Boyz N’ The Hood

“Once upon a time in South Central L.A....
It ain't no fairy tale”

Uno de cada 21 hombres estadounidenses de raza negra son asesinados.
La mayoría a manos de otro hombre negro.
Todos los días mueren, violentamente decenas de jóvenes negros en enfrentamientos con la policía, o entre bandas.
¿Cómo puede ser, que un chico que caminaba hacia su casa, que no estaba haciendo nada ilegal, y que no iba armado, estuviese muerto; y que el hombre que lo había matado, ni siquiera estuviera detenido?
Esa como otras situaciones reales, evocaban los peores momentos de la historia racial de los Estados Unidos, un “pasado” que parecía no ser tal.
Los Estados Unidos de 2013, no es el mismo país de 1963.
El virtual “apartheid” de entonces ya no existe, el 58% de la población cree, que las diferencias entre blancos y negros se arreglarán, y la realidad racial, es mucho más compleja.
Hollywood fue inundado en la década de los 90, por un grupo de directores de cine de raza negra, que reclama sus derechos a través de una vía incontestable:
Los buenos productos cinematográficos.
“You think you tough?”
Boyz N’ The Hood es una película dramática del año 1991, escrita y dirigida por John Singleton.
Protagonizada por Ice Cube, Cuba Gooding Jr., Morris Chestnut, Laurence Fishburne, Tyra Ferrell, Nia Long, Angela Bassett, Hudhail Al-Amir, Lexie Bigham, entre otros.
Boyz N’ The Hood estuvo nominado al Oscar, en las categorías de:
Mejor director y guion original.
John Singleton, quien debutó con este filme poderoso y urgente, cuando sólo tenía 23 años; fue testigo de un tiroteo, en el que murió una persona, y hubo 33 heridos, al producirse el estreno de Boyz N’ The Hood, en Los Angeles.
Si bien, Boyz N’ The Hood es una película pacifista, sobre barriadas negras; los incidentes continuaron durante todo el fin de semana del estreno, y varios locales, incluso, se negaron a exhibir el filme.
Así fue, cómo una ola de jóvenes cineastas negros, sacudió Hollywood, el rap había llegado a los despachos de los grandes ejecutivos del cine, mientras grupos de negros se contonean en los platós, o en las salas de montaje.
Son los nuevos reyes del mercado, autores de películas de escándalo.
Y es que Boyz N’ The Hood nos narra la vida criminal en Los Angeles; a solo meses después de la paliza a Rodney King.
Ése es el contexto; y Singleton debuta como realizador, con este poderoso alegato contra la violencia, el racismo, y la corrupción.
Para conseguir su propósito, no se ayuda de sentimentalismo barato, sino que basa su éxito, en la veracidad y fuerza de sus personajes.
Lo más destacable del proyecto en sí, es su originalidad, ya que hasta esa fecha, ninguna película había tocado con tanta profundidad, el tema de la violencia en los guetos de EEUU, y en especial en Los Angeles, poniendo en primera persona, a la gente que más lo sufre; la población de estos barrios.
Por esa época, Boyz N’ The Hood viene a mostrar, las vivencias de los “niggaz” que se autodestruyen en sus propios guetos, en lugar de unirse y liberarse de la carga de ser de color, y de ser apartados por el gobierno, y por el resto de la sociedad, de modo que muchas veces, su camino para pasar a mejor vida, sea la venta de drogas y otros trapiches, siempre dejando claro, en Boyz N’ The Hood, la educación que se recibe, y que se observa en cualquier barrio, ya que la mayoría de las veces, es la propia familia la que abandona a sus hijos a la calle, o la que simplemente, da un mal ejemplo.
Boyz N’ The Hood narra la vida de Tre Styles (Cuba Gooding Jr.) un chico responsable, que se esfuerza para llegar a la universidad.
Sus mejores amigos son:
Ricky Baker (Morris Chestnut), un padre precoz, que aspira a convertirse en jugador profesional de fútbol americano, y el hermano de éste, Darrin “Doughboy” Baker (Ice Cube), pandillero sin oficio ni beneficio, que vive a expensas de su madre.
Tre y Ricky intentan vivir honradamente, y trabajar duro para obtener un futuro digno.
Pero la extrema dureza del entorno en el que viven, hará que les resulte imposible mantenerse al margen de la violencia.
Los 3 tendrán que enfrentarse, inevitablemente a la dura vida del barrio, y cada uno lo hará de una forma distinta:
Tre es un hijo de padres separados que vive con su padre, en un barrio marginal de Los Angeles.
Es consciente de que tiene que estudiar, y es un modelo en ciertos aspectos, para sus amigos.
Ricky es un joven ilusionado, es padre de un niño, y juega al fútbol americano.
Se esfuerza mucho para poder ir a la universidad y jugar, que es lo que realmente le apasiona.
Vive con su madre, su hermano, la madre de su hijo y su hijo.
Doughboy es un joven conflictivo, y ha estado en la cárcel.
Su madre siempre le está sermoneando, y diciendo que no vale para nada.
Es violento, y se crea su respeto, a partir de la violencia, y la agresividad.
Los 3 deberán enfrentarse a difíciles decisiones, para abrirse camino en sus vidas, pues no es fácil mantenerse al margen de la violencia, las drogas, y el crimen.
En este peligroso mundo, es donde están obligados a conocer la amistad y el amor, porque nadie les ha dado a elegir.
Boyz N’ The Hood es una película de denuncia social, pero que aborda inteligentemente, la problemática racial sin hacer apología de la violencia revanchista contra el blanco, sino, proponiendo el camino de la salvación en la educación:
La educación que proporciona un buen núcleo familiar, y la educación de la universidad, como base y meta para salir del agujero.
Boyz N’ The Hood marcó a toda una generación; y contribuyó a ello sus diálogos mordaces y efectivos, y una acción constante que atrapa al espectador.
El comienzo de Boyz N’ The Hood se realiza en un fundido en negro, en donde la temática son las dramáticas consecuencias de la violencia; eso ya nos marca el camino, que no es otra que la realidad que viven.
La excesiva juventud de los padres de Tre Styles al nacer, provocó una serie de limitaciones y los primeros conflictos:
La madre, Reva Devereaux (Angela Bassett), consciente de su realidad socioeconómica, decide renunciar a su maternidad, cuando Tre tiene 10 años (Desi Arnez Hines II) a favor de la paternidad de Jason “Furious” Styles, el padre (Laurence Fishburne), quien intenta inculcarle una buena educación y formación, para evitar que sucumba al violento y corrupto ambiente que le rodea, en el suburbio negro donde vive.
Posteriormente, Boyz N’ The Hood nos traslada a 1991, y se nos devela la vida cotidiana del barrio, amparada en una estructura social complicada:
Núcleos familiares desestructurados, armas, drogas, etc., y la violencia como telón de fondo.
La violencia adquiere todo su sinsentido, con el asesinato incomprensible del inocente Ricky, con el dolor de Tre, y el posterior deseo de venganza.
Pero, finalmente, la educación impuesta por el padre, vence a la violencia del ambiente, y Tre logra salir adelante.
Boyz N’ The Hood es una buena película, sincera, y con momentos individuales memorables.
Parte de su encanto, se puede atribuir al hecho, de que el guión deriva de experiencias reales del propio director.
Y es que tenemos ante nosotros, uno de los mejores films, hechos acerca de la vida en las comunidades afroamericanas de los Estados Unidos, y sobre los códigos que deben seguir, para poder sobrevivir en uno de los ambientes más ariscos de todo el paisaje.
Boyz N’ The Hood está llena de realidad cruda desde el primer momento, y no da pausas ni respiros, para documentar la difícil vida del barrio, que entre tanta aspereza, se permite a sí misma, deslumbrar.
“Any fool with a dick can make a baby, but only a real man can raise his children”
Boyz N’ The Hood es una “street opera” que nos traslada al barrio de South Central en la ciudad de Los Angeles, California; concretamente en la década de los 90.
En esta ciudad, los barrios de mayoría negra, habían sufrido escaladas de violencia sin precedentes, gracias a factores como la proliferación de las bandas callejeras, el mercado de drogas, o el aumento de la posesión de armas entre sus vecinos.
Boyz N’ The Hood toca directamente esta temática, poniéndonos en la piel de un grupo de chicos, que crecen en el barrio, y las secuelas que este ha implantado en ellos, son casi ya irreversibles.
John Singleton se convirtió, con tan sólo 23 años, en la persona más joven, y primera afroamericana, en ser nominada al Oscar al mejor director.
Tal reconocimiento se explica además, de por la evidente calidad de Boyz N’ The Hood, por el enorme impacto que causó en la sociedad estadounidense, a principios de los años 90.
Y es que nunca antes, se había mostrado de una forma tan clara y directa, la penosa realidad de los jóvenes negros de los suburbios de Los Angeles.
Una realidad que, por aquel entonces, era ignorada por el resto del país, y que encontró en el cine, el medio ideal para manifestarse, e incrustarse definitivamente, en la conciencia de todos los estadounidenses.
Boyz N’ The Hood trata de reflejar la vida de muchas personas negras en las grandes ciudades.
Singleton trata de mostrar, las condiciones en las que vive, una gran parte de la población negra, en un ambiente de violencia y drogas, al que nadie parece querer poner fin.
Para él, la educación es una de las claves para solucionar el problema:
“Boyz N’ The Hood contiene un montón de mensajes, pero el más importante es, que los hombres afroamericanos, deben asumir más responsabilidad en la educación de sus hijos, sobre todo, de sus hijos varones.
Un padre debe enseñar a su hijo, a ser un hombre”
El director intentó crear una película, lo más fiel posible a la realidad, y para ello, la rodó íntegramente, en el barrio de South Central, llegando a contratar incluso, a miembros de bandas como asesores, para aconsejarle sobre la ropa, y los diálogos.
Boyz N’ The Hood incita a la reflexión del espectador, sobre un tema al que los medios de comunicación no parecen tener muy en cuenta.
En este sentido, destacar la frase del personaje de Ice Cube, sobre las noticias que salen en la televisión en Estados Unidos, y en el resto del mundo:
“O bien no lo saben, o no lo dicen, o no les importa lo que les pasa a los negros”
La crítica social, es también una constante, a lo largo del guión.
Podemos ver, cómo no sólo se denuncia el comportamiento de los propios jóvenes que habitan estos guetos, sino también el de las altas esferas que no mueven un dedo, por hacer que la situación sea diferente en los bajos fondos.
Boyz N’ The Hood plantea también, cuestiones como la planificación familiar, el SIDA, y las distintas religiones que viven en el barrio, como:
La negativa del padre de Tre a comer carne de cerdo, o el convencimiento de Brandi (Nia Long) la novia de Tre, de llegar virgen al matrimonio, debido a sus raíces católicas.
Lo que más destacaría de Boyz N’ The Hood, es que los protagonistas, a pesar del ambiente en el que viven, no pierden la ingenuidad infantil, y además, transmiten ganas de vivir.
El reparto al completo, realiza un gran trabajo.
Sobresalen por su intensidad, las actuaciones de Tyra Ferrell, interpretando a la autoritaria señora, Brenda Baker, madre de Ricky y Doughboy.
Laurence Fishburne como “Furious”, padre de Tre, que lucha por apartar a su hijo de las calles.
Y sobre todo, Ice Cube, famoso rapero que sorprende con un brillante debut en la gran pantalla, al dar vida al problemático Doughboy, que al final, parece encontrar paz, pero con un destino complemente kármico.
Por cierto, lo que sí incomoda de verdad en Boyz N’ The Hood, son las continuas pasadas de los helicópteros, por encima del barrio durante la noche y el día; que hacen que los personajes se sientan completamente vigilados.
Boyz N’ The Hood es una película necesaria y honesta, cuya importancia en la historia del cine, supera ampliamente a su calidad artística, que no es poca, ni mucho menos; al ser el origen de una especie de subgénero, muy explotado en los años 90, el de los dramas centrados en la comunidad negra urbana.
“Either they don't know, don't show, or don't care about what's going on in the hood.
They had all this foreign shit.
They didn't have shit on my brother, man”
A mediados de la década del 90, se instaló en Estados Unidos, la idea de que el país había ingresado en una "era “post racial”
El movimiento de derechos civiles, tenía casi medio siglo de existencia, y en ese tiempo, la situación de la población afroamericana, había mejorado sustancialmente.
Todavía quedaba mucho por hacer, pero el balance era positivo.
Las muestras de racismo que aún afloraban, como la salvaje golpiza policial a Rodney King, y otros horrores semejantes, eran desde esta perspectiva, la reincidencia pasajera de una enfermedad en remisión.
La sociedad había madurado, y el color de la piel, ya no era un obstáculo insalvable para el éxito individual.
La elección de Barack Obama, pareció confirmar este criterio.
Sin embargo, esa visión optimista de las relaciones raciales, nunca terminó de cuajar del todo.
La muerte de Trayvon Martin, y la absolución del hombre que lo mató, la hicieron estallar en pedazos.

“Increase the peace”



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