Ocho Apellidos Vascos

“¡Que soy vasco!
A parte de ser andaluz, sería sevillano, no de Córdoba.
Soy sevillano, del barrio de la Cruz”

Aunque las películas sobre Euskadi Ta Askatasuna (ETA), han sido una constante en la industria, aún dan miedo en el cine español…
El País Vasco o Euskadi, en euskera, “Euskal Herria” es una comunidad autónoma española, situada en el extremo nororiental de la franja cantábrica, lindando al norte con El Golfo de Vizcaya, Mar Cantábrico; y Francia, Aquitania; al sur con La Rioja, al oeste con Cantabria y Burgos, y al este con Navarra.
El País Vasco, está reconocido como nacionalidad histórica, por su Estatuto de Autonomía; y lo integran las provincias denominadas territorios históricos en el ordenamiento autonómico de Álava, Guipúzcoa, y Vizcaya.
En El País Vasco, se han hablado 2 lenguas desde hace siglos, el español o castellano, y el euskera o vascuence, siendo las 2 originarias de la región.
En particular, el euskera, a diferencia del resto de lenguas españolas modernas, no procede del latín, ni pertenece a la familia indoeuropea.
Solamente habla euskera, en El País Vasco.
También, la gente tiene muchísimo orgullo local; siempre son euskera, antes de español; y de verdad, la lengua vasca, es la más antigua y la única de su tipo en toda Europa.
Otro particular, es la antroponimia vasca, que proviene de una larga tradición, cuyos orígenes no son del todo conocidos, al igual que el propio idioma vasco.
En la actualidad, se compone de nombre de pila y 2 apellidos, por lo general, primero el paterno, y segundo el materno, como en el resto de España.
Los apellidos vascos, tienen una peculiar idiosincrasia, proveniente de su rica lengua de origen prácticamente desconocido, sin ninguna otra emparentada con ella; por lo general, son apellidos polisintéticos, compuestos de varios elementos y raíces que pueden reflejar en un solo término, un significado bastante complejo, derivado en su mayor parte de elementos topográficos.
Aunque su origen es bastante homogéneo, algunos apellidos muestran influencia del latín, y otras posteriores lenguas vernáculas, especialmente el castellano y el francés.
La singularidad vasca, desde el punto de vista de los apellidos, no consiste en la primacía de los euskéricos, sino en la presencia de apellidos con origen distinto.
En El País Vasco, hay una especie de culto soterrado al apellido euskérico, que representaría la autenticidad.
O no tan soterrado, por el hábito, no sólo nacionalista, de lucir el apellido vasco si se tiene, o cambiarles el orden, para representar oriundez.
Cabe señalar, que los apellidos vascos pueden tener diversas grafías, si son escritos en la forma canónica del euskera, o bien adaptados a la fonética castellana, o francesa:
El euskera, carece de letras como la “c” o la “v”, que son sustituidas por la “k” o “z”, según el sonido; y por la “b”, respectivamente.
La “ch”, se transcribe como “tx”, y dispone de sonidos no existentes en castellano, transcrito como “ts” y “tz”
La “g” se pronuncia siempre fuerte, por lo que carece de los diptongos “gue”, “gui”, escritos siempre “ge”, “gi”
La “r”, no suele encontrarse a principio de palabra, por lo que es habitual anteponer una vocal a ese sonido, etc.
Algunos ejemplos de apellidos con distinta grafía en euskera, castellano, y francés son:
Etxeberria-Echeberría-Etchevérry; Eizagirre-Eizaguirre-Eyçaguerre; Irulegi-Irulegui-Irouléguy; Goienetxe-Goyeneche-Goyhenétché; y Oiartzabal-Oyarzábal-Oyharçabal, por ejemplo.
Muchos de los apellidos vascos, están compuestos de prefijos y sufijos, generalmente relativos a elementos geográficos, o de la naturaleza.
La combinación de estos elementos, da lugar a un gran número de apellidos vascos, como por ejemplo:
Aranburu (cima del valle), Basagoiti (parte alta del bosque), Etxebarria (casa nueva), Gaztelumendi (monte del castillo), Larrabeitia (parte baja del prado), Mendieta (sitio de montes), Ugartebide (camino de la isla), Zubiaga (lugar del puente), etc.
Una de las características más curiosas de los apellidos vascos, es que debido a la adición de diversos elementos, pueden dar lugar a apellidos verdaderamente largos, como por ejemplo:
Abasoloaurtenetxe, Agirregoitiafelipena, Aranburukoerrota, Arbaitzasanjuangoa, Barinagarrementeria, Etxabarriaerrandonea, Etxebarrietaaltaleorraga, Fullaondobustinzuria, Garaizabalategortua, Gerrikaetxebarria, Goitiaburularrazabal, Iturriagaetxebarria, Koskorrotzaatxurra, Landarroitajauregi, Madariagaerrandokoa, Muniategiandikoetxea, Pagatzaurtunduagoienengoa, Solagurenbeaskoa, Untzetabarrenetxea, Uribarrifulagarai, Urrestiantsoleaga, Zuatzolazigorriaga, etc.
El apellido vasco más largo conocido, es:
Burionagonatotorecagageazcoechea, perteneciente a un funcionario del Ministerio de Finanzas, en Madrid, en 1867.
Con el paso de las generaciones, numerosos apellidos vascos corren serio peligro de desaparecer.
La legislación permite que un ciudadano adopte ese apellido en primer lugar, si es nombre español, si es suyo, y si escasea.
Pero “que sean poco frecuentes, no significa que sean raros”, defienden desde Euskaltzaindia, La Real Academia de La Lengua Vasca.
La morfología de muchos apellidos vascos, resulta de la suma de varios nombres, por la unión de familias, o por la adición de topónimos que ubicaban a grupos familiares.
“Muchos son oicónimos, que proceden de nombres de casas”, explica Mikel Gorrotxategi, Secretario de La Comisión de Onomástica de Euskaltzaindia.
“Aiba la hostia, mi arma”
Ocho Apellidos Vascos es una comedia española, dirigida en el año 2014, por Emilio Martínez-Lázaro.
Protagonizada por Dani Rovira, Clara Lago, Carmen Machi, Karra Elejalde, Alfonso Sánchez, Alberto López, Aitor Mazo, Lander Otaola, entre otros.
El guion es de Borja Cobeaga y Diego San José.
El propio director cuenta que con Ocho Apellidos Vascos “se rompe el tabú de hablar de manera sagrada del sentimiento identitario, que se ha identificado con la religión”
Por otro lado, del más autóctono:
“Los vascos, siempre se han reído de estos temas, pero en privado.
Y ahí precisamente está la diferencia”, relata el escritor Kirmen Uribe, originario de la localidad vizcaína de Ondárroa, cercana a la guipuzcoana de Getaria, uno de los lugares donde se rodó Ocho Apellidos Vascos.
Una de las claves de Ocho Apellidos Vascos, es el choque cultural entre el norte y el sur, una fórmula que ha funcionado en otros países.
“Estamos hartos de muchas cosas en este país, y una de ellas, es el constante enfrentamiento entre políticos que recurren al nacionalismo, para conseguir votos y escaños de la manera más burda.
Ocho Apellidos Vascos, opta por una batería de tópicos sobre vascos y andaluces, para dejar en evidencia, la absurda rivalidad que intentan crear, y sobre todo, invita a pasarlo bien juntos, celebrando nuestras diferencias”, dice el director.
Sobre cómo ha influido el factor político de la España actual, en la respuesta del público, Martínez Lázaro dice que “tiene que ver con el hartazgo que siente la gente hacia la forma tan tensa como algunos nos obligaron a vivir ciertas realidades.
Ocho Apellidos Vascos ha gustado, porque trata con sentido común, lo que los políticos de uno y otro lado, nos vendieron con dramatismo para conseguir votos”
El nombre de Ocho Apellidos Vascos, hace referencia a los 8 apellidos vascos que dice tener el protagonista, más concretamente:
Gabilondo, Urdangarín, Zubizarreta, Arguiñano por vía paterna; e Igartiburu, Erentxun, Otegi, y Clemente, por vía materna.
El rodaje se inició en junio de 2013, y se prolongó durante varias semanas.
Aunque algunas escenas se rodaron en Sevilla, cerca del puente de Triana, las principales localizaciones se sitúan en el norte de España.
Argoitia, el pueblo ficticio donde se desarrolla la trama principal, nace de la unión de varias localidades del País Vasco y Navarra.
La casa de la protagonista, se encuentra ubicada realmente en Leiza, Navarra.
Para las escenas costeras, se eligió la localidad vasca de Guetaria.
La escena de la manifestación, se rodó en Zumaya, donde también se encuentra la ermita de San Telmo, que sirve de escenario a varios momentos del tramo final.
Por último, el sevillano bar de Los Muelles, no está en Sevilla, y sí en la localidad guipuzcoana de Mondragón.
Así las cosas, Ocho Apellidos Vascos sigue a Rafa/Antxon/ Iñaki “El Metralletas” (Dani Rovira), un sevillano que nunca ha salido de Andalucía, que decide abandonar su tierra natal, para seguir a Amaia (Clara Lago), una joven vasca, que a diferencia de otras mujeres que ha conocido, se resiste a sus técnicas de seducción.
Él es un sevillano de pura raza; y ella, vasca hasta la médula.
Él con un pavor hacia los vascos, por todo lo que implican políticamente; y ella con un asco hacia los sevillanos, por todo lo que implican en relación al folklore.
En contra de los consejos de sus amigos, Rafa decide viajar al pueblo de su pretendida, Argoitia, en el corazón abertzale del País Vasco.
Una serie de circunstancias, llevarán al joven sevillano, a tener que hacerse pasar por un auténtico vasco con 8 apellidos, e ir enredándose cada vez más en el personaje, para lograr sus propósitos.
Amaia, no recibe con especial entusiasmo a Rafa, pero tras el rechazo inicial, decide que se haga pasar por su novio Antxon.
Así, no tiene que contarle a Koldo (Karra Elejalde), su recién recuperado “aita”, que el verdadero Antxon le ha dejado plantada, casi en el altar, con un buen número de deudas.
El enredo, al que se une Merche/Ane (Carmen Machi), como supuesta madre de Rafa/Antxon, está servido.
“Como me engañes tiro del sedal, te cojo, te ablando a hostias, te retuerzo entero, y luego hago contigo un nudo marinero, y esto sí que no son matáforas ni hostias de estas vuestras, y ahora a comer”
Ocho Apellidos Vascos, se ha convertido en la película más vista de la historia del cine español, con más de 6,5 millones de espectadores, y la 2ª con más recaudación, de 38 millones de euros.
Ocho Apellidos Vascos es una comedia romántica, pero en la que se manejan las diferencias identitarias que existen entre un andaluz y una vasca.
Así, el argumento lleva a un andaluz hasta Euskadi, tras la pista de una chica a la que ha conocido en una noche loca en Sevilla.
“Es una sátira brutal de los provincianismos, y los nacionalismos estrechos”, advierte el director.
Se trata de una comedia blanca, basada en el choque de los arquetipos vascos y andaluces, mezclados con el eficaz, y eterno recurso, de la atracción romántica entre opuestos, plasmada en unos diálogos dinámicos e ingeniosos, así como en sacar punta a todas las situaciones de conflicto, entre los antagónicos puntos de vista de los personajes.
El director, Emilio Martínez-Lázaro, ha suavizado algunos aspectos del guión original, para obtener una comedia con unos toques ácidos, pero esencialmente amable.
La historia es simple.
Los chistes son igual de simples.
Y ambos se basan en algo muy muy muy simple.
Una excusa para juntar 2 estereotipos llevados al límite, y reírse de las diferencias.
Con esto que parece tan simple, consiguen hacerte pasar una hora y media de carcajada en carcajada.
Se ríe de estereotipos y tópicos vascos y andaluces, con gracia y soltura, aunque en todo momento mantenga un tono de ligereza para todos los públicos, y no se atreva a ir más allá, ni en las bromas, ni en la reflexión global.
El veterano director, intenta explicar su inmenso éxito:
“A grandes rasgos, el éxito de Ocho Apellidos Vascos tiene 2 causas:
Una es la risa:
El guion es genial, la primera vez que lo leí, no paré de reírme en voz alta.
Pero es que luego, en la sala de montaje, el montador se reía igual.
Hay un segundo motivo, y es que está bien cerrada, los personajes están bien armados, no es una sucesión de gags graciosos, sino una historia bien contada, que transmite buen rollo.
La gente sale del cine con una sonrisilla en la cara”, acotó.
El viaje por un cegamiento amoroso de Rafa a Euskadi, despliega un abanico de hilarantes situaciones, que sólo un cómico del nivel del debutante cinematográfico, Dani Rovira, sabría explotar en pantalla.
A pesar de su poco carisma para los momentos tiernos, solventados con suficiencia por una Clara Lago, que tiene un algo-que-no-sé-qué-que-qué-se-yo; y ayudados claro, por 2 fantásticos secundarios, de la talla de Carmen Machi y de Karra Elejalde, que lucen muy bien con padres, una más forzado que el otro, de estos 2 jóvenes, cuya historia, a pesar de ser el eje principal de la trama, sabe salvaguardarse para realzar subtramas como el amor perdido entre padre e hija, o como el conflicto independentista vasco, retratado con una comicidad, absolutamente brillante.
Los personajes masculinos, de Rafa/Antxon y de Koldo, destacan por encima de los personajes de Amaia o de Merche/Ane.
Koldo, representa la masculinidad vasca; es un hombre rudo.
Pescador en el “Sabino hiru”, no se caracteriza por ser un hombre sensible.
Sólo es capaz de mostrar sus sentimientos, si está borracho, o lejos.
Hace 6 años que no tiene relación con su hija, de la que se intuye, se separa tras el abandono de su mujer, por otro sevillano.
Para él, lo más importante es que su hija se case con un vasco de pura cepa, que no sea del sur, de ese sur que está en Vitoria.
A pesar de su afabilidad, y de que el público empatice inmediatamente con su personaje, asume una masculinidad patriarcal dominante, esa que pesca atunes de muchos kilos, que hace todo “con la chorra” y que nunca ha asumido responsabilidades en el espacio privado y/o doméstico.
Una masculinidad autoritaria, que para no cuestionarse sus certezas, prefiere ignorar.
Una masculinidad que, tras la relación con su hija y con Merche, impresionante el despertar rodeado de motivos de la Benemérita, evoluciona levemente hacia una evidente humanización, que hacen de él, un personaje entrañable.
Koldo olvida todos sus ideales, los que son el motor del personaje, y eso hace que pierda consistencia, porque ni siquiera nos dan algo más que una leve cara de circunstancias, cuando despierta en lo que debería ser su peor Infierno...
Con los roles femeninos:
El de Amaia, es un personaje plano.
Mantiene la misma actitud de joven arisca durante todo el metraje.
No evoluciona, o al menos no lo hace como los personajes masculinos.
Llega a ser una mujer manipuladora, e incluso mala, frente a la bondad intrínseca de los hombres.
No es capaz de decirle a su padre, que la boda es una farsa.
Es Rafa quien lo hace, subrayando sus virtudes, y dejando en evidencia a Amaia.
Si bien el personaje de Merche es más rico, y su relevancia es mayor, refuerza este orden patriarcal, al considerar a Amaia como una mujer manipuladora.
Incluso, aconseja a Rafa que tenga cuidado con ella...
En definitiva, Ocho Apellidos Vascos es otra comedia, que desde el punto de vista de género, contribuye a fomentar los roles patriarcales de preponderancia masculina.
Y es que en esa Euskadi deconstruida, en la que las mujeres tejen las redes de los barcos, en las que los hombres salen a faenar las mujeres, están casi fuera de la catarsis que propone Ocho Apellidos Vascos.
La sociedad vasca, es matriarcal; y el machismo y “señoritingueo”, es andaluz.
Por otro lado, haciendo otro tipo de lecturas:
Emilio Martínez-Lázaro, es un cineasta que ha dirigido un número considerable de comedias, en la que el punto de vista desde el que se construye el relato, es masculino.
Ni la juventud de los protagonistas, ni el protagonismo femenino, evitan que las películas de Martínez-Lázaro destilen un androcentrismo muy identificable, y más que evidente, y se observen roles sexistas.
Se basa en tópicos y estereotipos, sea tan androcéntrica, y tenga un personaje femenino protagonista tan pobre, y plano.
Y es una lástima, además porque más allá del éxito masivo de público, Ocho Apellidos Vascos desmonta “lo vasco” desde un punto de vista irónico, mordaz, e incluso cruel, que hace 20 años, o 10 años, hubiera sido completamente inconcebible.
Y aunque se afirmen cosas como:
“No hables de Franco que se enervan”
“Estos hacen cócteles molotov en cero coma”
“Que pueden ser de un comando”
“Rayar coches es típico allí”, y el protagonista en un momento dado, se convierta en adalid de la “kale borroka” bajo el seudónimo de Iñaki “El Metralletas”, o se incida en otros tópicos que no tienen que ver con el pasado terrorista de Euskadi, como “para el tema de las bromas qué poco arte tenéis”, o aprender euskera con un libro que se titula “Kaixo. El Euskera Sin Miedo”, todo huele a catarsis, y alivio...
Esta mirada del otro, tiene claras referencias a la feminidad euskalduna, que apelan a un imaginario, en la que las vascas tienen poco afición por el sexo, y no se caracterizan por cuidar de su aspecto físico, e indumentaria.
Perlas como:
“Dormir con una vasca, es como tirarte 3 veces a una de Málaga”
“Las vascas en el bolso, no llevan ni pintalabios, ni rímel, ni nada, en Euskadi no hay Miss Euskadi”
“Esa ropa está bien si vengo de coger aceitunas en Puente Genil”, inciden en una realidad evidente, la homogenización de una determinada estética femenina vasca, que huye de marcar o potenciar la feminidad, y que lleva consigo, necesariamente, connotaciones de represión sexual.
Mucha gente en Euskadi, sabía de los tópicos andaluces como el flamenco, la gomina, el amor por el Betis, y el gracejo con las mujeres, pero con Ocho Apellidos Vascos, han aprendido a reírse de los suyos, que son tanto, o más típicos que los del sur.
De hecho, Ocho Apellidos Vascos sigue arrasando en las salas de cine, y está mostrando en la gran pantalla, que los estereotipos de la “kale borroka”, del acento exagerado al hablar, del culto por el buen comer, del eterno mal tiempo, y que ligar en Euskadi “es un milagro”, provocan carcajadas desmedidas con este humor trivial.
Y en Andalucía, ¿qué?
En Andalucía, la buena recepción de Ocho Apellidos Vascos, ha demostrado también, que los andaluces se ríen de sus tópicos, pese a que históricamente haya podido suponer un lastre para la valoración de su carácter, o la consideración de su potencial laboral, cultural, y hasta educativo.
Además de la región más poblada de España, Andalucía es tan grande como Portugal, es muy diversa en sus provincias.
Así, expresiones de Sevilla como “mi alma”, que puede pronunciarse “mi arma”, causan un abierto rechazo en provincias limítrofes como Cádiz, Huelva, o Córdoba, de modo que en las provincias orientales, ni siquiera se entienden.
En Ocho Apellidos Vascos, la comedia española sobre la tragedia vasca, el padrazo nacionalista interpretado por Karra Elejalde, le pregunta al pretendiente de su hija, cuántos apellidos vascos le respaldan, preocupado como está por garantizar la pureza de sangre vasca…
Entre carcajadas de pacotilla, y malos chistes, Ocho Apellidos Vascos hace un retrato del racismo inherente al nacionalismo vasco, desde Sabino Arana.
Algunos dirán, y con razón, que la visión que se da de los vascos aquí, es completamente estereotipada.
Pero ese argumento se viene abajo, cuando vemos a los andaluces...
Rovira sabe reírse de sí mismo, y de su tierra, al encarnar al sevillano típico, amante de La Semana Santa, de las sevillanas, y de El Rocío, sin que falte por supuesto, el acento andaluz.
Así que, una de cal y otra de arena, mientras que los vascos se nos presentan como unas personas, temas independentistas aparte, que te acarician, y te dejan marca; los andaluces aparecen tal y como se ven fuera de sus fronteras, como amantes de la fiesta, y de la pereza.
Ninguna de las 2 imágenes, se corresponde con la realidad.
La auto parodia del pueblo vasco, y sus tradiciones y aficiones, hará que muchos recuerden de “Vaya Semanita”, el mítico programa de ETB, quien también colabora en la producción de Ocho Apellidos Vascos, y no es extraño, pues los 2 guionistas, Borja Cobeaga y Diego San José, comenzaron su andadura, en el mundo de la audiovisual en dicho programa.
De ahí, los continuos chistes al Athletic, “Clemente” es uno de los 8 apellidos que escoge Antxon en este caso, a la pilota, o a la fuerza sobrehumana de los vascos, características todas ellas presentes en el espacio presentado por Andoni Agirregomezkorta.
En la aventura personal que corre el protagonista, se encontrará con el padre de la chica, al que define uno de sus creadores, como un “súper nacionalista vasco, que probablemente ni exista, pero que nos venía bien como contrapunto al mega sevillano”
Los tópicos que nos vamos a encontrar, pueden imaginárselos, y hasta pueden haberlos sufrido en sus vidas, ahí está la clave de la conexión emocional necesaria para que estos chistes funcionen.
Habrá vascos que coman mucho, y andaluces muy graciosos sí, pero se han centrado sobre todo, en los tópicos que tenían que ver con las relaciones interpersonales, por tratarse de una comedia romántica.
“De ahí que sea un andaluz muy zalamero, y sin problemas para mostrar sus sentimientos; y una vasca más fría, que quiere igual que él, pero que le cuesta expresarlo”, añade Diego San José.
Este retrato macarro, no es otra cosa que el desconocimiento que desde fuera se tiene del País Vasco, el andaluz se mete en problemas, y prácticamente crea la “kale borroka”, cuando en el pueblo imaginario del que es Amaia, ni existía.
Un reflejo en clave de humor del problema de no informarse, y tirar de prejuicios.
Diego San José, afirma que no hay moraleja:
“Es una comedia romántica, que solo sirve para estos 2 personajes, y que los que la vean se rían, hacer moraleja no permite tanto gag.
A estas alturas, no creo que haya que decirle a nadie, que si 2 personas se gustan, da igual de donde sean.
Ni siquiera le atribuiría ese mensaje a Ocho Apellidos Vascos, por lo evidente que es.
Lo divertido es el camino que hacen para acabar juntos, y que está plagado de tropiezos, por culpa del desconocimiento de culturas”, señaló.
Grandes puntos de humor, la mayor parte de ellos, soportados sobre el personaje de Rafa/Antxon, cuya facilidad para cambiar de registro, realmente es espectacular.
Esas bromas, que sin llegar a la brillantez, siempre son lo suficientemente divertidas para provocar la carcajada, tienen su anclaje en todo aquello que el espectador conoce, todo aquello de lo del espectador se ríe.
Y una vez más, debemos hablar de la juventud de Ocho Apellidos Vascos, para hacer referencia a una de sus principales bazas, la extrema valentía que tiene, realizando bromas con temas peliagudos, pero que se sienten incluso necesarias.
Me reí con:
Las “escayolas”, en lugar de “ikastolas”; con la Ertzainza como nombre de mujer; el “Euskadi tiene un color especial” como consigna de manifestación; el “Clemente” como uno de los 8 apellidos vascos, junto con Arguiñano, Igartiburu, Erentxun, Gabilondo, Urdangarín, Otegi, y Zubizarreta; el “abertzandal” por “abertzale”; o incluso con el momento Anne Igartiburu de TVE.
O cuando Koldo se levanta tras pasar la noche con Merche, “llámame Anne” y descubre todo lo que tiene en su casa:
La figurita del Guardia Civil, el almohadón de España, la foto del Rey, el cuadro de la bandera de España, y el toro...
Ese momento de “descubrimientos”, y sus caras de sorpresa/espanto, son una maravilla.
Pero tampoco se puede olvidar a Rafa/Antxon en la manifa, y sus lemas:
“Somos mejores que los españoles”
“Lo sabe hasta mi tía, queremos amnistía”
“Viva Euskal Herria manque pierda”
Los comentarios de Koldo, sobre los amigos andaluces de Rafa/Antxon:
“Estos son un poco raros, deben de ser de Álava”
Así como la cena de Rafa con Koldo y Amaia, el momento en el que Koldo escucha sevillanas del teléfono por la casa; el comentario de Merche:
“Hasta mañana corazones”
La opinión de los amigos andaluces de Rafa sobre los vascos, y las vascas, y “su reputación”; la confesión de Rafa al cura; Rafa en la cárcel; cuando Rafa pasa el túnel y llega a Euskadi, con lluvia y ventisca, que recuerdan a Mordor… y así un largo etcétera.
Cabe mencionar, para quien no lo sepa, que Ocho Apellidos Vascos cuenta la historia de un andaluz, que se hace pasar por vasco, y novio de una joven de ese origen, ante el padre de ella, que quiere un yerno con “8 apellidos vascos”
Y qué decir de la aparición de Los del Río, metida con calzador...
El tema principal, y original de Ocho Apellidos Vascos, titulado “No te Marches Jamás”, es interpretado por la cantante vasca, Leire Martínez, vocalista de La Oreja de Van Gogh, y por el cantautor andaluz, David DeMaría.
La canción, contiene letras tanto en euskera, como en castellano, cantadas por Leire y David, respectivamente, como reflejo del argumento de la misma película.
“No hables de Franco que se enervan”
Las casualidades…
Las circunstancias…
La vida ha querido que, poco después de que se estrenara la taquillera película Ocho Apellidos Vascos, El Alcalde de la localidad navarra done se rodó, el abertzale de Bildu Oier Eizmendi, haya presentado su dimisión.
Eizmendi, que ha estado al frente del consistorio navarro durante los últimos 3 años, aduce “razones personales” para dejar el cargo.
Su entorno habla que lo deja por la polémica generada tras la decisión del Tribunal Supremo, de obligar a todos los ayuntamientos, a cumplir la ley, y colocar la bandera de España en sus balcones.
Pero los hay que no quieren desvincular su decisión de Ocho Apellidos Vascos.
¿Por qué?
Muchas, y variadas razones:
Ocho Apellidos Vascos ha provocado un indisimulado malestar en toda la izquierda abertzale, en los que arropaban y aplaudían a ETA, en todo.
Sus medios afines, han arremetido con dureza, sus columnistas han despotricado contra esta comedia, que está alcanzado cifras históricas de audiencia.
Y eso, para muchos de ese entorno, está siendo desolador.
Consideran que ridiculiza a la izquierda abertzale, y traslada esa imagen a toda España.
Pero lo grave para ese “entorno”, no es solo Ocho Apellidos Vascos en sí, que también, sino el hecho de que ha sido grabada con el beneplácito y apoyo de ayuntamientos como el de Leiza, ayuntamientos que, encima, están bajo su mandato, dirigidos por Bildu.
Y son muchos los que, de forma cerrada, sin dar publicidad, critican y censuran que localidades “de las suyas”, de la izquierda abertzale, hayan abierto las puertas de par en par, para grabar un film en el que consideran que se les ridiculiza... o así lo interpretan.
En los agradecimientos de Ocho Apellidos Vascos, aparece el ayuntamiento de Leiza, liderado entonces por el ahora dimitido Eizmendi.
Además, durante el rodaje, algunos del equipo fueron invitados a la Herriko Taberna, a la mal llamada “sede social” de la izquierda abertzale.
Había compadreo, había cercanía, había buen rollo...
Ahora, visto el resultado de Ocho Apellidos Vascos y, sobre todo, el éxito de crítica y público, esas puertas abiertas de la izquierda abertzale en Leiza, se le han cerrado de golpe, al que las abrió, a su alcalde.
Cierto que todo coincide con la dinámica y la exigencia judicial de tener que poner la bandera de España.
Pero para algunos, más bien, para muchos, eso suena a excusa.
Eizmendi, que ha protagonizado episodios de exaltación, de arropo, de cariño a ETA, y a su entorno, es difícil que ceda  a la presión del Tribunal Supremo, por tener que poder la bandera española.
Bandera que, por cierto, ha desaparecido de nuevo del ayuntamiento navarro.
¡O Casualidad!
El ayuntamiento, que cuenta con 9 concejales de Bildu, 1 de UPN, y otro de Derecha Navarra y Española, ha denunciado la desaparición de la bandera.
En fin; únicamente Eizmendi ha tenido que acudir, incluso, a La Audiencia Nacional, para declarar como imputado por exaltar a ETA.
Algunos datos que no conviene olvidar:
Leiza, es una de las poblaciones, donde el acoso de ETA, y de su entorno, ha sido más duro durante décadas.
Allí, un pueblo de poco más de 3,000 habitantes, los etarras han cometido 3 asesinatos, entre 1982 y el 2002.
Leiza, es uno de los lugares de España, donde más terror ha existido.
De allí, los no nacionalistas han sido expulsados o silenciados.
Ahora, el pueblo se ha convertido en el sarcasmo de la piel de toro…
Ha pasado de estar bajo el terror de ETA, a provocar risa sana.
El régimen batasuno, ha pasado de dar miedo, a provocar risa.
Y esa imagen trasladada por Ocho Apellidos Vascos, será difícil que la izquierda abertzale logre darle la vuelta.
La presión etarra...

“¡Con lo que me gustan a mí los andaluces y la gomina!”



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