Fargo

“A lot can happen in the middle of nowhere”

“I need unguent!”

Crónica negra de la América profunda, arraigada en la segunda enmienda, capaz de conseguir un arma de la manera más sencilla, esa América violenta que cada día sale en las noticias porque se ha descubierto un nuevo asesinato a manos de un desalmado.
La violencia es muy creíble, los personajes detrás de sus ambiciones generan una atmósfera de más violencia.
Minnesota es un desierto de nieve en el que nunca pasa nada.
Sobre ese blanco níveo, los hermanos Coen nos proponen un viaje salvaje, divertido y sangriento a una historia presentada bajo la premisa:
“basada en un hecho real”, pero enteramente concebida por estos inspirados hermanos.
Fargo, paisaje de nevadas extensiones de Dakota del Norte, aunque a su modo podemos equipararlo a un paraje desértico, los individuos que lo pueblan recorren toda la variedad psicológica y humana imaginable, y se constituyen en uno de esos retratos inmisericordes que los Coen trazan a propósito de su nación: deleznables hombres de negocios que pretenden dar lecciones a otros desde la ética del “self made man”; lugareños endogámicos, acomodados, casi refractarios a toda novedad perturbadora; psicópatas carentes de modales, moralidad o empatía y, por último y más importante, hombres cuyas expectativas han sido frustradas, atrapados en una vorágine de miserias y sueños americanos rotos.
Sangre sobre nieve, violencia asesina y náuseas matinales se mezclan en un inteligente relato que confirma el modo singular y único de sus directores; la América profunda, se presenta dominada por la violencia, la codicia, la afición desmedida al dinero y por la cruel mediocridad de una vida encerrada en visiones de campanario, localistas, egoístas, interesadas y exageradamente miopes.
Fargo resulta un magnífico retrato coral que, aún cumpliendo con el esquema del crimen imperfecto, no lo hace desde un momento de planificación obsesiva: es la propia bisoñez del criminal la que convierte el plan en una pesadilla, donde nuevamente los encuentros fortuitos o la determinación obstinada de ciertos personajes que quieren solucionar los problemas a la manera tejana, liquidan los planes del involuntario asesino.
“Si algo puede salir mal, saldrá peor”
Fargo es una película policial de humor negro estadounidense del año 1996, dirigida, escrita y producida por los hermanos Joel e Ethan Coen.
Fue protagonizada por una ENORME Frances McDormand, ENORME William H. Macy, Steve Buscemi, Harve Presnell y Peter Stormare entre otros.
La magnífica fotografía contribuye en gran parte a crear una sensación de soledad, haciendo sentir al espectador el frío de la remota Minnesota así como de los propios personajes, dándole protagonismo a un blanco aséptico y omnipresente que hace un considerable contraste con las pocas intervenciones del rojo (especialmente brillante la concepción cromática del primer asesinato oponiendo negro el negro de la noche, el blanco de la nieve de día y el rojo como color común).
Es un film que carece prácticamente de personajes positivos, a excepción de la inalterable protagonista, que en conjunto manifiestan una total ausencia de moral, emociones o simple sentido común.
Jerry es tímido, apocado, frágil y de escasas luces.
Marge, sencilla y tranquila, es sagaz y dispone de gran intuición.
Carl es descuidado, incompetente y bastante tonto.
Geaer es introvertido, pasa horas sin hablar, padece esquizofrenia, es violento y sanguinario.
La historia transcurre entre dos ciudades principalmente: Brainerd, una pequeña ciudad del estado de Minnesota de algo más de 13.000 habitantes, y Minneapolis.
El nombre de la película es debido a la pequeña ciudad de Fargo, en Dakota del Norte, ciudad donde Jerry Lundegaard (William H. Macy) contrata a dos personajes, Carl y Gaear (Steve Buscemi y Peter Stormare) para secuestrar a su mujer, ya que Jerry está pasando por problemas económicos.
El rescate sería abonado por el suegro de Jerry, forrado de dinero pero que jamás se lo prestaría, e iría a medias en el reparto con los secuestradores.
Sin embargo, nada saldrá bien y, con muertos de por medio, la agente oficial Marge Gunderson (Frances McDormand), embarazada de seis meses, se dedicará a investigar el caso.
El reparto roza lo insuperable, pues la panda de imbéciles ciudadanos de la ciudad de Fargo, y los dos descerebrados criminales que se encargan de descerebrarlos a ellos, no tiene desperdicio, sobre todo si a esta gentuza se añade la presencia, en mágico contrapunto, que borda, primero junto a ellos y finalmente frente a ellos, la maravillosa Frances McDormand, en un personaje de agente de policía a punto de parir, pero que resuelve expeditivamente el hediondo caso sin abandonar durante todo el rifirrafe una beatífica sonrisa pre maternal y unos lentos andares despatarrados de señora preñadísima.
ENORME heroína, comisario embarazada, adicta al café y muy hambrienta que, entre encuentros con viejos amores y desayunos madrugueros con su también comisario esposo, trata de atrapar a los culpables de alterar el orden el tranquilo pueblo de Fargo.
La película, de hecho, no está "basada en una historia real".
Los hermanos Coen se basaron en varios casos reales que fueron juntando para hacer la historia.
Joel Coen dijo:
“No estamos interesados en ese tipo de fidelidad.
Los acontecimientos básicos son los mismos que en casos reales, pero las caracterizaciones son totalmente imaginadas.
Si la audiencia cree que algo está basado en hechos reales, te da permiso para hacer cosas que de otro modo no aceptarían”.
En la elección del suceso se ve venir el vitriolo de la mirada de estos cineastas, pues se trata de un asunto negrísimo, extraído de la crónica criminal más astrosa, pero que, destripado por ellos, revienta de una gracia que, sin acudir a chistes, subrayados y estridencias, echa chispas.
Es una especie de brutal esperpento, contado de manera suave, que pone en solfa y reduce a harapos la moda -nacida en el cine estadounidense y propagada a Europa como un reguero de pólvora o como una peste- del cine sobre los llamados “serial killers”, eso que ya comienza a llamarse “tarantinada” o algo por el estilo: una colección, a estas alturas rutinaria, de (es un decir) hazañas de desnucamiento, que está aumentando la producción de sangre en los talleres de los proveedores de materia prima del thriller posmoderno, del que los hermanos Coen hacen en Fargo una burla que multiplica su ferocidad, precisamente porque no se percibe a primera vista y hay que adentrarse en la película para descubrir la dureza que esconde su tono apacible.
La mayor parte de las mentes criminales que nos vende el cine son pura entelequia, bazofia que no hay por donde pillarla y que nos gustan porque nos gusta creer en la perfección.
Esta película es perfecta porque retrata el arco de la imperfección humana, somos una mentira andante, ambiciosos, llenos de inseguridades, violentos, engreídos.
Tal como somos.
De ahí que gran detective y que gran papel el de su marido.
¿Alguien no duda tras ver esta película de que la cordura de este mundo puede consistir en ser capaz de levantarse a hacerle el desayuno a tu mujer embarazada?
Aunque desconozcas que es la única persona inteligente a cien kilómetros a la redonda.
De hecho hasta podría sugerir una idea machista, por restar importancia el esposo, a su mujer en estado de embarazo en pleno deber poniendo en peligro su vida y de su criatura; y por otro lado, feminista, porque se le da un papel a una comisario preñada y que suponemos, es la que aporta el mayor capital al hogar, inclusive es la que tiene un trabajo “regular”.
Por tanto, la idea es completa y más que evidente, redonda en el esbozo de los personajes.
A manera general, Fargo retoma el gusto de los hermanos Joel y Ethan Coen por la plasmación de situaciones y personajes de raíz estrambótica, configurando sus elementos desde una perspectiva impetuosa, bizarra y desenfadada.
Película incisiva y áspera en su temática, marcada por la sobriedad y el vibrante pulso narrativo de un Joel Coen que expone un relato verídico cargado de codicia, egoísmo y psicosis.
Frente a ello, una policía embarazada expondrá todo su sentido común para resolver un caso que conmociona a una tranquila y pequeña localidad.
Lo que parece ser una simple fechoría termina siendo un caso de grandes implicancias, las situaciones se irán complicando y el filme incrementa de intensidad a medida que transcurren los minutos.
Una buena dosis de violencia y de humor negro, atmósfera insana y envolvente gracias a esos escenarios naturales abiertos, fríos y desolados; personajes excéntricos que despiertan la curiosidad del espectador, una historia absorbente por su intensidad, grandes interpretaciones de las que me quedo con el brillante papel de Macy como un hombre fracasado al que nada le sale bien (típico antihéroe), seguido por el simpático papel de McDormand y esa increíble química en ese par de locos tan simpáticos como peligrosos que resultan los personajes de Buscemi y Stormare, todo ello acompañado sutilmente con una partitura de Carter Burwell (habitual en los films de los hermanos) aparentemente sosegada pero impregnada de mucho dramatismo en los momentos trágicos.
Fargo recibió 7 nominaciones a los premios Óscar: película, director, actor secundario (William H. Macy), fotografía, montaje; llevándose los premios al mejor guión original y a la mejor actriz para McDormand contra la favorita Kristin Scott Thomas por The English Patient.
Uno mira al personaje de Frances y ve a una persona real, ve su trayectoria, ve sus motivaciones...
Su personaje se compone con dos "yeah? yeah!" y tres sonrisas con sorbo de café.
Según el American Film Institute, Fargo es la película número 84 entre las cien mejores de los primeros cien años del cine estadounidense y en el año 2006 fue introducida al National Film Registry.
Son escenas destacadas la de la máquina trituradora de madera, el largo enfrentamiento a tiros de un criminal y una de las víctimas, la intimidad doméstica de la sheriff y su marido, y la antológica conversación en el bar de Fargo:

Hooker No. 1: Well, the little guy was kinda funny-lookin'.
Marge Gunderson: In what way?
Hooker No. 1: I dunno... just funny-lookin'.
Marge Gunderson: Can you be any more specific?
Hooker No. 1: I couldn't really say... He wasn't circumcised.
Marge Gunderson: [amused by this unhelpful detail] Was he funny lookin' apart from that?
Hooker No. 1: Yah...
Marge Gunderson: So, you were havin' sex with the little fellow, then.
Hooker No. 1: Uh huh...

Aviso:
Si no se ve en versión original se pierde gran parte de la esencia de la película.
El acento paleto de los personajes es fundamental porque de otro modo son inexplicables.

“Yeah!”


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