Gloria

“You let a WOMAN beat ya, huh?”

Gloria es una de las últimas películas de John Cassavetes, rodada en un periodo en el que su figura parecía parte del pasado y aún no había logrado la rehabilitación de su obra prácticamente tras su muerte en 1989.
Quizá por ello en el momento de su estreno sufrió una relativa incomprensión al ser considerada por los admiradores del realizador como un “film comercial” y por los seguidores del “thriller” como una rareza digna de no demasiada consideración. En cualquier caso el paso del tiempo ha proporcionado a Gloria una especial consideración, que creo están centrados en dos factores que logran dotarla de personalidad, interés y fuerza.
Estos no son otros que el extraordinario protagonismo que tiene esa mirada que el director ofrece a la parte menos glamurosa de la ciudad de Nueva York (un basurero podrido) y, por supuesto, la personalidad que el personaje de Gloria (ENORME Gena Rowlands) impregna todos los fotogramas del film.
Resulta que Gloria es la antigua amante de un mafioso que ha conseguido con el paso del tiempo hacerse con algunos ahorros y una relativa estabilidad en su vida de cara a asumir con dignidad su cercana vejez.
Ella es vecina de Jack Dawn (Buck Henry), un contable de la mafia que ha “cantado” ante el FBI.
Por ello unos matones se disponen a eliminarlo junto a su familia, y este, ante la cercanía de su final, decide entregar a su hijo más pequeño –Phil (John Adames)- a Gloria, entregándole el libro de contabilidad que detecta las mencionadas irregularidades y que puede, en un determinado momento, salvar de la muerte al niño.
La previsible relación entre Gloria y Phil, el pequeño puertorriqueño, no puede ir peor.
Pese a que ella muy pronto se da cuenta de la implicación que en su propia vida puede suponer proteger al niño este se comporta demostrando su baja extracción cultural.
En cualquier caso, el discurrir de la película discurrirá en esa lucha de la veterana Gloria en su afán de protección de un pequeño que poco a poco sucumbirá ante el cariño que esta le prodiga, y que en un momento dado le llevará a revelarse ante el entorno de mafiosos en que incluso ella en el pasado estuvo relacionada –es magnífica la secuencia en la que se reencuentra con el veterano y aparentemente apacible antiguo gánster que en el pasado fue su protector-.
El mundo de la mafia pocas veces se ha descrito y mostrado en el cine con tanta crudeza, así como los ambientes sucios y degradados del mundo marginal.
Gloria es una película estadounidense de 1980 escrita y dirigida por John Cassavetes, protagonizada por Gena Rowlands, Buck Henry, John Adames, Julie Carmen, Lupe Garnica, entre otros.
Excelente actuación de Gena Rowlands, que interpreta una mujer que ronda los 40 años, salida hace poco de prisión y vinculada de algún modo con el mundo mafioso.
De los mejores personajes femeninos de todos los tiempos estuvo nominada al Oscar como Mejor actriz para Rowlands.
El personaje de Gloria está descrito con cariño y extraordinaria profundidad.
La acción se desarrolla a un ritmo intenso, apoyado en el constante movimiento de los actores y de la cámara.
Ésta se mueve en espacios relativamente reducidos y recurre frecuentemente a enfoques próximos de los rostros de los actores.
La fotografía es excelente y la música, de Bill Conti, aúna sutilezas, pinceladas brillantes y toques muy emotivos.
La obra capta, de principio a fin, la atención del espectador, al que sitúa en un ambiente envolvente, absorbente y lleno de tensión.
Gloria es femenina pero ruda.
Al subir y bajar de los taxis dice:
"No me discuta y quédese con el cambio"
Nada de sensiblerías, también era pragmática y sabía que esa situación tenía que resolverse.
Varias veces se topa con emisarios que los persiguen y los desarma para escapar, de paso ridiculizándolos delante la gente, que ante una pelea mafiosa lo último que hacen es meterse.
Maravillosa la Gena Rowlands vestida por el mismísimo Emanuel Ungaro durante toda la película en esos tacones altos, Magnum en mano, rudísima en contraste con su natural fineza, disparando a diestra y siniestra, sin un ápice de psicología infantil, es un goce.
El niño puertorriqueño, Phil Dawn (John Adames) está... ¡de lujo!
Tan maduro para su edad, tan... rudo y creíble, a pesar de las insólitas barbaridades que a veces salen de su imberbe boca -especialmente las dirigidas a Gloria, con quien a veces la trata con la punta del zapato.
Tal como su papá le dijo, él repite:
“I'm the man” y realmente demuestra que lo es.
Escrita para Gena Rowlands, Gloria la hace vivir manteniéndola en pie como protagonista principal y única.
Gloria y Nueva York, una ciudad sombría, subterránea, socavada por oscuros corredores, minada de hoteles miserables, taxis que forman parte de su vida, blancos y negros unidos por esa suerte común, divididos por prejuicios raciales, suponen la esencia de esta obra cuyas imágenes adquieren fuerza especial cada vez que salimos a la calles.
Gloria se inicia con unas magníficas vistas aéreas y planos generales de la ciudad de Nueva York, que a fin y a la postre se convertirán en el personaje más importante de la cinta.
Más allá de sus intrínsecas cualidades el film de Cassavetes ofrece un retrato casi implacable de los bajos fondos de la mitificada ciudad.
Muchedumbres, rincones en donde las minorías se reúnen, torres pobladas por mugrientos y podridos apartamentos, lugares en donde la presencia de gánsteres y matones casi es moneda corriente, ofreciendo en su conjunto una sensación de lugar opresivo del que es casi imposible huir.
En ese ambiente el que se ejecuta una matanza, como la que abre la película, con la protagonista abatiendo con sus disparos a cuatro matones que ocupan un coche o el que se produzcan persecuciones y situaciones extremas varias, parece no alterar la normalidad y la rutina de unos habitantes que parecen convivir con normalidad con todo tipo de delitos.
Sin duda cineastas como Scorsese o el más cercano Spike Lee tuvieron en Cassavetes su referente más valioso a la hora de tomar como base esa otra mirada a los rincones más oscuros de la ciudad de La Gran Manzana.
Como antes señalaba, el otro gran aliciente de Gloria es el propio personaje protagonista, del que la gran Gena Rowlands ofrece una labor llena de hondura, dureza, esa mirada felina que lanza casi a cada momento, y su humanidad.
Es evidente que su esposo (Cassavetes) la creó pensando en las posibilidades dramáticas de la Rowlands, pero no es menos cierto que de la mano de la veterana actriz logramos introducirnos con la complejidad de su personalidad, sus debilidades y el peso de un pasado que le ha ido granjeando un fuerte carácter, y que tiene en la posibilidad de salvar de una muerte segura al pequeño Phil un auténtico reto personal.
Y es que en esa odisea urbana, en la que la abstracción de presencia de gánsteres, mafiosos y asesinos por todos los rincones es moneda corriente, en la que la cámara de Cassavetes mira con absoluta naturalidad los asesinatos que se van cometiendo, la mayor parte de la mano de Gloria, es donde la poesía urbana de Cassavetes emerge con notable fuerza a lo largo de la película.
Me gustaría destacar finalmente la enorme compenetración que se establece en el estilo del realizador y su labor con Bill Conti para ofrecer una adecuada partitura, también libre e intensa en ocasiones, que sabe tener su presencia y acentuar los instantes más dramáticos.
Esta capacidad de otorgar una tensión poco común a las imágenes dentro de una apariencia cotidiana es la mejor muestra del talento de Cassavetes, por encima de sus ya conocidas anotaciones sociales o raciales.
Hacer cine negro, hoy por hoy, supone rozar siempre un mimetismo algo más que mecánico.
En este caso, Gloria no ha sido así, y aun sin caer en un fácil ternurismo, los momentos menos felices son aquellos en los que la pareja recuerda fatalmente que el destino pudo convertirlos no en compañeros, sino en hijo y madre.

“Okay, you... you bananas!”



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