The Devil's Advocate

“Evil has its winning ways”

William Shakespeare pone la siguiente frase, en boca de un allegado a Henry VI al llegar al trono, toda una declaración de intenciones:
“La primera cosa que haremos, será matar a todos los abogados”
Contrariamente a lo que se suele pensar, el inmortal dramaturgo, no pretendía denigrar con el famoso exabrupto, al oficio de la toga, sino más bien todo lo contrario:
Dejar claro que, la forma más segura para llegar al caos y la tiranía, era también entonces, eliminar a los guardianes del pensamiento independiente.
Y es que la abogacía, es la profesión con la peor fama del mundo.
Ni los médicos, ni los ingenieros, ni los arquitectos, ni los plomeros… tienen una peor.
Y ese estigma incomoda.
Resulta increíble, pero los abogados se han ido acostumbrando a eso, y hasta se han reído de los chistes, donde los comparan con tiburones y ratas.
Este imaginario colectivo, los pone como desviados de lo justo, y sólo preocupados por el bolsillo.
Eso sí, cabe decir, que las generalizaciones son injustas.
No se puede ensalzar, colectivamente a un grupo humano, por estar identificado con una profesión, afición, u otra forma de identificación, ni menos, desacreditarlo.
Entre las tantas versiones que circulan y alimentan este “desprestigio”, hay algunas escalofriantes, como la existencia de algunos letrados, que están atentos a noticias de accidentes, para ir a sepelios y hospitales, donde identifican a familiares de las víctimas, a los que luego se les acercan, para convencerlos de que tienen que realizar juicios, asegurándoles ganancias materiales.
Estas promesas, se realizarían aún cuando fuese improbable que puedan ganar por diversas razones, total lo mismo obtienen el pago de honorarios, o pensando en ganar, y dejarles un escaso margen a los defendidos, mientras ellos, embolsan la mayor parte de la ganancia.
Muchos otros relatos, dejan mal parados a los jurisconsultos, y se escuchan en diversos ambientes.
Las versiones que apuntan contra todos los abogados, no son justas, porque si hay letrados corruptos e inescrupulosos, por ellos no se puede manchar a todos.
Pero si bien, en gran número, los abogados no cometen faltas por acción, puede que las realicen por omisión:
“El bien que dejan de hacer”
Por otra parte, “ser abogado del diablo”, se dice de cuando una persona se pone real o ficticiamente, a defender lo que para todos los demás, es una posición equivocada, o dañina; pues significa ser el defensor de lo malo, o defender lo indefendible.
En latín “advocatus diaboli” o “promotor de la fe” en latín “promotor fidei” es el apelativo popular, con el que se alude al procurador fiscal, en los antiguos juicios o procesos de canonización de La Iglesia Católica.
Su denominación desde las reformas de 1983, es “promotor de la justicia” o “promotor iustitiae”
El oficio de este abogado, generalmente clérigo, doctorado en derecho canónico, era objetar, exigir pruebas, y descubrir errores en toda la documentación aportada, para demostrar los méritos del presunto candidato a los altares, como beato o santo.
Si bien, su papel le hacía aparecer, figuradamente alineado, entre las filas de los que se oponen al candidato, de donde procede el mote de “abogado del diablo”, para este “defensor del otro bando” en realidad se encargaba de defender la autenticidad de las virtudes, del que será propuesto como modelo a imitar por el pueblo católico.
Este apelativo, fue establecido en 1587, y abolido por el papa Juan Pablo II, en 1983.
La agilización del proceso, le permitió realizar casi 500 canonizaciones, y más de 1,300 beatificaciones, frente a las 98 canonizaciones de sus predecesores en el siglo XX.
El término “abogado del diablo” se aplica por extensión, a personas que defienden una posición en la que no necesariamente creen, o a quienes presentan a otro debatiente, un argumento contra una posición en la que sí creen.
Este proceso permite comprobar la calidad del argumento original, e identificar las debilidades de su defensa.
Nos referimos aquí, a los sucesos que, bien por la brutalidad del crimen, bien por la abyecta personalidad de su autor, generan en la sociedad, tal repugnancia, que tendemos a identificar al supuesto criminal con quien, por designación forzosa en el turno de oficio, o por libre elección, se encarga de su defensa jurídica.
Una de las preguntas filosóficas, a las que se enfrenta siempre un abogado es:
¿Defendería usted, a un violador o a un pederasta?
Parece que una respuesta afirmativa, supone una identificación automática entre el acusado de los odiosos delitos y su abogado, que se encarga de procurar la mejor defensa a su cliente, garantizar que en el proceso se respeten sus garantías constitucionales, y sobre todo, proteger su derecho a la presunción de inocencia.
Ni que decir, si tiene o existe una cierta predisposición al “vedetismo” en algunos letrados, que aparecen como ingrediente de todas las salsas, no siempre con las mejores intenciones.
Acaso la publicidad que supone representar a terroristas internacionales, o a dictadores sanguinarios, permita sacar réditos, por ejemplo, de los beneficios por los derechos de autor de las memorias de los delincuentes.
También puede que el abogado crea, no sólo en el derecho a un juicio justo, sino en la verdadera inocencia, o impunidad de su patrocinado...
Lo cierto es, que en los sistemas jurídicos desarrollados, incluso el peor despojo de la sociedad, tiene derecho a un abogado, hasta el punto de que en algunos de ellos, una defensa deficiente, puede suponer un motivo de anulación del proceso, si se aprecia desidia, negligencia inexcusable, o manifiesta mala praxis del jurista.
Resulta interesantísima la lectura del libro “Estrategia Judicial”, del famoso letrado francés Jacques Vergès; quien era el defensor y amigo de terroristas, torturadores y dictadores.
Jacques Vergès encarnaba la figura del “abogado del diablo”, una imagen que enriquecía con su sentido innato de la provocación, y su gusto por la mediatización.
Admirado por algunos, odiado por otros, y respetado y temido por la mayoría, fue conocido, por su papel de defensor de grandes villanos del siglo XX.
Vergès fue un abogado francés, conocido por su comunismo anticolonialista, y por defender a figuras polémicas, entre sus clientes estaban:
La terrorista argelina Djamila Bouhired (1957-1962), y el antiguo jefe de Estado, Khieu Samphan de los Jemeres Rojos (2008), terroristas de derechas y de izquierdas, como Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos “El Chacal” (1994), criminales de guerra como el nazi, como Klaus Barbie (1987) y negacionistas del holocausto, como Roger Garaudy, y Tarek Aziz, asesor cercano de Saddam Hussein.
En 2002, Vergès se ofreció a representar al antiguo presidente de Serbia, Slobodan Milošević, aunque éste declinó cualquier abogado.
Su autobiografía se llama “El Brillante Bastardo” y los medios de comunicación, lo conocen como “El Abogado del Diablo”, y él parecía disfrutar con esa fama, y daba respuestas provocativas en entrevistas.
Cuando se le preguntó, si habría defendido a Hitler, Jacques Vergès contestó:
“Incluso defendería a George W. Bush; pero sólo si se declara culpable”
“Vergès tenía una visión política ejemplar, del trabajo de abogado, y una experiencia única en las grandes luchas del siglo XX”, declaró una vez, la que fue la abogada de Carlos “El Chacal”, Isabelle Coutant-Peyre, quien empezó en su equipo en 1981.
“Cuando defendía a Klaus Barbie, yo estaba en el lado de la parte civil.
Estaba en el lado bueno, él estaba en el malo, pero es lo que hace la democracia”, concluye.
¿Qué hemos de hacer, para que el sueño continúe?
¿Qué más tenemos que alcanzar?
Justicia es, actuar acorde con la conciencia íntima, que te determina lo que es el bien.
Es hacer lo que es correcto, aunque esto vaya contra nuestros propios intereses.
“The newest attorney at the world's most powerful law firm has never lost a case.
But he's about to lose his soul”
The Devil's Advocate es una película estadounidense del género terror, del año 1997, dirigida por Taylor Hackford.
Protagonizada por Al Pacino, Keanu Reeves, Charlize Theron, Jeffrey Jones, Judith Ivey, Craig T. Nelson, Connie Nielsen, Delroy Lindo, Tamara Tunie, Ruben Santiago-Hudson, Debra Monk, Vyto Ruginis, Laura Harrington, Pamela Gray, Heather Matarazzo, Chris Bauer, Al D'Amato, Don King, Monica Keena, entre otros.
El guión es de Jonathan Lemkin y Tony Gilroy, adaptado de la novela homónima de Andrew Neiderman.
The Devil's Advocate gira en torno a Kevin Lomax (Keanu Reeves), un joven abogado, cuya carrera va en un ascenso tal, que nunca ha perdido un juicio.
Sus ansias por ganar a cualquier precio, hacen que al inicio, y luego de convencerse de su culpabilidad, continúe defendiendo a un acusado de abusar a una alumna de secundaria, humillando a la víctima, al hacerla pasar por mentirosa.
De esta forma logra ganar el juicio.
Kevin Lomax, está teniendo éxito como abogado, porque ha asumido que tiene que ganar cada caso, a como dé lugar.
No importa si se libera a un asesino, no cuenta si hay que dejar mal parado a un inocente, no hay pesar alguno, si un violador queda suelto para que siga arruinando otras vidas… se trata de ganar, porque hay que ganar.
En su afán de triunfar, no caben los escrúpulos.
El lema de la ambición es aplastante:
“El poder lo es todo y lo vale todo”
Esto hace que lo contrate una gran firma de abogados de Nueva York, cuyo CEO es John Milton (Al Pacino), quien tiene un especial interés en Lomax.
En Nueva York, Lomax continúa con su racha de victorias, con 2 casos mucho más importantes y complicados, a medida que cosas extrañas, de naturaleza diabólica, comienzan a pasar a su alrededor.
El último caso, marca algunos puntos importantes.
Durante ese caso, la esposa de Kevin, Mary Ann (Charlize Theron), se enferma, y él se da cuenta, de que su defendido es culpable del homicidio, por el que está siendo juzgado.
En esas circunstancias, Milton le aconseja a Kevin, que deje el caso, para ocuparse de su esposa, y que lo deje también, si de verdad cree que su cliente es culpable.
Sin embargo, remata sus consejos diciendo, que nadie es invencible, y que quizás, ya llegó el tiempo de que Kevin Lomax perdiera su primer caso.
Lomax, herido en su vanidad, toma la decisión de seguir adelante, y no ocuparse de su esposa, ni hacer lo que parece correcto, lo que le acarreará graves consecuencias, ya que Milton es más de lo que aparenta, pues no es, nada más ni nada menos, que El Diablo, pues todos aquellos que lo rodean, son sus secuaces, y oculta un secreto que podría cambiar el futuro de Kevin Lomax, y del mundo.
Aquí, El Diablo busca a su hijo, pero no solo para convertirlo en “El Anticristo” sino para mostrarle entero, el mundo que nos toca.
El Diablo sólo pone los alicientes instintivos que colman al humano, pero las decisiones finales, son siempre del hombre.
Por supuesto, la vida de Kevin Lomax, perderá totalmente el rumbo, y tal desbarajuste, acabará cobrándose su víctima inocente.
Pero nunca hay que perder la fe en el libre albedrío.
Utilizarlo sabiamente, es lo que diferencia al hombre del animal, como bien aprendió Segismundo.
En toda esta historia de juicios, asesinatos, lujo, sofisticación, poder, súcubos, e íncubos, un personaje brilla con luz propia, sobre todos los demás.
El de John Milton también, conocido como Satán.
En realidad, no estamos hablando de una película de terror, si bien hay muchos elementos que podrían catalogarse como tal.
En vez de eso, lo que tenemos es, una fábula moral del comportamiento típicamente humano, personificado en la figura de Kevin Lomax, un abogado pueblerino, que nunca ha perdido un caso, y que súbitamente, es catapultado a las altas esferas neoyorquinas, al convertirse en el nuevo fichaje de una importante firma capitaneada por uno de “los peces gordos”
Con un ambiente un tanto oscuro y metropolitano, que se desarrolla en Nueva York como telón de fondo, esta intachable producción, nos irá metiendo más y más, cada vez dentro de la historia, manteniendo una atmósfera de intrigas, tensiones, sospechas, y suspense, todo con un cierto tono dramático, y a veces, incluso erótico.
The Devil's Advocate es una de esas películas que toca, en cierto modo, la temática religiosa, pero desde un punto de vista más o menos novedoso, y bastante interesante; no es en este sentido, la típica lucha de valores entre el bien y el mal, si no que se exponen argumentos desde una parte y desde otra, que hacen que el espectador realmente se plantee ciertas cosas.
Hay que pensar, que gran parte de The Devil's Advocate es un sueño del abogado, no todo es realidad; por decirlo de una manera, se da un enorme “flash-forward”… incierto.
Y, como todos sabemos, que los pensamientos, sueños, y miedos humanos, aparecen en la mente de una manera exagerada, absurda, y fantástica.
“Speak of the devil”
The Devil's Advocate está llena de simbología, respecto a la lucha entre el bien y el mal.
Resalta la responsabilidad del hombre, al momento de elegir qué camino tomar, decisión que deberá tomar el protagonista al final.
En el monólogo final, Milton le demuestra a Kevin Lomax, que todo ha sucedido por la propia elección de Kevin.
Incluso, Milton le hace recordar, que él mismo le mostró el camino del bien, pero que Kevin escoge seguir el de su propio egoísmo.
Sus componentes sobrenaturales, que lo mismo dan para algo serio, que para una parodia, son opacados por la exposición tan cotidiana, que hace de lo que significa realmente trabajar para la causa de “El Diablo”
Kevin es un personaje ciego, con la mente completamente puesta en los medios para conseguir lo que quiere, y manipular la opinión de los demás, con medias verdades, hipocresía auto-indulgente, y sobre todo, confusión sobre los demás.
Es un hombre que gana juicios, pero que es incapaz de emitirlos, ya que no le importa en lo más mínimo, si defiende a alguien que es o no culpable.
El reino del Diablo, al menos de la forma como se presenta, es el reino de la libertad sin responsabilidad, de la estimulación del ego humano “hasta que cada hombre sea un aspirante a Emperador”, sumiendo al mundo en el caos, un mundo cuyo centro neurálgico, se representa en la ciudad de Nueva York, una urbe inmensa, de grandes torres, que se representa aquí, como una auténtica Babilonia, en palabras de Alice, la religiosa madre de Kevin (Judith Ivey):
“Una ciudad de grandes oportunidades y lujos, pero también, portadora de una maldad, que se aloja en los círculos de poder, y cuya influencia afecta hasta a los elementos más bajos”
El tema central de The Devil's Advocate, es que hoy en día, pareciera que muchos seres humanos, se interesaran tanto en hacer riqueza, para gozar de todos los placeres que puede dar el dinero, en vez de pensar en sus seres queridos, que necesitan de ellos.
Fuerte desde el discurso, una apuesta a reflexionar sobre el valor, y el lugar que le otorgamos a cada cosa.
Nos mueve a replantearnos, si nuestra escala jerárquica está bien armada, lo material por encima de los afectos…
¿Es una cosa, o la otra?
¿La búsqueda del equilibrio es la solución?
¿No hay un criterio de elección, donde convivan, y coexista un término medio?
Todo eso y mucho más, desde la perspectiva religiosa, en una situación extrema, nuestros personajes principales, se verán en la encrucijada mortal, de una elección fundamental.
Taylor Hackford nos muestra, en no pocas situaciones, que es el libre albedrío lo que marca el desenlace de tal o cual acción.
Por tanto, cada acción fue elegida por libre conciencia, y todo tiene sus consecuencias, dentro de ese marco.
Los actores de The Devil's Advocate en su conjunto, responden con profesionalidad y efectividad.
Pacino, ayudado por una excelente caracterización, casi imperceptible, compone un personaje amable y simpático, en el que sin embargo, siempre subyace algo inquietante y terrorífico.
Ese gesto, casi compulsivo de humedecerse los labios con la lengua esquiva, recuerda a una especie de reptil indeseable.
Ahora bien, todo su “savoir faire” es multiplicado, gracias a la resultona historia, y sobre todo, gracias a los magníficos diálogos.
Magníficos no sólo por su contenido, sino asimismo, por la ironía con la que todos están planteados.
Párrafos como:
“He alimentado cada sensación que el hombre ha deseado tener.
He cuidado de que tuviera todo lo que quería, y nunca le he juzgado.
¿Por qué?
Porque nunca le he rechazado a pesar de todas sus imperfecciones.
Soy un admirador del hombre.
Soy un humanista.
Posiblemente el último humanista”, justifican The Devil's Advocate.
Como curiosidad, Al Pacino habla, durante el metraje, en 7 idiomas distintos.
El nombre de John Milton, hace referencia al autor de “El Paraíso Perdido” y de hecho, casi al final, dice una frase característica, dicha por el mismo Satanás en el libro:
“Mejor reinar en el infierno, que servir en el cielo”
John Milton fue un escritor inglés del siglo XVII, que escribió un libro que habla de la caída de Lucifer.
Ya puestos a hacer toscas alusiones, Keanu se podría haber llamado “Fausto” y Charlize Theron, “Ofelia”
Y por si fuera poco, qué final... con la guinda insuperable del “Paint In Black” de los Rolling Stones.
Así pues, The Devil's Advocate habla de la ambición, y el precio que pagamos por conseguir nuestros objetivos, de la forma en cómo, el afán por competir y ganar, se han convertido en valores fundamentales en la sociedad occidental, y en definitiva, de cómo se extiende la naturaleza del mal, en la vida moderna.
Es por ello, que The Devil's Advocate, está recomendada para gente con tendencia a llevar la contraria con fundamento.
“Devil begins and wins”
The Devil's Advocate es una gran metáfora, acerca de lo podrido que está el mundo de la abogacía, y como la avaricia y la vanidad, que tanto le gusta al Diablo, han tirado por tierra, una profesión llamada a ser de héroes, y no de villanos.
Creer en El Diablo, es creer en la realidad tangible del mal, y The Devil's Advocate acomete aun más, el loable esfuerzo por hacernos creer en la existencia de ese mal, no solamente como algo real y palpable, sino además, cotidiano, una fuerza capaz de manipular al hombre, incluso sin que este lo sepa realmente.
“El Derecho es el nuevo sacerdocio”, por eso, la historia tiene todo un trasfondo basado en el Derecho.
Desnudando por completo el sistema lúdico de las leyes, donde el dinero y el poder son el único dios.
The Devil's Advocate nos hace frente desde el discurso, donde el reino material, reina sobre el afectivo, donde el libre albedrío es el nacimiento de cada acción.
El pecado debe ser pagado, pero nos muestra, que el poder hace que paguen los que estén parados, más bajo en el escalafón.
El mundo es un caos, un cambalache de morales, ideas, y sentimientos.
“¿Alguien puede dudar, que el Siglo XX fue enteramente mío?” pregunta El Diablo, y yo de ninguna forma puedo afirmar lo contrario.
The Devil's Advocate muestra, que todo el mal que pesa sobre nosotros, es culpa del Diablo, pero intenta hacernos ver, que El Diablo es una fuerza humana, que nace dentro de cada individuo.
Como indica su título, The Devil's Advocate trata de un abogado, que trabaja para El Diablo.
Aunque el inocente no lo sabe, claro.
Pero ahí está la gracia de la cuestión.
Según The Devil's Advocate, todos los abogados trabajan para El Diablo, porque con sus tretas, artimañas, y vilezas con respecto a la ley, prostituyen los conceptos de verdad y justicia, más de lo que sería de buen tono.
The Devil's Advocate no hace más que demostrar a la gente, no sólo la corrupción que lamentablemente existe en el mundo del derecho, lo cual es conocido ya por todos, sino también, ese carácter que el hombre conserva:
La vanidad.

“Where can you go from there?”



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