Antichrist

“A crying woman is a scheming woman”

En la actualidad, existe la tendencia a negar la existencia del mal, al igual que ocurre con la muerte, y sin embargo, creemos que es el problema clave de la humanidad, ya que afecta a lo más profundo del ser humano.
A lo largo de la historia de la humanidad, no ha habido ningún periodo, en el que no hayan sido masacrados seres humanos inocentes, bien sea para aplacar las iras de los dioses en sacrificios cruentos, en guerras sin finalidad alguna, violencia y muerte sin sentido, satisfacción por la destrucción, y exterminio de pueblos enteros, gobernantes inspirados por “entes” superiores, que recibían instrucciones, consciente o inconscientemente, de distintos niveles al de la realidad física, para pasar a cuchillo, a pueblos enteros... y nuestra época no es una excepción.
La maldad es la cristalización del Ego, es decir, justo lo contrario a la conciencia cristalizada y reluciente “Cristo”
Es el servicio a uno mismo, reforzar la separación entre el “Yo” y el otro, la individualización, suele reforzarse la mente a costa de debilitar la voz del corazón, se puede ejercitar la mente, y alcanzar habilidades extraordinarias que, por supuesto, serán usadas para el bien propio, sin importar el mal ajeno.
Es elegir el “Yo” en vez de “nosotros”, entrar en la ilusión de que uno mismo puede convertirse casi en un dios, entrar en la ilusión de que todos estamos separados y, por tanto, uno puede, es más, se necesita alcanzar la calidad de vida personal, mediante el sufrimiento de los demás.
La maldad es lo que hace posible, que millones de personas estén muriendo de hambre, en muchas partes del planeta, su mal, es aquello que hace posible, que un puñado de sin vergüenzas, sean más ricos que muchos países.
La mente humana es susceptible a muchas cosas, es frágil de cierto modo, y dependiendo de las experiencias vividas, y del nivel de conciencia, o discernimiento, adopta ciertas conductas, que pueden ser buenas o malas, dependiendo de quién las observe…
Es tan frágil, tan tenue la línea que separa el amor del odio más visceral, tan delicada la emocionalidad humana, que no existe sabio, ni empresa, ni religión capaz de ofrecer una fórmula, una garantía capaz de prever el desastre, capaz de aventurar la estabilidad de un afecto, sin caer en los horrores del desamor.
Quizás por ello, a menudo se prefiere la rutina, la triste decadencia de la pasión, a la ruptura.
El hombre se relaciona con su entorno, y con otros hombres, a través del sexo y la violencia…
Los demás comportamientos, pueden verse como un intento de civilidad impropio a la naturaleza humana; la cultura es una estructura artificial, que evita la autodestrucción del hombre, pero en los dominios de la naturaleza, los hombres regresan a su estado primigenio.
“Chaos Reigns”
Antichrist es una película de terror y terror psicológico, del año 2009, escrita y dirigida por Lars von Trier.
Protagonizada por Willem Dafoe, Charlotte Gainsbourg, entre otros.
El guión es de Lars von Trier y Anders Thomas Jensen.
Antichrist ganó el premio de Mejor Actriz para Charlotte Gainsbourg, en El Festival Internacional de Cine de Cannes.
Como dato, Antichrist está dedicado, al cineasta soviético, Andrei Tarkovsky (1932 – 1986)
En la promoción de Antichrist, Lars von Trier ha declarado, que la concibió como terapia para salir de su propia depresión:
“No podía ser de otro modo, en un intento por comprender las contradicciones y paradojas que se alojan en la mente enferma, por exculpar a quien se mueve con ansiedad, o dolor extremos, que anulan la libertad, por enseñar el camino del Edén a tantas mujeres sacrificadas en el pasado, y enviadas al infierno”
Ese parece ser otro de los mensajes de tolerancia, de quien estudia la naturaleza humana, y lo hace de manera acrítica, hasta identificarse con las víctimas, y pagar con la misma moneda, a sus verdugos.
Más que misógina, se puede decir que Antichrist es una película sobre la misoginia, pero en el transcurso, es imposible no notar, a un realizador demasiado entusiasmado con su tema.
Sus historias son extremas, y su dramatismo seco y contundente, mientras que su puesta en escena es rupturista, y trata de conmocionar para empujar a la reflexión.
Es un cine cerebral, pero a la vez, ilógico y visceral, con problemáticas existenciales, que se precipitan por la irracionalidad de unos sentimientos, a los que se ha quitado el freno, y avanzan hacia la tragedia.
Antichrist se rodó en Alemania y Suecia; y es una coproducción entre Dinamarca, Alemania, Francia, Polonia, Suecia, e Italia, aunque fundamentalmente danesa.
Al igual que otros filmes de Von Trier, la historia de Antichrist se encuentra claramente dividida en Actos, a la manera Teatral, con un Prólogo y un Epílogo, ambos caracterizados por ser en Blanco y Negro, carecer de diálogo, y con un fuerte fondo musical, que circundan a los Cuatro Actos o Capítulos de la Historia en la que se desarrolla la trama, y esos son:
Prologue
Chapter One: “Grief”
Chapter Two: “Pain” (Chaos Reigns)
Chapter Three: “Despair” (Gynocide)
Chapter Four: “The Three Beggars”
Epilogue
Antichrist narra la historia de una pareja, que tras la accidental muerte de su hijo, se retira a una cabaña en el bosque, donde pasaron las últimas vacaciones con él.
Los personajes, 2 esposos de los que no conocemos ni los nombres, Él (Willem Dafoe) y Ella (Charlotte Gainsbourg) viajan, tras la pérdida de su menor hijo, narrada en un prólogo, a una cabaña en una región boscosa llamada “Edén”
Aquí Él pretende sacar adelante a Ella, mediante la aplicación de una variedad de la terapia cognitiva, llamada “Terapia de Exposición” enmarcada dentro de la Terapéutica Cognitiva, al hacerlo, trata de hacerla reconocer y confrontar sus miedos, pero al intentarlo, comienza a descubrir cosas que no esperaba.
Primero, las extrañas manifestaciones de la naturaleza en la zona, que se complementan con una frase de ella, que ya había pasado un verano allí con su fallecido hijo, escribiendo una tesis inconclusa sobre el feminicidio, y acerca de su misteriosa hostilidad.
Segundo, que pese al tratamiento, no parece encontrar respuestas, sino, por el contrario, continua embrollándose en la trama de los miedos y emociones de ella, cayendo en su juego, y sin saber qué es lo que en realidad le pasa.
Tercero, que a consecuencia de las anteriormente mencionadas, los hechos derivan en una espiral autodestructiva, que llega a su cenit, con la aparición de “Los Tres Mendigos” elementos mencionados por ella, pero que recién toman significado cerca del final.
El final y el epílogo de la obra, dan para más de una interpretación, aunque la más aceptable, nos habla de la culpa, las emociones desbocadas, y el auto-castigo, frente a la supuesta “racionalidad” que al final, al tratar de arreglar las cosas, solamente las juzga, y por tanto, lo empeora todo.
von Trier sacrifica un argumento de mayor riqueza, para adentrarnos de una manera casi quirúrgica, en la psiquis de la desviada protagonista, para narrar esta controversial e impactante historia.
La pareja que acapara la historia, está conformada por Willem Dafoe y una sorprendente Charlotte Gainsbourg, de quienes nunca sabemos sus nombres, y no hay necesidad de hacerlo.
En un aletargado y onírico inicio, el blanco y negro, una prolongada cámara lenta, y música clásica de Georg Friedrich Händel, presentan un marco plagado de agua, sexo, infancia, todos elementos entrelazados indivisiblemente.
Esta primera secuencia, nos narra sin palabras, un momento intensamente sexual, donde ocurre la desgracia de morir el hijo de la pareja.
Cabe señalar la dualidad en muchas formas:
Dentro es húmedo, por el agua; y afuera es frío por la nieve.
El sexo como generador de vida y placer, etc.
El dolor destroza completamente a la mujer, que es apoyada por su esposo, un experimentado terapeuta, que pretende ayudarla a superar la situación él mismo, y pretende elaborar una pirámide jerárquica de sus miedos.
Mientras, ante todo su dolor, el sexo envuelve todo, el sexo violento es su respuesta a ese dolor, es su manera de menguar el sufrimiento.
Ella es inducida a un viaje metafísico/hipnótico, hacia un oscuro Edén, lleno de niebla, soledad, un puente, y donde unos animales profundamente simbólicos, se le presentan:
Un ciervo, un zorro y un cuervo, una atmósfera lúgubre que solamente cambia, cuando ella se acuesta, tornándose todo verde.
Ese viaje es interesante, porque es precisamente la vida de ella:
La niebla de su mente, su necesidad de estar acompañada, el puente que lleva o conecta a otros caminos; y los animales como símbolo de la naturaleza.
Así, emprenden, a la par de ese viaje mental, un viaje de apartamiento y alejamiento a una cabaña, donde él pretende adentrarse en sus miedos, y curarla de la profunda depresión que sufre.
En el camino, y antes de llegar a esa extraña y silenciosa cabaña, se va materializando la fantasía de ella, primero con el puente, y luego con la bizarra imagen de un ciervo que tiene colgado un feto muerto.
Ya en la cabaña, ella sufre alucinaciones, y su violencia se va expresando más intensamente, va desarrollándose la fusión de la fantasía con la realidad, y ella encuentra repugnante, repulsivo, y diabólico el Edén, el bosque de la cabaña en que poco a poco, va tomando más forma el episodio hipnótico de ella, siguiendo al ciervo un zorro que se devora a sí mismo, y que le dice a él, de manera surreal:
“Chaos Reigns”
Mientras, el sexo sigue siendo la violenta catarsis de ella:
Golpes, masturbación, manifestaciones cada vez más extremas, fusión con la naturaleza y otras circunstancias que van haciendo la situación más densa y tensa. Tras esto, hay un profundo y brusco cambio en ella, y su violencia alcanza su máxima expresión, enfocándose en su marido; a quien perfora su pierna, y le introduce un pesado objeto metálico, para evitar que la abandone; mientras, escapando él de ella, se materializa el cuervo.
Luego, cuando una siniestra y oscura maldad se está apoderando de ella completamente, ella se mutila, se cercena el clítoris, en una poderosa y simbólica escena, donde extirpa el placer sexual, su catárquico y violento desfogue.
Ellos se reúnen de nuevo, y los animales, “Los Tres Mendigos”, se personifican en la casa, significando esto, que una muerte debe producirse.
Tras una terrible batalla, él la asesina, y la incinera, produciéndose la secuencia final, donde fantasmagóricamente, una inmensa multitud de mujeres se aproximan.
Nuevamente, exactamente como al inicio, el danés utiliza el blanco y negro, más una cámara aletargada, y la misma pieza de música clásica, para crear en esta oportunidad, un ambiente tétrico y surrealista, dando todo por concluido.
Hay que aclarar que el papel de “El” en Antichrist, no hay nombres propios para los protagonistas, al igual que no hay rostros para los secundarios, el único con rostro y nombre, es la pérdida, el hijo, Nick.
“Él” es un agente despótico desde el comienzo:
Ejerce dominio sobre “Ella”, es una autoridad falo-médica-legal, hombre-terapeuta-esposo.
Las continuas escenas de sexo, no son sino una forma más de trabajar la pérdida, ella lo busca, para volver al momento mismo de la pérdida o la concepción; y él realiza terapia en el acto sexual.
A la vez, durante Antichrist, van apareciendo pequeñas escenas, que muestran un extraño resentimiento de ella hacia él, y en El Edén, se materializan de forma mucho más clara.
En El Edén, se comienza a vislumbrar que el trauma no está asociado directamente a la muerte del niño, la muerte del niño sólo es efecto, o es parte, de otro trauma mayor.
Desde el primer momento que se encuentran en el bosque, comienzan a suceder cosas extrañas.
Uno estaría tentado a hacer la lectura de Antichrist desde una posición estrictamente mítica-religiosa.
Creo más bien, que más allá de ver los símbolos, e interpretarlos, todos esos símbolos, son producto de un delirio que von Trier quiere trabajar.
Si en el cine, siempre se ha trabajado con la locura, es precisamente para hacer aparecer lo fantástico, lo sobrenatural, aquello in-familiar y siniestro; de ahí a los lugares comunes:
El bosque, la casa desolada, los miedos, y la violencia corporal.
La cuestión siniestra en Antichrist, que comienza a hacerse visible, es cuando ellos están en El Edén, se podría pensar de varias formas:
Para empezar, como simple devaneo mítico que rodea al bosque y la protagonista, es decir, podríamos pensar, que realmente ella es un ser malévolo, que está por decirlo así, poseída, o mucho más allá, como cierta crítica ha querido leer, es parte de la “naturaleza” femenina.
Pues las lecturas a que Antichrist es misógina, a mi parecer son bastante erradas, en parte:
En el momento en que lo siniestro aparece, por sobre lo estrictamente racional-médico, que impone sobre todo, la figura despótica del esposo, que la primera parte de Antichrist trabaja; en esta segunda parte, que es más que nada, el tercer capítulo y el último, es en el bosque, terreno natural, femenino, es donde la mujer franquea la autoridad falo-médica-legal, ahí, precisamente ahí, todo se vuelve delirio.
Lo que quiero apuntar es que, ella se negó a hacer el duelo.
De ahí, uno podría conjeturar, que realmente ella nunca sintió la muerte de su hijo, en tanto, entregó su alma, por decirlo de esa manera, al mal, y la muerte fue sólo un sacrificio, mientras ella estaba entregada al placer de la carne.
“Lascia ch'io pianga”
El cine de Lars Von Trier me resulta “especial”
Sus “temas” no son cualquier tema.
Además, los sublima tanto, que se transforman en “ideas”, y esto complica las cosas.
En su cine hay religión, psicología, filosofía, hay materia, hay vida y muerte, pasión, amor, sexo, martirio, la idea del bien, el mal, la gracia, la salvación, la penitencia, el martirio, el pecado, la ignorancia, la locura, la razón y el instinto, las pulsiones de vida y de muerte…
Podría seguir escribiendo palabras, pero creo éstas ya sirven para hacerse una idea, sobre ese adjetivo que he puesto arriba:
“Especial”
Algunas de estas ideas enfrentadas, crean tensión.
Por ejemplo:
Pecar es, supuestamente, un acto voluntario, una transgresión en toda regla, pero si a la idea del pecado, se unen los conceptos psicológicos de consciencia / subconsciencia, la cosa se complica.
Si en lugar de pecado, hablamos del concepto de “pecado original” heredado de la tradición judeocristiana, la cosa se complica más aún.
Si añadimos el deseo y la tentación, la ignorancia sobre lo que está bien, y lo que está mal… empezamos a volvernos locos.
von Trier mezcla de todo eso en Antichrist:
Dolor, sufrimiento, locura, seguramente mitología con el tema de Los 3 Mendigos, representados en 3 animales distintos, como símbolo de los 3 capítulos de Antichrist:
Duelo, dolor y desesperación; relacionado con lo exotérico, o alguna religión de tipo pagano; mete también, el tema de la naturaleza y su crueldad:
La naturaleza malvada y vengativa, toma su máxima expresión en los comportamientos desviados de un conjunto de animales:
El venado que corre y salta con pleno engendro del futuro muerto, o el cuervo inmortal, que a pesar de haber estado enterrado, no sucumbe ante los golpes del protagonista, o el zorro que se autoalimenta, y augura que “El Caos Reinará”
El personaje de Dafoe dice, que también lo de dentro, es naturaleza:
Cuando están en la casa, que está en medio del bosque, un bosque amenazante; y aunque no lo citan textualmente, hablan de las brujas, y de lo que les ocurría a las mujeres en el siglo XVI, refiriéndose a que mataban a muchas, por creerlas culpables de estar conchabadas con el diablo, aunque seguramente, casi todas las quemaban, simplemente por ser diferentes, o por tener un problema mental.
Y esa maldad, genética y filosóficamente, nace de la madre, como todo ser vivo, como todo en este mundo, que pueda circunscribirse a la naturaleza.
Poco tiempo después de la tragedia, el marido se convierte en el terapeuta de su mujer, sin que nadie se lo pida, llevándosela a su casa del bosque, para que esta pueda afrontar sus miedos, derivados de un cuadro de duelo patológico.
Su duelo, el de él, al parecer es común, y acepta la muerte de su bebé con entereza.
El concepto de Antichrist, reside en que esta mujer traumada, considera la naturaleza como “La Iglesia de Satán”, algo malvado y cruel.
Y si la naturaleza es mala, mala será su matriz, su útero, y por ende, lo femenino.
El cuerpo femenino no lo rige la mujer, lo gobierna la naturaleza, y la naturaleza utiliza olores y colores para ser fecunda.
En la mujer, esa arma de doble filo, es su cuerpo y su propio sexo.
Por eso, parece que después de la muerte de su hijo, le da miedo la naturaleza, y se llega a odiar a sí misma.
Durante gran parte de Antichrist, se nos hace creer, que es ella la que teme a la naturaleza, pero finalmente comprenderemos, que es la naturaleza la que la repele a ella, quizá por haberse revelado.
De hecho, como sabremos, justo en el momento en que todo se llene de sangre, desde aquel verano, que sería el último de su bebé, ella comenzó a mutilar a los animales, a Los Tres Mendigos, y a cambiar los zapatos de pie, a su niño.
Para modificar la naturaleza, para crear un limbo antinatural, y combatir o entregarse a esa crudeza, esa violencia inherente del bosque.
Quizás, como rito satánico, para convencerse a sí misma de sus propias creencias, alimentadas por poco recomendables lecturas, como prueba irrefutable de que, cualquier tesis puede ser defendida argumentadamente, y llevada a cabo.
Para cuando él lo descubre, todo se precipita en una ola gore, más o menos explícita, que desemboca en el peor de los hallazgos.
Ella permitió la muerte de su hijo, ella utilizó a su marido, para darse muerte a ella misma, ella acabó teniendo toda la razón, a pesar de que su marido no la considerara tan lista como él, y tachara su tesis de simplista.
Al final, el marido se convierte en asesino, y descubre que los síntomas que él mismo diagnosticó de ansiedad, son por el contrario, los síntomas de la furia asesina.
Él le pedía a ella, que se dejara invadir por el verde, que formara parte de la naturaleza, porque él mismo lo era.
Y la naturaleza, al final, acaba siendo tan cruel como ella vaticinó.
Acaba siendo la única asesina real, pues muestra la supervivencia como asesinato.
Porque los cuadros normales de tristeza no existen, es una infamia el hecho comprobado, de que se pueda superar la muerte de un hijo, en un momento dado, ella dice “que se quiere morir también”, pero él no le deja...
¿Acaso existe algo más práctico, realista, doloroso, y cruel que este acto?
La paradoja reside en que, si todos aceptamos el anverso cruel y malvado de la naturaleza:
¿Por qué nos parece tan demoníaco, lo antinatural?
En el epílogo, todas las mujeres maltratadas por los hombres, que las consideraban “brujas”, salen al encuentro del monte, liberadas por su “salvador”
El bosque se llena de brazos y piel, no se distingue entre naturaleza humana y naturaleza verde.
Por fin entendemos, que el mal es mal, tanto aquí adentro, como allá afuera.
Es así, El Anticristo y sus infiernos, son universales a la naturaleza del ser humano, y los cielos, inherentes a la individualidad del alma humana.
De ello es que, en nuestro proceso de aprendizaje, resulte inútil enseñar a hacer el bien, sin antes haber aprendido a repeler el mal, o al menos conocerlo.
Uno de los grandes atractivos de Antichrist es asimismo, su, por momentos, abrumador preciosismo estético en las secuencias cruciales, donde retrata con bizarras y hermosas imágenes, escenas de gran poderío y atractivo visual, potenciadas por marcados contrastes de blanco y negro, con color, fantasmagóricos, y densos escenarios, una oscuridad de belleza casi barroca, y fría, ojo que no hay colores cálidos, dando la impresión de estar viendo pinturas impresionistas, o surrealistas.
A esto se suman, unas imágenes increíblemente crudas, que son donde llega a su cúspide el elemento bizarro, y donde se muestran secuencias muy fuertes, con lujo de detalles, pues Antichrist es la película más provocadora de uno de los directores más provocadores, que se haya visto últimamente
Las metáforas son desbordantes en toda su proyección, desde el título de los capítulos, “Duelo”, “Dolor” y “Desesperación”, como el hipnótico, y casi pornográfico prólogo, hasta las imágenes que nos muestran, la muerte de la cría de pájaro, hasta el auto-canibalismo del zorro, que habla anunciando el caos.
Y es que Lars von Trier, no se anda con rodeos a la hora de marcar a su público.
Sus películas son grotescas, casi bizarras, misantrópicas, pero en todas ellas, incluso, en las escenas más crudas, puede entreverse retazos de su genio.
Es difícil clasificar o desmembrar sus filmes, porque estos forman parte del complejo mecanismo, que es la mente del cineasta danés.
El que es un genio para algunos, y un mal director para otros:
Toda la historia de Antichrist, y las imágenes que “hablan” de los sentimientos de los personajes, de sus fantasías.
También, Antichrist posee un soberbio uso de la cámara, que sirve como gran medio narrativo/expresivo, para presentar esta titánica lucha, entre la razón, el empírico, arrogante y racional doctor, versus la extrema naturaleza humana, la maldad pura, y metafísica, fusionada con la naturaleza, ella, un complejo universo al que él es ajeno completamente.
Antichrist es un drama con tintes de mucho terror, de angustia, de pesadilla, donde todo se va densificando cada vez más, como dijo el zorro, “El Caos Reina” en ese infernal Edén, donde la realidad es deformada, donde El Anticristo, la mujer, posee todo, “la maldad femenina” impregna todo.
Y es que von Trier centra el poderoso clímax de Antichrist, y su terrorífica carga dramática, en la mujer, ella es la maldad pura, ella parece ser El Anticristo.
El escalofriante descubrimiento, de que ella colocaba los zapatos al revés a su difunto hijo, lo cual devino en una deformidad ósea en el infante, revela su retorcida y maligna naturaleza.
Ella torturaba a su hijo, ella es un ente maligno, diabólico, que pretende poseerlo todo, destruirlo todo.
Antichrist logra, momentos de verdadero e impresionante delirio, como lo es la impactante escena del violento acto sexual, rodeado por una infinidad de antebrazos, sexo duro, fusión escalofriante, con la naturaleza que cobra vida, desde su inerte condición de testigo, es una imagen poderosísima visualmente hablando, donde se puede apreciar mucho, de todo el despliegue visual estético, del que él ya maduro danés, hace gala durante todo Antichrist.
El caos debe reinar para que el personaje de Dafoe, arrogante, y quien demuestra repetidamente, que ve a su esposa como alguien inferior a él, entienda que sólo abrazando la irracionalidad de su mujer, pueda sobrevivir en este mundo sin reglas, en el que von Trier los ha colocado.
A través de sus estudios, el personaje de Gainsbourg termina internalizando toda una historia, de cómo la mujer ha sido subyugada por el hombre, a través de los tiempos, y con ello, se convierte en la representación misma del mal, que criticó en su tesis, una mujer castrante literalmente, histérica, que sólo es capaz de manifestarse, a través de un deseo sexual enfermizo, y destructivo, con el que von Trier se da gusto mostrando todo; y así, pretende que dejen de llamarlo misógino.
La alegoría religiosa es extensa, desde contratar a un actor como Dafoe, que ya había interpretado a Jesucristo, al que en una escena vemos en un sepulcro con todo y piedra en la puerta, y del cual sale resucitado, hasta la presencia de 3 seres, que es fácil deducir, representan a Los Tres Reyes Magos, pero que en lugar, de llegar a celebrar una nueva vida, llegan a anunciar la muerte literal y simbólica.
Los 3 Mendigos como “Padre, Hijo y Espíritu Santo”
Además, vemos a ella tendida y fusionada en la hierba en posición virginal, o él y ella como “Adán y Eva en El Edén de la creación” con la tentación y la carnalidad, etc.
Pues bien, por otra parte, el personaje de Charlotte, es un ser totalmente enfermo, y no usaré tecnicismos psicológicos, más que el de “esquizofrenia” lo cual lo baso en que denoto en ella, una doble personalidad, la cual no recuerda aspectos de su bipolaridad, al no recordar por ejemplo, dónde había metido la llave de paso.
Su locura quién sabe cuándo empezó.
Probablemente, su psicopatía se debe, a que necesita sentirse acompañada, y cuando descubrió que su pequeño comenzaba a andar, y a alejarse de ella, le cambió los zapatos, para que no pudiera “bajo su percepción enferma” huir de ella.
Después de que el niño tuviera deformes los pies, se cayó por la ventana; y en un acto gozoso de carnalidad, observar que si el niño se va, que se vaya para siempre.
Este es el punto sobre la “i” que hace que ella enferme del todo; quizás porque supo que, por su culpa se cayó, al tener sus pies deformes, o porque la visión que a posteriori tiene sobre su hijo cayendo, y ella viéndolo, fue real, y no un fruto de su tortura psicológica, habiendo permitido entonces, que el niño muriera.
von Trier usa entonces, elementos de la naturaleza para representarlo, como el ciervo con la cría muerta, el pájaro grande que se come al pequeño, o la mitología que ella misma se inventa, a partir de un juego de su niño, en la que los Tres Mendigos representarían Los Tres Reyes Magos opuestos, los que llevan su presencia al no-nacimiento.
A raíz de esto, la mujer deja fluir su locura, rompe el límite de la racionalidad, y arremete contra su marido, toda su impotencia y locura.
Es la escena final, en El Epílogo, la más complicada de todas.
Yo no creo que las mujeres de la última escena vayan a darle un abrazo, al contrario, van a atormentarle, por haber matado a una mujer.
Con ello, Trier querría denunciar “el hembrismo” tonto y absurdo, que sufre la sociedad, “hembrismo” que se da, cuando una mujer castiga a un hombre, por matar a una mujer, aun habiendo sido por defensa propia, y no por su género.
Cabe señalar que la narración después del primer episodio, se articula en una suerte de “cuento” o “fábula” del bosque, con animales parlantes, como si von Trier hubiese ensayado, un remake contemporáneo en clave de thriller histérico de terror psicológico, de una de las obras de los hermanos Grimm.
No nos referimos a las historias edulcoradas proporcionadas por Disney, sino a los relatos originales escritos por los hermanos, mucho menos amables, de hecho, su intención inicial, nunca fue escribir para niños, y con una carga sádica y sexual explícita, que se vieron obligados a rectificar, una vez fueron populares.
Las referencias al incesto, al sexo, etc., fueron eliminadas, pero aún hoy se mantiene la violencia en los relatos y las segundas lecturas, cuya función era, la de hacer más dramática, la lucha entre el bien y el mal.
Por tanto, todo lo que en los Hermanos Grimm era crueldad medieval, es aquí un extremo y angustioso “survival horror” de pretensiones psicoanalíticas, en el que la dicotomía se establece, entre la brutal naturaleza de los instintos humanos, o su domesticación, para finalmente llegar a la necesaria supervivencia física y mental, a través de la supresión del contrario:
La liberación del dolor.
Los tiempos cambian, y los cuentos también…
Su título “Antichrist” no podría estar mejor pensado, y no porque encontremos una presencia continua del diablo en ella, sino porque, es un enfoque del anticristo, que toda sociedad lleva en su seno, del mal que todo pueblo existente en La Tierra, ha llevado desde sus orígenes:
La misoginia, el odio irracional a la mujer, el sujeto sin falo que permanece siempre en un rango de inferioridad, con respecto al varón.
Todos procedemos de una mujer, pero en esta, se cargan todas las responsabilidades de los males de la humanidad.
Destaco 4 escenas que me impactaron especialmente:
El prologo:
Intachable demostración de talento cinematográfico y saber hacer, un equilibrio perfecto, entre todos los elementos.
La sesión de hipnosis en el tren, cuando Charlotte caminando, a cámara híper lenta, a través de los bosques que rodean a Edén.
Cuando Charlotte se masturba, enfrente de un árbol gigante, como pene de la naturaleza, o madero “crístico”, de aspecto seco y gris, y Dafoe va a su encuentro.
Allí, ambos tienen sexo junto al árbol, la cámara se acerca vacilante a su nuca, se para justo tras su cabeza, el sonido desaparece, un segundo de espera, la cámara se retira, esta vez en un travelling perfecto, ampliando el plano, mostrando los cuerpos retorcidos, que se mezclan con las raíces gruesas del árbol, en donde casi no se diferencian unos de otros.
Y la secuencia final en la cabaña, y todo lo que en ella ocurre.
Sin embargo, creo que Lars von Trier no alcanzó la perfección en Antichrist, por algunos recursos mal empleados:
La introducción de fotogramas ocultos, que sólo son captados por el subconsciente.
El que un animal, a manera de cuento, diga “Chaos Reigns”
El echar mano de un recurso barato; y me refiero al recurso de encontrar la llave-destornillador, justo en el momento en que la necesitaba, únicamente, siguiendo unas señales facilonas, y un suelo poco impermeable, totalmente una “americanada”
Y ese final abierto, que no nos dice que, o quien es “Antichrist”:
Ella, como naturaleza dadora de vida, no es del todo cierta, porque necesita del esperma masculino, que en una escena se ve salir sangre, no queda muy explícito el mensaje…
Él, como género fuerte, que ha combatido guerras, y matado a placer, a miles de mujeres, en l que fue “La Cacería de Brujas” por poner el ejemplo de Antichrist.
La naturaleza, que es evolución, y que de nuestras acciones, provocará que “El Caos, al final, Reine” como antinatural, contrario a lo que Dios dio e impuso para el disfrute en La Tierra, del Eden, etc.
Como verán, las interpretaciones de Antichrist, son muchas, y Lars von Trier, deja todo, a gusto de quien la vea.
“The cry of all the things that are to die”
Antichrist recibió el “anti-premio” del jurado ecuménico, afirmando que era “la película más misógina, hecha por el auto-proclamado director más grande del mundo”, ello por algunas demostraciones de extrema violencia, incluyendo una mutilación, y también, escenas eróticas cuasi-explícitas, filmadas al parecer, por 2 actores de películas pornográficas como dobles, que incluso, hicieron desmayar a algunos espectadores.
Inevitablemente, una película así, tenía que generar críticas de gran apreciación a semejante trabajo, y a la vez detractores, agentes de censura, que no tolerarán todo ese brutal ejercicio, se sentirán ofendidos de ver imágenes tan fuertes, como las presentadas por von Trier en Antichrist, su más provocador filme:
Genitales en un desenfrenado acto sexual, una masturbación, que incluye una sanguínea eyaculación, las crudas imágenes del feto de ciervo muerto, y el zorro que se auto devora, y por supuesto, la muy detallada secuencia de la automutilación del clítoris, por parte de “una maligna mujer”
Fue todo eso, lo que básicamente alimentó la gran controversia y polémica que rodeó a Antichrist, que vale decir, fue inspirado en una auténtica y profunda crisis depresiva, que von Trier sufrió un par de años atrás, por lo que podemos ver, en mucho del trabajo, una fuerte dosis de auto análisis del infierno de este danés, que no se cansa de recolectar inusuales adjetivos.
El argumento de Antichrist queda compensado con la riqueza visual, y sus poderosos simbolismos:
Esa escisión del clítoris, siendo uno de los más fuertes sin duda, así como las referencias medievales del ciervo con el feto muerto colgando, el sufrimiento, el zorro devorándose a sí mismo, el dolor, y el cuervo que sale de bajo la tierra, símbolo romántico del terror, la desesperación, etc.
von Trier es acusado muchas veces de misógino, y viendo Antichrist, así como muchos otros títulos suyos, no es de extrañar, sobre todo, en la escena de la multitud femenina que aparece al final, donde maximiza la figura de la mujer maligna, la maldad se esparce al género femenino, se universaliza a ellas con esa escena, pero acusar de misógino a un director como Lars von Trier, es una crítica que resulta casi risible, conociendo su estilo.
Huelga decir que, von Trier no es un misógino, es la tradición cristiana, la que muestra a Eva como portadora del pecado… imagen de la carnalidad, y la desviación sexual que alimenta al maligno, y corrompe al hombre…
Pero el director disfruta metiendo el dedo en la yaga, sin un punto de vista crítico:
Machista, misógina, pónganle el rótulo que deseen.
Lo cierto es que se nota que, como confesó posteriormente, hizo Antichrist sin demasiadas ganas, en pleno proceso post depresivo.
Y no cuesta creer, que el responsable de semejante estado, haya sido una mujer.

“Nature is Satan's church”



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