Downhill

“Here is a tale of two school-boys who made a pact of loyalty”

Con una trayectoria que abarca más de 50 películas, y un estilo único, que revolucionó el cine de suspenso, Alfred Hitchcock es uno de los más grandes referentes de la historia cinematográfica.
Sus filmes, son ampliamente recordados en el mundo entero, sin embargo, sus primeros largometrajes filmados, aún en el periodo del Cine Silente, y realizados en Gran Bretaña, no son tan conocidos por los seguidores del nombrado “Maestro del Suspense”
Hablar de Alfred Hitchcock, es referirnos a un director que transitó con éxito, aunque no exento de tropiezos, del Cine Silente al Cine Sonoro; del banco y negro al color; dejando un innegable legado, en la manera en la que actualmente se hace una película.
Desde temprano, Hitchcock entiende perfectamente, que el cine no es teatro filmado, que los actores son importantes, pero no menos importante es dónde poner la cámara.
Muchas veces, sobre todo en el género de suspenso, el cual tanto cultivó, y del cual se convirtió en su principal exponente, un gesto del actor, vale más que una depuradísima actuación, ya que la toma durará sólo unos segundos, pero su valor, al ser editado con otros planos, serán únicos.
Si hay una parte que trasciende lo técnico, es Downhill, que retrata los miedos y las fobias, aquellos miedos infantiles, que nos habitan durante toda la vida, pero que dominamos a fuerza de grandes dosis de raciocinio.
Los miedos y las fobias, aunados a un instinto sexual reprimido, son algunos elementos que se conjugan en el cine de Hitchcock, dotándolo de algo primigenio, algo que nos conecta de inmediato, más allá de las teorías.
Downhill es un drama teatral, firmado por Ivor Novello, quien es protagonista estelar del film homónimo, y junto a Constance Collier, bajo el alias combinado “David L’Estrange”, que había disfrutado de un éxito moderado en El Reino Unido durante el 1926, en parte debido a la gran cantidad de fans femeninas que seguían a Novello; todo un sex-symbol de la época.
El joven actor, y Collier, habían colaborado previamente en la obra de teatro de éxito “The Rat”, una versión de la película que fue dirigida por Graham Cutts, para Gainsborough Pictures, productora británica para la que Hitchcock realizó Downhill.
Aunque Hitchcock había anunciado que se iba de Gainsborough Pictures, y había firmado un contrato de 3 años con British National, que pronto se convertiría en British International Pictures, todavía le quedaban un par de meses restantes en su contrato de Gainsborough, por lo que aceptó dirigir a Ivor Novello, una vez más.
“One of them kept it, at a Price”
Downhill es un drama de 1927, dirigido por Alfred Hitchcock.
Protagonizado por Ivor Novello, Isabel Jeans, Lilian Braithwaite, Ian Hunter, Norman McKinnel, Ben Webster, Robin Irvine, Jerrold Robertshaw, Sybil Rhoda, Annette Benson, Hannah Jones, Barbara Got, Alf Goddard, Violet Farebrother, entre otros.
El guión es de Eliot Stannard, basado en la obra homónima escrita por Ivor Novello y Constance Collier.
Sin embargo, es evidente que Hitchcock no quiso realizar una obra teatral filmada, sino una película, basada más en lo visual y en el montaje cinematográfico, que en el texto, por lo que es difícil adivinar, como sería el original literario…
De hecho, aunque se trata de una film silente, apenas se utilizar rótulos para contar, o hacer avanzar la historia.
Downhill es también llamada “When Boys Leave Home”, y es un ejemplo temprano, no solo del interés de Hitchcock por la culpa, y su carácter transitivo, sino también, de su actitud ambigüedad hacia la vida familiar, y Downhill es disimuladamente rico, y a menudo elegante; que convirtió en estrella a Ivor Novello.
Engañado, culpado, traicionado, un paseo cuesta abajo, hacia el puerto, hacia las cloacas, hacia las calles más sucias, hacia los bares con olor a pintalabios baratos, y sudor obrero, hacia los rincones más oscuros, donde la basura se amontona; Downhill es una historia de la que se podría decir, que es una versión modificada de la parábola del “Hijo Pródigo”
Downhill sigue a Roddy Berwick (Ivor Novello), el primogénito de la rica familia, que es expulsado del instituto, acusado de haber ultrajado a una mujer, y su padre, Sir Thomas Berwick (Norman McKinnel) le repudia.
Entonces, Roddy decide ir a París, donde se gasta el último dinero que le queda, y comienza a trabajar como bailarín…
A partir de ahí, asistimos a una sucesión de mujeres, manipuladoras y egoístas, que acaban convirtiendo a Roddy Berwick, en una sombra de lo que pudo ser.
El joven se convierte en un títere sin voluntad, que va decayendo cada vez más, y pululando por los submundos de París y Marsella.
Downhill es un drama tormentoso, originado por una falsa culpabilidad en el cine típico de Hitchcock, algo tópico en su entramado argumental, pero extremadamente creativo en su puesta en escena, y sus originales soluciones visuales.
Es un ejemplo temprano, del interés del cineasta por la culpa, y por cómo ésta se transfiere, que muestra una ambigua y ambivalente actitud hacia la familia, e incluso cierta misoginia, se nos presenta hoy, como una de las obras más arriesgadas, y de mayor inventiva visual de La Época Silente del director, e incluso, como un precedente de algunas de sus obras posteriores.
Por ejemplo, la sorprendente escena de la pesadilla de Roddy, al presentarse ahora con los tintes originales, se nos muestra de color verde, y nos recuerda un recurso que el cineasta repetiría después en “Vertigo” (1958), la escena del hotel con el rótulo luminoso en verde.
“I wish you had more boys like Roddy to send us, Sir Thomas”
Lo primero que se evidencia tras la visión de Downhill, es que el director tenía muy claro, ya por aquel entonces, de qué manera quería contar las cosas; también, aquellos temas que le preocupaban, inquietaban, y obsesionaban.
Tanto en el plano narrativo-visual, como en los asuntos que se tratan, Downhill es una obra 100% “hitchcokiana”, pese a que argumentalmente parezca justo todo lo contrario:
No se trata de un film de suspense, no aparecen asesinatos o crímenes, ni huidas interminables a ninguna parte, sino que se trata más de la crónica de la autodestrucción y decadencia de un joven.
Decir también que la puesta en escena teatral original de Downhill, tuvo una corta carrera en el West End, y en las provincias.
En la obra de teatro, Novello emocionó a sus fans femeninas, lavando sus piernas desnudas, después del partido de rugby…
Un agradecido, James Agate, crítico teatral para el London Sunday Times, escribió al respecto:
“El aroma de un buen jabón honestamente cruza las candilejas”
Y Hitchcock incluyó una escena similar de Novello para Downhill, en la que se muestra desnudo, de la cintura para arriba.
Y es que en Downhill, técnicamente existen puntos de vista, es decir, la cámara está situada de tal manera, que vemos lo que el personaje ve.
Esta aparente nimiedad es, sin embargo, una manera de situar al espectador, en el lugar de un privilegiado voyerista, porque ante todo, Hitchcock fue, su cine lo delata, un entusiasta voyeur, que sublimó esta filia en el cine, explotando al máximo, un explícito contenido sexual, aunque algo pudoroso debido a la época, y expuesto casi como una frustración; de tal manera que, la redundancia sobre este subtema, le da un vuelco freudiano a sus películas...
Las típicas obsesiones “hitchcocknianas” se observan 2 muy claras en Downhill:
Por un lado, el tema de la culpabilidad, o del falso culpable, esencial en gran parte de su filmografía; y por otro, el tratamiento de las mujeres.
No olvidemos tampoco, su interés por temas escabrosos, o sexualmente muy elevados para el público de la época.
El planteamiento inicial de la historia, en Downhill, no puede ser más claro:
Roddy, un joven estudiante de éxito, y muy bien considerado por todos:
Por El Rector, sus compañeros, su padre… carga con las culpas de un “amigo”, por protegerlo de las terribles acusaciones de una joven, con la que ambos mantienen una relación a 3!!!!
En este caso, el falso culpable lo es por decisión propia, aunque semejante decisión provoqué que su vida cambie por completo:
Roddy es expulsado de la universidad, se marcha de su aristocrático hogar familiar, e inicia “un descenso a los infiernos”, de ahí el título “Downhill” que provocará su autodestrucción.
Aunque la culpabilidad, tanto falsa como real, forma parte, en mayor o menor medida de los mejores títulos de la filmografía de Hitchcock, 2 son los films con los que podemos conectar más directamente al personaje de Roddy:
Por un lado, con el sacerdote interpretado por Montgomery Clift en “I Confess” (1953), que asume una culpa que no le corresponde; y con “The Wrong Man” (1956), protagonizado por Henry Fonda, ya que una falsa acusación, provoca el desastre en su vida y, sobre todo, el desequilibrio mental de su mujer.
Por otra parte, algunos críticos tachan a Downhill de misoginia; acusación un tanto injusta, ya que su actitud tiene más que ver con el miedo hacia el otro sexo, que al odio:
En Downhill, las mujeres son casi todas muy malas, y aparecen en todas sus facetas:
Camarera y embustera, madre comprensiva y cariñosa, “Femme Fatale” caprichosa y manipuladora, “Madame” dominante y castradora, etc.
No es aborrecimiento lo que el realizador muestra hacia la mujer, sino un miedo atroz hacia ellas, un temor que las presenta como “peligrosas”
La caracterización de la mayor parte de estas mujeres, resulta cercana al expresionismo alemán, o al cine de terror; incluso cuando son atractivas, se nos antojan “diabólicas”, de las cuáles es mejor alejarse lo más rápido posible…
Otro punto sexualmente muy atrevido para la época, en la que Downhill fue realizado, sucede en el tercer acto de la historia,  cuyo inicio está simbolizado, por un ascensor en el que baja un Roddy derrotado y desilusionado, tras su trágica peripecia romántica con la actriz, con la que comparte su esposo… hacia un sótano incierto.
En esta ocasión, el joven ejerce de “gigolo”, en un sórdido aunque elegante local de alterne.
El que considero, como uno de los momentos más patéticos e inquietantes, tiene lugar durante la conversación que Roddy mantiene con una mujer, triste y fea hasta la repugnancia.
La anciana, no deja de mirarlo con ojos de deseo, y éste le responde con “bonitas” frases amorosas, justo las que ella quiere escuchar, repetidas mil veces de manera mecánica, y que suenan tan falsas, como faltas de autenticidad, teniendo en cuenta que Downhill es silente; la escena transcurre siempre ante la mirada vigilante y amenazadora de la gruesa y monstruosa “Madame” del local, y todo esto sin intertítulos excesivos.
“Roddy, can you ever forgive me?”
Cabe señalar que Downhill no hay cameo del director, pues no sería hasta “Blackmail” (1930)
Según palabras del propio Hitchcock:
“Al principio se trataba de una cuestión simplemente utilitaria, había que amueblar la pantalla.
Después se convirtió en una superstición, y más tarde en un gag.
Así las cosas, muchos años después, Downhill fue presentada por el sello Divisa, y ha sido restaurada con su metraje original de 101 minutos, en una magnífica copia, y no los 80 minutos.
Según comentaba Hitchcock a Françoise Truffaut en su famoso libro, el cineasta se sentía satisfecho de algunas ideas que puso en práctica en Downhill, pues eran tiempos de perfeccionamiento del lenguaje narrativo.

“The world of make-believe”



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