Dangerous Liaisons

“When I came out into society I was 15.
I already knew that the role I was condemned to, namely to keep quiet and do what I was told, gave me the perfect opportunity to listen and observe.
Not to what people told me, which naturally was of no interest, but to whatever it was they were trying to hide.
I practiced detachment.
I learned how to look cheerful while under the table I stuck a fork into the back of my hand.
I became a virtuoso of deceit.
It wasn't pleasure I was after, it was knowledge.
I consulted the strictest moralists to learn how to appear, philosophers to find out what to think, and novelists to see what I could get away with, and in the end, I distilled everything to one wonderfully simple principle: win or die”

¿Hasta qué punto la conciencia es capaz de luchar contra los placeres carnales?
¿Qué sucede si superas este límite?
¿Merece la pena traicionar a tu propia conciencia con el fin de dar rienda suelta a tus deseos más primarios?
La respuesta es peligrosa…
Fascinante obra sobre las pasiones y la lucha del orgullo contra el amor, obra maestra del director cinematográfico Stephen Frears que tiene como marco histórico la Francia del siglo XVIII y como contexto social su aristocracia decadente.
Fiel recreación que nos ofrece de la nobleza de unos años antes de la Revolución Francesa, esa sociedad del Antiguo Régimen está perfectamente recogida, con esos nobles sólo preocupados en vivir la vida mientras el resto de la sociedad como los artesanos, campesinos y demás clases marginales debían sustentar sobre sus hombros todos los impuestos de la misma, por no hablar del papel de la mujer relegada a un claro segundo plano, etc.
Una época especialmente proclive por tratarse de una sociedad (la aristocrática y cortesana) tremendamente hipócrita, que oculta sus míseros pecados como oculta su propio cuerpo con maquillajes, pelucas, escotes y lujosas vestimentas; y que se divierte maliciosamente con juegos destinados a dañar por puro placer.
Dangerous Liaisons nos muestra con singular sadismo la guerra de los sexos, un intenso juego de seducción en el cual pierde el que se enamora, y como las emociones y los sentimientos son los que al fin de cuentas manejan nuestros actos y ante los cuales la razón tiene la última palabra, además de mostrarnos el fuerte apego a los valores morales y la falsedad en esa época.
Dangerous Liaisons es un drama de época que escarba en la vil manipulación de los sentimientos dentro de la aristocracia del siglo XVIII, donde por diversión y malicia se proponen estrategias y convenios perversos de seducción y conquista sin sentimientos nobles de fondo, donde las relaciones amorosas se transforman en un juego despiadado y sumamente peligroso.
Manipulación ejercida a través del sexo y el poder.
“It's beyond my control”
Dangerous Liaisons es una exitosa película estadounidense del año 1988, dirigida por el inglés Stephen Frears y basada en la novela epistolar del siglo XVIII “Les Liaisons Dangereuses", del francés Pierre Choderlos de Laclos (1741-1803), narra el duelo perverso y libertino de dos miembros de la nobleza francesa, publicada por primera vez en 1782.
Con una ENORME Glenn Close, ENORME John Malkovich, Michelle Pfeiffer, Keanu Reeves, Uma Thurman, Swoosie Kurtz, Mildred Natwick, Peter Capaldi, entre otros.
El británico Christopher Hampton se dedicó de lleno a la adaptación de la obra al cine; fue a los lugares donde está ambientada la película, al castillo de Vincennes entre otros lugares.
El resultado fue una de las mejores películas de época de Hollywood.
La historia en la que está basada presenta a la nobleza como aburrida, decadente y manipuladora.
De hecho, el libro “Les Liaisons Dangereuses" estuvo prohibido en su época.
El triángulo protagónico es insuperable y magistral.
Glen Close manejando el maquiavelismo con maestría, no hay palabras para definir su papel, tan mala y perversa, insuperable.
John Malkovich es la perversión y la seducción.
Estos dos personajes de los más ricos e interesantes que me he encontrado en cualquier película; la una, manipuladora, inteligente, rencorosa, fuerte, débil, celosa... el otro, amoral, elegante, culto, vulnerable...
¿Son malas personas?
Simplemente conocen la naturaleza humana (o creen conocerla) y están acostumbrados a jugar con fuego, a riesgo de quemarse...
Y Michelle Pfeiffer la virtud a punto de ser doblegada.
Los tres son de esas actuaciones que me dan ganas de aplaudir.
Dangerous Liaisons es la mejor de todas las adaptaciones del libro por una simple razón: contiene dos de las mejores interpretaciones de la historia del cine.
Me refiero a las de Glenn Close y John Malkovich.
Por otro lado está un guión magnífico ganador del Oscar que el dramaturgo Christopher Hampton se empeñó en escribir tras haber adaptado con éxito la novela al teatro.
Este Valmont (Malkovich) es el más cínico, mendaz y temible de todos los vistos hasta el momento en imágenes.
Es al que menos le tiembla el pulso a la hora de destruir su verdadero amor, porque es el más incapaz de reconocerlo, y el que mejor oculta sus mentiras, porque es el único que le dice “no puedo evitarlo” a Madame Tourvel (Pfeiffer) en persona sin más gesto de compasión hacia ella que apartar su, en el fondo, arrepentida mirada.
Algo muy similar se puede aplicar a la Marquesa de Merteuil (Close), de doble cara: la recatada, que muestra en público, y la perversa, que descubre en privado; y todo lo contrario a la Señora de Tourvel de Pfeiffer, que es la más cándida y angelical de todas, la que más sufre y a la que más me costaría a mí engañar.
Evidenciando algunos escalafones sociales, Dangerous Liaisons se centra en otro tipo de escala: la (a)moral, en la que Close y Malkovich ocupan los lugares más privilegiados y nos brindan actuaciones memorables, cargadas de personalidad.
Las interpretaciones cargadas de erotismo y sensualidad que embriagan al espectador con un exquisito aroma de falsedad y ética clásica a partes iguales, hacen desear a todas y cada una de las bellezas que aparecen por la pantalla, sin importar su edad y su sexo.
Todos manejando un dominio escénico y versatilidad sublimes, aunque claro, ayudados por la brillante dirección de Frears.
Sus movimientos, gesticulaciones, miradas, simplemente deslumbrantes.
El guión, profundo e inteligente, es indudablemente una de las mejores adaptaciones de la historia.
Hay diálogos que me sorprenden, sobre todo los de la Marquesa de Merteuil y sus teorías filosóficas.
El vestuario es uno de los más admirables y exquisitos, deleite constante, al igual que la decoración y la banda sonora.
La escena memorable es el momento en el que llega la Marquesa de Merteuil a casa de la tía de Valmont para seguir entretejiendo la red de engaños y crueldad que sirve de base al guión, con esa bajada “suprema” del carruaje con una sonrisa de maldad que escapa de las comisuras de sus labios y que se torna en menos de un segundo en la expresión afligida de la mejor amiga...
Uff...
Ni una palabra, sólo su mirada lo dice todo...
Increíble.
El final, ENORME, escenifica la caída, orgullosa autodestrucción al fin y al cabo, de la perversa y fascinante Marquesa de Merteuil; de su amado y a la postre enemigo, el Vizconde de Valmont, un seductor tan amoral y depravado como ella; y también de la seducida, la cándida Madame de Tourvel.
La muerte, el rechazo y el olvido sirven de colofón al juego maquiavélico, en su sentido social más que político, que revelan a una aristocracia ociosa, aburrida y depravada.
Gran escena final, mostrando a Close de inicio y de final, como cerrando un circulo kármico.
Por otro lado, se resalta constantemente el lugar de la pasión en Dangerous Liaisons, yo prefiero resaltar el del amor.
La pasión, en principio no se controla, una de las mejores partes de la película resalta precisamente, a través de la frase "era inevitable", esa condición; pero en Dangerous Liaisons los personajes siempre parecen estar por sobre ella: la reputación de conquistador, es decir, la vanidad e incluso la crueldad se anteponen.
Solo los personajes más débiles, las víctimas del juego, parecen arrastrados por la pasión.
En cambio el amor determina las acciones de los personajes principales y, de hecho, los destruye.
Este sentimiento entraña una nobleza profunda, opuesta a la de las apariencias y, con ella, la promesa de ser humano, lo que las gélidas caracterizaciones les niegan a los protagonistas desde el inicio.
Dada su imposibilidad en almas vanidosas o crueles, su presencia está marcada por su ausencia, como un agujero insoportable en el centro de todas las motivaciones, por ende de todos los acontecimientos.
En ese sentido, los personajes son múltiples y densos en virtud de su relación con el sentimiento indefinible por antonomasia, en ese sentido para algunos solo relegado por la inefable felicidad.
A más contrariados con este, el personaje de Malkovich es un cazador de mujeres hedonista y orgulloso de su reputación, que ve en el amor la única posibilidad de ir más allá de los juegos tanáticos del erotismo calculado.
El personaje de Close es una renegada del amor de los hombres, barato en comparación con la eternidad a la que aspira el amor de la mujer, amor genuino, que nunca tendrá una respuesta a la altura, más facetas muestra la personalidad en cuestión, más es la tensión interior y más la trascendencia del significado que transporta.
Entonces por qué llora el personaje de Close en una de las escenas finales es una pregunta clave y, pese a las apariencias, no muy obvia.
No llora porque se ha muerto su amante, sino porque ha sido capaz de matarse por amor o, dicho desde el ángulo adecuado, porque alguien merece que otro se mate en nombre del amor que le profesa.
Obviamente, ese alguien no es ella.
Y eso le duele en todos los niveles, física y espiritualmente.
No ha sido llamada a morir en esa gracia secular, compárese, a propósito de esa "muerte en estado de gracia", la agonía pasiva de un alma que todavía cuenta con la venia religiosa, y la agonía activa del personaje de Malkovich, que debe ser ganada a pulso, con acciones y palabras; es la única manera de aplacar la culpa que solo ha sido capaz de sentir cuando se atrevió a tergiversar un valor que estaba más allá de su vida y su reinado de placer, reinado, pues nadie tiene más poder que él en ese terreno: la entrega amorosa, absoluta, de la que sería su última amante.
Dangerous Liaisons estuvo nominada a 7 premios Óscar como mejor película, mejor actriz principal (Glenn Close), mejor actriz de reparto (Michelle Pfeiffer), mejor guion adaptado (Christopher Hampton), mejor diseño de vestuario, mejor dirección artística y mejor banda sonora para George Fenton.
Sólo ganó 3 Oscar al mejor guion adaptado, mejor diseño de vestuario y mejor dirección artística.
Los Oscar del año 1988, fueron polémicos, pues Glenn Close que estaba nominada como mejor actriz, se fue de vacío en favor de Jodie Foster, que se lo ganó.
También fue polémico ya que ni siquiera se nominó a John Malkovich, pues crítica y público estaban de acuerdo en que su interpretación era una de las mejores adaptaciones de un personaje escrito previamente.
Por otro lado, las piezas musicales no se quedan atrás en toda esta puesta en escena, con una música de época en la que Xerxes del maestro Haendel pone la guinda a un pastel deliciosamente perverso.
Los falsos juegos de seducción elaborados con gran maestría gracias a la casi total ausencia de moralidad, nos muestran lo maleable que son las personas y lo fácil que es obtener de ellas lo que se desea.
En estos juegos nos encontramos ante diálogos lapidarios que merecen ser escuchados cientos de veces y transmitidos de boca en boca.
En definitiva, Dangerous Liaisons es una de las mejores exploraciones jamás hechas en el cine (y en la literatura) sobre la seducción, la manipulación, la debilidad, la venganza y, por ende, sobre la mezquina naturaleza humana.
Todos tenemos una conciencia que no debemos traicionar, y que si lo haces lo vas a pagar.

All right: war!



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