The Meddler

“The genius bartender showed me how to make things bigger, but I already forgot”

“La familia es la que te toca”, ese es un dicho popular que puede referirse tanto a tu propia familia, como a la familia de tu pareja:
Padres, madres, suegros, hermanos, cuñadas, sobrinos, y demás familia pueden interponerse en una relación de pareja, creando un auténtico caos.
¿Por qué tu familia es entrometida?
¿Por qué hay gente de tu familia que se entromete?
La suegra entrometida, la madre entrometida, el tío entrometido, la otra tía vieja entrometida…
¿Por qué se entrometen?
Porque son como esas grandes familias que tienen tradición italiana, donde creen que te tienen que hacer la vida fácil, y para hacerte la vida fácil, te van a aconsejar qué es lo que tienes que hacer; van a averiguar de tu vida, te van a decir que es lo que estás haciendo bien, y qué es lo que estás haciendo mal, especialmente aquellas cosas que ellos consideran que las estás manejando mal.
Esa persona que se pone en el lugar de crítica tuya, de lo que estás haciendo, de las decisiones económicas que tomas, de las decisiones afectivas o familiares, qué decides acerca de tus hijos, en realidad esa persona cree que tiene un conocimiento superior al tuyo, y por tanto está en condiciones de decirte cómo tienes que manejar tu vida.
Y son personas que siempre tienen la vista puesta en ti, tanto que parece que se distraen con tu vida.
Un nuevo estudio ilumina, cómo un nivel alto de intromisión parental podría, afectar a las personas desde que son niños y a medida que crece; y muestra que las madres que indican en exceso a sus hijos, cómo deben jugar con sus juguetes, los acaban desencantado y frustrando.
Es decir, los niños con madres “directivas” no se lo pasan tan bien jugando como aquellos niños que tienen madres con una actitud menos interferente.
Según el estudio, “debemos permitirles tomar las decisiones sobre con qué quieren jugar, cómo van a jugar, y el ritmo del juego”
La investigación muestran además, el peligro de entrometerse demasiado en la vida de los hijos.
Los niños con las madres más “directivas” tendían a responder con rabia, tirando el juguete después de que la madre se lo ofreciera, o rechazándolo completamente, gimoteando o llorando de enojo.
Esto no significa, que se deba ignorar a los hijos mientras juegan, todo lo contrario.
Se debe supervisar y estar ahí; tener una actitud cálida, estimular y sugerir, pero no dirigir siempre.
La recomendación es que los padres proporcionen todo aquello que permita a los hijos estimular sus decisiones, su creatividad e imaginación, sea una guía, y si hay dificultades, sugiera algo, pero luego retírese, y permita que él mismo se encargue, y tome el control de la situación.
Y es que hay pocas cosas más molestas, que una madre entrometida.
“My daughter shot a pilot”
The Meddler es una comedia del año 2015, escrita y dirigida por Lorene Scafaria.
Protagonizada por Susan Sarandon, Rose Byrne, J.K. Simmons, Lucy Punch, Jason Ritter, Michael McKean, Casey Wilson, Sarah Baker, Cecily Strong, Erica Lynne Marszalek, Lou Volpe, Frankie Sims, Dominic Flores, Richard Markman, entre otros.
Es un retrato femenino grandioso, con detalles muy bien cuidados de esta dura etapa que a mucha personas les toca vivir, la viudez; y The Meddler prueba cómo en ciertos casos, la pujante fuerza expresiva de una excelente interpretación, puede valorizarlo.
En esta comedia dramática de la directora Lorene Scafaria, es Susan Sarandon, la veterana y gran actriz que le da vitalidad a la historia aquí planteada, a modo de un cariñoso homenaje a la personalidad fuera de lo común de su propia madre, una “excesivamente entrometida”, traducción del título original.
La estrategia de The Meddler, consiste precisamente en ello, es decir, generar en el público una cierta repelencia en las primeras escenas muy familiares, para luego ir explorando las razones, y el lado enormemente humano de esta viuda con espíritu joven.
Así que, poco a poco, nos vamos sumergiendo en el tobogán de sensaciones por las que pasa este personaje, huyendo a toda costa de la soledad, aunque le cuesta dar el paso definitivo para liberarse de las cadenas de un pasado afectivo que no sabe cómo superar.
Una situación muy común, que no siempre es fácil de ver por los demás.
Es un drama de madre e hija, en algo especial, un homenaje hilarante y emotivo a la maternidad en el sentido de “lo que no te mata, te hace más fuerte”
Rodada en Los Angeles, California, y muy a pesar de haber quedado viuda recientemente, y extrañar a su marido, Marnie Minervini (Susan Sarandon) es ante todo una mujer optimista, que quiere superar su duelo.
Con el objetivo de estar más cerca de su hija Lori (Rose Byrne), Marnie decide dejar New York, y mudarse a Los Angeles, que es donde reside su hija vive.
En su afán de aproximarse a su hija, Marnie acaba invadiendo su vida, y provocando una crisis entre madre e hija, cuyas vidas se verán alteradas.
Como Marnie heredó mucho dinero de su marido, ella se enfoca en iniciar una nueva vida, en la que buscará hacer nuevos amigos, encontrar un propósito como voluntaria en un hospital y, muy posiblemente, barajar la opción de conocer otros hombres, lo que resultará ser un cambio total para su vida:
Nuevas aventuras, nuevos amigos, nuevas oportunidades… y quién sabe si un nuevo amor…
The Meddler es un retrato femenino complicado, matizado, mimado al detalle, y levantado sobre la entrega, el arrojo y el compromiso con su personaje de una actriz mayúscula.
Ligera, entretenida y simpática, así es esta comedia que parte de una realidad absoluta:
¡Todas las madres son muy pesadas!
Si son buenas, claro.
La directora, sabía que partía de un valor universal para llevar al cabo esta historia personal llena de licencias.
Al parecer ella también perdió a su padre en un momento muy complicado, y la historia principal, comparte muchos puntos de realidad:
Ella se encontraba preparando una película, su madre se marchó a vivir cerca de ella en California, también se hacía amiga de todo el mundo que anduviera cerca de su hija, y además, no paraba de meterse en su vida…
Vamos, lo que viene siendo una madre; y The Meddler no busca taladrar el alma de los espectadores, pues no tiene ninguna pretensión que la que suele tener una buena comedia:
Entretener a la audiencia, mientras le proporciona una sonrisa.
Y lo logra, sin más, por todos los buenos elementos de los que dispone, y por todas las buenas intenciones que propone.
The Meddler es una magnífica alternativa a pesadas obras dramáticas, intensas interpretaciones, vehementes imágenes de fotografía cargadas de simbolismo, derrochadores efectos visuales, o apasionados documentales.
A veces, uno tan sólo pretende descubrir una historia cercana, llena de buen gusto, y realizada por grandes profesionales del medio cinematográfico.
“I would kill my daughter is she died on a motorcycle”
La directora, Lorene Scafaria, tenía 3 años cuando La Sarandon apareció con rostro ingenuo en “The Rocky Horror Picture Show” (1975)
Hija de inmigrantes italianos, su filmografía es todavía corta, algo comprensible con la trayectoria profesional de una directora que, a la vez, es guionista, autora teatral, actriz y cantante.
Donde ha tenido más éxito, sin duda, es en la industria del cine.
Todas sus películas, tienen algo que ver con experiencias de su propia vida.
Y en la que nos ocupa, la propia directora y guionista lo ha reconocido.
Cine de autor, rótulo en el que encontramos desde lo mejor, a lo peor y, con mucha frecuencia, a películas intrascendentes.
Pero Scafaria va por buen camino, y siempre tiene tendencia a desarrollar bien los rasgos interiores, y los comportamientos de sus personajes.
El guión, que pertenece a la realizadora, está basado en algunas experiencias personales, mantenidas con su madre; ahora bien, si la relación materno-filial es su telón de fondo, lo cierto es que las aventuras por las que atraviesa la protagonista del relato, son lo que constituye la esencia del mismo.
The Meddler va de una viuda con un perfil psicológico “generoso”, pero de esas generosidades sospechosamente manipuladoras y egoístas, que se desplaza a Hollywood, para estar cerca de su hija.
Con un nuevo iPhone, un apartamento cerca del Grove, y una cuenta corriente desahogada, Marnie Minervini, una mujer domiciliada en New Jersey, que enviudó hace 2 años, se muda para estar cerca de Lori, su única y adulta hija, que vive en Los Angeles, y resuelve trasladarse allí para iniciar una nueva etapa de su existencia.
Lo primero que se evidencia, es que la joven no tolera algunas actitudes de su madre, como ser llegar a su casa sin anuncio previo, o bien, cuando intenta aliviarle el dolor que sufre por la ruptura que tuvo con su novio Jacob (Jason Ritter)
Tratando de sonsacar aspectos de la vida de Lori, que pudieran servirle para ayudarla mejor, Marnie acude a su terapeuta, Diane (Amy Landecker), aunque las sesiones de terapia, poco contribuyen a solucionar el problema.
Cuando su hija se ausenta para ir a New York, a trabajar como guionista en un programa piloto para la televisión, Marnie encuentra diferentes medios para demostrar a sí misma, que su vida tiene sentido.
Así, estimula a Frank (Jerrod Carmichael), un joven empleado del lugar donde compró un teléfono inteligente, y le ayudó a manejarlo, para que estudie en la universi-dad, a fin de optar por un futuro mejor…
Al propio tiempo, y debido a su afluente condición económica heredada de su marido, ella adopta actitudes generosas como regalar un iPad a una de las amigas de su hija, que está en vísperas de dar a luz…
También demuestra su buena disposición con otra chica amiga de Lori, Jillian (Cecily Strong), financiándole parte de los gastos de su inminente boda lésbica; y comportándose como una madre sustituta, con el cariño que le brinda.
Como buena samaritana, parte de su tiempo es destinado a desempeñarse como voluntaria en un hospital local, para ofrecer su ayuda, compañía y afecto, a una anciana internada con dificultades de movimiento.
Desde el ángulo sentimental, Marnie, aunque de edad madura goza de buena presencia, resulta atractiva en su comportamiento social, y ésas son buenas razones para que ciertos cortejantes de su misma edad, estén dispuestos a lograr su compañía.
Entre ellos, el que mejor aspiración tiene para alcanzar este propósito, es Randall Zipper (J.K. Simmons), un retirado agente de policía, que ahora dedica su tiempo a criar gallinas en su finca.
Los encuentros entre ambos, demuestran que existe un sentimiento mutuo, aunque en principio, Marnie se resiste a involucrarse románticamente, debido al recuerdo y pesar que aún le causa la muerte de su esposo, a quien ella bien quiso durante los 40 años de vida en común.
El relato en general, está armado en función de las diferentes viñetas que ofrece, y si bien no existen verdaderos conflictos que pudieran otorgarle tensión dramática, el encanto del mismo, radica en Sarandon.
No hay un solo gesto o paso que da, que no suene verdadero; esa compulsión de hacer el bien a terceros, resulta realmente conmovedora.
En líneas generales, esta sentimental historia, evita desbordar en caricaturas a pesar de ofrecer momentos de impecable humor.
Lo que resulta sorprendente, es que a pesar de que el personaje de la hija, que no es otra que el de la realizadora, no aparece como muy simpática que se diga, en la medida que no alcanza a apreciar el profundo afecto y cariño que su madre quiere brindarle, por lo que en este relato, Scafaria la pondera a través de la gran nobleza que emerge del personaje de Marnie hacia los demás; para que a modo espejo, los demás vean su grandeza, generosidad, y buena voluntad.
Como en todas las tramas bien armadas, esta historia no sólo habla de la relación madre-hija, sino que habla de la pérdida en más de un sentido:
La muerte de un marido y padre maravilloso, también la de una pareja que creías era el amor de tu vida, la pérdida de los sueños, de tu identidad...
Otro tema que planea, son las segundas oportunidades:
The Meddler es un canto a la esperanza, y eso que los personajes se empeñan en no encontrarla, o en creer que su momento ya ha pasado.
A este respecto, también apuesta por una historia de amor en la madurez, y ese es sin duda, uno de sus puntos fuertes.
Su directora y guionista, Lorene Scafaria, tiene una corta pero interesante carrera en cine y televisión.
Y en ambas funciones, se muestra solvente, y a la vez refrescante; cuenta su historia con amabilidad, pero de forma realista, y sin caer en sentimentalismos.
El guión está escrito con buen gusto; y no deja que su historia personal se escora hacia el chiste continuo, pues no cansa.
Es ágil, y presenta conflictos momento a momento, hace referencias a ellos, los para a tiempo, y los retoma cuando corresponde.
La escaleta está encajada a la perfección.
No se le puede objetar exceso de nada; si acaso quizás, en algún momento se puede prever algún acontecimiento tipo de comedia pero, en muchas de esas ocasiones, el personaje de Susan Sarandon, Marnie, resuelve la situación con frescura y determinación; y avanza, conflicto a conflicto, escena a escena, diálogo a diálogo, hasta llegar a un final que todo el mundo espera, no sin antes pasar por todo un desarrollo inesperado que, por otro lado, a nadie sorprende.
Por paradójico que esto parezca, es precisamente ahí, donde reside el encanto:
En lo habitual de los diálogos realizados con precisa naturalidad de los intérpretes; en las expectativas puestas por los espectadores sobre los acontecimientos; en descubrir que Susan Sarandon podría ser la madre de cualquiera; y en hallar aventuras, que no lo son tanto, que les podría ocurrir a esas madres.
La narración, siempre se desarrolla con finura, y ensalza valores tradicionales, especialmente los vinculados a la maternidad a la que rinde tributo, y que se resume en frases como ésta:
“Todo el mundo da por supuesto, que el amor de las madres es incondicional, los padres, en cambio, han de demostrarlo”
Al mismo tiempo, va introduciendo otros caracteres secundarios que arropan el mensaje, en ocasiones de manera muy premeditada, como en el caso de una anciana que parece olvidada en la habitación de un hospital, o de un ex policía con aficiones peculiares...
De algunos de ellos se sirve también el largometraje para intentar que esbocemos alguna sonrisa, sin llegar nunca a la carcajada, ni a abandonar esos terrenos formales en los que se mueve.
Olvidando la ausencia de drama al que solo se agarra en la parte final, The Meddler es más que correcta por su manera de narrar esa particular forma de enfrentarse al dolo, y a una nueva situación; pero una dirección más personal de Scafaria, le hubiera hecho ganar algunos puntos más, pero no se puede pedir todo.
Las protagonistas, reaccionan de manera muy diferente ante la pérdida de un ser querido, y The Meddler quiere mostrar esas 2 formas de afrontarlo, aunque finalmente sólo opte por desarrollar el personaje más maduro, ese al que todo parece importarle menos, aunque esto sea relativo, y sólo sea una pose que debe mantener ante todos, menos ante su psicólogo.
Sin otra que la soporte, The Meddler sería insoportable, vulgar y aburrida; con Susan Sarandon, no sólo entretiene, también te hace partícipe de los conflictos de una mujer madura, más que perdida, desubicada, pero que a medida que avanza la historia, va evolucionando y recreándose hasta convertirse en un personaje de gran altura.
Magnífica interpretación de La Sarandon, inconmensurable, pues ella es el 99% de la cinta, y engancha desde el primer minuto:
Nada más oír el sonido de un despertador, y descubrirla tumbada en la cama mientras se decide a ponerse en marcha, uno ya puede sentir la atracción de querer conocer a un personaje normal, que luego para nada resulta serlo tanto, porque, The Meddler sigue siendo en todo momento, una película en la que no dejan de pasar cosas, ni pierden la oportunidad de dejarlas pasar.
Este retrato tan amable, está interpretado por Sarandon, que intenta poner buena cara a esto de hacer de “hada madrina”; consigue sacar de la monotonía al espectador más valiente, con una interpretación cercana y humana, muy interesante, y aunque su labor es loable, la sencillez del conjunto, y su falta de matices, casi puede con ella.
Este exceso de buen rollo, poco creíble, también vence a su hija, personaje que lleva la pérdida de su padre de manera diferente.
Hubiera sido interesante buscar un enfrentamiento dramático entre ambas actrices, pero The Meddler se dedica a otra cosa.
El guión, desarrolla por debajo de sus posibilidades al personaje de Byrne.
Todo gira alrededor de su madre, y no le deja apenas espacio, siendo un simple satélite del astro Sarandon.
Algo parecido le ocurre a Simmons, que solo adquiere verdadero protagonismo en la parte final.
Cuando coinciden en pantalla las parejas:
Sarandon-Byrne o Sarandon-Simmons, The Meddler se siente real, estamos viendo verdad; pero cuando interactúan con cualquier otro personaje, es un auténtico desastre, y deja en evidencia a unos actores secundarios bastante lamentables, como los amigos de color o las amigas de la hija.
Y es que se nota, The Meddler tiene muchos de los tics del “cine indie” que ya resultan molestos, porque se sienten como parte de una formula gastada.
Además, muchas situaciones resultan forzadas, y uno tiene la sensación de estar viendo las costuras del guión, y la artificiosidad de algunas situaciones dramáticas y gags.
Por paradójico que parezca, cuanto más realistas queremos resultar, más falso aparece todo ante nuestros ojos…
¿Quién regala iPads?
Lorene Scafaria, ha intentado explicar su experiencia tras perder a su padre con esta comedia familiar, concebida como un homenaje a su madre.
Este caso de terapia cinematográfica para superar una pérdida, no es algo original, pero en este caso, resulta algo extraño, ya que más que rendir tributo a su progenitora, da la impresión de que quiera ajustar cuentas.
El personaje de Sarandon, es una entrometida que no deja espacio a su hija, ahogándola, llamándola por el móvil continuamente, interrogando a su psicóloga para sonsacarle sus problemas, e interviniendo en su vida, más allá de lo razonable.
Sorprende que Lori no le pare antes los pies...
Tampoco contribuye a la imagen del personaje, su excesivo buenismo, una mujer asquerosamente rica, gracias a la herencia que le dejó el marido, capaz de derrochar dinero por alguien a quien casi no conoce, es poco creíble; y tan aburrida, que se involucra con cualquiera para mantenerse ocupada.
¿Acaso es una oda al “American Way Of Life” y al capitalismo?
Si el espectador la considera una auténtica pesada, y no empatiza con ella, se acabó la fiesta.
Ese personaje en apariencia complejo y complicado, es tratado por el guión de manera despreocupada, terminando aburrido por el hecho de simplificarlo todo hasta la caricatura arreglando todo con dinero.
Por momentos, parece que Marnie fuese un simple vehículo para publicitar productos de Apple, o coches de Lexus; pero en realidad es una persona despreocupada en apariencia, y también con su futuro económico, algo que The Meddler se encarga de recordar cada 2 minutos.
Tanto es así, que se dedica a hacer realidad las necesidades de los demás, aunque sean desconocidos…
Pero lejos de meterse en líos, todo saldrá perfectamente…
Donde flojea y cansa, y carga es quizás con el tópico sentimental que merodea durante todo el metraje; lo obvio de la falta de ese amante esposo y padre tierno.
Su evidente ausencia, se hace demasiado presente, y es nada más que el paso inexorable del tiempo, en la vida y en la muerte:
Por ello la vemos sufriendo con su pérdida; con la falta de oportunidades en el dependiente de color, en los embarazos y matrimonios de las amigas, la mujer inmigrante en el hospital, en el huevo diferente del amigo de las gallinas, hasta de manera simbólica, en el conejo que habita en el consultorio del psicólogo.
Y, por otro lado, en el intento de cargar la suerte hacia la risa, a tanto no llega, se queda a medio camino la mayoría de las veces, estropean un tanto a la protagonista; por muchos momentos se convierte en una mujer irritable de impresión, en una cargante, insufrible y molesta con sus horrorosas bondades de mujer, que no es capaz de estar sola un minuto, sin dar un consejo a alguien, martirizando a su hija con sus preocupaciones pringosas, a costa de lo que sea, como sea, literalmente, puede ser con dinero, o lo que surja en cada ocasión.
Y cierta tendencia a convertir el periplo de Marnie, en las etapas de una santa mártir antes de ser beatificada, con todos los honores por la santa madre iglesia.
Con todo, empieza a ser preocupante que, en la pantalla grande, se confunda el noble y difícil arte de la comedia, con la astracanada, la zafiedad o, simplemente, el gag de sal gruesa, lo soez que hubiera sido Melissa McCarthy...
El arte de la comedia, es difícil.
No soplan hoy vientos particularmente favorables para la comedia y, mucho menos, para la tragicomedia.
Sin embargo, no quiero pasar por alto, que estamos ante una película cuyos personajes principales, son ya adultos mayores.
Y podemos observar, que son todo un ejemplo de personas activas, preocupadas por los demás de forma voluntaria, capaces de ayudar, e incluso de amar, y sobre todo, con un estilo existencial, que indica que aman la vida.
Hace un tiempo, habría sido impensable que a Sarandon o a J.K. Simmons le hubieran dado estos papeles en los que montan en moto, tienen sus aventuras, están en compañía, y paseando hasta el alba; que tienen dobles trabajos tras la jubilación, o son activos responsables en aras a ayudar a otras personas necesitadas de su comunidad.
Que aún gustan de bailar hasta altas horas de la noche, o tomarse unas copitas alegremente
¡Esos son los mayores de hoy!
Y cada vez, lo serán más, pues ha habido un notable cambio en aspectos de salud, y en una cultura propiciadora de este estilo de vida para los adultos mayores.
Una curiosidad de producción, nos dice que la casa de Jillian, donde Marnie va a cuidar a la hija, es la casa de la película de terror:
“A Nightmare on Elm Street (1984)”
Nos queda una Susan Sarandon muy cómica, en todos los encuadres, resulta encantadora, sobre todo en la escena del beso en el carro…
¡Hay de verla!
“Anyway…
Today I went across the street to the apple store, and I got one of the new iPhones with the 64-gigabytes, 'cause I wasn't sure if I should get the 16s or the 64s, but the 64s look good, so there you go”
The Meddler nos habla del duelo y sus límites:
Aceptar la muerte de un ser querido, tomarte tu tiempo, largo, para primero negarlo y luego, si escampa, poder aceptarlo.
Una madre y una hija desconsoladas por la muerte del hombre de sus vidas.
Enfocándose en la madre, tras el fallecimiento de la pareja, muchas personas se preguntan si serán capaces de rehacer su vida, y sobre todo, si llegará un día en el que se volverán a enamorar.
No es un camino fácil, pero el amor es un motor de vida, capaz de hacernos superar más obstáculos de los que nos imaginamos.
En el caso del género femenino, nos llevan a pensar que una viuda tiene menos necesidades afectivas, sexuales, de vivir en pareja.
Se suele pensar, que la mujer es mucho más fuerte para seguir adelante en solitario, aunque mucho más dependiente del vínculo afectivo, y por tanto, que le va a costar mucho más superarlo, y que además, va a mostrar de manera más visible su luto.
Se espera que la mujer se concentre en salir adelante, tanto ella como sus hijos en el caso de tenerlos.
Por ello, la viuda se encuentra más condicionada por el entorno a la hora de establecer una nueva relación amorosa, siendo incluso censurada en función del tiempo transcurrido tras la muerte de su pareja.
En definitiva, que la persona que pierde a su pareja, puede ver cómo se desmorona toda la vida que hasta entonces llevaba, y además de enfrentarse al fallecimiento de su pareja, de su compañero/a de ilusiones, sueños, etc., debe hacer frente a múltiples responsabilidades o circunstancias que antes eran compartidas, y que pueden complicar el desarrollo y elaboración de su duelo.
Cuando pasado un tiempo, la persona ha ido elaborando su pérdida, está aprendiendo a vivir sin su pareja, y construyendo una nueva vida… puede ser que de repente aparezca, o se haga visible en su vida, alguien que le despierta de nuevo sentimientos amorosos, y aunque parezca motivo de alegría, en un principio no lo es tanto…
Si a esto le sumamos, el que a veces el entorno más cercano como familia, hijos y amigos en algunos casos, no lo aprueban, o les cuesta mucho admitirlo, sin duda el comienzo de una nueva relación de pareja, no es un proceso sencillo.
Algo que me gustaría destacar, es la creencia que existe de que el comienzo de una nueva relación, constituye el final del proceso de duelo por la pareja fallecida.
Pienso que el comienzo de una nueva relación, supone para la persona, una nueva revolución interior, un repaso exhaustivo de toda su relación anterior, donde emergen de nuevo algunas de las emociones y sentimientos experimentados en su proceso de duelo.
En definitiva, se trata de aprender a construir una relación nueva, diferente, en circunstancias diferentes, donde la persona ya no es la misma de antes.
Y esto cuesta, y cuesta mucho, porque solemos agarrarnos a antiguos patrones de comportamiento que antes si nos servían, y que ahora debemos aprender a modificar, y adaptar a nuestra nueva vida.
La pérdida no es el final, es un renacer, y si aparece la oportunidad, hay que agarrarla.

“How do you take a selfie?”



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