Fellini Satyricon

“Che cosa dice il poeta?
Ogni momento presentato può essere la vostra ultima, così riempirlo fino a vomitare... o qualcosa di così?”
(¿Qué dice el poeta?
Cada momento que se presenta puede ser el último, por lo que llenarlo hasta el vómito... o algo así?)

“El Satiricón” ca. 60, aproximadamente, es una novela, cuya autoría se atribuye a Gaius Petronius Arbiter, en el siglo I d.C., y en ella se ironiza sobre la sociedad romana de la época de Nerón, de la cual se conservan algunos fragmentos, y representa, en términos actuales, una novela en toda la extensión de la palabra.
El texto en cuestión, vivió toda una odisea para llegar a nuestros días, incluyendo falsificaciones, y el hallazgo de nuevos extractos a cuentagotas.
El título original es:
“P.A. Satiricon libri”
Las iniciales corresponden al autor, Petronius Arbiter; y parece ser, que la novela fue muy popular, ya que tanto Quintiliano como Tácito, escribieron comentarios sobre la misma.
“El Satiricón” narra las aventuras de 3 jóvenes y un viejo poeta, e incluye algunos cuentos milesios.
Se llama “milesio” a la fábula o cuento narrativo, que nace a principios del siglo II a.C. en Grecia.
Se trata de una breve narración, realista y divertida, de trasfondo erótico o aventurero, narrada en primera persona, de lo que deriva su estilo, fundamentalmente coloquial.
Hoy lo llamaríamos relato o chiste picante.
Los cuentos trataban casos eróticos o mágicos, y en especial, eventos sobrenaturales o de metamorfosis.
El máximo exponente del género, es Arístides de Mileto, de donde le viene la denominación “milesio”
El estilo poético de Petronio, es parecido al de Ovidio, aunque sus antecedentes prosaicos, se hallan en Aristófanes.
“El Satiricón” es una de las obras más originales de la antigüedad, lo que la convierte en la primera novela de Occidente, y también, la precursora de un estilo que mezcla la prosa y el verso.
Escrita en buena parte en hexámetro dactílico, esta joya de la literatura universal parodia, no tanto las costumbres de la época imperial, como han escrito recurrentemente la caterva nauseabunda de los moralistas, sino los géneros literarios de la época, obras famosas, y autores de fama.
La sátira se revela, pues, esencialmente libresca, al estilo de Cervantes, y los libros de Caballería.
“El Satiricón” es el primer ejemplo de novela picaresca en la literatura europea, y puede considerarse, el modelo de novelas posteriores.
Ofrece una descripción única y franca, de la vida en el siglo I d.C.
A pesar de que su narrador se expresa en el mejor latín, la obra es especialmente valiosa, por los coloquialismos en los diálogos de muchos personajes, que ofrecen un interesante objeto de estudio sobre el latín vulgar de la época; aporta una descripción única, a menudo, enormemente desinhibida de la vida en el siglo I d.C.
Petronius dejó sentado en su obra, sobre la simiente de la decadencia del Imperio Romano, cuando Emperadores del talante de Calígula o Nerón gobernaban.
“El Satiricón” está dividida en 3 partes:
La primera y la última, están bastante mutiladas, y en cierta medida, son variaciones a las que es difícil seguirles la trama puntualmente.
El punto medular, es El Banquete de Trimalcione, un liberto reciente, donde uno puede acceder a la vida ordinaria de la sociedad romana, y ahí radica la riqueza del texto.
Se escuchan conversaciones sobre el poder de la oratoria, la educación, los oficios redituables, sobre lo deplorable del poder adquisitivo, el progreso social, etcétera.
El texto que nos ha llegado, habla de las desventuras del narrador, Encolpio, y su amante, un bello adolescente de 16 años llamado Gitone.
A través de la novela, a Encolpio le resulta difícil, hacer que Gitone le sea fiel, mientras es constantemente seducido por otros.
El amigo de Encolpio, Ascilto, quien parece haber tenido una relación previa con Encolpio, es otro personaje principal, pero desaparece de la narrativa, como a la mitad del texto que sobrevive.
El episodio más extenso del texto sobreviviente, es El Banquete de Trimalcione, un nuevo, rico, y ostentoso liberto.
Otro episodio conocido, es el de La Boda con una chiquilla de 7 años, Primera parte, Ascilto 25 y 26.
El texto sobrevivió a La Edad Media, aunque escondido de la vista pública, debido al tema, y a sus orígenes paganos.
No fue sino hasta 1664, que la primera edición que incluía El Banquete de Trimalcione estuvo disponible al público general, gracias a los esfuerzos de Pierre Petit.
Poco después, “El Satiricón” fue traducido a varias lenguas, y se convirtió en uno de los “best sellers” de la literatura occidental.
La lectura de “El Satiricón” influyó en las obras de Don Juan Manuel, autor de “El Conde Lucanor”
En 1895, Henryk Sienkiewicz escribió la novela “Quo Vadis”, en que Petronius es uno de los personajes principales, también llevada al cine en 1951.
El pintor del fauvismo, André Derain, creó diversas ilustraciones, para una edición del libro.
“Hanno rubato l'impiccato!”
(Me han robado el ahorcado!)
Fellini Satyricon es una película dramática italiana, escrita y dirigida por Federico Fellini en 1969.
Protagonizada por Martin Potter, Hiram Keller, Lucía Bosé, Capucine, Alain Cuny, Max Born, Salvo Randone, entre otros.
El guión es de Bernardino Zapponi y Federico Fellini, “inspirada libremente”, como Fellini reconoce en los títulos, en la novela del primer siglo de nuestra era “El Satiricón”, de Petronius, aunque también intervino en el mismo guión, Brunello Rondi; y es una libérrima adaptación de la novela homónima, en la que además, hay cosas tomadas de Horacio, Ovidio, o Apolodoro de Rodas, así como de la propia imaginación de los guionistas.
En todas las declaraciones que hizo, Fellini dejó claro, cuál había sido su acercamiento al clásico de Petronius, y al mundo que el escritor romano había puesto en palabras en su obra:
“No se trataba tanto de reconstruir ese mundo históricamente, como de recrearlo libremente”
De ahí que Fellini Satyricon, se acostumbre a ver como un film fantástico, cuando no de ciencia ficción:
El problema de la fidelidad histórica no es tal, desde el momento en que, para Fellini, la única fidelidad que se impuso, fue la de obedecer a su poderosa imaginación.
El mismo título del film, Fellini Satyricon, lo deja claro:
Fue sugerido por el productor Alberto Grimaldi, para distinguirlo de otra adaptación de Petronius, que se rodó al mismo tiempo que la de Fellini; “Satyricon” de Gian Luigi Polidoro, rodada en el mismo año de 1969.
El director lo aceptó entusiasmado, y lo convirtió en el primero de sus títulos que incluiría su propio apellido.
Fellini Satyricon cuenta entre sus numerosas influencias, con la impronta del primer largometraje de Alejandro Jodorowsky, “Fando y Lis” (1968) que Fellini vio en Roma, en 1969, con el título italiano de “Il Paese Incantato”
El mundo de Fellini Satyricon es el mundo de Fellini:
La “romanidad”, por llamarla así, es más un estado mental, que la reconstrucción documentada de un periodo histórico.
Son imágenes nacidas a partir de la fantasía de Fellini, y con el apoyo insustituible del escenógrafo Danilo Donati, y del director de fotografía Giuseppe Rotunno:
Imágenes libres que, originadas por la emoción de un texto, y por la intuición excitante de un universo entrevisto, pretenden restituir esa emoción, a un espectador fascinado.
La relación que Fellini Satyricon establece con el espectador, es una relación sensual, donde no importa tanto la comprensión como la hipnótica contemplación.
El propio Fellini declaró que “la gente quiere siempre entender, comprender las películas, pero frecuentemente, esto no es lo más importante.
Mi “Satyricon” ha de ser sentido, no entendido”
Para conmover, Fellini teje un tapiz discontinuo que, por un lado, puede ser visto como el equivalente estilístico de la obra de Petronius, un texto incompleto, fragmentario; desde ese punto de vista, se trataría de una modélica adaptación, pero también, como el equivalente formal, hecho cine, de los restos arqueológicos que tanto estimularon a Fellini.
De hecho, tanto la lectura del texto, como el contacto con algunos restos históricos, hicieron que Fellini experimentara una “fascinación del fragmento” que dio lugar a esta obra maestra; a tal punto que Fellini Satyricon, estuvo nominado al Oscar, como mejor director.
Mágica por donde se le mire; tan pagana como superficial, vaga, y surrealista, es una obra maestra en lo abstracto, fantasioso, y en lo ambiguo.
Aunque se puede apreciar un notable trabajo de fotografía, dirección de arte, y maquillaje, el pie del que cojea Fellini Satyricon, es el guión tan extravagante y arriesgado.
La historia gira alrededor de pasiones claramente “roscas” que llegan a verse como pedofilia o depravación.
En la Roma del siglo I después de Cristo, 2 estudiantes, Encolpio (Martin Potter) y Ascilto (Hiram Keller), discuten sobre su propiedad, sobre el adolescente Gitone (Max Born):
El niño escoge a Ascilto.
Los gustos sexuales del par, son amplios, y no hacen especiales distingos entre mujeres o jovencitos, de hecho,  Fellini Satyricon arranca por una pelea entre ambos, por el éfebo Gitone, llegando incluso a sugerirse, una posible relación entre ambos, lo que no impide que, caso de ser necesario, se acuchillen por la espalda.
Solo un terremoto salva a Encolpio del suicidio.
A partir de entonces, Encolpio vivirá una serie de aventuras y desventuras, para conocer nuevos amores.
La historia es vista desde la particular lente de Fellini, reflejando la decadencia y mundanidad de la Roma de esos tiempos, mostrando algunos atributos artísticos de su cultura, pero sobre todo, realzando la desmoralización de esa sociedad, en la que 2 estudiantes se disputan la propiedad de un adolescente, para lo cual, se ven envueltos en historias que se superponen unas con otras.
Las actuaciones se exageran con el carácter de los personajes, haciendo de las escenas, algo que podría caer en lo cómico, pero con un trasfondo ideológico claro; los diálogos son largos, e incluyen escenas cortas, que pueden ser tomadas como relleno para escenas posteriores, los encuadres se diversifican adecuándose a la intensidad de la escena, que puede ser una toma general, para admirar el recorrido de los personajes, y en otros casos, específica para ver las contiendas entre los mismos; no hay un plano singular que predomine, ni siquiera en 2 escenas consecutivas, haciendo de Fellini Satyricon, un espectáculo en intensidad, en donde el hombre es seducido por su propia ignorancia y mundanidad, para sufrir por conseguir algún tipo de placer del mismo orden.
Fellini Satyricon retrata a una sociedad en la cumbre de sus lujos, las peripecias de un joven apuesto, que igual que el canon contemporáneo, solo le faltó ser rico, para poder retener a su amor.
Aquel amor que lo hace viajar para encontrar nada.
Su amor se va, su virilidad, su vida, su riqueza, profana, ultraja, asesina, es la peor de las personas, simplemente porque su amor lo engaño…
Fellini Satyricon es entonces, una colección de relatos para poder olvidar, que concluye en el clímax de la incertidumbre, una nueva aventura.
En Fellini Satyricon hay sangre, homosexualismo explícito, violencia, sexo, prostitución, gula, y toda clase de excesos, figuran de corte teatral, con personajes deliberadamente sobreactuados.
También emergen signos circenses, con los que Fellini siempre coqueteó.
Hay personajes que son convidados de piedra, casi en sentido literal, pues ni siquiera pestañean, que son muy fellinianos.
Los jóvenes bien parecidos, diría yo, son un toque más “pasoliniano” que felliniano.
La escenografía es minimalista-surrealista, y el maquillaje es, en algunos personajes, exagerado.
Estos elementos, le imprimen una gran belleza formal a Fellini Satyricon; pero todos los excesos referidos, son deliberados, para explicitar, sin que quede ninguna duda, los excesos que se pretenden criticar de la vieja Roma.
Fellini quiere mostrar la banalidad, la superficialidad, la lujuria, y los vicios de la hedonista vida de los poderosos de la época, y de quienes los rodeaban.
Tal parece, que eran las necesidades primarias del ser humano, fisiológicas, las que prevalecían, a pesar de tener poetas y filósofos en la corte, los cuales estaban presentes, más por una falsa máscara de pretender una trascendencia, y un gusto exquisito, que por sentir la necesidad real de elevar el espíritu.
Fellini Satyricon sigue las andanzas de 2 personajes, Encolpio y Ascilto, a través de una serie de espacios, en una sucesión de episodios, casi independientes, práctica narrativa de numerosos films de Fellini, donde los engarces entre los distintos episodios que los componen, no obedecen a la lógica de la narración convencional, sino que constituyen bisagras, más o menos bruscas, que hacen de cada nuevo bloque, un nuevo retablo, sólo relacionado con el anterior, por la presencia de algún personaje común; y en Fellini Satyricon, fundamentalmente, el personaje de Encolpio.
Algunos de esos espacios son:
Las termas, el teatro de Vernacchio (Fanfulla), la Suburra, la Insula Felicles, la pinacoteca, el paisaje que rodea a la villa de Trimalcione (Mario Romagnoli), la sala del banquete del mismo, la posterior sala mortuoria, el páramo “lunar” que reúne a Eumolpo (Salvo Randone) y Encolpio, el barco de Lichas (Alain Cuny), la villa de los suicidas, la gruta del hermafrodita, el árido desierto por el que conducen al semidiós raptado, el jardín de las delicias, el laberinto del Minotauro (Luigi Montefiori) y la gruta de Enotea (Donyale Luna)
La libertad figurativa es total, recorriendo arquitecturas, vestuario, gestos, y objetos.
Dicha libertad figurativa que, con tanta inteligencia, recogió Nino Rota en su experimental partitura, permite un ejercicio de invención absoluto, donde todo es soñado, y posteriormente recreado, yendo más allá de lo logrado hasta entonces por Fellini, en su continua búsqueda del “total artificial”
A excepción de algunos paisajes exteriores, todo en Fellini Satyricon es creación y artificio.
Aspectos que nunca dejaron de significar, en el quehacer felliniano, ímpetu formal, y sinceridad expresiva.
La fotografía, la imaginación exuberante, y la escenografía de Fellini es bellísima.
Otra característica formal de Fellini Satyricon, es el tratamiento cromático basado en el uso del rojo y el azul.
El rojo se circunscribe a los escenarios de los festines, en los que aparece toda la galería de personajes extravagantes, a los que Fellini nos tiene acostumbrados, paisajes que derivan en la recreación de un infierno ideal, bufo, y tiernamente feísta.
En cambio, en los exteriores, la recreación de las calles, se ampara en amplios, altos, y desnudos callejones de un azul fantasmal, nocturno, por el que pasean grises brumas.
Y es que, sobre todo, Fellini concibe sus planos, como un escenario estático en el que los sugestivos y lentos travelling, funcionen como la mirada de un espectador curioso, que de tanto en tanto, queda atrapado en un rostro, en un cuerpo, o en un detalle concreto del juego de máscaras que representa toda la troupe de figurantes.
La iluminación, las calles de la ciudad al principio, parecen de una historia de ciencia ficción, con azules metálicos y brumosos, grises, y reflejos húmedos en las paredes,, los turbulentos cielos, barcos que parecen monstruos marinos acorazados, las sombras en las paredes, el polvo arremolinado alrededor de los actores, la reconstrucción de la ciudad, con enormes decorados, y unos exteriores, también artificiales en la mayoría de los casos, que provocan una malsana sensación similar, a la visión del sexo que nos ofrece Fellini Satyricon, y encajan perfectamente con la atmósfera de pesadilla filmada que tiene.
Interesantes las reflexiones que he leído, sobre el uso del espacio, desecha Fellini el fuera de campo, y la elipsis, y trata de aprehender todo el espacio con el que cuenta, mostrando los decorados y los detalles, en un afán exhaustivo de mostrarlo todo:
“Ya que lo he construido...”, imagino que pensaría...
El maquillaje, los colores son satirizantes, caricaturescos, sensuales, con una clara tendencia al hermafroditismo, cualidad esta que sobresale en todos los hombres, ya sea en estética, como en espíritu.
Muy curiosa y misteriosa, la sensación que desprenden gestos obsesivos y estereotipados.
Yo no he visto ningún humano natural en toda Fellini Satyricon, son esperpentos o procesos mentales expresados en un gesto con un temperamento hierático, como esculturas.
Me recuerda a esa enfermedad del sobrio hieratismo misterioso contagiado de los egipcios a los griegos, y quizás, susceptible a ello Fellini.
Esa palidez de la mujer embadurnada de blanco, qué bien saca a la mujer diabla locamente erótica, y concupiscente.
Qué bien saca en los hombres la malicia, la gula, la lujuria en sus amariconadas máscaras de mejillas sonrosadas.
Mientras no haya nadie que haya desarrollado este tipo de cine, Fellini será imprescindible, al menos, para extraer algunos fotogramas preciosos, extender su misterio romano, gozar a la luz de la antorcha dionisíaca, a la mujer satírica y sexual.
“Tutti coloro nominato come beneficiari nella mia volontà, se non gli uomini liberi, entrerà in possesso di tutto ciò che ho lasciato alle spalle, a condizione che strappano il mio corpo a pezzi e mi mangiano in piena vista di tutti.
Esorto i miei amici di non rifiutare il mio invito, ma a divorare il mio corpo con lo stesso entusiasmo con cui hanno mandato la mia anima al diavolo”
(Todos los nombrados como beneficiarios de mi voluntad, salvo los hombres libres, entrarán en posesión de todo lo que he dejado atrás, en el estado en que rasgar mi cuerpo en pedazos, y me comen a la vista de todos.
Insto a mis amigos, no rechazar mi invitación, sino para devorar mi cuerpo con el mismo entusiasmo, con que ellos enviaron mi alma al infierno)
¿Quién sino Fellini, era el director más idóneo para adaptar “El Satiricón”, una de las obras capitales de la literatura latina?
La desbordante imaginación del maestro italiano, su portentosa creatividad, era requisito indispensable para lograr dar aliento y vida, carne, sangre, y semen, a los personajes que protagonizan las inolvidables aventuras de la novela de Petronius.
Y es que Fellini se limitó a filmar los fragmentos de la novela “El Satiricón” que se conservan, los cuales constituyen aproximadamente, una décima parte del total, respetando escrupulosamente, los huecos existentes en el libro, huecos que son, no lo olvidemos, fruto del azar, y de ese modo, consigue también no traicionar sus particulares recuerdos de pasadas lecturas de la obra.
Fellini no se preocupa por guardar relaciones espaciales, temporales, o de causa-efecto, entre las distintas secuencias, evitando así, los patrones narrativos convencionales, y sumergiendo al espectador, en la indeterminación de la narración propia de la modernidad cinematográfica.
Aunque aparentemente, Fellini Satyricon es un film histórico sobre la Roma Imperial, en realidad, Fellini habla de la época contemporánea, la de 1969):
Alusiones al mundo de la moda, con la presencia de la modelo Donyale Luna en el reparto, las representaciones teatrales del actor Vernaquio, que parecen parodias del teatro de vanguardia de los 60, similar ambiente moral de “ricos y ociosos” al apuntado en “la dolce vita”…
Al mismo tiempo, Fellini Satyricon muestra un mundo que, si bien no tiene el sentido de la culpa judeocristiana, está dominado por una gran angustia, y una clara ausencia de valores.
Conviene ya señalar, que Fellini Satyricon dinamita las convenciones que fundamentan al péplum.
Las ínfulas historicistas del género, la aparente representación de la historia, aquí no tienen cabida.
Bien es cierto, que la labor de investigación que descubre la mirada atenta es abrumadora.
Sirvan como ejemplos, la canción que canta Gitone, construida sólo con quintos y cuartos pitagóricos, o las máscaras mortuorias que representan a los antepasados en la casa de los patricios suicidas.
Pero tan lejos está el director de realizar un documental, como de mostrar convencionalmente un retazo del pasado clásico.
En Fellini Satyricon “la incipiente decadencia romana, se transforma en una cristalina metáfora de la sociedad contemporánea, no exenta de los tonos apocalípticos, de quien constató las miserias de la ciudad de los hombres”
Fellini Satyricon es una película de luces mortecinas, de sombras que se proyectan fantasmagóricamente, sobre muros casi intemporales.
Pero también de vida y de violencia, de pasión por beberse a grandes tragos la existencia, antes de que todo acabe con la muerte.
Un mundo desconocido, extraño, sombrío y atractivo, donde los personajes, han perdido todo rasgo de la serenidad clásica, rasgo común en las producciones de este género, para mostrar pálidos semblantes, maquillados exageradamente, sin emoción, hieráticos, el episodio entero de El Banquete de Trimalcione, llevar a cabo actos de insoportable crueldad, como la decapitación de Lichas hundiéndose lentamente en el mar, la muerte de Eumolpo, y el banquete caníbal con su cuerpo, o de desatada sexualidad del trío formado por Encolpio, Ascilto, y Gitone.
Encolpio, tras vencer al Minotauro, comprueba su impotencia al querer follar con Arianna (Elisa Mainardi)
Las imágenes de prodigiosa belleza de Fellini Satyricon, su misteriosa poética, dejan boquiabierto al espectador que se deja arrastrar por la potencia de una película única en la historia del cine.
Actores desconocidos como Martin Potter, Hiram Keller, y Max Born, se codean con nombres ilustres como Lucía Bosé (la Patricia), y Capucine (Trifena), de participantes no profesionales, como Mario Romagnoli “El Moro” Trimalcione, y de veteranos como Alain Cuny (Lichas) y el ex Maciste, Gordon Mitchell como Il Predone.
De hecho, uno de los figurantes de Fellini Satyricon, es el cantante Renato Zero.
El problema de todo esto, es que el espectador al final, no tiene a qué atenerse.
No existe ni un solo hilo argumental sólido, que le permita seguir con garantías, Fellini Satyricon.
La disputa homosexual inicial, un comienzo, que a mí particularmente me enganchó a la primera, es la excusa inicial para desarrollar el festival inmoral y decadente, que predomina durante todo el metraje, y que es prácticamente, su razón de ser.
Esta naturaleza de Fellini Satyricon, provoca que haya personajes, que no sean ni presentados, que queden inconclusos sus papeles, que las acciones no tengan sentido...
Es una lástima, porque Fellini Satyricon, tiene varios golpes de maestría.
Algunos capítulos son excelentes por sí mismos, pero el punto fuerte, y la razón principal por la que debe verse, es la fotografía y el diseño artístico.
Pocas películas hay con una fotografía tan excelente, y unos enclaves tan magníficos, como Fellini Satyricon.
El resto de elementos cinematográficos, son una expresión particular, por y para Federico Fellini, para su propia adoración.
Ver Fellini Satyricon, es una experiencia a la vez extraña y exótica.
Ello se debe, a la especial mixtura, donde oímos hablar en italiano moderno, pero también en latín, y en otras lenguas, en esa música que mezcla a Nino Rota con grabaciones africanas del sello Ocora, en una teatralización extrema de los personajes, y en la ya citada bisexualidad de los protagonistas.
La música de Nino Rota, colaborador habitual del director, es una de sus composiciones más hermosas e inquietantes.
Atonalidad, aires étnicos contemporáneos:
Gamelana de Bali, cantos Ramayana, acompañamiento musical de las danzas centroafricanas niegpadenda, composiciones dodecafónicas...
La creación de una atmósfera irreal, tan personal como la Roma petroniana de Fellini.
“Meglio di appendere un marito morto che perdere un amante vivente”
(Es mejor perder un marido muerto, que perder un amante vivo)
La década de los 60, fue una de las más importantes del siglo XX.
El advenimiento de la píldora anticonceptiva, y la consecuente “liberación sexual”, el movimiento hippie, las revueltas de los jóvenes en todo el mundo, el mayo francés, o las protestas en las Universidades de Estados Unidos, por ejemplo, las novedosas telecomunicaciones que permitían informarse al momento, de cualquier acontecimiento de alguna relevancia histórica, cultural, o social, son algunos de los cambios que sembró la década de los 60.
Los sectores conservadores de la sociedad, veían con ojos entre escépticos y escandalizados, todos estos cambios, que les hacían prever una decadencia súbita de la sociedad occidental.
Esa interpretación de los conservadores, quedó registrada en obras de arte, libros, periódicos, filmes, y programas radiales, y televisivos.
Quizás “El Satiricón” sea el grito de alerta de Federico Fellini.
Por supuesto que es una interpretación personal, como todo comentario que no venga del realizador.
Aparte de la importancia histórica, que tiene secuela en el tiempo, Fellini no deja de reflexionar sobre los tiempos que corren, e invita al espectador, a que establezca similitudes de comportamiento entre ambas épocas.
Fellini Satyricon es una de sus películas más críticas, con excepción de las de su denominada etapa neorrealista.
Fellini, como todo intelectual, trata de entender el presente desde el pasado, a sabiendas de que puede haber cierta relación del tipo causa-efecto, o de que puede haber patrones de conducta, que reinciden históricamente en las sociedades.

“Per perdere i due uomini nella mia vita, uno dopo l'altro, sarebbe troppo...”
(Perder a los 2 hombres en mi vida, uno tras otro, es demasiado...)



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