Singin' In The Rain
“What a glorious feeling I’m happy again.
I’m laughing at the clouds, so dark up above, the sun’s in my heart and I’m ready for love”
¿Cuál es más elevada: la expresión de un sentimiento complejo, elaborado, contradictorio, intelectual...?
¿...O la de un sentimiento destilado hasta su pureza, en una regresión despojadora hasta la infancia?
Lo infantil en Singin’ In The Rain es la honestidad.
No la estupidez, ni la ñoñería.
Y la belleza en ella está en la sencillez emocional.
Alguien dijo una vez que el mundo del cine, y el resto del mundo, era mejor gracias a Singin’ In The Rain y tiene razón.
Singin’ In The Rain es considerado uno de los musicales míticos de Hollywood, un clásico entre los clásicos de su género, un film de culto para todos los amantes los films retro.
Su inspiración está basada en la creación del estilo de melodías que se fueron realizando durante los años 30 y 40, llevándolas a lo que tal vez fue su punto culmine.
Ya que los años espectaculares años 50, fueron para el género del musical, “los dorados años 50“.
Contando con la magia de la pantalla color, el sonido y si de talentos se trata, no hay duda de que dicha época fue un germinador de estrellas inolvidables.
Los musicales Holywoodenses tuvieron sus raíces en la industria del cine en la época en que el sonido fue por primera vez incluido a los filmes, cuando la sola idea de los actores cantando y bailando emocionaba de sobremanera a los fanáticos.
El musical, género que nació con el cine sonoro, puede ser considerado el más cinematográfico de todos los géneros.
Su discurso, de gran coherencia interna, es el de la imagen, la puesta en escena y el espectáculo.
No se tiene que someter necesariamente al discurso literario.
La brillantez de las imágenes mostradas y la perfecta coreografía de los movimientos de cámara, la audacia de ángulos imposibles, la danza, las canciones y la música, no buscan justificación porque están justificados por sí mismos.
El musical es un género reflexivo como ninguno sobre el cine y sus géneros, a través de las referencias y amables ironías, también fue el precursor de los grandes avances técnicos del séptimo arte.
Los departamentos especializados en musicales fueron los primeros en experimentar con el sonido, el color, Technicolor,Cinemascope; avances todos que posteriormente pasaron al resto de los géneros.
Sólo hay que recordar el extraordinario esplendor visual de las grandes superproducciones de la MGM durante la década de los cincuenta para enlazarlo con los grandes musicales del mismo estudio rodados sólo unos años antes.
Dicho de otra forma, en los lujos musicales, se comenzaron a gestar las espectaculares superproducciones que abarrotan las salas actuales.
Por ejemplo, Fred Astaire demostró que la danza en el cine era tremendamente romántica y llena de estilo.
Por eso, durante los treintas y cuarentas, el musical Hollywoodense brilló en todo su esplendor.
Para los cincuentas ya había alcanzado su gloria, pero para finales de esta década, comenzó a decaer, ya que el televisor había ganado terreno, y su creciente popularidad afectó al cine.
En 1950 Metro Goldwin Mayer (MGM), les asignó la tarea de escribir una historia original usando canciones del catálogo musical de Arthur Freed y Nacio Herb Brown, hecho entre 1926 y 1932.
En un principio, el título del filme Singin’ In The Rain les pareció a sus directores Gene Kelly y Stanley Donen una idea ridícula, pero tras su oposición, Freed sólo argumentó dos cosas: que él había escrito esa canción y que siempre había querido hacer una película con ella; y eso bastó para imponer a la película su sketch y su título.
La canción Singin’ In The Rain había sido ya utilizada en una revista y una película de los años 40 llamada “Hollywood Revue of 1929”
Arthur Freed había tenido ya bajo su responsabilidad 40 musicales de la MGM desde 1939 que fue contratado por Louis B. Mayer.
El más destacado de ellos, “An American In Paris” (también con la actuación de Gene Kelly), cuyo filme había tenido un gran éxito y se había hecho acreedor del Oscar a la mejor pelicula en su año.
Un trabajo realmente espectacular es el que Singin’ In The Rain nos transmite al ser expuesta ante nuestros sentidos.
Desde su historia hasta sus complejidades técnicas, pasando por las grandes actuaciones y números musicales, nos llevan a comprender porqué Singin’ In The Rain es el musical más popular y recordado de todos los tiempos y porqué al escuchar el nombre de sus protagonistas Gene Kelly, Debbie Reynolds y Donald O'Connor, incluso de su productor Arthur Freed, nos es imposible no relacionarlos con el gran musical que creado en la década de los años 50, nos da una imagen casi biográfica y documental del cine en los años 20.
El optimismo, la fuerza y la alegría de vivir que emanan del film, siguen siendo tan contagiosos en la actualidad, como lo fueron en el momento de su estreno, ¿o es que alguien es capaz de resistirse a tararear "Singin’ In The Rain" cuando suenan sus primeros compases?
Singin’ In The Rain es la obra maestra indiscutible del musical, de la comedia y de la historia del cine, que narra una divertida sátira sobre el propio mundo del cine, en su transición del periodo mudo al sonoro, repleta de referencias y guiños cinéfilos, debidos al excelente y divertido guión de Betty Condem y Adolph Green.
"Dignity, always dignity"
Singin' In The Rain es una película musical de Hollywood, estrenada en 1952. Dirigida por Stanley Donen y Gene Kelly está protagonizada por el mismo DIVO Gene Kelly, ENORME Donald O'Connor, Debbie Reynolds, ENORME (e imbécil) Jean Hagen, Millard Mitchell, Cyd Charisse, Rita Moreno, Douglas Fowley, entre otros.
Icónica música de Nacio Herb Brown y Arthur Freed, la cinta respira alegría, felicidad, jovialidad, optimismo y amor a la vida.
Recuerda con admiración el legado del pasado: grandes autores dramáticos (Calderón, Molière, Shakespeare, Ibsen...) y obras célebres (“Romeo y Julieta”, “Hamlet”, “Macbeth”, “El rey Lear”...).
La estética, concebida e impuesta por el productor Arthur Freed (1884-1973), es barroca, preciosista, desbordante, imaginativa, fantasiosa y festiva.
En suma, es eminentemente romántica en las formas y en el fondo (elogio del amor, los sentimientos humanos, la lucha por la vida...).
Exalta la alegría de vivir, la amistad y la camaradería.
Presenta una buena construcción de caracteres:
Kathy Seldon (Reynolds) es una corista muy joven, guapa, ambiciosa e ingenua. Lina, diva del cine mudo, es cursi, vanidosa y de pocas luces.
Don Lockwood, ídolo del cine mudo, es extrovertido y fanfarrón.
R. F. Simpson es inteligente, sabe escuchar y cambiar de criterio y es expeditivo en sus decisiones.
Cosmo Brown es sencillo, ocurrente y lúcido.
El humor tiene una importancia singular en la obra, se basa en la ironía, el sarcasmo, la burla y la ridiculización (estupidez, vanidad, individualismo, egoísmo, oportunismo, mentira, engaño).
También se sirve de los defectos físicos (voz de falsete de Lina), las deficiencias técnicas (fallos de sonido), los trucos engañosos...
Emplea algunos recursos del cine mudo (pastel en la cara).
Dedica cálidos guiños de simpatía a la coreografía de “Calle 42” (Bacon, 1933), al coreógrafo Busby Berkeley, a la actriz Ethel Barrymore, al compositor Cole Porter, a Al Jolson, a Alan Crossland, al presidente de EEUU Calvin Coolidge (en el cargo en 1927), a los westerns, al semanario “Variety”, a las revistas musicales Ziegfeld Follies, a los payasos, al torero, etc.
Una película bella desde la estética y sus números musicales, gran talento y carisma del trío protagónico (Kelly, O'Connor y Reynolds) para las coreografías en donde el despliegue físico y artístico es digno de encomio.
Escenarios y colorido absorbentes, una secuencia súper reconocida la de Kelly cantando enamorado bajo la lluvia desplegando toda su gracia, el movimiento y el canto se transforman en la gran vedette.
Pero detrás de tanta parafernalia hay una historia muy modesta que deja bastante que desear por sus tópicos: el amor y la amistad junto con el talento artístico envidiado serían los ejes en que se basa la narración que se sume en una retahíla de atractivos números musicales sin nexos conectores.
La dirección de Kelly y Donen es rabiosamente dinámica y muy moderna en la época en que fue rodada.
Hecha siguiendo los esquemas clásicos de la Metro, tiene su inspiración en toda la serie de Melodías de Broadway que se fueron realizando en Hollywood en los 30 y 40, coincidiendo con la aparición del cine sonoro.
Para documentar verazmente la época se recurrió a la memoria y testimonios de los trabajadores más veteranos del estudio que habían vivido el tránsito al sonoro. Aportaron sus experiencias y vivencias: la forma de rodar, de registrar el sonido, cómo se vivió aquella conmoción.
Especialmente importante fue el testimonio del veterano técnico de sonido, Douglas Shearer, el primer técnico de grabación con el que contó la Metro, que facilitó todo tipo de detalles sobre los problemas surgidos en aquellas primeras películas sonoras.
Su detallado testimonio dio origen a escenas tan hilarantes y cargadas de significado en la historia de Singin’ In The Rain como la colocación del enorme micrófono en el "bouquet" de flores del traje de Lina y que consecuentemente se escuchasen los latidos de su corazón o el tronar las perlas del collar; o la escena en la que en la "preview" de "El Caballero Duelista" la voz de Lina y Lockwood se desincronizan con respecto a la imagen en aquel catastrófico dialogo de:
"No, no, no.
Sí, sí, sí".
El diseñador de vestuario, Walter Plunket, en activo ya en los años veinte, colaboró para conseguir la imagen adecuada y fiel de los personajes, y Ladria Gibbon, escenográfo desde la época del cine mudo, ayudó para recrear la ambientación de aquellos primeros musicales.
Además de todo esto se exploraron los viejos almacenes del estudio, se desempolvaron las viejas cámaras y todo tipo de maquinaria cinematográfica con la finalidad de recrear fielmente una época del cine.
Singin’ In The Rain fue un gran éxito gracias a sus escenas de baile, en especial la de Gene Kelly bajo la lluvia, cuando canta la canción que da título al filme.
Se estrenó en abril y fue la película más taquillera durante ese mes y la décima de 1952.
Kelly brilla con luz propia en el papel protagonista, tanto en las escenas de comedia, las de acción, rememorando su reciente papel de D'Artagnan en "Los Tres Mosqueteros", y está sublime en las secuencias musicales, tanto en la romántica balada "You're my Lucky Star", como en la irreverente y gamberra "Moses", la esperanzada y optimista "Good Morning", o la grandiosa " Singin' In The Rain ".
La escena de Gene Kelly bailando bajo la lluvia no estaba en el guion original, fue agregada más tarde para darle sentido al título.
Esa escena principal del filme (Don Lockwood cantando y bailando bajo la lluvia) tardó dos días en ser filmado.
Las exigencias del guión, los problemas técnicos, los errores en la coreografía y algunos problemas de salud de Kelly impidieron que se grabara normalmente.
Se cuenta que después de un número musical, Gene Kelly insultó y agredio a Debbie Reynolds por su falta de experiencia y talento en el baile.
Fred Astaire, que estaba en el estudio, encontró a Reynolds llorando bajo un piano y se ofreció a ayudarla con sus pasos de baile.
Cuando acabó el número de Good Morning, los pies de Reynolds estaban sangrando.
Estrenada la película, Kelly admitió que cometió un grave error al tratar de tan mala manera a sus compañeros de elenco y ofreció sus disculpas.
Años más tarde, Debbie Reynolds dijo que sobrevivir a su infancia y hacer Singin' In The Rain fueron las dos experiencias más duras y difíciles de su vida.
El secreto mejor guardado del estudio fue que la misma Reynolds, actriz de voz limitada, además de limitadas dotes como bailarina, fue doblada por Betty Noyes en todas las canciones que interpreta en solitario.
Ademas, muchos aseguran que la lluvia artificial que se aprecia en la famosa escena del baile, es agua mezclada con leche para que pudiera ser captada perfectamente por la cámara de la época.
Por otra parte, Donald O'Connor es el perfecto y simpático compañero de Kelly, retomando y superando la función que había asumido Frank Sinatra en filmes anteriores, su interpretación de "Make'em Laugh", subiéndose literalmente por las paredes, es uno de los más dinámicos y divertidos números musicales jamás filmados.
Mención aparte merece una maravillosa Cyd Charisse, cuya hipnótica aparición en el doble papel de ángel y demonio en el número "Broadway Melody", le valió el papel protagonista al año siguiente, en el musical "Broadway Melody,1955", junto a, nada menos que, Fred Astaire, y el recuerdo imperecedero de todos los amantes del cine.
A pesar de no aparecer bajo los créditos, Kelly contó con el talento y la ayuda de dos asistentes coreógrafas: Carol Haney (“The Pajama Game“) y Gwen Verdon (estrella de Broadway de “Can-Can”, “New Girl In Town”, “Damn Yankees”, “Redhead”, “Sweet Charity” y “Chicago“).
De hecho, el sonido del claqueo de Kelly durante el número de “Singin’ In The Rain”, fue doblado posteriormente por Verdon y Haney.
Ambas estuvieron metidas en un enorme tambor con agua hasta los tobillos, para poder recrear el sonido del chapoteo en el agua y que coincidiera con la acción en la pantalla.
Como apunté, la trama de Singin’ In The Rain recoge un sin fin de anécdotas reales de los años 20 durante la transición del cine mudo al cine sonoro, entre ellas:
La contratación de profesores de dicción, el accidentado rodaje primitivo con sonido directo y la frustrada preview de infausta memoria, que sucedió realmente en más de un estreno.
Por otro lado, Singin' in the Rain es una graciosa sátira al mundo de actuación de Hollywood.
Existe un gran parecido de los personajes de la historia con distinguidas personalidades del mundo hollywoodense, tales como el personaje Lina Lamont (interpretado por Jean Hagen) y la actriz Judy Holliday; el jefe de los estudios (interpretado por Millard Mitchell) es una representación del mismo Arthur Freed; el director musical (interpretado por Douglas Fowley) y el famoso Bubsy Berkeley; y el personaje de Dora Bailey, la periodista chismosa del mundo cinematográfico, es una parodia de Louella Parsons, la columnista de los periódicos de Hearst, que tanto daño hizo a Orson Welles y a su Citizen Kane.
Curiosamente, Singin’ In The Rain no se salvó del macartismo imperante durante la época, por la que se convierte en una denuncia de la situación que estaban viviendo un sector de los profesionales de la industria, además de un velado desafío a los elementos represores en el sentido de que ni el libre pensamiento ni la libertad creadora cederán ante las fuerzas que pretenden controlarlas, podría intuirse ya en el mismo título de la película y en los créditos.
Bajo los nombres de los guionistas aparece una discreta anotación:
"Película inspirada en la canción "Singin’ In The Rain".
Pero ¿qué historia nos cuenta esa canción para inspirar una película?
Si nos movemos en el nivel simbólico del lenguaje, la lluvia, los nubarrones, bien podrían referirse a esa otra tormenta que barrió Hollywood con la entrada del cine sonoro, por la que fulgurantes estrellas se apagaron y otras "supernovas" iluminarían un nuevo firmamento cinematográfico.
Pero entablando paralelismos entre la época en la que se sitúa la historia y en la que se rodó Singin’ In The Rain, también podría simbolizar esa devastadora tormenta ideología y política que en esos precisos momentos (año 1951) asolaba a la industria del cine, consecuencia de la cual algunas carreras se vieron repuntadas y otras truncadas.
En ambos casos y aunque después volviese a salir el sol, Hollywood no volvió a ser el mismo.
Más significado toma la letra de la canción Singin’ In The Rain cuando se integra en la inolvidable escena en la que Don Lockwood (Kelly), nos regala su exultante baile bajo el chaparrón de California:
Kathy (Reynolds), despide a Lockwood y en el umbral de la puerta le dice:
"Cuídate, esta lluvia de California es inusualmente copiosa".
Kelly al abandonar la protección del portal cierra el paraguas para exponerse valientemente a la lluvia a la vez que comienza a cantar y a bailar.
En un desafiante y triunfante primer plano de arriba abajo, abre los brazos y expone valiente el rostro a la tormenta, mientras canta:
"los nubarrones bien pueden asustar a todos, de la lluvia me río yo".
Continúa su vigorosa y feliz danza bajo la lluvia y sobre los charcos, para detenerse en un escaparate que anuncia unas felices vacaciones bajo un sol posible.
En lo más pletórico de su euforia, es momentáneamente interrumpido por la mirada vigilante y reprobatoria de un policía que consigue moderar su felicidad. Hay un gesto retador en un Lockwood que moderadamente jocoso se despide del policía e inmediatamente regala un paraguas que no ha utilizado para cubrirse de la lluvia, a un desconocido que pasa en ese instante y que abrirá el paraguas para protegerse.
Posiblemente el desconocido si temía a los nubarrones.
Otra posible alusión a las "listas negras" y a la "caza de brujas", bien podría encontrarse en el mismo guión:
Lina Lamont decide arruinar la inicial carrera de Kathy Selden.
Por medio de toda una serie de maniobras legales, de presiones al productor, amenazas al estudio y adecuada utilización de campañas en prensa, (métodos habituales de la H.U.A.C.) se asegura que Kathy no pueda trabajar utilizando su propia identidad, sólo podrá hacerlo a la sombra y para Lina.
Esto bien podría ser un referente a la situación que padecían muchos guionistas, el sector más castigado por la "caza de brujas".
Muchos de ellos sólo pudieron continuar su trabajo bajo seudónimos o vendiendo su trabajo a otros guionistas "limpios" que eran quienes obtenían el reconocimiento publico y las ganancias, y sin embargo hay un hálito de esperanza. Al final el engaño es descubierto, Kathy puede salir de detrás del telón y su talento será reconocido.
Esperanzador también es el hecho de que si bien Singin’ In The Rain comienza e incluye escenas de lluvia como significativo fondo, se cierra con un día de sol esplendoroso.
Después de la tempestad viene la calma y los profesionales "blacklisteados" como Kathy podrán salir de las sombras para continuar su trabajo de creación.
Tal vez y por ese velado detalle solo estuvo nominada al oscar como mejor actriz secundaria para Jean Hagen y mejor música original.
Conrad Salinger, Wally Haglin y Skip Martin fueron los responsables de la orquestación y los compositores de la música incidental.
La coordinación musical corrió a cargo de Lennie Hayton que en nombre del equipo recogió el Oscar en la categoría de "Mejor banda sonora".
A pesar de que en la época de su estreno el filme no fue un gran éxito, en el año 2007 el American Film Institute lo eligió como el # 1 en la lista de los 100 mejores musicales de todos los tiempos, puesto # 5 como Mejor Película (10th Anniversary Edition) y la canción “Singin’ In The Rain” ocupa el puesto # 3 en el listado “100 Años… 100 Canciones” del mismo instituto.
Y eso que el tiempo le ha otorgado un estatus de legendario y le ha garantizado un espacio dentro de los mas grandes clásicos.
La banda sonora, de Nacio Herb Brown y Arthur Freed, ofrece una partitura fascinante, de ritmos y melodías románticas y pegadizas.
Son memorables “Broadway Melody” (espléndida Cyd Charisse), “Moses Supposes” (pícara e irreverente), “Good Morning” (optimista), “You Are My Lucky Star” (intimista) y “Make ‘Em Laugh” (divertido plagio de “Be a Clown” de Cole Porter). Las canciones son de los últimos años 20 o de los primeros 30, como “Singin’ In The Rain” (1929), “The Wedding of the Painted Doll” (1929), “You Were Meant for Me” (1929), “Beautiful Girl” (1933), etc.
Curiosamente el genial Micahel Jackson, admirador #1 de Kelly, utilizó parte de las coreografias e imitó varios vesturios de esta pelicula para muchos de sus videos como: Say Say Say junto a Paul McCartney y Black Or White, entre otros.
La fotografía de Singin’ In The Rain, de Harold Rosson y John Alton, crea una narración visual de cromatismo intenso y vibrante (propio de los años 50), composiciones imaginativas y ambientes fantasiosos y fascinantes, que definen la estética visual del film.
Como escenas más divertidas subrayaría las clases de dicción y el rodaje con la incompetente de Lina Lamont hablando a todas partes menos al micrófono.
La desesperación del director es desternillante.
“Don't you know everyone wants to laugh?
Make 'em laugh”
I’m laughing at the clouds, so dark up above, the sun’s in my heart and I’m ready for love”
¿Cuál es más elevada: la expresión de un sentimiento complejo, elaborado, contradictorio, intelectual...?
¿...O la de un sentimiento destilado hasta su pureza, en una regresión despojadora hasta la infancia?
Lo infantil en Singin’ In The Rain es la honestidad.
No la estupidez, ni la ñoñería.
Y la belleza en ella está en la sencillez emocional.
Alguien dijo una vez que el mundo del cine, y el resto del mundo, era mejor gracias a Singin’ In The Rain y tiene razón.
Singin’ In The Rain es considerado uno de los musicales míticos de Hollywood, un clásico entre los clásicos de su género, un film de culto para todos los amantes los films retro.
Su inspiración está basada en la creación del estilo de melodías que se fueron realizando durante los años 30 y 40, llevándolas a lo que tal vez fue su punto culmine.
Ya que los años espectaculares años 50, fueron para el género del musical, “los dorados años 50“.
Contando con la magia de la pantalla color, el sonido y si de talentos se trata, no hay duda de que dicha época fue un germinador de estrellas inolvidables.
Los musicales Holywoodenses tuvieron sus raíces en la industria del cine en la época en que el sonido fue por primera vez incluido a los filmes, cuando la sola idea de los actores cantando y bailando emocionaba de sobremanera a los fanáticos.
El musical, género que nació con el cine sonoro, puede ser considerado el más cinematográfico de todos los géneros.
Su discurso, de gran coherencia interna, es el de la imagen, la puesta en escena y el espectáculo.
No se tiene que someter necesariamente al discurso literario.
La brillantez de las imágenes mostradas y la perfecta coreografía de los movimientos de cámara, la audacia de ángulos imposibles, la danza, las canciones y la música, no buscan justificación porque están justificados por sí mismos.
El musical es un género reflexivo como ninguno sobre el cine y sus géneros, a través de las referencias y amables ironías, también fue el precursor de los grandes avances técnicos del séptimo arte.
Los departamentos especializados en musicales fueron los primeros en experimentar con el sonido, el color, Technicolor,Cinemascope; avances todos que posteriormente pasaron al resto de los géneros.
Sólo hay que recordar el extraordinario esplendor visual de las grandes superproducciones de la MGM durante la década de los cincuenta para enlazarlo con los grandes musicales del mismo estudio rodados sólo unos años antes.
Dicho de otra forma, en los lujos musicales, se comenzaron a gestar las espectaculares superproducciones que abarrotan las salas actuales.
Por ejemplo, Fred Astaire demostró que la danza en el cine era tremendamente romántica y llena de estilo.
Por eso, durante los treintas y cuarentas, el musical Hollywoodense brilló en todo su esplendor.
Para los cincuentas ya había alcanzado su gloria, pero para finales de esta década, comenzó a decaer, ya que el televisor había ganado terreno, y su creciente popularidad afectó al cine.
En 1950 Metro Goldwin Mayer (MGM), les asignó la tarea de escribir una historia original usando canciones del catálogo musical de Arthur Freed y Nacio Herb Brown, hecho entre 1926 y 1932.
En un principio, el título del filme Singin’ In The Rain les pareció a sus directores Gene Kelly y Stanley Donen una idea ridícula, pero tras su oposición, Freed sólo argumentó dos cosas: que él había escrito esa canción y que siempre había querido hacer una película con ella; y eso bastó para imponer a la película su sketch y su título.
La canción Singin’ In The Rain había sido ya utilizada en una revista y una película de los años 40 llamada “Hollywood Revue of 1929”
Arthur Freed había tenido ya bajo su responsabilidad 40 musicales de la MGM desde 1939 que fue contratado por Louis B. Mayer.
El más destacado de ellos, “An American In Paris” (también con la actuación de Gene Kelly), cuyo filme había tenido un gran éxito y se había hecho acreedor del Oscar a la mejor pelicula en su año.
Un trabajo realmente espectacular es el que Singin’ In The Rain nos transmite al ser expuesta ante nuestros sentidos.
Desde su historia hasta sus complejidades técnicas, pasando por las grandes actuaciones y números musicales, nos llevan a comprender porqué Singin’ In The Rain es el musical más popular y recordado de todos los tiempos y porqué al escuchar el nombre de sus protagonistas Gene Kelly, Debbie Reynolds y Donald O'Connor, incluso de su productor Arthur Freed, nos es imposible no relacionarlos con el gran musical que creado en la década de los años 50, nos da una imagen casi biográfica y documental del cine en los años 20.
El optimismo, la fuerza y la alegría de vivir que emanan del film, siguen siendo tan contagiosos en la actualidad, como lo fueron en el momento de su estreno, ¿o es que alguien es capaz de resistirse a tararear "Singin’ In The Rain" cuando suenan sus primeros compases?
Singin’ In The Rain es la obra maestra indiscutible del musical, de la comedia y de la historia del cine, que narra una divertida sátira sobre el propio mundo del cine, en su transición del periodo mudo al sonoro, repleta de referencias y guiños cinéfilos, debidos al excelente y divertido guión de Betty Condem y Adolph Green.
"Dignity, always dignity"
Singin' In The Rain es una película musical de Hollywood, estrenada en 1952. Dirigida por Stanley Donen y Gene Kelly está protagonizada por el mismo DIVO Gene Kelly, ENORME Donald O'Connor, Debbie Reynolds, ENORME (e imbécil) Jean Hagen, Millard Mitchell, Cyd Charisse, Rita Moreno, Douglas Fowley, entre otros.
Icónica música de Nacio Herb Brown y Arthur Freed, la cinta respira alegría, felicidad, jovialidad, optimismo y amor a la vida.
Recuerda con admiración el legado del pasado: grandes autores dramáticos (Calderón, Molière, Shakespeare, Ibsen...) y obras célebres (“Romeo y Julieta”, “Hamlet”, “Macbeth”, “El rey Lear”...).
La estética, concebida e impuesta por el productor Arthur Freed (1884-1973), es barroca, preciosista, desbordante, imaginativa, fantasiosa y festiva.
En suma, es eminentemente romántica en las formas y en el fondo (elogio del amor, los sentimientos humanos, la lucha por la vida...).
Exalta la alegría de vivir, la amistad y la camaradería.
Presenta una buena construcción de caracteres:
Kathy Seldon (Reynolds) es una corista muy joven, guapa, ambiciosa e ingenua. Lina, diva del cine mudo, es cursi, vanidosa y de pocas luces.
Don Lockwood, ídolo del cine mudo, es extrovertido y fanfarrón.
R. F. Simpson es inteligente, sabe escuchar y cambiar de criterio y es expeditivo en sus decisiones.
Cosmo Brown es sencillo, ocurrente y lúcido.
El humor tiene una importancia singular en la obra, se basa en la ironía, el sarcasmo, la burla y la ridiculización (estupidez, vanidad, individualismo, egoísmo, oportunismo, mentira, engaño).
También se sirve de los defectos físicos (voz de falsete de Lina), las deficiencias técnicas (fallos de sonido), los trucos engañosos...
Emplea algunos recursos del cine mudo (pastel en la cara).
Dedica cálidos guiños de simpatía a la coreografía de “Calle 42” (Bacon, 1933), al coreógrafo Busby Berkeley, a la actriz Ethel Barrymore, al compositor Cole Porter, a Al Jolson, a Alan Crossland, al presidente de EEUU Calvin Coolidge (en el cargo en 1927), a los westerns, al semanario “Variety”, a las revistas musicales Ziegfeld Follies, a los payasos, al torero, etc.
Una película bella desde la estética y sus números musicales, gran talento y carisma del trío protagónico (Kelly, O'Connor y Reynolds) para las coreografías en donde el despliegue físico y artístico es digno de encomio.
Escenarios y colorido absorbentes, una secuencia súper reconocida la de Kelly cantando enamorado bajo la lluvia desplegando toda su gracia, el movimiento y el canto se transforman en la gran vedette.
Pero detrás de tanta parafernalia hay una historia muy modesta que deja bastante que desear por sus tópicos: el amor y la amistad junto con el talento artístico envidiado serían los ejes en que se basa la narración que se sume en una retahíla de atractivos números musicales sin nexos conectores.
La dirección de Kelly y Donen es rabiosamente dinámica y muy moderna en la época en que fue rodada.
Hecha siguiendo los esquemas clásicos de la Metro, tiene su inspiración en toda la serie de Melodías de Broadway que se fueron realizando en Hollywood en los 30 y 40, coincidiendo con la aparición del cine sonoro.
Para documentar verazmente la época se recurrió a la memoria y testimonios de los trabajadores más veteranos del estudio que habían vivido el tránsito al sonoro. Aportaron sus experiencias y vivencias: la forma de rodar, de registrar el sonido, cómo se vivió aquella conmoción.
Especialmente importante fue el testimonio del veterano técnico de sonido, Douglas Shearer, el primer técnico de grabación con el que contó la Metro, que facilitó todo tipo de detalles sobre los problemas surgidos en aquellas primeras películas sonoras.
Su detallado testimonio dio origen a escenas tan hilarantes y cargadas de significado en la historia de Singin’ In The Rain como la colocación del enorme micrófono en el "bouquet" de flores del traje de Lina y que consecuentemente se escuchasen los latidos de su corazón o el tronar las perlas del collar; o la escena en la que en la "preview" de "El Caballero Duelista" la voz de Lina y Lockwood se desincronizan con respecto a la imagen en aquel catastrófico dialogo de:
"No, no, no.
Sí, sí, sí".
El diseñador de vestuario, Walter Plunket, en activo ya en los años veinte, colaboró para conseguir la imagen adecuada y fiel de los personajes, y Ladria Gibbon, escenográfo desde la época del cine mudo, ayudó para recrear la ambientación de aquellos primeros musicales.
Además de todo esto se exploraron los viejos almacenes del estudio, se desempolvaron las viejas cámaras y todo tipo de maquinaria cinematográfica con la finalidad de recrear fielmente una época del cine.
Singin’ In The Rain fue un gran éxito gracias a sus escenas de baile, en especial la de Gene Kelly bajo la lluvia, cuando canta la canción que da título al filme.
Se estrenó en abril y fue la película más taquillera durante ese mes y la décima de 1952.
Kelly brilla con luz propia en el papel protagonista, tanto en las escenas de comedia, las de acción, rememorando su reciente papel de D'Artagnan en "Los Tres Mosqueteros", y está sublime en las secuencias musicales, tanto en la romántica balada "You're my Lucky Star", como en la irreverente y gamberra "Moses", la esperanzada y optimista "Good Morning", o la grandiosa " Singin' In The Rain ".
La escena de Gene Kelly bailando bajo la lluvia no estaba en el guion original, fue agregada más tarde para darle sentido al título.
Esa escena principal del filme (Don Lockwood cantando y bailando bajo la lluvia) tardó dos días en ser filmado.
Las exigencias del guión, los problemas técnicos, los errores en la coreografía y algunos problemas de salud de Kelly impidieron que se grabara normalmente.
Se cuenta que después de un número musical, Gene Kelly insultó y agredio a Debbie Reynolds por su falta de experiencia y talento en el baile.
Fred Astaire, que estaba en el estudio, encontró a Reynolds llorando bajo un piano y se ofreció a ayudarla con sus pasos de baile.
Cuando acabó el número de Good Morning, los pies de Reynolds estaban sangrando.
Estrenada la película, Kelly admitió que cometió un grave error al tratar de tan mala manera a sus compañeros de elenco y ofreció sus disculpas.
Años más tarde, Debbie Reynolds dijo que sobrevivir a su infancia y hacer Singin' In The Rain fueron las dos experiencias más duras y difíciles de su vida.
El secreto mejor guardado del estudio fue que la misma Reynolds, actriz de voz limitada, además de limitadas dotes como bailarina, fue doblada por Betty Noyes en todas las canciones que interpreta en solitario.
Ademas, muchos aseguran que la lluvia artificial que se aprecia en la famosa escena del baile, es agua mezclada con leche para que pudiera ser captada perfectamente por la cámara de la época.
Por otra parte, Donald O'Connor es el perfecto y simpático compañero de Kelly, retomando y superando la función que había asumido Frank Sinatra en filmes anteriores, su interpretación de "Make'em Laugh", subiéndose literalmente por las paredes, es uno de los más dinámicos y divertidos números musicales jamás filmados.
Mención aparte merece una maravillosa Cyd Charisse, cuya hipnótica aparición en el doble papel de ángel y demonio en el número "Broadway Melody", le valió el papel protagonista al año siguiente, en el musical "Broadway Melody,1955", junto a, nada menos que, Fred Astaire, y el recuerdo imperecedero de todos los amantes del cine.
A pesar de no aparecer bajo los créditos, Kelly contó con el talento y la ayuda de dos asistentes coreógrafas: Carol Haney (“The Pajama Game“) y Gwen Verdon (estrella de Broadway de “Can-Can”, “New Girl In Town”, “Damn Yankees”, “Redhead”, “Sweet Charity” y “Chicago“).
De hecho, el sonido del claqueo de Kelly durante el número de “Singin’ In The Rain”, fue doblado posteriormente por Verdon y Haney.
Ambas estuvieron metidas en un enorme tambor con agua hasta los tobillos, para poder recrear el sonido del chapoteo en el agua y que coincidiera con la acción en la pantalla.
Como apunté, la trama de Singin’ In The Rain recoge un sin fin de anécdotas reales de los años 20 durante la transición del cine mudo al cine sonoro, entre ellas:
La contratación de profesores de dicción, el accidentado rodaje primitivo con sonido directo y la frustrada preview de infausta memoria, que sucedió realmente en más de un estreno.
Por otro lado, Singin' in the Rain es una graciosa sátira al mundo de actuación de Hollywood.
Existe un gran parecido de los personajes de la historia con distinguidas personalidades del mundo hollywoodense, tales como el personaje Lina Lamont (interpretado por Jean Hagen) y la actriz Judy Holliday; el jefe de los estudios (interpretado por Millard Mitchell) es una representación del mismo Arthur Freed; el director musical (interpretado por Douglas Fowley) y el famoso Bubsy Berkeley; y el personaje de Dora Bailey, la periodista chismosa del mundo cinematográfico, es una parodia de Louella Parsons, la columnista de los periódicos de Hearst, que tanto daño hizo a Orson Welles y a su Citizen Kane.
Curiosamente, Singin’ In The Rain no se salvó del macartismo imperante durante la época, por la que se convierte en una denuncia de la situación que estaban viviendo un sector de los profesionales de la industria, además de un velado desafío a los elementos represores en el sentido de que ni el libre pensamiento ni la libertad creadora cederán ante las fuerzas que pretenden controlarlas, podría intuirse ya en el mismo título de la película y en los créditos.
Bajo los nombres de los guionistas aparece una discreta anotación:
"Película inspirada en la canción "Singin’ In The Rain".
Pero ¿qué historia nos cuenta esa canción para inspirar una película?
Si nos movemos en el nivel simbólico del lenguaje, la lluvia, los nubarrones, bien podrían referirse a esa otra tormenta que barrió Hollywood con la entrada del cine sonoro, por la que fulgurantes estrellas se apagaron y otras "supernovas" iluminarían un nuevo firmamento cinematográfico.
Pero entablando paralelismos entre la época en la que se sitúa la historia y en la que se rodó Singin’ In The Rain, también podría simbolizar esa devastadora tormenta ideología y política que en esos precisos momentos (año 1951) asolaba a la industria del cine, consecuencia de la cual algunas carreras se vieron repuntadas y otras truncadas.
En ambos casos y aunque después volviese a salir el sol, Hollywood no volvió a ser el mismo.
Más significado toma la letra de la canción Singin’ In The Rain cuando se integra en la inolvidable escena en la que Don Lockwood (Kelly), nos regala su exultante baile bajo el chaparrón de California:
Kathy (Reynolds), despide a Lockwood y en el umbral de la puerta le dice:
"Cuídate, esta lluvia de California es inusualmente copiosa".
Kelly al abandonar la protección del portal cierra el paraguas para exponerse valientemente a la lluvia a la vez que comienza a cantar y a bailar.
En un desafiante y triunfante primer plano de arriba abajo, abre los brazos y expone valiente el rostro a la tormenta, mientras canta:
"los nubarrones bien pueden asustar a todos, de la lluvia me río yo".
Continúa su vigorosa y feliz danza bajo la lluvia y sobre los charcos, para detenerse en un escaparate que anuncia unas felices vacaciones bajo un sol posible.
En lo más pletórico de su euforia, es momentáneamente interrumpido por la mirada vigilante y reprobatoria de un policía que consigue moderar su felicidad. Hay un gesto retador en un Lockwood que moderadamente jocoso se despide del policía e inmediatamente regala un paraguas que no ha utilizado para cubrirse de la lluvia, a un desconocido que pasa en ese instante y que abrirá el paraguas para protegerse.
Posiblemente el desconocido si temía a los nubarrones.
Otra posible alusión a las "listas negras" y a la "caza de brujas", bien podría encontrarse en el mismo guión:
Lina Lamont decide arruinar la inicial carrera de Kathy Selden.
Por medio de toda una serie de maniobras legales, de presiones al productor, amenazas al estudio y adecuada utilización de campañas en prensa, (métodos habituales de la H.U.A.C.) se asegura que Kathy no pueda trabajar utilizando su propia identidad, sólo podrá hacerlo a la sombra y para Lina.
Esto bien podría ser un referente a la situación que padecían muchos guionistas, el sector más castigado por la "caza de brujas".
Muchos de ellos sólo pudieron continuar su trabajo bajo seudónimos o vendiendo su trabajo a otros guionistas "limpios" que eran quienes obtenían el reconocimiento publico y las ganancias, y sin embargo hay un hálito de esperanza. Al final el engaño es descubierto, Kathy puede salir de detrás del telón y su talento será reconocido.
Esperanzador también es el hecho de que si bien Singin’ In The Rain comienza e incluye escenas de lluvia como significativo fondo, se cierra con un día de sol esplendoroso.
Después de la tempestad viene la calma y los profesionales "blacklisteados" como Kathy podrán salir de las sombras para continuar su trabajo de creación.
Tal vez y por ese velado detalle solo estuvo nominada al oscar como mejor actriz secundaria para Jean Hagen y mejor música original.
Conrad Salinger, Wally Haglin y Skip Martin fueron los responsables de la orquestación y los compositores de la música incidental.
La coordinación musical corrió a cargo de Lennie Hayton que en nombre del equipo recogió el Oscar en la categoría de "Mejor banda sonora".
A pesar de que en la época de su estreno el filme no fue un gran éxito, en el año 2007 el American Film Institute lo eligió como el # 1 en la lista de los 100 mejores musicales de todos los tiempos, puesto # 5 como Mejor Película (10th Anniversary Edition) y la canción “Singin’ In The Rain” ocupa el puesto # 3 en el listado “100 Años… 100 Canciones” del mismo instituto.
Y eso que el tiempo le ha otorgado un estatus de legendario y le ha garantizado un espacio dentro de los mas grandes clásicos.
La banda sonora, de Nacio Herb Brown y Arthur Freed, ofrece una partitura fascinante, de ritmos y melodías románticas y pegadizas.
Son memorables “Broadway Melody” (espléndida Cyd Charisse), “Moses Supposes” (pícara e irreverente), “Good Morning” (optimista), “You Are My Lucky Star” (intimista) y “Make ‘Em Laugh” (divertido plagio de “Be a Clown” de Cole Porter). Las canciones son de los últimos años 20 o de los primeros 30, como “Singin’ In The Rain” (1929), “The Wedding of the Painted Doll” (1929), “You Were Meant for Me” (1929), “Beautiful Girl” (1933), etc.
Curiosamente el genial Micahel Jackson, admirador #1 de Kelly, utilizó parte de las coreografias e imitó varios vesturios de esta pelicula para muchos de sus videos como: Say Say Say junto a Paul McCartney y Black Or White, entre otros.
La fotografía de Singin’ In The Rain, de Harold Rosson y John Alton, crea una narración visual de cromatismo intenso y vibrante (propio de los años 50), composiciones imaginativas y ambientes fantasiosos y fascinantes, que definen la estética visual del film.
Como escenas más divertidas subrayaría las clases de dicción y el rodaje con la incompetente de Lina Lamont hablando a todas partes menos al micrófono.
La desesperación del director es desternillante.
“Don't you know everyone wants to laugh?
Make 'em laugh”
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