The Getaway

“My old lady must've made you a lot of promises”

Antihéroes…
Hubo una época, en la que los tipos duros en el cine, eran realmente duros:
Lee Marvin, Humphrey Bogart, Charles Bronson, Clint Eastwood…
A pesar de ello, todos estos personajes, carecían de rasgos que les hicieran mínimamente humanos, y con los que nos pudiéramos identificar.
“You run the job, but I run the show”
The Getaway es una película de acción, dirigida en el año 1972, por Sam Peckinpah.
Protagonizada por Steve McQueen, Ali MacGraw, Ben Johnson, Sally Struthers, Al Lettieri, Slim Pickens, Bo Hopkins, entre otros.
El guión es de Walter Hill, basado en la novela “The Getaway” (1958) de Jim Thompson.
El mundo de Jim Thompson, es nihilista, y está poblado de perdedores, aprovechados, sociópatas, y psicópatas; no hay otra moral, que el propio beneficio.
Lamentablemente hoy, Thompson no sólo mantiene intacto su prestigio en Europa y Latinoamérica, sino que es profeta en su tierra, ya que es admirado y plagiado por “popes globalizadores de la cultura de Hollywood”, como Tarantino y los hermanos Coen.
De inicio, The Getaway supuso un buen paso taquillero en la carrera de Steve McQueen, y de Sam Peckinpah; ya que fue un proyecto lleno de recovecos complejos.
Ambos necesitaban un éxito que pusiera sus carreras en órbita, en un sistema de estudios que se derrumbaba, y dejaba paso a un nuevo panorama.
Así, éste fue el primer proyecto que Steve ofrecía a la productora Firts Artists, una nueva simulación de United Artists, donde se encontraban Barbra Streisand, Paul Newman, Sydney Poitier… en esos momentos, McQueen, y más tarde también Dustin Hoffman.
A Steve, le gustó la novela de Jim Thompson, e incluso quiso que fuera el propio autor, quien realizara el guion… pero al actor no le gustó su final, un final bastante más pesimista del propuesto, y cambió de guionista, dándole la historia a Walter Hill.
Sam, vio una oportunidad con este encargo, un éxito de taquilla… y lo tuvo.
El resultado fue la película más taquillera de Peckinpah, y a partir de la cual fue considerado un director rentable; así continuó reflejando su mundo…
Y todo se fue encadenando, de una manera u otra, hasta crear The Getaway, tal y como la conocemos hoy; con el clásico tema tocado por el director, unos antihéroes violentos, que actúan al margen de la ley, lacónicos, hieráticos, misóginos, de fuertes valores, seres violentos, unos perdedores que buscan torcer su mal destino; sumando acción, crimen, drama, romance, “road movie”, y thriller.
The Getaway está dedicado a Raoul Walsh; y la filmación tuvo lugar en locaciones de varias ciudades de Texas, incluyendo:
Huntsville, San Marcos, San Antonio, Fabens, y El Paso.
La acción de The Getaway, se inicia en la prisión de Hunstville, y se desarrolla en otras localidades de Texas, hasta llegar a El Paso, junto a la frontera con México.
Carter “Doc” McCoy (Steve McQueen), se encuentra en la cárcel, cumpliendo una condena de 10 años de trabajos forzados, por asalto a mano armada.
Su mujer, Carol Ainsley McCoy (Ali MacGraw), lo visita, e intercede ante Jack Benyon (Ben Johnson), un corrupto e influyente hombre de negocios, para lograr su libertad anticipada.
Benyon, le exige a cambio, que una vez libre, dirija el atraco a un banco, acompañado por 2 pistoleros:
Rudy Butler (Al Lettieri), y Frank Jackson (Bo Hopkins)
McCoy, planifica detalladamente el robo, y consigue un cuantioso botín.
Sin embargo, surgen complicaciones por la inexperiencia de sus cómplices, y debe escapar precipitadamente, acompañado de su mujer Carol.
Durante la huida, son traicionados y perseguidos, viéndose obligados a cambiar varias veces de vehículo, y defenderse violentamente.
Finalmente, logran escapar a México, gracias a una desvencijada camioneta, y la ayuda de un buen samaritano (Slim Pickens), que ve recompensada generosamente su colaboración.
Lo que verdaderamente quiere contarnos Peckinpah, en The Getaway, es la historia de amor entre Doc y Carol McCoy:
Perdedores que buscan una última oportunidad de ser alguien, la traición tan presente en el mundo del director, y cómo no, la violencia como catarsis emocional.
Doc y Carol, siguen esa estela de parejas, “fuera de la ley”, que siempre ha poblado el cine, pero que se impuso, de nuevo, a finales de los años 60 con “Bonnie and Clyde”; que se convirtieron en símbolo de esos nuevos tiempos de jóvenes airados, contra el mundo establecido.
Parejas de fugitivos, que desafiaban el sistema.
Sin embargo, estas parejas, casi siempre contaban con un destino fatal y trágico, que siempre veíamos imprimido en cada uno de sus pasos… sabíamos que nunca iban a llegar a la frontera...
Que su amor estaba condenado a perecer.
Y que nunca alcanzarían sus sueños de libertad.
“Punch it, Baby!”
Sam Peckinpah, convierte The Getaway, en un tenso “thriller”, rodado con una maestría insultante, donde el lirismo de las imágenes, combina soberbiamente con la violencia más descarnada, y es que Sam, es un genio a la hora de buscar la poesía en lo salvaje, es un fotógrafo de la condición humana, sabe que hasta la peor de las alimañas, alberga un corazón, que siempre hay algo por lo que merece la pena morir, y no siempre es el dinero...
The Getaway, fue uno de los mayores éxitos de taquilla de Sam Peckinpah, ayudado en gran parte, por el atractivo comercial que suponía trabajar con Steve McQueen.
Pese a que The Getaway, fue un encargo que cayó en sus manos, después de que Peter Bogdanovich abandonara el proyecto, y McQueen le propusiera como sustituto, el material de partida, encajaba bastante con el estilo del realizador.
La excelente novela de Jim Thompson, era lo suficientemente cruda y descarnada, como para que Peckinpah pudiera amoldarla a su estilo, pero pese a que el propio Thompson escribió un primer guión, fue desechado en favor de un tratamiento de Walter Hill, quien la abordó con un tratamiento más convencional.
Aunque el libro desmitifica la figura de los 2 fugitivos de la justicia, The Getaway no puede evitar caer en la tentación de mostrar una visión, algo romántica de una pareja fuera de la ley, en la línea de “Bonnie & Clyde”
El personaje de McCoy, de hecho en el libro, ronda los 50 años, y es mucho más ambiguo moralmente, pero al ser éste un proyecto ideado, por y para Steve McQueen, se modificó para convertirlo en un protagonista “más aceptable” para el gran público.
Del mismo modo, se suprimió, la muy interesante parte final del libro, que muestra el aspecto más sórdido de su huida.
No obstante, esos cambios, Peckinpah consiguió ser fiel a muchos aspectos de la novela, especialmente la idea fundamental que subyace tras ella:
El mostrar una pareja de fugitivos de la justicia, que se replantea su relación, al mismo tiempo que huyen.
Es por ello que tienen tanta importancia, escenas que superficialmente podría parecer que entorpecen el ritmo, como el primer encuentro de la pareja, al salir de la prisión, en que él se muestra esquivo y desconfiado, al no saber si Carol se ha convertido en la amante de Jack, para conseguir su liberación.
Y si realmente ha sido así:
¿Acaso no lo ha hecho para ayudarle?
¿O es que hubiera preferido que no llegara tan lejos?
¿Cómo saber si ella tenía previsto desde el principio, traicionar a Jack, o si realmente pensaba matarle a él, hasta el último momento?
Estas preguntas no se formulan directamente, pero se sobreentienden claramente en los diálogos y gestos de los personajes, como si hubiera algo entre ellos que los separara, algo que no se llega a verbalizar del todo, y que ninguno de los 2 se atreve a encarar sin tapujos.
El precio resulta demasiado alto, y sorprendente para Doc; no solo implica tener que volver a delinquir, sino también, la forzada infidelidad de su esposa.
Peckinpah, hace girar el argumento en torno a este suceso, y lo utiliza como punto de partida para su historia de amor.
Por ello, cuando McCoy descubre el plan que habían urdido Jack y Carol, se muestra inicialmente rudo con ella.
Doc es un antihéroe perfeccionista, violento, y puntilloso, más hombre enamorado, soñador, leal, cumplidor de su palabra, y celoso.
Si se tratara de un drama, la pareja se enfrentaría a esos dilemas, mediante diálogos, pero en este caso, literalmente no tienen tiempo de enfrentarse a sus problemas, de modo que los han de solucionar mientras huyen.
Su compañera, Carol, es una morena hermosa, y puede llegar a ser igual de violenta.
También le ama, aunque le cabrea que no confíe en ella.
Se muestra dura, sensual, y a la vez sumisa.
El rostro de Ali McGraw, la actriz de moda en aquel momento, pero con falta de carisma; da belleza, y posee bastante química con Steve McQueen, cosa que saltó al mundo real entre los 2 actores, y terminaron con sus respectivas relaciones para casarse, un matrimonio efectivo entre 1973 y 1978; creando momentos de intimidad y sensualidad, en las situaciones en las que pueden estar con un poco de calma.
Aunque The Getaway opta por un final mucho más optimista que el del libro, en este caso, creo que incluso queda justificado, por la forma como se encara la evolución de su relación:
La huida no puede tener un desenlace feliz, hasta que no arreglen sus dudas, y reafirmen sus sentimientos, una vez superada esa prueba, el “happy ending” tiene sentido.
En otras palabras, necesitan mantenerse unidos, para conseguir su propósito, porque de esta forma tienen algo realmente sólido por lo que luchar.
Este momento de reafirmación, llega tras haberse tenido que refugiar en un camión de basura, para huir de la policía, una escena que no existe en el libro, pero es fiel a esa idea de desmitificar la figura de los fugitivos de la justicia.
Después de pasar por esa pesadilla, y haber estado enterrados durante horas entre basura, Carol se derrumba, y McCoy le ofrece su apoyo para seguir juntos hasta el final.
No puedo evitar pensar, que a Peckinpah seguro que le encantó el haber situado la escena de reconciliación amorosa, en un vertedero, con la atractiva pareja protagonista, rodeada de basura.
Como confirmación de esta idea, en la escena final, un desconocido les ayuda a atravesar la frontera mexicana, y tan solo les hace una pregunta, si están casados.
Aunque desde el punto de vista narrativo, la respuesta a esta pregunta no es determinante, su destino no cambiará en función de la respuesta que den, sí que sirve para reafirmar el hecho de que necesitan estar juntos para llegar hasta el final, y escapar, no solo de sus perseguidores, sino de los demonios internos que pusieron en peligro su relación.
Pese a que se mantienen algunos de los aspectos más crudos de la novela, a Peckinpah no le acabó de convencer el resultado final.
Y es que al fin y al cabo, no hay que olvidar que The Getaway nació como un proyecto, al servicio de Steve McQueen, y como tal, McQueen limitó hasta cierto punto, el grado de “suciedad” que pudiera impregnarse.
Más concretamente, estos aspectos quedan relegados en la subtrama de Rudy, que secuestra a un veterinario y su mujer, para que le vayan curando la herida, mientras persigue a los protagonistas.
Al poco tiempo, la mujer del veterinario, pasa de ser un rehén, a convertirse en la amante de Rudy...
El desesperado veterinario, no soportará la situación, y terminará ahorcándose.
Seguramente muchos utilizarán estas escenas, para sacar a coalición la misoginia de Sam Peckinpah, pero lo cierto es que toda esta trama, ya aparece en el libro.
Pero la verdad es que una vez más, los personajes femeninos no salen bien parados:
Ali MacGraw se acuesta con Ben Johnson, como pago por sacar de la cárcel a McQueen; mientras que Sally Struthers, es un putón de la vieja escuela, que humilla a su marido, acostándose con su secuestrador, delante suyo, seducida por la brutalidad y el machismo de Al Lettieri.
No obstante, la fidelidad, la comprensión, el sacrificio, y un sinfín de elementos, que mezclados con cuidado, sostienen una pareja, están presentes en la tensa relación del matrimonio McCoy.
Ante todo, estamos ante una película de sensaciones, de callejones sin salida, de momentos de violencia lírica, marca de la casa.
The Getaway habla, como otras películas de Sam Peckinpah, de seres acorralados por el destino, y pasados errores, que se enfrentan a individuos con más peso y posición social, pero con menos fuerza moral para seguir vivos.
Hay otra historia paralela a la pareja, que tiene mucho jugo, y es la de Rudy, que persigue a Doc, está herido, y por el camino secuestra al veterinario que le ha curado, y su mujer.
Rudy, es la otra cara de la moneda de Doc.
Al Lettieri, compone a un personaje amoral, un tipo rudo, que no duda en humillar a los demás, una bestia sin más valores que el dinero que ansía, un ser despreciable, que es el contrapeso a Doc.
Por otro lado, las escenas de acción están magníficamente filmadas, y tienen su inconfundible sello personal.
Peckinpah, comienza filmando ciervos, para abrir el plano, y descubrir los muros de la prisión.
El propio director declaró, que le pareció tan fuertemente incongruente, que tuvo efectos terroríficos, y así es.
“Animales salvajes libres, y el hombre enjaulado, no hay nada más que decir”
Tanto la escena del atraco del banco, como la del encuentro final en el hotel, confirman el saber hacer de Peckinpah, y cómo el director podía amoldar su característico estilo de montaje y dirección, al servicio de películas más comerciales, no lo digo en el sentido peyorativo.
Así, crea momentos de tensión, recordados como la recuperación por parte de Doc del maletín lleno de dinero, que les ha robado en la estación de tren, un timador de poca monta.
Esa persecución, ocurre en los vagones de un tren en marcha… intercalando imágenes de una Carol solitaria en la estación, que no sabe cómo va a terminar esa historia.
El propio y minucioso robo al banco; o como no, el clímax “peckinpahiano” final, con uno de sus tiroteos sangrientos, donde uno a uno van pereciendo los malos malísimos, con sus brotes de sangre, y cámara lenta, genial.
Como dato curioso, McQueen y Peckinpah, se llevaron con muy buen humor durante el rodaje, a pesar de que se gastaban bromas muy pesadas.
Más tarde, Peckinpah se sintió traicionado, cuando el actor cambió a última hora, la banda sonora de Jerry Fielding, uno de los grandes amigos del director, sustituyéndola por otra de Quincy Jones.
McQueen, también supervisó un montaje a su gusto, sin contar con la opinión de Peckinpah.
Al final, el resultado es lo que cuenta, y The Getaway es enérgica, vibrante, y llena de emoción.
“Poor Little Harold”
Sam Peckinpah, ha sido el director que mejor ha retratado al antihéroe en el cine.
También, el que mejor conseguía el contexto idóneo, para que sus personajes hiciesen uso de una siempre excesiva pero “legitimada” violencia.
El enfrentamiento de un hombre contra un mundo hostil, en este caso, a 3 bandas:
La policía, los gánsteres, y los propios ciudadanos; y un mundo donde se emplea continuamente, el engaño y la humillación, con códigos de honor muy particulares.
Un mundo corrupto y amoral, que se mueve por venganzas, y donde solo se puede confiar en Dios, pero no en el Dios cristiano, sino en el que aparece en los billetes de dólar.

“Hope you find what you're lookin' for”



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