Cake
“Forgiveness is a bitter pill to swallow”
Sí, es cierto, después de que alguien cercano se va de este mundo, queda un enorme vacío, que parece no tener alivio.
No estamos preparados para afrontar la pérdida de un ser querido, y tampoco nos gusta pensar en nuestra propia muerte.
Quizás, esa es la razón por la que la mayoría de nosotros, nos sentimos destrozados cuando nos enfrentamos a ese duro proceso.
Sin embargo, a pesar de que resulta extremadamente triste, la muerte es una fase más de la vida:
Inevitable y natural.
El dolor de ver partir a un ser amado, es y será siempre desgarrador.
El tema del sufrimiento físico, en el consenso de espectadores en general, no tiene demasiada aceptación, en cambio, el sufrimiento moral o psicológico, tiene mucha mejor aceptación, y mucho mejor prensa.
Si a esto le sumamos un coqueteo con el suicidio, cuando se trata de una persona común, no de Virginia Wolf, Ernst Hemigway, o Kurt Cobain, para cubrir otro espectro de público, yo diría que no suma demasiado, al contrario.
“Tell me a story where everything works out in the end for the evil witch”
Cake es un drama del año 2014, dirigido por Daniel Barnz.
Protagonizado por Jennifer Aniston, Adriana Barraza, Anna Kendrick, Sam Worthington, Mamie Gummer, Felicity Huffman, William H. Macy, Chris Messina, Lucy Punch, Britt Robertson, Camille Guaty, entre otros.
El guión es de Patrick Tobin, sobre cómo le cuesta a una mujer, superar las secuelas de un accidente, y sobre todo, la muerte de su hijo.
Sentir tristeza y dolor por la pérdida de un ser querido, no sólo es una situación normal, sino necesaria para poder superar el proceso de duelo, o de adaptación a la pérdida.
Claire Bennett (Jennifer Aniston), es una mujer que sufre un dolor crónico, debido a un accidente donde perdió a su hijo, dejándole secuelas físicas, que culminaron separándose de su esposo, Jason Bennett (Chris Messina)
Durante la terapia, ella se obsesiona con el suicidio de una compañera de su grupo, llamada Nina Collins (Anna Kendrick), a la vez que inicia una relación con el viudo de ésta, Roy Collins (Sam Worthington)
Cake, se puede describir como “una película sobre la recuperación de una vida, de sobrevivencia”, que es una mezcla del limbo que atraviesan muchas personas, y que es inevitable, con circunstancias por supuesto, muy variables.
Aquí, Aniston da vida a Claire, una mujer que pasa por el peor momento de su vida, ya que su marido la ha abandonado, sus amigos han pasado de ella, e incluso, ha sido expulsada su grupo de apoyo, para aquellos que padecen dolores crónicos.
Su vida da un giro, cuando se obsesiona con la línea que separa la vida de la muerte, tras el suicidio de una de los miembros de dicho grupo, lo cual le lleva a acercarse peligrosamente, a la vida de la familia de la fallecida.
“I hate to break it you, but I don't believe in ghosts”
El viejo truco de poner a una bella comediante, afearla a más no poder, y meterla en un dramón, para que muestre su “talento”, hasta ahora no reconocido, esta vez no funcionó.
Como casi siempre...
Cake, logra resarcirse de todo, al ofrecernos un drama a la altura, con una Jennifer Aniston colosal, totalmente atípica, por hacer algo salido de la comedia, género donde está afincada desde sus inicios, y razón por la que la mayoría de las veces, no obtiene papeles tan serios y crudos, como el ofrecido aquí.
Ella está inmensa, convincente, su dolor llega directamente al espectador, por lo bien que lo hace, y logra meternos dentro de la trama, donde su sufrimiento, se hace patente a niveles extremos.
Su desgarrador trabajo, es el mayor aliciente para verla, pues nos muestra los dolores crónicos, y los pesares interiores de algunas personas que pasan por traumas similares, pérdidas, y otros estragos de la vida.
Esto hace que su carácter sea agrio ante los demás, convirtiéndose en una mujer odiosa, para los integrantes de los grupos de terapia donde asiste, y llevando de cabeza, a la propia directora, Annette (Felicity Huffman)
En Cake, Aniston ha tenido que variar su atractivo aspecto, para visualizar a una mujer más hinchada y desmejorada, logrando darle más credibilidad a su personaje.
Escenas como su rotura personal, al ver la gran fotografía del salón, son momentos que se graban fácilmente en la retina, y hacen aún más grande su interpretación.
Junto a ella, Anna Kendrick, en forma fantasmal…
Enorme Adriana Barraza, como Silvana, que se come la pantalla en todo momento, demostrando la química de su personaje, con el de la protagonista, es uno de los pocos puntos fuertes.
Sam Worthington, logra hacer un papel convincente y cercano, y parece encontrar su sitio últimamente en el cine.
Y finalmente, William H. Macy, como Leonard, aparece tan solo un minuto, pero en uno de los momentos más estelares de la función; así como el ex de Claire, Jason Bennett (Chris Messina)
No obstante, el personaje de Adriana Barraza, esa especie de “chacha” más fiel que un perro, me pareció nefasto, ya que no es más que un pobre estereotipo para los actores y personajes latinos en Hollywood.
Tampoco, Cake profundiza en el personaje del viudo, es decir, un tipo que queda viudo y con un hijo pequeño, lo que menos necesita, es andar con una mujer complicada, que carga con su propia tragedia, y que encima, es chocante, apática, y soberbia.
La relación entre Kendrick y Aniston, queda en el aire:
¿Por qué tiene visiones con ella?
El título de la obra, “Cake”, me resultó híper ridículo...
Si Claire perdió a su hijo, no se le ve que sufra mucho por él, solo hasta el final, ve más a la suicida, que a su propio hijo… que de hecho, solo se le conoce en la foto, en la escena final.
Total, la historia se queda como inconclusa, a pesar de ser larga, se nota que es algo que pretendía el guionista, tal vez, para darle un toque pretendidamente realista, pero no lo logra, ya que parece incompleta.
Acá, el dolor físico se impone como protagonista desde el principio, aunque veremos que a medida que pasan los minutos, va cediendo lugar al sufrimiento moral, al sentimiento de pérdida, de desencanto, y una relación con la muerte, vía suicidio, que se hace intensa, según transcurre el metraje.
Para amortiguar tanta oscuridad, el tema tiene constantes pinceladas de humor negro, y diálogos que sustituyen la “intensidad”, por una especie de honestidad, brutal por momentos, cómica, si cabe, en otros.
En suma, Cake posee un tema tan difícil, como antipático, alguna concesión a la esperanza, una defensa de la vida, “no importa lo que te pase, o como te sientas”, que no es obvia, que ni siquiera roza el panfleto, pero que está presente siempre, especialmente en los tramos finales, y una condena al suicidio, que sí se mantiene militante, y explícita en toda la cinta.
“I'm not a stalker, at least not in the traditional sense”
Tras la muerte de un ser querido, queda un vacío enorme, lleno de dolor e incertidumbre, pero:
¿Cuál es la mejor manera enfrentar la pérdida, y regresar a la normalidad?
La muerte de un hijo, es algo “contra natura”, que no entra en los esquemas evolutivos, y cuando se produce, provoca grandes crisis a nivel físico y emocional.
El duelo, y las reacciones tanto del cuerpo como del espíritu, que conlleva este tipo de suceso, cambian mucho dependiendo de la forma del deceso.
La psicóloga, Mina Shterenberg, de La Clínica de Asistencia a Pacientes de La Sociedad Psicoanalítica de México (SPM), comenta que el ser humano, pasa una serie de fases, tras sufrir una pérdida.
Estas son:
Negación:
“Es la primera fase del proceso, resulta cuando la persona no puede creer lo que está pasando, piensa que es broma, o una pesadilla”, explicó la especialista.
Muchas personas, no quieren ver que la pérdida existe, y buscan consuelo imaginándose que su familiar está de vacaciones, en el trabajo, la escuela, pero que regresará…
Enojo:
“La persona que perdió al ser amado, está furiosa con todo lo que tenga relación con la pérdida:
Dios, los doctores, la enfermedad, el accidente, etc.
Se pregunta:
¿Por qué me pasó a mí?
¿Qué hice para merecer esto?”, explicó Shterenberg.
Negociación:
“Comienza a entender, por qué sucedieron las cosas, y trata de negociar con su entorno una solución”, comentó la experta.
En este punto, si cree en un poder superior, es frecuente que pida sanar su alma, a cambio de buena voluntad…
Intenta negociar con Dios, el regreso de la persona amada...
Tristeza:
“Se da cuenta de que la pérdida es irremediable, que nunca volverá a ver a su ser querido, en ese momento viene la parte del vacío.
Comienza un estado de depresión, al notar la falta de la persona en su vida”
Esta fase, puede ser la más larga y profunda, es una soledad que parece interminable.
Aceptación:
“Con el paso del tiempo, poco a poco la depresión va cediendo.
No desaparece, la tristeza siempre recordará con nostalgia a esa persona, pero comienza un proceso de asimilación.
Lentamente se organiza de nuevo la vida, sin el ser querido, y se comienza a convivir con la pérdida”, comentó Shterenberg.
En todos los casos, es importante que hables, hables, y hables de lo que sientes para que vayas sanando todo el dolor:
“Platicando se logra superar la pérdida.
Conviene buscar ayuda profesional para trabajar culpas, odios, y furias.
La terapia individual sirve mucho”, finalizó Shterenberg.
La conclusión es que, si bien la muerte de un hijo nunca está en el guión de la vida, es terrible, y provoca un inmenso dolor.
No deberíamos añadir un sufrimiento que nos limite el resto de nuestra vida, por duro que suene esta frase.
El dolor es normal, pero no hay más remedio que convivir con él.
Estaremos muy tristes, pero nuestros hijos, la pareja, los amigos, y el trabajo nos necesitan.
En definitiva, hay que recuperarse, para seguir viviendo.
“That doesn't mean you're not a coward”
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