Chocolat

“It spoke of towns yet to be visited.
Friends in need.
Battles yet to be fought.
By someone else, next time.
And so it was that the North Wind grew weary, and went on its way”

Cuesta creerlo pero fue así.
Este rico dulce que hoy llega libremente, a manos de grandes y chicos, y que sólo se abstienen de ingerir, los que cuidan esmeradamente la figura fue, en algún momento, un alimento prohibido.
Como si fuera una droga ilícita, el chocolate fue objeto de prohibiciones, debido a que era considerado “La Droga del Pecado”
El chocolate del náhuatl “xocolatl” es el alimento que se obtiene mezclando azúcar con 2 productos derivados de la manipulación de las semillas del cacao:
Una materia sólida, la pasta de cacao, y una materia grasa, la manteca de cacao.
A partir de esta combinación básica, se elaboran los distintos tipos de chocolate, que dependen de la proporción entre estos elementos, y de su mezcla, o no, con otros productos tales como la leche y frutos secos.
Los orígenes mayas del chocolate, lo entienden como “alimento de los dioses”, y el Códice Florentino, una de las principales fuentes históricas que describen la vida azteca, y escrito en su lengua, denomina al chocolate como:
La “bebida de los nobles” e indica que debe prepararse con sumo cuidado, debido a su naturaleza poderosa.
Los mayas de México, empezaron a ingerir un tipo de chocolate, alrededor del 600 a.C.
A partir de ese momento, adoraron el fruto del cacao, como si de un ídolo se tratara, literalmente:
Un maná caído de los cielos.
Los mayas creyeron, que el fruto del cacao tenía temibles poderes mágicos, y los sacerdotes lo emplearon con sumo cuidado en rituales, ceremonias religiosas, y curaciones.
Los mayas hacían uso del cacao como medicina para tratar la fiebre, la tos, e incluso, los malestares durante el embarazo.
Los mayas adoraban un dios, Ykchaua, que devino el patrón de los comerciantes de cacao; y ellos fueron los primeros en inventar la bebida de cacao, un brebaje caliente, considerablemente amargo, preparado con bayas molidas de cacao y especias.
Posteriormente, los aztecas mejoraron la receta, endulzándola con vainilla, y miel; y llamaron a su bebida “xocoalt” que se pronuncia de modo parecido a “chocolatl”, y que significa:
“Agua amarga”
Se dice en la mitología azteca, que el dios de la agricultura, Quetzalcóatl, viajó hasta la tierra, trayendo consigo el árbol del cacao del Paraíso, para infundir entre los hombres, sabiduría y poder.
El chocolate devino un artículo tan apreciado por los aztecas, que incluso fue usado como moneda de cambio, junto al polvo de oro.
Ya en Europa, aunque Colón regresó con las primeras bayas de cacao, parece ser que nadie supo qué hacer con ellas, por lo que se olvidaron en favor de otros bienes comerciales, y se pudo probar por primera vez, cuando El Emperador Moctezuma recibió al explorador Hernán Cortés y su ejército, con un espumoso y caliente chocolate líquido.
En 1528, cuando Cortés regresó a España desde El Nuevo Mundo, trajo consigo la receta de los aztecas, para preparar la bebida de chocolate, y pronto se puso de moda.
Sin embargo, debido a la fama de brebaje mágico, los frutos fueron confinados en monasterios, y la fórmula de la bebida devino secreta, sólo para ser disfrutada por los más ricos y nobles.
En el siglo XVIII, en Inglaterra, Charles II intentó prohibir las chocolaterías por considerarlas “semilleros de sedición” y en Francia, las autoridades les pusieron veto, por considerarlo una “droga peligrosa”
La idea de mezclar el chocolate con la leche, no surgió hasta el siglo XVIII.
Sir Hans Sloane, médico privado de la Reina Ana, concibió la receta secreta, que luego vendió a los Hermanos Cadbury, quienes hicieron gran fortuna con sus nuevos dulces.
Fue un farmacéutico holandés, Johannes Van Houten, quien desarrolló el procedimiento moderno para el cacao, ideando una prensa hidráulica, que producía un finísimo polvo.
De este modo, se inició la era de la producción de chocolate en serie...
Por otra parte, se ha demostrado una vinculación entre su consumo y el amor.
El argumento científico descansa en que, el chocolate contiene una sustancia química, denominada feniletilamina, que también se encuentra en el cerebro, y que se activa, cuando la persona está enamorada.
Inclusive, cuando la persona está desanimada, debe procurarse de unos bocaditos o traguitos de ese manjar, para salir del bajón emocional.
De la misma manera, si los ánimos no están tan alicaídos, y lo que se persigue es seguir la fiesta, los resultados como estimulante, dicen, pueden ser más que agradables.
“Let me put this in perspective for you.
The first Comte de Reynaud expelled all the radical Huguenots in this village.
You and your truffles present a far lesser challenge”
Chocolat es una película dramática del año 2000, dirigida por Lasse Hallström.
Protagonizada por Juliette Binoche, Johnny Depp, Judi Dench, Alfred Molina, Lena Olin, Peter Stormare, Carrie-Anne Moss, Leslie Caron, entre otros.
El guión es de Robert Nelson Jacobs, inspirado en “Chocolat” la novela homónima de Joanne Harris, la cual es una fábula muy divertida, acerca de la tentación y la importancia de no privarse uno mismo, de las cosas buenas de la vida.
Chocolat trata del constante conflicto en la vida entre tradición y cambio.
Y en su más profunda esencia, nos habla de la intolerancia y de las consecuencias de no permitir a otras personas, vivir sus propias existencias y creencias; lo que puede llevar a acabar interpretando el sentido moral de la historia, como una llamada a la tolerancia, a la comprensión de las debilidades humanas.
Jacobs decidió desde el principio, que su prioridad sería, lograr la mezcla de los elementos precisos de Chocolat, combinando la comedia con la sensualidad, y la confrontación dramática, añadiendo también en la receta, un toque de algo misterioso.
Robert Jacobs también se adentró en los aspectos históricos de Chocolat, hurgando en una historia cargada de la leyenda del chocolate, en la desaparecida civilización maya de México.
Chocolat obtuvo 5 nominaciones al Oscar:
Mejor película, actriz principal (Juliette Binoche), actriz de reparto (Judi Dench), guion adaptado, y banda sonora.
En una pequeña ciudad, donde la vida ha sido la misma en los últimos 100 años, va a estallar una guerra en pleno corazón de la serena tradición, y del miedo al cambio.
El impacto de lo nuevo, el entusiasmo por dejarse ir, los peligros de impedir que la gente se divierta, y las tentaciones de la intolerancia, todo ello se ve activado, debido a los deliciosos dulces de una bombonería en Chocolat, una fábula en clave de comedia y drama, acerca del poder mágico de abandonarse al placer.
Chocolat es un hermoso cuento, narrado de una forma brillante, que hace que despierte en el espectador, las más intensas sensaciones.
Es un cuento de hadas, que trata sobre la intolerancia hacia las personas diferentes, sobre los corazones inquietos que viajan con el viento.
Habla también de la amistad y del amor, y, sí también, de las delicias del chocolate.
Es una tierna historia, con magníficos diálogos, con tintes cómicos y dramáticos, con la participación de estupendos personajes, y estupendos actores.
Tiene ese aroma de fábula dulce, que deja una marca de positivismo en el corazón.
Y es que en Chocolat, tenemos todos los ingredientes:
Un pueblecito apartado, y de trasfondo misterioso; una bella protagonista con carisma, y con la capacidad necesaria para poner a toda la población, patas arriba, con su peculiar habilidad; un galán gitano que da exotismo, y pequeños toques mágicos y de fantasía, en lo que respecta a la hija de la protagonista.
Pero son muchas las problemáticas que trata Chocolat, y como una fabulosa “Chocolaterie” puede endulzar la vida a todos los habitantes de ese pequeño pueblo:
Los malos tratos, el racismo, las redecillas familiares, la soledad, la beatería...
Allí, las 2 protagonistas llegan a esta nueva realidad, huyendo de muchas más, donde, como cada nuevo destino, intentan llevar su “aire” y ser felices.
Aunque Chocolat se rodó parte en Inglaterra, la historia tiene lugar, en el imaginario Lansquenet, un pequeño pueblo medieval, típico de cuento de hadas de la campiña francesa, que David Gropman, diseñador de producción, encontró en Flavigny, en la región de Borgoña, y muy cercano a Dijon; donde se cuenta, que los monjes estuvieron en desacuerdo, con la idea de que Chocolat priorizase la búsqueda del placer mundano, y no la del divino.
Afortunadamente, el alcalde y el capellán de la población, mantuvieron una actitud increíblemente favorable, y lograron esparcir una buena dosis de buena voluntad entre los vecinos del pueblo.
El capellán incluso, escribió una carta muy divertida a los monjes, en la que les explicaba que, una película no puede juzgarse, sólo por el guión; tiene mucho que ver con el reparto, el montaje, y la ejecución...
“And it melts, God forgive me, it melts ever so slowly on your tongue, and tortures you with pleasure”
Era 1959.
La historia transcurre en el pueblo francés de Lansquenet, de vida absolutamente tradicional, donde nada ha cambiado desde hace 100 años.
Chocolat se narra en pasado, y cuenta la vida de madre e hija, obligadas a viajar por el mundo, cambiando la vida de las personas, a través del secreto del chocolate maya:
El Viento del Norte arrecia en esta localidad de apariencia inmutable, mientras ese viento sopla, llegan 2 viajeras:
Vianne Rocher (Juliette Binoche) y su hija Anouk (Victoire Thivisol), vestidas como caperucitas rojas.
Dicen haber vivido antes en Andalucía, Viena, y Pavía.
Con ellas, llevan un canguro imaginario (Pantufle) producto de la imaginación de la niña Anouk.
La vida trashumante de Vianne, y su indiferencia ante el catolicismo, sacuden las bases de la sociedad, mayoritariamente conservadora y piadosa del pueblo, cuyos habitantes, moralistas y reprimidos, viven de las apariencias, y rechazan todo aquello que, por nuevo o desconocido, se introduce en sus vidas.
Al poco tiempo de llegar, Vianne abre su propia tienda de chocolates, con la que lentamente, comienza a ganarse la confianza de muchos en el pueblo, pero a la vez, le causa enormes confrontaciones con las facciones tradicionales, quienes consideran que, por quedar justo frente a la iglesia del pueblo, y trabajar los domingos, Vianne representa una amenaza para lo establecido.
Las 2 nuevas inquilinas abren entonces, una chocolatería muy especial, con bombones que despiertan las pasiones, y chocolate con guindilla que levanta el ánimo.
Pero madre e hija no son bien recibidas:
No van a la iglesia, Vianne no está casada, y viste con zapatos rojos, y, por si fuera poco, no respetan las tradiciones de la cuaresma.
Curiosos por la novedad, todo el pueblo empieza a hablar sobre Vianne.
Para ellos, es una persona que vive en pecado:
Tiene una hija, no está casada, es atea...
Vianne no hace caso de las habladurías, y está dispuesta a mejorar, y endulzar la vida de los que la rodean.
Vianne tiene un don:
Ella es capaz de acertar, cual es el chocolate preferido de los que entran en su tienda.
Los vecinos que han probado su chocolate, van directos a confesar su pecado, a un cura que es marioneta de la política del alcalde Paul de Reynaud (Alfred Molina)
A medida que se acerca El Domingo de Pascua, la confrontación crece entre aquellos que la apoyan, y los que la repudian, especialmente, cuando Vianne decide organizar un festival del chocolate, durante una de las celebraciones más importantes del Catolicismo.
Entremezclada con la trama principal, aparece una pequeña historia de amor entre Vianne y Roux (Johnny Depp), igualmente rechazado y odiado por la gente del pueblo, por su diferente moral, y su carácter nómada.
En esta especie de cuento de hadas, hay lugar tanto para el amor, como para el drama.
Los habitantes de este peculiar pueblo, no son los únicos que viven con miedo, a dejarse llevar por lo que quieren, por lo que desean, y dejar de lado, lo que se supone que es lo correcto.
Vianne vive aferrada al recuerdo de su madre, y no es capaz de comprometerse a largo plazo.
Esta viajando de un lado a otro constantemente, sin importarle lo que deja atrás.
En ese pueblo, Lansquenet, se concentran todos los tópicos de la carcundia:
El alcalde es un noble, que controla la moral de sus vecinos, es un ultra católico, y a través de la iglesia, escribe los sermones del joven e inexperto párroco,  dirigiendo sus críticas, contra todo aquello que altere la tradicional moral.
Paradójicamente, su mujer lo ha abandonado, pero él dice que está de viaje.
Está también, el venerable anciano con su perrito, enamorado de la bella Madame Audel (Leslie Caron), que guarda luto por su marido muerto en servicio en La Primera Guerra Mundial.
En Chocolat, encontramos, a una mujer maltratada, Josephine Muscat (Lena Olin) que se libera con una poco disimulada cleptomanía.
Bien pues, todo este mundo singular y típico, va a cambiar para siempre, con El Viento del Norte, ese que arrastra a Vianne y su hija Anouk.
“Very dark, bitter chocolat.
That's your favorite”
El argumento de Chocolat, toca rigurosamente, todos los puntos requeridos para este tipo de historia:
La autoridad represiva, y reprimida, el amor no correspondido por cuestiones morales, el rechazo contra los que se rebelan...
Y es que uno de los grandes aciertos de Chocolat, es su espléndido retrato de cada personaje:
Cada uno se nos hace tiernamente humano, y nos regala un trocito de vida.
Todos llevan consigo, cachitos de filosofía, que llenan de emoción cada fotograma, cada secuencia.
Y todo gracias a unos actores, que no realizan más hazaña interpretativa, que la de ser naturales.
Los personajes, presentados como alegorías, son seres intrínsecos, y absolutamente infelices, por no saber encontrar un equilibrio conciliador, justo en sus creencias, y la amargura imperante en su estilo, y en su forma de vida, los convierten en detractores absolutos de la sensualidad y de las pasiones.
Así, la repentina irrupción de la misteriosa protagonista, Vianne Rocher, atención al apellido, como la marca de chocolates Ferrero Rocher, en el día a día de este hermético y reprimido pueblo, lo desestabiliza.
El espíritu libre de esta mujer, va a poner en jaque, de una forma maravillosamente lírica y poética, la ley moral establecida por el fanatismo religioso, y por unas leyes morales imperantes, en una población dominada por todo tipo de contradicciones, e impulsos tremendamente primitivos y crudos.
Y es de esta forma, como va a revolver y a agitar las bases, de lo que ellos entienden como “serena tradición”, con el consecuente rechazo a lo nuevo, y a lo desconocido, por el peor de todos los males:
La ignorancia y el miedo.
Con objeto de entender mejor, la razón por la que desde tiempos inmemoriales, el chocolate se ha asociado, tanto con el poder como con el placer, Juliette Binoche se convirtió, literalmente, en una estudiante de lo oscuro, lo amargo, y lo semidulce, llegando a inscribirse en una escuela de elaboración de chocolate, en una confitería de París, aprendiendo a preparar dulces de chocolate.
Binoche viajó, hasta diversas chocolaterías francesas de mucho renombre, y estudió con el especialista en chocolate Walter Bienz, con el objeto de prepararse para encarnar a Vianne, una hechicera o bruja esotérica del chocolate.
De otro lado, degustó clases y mixturas, provenientes de todas partes, y leyó acerca de los orígenes mayas del chocolate, entendido como “el alimento de los dioses”
“Al principio le pregunté a Joanne Harris, por qué había elegido el chocolate como el método de Vianne, y ella me explicó, que su historia, como algo compartido en el mundo entero, era muy larga” aporta Binoche.
“Ello llegó a intrigarme.
Hay chocolate en Asia, en África, y en América del Sur, y descubrí, que cada una de esas procedencias, presenta un sabor un tanto distinto, y parece ofrecer su propia, y singular energía”, concluye la actriz.
El asesor Walter Bienz, se muestra de acuerdo:
“Siempre he creído, que el chocolate tiene poderes.
Ciertamente, se trata de un afrodisiaco, y puede hacer extrovertir emociones; después de todo, todo el mundo pierde un poco la cabeza por el chocolate”
Bienz también enseñó a Juliette Binoche, cómo tratar físicamente los dulces de chocolate:
Los aspectos, las consistencias, las diversas clases de confección.
“Hay cuanto menos, 50 tipos distintos de chocolate, y lo que se produce, depende de lo que se emplea, y a qué temperatura” precisa Bienz.
Hay todo un auténtico arte en ello.
“Walter Bienz nos dio a todos nosotros, la capacidad de percibir, cuan sensual puede llegar a ser la experiencia del chocolate.
Se puede decir, que pierde literalmente la cabeza por el tema, que enfoca filosóficamente.
Uno sale de una conversación con él, creyendo que el chocolate nos puede cambiar realmente la vida.
Se siente como, si depositar ese misterioso dulce en la boca, fuera a hacernos verdaderamente libres” señaló un productor.
Y es que en Chocolat, los personajes están dominados por toda suerte de contradicciones y, en consecuencia, cobran vida, y nos llegan al corazón.
La heroína del relato es Vianne, un auténtico espíritu libre, aunque al mismo tiempo, también prisionera de su destino.
Su ruina, El Conde Paul de Reynaud, parece tener el control de todo, sin embargo, en realidad, es prisionero de su sentido de la tradición.
El Conde de Reynaud, escruta la población, y ve pecadores, y transgresiones por todas partes.
Vianne tan sólo ve seres humanos, que no son perfectos, y que pueden perdonarse.
La utilización del chocolate que vende Vianne, como metáfora de los poderes liberadores del placer y la vitalidad, el entusiasmo, la alegría, y los pequeños sueños y alivios, que cobran sentido en la transformación de las vidas de los habitantes, es perfecto, precisamente por su propia historia.
Binoche se sintió también atraída, por el lado más mágico de Vianne, al que atribuye una explicación racional:
“La magia de Vianne, en realidad, proviene de la creencia de que, la gente puede cambiar y ser feliz.
Su magia consiste en liberar a las personas, y hacer que crean en lo que son.
Eso me interesó mucho”
Efectivamente, en el modo en que Binoche encarna a Vianne, sus poderes son tanto psíquicos como espirituales.
Sin embargo, lo que Vianne no sabe ver durante mucho tiempo, es la manera en la que el pueblo obra su propia magia sobre ella:
“Ella emplea tanto tiempo, ofreciendo a los ciudadanos lo que necesitan, que cuando éstos le dan algo a cambio, ello se produce de un modo verdaderamente sorprendente” explica Binoche.
“Vianne vende pequeños sueños y alivios, que cobran sentido en la transformación de las vidas de la gente.
Sin embargo, sin ser conscientes de ello, esos ciudadanos pueden transformar otro tanto, la de ella”
El efecto que genera Vianne es inmediato y extraordinario:
Los mayores se ven recordando los amores de juventud, los matrimonios con problemas recobran la chispa, y los vecinos impertinentes, devienen amigos felices.
Sin embargo, los magníficos dulces de Vianne, también despiertan otra cosa:
Una creciente lucha entre la pasión y la indignación moral.
Mientras unos empiezan a dejarse ir, otros se reprimen, guiados por el riguroso Conde de Reynaud, quien declara a Vianne, enemigo público número uno.
En el preciso momento en que la forastera está a punto de alzar la bandera blanca, un inesperado idilio con un apuesto extranjero, le obliga a elegir entre:
Abandonar este ambiente hostil, o cavar una auténtica zanja, que separe a los habitantes de Lansquenet.
El alcalde interpretado por Alfred Molina, por su parte, representa lo viejo y antiguo, con la estatua de su antepasado de sangre azul, presidiendo la plaza mayor.
Ahí, delante de lo viejo, surge lo nuevo, la chocolatería de Vianne, el futuro, el porvenir, que ataca los cimientos de lo arcaico.
La chocolatera, además de guapa y amable, muy enrollada, sabe ganarse a la gente, sabe percibir la necesidad de cada cliente, es excelente en relaciones públicas.
Su problema, y por ende el de su hija, es que su origen es legendario, casi mitológico, relacionado con el cacao en el mundo maya, de ahí el nombre de la chocolatería, y la lleva de pueblo en pueblo, cuando El Viento del Norte sopla con fuerza.
Pero en este pueblo, echará raíces que le serán muy difíciles arrancar.
No solo por la aparición de un fugaz Johnny Depp, que enamora con su estética hippie, y su guitarra al viento, y que hará que se centre más, en sus propios sentimientos, sino el de su propia hija, cansada de vagar errabunda por la vida.
Y un hecho definitivo que le hará plantearse, si su existencia tiene que estar ligada a la de su madre a la que lleva siempre consigo.
La antítesis de Roux (Johnny Depp) en Lansquenet, puede hallarse en Serge Muscat (Peter Stormare), el marido brutal de Josephine, cuyos impulsos primitivos y crudos, se evidencian en la lucha contra Vianne.
Por otro lado, Caroline Clairmont (Carrie-Anne Moss) es la secretaria del alcalde, a quien le sigue en sus ideas, porque está enamorada de él.
Ve con malos ojos, que su madre, Armande (Judi Dench), una anciana enferma y que va por libre, alquile el local a Vianne.
Y también, Caroline es una madre controladora de su hijo, al que impide acercarse a su abuela, aunque la dulce chocolatera, logrará solventar todos estos problemas, como tantos otros.
Cabe decir que, el guionista, ha efectuado un importante cambio, con respecto a la novela:
En ésta, el capellán de la población, está en el mismísimo centro de la lucha contra Vianne.
En lugar de eso, Jacobs hace que Reynaud pase de párroco a noble, y deja al capellán de la ciudad, en mero peón inmerso en las maquinaciones de Reynaud.
El productor Leslie Holleran explica:
“En el guión de Bob Jacobs, el conflicto entre Vianne y Reynaud, va más allá de una batalla entre la iglesia y el chocolate, es algo más universal.
Se convierte en un conflicto entre una mujer que llega inesperadamente, como traído por el viento, y un hombre que cree en la tradición, la severidad, la autoridad, y la beatería.
Se trata de una historia, inspirada y sorprendente, que en verdad tiene capacidad de resonancia en el mundo entero.
Como dato, decir que Johnny Depp en su infancia, era alérgico al chocolate.
Y si bien, en Chocolat se hace uso humorístico, del hecho de que el perrito “Charlie” guste tanto del chocolate, como a su dueño; sin embargo, para los perros, es muy peligrosa esa golosina, pues contiene elementos que son incapaces de digerir.
Por tanto, es muy peligroso darles chocolate a los caninos.
No porque sea gracioso en la película será gracioso en la vida real... todo lo contrario.
Chocolat tiene a su favor muchas cosas:
Esa extraña benevolencia, por la cual hay algunas personas que logran cambiar el orden establecido, a fuerza de mantenerse perseverantes en sus conductas, por muy diferentes que éstas sean a las de la comunidad.
En un momento dado, Binoche dice:
“Ser diferente es muy difícil”
Con eso, entendemos que proclamarse ateo, en una sociedad tan cerrada y católica como esa, es toda una hazaña, que algunas personas valientes como la protagonista de Chocolat se atreven a hacer.
Además, tiene una hija sin padre, es independiente económicamente, nómada, y todo eso molesta a una sociedad reaccionaria, a la que Binoche, sin embargo logra cambiar.
El cambio más espectacular, y el primero que se produce, es con su amiga Josephine, a quien logra sacar de las garras de un marido maltratador, y acoge en su tienda.
Poco a poco, el número de adeptos aumenta, hasta que logra sucumbir el propio “cacique”, quien se atraca de chocolate, en un asalto nocturno a la Chocolaterie.
Aunque los personajes puedan ser calificados de estereotipados, y las escenas más que previsibles, me quedo con la intención moralizante, y la forma de enfrentar las 2 fracciones más ancestrales que existen sobre la moralidad:
Ella misma, y la liberalidad.
Binoche es tachada de liberal, porque difiere de los habitantes de ese pueblo, hasta en la forma de vestir, nótese sus zapatos rojos como los de la bruja mala del Mago de Oz.
Pero ella es una mujer de mundo, sensual, que además no conoce la palabra odio.
Si bien, puede resultar inverosímil, que el orden reaccionario, y la mentalidad de ese pueblo cambie por las buenas acciones que Binoche lleva a cabo, es precisamente ese aspecto, el que puede llegar a atraerte, y el chocolate es una excusa, para simbolizar el hedonismo tan necesario, en sociedades regidas por normas absurdas.
“Satan wears many guises.
At times, he is the singer of a lurid song you hear on the radio.
At times, the author of a salacious novel.
The quiet man in the schoolyard, asking your children if he might join their game...”
Chocolat constituye un alegato, en favor del sensualismo, y en contra de la racionalidad ilustrada, y más ampliamente, de la normatividad, tanto religiosa como moral.
Chocolat; en el fondo, es una fábula, sobre cómo pueden cambiar las personas, sus relaciones y su entorno, tan sólo con probar, por utilizar una terminología más gastronómica, un poquito, de los placeres de la vida.
Chocolat es un cuento sobre la tentación, la represión, y los liberadores poderes de los sentidos, y que utiliza la magia del chocolate, para denunciar la hipócrita moralidad impuesta por el personaje del alcalde, un fundamentalista reconcentrado, que piensa que no es buena idea, inaugurar una chocolatería en Cuaresma, y menos en una localidad conservadora, en la que se desarrolla la trama.
Chocolat muestra el rechazo a lo diferente, a lo “amenazante” que rompe la rutina, una madre y su hija, nómadas, que deciden abrir una pastelería, en plena cuaresma, en un pueblo fiel y reprimido por la Iglesia, y El Conde del lugar, quien pretendía eliminar cualquier amenaza a la comunidad.
Además, muestra el miedo a la amenaza de la tranquilidad, y al convencimiento que pone la iglesia a sus fieles.
Chocolat es totalmente recomendable para los cristianos, que hoy en día están cegados, queriendo liderar al mundo con sus leyes valóricas; valóricas solo para ellos, los que se supone, debieran ser más respetuosos con las personas, pero que las pasan a llevar queriendo libertad solo para ellos, siguiendo sus convicciones ante las de su Dios.
Eso es Chocolat, dejar a la vista, los que hacen los grupos, sin respetar a todos.
Y es que hay ciertas cosas, que no podemos dejarle al destino, y una de esas muy importantes cosas, son las decisiones amorosas.
Por eso, si quieres conquistar a una persona, y necesitas un elemento que sea capaz de ayudarte, puedes probar con el chocolate.
Si existe un delicioso manjar que guste a todos, este es sin dudad el chocolate, y lo podemos consumir como:
Una deliciosa taza acompañada de leche, en barra, en nuestros postres favoritos, o en aquella presentación que más nos provoque comer.
Pero el chocolate, no solo resulta un dulce delicioso, sino que también, es un excelente estimulante para las relaciones íntimas, tal y como lo demuestran algunos estudios acerca de este producto como afrodisíaco:
La feniletilamina, o teobromina, son solo 2 sustancias liberadoras del placer, que están presentes en el chocolate, y que en situaciones de alta excitación, pueden ser decisivas, para vivir al máximo, los sentidos en la intimidad.
Según últimos estudios científicos, se ha comprobado que, consumir chocolate antes de dar un beso, podría resultar aún más intenso, pues los latidos del corazón se aceleran más, cuando se ha consumido este producto.
Además, si quieres conquistar a alguien, y estimular el enamoramiento, el chocolate será un buen aliado, debido a que la euforia, y sensación de bienestar, permitirán elevar el nivel de cariño.
Lo importante del consumo del chocolate, ahora que conocemos sus propiedades y beneficios, es saber usarlos en nuestro favor, siempre y cuando, lo que se quiere es dejar que las propiedades surtan efecto, y puedan hacer de una noche cualquiera, una verdadera velada intima.
Puedes probar también, con otros productos como las bebidas, que no tienen pierde, pues están elaboradas a base de frutos exóticos, a los que podemos recurrir en ocasiones muy especiales.
El chocolate, te libera.

“...and at times, the maker of sweet things, mere trifles, for what could seem more harmless, more innocent, than chocolate?”



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