Orca: The Killer Whale

“He is a mammal with warm blood, found in every sea”

La orca “Orcinus orca”, es una especie de cetáceo odontoceto, es decir, que se caracterizan por la presencia de dientes, en lugar de las barbas; pertenece a la familia “Delphinidae” de delfines oceánicos, que habita en todos los océanos del planeta.
Es la especie más grande de “delfínido” y la única existente reconocida, dentro del género “Orcinus”
En castellano, el primer nombre conocido dado a esta especie, fue el de “asesina-ballenas”
Este término, fue acuñado por balleneros españoles en el siglo XVIII, al observarlas atacar y matar cetáceos grandes.
De ahí pasó al inglés, en el que el término fue erróneamente traducido como, “killer whales”, en lugar de “whale killers”, término que fue posteriormente adoptado en castellano como “ballena asesina”; doblemente errónea, porque la orca ni siquiera es ballena.
La denominación “orca” fue usada ya por los antiguos romanos.
Plinio la recoge en el tomo IX, de su Historia Natural, aplicándola a un cetáceo que perseguía y atacaba a las ballenas.
El nombre provenía de la semejanza de aspecto con las tinajas, denominadas de la misma forma, en las que se transportaba aceite o vino.
Sin embargo, en castellano, la denominación no se conservó, aplicada a las auténticas orcas, y en las primeras ediciones del Diccionario de La Real Academia Española, “orca” designaba a un monstruo marino, genéricamente enemigo de las ballenas.
La denominación “orca” fue formalizada en inglés, en 1846, por J. Richardson y J. E. Gray, en la obra “The Zoology Of The Voyage Of HMS Erebus & Terror” en la que se describían los hallazgos de la expedición de James Clark Ross, a La Antártida, que tuvo lugar entre 1839 y 1843.
En inglés, al menos desde el siglo XVI, se había venido usando el término “orc”, o su variante “ork”, procedente del francés “orque”, para denominar a una ballena grande o, vagamente, un monstruo marino.
En la forma, este cetáceo posee una complexión robusta e hidrodinámica.
La especie, como característica distintiva, posee una aleta dorsal muy larga, que llega a medir hasta 1,8 m en los machos, y presenta una coloración blanca y negra, que se distribuye de manera particular, la cual es propia de cada individuo, y permite distinguirlo de los demás.
La orca tiene un dimorfismo sexual marcado; las hembras son más pequeñas que los machos, y tienen la aleta dorsal más corta.
Un macho adulto, puede alcanzar 5,5 toneladas de peso, y hasta 9m de longitud, mientras que una hembra, suele rondar los 7,7m de largo, y pesa menos de 4 toneladas.
Los individuos de la especie, forman estructuras sociales complejas, y se organizan en grupos matrilineales, descendencia definida por la línea materna; para facilitar la socialización, utilizan un método de comunicación sofisticado.
Se han identificado varios tipos de orca en los hemisferios norte y sur, los cuales tienen diferencias genéticas, morfológicas, de comportamiento, y alimentarias tan notables, que incluso se han propuesto como especies diferentes.
La orca posee una combinación de fuerza, velocidad e inteligencia, que la convierte en un depredador muy versátil; de hecho, por encontrarse en la cima de la cadena alimenticia, y no poseer enemigos naturales, se convierte en un súper depredador de los océanos.
Su dieta es muy variada y, dependiendo del tipo de orca, se alimenta de peces, calamares, y mamíferos marinos.
Se distribuye por todos los océanos del mundo, desde las aguas del Ártico y Antártico, hasta los mares tropicales; sin embargo, prefiere las aguas templadas y frías, y las zonas cercanas a las costas.
Es una especie migratoria, llegando algunos grupos, a desplazarse miles de kilómetros, incluso entre ambos hemisferios.
Al carecer de depredadores naturales, todas las amenazas son dependientes de la acción del hombre.
Entre estas, cabe mencionar la contaminación secundaria de plaguicidas, el ruido producido por elementos y dispositivos acústicos, el deterioro de su hábitat, las capturas accidentales, durante operaciones de pesca y la caza, etc.
Desde la antigüedad, en la cultura occidental, se lo consideró un animal feroz y peligroso.
Esa imagen empezó a cambiar desde la década de 1960, al observarse que los primeros animales en cautiverio, se comportaban dócilmente, y no intentaban agredir a los humanos.
Se han registrado muy pocos ataques a humanos, por parte de individuos en libertad, sin ninguna muerte; sin embargo, los ejemplares en cautiverio, probablemente debido al estrés que les causa la situación, se han cobrado algunas víctimas.
La especie posee el 2º cerebro más grande entre los cetáceos, después del cachalote, con un peso promedio de 5,617 g.
La orca es un animal que puede ser entrenado fácilmente en cautiverio, y es descrito con frecuencia, como inteligente.
Sin embargo, la definición de “inteligencia” se dificulta en una especie, cuyo medio ambiente, comportamiento, y estrategias de supervivencia, son diferentes al de los humanos.
No obstante, las orcas son capaces de imitar a otros individuos, y parecen enseñar habilidades de forma intencional a sus parientes.
Por ejemplo:
Son capaces de aprender a vararse deliberadamente en la playa para atrapar focas.
En inmediaciones de las islas Crozet, a modo de entrenamiento, las madres empujan a sus crías hacia la playa, esperándolas para llevarlas de vuelta si es necesario.
En península Valdés, Argentina, los adultos algunas veces, capturan y llevan focas lejos de la costa, liberándolas cerca de los jóvenes, permitiéndoles con ello, practicar la técnica de caza, en animales ya debilitados.
Se tiene conocimiento de varias anécdotas, en las cuales las orcas en libertad, demuestran que son curiosas, capaces de divertirse, y hábiles para resolver problemas.
Por ejemplo:
Los individuos de Alaska y Gibraltar, han aprendido a sacar partido de las operaciones pesqueras, al sustraer peces de las líneas de pesca.
En otra anécdota, se observó en La Antártida, a una hembra jugar por varios minutos, con un trozo de hielo arrojado por un investigador, girando alrededor de él, e impulsándolo fuera del agua.
Asimismo, se ha descrito el uso de dialectos, y la transmisión de comportamientos aprendidos a las siguientes generaciones, lo cual se ha considerado una forma de cultura.
“It is known that they have great memory and even after many years they will always remember the human being who has tried to harm them”
Orca: The Killer Whale es una película de terror estadounidense, dirigida por el director británico, Michael Anderson, en el año de 1977.
Protagonizada por Richard Harris, Charlotte Rampling, Bo Derek, Will Sampson, Keenan Wynn, Scott Walker, Robert Carradine, entre otros.
El guión es de Luciano Vicenzoni y Sergio Donati; y fue rodada entre la isla de Malta, California, Estados Unidos; y la Península del Labrador en Canadá.
Orca: The Killer Whale es una historia de venganzas viscerales, y a la par que tristes, de pecados imperdonables que ya no se pueden deshacer, y de 2 personajes que se encuentran en un duelo a muerte, cuando ambos han perdido todo lo que tenían en el mundo.
Algunos hablan de un mensaje ecologista en Orca: The Killer Whale, pero sería simplificarla hasta banalizarla.
Orca: The Killer Whale es una historia de dolor y venganza, admirablemente filmada, bien narrada, y que destila un aire trágico que la ha convertido en una película de culto.
Orca: The Killer Whale es una mezcla de géneros muy arriesgada, tanto que se arriesga a ser incomprendida:
La eterna batalla entre el hombre y la bestia, entre el hombre, la naturaleza en estado puro, y los elementos, y los sentimientos de culpa.
Orca: The Killer Whale se inspira en la película de 1975, “Jaws”, de la que retoma temas como los ataques de un animal marino, así como el tema la venganza, aunque Orca: The Killer Whale, es una película más próxima del drama, y del suspenso, y menos próxima del terror, como la anterior.
Orca: The Killer Whale también comparte con “Jaws” (1975) el que las escenas del tiburón, al inicio, fueron filmadas con un tiburón capturado por Ron y Valerie Taylor, una pareja de expertos en tiburones, que ya anteriormente, habían rodado las escenas submarinas de la película de Steven Spielberg.
Orca: The Killer Whale pertenece al elenco de “imitadoras” surgidas tras el gran éxito mundial de “Jaws” (1975), que poblaron rápidamente el mapa cinematográfico, con historias terribles de animales marinos, y acuáticos, que atacaban a la población.
Es imprescindible, comentar la presencia de un Dino de Laurentiis, muy implicado como productor, todo un oportunista, que siempre supo aprovechar las corrientes generadas por otras películas en Hollywood.
Del mismo modo, la ficha técnica se encuentra repleta de nombres italianos, expertos en la explotación de géneros de éxito.
Sin embargo, Orca: The Killer Whale tiene algo que la hace diferente al resto de películas de animales dañinos, que en este caso, se ve y se siente desde el lado del animal.
El presupuesto para realizar Orca: The Killer Whale fue de $6 millones, solo 3 menos que el clásico de Spielberg, por lo que no fue la “tan copia barata” que muchos pensaban; pues recaudó casi $15 millones, así que la inversión fue rentable.
Aunque fue un éxito modesto, si lo comparamos con los $470 millones que amasó la nombrada “Jaws” (1975)
Esta lujosa producción “Made In Laurentiis” tiene en su contra, el haber sido vendida como una “explotation de Tiburón” lo es, realmente, pero a niveles muy diferentes que todos los filmes italianos sobre monstruos marinos, con un terrible monstruo asesino.
Pero aquí, el monstruo no es el malo, ni el que rompe el orden establecido.
El principal responsable de los hechos aquí sucedidos es, por supuesto, el hombre.
La trama inicia con Rachel Bedford (Charlotte Rampling), una bióloga, dedicada al estudio de los cetáceos, y amante de la vida submarina, que intenta impedir que el capitán Nolan (Richard Harris), un pescador viudo, y toda su tripulación, se dediquen a la caza de ballenas, a cambio de dinero.
A pesar de las protestas de Rachel, Nolan caza y mata a una ballena hembra, a punto de dar a luz.
Tiempo después, comienzan a sucederse los ataques indiscriminados de un macho de la misma especie.
La doctora está convencida, de que era pareja de la hembra, y padre de su cría, y que el macho empieza a vengarse de la muerte de su compañera y de su hijo, ocasionando desastres en las ciudades costeras.
Nolan es quien después decide enfrentar y desafiar a la orca macho, en un polo ártico junto con la doctora Bedford.
Allí, Nolan halla la muerte en pleno enfrentamiento, cuando la orca macho lo lanza de un coletazo contra un muro de hielo.
Finalmente, después de cumplir su venganza, el animal se retira tristemente, en búsqueda de su propio destino.
Desde el primer momento, los 2 personajes protagonistas humanos, Nolan y Raquel, chocan debido a sus personalidades:
Uno es un rudo marinero, representa la fuerza, machista, anticuado, e insensible.
La otra, es una joven moderna, experta en cetáceos, inteligente, delicada, y sensible.
Esto sólo puede significar una cosa, y es que están predestinados desde el principio, a acabar ¿juntos?
“You're me, he says... I'm you, he says... you're my... drunk driver... he says...”
El argumento de Orca: The Killer Whale, puede resultar descabellado para gran parte de la audiencia:
Un grupo de pescadores, encabezados por el capitán Nolan, dan caza a una orca hembra encinta.
El macho presencia, como su pareja y la cría, mueren a manos de estos hombres, y emprende una cruenta venganza contra ellos.
También, Orca: The Killer Whale contiene unas interesantes reflexiones de carácter ecologista, puestas en boca de la bióloga Rachel Bedford, el interés amoroso del capitán Nolan, y único personaje humano que empatiza con el sufrimiento del mamífero.
El juego del gato y el ratón, entre el protagonista y “la ballena asesina” va aumentando en intensidad dramática y espectacularidad, a medida que avanza la historia, hasta llegar a uno de los finales más épicos y líricos del género.
Si bien, no puede faltar un, normalmente una, para emparejarle con el héroe protagonista, experto en el animal concreto, que deje a las claras, lo terrible de las orcas en este caso:
Desde un principio, se nos relata que las orcas son el cetáceo más rápido, nos asusta con sus poderosos dientes, le califica como el mayor depredador marino, y destaca su inteligencia casi humana.
Los momentos de violencia, mordiscos y sangre a borbotones, son más bien escasos, en gran parte, por la dificultad de conseguir credibilidad en una orca mordisqueando humanos, de modo que se suele solucionar, con escenas del animal con la boca abierta, y posterior grito de la víctima.
Sin embargo, sí abundan las escenas submarinas de la orca embistiendo barcos, pilares de una casa, icebergs, o lo que se ponga a su paso.
Aún así, Orca: The Killer Whale tiene un mayor tono dramático, que de terror, en comparación con otras de su estilo, más intimista en torno a los complicados sentimientos de ambos personajes.
Y no nos referimos a Nolan y la científica, sino a Nolan y al cetáceo.
Orca: The Killer Whale crea en el espectador, una empatía hacia ambos, lo que se hace contradictorio, ya que su único objetivo, es la muerte del contrario.
Gran parte de la culpa de nuestra simpatía, es la humanización de la orca, desde el primer momento:
Mostrándonos un feto del animal, del que dicen tiene forma humana, y 5 dedos, dotarle de características humanas, como la inteligencia, venganza, y capacidad de comunicación; Nolan, al oír agonizar a la orca, exclama:
“Grita como un ser humano”...
Todos estos factores, provocan que sintamos verdadera lástima por la tragedia de la orca, al perder a su hembra y su cría, algo que nunca sentiríamos por otra bestia asesina de película.
A su vez, justifica su venganza.
El propio Nolan lo dice:
“Yo haría lo mismo”
Orca: The Killer Whale no sólo es una lucha del hombre contra la bestia, sino una lucha interna del protagonista, que se siente atormentado desde el mismo momento en que mata por accidente a la hembra, especialmente, cuando el feto cae sobre cubierta, en una de las escenas más memorables de Orca: The Killer Whale.
Y se debe, a que se siente identificado con la ballena, tiene sentimiento de culpabilidad, e incluso, consulta con un cura, si se puede cometer pecado contra un animal.
A partir de aquí, lo quiera o no, está obligado a enfrentarse a su enemigo, aún a su pesar, ya que el pueblo le obliga, y la orca le reta.
Orca: The Killer Whale por un lado pretende “enseñarnos” algo de ellas, por tanto, hay partes en donde indirectamente, parece un documental, ya que hay una “voz en off” de la protagonista principal, que va aportando detalles sobre el comportamiento, y las características principales de ese mamífero acuático.
Pero por otro lado, Orca: The Killer Whale pretende ser un intenso pasatiempo, repleto de intriga, horror, acción, y tensión.
Para lograr ello, el director Michael Anderson, debe exagerar bastante el carácter de las situaciones que aparecen en pantalla, dando lugar así, a un filme que propone una aventura licenciosa, e inverosímil en varios pasajes.
Es allí donde encontré la principal falencia, es muy exagerada a la hora de plantear el conflicto narrativo.
Pensemos que, se nos quiere hacer creer que, una orca macho, es tan inteligente, que busca vengarse de un ser humano, que ha matado a su pareja y a su cría.
Es como ver un western en escenarios marítimos.
Si tenemos en cuenta que este cetáceo, está considerado uno de los animales más inteligentes del planeta, y aceptamos la premisa, de que pueda planear una venganza contra las personas que acabaron con su familia, Orca: The Killer Whale resulta de lo más interesante, pese a su mínima credibilidad.
Y también, se nos quiere hacer creer, que este ser humano, no tiene otra opción que ir y hacerle frente, precisamente en el mar, cuando sabemos que la posibilidad más creíble, es irse del lugar donde la ballena está acechando, y nunca más pisar un barco, o estar cerca de una costa por las dudas.
Claro que si el personaje principal opta por ello, no teníamos Orca: The Killer Whale.
En los 15 minutos finales, tenemos entonces a un Nolan obsesivo, enfermizo, deshumanizado, y ausente.
Un hombre que se tiene que enfrentar con la inmensidad de la naturaleza, inhóspita, y violenta, ya que de las costas de Terranova, llega hasta una zona de aguas heladas, donde se llevará a cabo la lucha final, momento álgido de Orca: The Killer Whale, y la de mayor belleza visual.
Puede que no sea una obra maestra, ni siquiera dentro del subgénero de los animales asesinos, pero contiene varias escenas realmente memorables, y un ambiente que confronta a naturaleza y hombre, con resultado que llega hasta casi lo poético.
Hay múltiples escenas a destacar, pero sobre todo, una muy interesante, cuando la Orca va a la casa del Capitán Nolan, y la emprende a embestidas con la casa, hasta dejarla hecha añicos.
Sin olvidar otra muy tierna, en la cual, la prole de Orcas recogen el cuerpo inanimado de la Orca hembra, y la acompañan en su tránsito de agonía, hasta la playa más cercana.
Como curiosidad, la escena en la que la orca hembra está muerta en la orilla, y Raquel está a su lado con un libro, tienen que cambiar de toma, antes de lo previsto, porque el animal abre la boca.
En secuencias inmediatamente después, con la orca de fondo, se ve al animal moviéndose, mientras los protagonistas hablan.
Durante la producción de Orca: The Killer Whale, se utilizó una cabeza de orca mecánica, una aleta dorsal para los planos de detalle, y una cola mecánica para las secuencias finales, aunque, en la mayoría de los planos, se trata de una orca amaestrada.
Se usó una orca mecánica para algunas escenas en Terranova, un material llamado “animatronic”
Y es que en el lado técnico, tampoco se puede decir que se trate de una película mal acabada.
Todo lo contrario.
El trabajo de fotografía es excelente, con unos espectaculares escenarios naturales, y una hábil combinación de imágenes documentales, y otras logradas mediante los efectos especiales.
Éstos están plenamente logrados, en escenas tan espeluznantes, como el ataque de la orca a la casa del muelle, o la lucha final entre Nolan y el animal en el hielo.
Pero si hay un apartado, al que nadie puede ponerle un “pero”, ese es el musical.
Ennio Morricone compone una de sus mejores bandas sonoras , con un tema central interpretado por Carol Connors titulado “My Love, We Are Now” , realmente inolvidable.
“He sounds almost human...”
Con Orca: The Killer Whale aprendemos lo poderosos que pueden llegar a ser estos animales marinos, y que no tienen rival en su medio natural, ni siquiera los tiburones, y presentada además, con la frase promocional:
“El único animal que mata para vengarse”
Siendo quisquillosos, empieza por 2 falsos conceptos:
El primero, es el atributo que se da, de “ballena asesina” a la orca, que tiene sus orígenes en una mala traducción; ya que en el siglo XVIII, los marinos españoles de Gibraltar, denominaban a este cetáceo, como la “asesina-ballenas”, ya que entre su dieta, se encuentran las ballenas, tanto grises como azules, a las que consiguen cazar en grupo, pero fue traducido por los ingleses como “killer whale”
Es más, en toda la historia, sólo hay 2 ataques registrados por orcas a humanos, y en ambos casos, el resultado fueron heridas leves.
El segundo concepto, que es un animal con sentimientos como la venganza, es también completamente falso, y en mi opinión, crea precedente para una pésima película como “Jaws: The Revenge” (1987), en la que el tiburón persigue a la familia del jefe Brody por todo el mundo, tras el precedente premonitorio ,que suponen las previas de la saga.
Así las cosas, Orca: The Killer Whale tiene una moraleja bastante clara:
El Ojo por Ojo.
El animal se vengará de todos, y cada uno de los que han participado en la masacre marina.
También nos hace una reflexión, a cerca de tan interesante ser, su papel en el entorno medioambiental, y su caza, en ocasiones, indiscriminada.
Orca: The Killer Whale nos presenta grandes escenas del animal, que nos demuestra, que pueden llegar a entender, igual que nosotros, en cuanto a temas sentimentales.
Y sobre todo, nos muestra, que no es imposible, que algún día, no muy lejano, los animales se venguen de nosotros los humanos, por lo mal que nos hemos portado con ellos, desde que el mundo es mundo.
Y es que hay que ser claros en algo:
Los animales malos, somos los humanos.
Sólo para concluir, una orca en libertad puede vivir hasta 80 años, mientras que una en cautiverio, solamente vive 12 años en promedio, con estos datos, sólo una pregunta queda:
¿Quién es realmente el asesino?

“Can you commit a sin against an animal?”



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