Il Decameron

“Bocca basciata non perde ventura, anzi rinnuova, come fa la luna”
(Boca besada no pierde suerte, de hecho renovada, como la luna)

En el año 1351, Giovanni Boccaccio completó “Il Decameron”, una colección de 100 cuentos, con el nexo común, de que eran relatados por 10 jóvenes encerrados en una villa, durante la peste negra en Florencia.
Repletos de sexo y con pullas a la todopoderosa Iglesia, los 100 cuentos no tardaron en hacerse populares, al tiempo que los clérigos los condenaban, y La Inquisición incluyó “Il Decameron” en su “Lista Negra de Libros Prohibidos”
Después de tales ataques, pasó poco tiempo antes de que el libro se convirtiera en todo un clásico de la literatura.
En él, se desarrollan 3 temas principales:
El amor, la inteligencia humana, y la fortuna.
Las primeras copias se leían, se intercambiaban, e incluso robaban.
Éstas estaban en manos de mercantes, y fueron el pasatiempo para los lectores más comunes e ingenuos de la época.
Para engarzar las 100 historias, Boccaccio estableció un marco de referencia narrativo:
La obra comienza con una descripción de la peste bubónica, la epidemia de peste negra que golpeó a Florencia en 1348, lo que da motivo a que, un grupo de 10 jóvenes varones, 7 mujeres, y 3 hombres adultos que huyen de la plaga, se refugien en una villa en las afueras de Florencia.
Con el fin de entretenerse, cada miembro del grupo, cuenta una historia por cada una de las 10 noches que pasan en la villa, lo que da nombre en griego al libro: “δέκα déka (diez) y “ἡμέραι hēmérai” (días)
Además, cada uno de los 10 personajes, se nombra jefe del grupo, cada uno de los 10 días alternadamente.
Cada día, a excepción del 1º y 9º, en que los cuentos son de tema libre, uno de los jóvenes es nombrado “rey” y decide el tema sobre el que versarán los cuentos.
Formalmente, “Il Decameron” se encuentra estructurado de la siguiente manera:
Una introducción que hace de la peste, el marco general del texto, y 10 jornadas.
Éstas últimas podrían sintetizarse bajo los rótulos que se detallan a continuación:
1. Jornada I: Ciappelletto (Judas)- Vicios.
2. Jornada II y III: Fortuna y mercantilización.
3. Jornada IV: Cuentos de amor con final trágico.
4. Jornada V: Cuentos de amor con final feliz.
5. Jornada VI, VII y VIII: Ingenio.
6. Jornada IX: Microcosmos.
7. Jornada X: Griselda (María)
Por otra parte, las circunstancias descritas en “Il Decameron” son susceptibles de una interpretación alegórica, influida por la numerología medieval.
Por ejemplo, se cree que las 7 jóvenes mujeres, representan las 4 Virtudes cardinales, y las 3 Virtudes teológicas:
Prudencia, Justicia, Templanza, y Fortaleza; Fe, Esperanza, y Caridad; y se supone, que los 3 hombres representan la división tripartita griega tradicional del alma:
Razón, Apetito Irascible, y Apetito Concupiscible.
El mismo Boccaccio indica, que los nombres que dio a estos 10 personajes, son de hecho, seudónimos “elegidos apropiadamente, de acuerdo a las cualidades de cada uno”
Los nombres italianos de las 7 mujeres, en el mismo orden significativo según el texto original son:
Pampinea, Fiammetta, Filomena, Emilia, Laureta, Neifile, y Elissa.
Los nombres de los varones son:
Panfilo, Filostrato, y Dioneo.
Cada día también, incluye una breve introducción y una conclusión, que describen otras actividades diarias del grupo, además del relato de historias.
Estos interludios del cuento, incluyen con frecuencia, las transcripciones de canciones populares italianas en verso.
“Il Decameron” describe detalladamente, los efectos físicos, psicológicos, y sociales que la peste bubónica ejerció en esa parte de Europa.
Los argumentos básicos de las historias, no son generalmente invención de Boccaccio; de hecho, se basan en fuentes italianas más antiguas, o en algunas ocasiones, en fuentes francesas o latinas.
Cabe mencionar, que algunas de las historias que contiene “Il Decameron” aparecen más adelante en “Los Cuentos de Canterbury” de Chaucer.
Se puede considerar, entonces, “Il Decameron” como obra precursora del Renacimiento, por la concepción profana del hombre, la ausencia de rasgos fantásticos o míticos, y la burla de los ideales medievales, lo que dota a la obra, de un carácter claramente antropocéntrico y humanista.
Los jóvenes que llevan adelante las 10 jornadas, instauran la idea del “carpe diem” en contraposición al tópico literario del “ubi sunt”
Puede apreciarse, una paulatina desmitificación de la idea de La Tierra, como simple tránsito hacia la vida eterna.
Y es por ello, que los personajes de Boccaccio son seres comunes, defectuosos, y desprovistos de cualquier valor noble, caballeresco, o cortés, propio de una sociedad feudal; por el contrario, destacan los ladrones, embusteros, y adúlteros, y se enaltece su astucia, que les permite salir airosos de las situaciones descritas, a diferencia de la antigua concepción medieval, donde el protagonista o héroe de la historia, poseía facultades inherentes a su ser, como la belleza, o la fuerza, y asociadas siempre a la nobleza y la divinidad.
Finalmente, el fuerte sentido anticlerical de las historias de Boccaccio, le aleja de la concepción teocéntrica medieval.
En esta obra, el dios del amor, Eros, rige el mundo.
Los 2 sexos, tanto el varón como la mujer, son criaturas destinadas al amor, que se entiende de una manera definidamente sensual, y que por consiguiente, debe ser experimentado corporalmente.
Todas las historias eróticas de Boccaccio, se corresponden con la imagen medieval de la mujer, proclive a caer en las tentaciones de la carne.
Se la considera como a una “hija de la seductora Eva”, muy difícil de saciar.
Se repite la idea, de que si el marido no satisface a la mujer, ésta se procurará el placer por otros caminos.
“Il Decameron” pasa de modo decidido, de la “nouvelle” al libro extenso, escrito en lengua italiana.
De hecho, “Il Decameron” es la primera obra en prosa, escrita en este idioma romance.
De ahí que La Iglesia Católica, a través de La Inquisición, la incluyera en su selección de “Los Libros Prohibidos”
A pesar de esta inclusión en la nómina del “Index librorum prohibitorum”, la de Boccaccio constituyó una de las lecturas preferidas por los clérigos...
“È… meglio fare e pentere, che starsi e pentersi”
(Es... mejor hacer y arrepentirse, que abstenerse y arrepentirse).
Il Decameron es una película de comedia, del año 1971, del director de cine italiano, Pier Paolo Pasolini.
Protagonizada por Franco Citti, Ninetto Davoli, Pier Paolo Pasolini, Angela Luce, Patrizia Capparelli, Silvana Mangano, Guido Alberti, entre otros.
Il Decameron está basada en la obra homónima de Giovanni Boccaccio.
Pasolini, comparte con Boccaccio, su crítica al poder, en especial, el propio de casta sacerdotal, sin dejar de elogiar a los hombres y mujeres que, humildes y humanos, luchan por la satisfacción de sus deseos.
Solo cabe maravillarse, ante la inminencia de un punto de encuentro entre ambos genios:
Il Decameron.
En él, Pasolini recrea con su personal estilo los cuentos eróticos y divertidos de esta obra universal; siendo la primera parte de “La Trilogía de La Vida” de Pasolini, que completan “I Racconti di Canterbury” (1972) y “Il Fiore delle Mille e Una Notte” (1974)
Pasolini elige una temática literaria, donde poder transmitir libremente en imágenes, toda la concepción vital, su ansia manifiesta de explosión de felicidad, el anhelo de recrear un mundo, donde el cuerpo y las relaciones humanas, formaban un todo armónico, opuesto evidentemente al entorno real que vivía, y el deseo, como es el cine, de fabricar sueños.
“A medida que uno se hace mayor, desaparece el futuro, y al desaparecer el futuro, desaparecen los problemas, y por tanto, uno está más alegre” decía el director.
Con este espíritu, encara la penúltima etapa de su corta vida.
En principio, Pasolini pensó titular Il Decameron como “Cuentos Napolitanos del Decamerón” y hacer el film a episodios.
En efecto, siguiendo en parte esa técnica, Pasolini enhebra 7 de los episodios de “Il Decameron” con el hilo sutil del pueblo napolitano, como protagonista típico del siglo XIV.
Y aquí, posiblemente uno de los mejores logros de Il Decameron; Pasolini elimina, cualquier posibilidad de entorno, o marco ilustre y elegante, que le podía ofrecer el texto del escritor toscano Boccaccio.
Pasolini traslada la acción a Nápoles, y en dialecto napolitano, dando lugar con el cambio, a un ambiente más extrovertido, alegre, y explosivo, en lugar del dialecto toscano, no tan vivo, y la sustitución, como antes hemos dicho, de la bien cultivada tierra toscana, y sus hermosas colinas, por el desorden y el caos de las ciudades napolitanas, y sus estrechas calles.
La presencia del mismo Pasolini, en el papel de un discípulo de Giotto, prefigura las intenciones creativas, de quien está realizando un enorme fresco, por el que desfilan seres de rostros hermosos y juveniles, junto a desdentados y viejos, creando una galería de retratos.
El itinerario de Il Decameron, nos conduce en una dirección vital y optimista, donde el sexo es representado como vida, y manifestación de juventud.
Con Il Decameron, Pasolini se proponía expresamente, recuperar el lado jocoso y natural de la sexualidad, abatiendo los tabúes que suele llevar aparejados.
También por este motivo, trasladó la acción de la Florencia de Boccaccio a Nápoles, con su clima laico, y su dialecto inmutado en el tiempo.
En Il Decameron, 2 de los episodios, hacen de guía a los otros 7:
El de Ciappelletto, hombre libertino e inmoral, que al borde de la muerte, pasa por santo, y el del alumno de Giotto, interpretado por el propio Pasolini.
El alumno de Giotto, sueña con el infierno y el paraíso, en forma de pinturas del siglo XIV.
Y es que, Il Decameron tiene alma, no es forzada ni efectista, es totalmente naturalista, y con una humilde y agradable sensación de amor a la vida, y siempre mostrando una sensible opción a la reflexión, la redención, y al perdón.
Mención especial, al excelente trabajo de diseño, del siempre excelente, Dante Ferretti.
Así las cosas, Pasolini recrea con su brillante estilo, 9 de los cuentos de la obra universal de Boccaccio:
1. “Historia de Andreuccio da Perugia”
Il Decameron empieza con el cuento de Andreuccio da Perugia (Ninetto Davoli), un joven mercader rico, pero sin seso, que acude a Nápoles a comprar caballos, y es estafado por una bella joven, que se hace pasar por su hermana.
Tras caer en un “pozo negro”, va a refugiarse a unas ruinas, donde le sorprenden 2 ladrones, que lo reclutan para acudir a saquear el cadáver de un arzobispo recién sepultado en la iglesia.
Una vez allí, los ladrones obligan a Andreuccio, a entrar en la tumba, pero este se niega a entregarles el valioso anillo de rubí del obispo.
Los ladrones, enojados, cierran la tumba, enterrando al joven junto al cadáver.
Para fortuna de Andreuccio, llegan otros ladrones a violar la tumba.
Andreuccio muerde al ladrón que entra en la tumba, que huye despavorido, y abandona el lugar con el anillo, mucho más rico que cuando llegó a Nápoles.
2. “Historia de Masetto da Lamporecchio”
El joven Masetto (Vincenzo Amato) se entera de que un convento, se han quedado sin jardinero, porque este estaba harto de los caprichos de las monjas.
Se hace pasar por sordomudo, y consigue que las hermanas lo acepten.
Creyendo que no las oye, las hermanas piropean soezmente al joven.
Finalmente, las monjas solicitan los servicios amorosos del jardinero, convencidas de que al ser mudo, no podrá delatarlas.
Cuando La Madre Superiora quiere también beneficiarse de las prestaciones del joven, este se harta, y le dice que es cosa sabida, que “un gallo puede satisfacer a 10 gallinas, pero 10 hombres no pueden complacer a una mujer”
Lejos de amilanarse, La Madre celebra con sus monjas, que “el mudo” se haya echado a hablar, presentándolo como “un milagro”
Y llegan a un acuerdo, para que las monjas puedan disfrutar por turnos, de Masetto, sin agotarlo.
3. “Historia de Peronella”
Una mujer está en la cama con su amante, cuando llega el marido; por lo que Peronella (Angela Luce) esconde a su amante, dentro de una gran tinaja, y recibe a su marido, que viene a deshora, porque es día festivo.
Trae consigo a un hombre que desea comprar la tinaja.
Peronella, sin perder los nervios, le dice a su marido, que ha vendido la tinaja por un precio superior a un comerciante, que se encuentra dentro de la tinaja, comprobando su calidad.
El marido despide al hombre que venía con él, y a petición de Peronella, se mete en la tinaja a limpiarla por dentro.
Su mujer, mientras, hace el amor de pie con su amante, y lanza elogios cada vez más encendidos, en apariencia a lo bien que raspa su marido, la suciedad de la tinaja, pero en realidad es, al ardor de su amante.
4. “Historia de Ciappelletto”
El protagonista, es un matón especializado en cobrar deudas.
Su patrón lo envía a trabajar junto a 2 usureros, pero mientras están celebrando su alianza con un banquete, Ciappelleto (Franco Citti) cae de repente enfermo.
Los avaros piensan en abandonarlo, pero Ciappelleto los convence, para que traigan al hombre más santo de la ciudad a confesarlo.
Ciappelleto engaña al confesor, presentando como sus grandes pecados, algunas naderías:
Escupió en La Casa del Señor; de niño, maldijo a su madre...
Cuando muere, el sacerdote lo absuelve de todos sus pecados, y expone su cadáver como ejemplo para los feligreses, presentándolo como un santo.
5. “Historia del discípulo de Giotto”
Un pintor, discípulo del famoso Allievo di Giotto (Pier Paolo Pasolini), acude a la ciudad, a realizar un encargo:
Pintar un fresco en la iglesia.
El pintor es un personaje singular:
Come con avidez, parece más un villano, que una persona seria, tiene unos ayudantes, claramente amanerados, y es un gran observador, que integra en su pintura, las escenas de la vida real que ve en los mercados y otros lugares de la ciudad.
Se inspira en los rostros de los malhechores, y personas vulgares que conoce, para pintar a los personajes de su cuadro, que representa a La Virgen (Silvana Mangano) con 2 grupos de personas:
Los bienaventurados y los condenados.
Terminada la obra, el pintor declara, que “soñar una obra, es más dulce que realizarla”
6. “Historia de Caterina da Valbona”
La joven Caterina (Elisabetta Genovese) a la que sus padres tienen muy vigilada, concierta una cita nocturna con su enamorado, Riccardo, en el techo de su casa.
Los jóvenes hacen varias veces el amor, y se quedan dormidos.
Al llegar la mañana, el padre de Caterina se despierta, y sube a ver qué tal ha dormido su hija.
La encuentra dormida, cubriendo con su mano, el pene de su amante.
Mientras los jóvenes siguen durmiendo, el padre despierta a la madre, diciéndole que su hija, “ha cazado un ruiseñor”; y discuten qué hacer.
Dado que el joven es rico, y supone un buen partido para su hija, deciden forzar a Riccardo, a pedir la mano de Caterina, limpiando así su honor; por lo que despiertan a ambos.
El padre, fingiéndose muy ofendido, exige a Riccardo que se porte como un hombre de bien.
Y Riccardo accede de buen grado, a casarse con Caterina.
7. “Historia de Lisabetta da Messina”
La joven noble Lisabetta, tiene amores con Lorenzo (Giuseppe Arrigio), un mozo de los establos.
Los 3 hermanos de Lisabetta descubren la verdad, y deciden vengar su honra, sin hacer público su deshonor.
Para ello, invitan al joven mozo, a pasar un día con ellos en el campo, tratándole con campechanía:
“Hoy no hay amos ni siervos” le dicen.
El joven se inquieta, al ver que el juego que le plantean, consiste en perseguirle.
En efecto, los 3 hermanos le dan caza, le matan, y entierran su cuerpo cerca de la casa.
A Lisabetta le dicen, que han enviado al mozo a otra ciudad.
La joven no se resigna a perder a su amado, y el fantasma de este, acude a revelarle lo sucedido, y le pide que le deje descansar en paz.
Con ayuda de una criada, Lisabetta encuentra el cadáver, corta su cabeza, y la planta en una maceta de albahacas, para tenerla siempre consigo.
8. “Historia de Gemmata”
Un campesino, invita a un amigo suyo, el clérigo Giannello (Vincenzo Ferrigno), a su casa, con la idea de que su bella mujer, Gemmata, pase la noche en casa de una vecina.
Sin embargo, la vecina se acaba de casar, y los 3 tendrán que dormir juntos.
El clérigo, impresionado por la belleza de Gemmata, embauca al matrimonio, haciéndoles creer, que es capaz de convertir a la yegua que siempre la acompaña, en una mujer.
Gemmata sugiere a su marido, que quizá el encantamiento sea capaz de convertirla a ella en yegua, con lo que podrán realizar mejor las tareas del campo.
Don Giannello finge que realiza el encantamiento, pero en realidad, aprovecha la ocasión, para aprovecharse de la bella joven, delante de su marido.
9. “Historia de Tingoccio e Meuccio”
Tingoccio y Meuccio son inseparables, pero mientras el primero es un libertino, el segundo rehúye a las mujeres, porque teme condenarse al infierno por lujurioso.
Y hacen un pacto:
Si uno de ellos muere, volverá del más allá, a contarle al otro, cómo funciona La Justicia Divina.
Tingoccio muere, y cumple lo prometido:
Revela a Meuccio, que Dios no considera un pecado el amor carnal.
Y Meuccio cambia de vida.
Todas las historias que se cuentan en Il Decameron, tienen 2 temas fundamentales:
El sexo, y la imperante y equivocada idea de la religión.
Durante Il Decameron, se pone de manifiesto, que el maestro Pasolini, es un genio en el arte de la sátira y la ambientación, el decorado describe así a la perfección, el final de La Edad Media.
“E così stando, essendo Rustico più che mai nel suo disidero acceso per lo vederla così bella, venne la resurrezion della carne”
“Y siendo esto así, siendo Rustico más que nunca, en su anhelo apasionado porque la viera tan hermosa, que ella era la resurrección de la carne”
La obra “Il Decameron” de Giovanni Boccaccio, fue escupida como lanzafuegos, en una era de renacimientos artísticos, pero también, de oscurantismo ideológico, ya que es ungida a través del pueblo.
Aquellos personajes salidos de fábulas supersticiosas, místicas, etéreas, son para Pasolini, transformadas en carne y hueso, por representantes de la plebe que habla, siente, ama, y goza con el sexo.
Que se ríe de sí mismo, que no cesa ante el golpe, ante la bendición, o ante la espera de un juicio del más allá.
Aquí, la comedia, escape del alma.
La picardía es el condimento, la risa fácil para huir.
Y en una parábola metonímica, aquí estamos 500 años después.
A Pasolini, la presencia de su marcada ideología izquierdista, lo exime del compromiso moralizante de las historias, le otorga una libertad creativa sin esfuerzos.
Donde no hay ética ni moral que retransmitir, existe un código leal, anárquico, esperanzador de cuenta-cuentos.
A estas alturas, al bueno de Pier Paolo, no le había dado ataques de misticismo, y seguía regulando su creatividad, a través de la fuerza histórica del “sometido versus el poder celestial-eclesiástico-económico”
Nuevamente, la parábola histórica para anunciar que nada ha cambiado; transformado de alguna forma sus intérpretes, pero siempre las mismas víctimas.
Pasolini prescindió de las narraciones de los jóvenes encerrados en la villa, para ir directo al grano, eligiendo 9 historias del libro “Il Decameron” y pasando de una a otra de inmediato, sin florituras ni títulos, a veces, casi sin darnos cuenta de que se nos está contando otra nueva historia.
Rodada como suele hacer Pasolini, sin muchas florituras visuales, y en un estilo semi-documental, exceptuando ciertos momentos donde usa la cámara rápida, con un uso de temas y canciones de la época, alejados de fanfarrias y supervisados por Ennio Morricone, con rodaje en escenarios naturales, y con luz natural en la mayoría de escenas, Il Decameron es uno de los títulos, más accesibles para aquel profano en la obra del poeta, escritor, y director boloñés, con su mezcla de sexo, y humor picante.
Aún con Il Decameron, repleta de realismo y feísmo, aun podemos encontrar momentos y planos dignos de remarcar, como el magnífico uso de pueblos, conventos, e iglesias medievales, donde transcurren las historias, y que logran el propósito de Pasolini, de conseguir un realismo absoluto, la historia de los 2 jóvenes amantes, y su noche de amor en el tejado descubriendo ella el sexo, y siendo encontrados por los padres de ella, siendo obligados a casarse, por ser el muchacho, de familia rica, y para evitar el consiguiente escándalo, para alegría de los jóvenes; no es casual que sean los más guapos de toda Il Decameron, los planos donde el pintor imagina en plena noche “El Juicio Final” con su cielo, purgatorio, e infierno y presidido por las mismísima Virgen María, o esa reflexión final del “pintor/ Pasolini” que resume todo, respecto a su obra, y que da pie a jugosos debates, tras acabar la proyección:
“Pero yo me pregunto:
¿Por qué realizar una obra, cuando es mucho más bello, soñarla solamente?”
Delante de las cámaras, el reparto de Il Decameron, estaba formado por actores no profesionales, y despojados de bellezas como mandaban los cánones de la época.
Con la excepción de los habituales en su filmografía:
Franco Citti y Ninetto Davoli, pocas veces más, veríamos en la pantalla, a los actores desliñados, viejos, desdentados, gordos, o de belleza natural, y sin artificios, según el caso, encargados de aportar carne y picardía a la plasmación en imágenes de Il Decameron, vista por la mirada de Pasolini.
La bastante simpleza de los protagonistas, es fiel reflejo del escaso nivel intelectual de aquella “fauna” que se hacinaba en torno a los señores feudales, que vivía y dormía con sus cerdos y gallinas, y que dedicaban sus cortas vidas, a la rapiña, la holganza, y a comer como animales.
Pero Pasolini no se queda ahí.
A poco que nos fijemos, podemos observar, paralelismos con clases sociales de nuestros días, y ver que en algunos aspectos, sobre todo en los morales, como la hipocresía, la corrupción, la religiosidad... hemos evolucionado bien poquito, en los últimos años.
No obstante, lo más hermoso de Il Decameron, es el clima optimista que destilan las fábulas; el color como exaltación del ánimo, de Giotto a Pasolini sin escalas.
Y es que sorprende mucho ver, a un director teóricamente tan “serio” rodando “gags” que no desentonarían demasiado en una película estadounidense, con momentos como, los del pobre Andreuccio, cayendo sobre el cagadero, víctima de una gamberrada, hecha para robarle su dinero y pertenencias; o todo el segmento del mudo fingido, y las monjas, el cual tras muchas cópulas, acabará protestando en voz alta… siendo eso considerado “Un Milagro de Dios”
El mejor “gag” visual, por cierto, lo proporciona el propio Pasolini, en su papel de discípulo de Giotto, encargado de pintar el mural de la Iglesia:
En una comida con frailes, el atareado pintor baja raudo a sentarse a la mesa.
Mientras los religiosos alzan sus manos para santiguarse, él la alza…para rascarse la cabeza al mismo tiempo.
Una sutil manera para indicarnos lo que pensaba Pasolini de la curia.
Por otro lado, es preciso comprender el sentido que Pasolini da al cuerpo, y al sexo, el cual, como él mismo dice, “tiene justificaciones históricas e ideológicas en su obra”
Desde el punto de vista de hoy, puede parecer superflua, la excesiva atención que el objetivo de la cámara presta a tanta bragueta, siempre insinuando bajo la fina tela, miembros viriles de grandes dimensiones.
Aunque hoy en día, los espectadores estemos ya curados de “espantos”, en su momento, tuvo que suponer un “shock”, en plena era de la liberación sexual, la visión de cuerpos masculinos desnudos por entero, sexos abiertos, y penes en erección…
De hecho, Il Decameron es la primera película italiana, en mostrar desnudos integrales masculinos.
Como dato, El 10° Episodio de Il Decameron, que permanecía inédito, ha sido recuperado, y presentado en La XXI Edición de Cine Recuperado de Bolonia, localidad del centro de Italia, donde La Filmoteca de Bolonia la restauró para una proyección especial de Il Decameron, en el 2005.
Pasolini lo rodó en el sur del Yemen, pero finalmente no fue incluido en el largometraje original, por ser considerado entonces “demasiado erótico”, no lo puedo imaginar... después de haber visto Il Decameron en su metraje normal.
De la parte rescatada de Il Decameron, existía material fotográfico, e imágenes de la escena que había suscitado cierta polémica, y que narraba la iniciación en el sexo, bajo un discurso pío, de una joven devota, por parte de un eremita.
“Amor può troppo più che né voi né io possiamo”
(El amor es más que tú y yo)
La institución que sí quedó espantada con Il Decameron, y que provocó su condena de la misma, fue La Iglesia Católica, a la que Pasolini no deja en muy buen lugar, con monjas libidinosas, curas calenturientos, no muy diferentes al resto de “pecadores mortales” y religiosos engañados por rufianes y “accatones” que acaban elevados a los altares, y puestos como “ejemplos a seguir”
El mensaje final de “aprovechar el momento, todo lo que podamos, para disfrutar de los placeres de la vida” que suelta el finado Tignoccio, al casto Meuccio, contándole lo que hay en el más allá, con Meuccio corriendo raudo, a hacer buena esa máxima, acaba siendo el remate definitivo de Il Decameron.
La esencia/mensaje de estas historias cortas, es la profanación de la moral, los buenos modales, los protocolos sociales de la época, y sobre todo, las creencias religiosas.
No obstante, la profanación desglosada en estos cuentos, acaba siendo un aplauso a la vida, a las características, y pasiones humanas, un llamado a la libertad, entiéndase, como expresión espontanea que asume al ser humano sin juzgarlo con preceptos morales y metafísicos; nada que ver con la profanación posmoderna típica en nuestros días, en donde se transgreden las tradiciones por puro cinismo; es decir, se maldicen, y se violentan las costumbres, y los signos sagrados, porque sí, porque es divertido hacerlo, no porque se promueve una idea sustancial, sino más, por una actitud de “hago lo que quiero, porque puedo, y está bien hacerlo”, lo cual trae como resultado, la creatividad vacía, tan popular en el mundo contemporáneo.
El resultado y la esencia del mensaje en Il Decameron, es un film satírico, culturalmente significante, pícaro, y sensual, hay en él, un impresionante manejo de los códigos sociales y simbólicos, del Medievo, que contribuyen notablemente, al significado en cada historia, dándole al mismo tiempo, un gran sentido de verosimilitud, un realismo social, en su contexto, que hace de Il Decameron, una película rica en contenidos simbólicos, pero a su vez, comiquísima.

“Sola la miseria è senza invidia nelle cose presenti”
(Sólo la mísera envidia está en el presente)



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