veía a la obra como recreación de una China bárbara y sanguinaria.
También, durante La Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos habían prohibido “Madame Butterfly” durante la contienda con Japón, por la mala imagen que proyectaba del oficial Pinkerton; pero esa es otra historia; al fin y al cabo, eso sí, el arte siempre acaba venciendo a la política.

“Dilegua, o notte!...
Tramontate, stelle!
Tramontate, stelle!...
All'alba vincerò!
Vincerò!
Vincerò!



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