Belle Époque

“Ah, el primer amor...
Tan puro, tan casto, tan espiritual...”

En Francia, los años entre 1890 y 1914 que precedieron a La Primera Guerra Mundial, son conocidos en la actualidad, como “La Belle Époque”, aunque en aquel tiempo, los franceses no reconocían ni llamaban a este mismo, periodo “Belle Époque”
Durante este periodo, el placer reinaba, y la alegría de vivir, caracterizaba la vida cotidiana.
Retrospectivamente, los horrores de 2 guerras mundiales, y de la depresión, convierten estos años antes de las guerras, en más bellos, más maravillosos en la imaginación de la gente.
De este modo, “La Belle Époque” es verdaderamente un mito, y refuerza la imagen de los franceses que aman la vida.
Pero, en aquella atmósfera de alegría, de diversión, e incluso de creatividad, había algunos aspectos de “La Belle Époque! que no eran tan “bellos”, como el gobierno que no era muy receptivo al espíritu libre de los ciudadanos.
Mientras en España, posteriormente, en la primavera de 1931; La Monarquía toca a su fin, y un rayo de esperanza, comienza a despuntar en el horizonte.
Aunque, sobre todo, lo que hay es desconcierto, confusión, y desorden.
Y un chorro de libertad, filtrándose por todos los huecos, y a punto de desbordar el país.
La Sublevación de Jaca, por ejemplo, el 12 de diciembre de 1930, fue un pronunciamiento militar contra La Monarquía de Alfonso León Fernando María Jaime Isidro Pascual Antonio de Borbón y Habsburgo-Lorena, llamado “El Africano” durante “La Dictablanda” del General Dámaso Berenguer y Fusté; aunque fue sofocada, y fueron fusilados Los Capitanes:
Fermín Galán Rodríguez y Miguel Ángel García Hernández; sus efectos se dejaron sentir en La Proclamación de La Segunda República Española, 4 meses después.
Así se inicia con La Proclamación de La República, desde los balcones del Ayuntamiento de Jaca, con el nombramiento de La Primera Alcaldía Republicana, como símbolo de su carácter, estrictamente civil.
Al mismo tiempo, se organizan 2 columnas dirigidas por El Capitán Galán y Sediles, que parten hacia Huesca.
El 14 de diciembre, un Consejo de Guerra, condena a morir fusilados a Los Capitanes Galán y García Hernández.
En marzo, serían juzgados, y condenados un número significativo de militares por los hechos.
El Capitán Sediles, condenado a muerte, fue indultado ante las movilizaciones populares.
Poco después, tras las elecciones del 12 de abril, La Monarquía se exilia, y se proclama La República, y se les reconocerá como “mártires” por La República.
¿Cómo se le puede ocurrir a alguien, reivindicar el amor libre, el oasis de libertad que sintieron muchos españoles, con la llegada de La Segunda República y, en resumen, la alegría de vivir, en estos tiempos que crisis?
“Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es:
Como mueren los unos, así mueren los otros”
Belle Époque es una comedia española, dirigida en 1992, por Fernando Trueba.
Protagonizada por Fernando Fernán-Gómez, Jorge Sanz, Penélope Cruz, Ariadna Gil, Maribel Verdú, Miriam Díaz Aroca, Mary Carmen Ramírez, Gabino Diego, Michel Galabru, Agustín González, Chus Lampreave, Jesús Bonilla, María Galiana, Joan Potau, Manuel Huete, entre otros.
El guión es de Rafael Azcona; el director, opina de su obra:
“Siempre he pensado, que en una comedia haces reír al público, al mismo tiempo que vehiculas unas ideas.
Aunque no sea una película de mensaje:
Es más, creo que son más eficaces las comedias que los dramas, porque en las primeras, das una visión del mundo más tolerante y liberal”
El director, tenía muy claro lo que quería lograr con Belle Époque:
“La sociedad actual es fea, antiestética, y con valores deformados.
Por eso me inclino a hacer películas de época, porque no me gusta retratar la sociedad en la que vivo”
Trueba, y su permanente búsqueda de senderos que le conduzcan a la huida, que le guíen hacia una ansiada libertad.
El Impresionismo, es el camino que utiliza para esa fuga, reflejado perfectamente en el paraíso particular de Belle Époque; el cual es una película coral, llena de ingenio, y enmarcada en una época, que a pesar del título, no es “La Belle Époque”, sino los días previos, y posteriores, a La Proclamación de La Segunda República Española.
Aun así, no es el período que tradicionalmente se entiende como “Belle Époque”:
“El período real de “La Belle Époque”, fue el fin de siglo.
Mi significado literal, es “una bella época”, incluso un poco al margen del tiempo, con normas diferentes”, dijo el realizador.
El proyecto nació en 1990, en un restaurante madrileño, donde habitualmente solían hablar:
Fernando Trueba, Rafael Azcona, y José Luis García Sánchez.
Hablaban de proyectos cinematográficos.
La historia tiene una parte biográfica de Trueba, pues el suegro del director se llama Manolo en la vida real, al igual que el suegro del protagonista, que como Trueba, se llama Fernando.
Antes de escribir el guion, Trueba quiso enseñarles a Azcona, y a García Sánchez, “Une Partie de Campagne” (1936) de Jean Renoir, para mostrar el tono que él deseaba.
De esta película, al igual que “La Regla del Juego” del mismo director, también coge los personajes principales, quienes huyen de la ciudad en busca de un lugar bucólico, en el que afloran los instintos.
Trueba quería, que la historia estuviese ambientada al comienzo de La Segunda República Española, puesto que este periodo, había sido un momento fugaz de ilusión, y promesa del paraíso, que pronto se desvaneció.
Trueba explicó, que no quiso en ningún momento, que Belle Époque fuese una parábola de dicho periodo histórico, ni tampoco que el lugar donde se desarrolla, recordase en ningún momento, a ninguna región española.
El rodaje, se realizó en Portugal, entre el 5 de julio, y el 26 de agosto de 1992.
Trueba decidió hacerlo allí, porque resultaba más barato que hacerlo en España; y sólo pudo contar con un presupuesto de 160 millones de pesetas; y porque dicho país había sufrido menos cambios desde aquella época hasta la actualidad.
La casa y el pueblo, están situados en Arruda dos Vinhos, la estación en Ríos, la iglesia en Sobral de Monte Agraço, y el río en Azambuja.
Belle Époque se convirtió en la segunda producción española, galardonada con El Premio Oscar a La Mejor Película de Habla No Inglesa, y 9 Premios Goya de La Academia de Las Artes y Las Ciencias Cinematográficas de España, siendo una de las películas españolas, más premiadas.
Belle Époque transcurre en vísperas de declararse La Segunda República, y de que El Rey Alfonso XIII, abandone el país, pues La Monarquía no se restaura hasta 1975, con El Rey Juan Carlos I de Borbón.
Así pues, durante los últimos meses de La Monarquía, después de la fracasada sublevación de Jaca, el joven soldado Fernando (Jorge Sanz), deserta del ejército.
En su huida, es acogido por Manolo (Fernando Fernán-Gómez), un artista que vive aislado de la realidad que golpea España, y que le ofrece su ayuda, su casa, y su amistad.
La llegada de las 4 preciosas hijas del artista, hará que el joven desertor se embarque en una aventura en la que seduce, o es seducido, por una hermana tras otra:
Clara (Miriam Díaz-Aroca), Violeta (Ariadna Gil), Rocío (Maribel Verdú), y Luz (Penélope Cruz), y no pueden tener personalidades más distintas.
Belle Époque, es la crónica, y pintura de los días que Fernando vivirá en compañía de Manolo, y sus 4 hijas:
Días de amor y amistad, de alegría y tristeza, de placer y dolor, que serán los mejores de su vida, aunque él, en el momento, no pueda darse cuenta, que serán su “belle époque”
Los personajes, huyen del ruido de la ciudad hacia la naturaleza pura, un ambiente salvaje y libre, que favorece el brotar de los instintos, donde no existen prejuicios, y las normas brillan por su ausencia.
Todo ello, “La Belle Époque” que vivió escondida, en paralelo, a modo de antítesis de la grave contienda.
El único lugar donde el amor y la inocencia, vencieron a los fusiles; la “bella época” de un tiempo feo.
Y es que Belle Époque es una obra optimista, en la que su director Fernando Trueba, nos cuenta un relato distendido, en un momento de la historia española, en el que el pueblo llano, se encontraba tremendamente ilusionado, ante el advenimiento de La Segunda República, frente a La Monarquía reinante en ese momento.
Un instante en el que, al igual que pasaría 45 años más tarde, la gente estaba convencida que, a partir de ese momento, crecerían las libertades individuales, y las riquezas materiales de las personas, se igualarían entre sí.
“El puñetero seminarista, no ha cogido el tren, y se ha venido aquí, al olor del coño de mis hijas”
Belle Époque trata de temas sencillos, elementales, y vitales desde el principio de la especie humana:
El amor, como parte fundamental de nuestra existencia; el deseo sexual como parte consustancial de la calidad humana; la dificultad de elegir a la persona amada, la amistad, las excelencias de la cocina como efímero, aunque intenso placer terrenal; lo espontáneo que todos llevamos dentro, a pesar de nuestra condición, o circunstancias, sobre nuestra capacidad de ofrecernos a otro ser, como un instinto primitivo, alejado de toda concepción moral o religiosa.
Belle Époque trata de las peripecias de un amante del amor carnal, como así también lo ilustró Françoise Truffaut, en su manifiesto sentimental, y otrora escandalosa cinta “L'homme qui aimait les femmes” (1977), aunque en el caso de Fernando, éste amor al sexo débil, y la inclinación obsesiva hacia el matrimonio, no es más que una respuesta conservadora, y moralmente engañosa hacia su talante promiscuo, y espíritu vividor.
La sensación de libertad, la alegría de vivir, el disfrute de los placeres de la vida, la explotación de los sentidos, la ausencia de problemas… son valores impresionistas, que quedan reflejados perfectamente en la obra.
El mismo Trueba decía:
“Belle Époque es sobre la libertad, la alegría de vivir, más que sobre política.
En Belle Époque, el único comentario político, es sobre la gente que está en contra de la libertad.
Belle Époque para mí simpatiza con las ideas libertarias”
Es curioso, como aquí Trueba logra aunar 2 tradiciones, en principio no demasiado afines, la de comedia brillante y libertina, obra de su excelente y talentoso guionista Rafael Azcona, con la del melodrama hollywoodiense, con hijas por emparejar, y la presencia de un evento histórico como paisaje, pero que es una referencia lejana,  antes que un modelo narrativo.
Como todo el mundo sabe, Belle Époque es, por encima de todo, un canto a un tiempo perdido.
¿A qué tiempo?
Bien, transcurriendo momentos antes de la proclamación de La Segunda República, y con toda una magnífica subtrama de los roces carlistas, con los borbónicos, encarnada en el personaje de Gabino Diego, y el de su madre, una divertidísima Chus Lampreave, la idea que tiene Belle Époque del pasado, es una muy tentadora, y esperanzadora.
Azcona, concibe La España Republicana, la que iba a entrar en ese momento, como un lugar perdido, tan remoto como la casa en la que habita el sabio protagonista; y en el que todo era, al menos posible, desde una idea distinta de la sexualidad, adulterio, y homosexualidad, que son presentados como algo normal en el entorno de una unidad familiar estable, hasta como algo, incluso romántico, pues el personaje del joven héroe, busca el amor de un modo confuso, juvenil, y con no poco impulso.
Belle Époque, comienza y termina con 2 episodios luctuosos:
Arranca con la muerte de 2 guardias civiles, y concluye con el suicidio del cura (Agustín González), y la suspensión obligatoria de la boda, un símbolo de la claudicación de Fernando, hacia lo socialmente correcto.
Esas 2 escenas, funcionan como 2 rupturas dramáticas, que marcan el paréntesis idílico que vive el protagonista, y todos los espectadores.
Si Belle Époque comienza con un prólogo, más cercano al humor negro, concluye con un triste epílogo, que acumula una triple tragedia:
El suicidio del sacerdote, la renuncia de Fernando, y la soledad de Manolo, donde no hay lugar para el humor.
No es precisamente un final feliz, el plano de Manolo, alejándose en el coche de caballos, aparece teñido de contagiosa melancolía, de una intensa abulia, como si el autor, los personajes, y el paisaje, cayeran en la cuenta que la tristeza no tiene fin… aunque la felicidad sí.
Un final que invita a la reflexión, sobre nuestro concepto de la vida.
En pocas palabras, una España de posibilidades, llena de un saludable apetito sexual, político, cultural; curiosa, y con dotes emancipatorias para las mujeres.
Lo más interesante, en ese aspecto, es el dibujo escasamente normativo de las 4 protagonistas:
Clara, es viuda, y con apenas 26 años, quiebra la memoria de su marido, al tener relaciones con Fernando.
Ella es la hija mayor, encarnada por Miriam Díaz Aroca de 30 años entonces, que ha heredado la empresa de su marido, y con habitual y negrísimo humor, se insinúa que además, pudo haberlo matado.
De ella, tampoco se muestra mucho como es de carácter, pero es sincera, y algo tímida.
Se fija mucho en los errores de sus hermanas, sobretodo de Luz, que siempre la está corrigiendo.
Violeta, que es Ariadna Gil de 23 años entonces, es una lesbiana feliz, y que reivindica su lado masculino, ella es la hermana diferente, ya de entrada, piensa como un hombre, ya que le gustan las mujeres.
Es basta y dura, evidentemente, porque intenta ser como un hombre.
Es muy severa con su hermana Luz, siempre la está corrigiendo, como su hermana Clara.
Rocío, que es Maribel Verdú de 22 años entonces, es una novia formal, indecisa, que se oculta como una promiscua amante, aunque no se muestre en gran manera sus sentimientos, en la historia, podemos ver que está enamorada de su novio Juanito, aunque tiene una manera muy peculiar de demostrarlo.
Y la pequeña, Luz, Penélope Cruz con 18 años, oculta el deseo de llevar una vida convencional.
Ella está enamorada de Fernando, y no le gusta que hablen sus hermanas del tema.
Al comienzo, es bastante inmadura pero, va madurando en el transcurso del metraje.
Amalia (Mary Carmen Ramírez), es la ex mujer de Manolo, la madre que juega a ser cantante de zarzuela, derrochando la fortuna de su amante, es una cantante bastante mala, que está aún enamorada de su ex marido.
Doña Asun (Chus Lampreave) es la madre de Juanito, una mujer muy dominante y controladora.
Es muy devota de Dios, de la iglesia, y seguidora de Cristo Rey.
Mientras que los hombres:
Fernando de 23 años, es un chico enamoradizo e indeciso en tomar decisiones.
No es capaz de traicionar a nadie.
Aunque uno de los pesos recae sobre él, es importante pararse un momento en quien ha sido seminarista por 6 años, especialista en cocina, y que ahora disfruta de una especie de vacaciones, ligadas a una fantasía sexual:
Por mucho que ellas se lo rifen, él hace lo que le da la gana.
Manolo, es un hombre severo en la educación de sus hijas, y es muy protector de ellas.
Está aun fuertemente enamorado de Amalia, su ex mujer.
El viejo pintor frustrado, anarquista de corazón, atrapado en el confort burgués, perseguido por 3 frustraciones personales a lo largo de su vida.
Sus intentos fallidos, se resumen en que no puede rebelarse contra el ejército, contra la Iglesia, y contra la institución burguesa del matrimonio, cometiendo adulterio por su supuesta impotencia.
Fernando Fernán-Gómez, de 71 años al momento, es un actor capaz de convertir en oro, todo lo que tocaba, y que aquí además, se revela como el auténtico espíritu de Belle Époque, con un personaje hecho a la medida, mezcla de bondad y escepticismo.
Danglard (Michel Galabru) es el amante de Amalia, un millonario que está malgastando toda su fortuna, organizando actuaciones por todo el mundo, que acaban siendo un fracaso.
Es inocente, incluso algo corto, o tosco, pero que está muy enamorado de Amalia.
Juanito (Gabino Diego) es el novio de Rocío, un joven maestro, seguidor del carlismo, un chico que está muy enamorado, y lo demuestra en todo momento.
Es religioso por obligación, ya que no es capaz de revelarse contra La Monarquía, a la que su madre le tiene sujeto; pero que al final, sí que es capaz.
Caso aparte es el cura, que parece muy feliz, al justificar mediante la tolerancia su discurso liberal, pero es quien peor parado sale en esta historia, ya que acaba suicidándose.
Es un cura unamuniano, seguidor hasta sus últimas consecuencias de la lectura de “El Sentimiento Trágico de La Vida”, y es destacable, que en el momento del suicidio, tiene en su mano ese libro de Miguel de Unamuno.
En esta obra, Unamuno cuestionaba su fe, y veía el suicidio como un escape de la mortalidad.
Al fin y al cabo, es otra manera de huir de los problemas y los miedos.
Como bien dice Manolo:
“Quien se quita la vida, se quita ese miedo a la muerte”
Como decía anteriormente, “la huida” mueve Belle Époque.
En primer lugar, el realizador se aleja del presente, para trasladarse a un pasado mucho más feliz.
Por otro lado, las hijas de Manolo, escapan de la ciudad al pueblo, un mundo natural, que carece de reglas.
Por último, hay un ansia constante por evadirse de los problemas.
Todo esto es característico de la mentalidad impresionista.
En ella, se celebra el amor libre, la permisividad familiar, la tolerancia política y religiosa, valores que predominaban en la sociedad española de finales del siglo XX.
Es un intento de construir una nueva historia, basada en la idea de igualdad, aceptación, y libertad, algo que está ausente en la memoria de la sociedad española contemporánea.
Y Trueba pretende borrar los conflictos ocurridos en los años 30, especialmente La Guerra Civil, y sus consecuencias.
Encubre los problemas sociales y culturales de ese turbio período, y embellece el pasado.
No es casualidad, que su trama se sitúe cronológicamente, en los últimos días de La Segunda República Española, un período que aquí se presenta, como uno de los más felices, y prósperos de la reciente historia, preludio y contrapunto del oscuro pozo, en el que está a punto de zambullirse el país, para no salir en 40 años.
En esta particular “Belle Époque” se hace muy fácil la exaltación de la “joie de vivre”, y el amor por la vida, dados los vientos de libertad que soplan por doquier, y que recorren todos los ámbitos de la vida nacional:
El pensamiento, la enseñanza, el sexo…
Se pasea, se bebe, hay un feliz número de tango, en el que se propone un juego de roles sexual muy divertido, y hasta hay una zarzuela, a la llegada de una protagonista, en la que se reescribe el viejo Hollywood de la MGM.
Antes de concluir, cabe la pregunta:
¿Belle Époque, defiende la poligamia?
Se presentan una serie de frases sueltas, desordenadas temporalmente, dichas por alguno de los personajes de Belle Époque, que revelan diferentes planteamientos, actitudes, y conductas sexuales.
“Los hombres, en cuanto le quitan la virginidad a la mujer, si te he visto, no me acuerdo” dice Amalia.
“Como es el más rico del pueblo, se cree que todas estamos por sus huesos” dice Rocío.
“Lo que pasa es que las mujeres no podemos vivir sin un hombre.
Sobre todo por las noches” dice Clara.
“Qué tío...
Te has portado como si fueras un hombre de verdad” dice Fernando.
“Las tradiciones son las tradiciones, mamá” dice Juanito.
“Para casarse con un hombre, lo importante es que te guste, ¿no?” dice Rocío.
“¿Y hacerse fraile, qué?
¿Usted sabe lo que es el voto de castidad?” dice Juanito.
“Una buena amistad...
Bueno, el verano pasado, tonteamos un poco” dice Rocío.
“Y como te pongas pesado, te planto, y vuelvo con Manolo” dice Amalia.
“Si una mujer no le gusta al hombre, el hombre no le hace caso” dice Clara.
“Ya no hace falta que nos casemos:
En cuanto venga La República, se va a declarar el amor libre” dice Juanito.
“Jesús, María y José...
Oye, que el seminarista nos la desvirga...” dice Amalia.
“Mucho amor y mucho sufrir, pero que no te lo has pasado bien ni nada” dice Luz.
“Ya sabes, yo padrino de tu primer hijo” dice Violeta.
“Quiero que hagas conmigo, lo mismo que has hecho con ellas” dice Luz.
El diálogo es una declaración de intenciones, un manifiesto de la cultura sexual vivida en la época, sobre primeras experiencias, masturbaciones, homosexualidad, represión, etc.
En lo relativo al papel de la mujer, éste no se corresponde con  la realidad, sino que Belle Époque se adelanta a su tiempo.
Lo que salva a Belle Époque, es que las mujeres jóvenes, tienen voluntades y deseos propios, y un delicado sentimiento de rebelión libertina, que sopla a través del metraje.
Y es que en los últimos años de La Monarquía, todo se basaba en un orden paternalista, y fue con La República ya instaurada, cuando se luchó por reconocer derechos, como:
La igualdad de sexos, la protección del trabajo femenino, el matrimonio civil y el divorcio.
Estas libertades, están presentes en toda la obra, cuando todavía España no ha entrado en La República.
La mujer desempeña papeles muy diferentes:
Hija, hermana, madre, esposa, amante, amiga… y hay un claro cambio respecto al papel tradicional.
La mujer es mucho más libre de lo imaginable en aquella época.
Incluso, no es disparatado decir, que ocupa un lugar más importante que el hombre, y se erige dominadora en la batalla de sexos.
Todas, y cada una de las mujeres, parecen controlar a los hombres, desde las hermanas en su constante juego con Fernando, hasta la madre, en su recreo con el amante, y su esposo Manolo.
Pero sin duda, quien mejor representa el adelanto a su tiempo es Violeta, una mujer con rol de hombre.
Tiene un trabajo fijo, y su entorno le apoya en la búsqueda de una mujer que le haga feliz.
La aceptación de su lesbianismo, no se presenta nunca como un problema en Belle Époque.
También, Violeta se cambia los papeles con Fernando, la noche de carnaval, y es quien toma la iniciativa con el joven, cuando éste se viste de mujer, lo que acentúa su virilidad, adoptando un rol masculino.
La transgresión, es utilizada en Belle Époque, como elemento cómico:
Fernando, ha roto con el seminario y el ejército; Manolo intenta ser un rebelde y un infiel, aunque no lo consiga, y se haya convertido en un “circunspecto burgués”; el cura, juega a cartas en el prostíbulo del pueblo, y no deja de saborear los platos que prepara Fernando; el guardia civil, deja en libertad al prisionero, por si cambia el “orden establecido”; Violeta, intenta cambiar su rol femenino; Clara, quiebra la memoria de su marido con la infidelidad; Juanito, es capaz de cambiar sus ideas políticas y religiosas, para conseguir a Rocío; Elvira juega a ser cantante de zarzuela, dilapidando la fortuna de su amante Danglard...
Sólo hay un momento, en que las libertades de los personajes pueden verse mermadas, y es al final, coincidiendo con la vuelta a la realidad.
Los protagonistas, deben regresar a su vida, y olvidar sus experiencias de verano.
Casi desconocedores de su identidad, buscan ser libres, pero no tener los pies en la tierra, les priva de ello.
Luz y Fernando, van a contraer matrimonio, lo cual es totalmente contrario a sus valores, ya que no creen en la Iglesia, sino en el amor libre.
No se muestra especial entusiasmo frente al enlace, e incluso Manolo afirma que “gana un yerno, pero pierde un amigo”
El matrimonio, no se corresponde en esta ocasión, con un final feliz.
Pero realmente esa boda no se celebra, ya que Don Luis fallece, y es el mismo Manolo quien dice eso de “vosotros daos por casados”
El suicidio del padre, evita el fin de la libertad de Luz y Fernando.
Por último, la banda sonora fue dirigida por Antonio Duhamel, e interpretada por La Orquesta filarmónica de Madrid, en Kirios Studios de Madrid, en noviembre 1992, mientras que las canciones, fueron interpretadas por Mary Carmen Ramírez.
“¡Oh, encantadora belleza orgánica, que no se compone de pintura al óleo, ni de piedra, sino de materia viva y corruptible, llena del secreto febril, y de la podredumbre!”
Belle Époque, aparenta ser una afirmación de la posibilidad de hallar El Cielo en La Tierra, del descubrimiento de un paraíso, donde se hace realidad la satisfacción de los deseos, cercana al espíritu libertario de la ficción utópica.
En ella, cuerpos y deseos, se mueven sin ataduras en un mundo donde todo es posible con la ayuda de la amistad, el amor libre, y el desmantelamiento de los aparatos represivos ideológicos, principalmente la Iglesia, y las fuerzas del orden.
Belle Époque, es la celebración de un pasado glorioso de libertad absoluta, belleza física, y deseo sin ataduras.
Es una desilusión ante el presente, y un anhelo por recuperar ese tiempo que miramos de reojo con nostalgia.
Puede interpretarse incluso, como un intento de olvidar el ayer, y construir una nueva historia que se ajuste a los valores contemporáneos, dominados por el “laissez faire”
Belle Époque es la historia del Paraíso, demasiado bueno para durar.
Es sobre el descubrimiento de la vida, pero la vida de verdad:
La libertad, el arte, el amor, el sexo, la amistad…
Todas las cosas que hacen la vida interesante.

“Si los curas y frailes supieran, la paliza que van a llevar, saldrían del claustro gritando:
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!”



Comentarios

Entradas populares