Stalag 17

“There was more fireworks shooting off around that joint... take for instance the story about the spy we had in our barracks...”

Stammlager, abreviado “Stalag” fue en El Tercer Reich, la denominación de un campo para prisioneros de guerra, en La Segunda Guerra Mundial.
La denominación exacta era “Mannschaftsstamm und straflager” y es bueno que se aclare, que “los campos de prisioneros de guerra” y “los campos de concentración nazis” eran 2 lugares totalmente diferentes, en el primero, los soldados capturados, recibían un “mejor” trato, que los desdichados habitantes de los nefastos campos de concentración.
En los Stalags, podían ser internados, de acuerdo con La Convención de Ginebra de 1929, sólo los prisioneros de guerra, nunca civiles.
Al principio, los Stalag estaban previstos como campos para tropa y suboficiales.
En el curso de la guerra, y con el aumento del número de prisioneros, entraron en ellos también, oficiales que anteriormente, y de acuerdo con La Convención de La Haya, eran separados de su tropa, siendo enviados a los llamados “Oflags”
En El Tercer Reich, había un total de 17 Wehrkreise, regiones militares, o “WK”
No existieron las denominadas:
WK XIV a WK XVI, ni tampoco la WK XIX, de modo que la cifra más alta era:
WK XXI.
La numeración de los campos, usaba los números romanos de la región militar.
Por ejemplo, el Stalag III B en Fürstenberg, Oder, era el segundo Stalag, en la tercera región militar, o WK III.
Así las cosas, los campos ubicados fuera del territorio del Reich, llevaban cifras arábigas.
“I don't know about you, but it always makes me sore when I see those war pictures... all about flying leathernecks and submarine patrols and frogmen and guerillas in the Philippines.
What gets me is that there never w-was a movie about POWs, about prisoners of war.
Now, my name is Clarence Harvey Cook:
They call me Cookie”
Stalag 17es una película bélica, en tono de comedia, del año 1953, producida y dirigida por Billy Wilder.
Protagonizada por William Holden, Don Taylor, Otto Preminger, Robert Strauss, Harvey Lembeck, Richard Erdman, Peter Graves, Neville Brand, Sig Ruman, Michael Moore, Peter Baldwin, Robinson Stone, Robert Shawley, William Pierson, entre otros.
Señalar que Strauss y Lembeck, habían actuado en Broadway, en la obra de teatro en la que se basa Stalag 17.
Wilder también le brindó un papel, a su colega, el director de cine judío austriaco, Otto Preminger, el cual interpreta al malvado director del campo de prisioneros.
Stalag 17es una adaptación, realizada por el propio Wilder y Edwin Blum, de la obra de teatro de Broadway, escrita por Donald Bevan y Edmund Trzcinski.
Ambos autores, habían sido prisioneros de guerra, en el campo Stalag XVII-B.
De hecho, Trzcinski interpreta en Stalag 17, a un prisionero.
En tanto Charlton Heston como Kirk Douglas, fueron considerados como candidatos al papel protagonista de J.J. Sefton.
William Holden, que no era partidario de interpretar este papel, porque consideraba que Sefton era un personaje en exceso cínico y egoísta; Wilder se negó a alterar el personaje para hacerlo más simpático, y Holden lo rechazó; sin embargo, la productora Paramount Pictures, le obligó a aceptarlo.
También, Stalag 17, supuso la ruptura de Wilder con los estudios Paramount, porque éstos pidieron al director, unos cambios para estrenarla entre el público alemán, y el director se negó rotundamente.
La discusión terminó de tal manera, que el director abandonó los estudios, y no volvió a rodar con ellos, aunque en realidad, fue un año más tarde, con “Sabrina” cuando Wilder finiquitó el contrato, para la cual ya estaba comprometido.
Stalag 17 recibió un premio Oscar como Mejor Actor para William Holden; y 2 nominaciones:
Mejor director, y actor secundario (Robert Strauss)
Stalag 17 es un film que, más allá de cualquier género, tiene puesto siempre el punto de mira, en el conflicto del individuo frente a su propia naturaleza.
Stalag 17 es distinta de lo que uno pueda esperar de un relato en semejante entorno, con muchos momentos de comicidad, pero no por ello, menos realista.
Dura, emotiva, y sarcástica.
Una historia de intentos de evasión y misterio, una historia que te atrapa, una historia de absoluta concentración, no la del campo, sino la nuestra.
Pese a ser una película distinta en su filmografía, hay que decir que igualmente Wilder no renuncia a sus sellos, crea la que posiblemente sea la primera película que trata a la guerra con humor.
Wilder consigue desdramatizar por completo, la situación que está viviendo, y se las apaña a la perfección, para que en ese barrancón que están metidos, desaparezca por completo, la sensación de que se está en guerra.
Por ello, Stalag 17 suma los géneros de comedia, drama, suspense, y guerra.
Deriva hacia la comedia negra, y transforma en farsa, la situación de los prisioneros retenidos por los nazis.
El campo está destinado a sargentos, reúne a unos 600 prisioneros de guerra, que distribuye en 8 barracones, de 75 personas cada uno.
Stalag 17 explica las condiciones de vida de los prisioneros:
Comida horrible, duchas en letrinas, trato cruel y caprichoso.
Y el suspense se apoya en la identificación del espía nazi infiltrado.
El realizador establece un correcto equilibrio entre comedia y drama, tensión y humor, desgracia e hilaridad.
Devela que la guerra, es una fuente rica de humor negro, que será utilizada en films posteriores.
Stalag 17 se convierte entonces, más en una película de evasión y misterio, que de evasión y carcajadas, donde el verdadero interés radica, en hacer quinielas a ver quién es el sucio traidor que está vendiendo a sus compañeros.
La acción tiene lugar en el campo de concentración Stalag 17, situado en Alemania, cerca del Danubio, durante los días 24 y 26 de diciembre de 1944.
El narrador es Clarence Harvey “Cookie” Cook (Gil Stratton Jr.) voz narrativa en “off” que nos cuenta, cómo fue a parar al Stalag 17.
Hacinados en el barracón número 4; 75 soldados norteamericanos yacen presos del ejército nazi alemán… en un stalag.
En dicho barracón, convive toda una caterva de peculiares y heterogéneos personajes, capitaneados por Hoffy (Richard Erdman):
El jefe de información Price (Peter Graves), Duke (Neville Brand), el bufonesco Harry Saphiro (Harvey Lembeck), su inseparable Stanislas “Animal” Kasava (Robert Strauss) platónicamente enamorado de la actriz Betty Grable; Blondie Peterson (Robert Shawley), el cínico J.J. Sefton (William Holden) junto con su esbirro y narrador, Cookie, y el “mudo” y enigmático Joey, con su ocarina (Robert Stone)…
Además vemos al anunciador de noticias “oído…” y su “ayudante lisiado” Steve…, el cabo “es posible…”, etc.
Como el deber de todo prisionero de guerra es intentar escapar, varios soldados tratan de fugarse, con escaso éxito.
El Coronel alemán von Scherbach (Otto Preminger) parece adelantarse siempre a sus planes, por lo que todos empiezan a sospechar, que hay un delator en el barracón.
El principal sospechoso es el sargento estadounidense J.J. Sefton (William Holden), un ser amoral, cuyos negocios dentro del stalag, permitidos por los nazis, hacen a los demás, dudar de sus intenciones.
Sefton no parará hasta encontrar al verdadero chivato, que le permita limpiar su imagen.
Así las cosas, existe una guerra a nivel del campo, para ver quién es más listo, los prisioneros americanos, o los alemanes, valiéndose de un espía para adelantarse a todos sus movimientos.
El guionista, que es el propio Billy Wilder, cosifica esta batalla en un tablero de ajedrez, que será muy importante en el desarrollo de la trama.
El humor de Wilder, no anula ni rebaja el vigor del drama, sino realza su fuerza lacerante.
No se mofa del dolor, enseña a sobrellevarlo, ya que en Auschwitz, Wilder perdió parte de su familia.
Y no renuncia a la memoria, más bien, desea potenciarla.
Stalag 17 lleva la huella del realizador:
Citas melómanas como a Richard Wagner.
Hacia actores de cine como: Clark Gable John Barrymore y Betty Grable.
Cinéfilas: “Gone With The Wind” (1939), “The Great Dictator” (1940), “Flying Leathrnecks” (1951)
Coches singulares como los vehículos de la Cruz Roja, trenes y estaciones como la de Frankfurt.
Basa la comicidad en personajes arquetípicos:
El cínico, el bufón, el cartero...
Artilugios curiosos como una destiladora, el ingenio personal que burla controles al usar una antena de radio, extrañas maneras de encender una cerilla en la barba, o gabán.
Añade planos de humor visual como la gestualidad de “Animal”
Se burla del autoritarismo, la crueldad, las órdenes caprichosas, la vanidad, la mentira, y las simulaciones.
Por eso, no debe confundirse de que, Stalag 17 se está mofando de los campos de concentración, al contrario, que meta humor negro a una etapa tan cruel de la historia, y que encima, le funcione, es de un gran merito de esta gran leyenda de la dirección cinematográfica que era Billy Wilder.
“Anybody here want to double their bet?”
La figura del héroe, es aquí dada por completo la vuelta, y presentada en forma muy ambigua y gris, dotando de un indudable humanismo al personaje, pero sobre todo, ofreciendo una lectura bastante oscura, de lo qué es la naturaleza humana en situaciones límite, como la supervivencia, donde el egoísmo, la individualidad, el oportunismo, se erige en motor de todas las acciones.
Sefton siempre aparece apartado del grupo, y no se relaciona con él, sino es para su propio interés como en las apuestas que organiza, los espectáculos que monta...
Tomará partido con el resto de compañeros, sólo al final, y porque ve la posibilidad de aprovecharse de ello, guardándose hasta entonces, la identidad del traidor que ha conseguido averiguar por su cuenta, tras ser acusado, y apalizado por sus equivocados compañeros, como mecanismo de defensa, en ningún caso, por un interés común.
Hay un momento, en el que Sefton pregunta retóricamente a sus compañeros, que para qué quieren escapar, si una vez estén a salvo, les devolverán al campo de batalla, y a lo mejor esa vez no lleguen, si quiera, a ser apresados.
Además de la buena descripción del sargento Sefton, todo lo concerniente al descubrimiento, por parte de aquél, de la identidad del verdadero traidor, resulta interesante por la opción escogida de contarlo, y mostrarlo:
El espectador sabe, antes que los propios personajes, primero cómo se comunica el espía con los alemanes, y luego su identidad, obviando la facilidad de la sorpresa final, que no hubiera sido tal, por lo evidente que resultaba, y centrándose en, cómo Sefton sigue los pasos para desvelar la identidad de ese presunto traidor, y luego en realidad, espía alemán infiltrado, ya era demasiado fuerte insinuar, que un americano era un traidor, e ir más allá era impensable.
Excelente al respecto, es el plano de la sombra de la bombilla balanceándose, encuadrada junto a Sefton, el mejor momento de Stalag 17, algo poco habitual en Wilder, que como la inmensa mayoría acepta hoy en día, incluso sus exégetas, no era un virtuoso de la cámara, y sus soluciones de puesta en escena, eran de inferior calado, a su capacidad como guionista y narrador.
Incluso añadiría otro momento, muy bien resuelto, en el que prima la imagen:
La escaramuza que planean los presos, para salvar a uno de los suyos, en la que crean un humo para distraer a los guardas, y en la que aquél llena todo el encuadre...
Y es que a Wilder le resultaba más que natural, mezclar el humor con la desgracia humana, y el escenario en Stalag 17, era más que ideal para poner en práctica, lo que mejor se le daba, poniéndonos en medio de ambiente desolador, con un grupo de almas a la deriva, como residuos de una guerra implacable, que no solo destruye con la muerte física, sino la muerte espiritual.
Y así, Wilder satiriza la situación, y la exprime al máximo, para hacernos reír, nos olvidamos de la cruda realidad, o más bien, la vemos tan exagerada, que nos resulta cómica.
Pero resulta que Stalag 17, era una historia muy complicada de llevar a cabo, pero Wilder consigue emociones:
Risas, suspense, lágrimas, drama, esperpento, crítica, caricaturas, solidaridad, y un personaje excepcional, el sargento Sefton, y como no, ridiculizar a los mandamases nazis.
A Wilder este tema le tocaba hondo, no olvidemos que era austriaco, y miembros de su familia, entre ellos su madre, padecieron en Auschwitz; y realiza una película, donde deja en ridículo a los nazis, y donde habla de la solidaridad entre los prisioneros de guerra, y de cómo cada cual, tiene su manera de sobrevivir.
“There are two people in this barracks who know I didn't do it.
Me and the guy that did do it”
La construcción de los personajes es sin lugar a dudas, de lo mejor que tiene Stalag 17, el grupo, comandado por William Holden en el papel del Sargento Sefton es genial.
El aura que se le imprime a este personaje, está muy inteligentemente explotada, por el modo como se le presenta.
Siempre lo observamos, a través de los ojos del resto de prisioneros y, de este modo, es más sencillo compartir las sospechas que recaen sobre él.
A pesar de ser el personaje central, sus escenas siempre tienen que ver con el grupo, y con la impresión que de él se tiene.
Para completar, tenemos a un Don Taylor impecable, y a un Otto Preminger en un peculiar rol, como el oficial nazi, que tenía a su cargo, el campo de prisioneros.
Robert Strauss es otro de los personajes que sobresalen, y con sus acciones, aporta balance a una historia, que se desenvuelve entre lo trágico y lo cómico.
Otros soldados sobreviven a través del humor, no les quitan la risa, ni las ganas de gastar bromas, o burlarse de sus guardianes.
Otros pierden la cordura.
Pero todos tratan de encontrar buenos momentos, aunque se encuentren en el peor de los sitios.
De lo que no cabe duda, y que me parece el punto central de Stalag 17, es que esos tipos que están bromeando continuamente, lo hacen por evadirse de lo que están viviendo.
Es una evasión interior.
De hecho, el personaje de “Animal” está al borde de la locura, cuando cree ver en su compañero Shapiro, a la mismísima Betty Grable con pelo de paja, porque está a punto de llegar al límite.
En una película como Stalag 17, con un reparto masculino casi en su totalidad, 2 figuras femeninas, adquieren una inesperada trascendencia.
Estas piezas, como mcguffin de Hitchcock, se convierten en elementos vehiculares del suspense de Stalag 17.
Un misterio que arranca con la sospecha, de que el barracón alberga un soplón, un traidor.
Éste se sirve de ellas, para hacer llegar información relevante al bando alemán.
Una de las piezas es La Reina Negra, que se mantiene inmóvil, en el tablero de ajedrez que ocupa la mesa central del barracón.
Hueca en su interior, es depositaria de las notas que circulan de uno a otro bloque.
No deja de resultar interesante, que sea precisamente una pieza de ajedrez femenina, la utilizada para el intercambio de mensajes.
Rodeada por hombres, es “The Hollow Black Queen”, como la llaman en un momento de Stalag 17, la más poderosa.
Si tomamos la alegoría del ajedrez, muy apropiada en un contexto bélico, La Reina es la que posee libertad total de movimiento, puede desplazarse en cualquier dirección.
Se encuentra, pues, en directa oposición a la situación que viven los prisioneros del Stalag 17.
Una elección nada casual en cualquier caso.
La otra figura, es la de la bombilla que ilumina el barracón.
A modo de señal, este objeto y su colocación, advierten al cómplice, de la recepción de la nota.
La luz siempre se usó para designar el conocimiento, y fue símbolo de la razón y de la verdad.
Tampoco me parece fortuita la elección de esta pieza, y su función en Stalag 17.
Los 2 elementos combinados, son esenciales para el posterior desarrollo de la acción, pero también por su significado, más allá de su condición de objetos inanimados.
“I'm tellin' ya, Animal, these Nazis ain't kosher”
En Stalag 17 hay situaciones logradas, destacando aquella en la cual, El Coronel del campo, interpretado por Otto Preminger, se pone las botas para cuadrarse ante superior, con el que habla... por teléfono, y nada más colgar, se las quita.
El descubrimiento del sargento Sefton, de quién es el verdadero traidor, y cómo pasa la información a los nazis; la solidaridad de los soldados, cuando todos se declaran culpables de un incidente que ha cometido uno de los prisioneros; y esa misma solidaridad que hace que todos los del barracón, protejan al soldado que ha perdido la salud mental.
Las escenas de cómo tratan de pasar la vida diaria, con distintos juegos, destilerías, fiestas, bromas, o cómo intentan comunicarse con las prisioneras rusas que se encuentran en un centro, al lado del suyo; los momentos ridículos y el comportamiento del máximo responsable nazi, impagable Otto Preminger, o del responsable nazi del barracón, El Sargento Johann Sebastian Schulz (Sig Ruman), el momento cumbre, donde William Holden recibe una paliza por parte de todos los compañeros del barracón que le creen culpable…
Y alterna momentos de gran intensidad emotiva:
Como cuando todos los sargentos presos del barracón, regalan una ocarina nueva a Joey (Robinson Stone) por Nochebuena, o cualquier otro momento en el que aparece este personaje, con otros de gran frescura cómica, especialmente las escenas en las que intervienen Robert Strauss en el papel de “Animal”, enamorado de la actriz Betty Grable; Harvey Lembeck en el papel de su amigo Shapiro, y el propio sargento Schulz.
Pero, resulta poco acertado, el empleo de una “voz en off”, que parece sólo existir para resolver algún momento, por medio de rápidas explicaciones, o para subrayar situaciones de forma innecesaria, sobre todo, por lo irregularmente que se integra dentro del relato principal, más gris y ácido, que hubiera requerido algo más de profundidad y de continuidad, y bastantes menos chistes...
Con la colaboración del maestro Franz Waxman, en la espléndida banda sonora, encabezada por la pegadiza, recurrente y antibélica:
“When Johnny Comes Marching Home Again”, escrita por el compositor y director de orquesta de origen irlandés Patrick Gilmore para El Ejército de La Unión durante la Guerra Civil Norteamericana, es la nota central musical de Stalag 17.
La letra de esta popular canción, compuesta durante La Guerra Civil Estadounidense, de inspiración irlandesa, refleja el deseo por el retorno de los que están luchando en la guerra.
La melodía se convirtió, en una de las más escuchadas, en cada una de las contiendas en las que tomaron parte Los Estados Unidos.
Ésta aparece en los momentos más trascendentes de Stalag 17, es cantada y silbada por los prisioneros y, es su carácter repetitivo, y su mensaje, el que enfatiza la situación que viven todos, su constante anhelo de evasión.
Es una canción que no te suelta durante todo el metraje, y te acompaña incluso, durante días posteriores.
Se recomienda canturrear con moderación.
“Did you ever notice?
And here's the mailbox.
Hollow Black Queens”
Resultó entonces que, Stalag 17, sería la precursora de muchas películas que copiarían su estilo de “comedia bélica”, lo que daría lugar a un subgénero cinematográfico, que se caracterizaría por un tono distendido, casi cómico, un lugar cerrado, con campos de concentración o cárceles, con el objetivo de la evasión, y la relación entre los personajes, consistente en un grupo masculino donde la fraternidad sustituye a la familia, y la camaradería al matrimonio, de alguna manera.
Así, 12 años más tarde, Bernard Fein y Albert S. Ruddy, crearon la serie de TV americana “Hogan's Heroes” basándose también en dicha obra; así como otros como “M.A.S.H.” (1970)
Curiosamente, 40 años después, Roberto Benigni dirigió e interpretó, una tragicomedia sobre las cárceles nazis, y El Holocausto Judío:
“La Vita È Bella” (1997) la cual se llevó varios Oscar, aunque por ejemplo, el director Steven Spielberg era contrario al film de Benigni, por considerar haber frivolizado El Holocausto, etc.
Para terminar, reseñar que uno de los valores más importantes de Stalag 17, recae en el concepto de patriotismo que ofrece Wilder, ya que Sefton, durante gran parte del metraje, no da muestras de ello, sino que su frialdad da a pensar justo lo contrario, y sin embargo, es cuando hace falta, cuando se arriesga por su patria, para pasar de antihéroe, a héroe.
A nadie caería bien una persona como Sefton, siempre sería un candidato para el odio, en un lugar donde los carceleros alimentan la humillación sutil, la tortura refinada, y el duro taconazo de unas botas lustrosas calzadas por Otto Preminger.
Y es que, tal vez, no se pueden poner alambradas al sonido de una ocarina soplada por un trastornado, y tampoco, se pueden poner en un barracón, los terribles deseos que se deben sentir, de coger a alguien como culpable, para hacer que la frustración sea un arma menos afilada.
A veces, sólo unas piernas bonitas, consiguen hacerte soñar, o un poco de sentido del humor, o una canción que recuerda quién eres, o una búsqueda a lomos de la paciencia, puede demostrar la luz de una cerilla encendiendo un cigarro puro, que no merece ser apagado a golpes de rabia.
La esperanza es el peor enemigo en un campo de concentración, porque es la espita que enciende la sospecha, caída del lado de la antipatía.
Wilder era así.
Mucha acidez para contar la historia de unos héroes encerrados.

“Nobody has ever escaped from Stalag 17.
Not alive, anyway”



Comentarios

  1. Còmo la consigo ? Tu crìtica me hace pensar Que es interesante , gracias ,

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  2. Yo la tengo, cuando gustes te puedo dar una copia.
    El film es todo un clásico, y te recomiendo el visionado.
    Gracias por dejar tu comentario Alba Iris.
    Saludos !!!

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