Mean Streets
“You don't make up for your sins in church.
You do it in the streets...
You do it at home.
The rest is bullshit and you know it”
Martin Scorsese, quedará ligado a una mitología personal que se inserta profundamente, en las circunstancias involucradas con sus vivencias, como ciudadano ítalo-americano, formado en el rudo espacio de “Little Italy”, en New York, EEUU.
Dichos factores, irán emergiendo en una imaginería de recuerdos y emociones; pues pertenece a una generación de directores, que formaron sus carreras en plena expansión de la televisión; como:
George Lucas, Steven Spielberg, Brian de Palma, y hasta Francis Ford Coppola y Woody Allen.
El estilo formal de Scorsese, está determinado por la aparición de este medio.
Por otro lado, el cine vivía en estos años de formación, para estos realizadores, una etapa de ruptura formal contra lo establecido como norma por los estudios de Hollywood.
La irrupción de “La Nouvelle Vague”, y de los llamados “Nuevo Cine Europeo” como “el neorrealismo italiano” o el posterior “Free Cinema inglés”, provocaron una revolución entre los jóvenes directores de EEUU de la época.
Los tiempos dorados del cine de Hollywood, se habían acabado, y los géneros se habían descompuesto en una amalgama de extrañas mezclas y experimentaciones formales de toda clase.
Pero en el caso de Martin Scorsese, su cine intenta ser un homenaje a aquellos maravillosos años, desde la perspectiva de una evolución formal del medio, que inevitablemente rompe esquemas.
El ambiente y entorno en el cual Scorsese creció, sirvió como objeto de observación y estudio, en la vida del director.
Fue testigo presencial de las relaciones mafiosas ocurridas en su barrio, de la violencia en las calles, y la ausencia de la ley.
Todos estos conceptos, que emergen de su propia experiencia vivida, quedarán documentados en, quizás, la obra más personal de este director:
“Mean Streets” (1973)
¿Quién es al fin y al cabo, Martin Scorsese?
“You know what the Queen said?
If I had balls, I'd be King”
Mean Streets es una película de acción, del año 1973, dirigida por Martin Scorsese.
Protagonizada por Robert DeNiro, Harvey Keitel, David Proval, Amy Robinson, Richard Romanus, Cesare Danova, David Carradine, Robert Carradine, Martin Scorsese, entre otros.
El guión es de Martin Scorsese y Mardik Martin; un novelista nacido en Irán, aunque nacionalizado estadounidense, que empezó como guionista de cortometrajes, pero donde dio su auténtico “do de pecho”, fue con “Raging Bull” (1980), del director neoyorkino.
El título “Mean Streets”, se refiere a una frase de Raymond Chandler:
“Un hombre tiene que dar la cara en esas malas calles”, y la historia se centra en varios jóvenes de “Little Italy”, que tratan de abrirse camino en el difícil mundo en el que viven.
Siguiendo los consejos de su amigo Jay Cocks, crítico de cine de Time, Martin Scorsese recupera el guión de “Season Of The Witch”
Se trata de una historia escrita en 1966, con su compañero de universidad, Mardik Martin, que de nuevo recrea el universo coral masculino de “Little Italy”, pero lejos de la dispersión, confusión narrativa, y caos total de “Who's That Knocking at My Door” (1967)
Fue precisamente la mujer de Jay Cocks, la actriz Verna Bloom, quien le puso en contacto con Jonathan Taplin, organizador de las giras veraniegas de Bob Dylan y The Band, interesado en meter la cabeza dentro de la producción cinematográfica.
Un tipo disperso, embaucador, un poco soñador, como todos los “managers” musicales, promete encontrar el dinero, recurriendo a un joven heredero de 23 años.
Pero el tiempo pasa, sin que el soñado mecenas aparezca, incluso, se sirve de su amistad con Coppola, para hacer llegar un ejemplar del guión a Al Pacino, sin obtener respuesta del actor.
Acude de nuevo a Roger Corman, interesado en el proyecto, siempre que los italoamericanos sean negros, y se traslade la acción a Harlem.
La oferta no seduce a Scorsese, escarmentado por los constantes manejos de su antiguo productor, en contrapartida, llega a un acuerdo para utilizar su pequeña infraestructura, particularmente los equipos de iluminación, y efectos especiales, de probada rapidez para una modesta película que se va a rodar en 27 días.
Todo ello, viene acompañado por otra arriesgada decisión a nivel de producción:
Filmar los interiores, y gran parte de los exteriores, incluido el accidente final, en Los Angeles.
Sólo habrá 6 jornadas de equipo reducido en New York, dedicados a rodar los exteriores de “Little Italy” en fiestas, aparte de algunos planos de recurso de la ciudad.
Pese a los problemas que plantea la escasa movilidad de determinados actores, y de parte de la figuración, al filmarse muchas veces exteriores e interiores, a kilómetros de distancia, el ahorro de producción, resulta tan sustancial, que no se lo piensa 2 veces a la hora de camuflar el local de Tony, en un bar del barrio chicano de Los Angeles, reconstruyendo el apartamento de Charlie, en un edificio de despachos de Hollywood Boulevard.
Así pues, el contrato de distribución con Warner Bros., permite a Taplin, reunir los $35,000 necesarios para garantizar el calendario de pagos.
Definitivamente, el presupuesto será de $550,000, debido al coste adicional de los derechos de la banda musical, en particular “Tell Me” y “Jumping Jack Flash”, de The Rolling Stones.
Por su parte, Corman pasa a ser una productora de servicios sin injerencia alguna en el diseño del proyecto.
Así nace Mean Streets.
La acción dramática, tiene lugar durante unos pocos días del otoño de 1972, en “Little Italy”, Manhattan, y en otros barrios de New York, EEUU.
Sobre la pantalla en negro, se escucha la voz del propio Scorsese, que nos advierte de la necesidad de purgar los pecados en la calle, nunca en la iglesia.
Allí, Charlie (Harvey Keitel), es un joven italoamericano, que está tratando de ascender en la mafia de New York, pero dicho ascenso se ve obstaculizado por su sentimiento de responsabilidad hacia su imprudente amigo, Johnny Boy (Robert DeNiro), un jugador de poca monta, que debe dinero a muchos prestamistas.
Charlie trabaja para su tío Giovanni (Cesare Danova), un caporegime de la mafia, recogiendo principalmente deudas.
Él también está teniendo un romance secreto con la prima de Johnny Boy, Teresa (Amy Robinson), que tiene epilepsia, y está condenada al ostracismo, debido a su condición, sobre todo por el tío de Charlie.
Charlie se debate entre su devoto catolicismo, la mafia, y sus ambiciones.
A medida que avanza el metraje, Johnny se vuelve cada vez más autodestructivo e irrespetuoso de sus acreedores.
A falta de recibir la redención en la iglesia, Charlie lo busca a través de sacrificarse en nombre de su amigo Johnny.
En un bar, un usurero local llamado Michael (Richard Romanus), viene buscando a Johnny para “pagar” sus deudas, pero para su sorpresa, Johnny lo insulta.
Michael se lanza a hacia Johnny, y éste toma represalias tirando un arma.
Después de un tenso enfrentamiento, Michael se aleja, y Charlie y Johnny deciden salir de la ciudad por un breve período con Teresa.
Después de una escapada tranquila en coche, el trío finalmente es perseguido por Michael y sus hombres de confianza, en otro coche.
Uno de los hombres de confianza, efectúa disparos contra el coche de Charlie, hiriendo de muerte a Johnny en el cuello, y a Charlie en la mano, haciendo que Charlie bloquee el coche.
Todo termina con una ambulancia, y la policía llega a la escena, y los paramédicos que quitan y separan a ambos amigos.
Mean Streets, no solo lleva el estilo criminal de Scorsese, sino que fue su primera obra maestra, la cual marco una huella indeleble en su carrera cinematográfica, definiendo sus dotes artísticos por siempre, mostrándonos su típica marca criminal, en el bajo mundo en los suburbios neoyorquinos; en el fondo, una buena historia sobre la amistad, pero ante todo, sobre un tema que se convertiría en marca de agua del director, la violencia, esa violencia que todo lo empaña, incluso las situaciones más cotidianas y entrañables, están salpicadas de esa violencia física y verbal omnipresente.
Lo que convirtió a Mean Streets, en uno de los más sorprendentes debuts cinematográficos.
“This Johnny Boy is like your mister Groppi... a little crazy.
It's nice you should help him out because of his family and our family but watch yourself...
Don't spoil anything.
His whole family has problems... his cousin, the girl who lives next door to you...”
A sus 31 años, Martin Scorsese realizó este tercer largometraje, en la que ya dejaba ver su enorme talento para narrar historias urbanas, y en la que mostraba todas las características que acompañarían a su cine, a lo largo de su irregular y apasionante trayectoria.
Scorsese elabora una magnífica historia, llena de gran belleza, y creando al mismo tiempo, una atmósfera que nunca será igualada, a pesar de la carencia de medios con las que contó, a la hora de rodar la película.
Alejado de la recreación épica de una saga, como “Los Corleone”, nos encontramos frente a pequeños “tiburones del hampa callejera”, dedicados a negocios de poca monta, lejos de las intrigas financieras de Wall Street, o del Vaticano, viviendo de pequeños trapicheos, contrabando casero en ocasiones, pequeñas extorsiones a comerciantes de la zona, aunque su máxima ambición siga siendo, poder regentar un pequeño establecimiento, ser en una palabra, “respetables comerciantes”
Admirable la fotografía en color de Kent Wakeford, y haciéndose cargo de ella, otro profesional nacido en New York, y como no, amigo incondicional de Scorsese.
Y en estas “malas calles”, dando una auténtica demostración de talento, deleitándonos con una imágenes asombrosas, sobre todo las rodadas en New York y la de Los Angeles, la festividad religiosa de San Genaro, son escenas rodadas en escenarios naturales, el mismo día de su celebración.
Con la historia, incorpora trazos autobiográficos, que Scorsese explica con fervor, y una calidez que trasmiten al discurso, proximidad y verosimilitud.
La narración, se desarrolla a partir del recuerdo nostálgico de una experiencia vital entrañable, exenta de sentimentalismos, y de complacencia.
Presenta el barrio de infancia y juventud con exuberancia y humor.
Retrata una comunidad, que se siente singular, y cultiva sus costumbres, fiestas, y celebraciones, como la de San Gennaro.
Las calles de la zona, se muestran depositarias de sonidos, ruidos, rumores, voces, y armonías, que identifican al colectivo que las habita.
La historia de un aprendiz de mafioso, que se mueve en los primeros peldaños de una pirámide, en la que su muy admirado tío, sólo está 1 o 2 escalones por encima de él, y en la que los grandes hampones que ocupan el vértice, ni siquiera saben de la existencia de ambos, le sirve a Scorsese, para mostrarnos las dudas del protagonista, entre su propia moral religiosa, y la necesidad de irse, creando un nombre en el mundo de los bajos fondos.
Para esto, para crearse una reputación, le estorban situaciones como tener una novia epiléptica, y ejercer de protector del primo de ésta, que está completamente loco.
Pero ese mundo en el que quiere ser alguien, y que utiliza la religión a su antojo, no admite la redención mediante buenos actos, y sí el más duro de los castigos hacia quien no cumpla con sus “normas”
El tema principal, viene dado por las relaciones entre sexo y pecado, pecado y perdón, trasgresión y culpa, religión y conducta humana.
El protagonista, abrumado por los escrúpulos, desarrolla comportamientos ansiosos, que le llevan a jugar con el fuego que purifica, la abstinencia sexual, y la generosidad que cree que le aporta méritos para descargar las culpas. Adicionalmente, explora cuestiones relativas a la violencia de los adolescentes, al espíritu destructivo de los jóvenes, a la redención, y al perdón, a las relaciones entre insatisfacción y violencia, etc.
Presta especial atención a los personajes que protagonizan la historia, por lo que algunos atribuyen a Mean Streets, la condición de “obra de personajes”
Todos los personajes, a excepción de Johnny Boy, intentan llevar una vida lo más digna posible, aunque esto no quiera decir necesariamente honrada.
Charlie siente hacia Johnny Boy, una especie de responsabilidad paternal, y trata de ayudarle en vano, a salir de sus nada aconsejables costumbres.
Charlie está pasando por una etapa de introspección espiritual, en la que se cuestiona el sentido de la expiación de los pecados, a través de la religión.
Él quiere redimir su alma con sus hechos, y no con la penitencia impuesta semanalmente por el cura de su iglesia.
Charlie, hablando para sí mismo, o dirigiéndose tal vez a un Dios personal... intenta pagar sus pecados, quemándose con cualquier llama que encuentra, como saldando poco a poco su deuda con el esperado y terrible infierno.
Pero la deuda la tiene consigo mismo, pues siente la culpabilidad de seguir una vida destinada al fracaso.
Teresa, la prima de Johnny, con la que Charlie sale a escondidas, intenta convencerle de que se vayan del barrio, pero Charlie no quiere huir, él ama su entorno, el único que conoce.
“Little Italy” es para los personajes, su hogar, el sitio en el que quieren continuar viviendo.
Todos tratan de buscar una salida, a una difícil situación determinada por el barrio en el que viven, pero lo quieren lograr, sin salir de él, mejorando sus vidas, a través de una respetable conducta, que no tenga nada que ver con las bajezas de la delincuencia común, aunque sea a costa de caer en otro tipo de corrupción, considerada sin embargo por ellos, como la única solución legítima, a su desafortunada situación.
Como en este caso, a menudo los protagonistas de los films de Scorsese, tendrán que superar una experiencia violenta, que actúe como catarsis de toda su rabia contenida, y les permita de esta manera, apaciguar su conciencia.
Todos estos seres, comparten el hecho de cargar con la pesada losa, de tener que encarar sus “no muy afortunadas vidas”
Sienten que no tienen más elección, que comportarse como lo hacen, si quieren salir adelante.
Existe en todos ellos, una voluntad por expiar sus pecados, hay una especie de sentido religioso en sus actos.
Cada uno, resolverá la papeleta de apaciguar su conciencia, de diferente manera, algunos por ellos mismos.
Así, Charlie acabará casi muerto en un tiroteo, por culpa de intentar ayudar a Johnny Boy, aunque lo único que pretenda realmente, es ayudarse a sí mismo.
Espléndidas las interpretaciones, destacando la pareja protagonista:
Harvey Keitel, como Charlie Cappa, ese gánster de poca monta, sin futuro alguno, que cree que uno paga por sus pecados en la calle, no en la iglesia, pero que siempre acude a ella para expiar sus crímenes.
Robert DeNiro, dando vida a Johnny Boy, el mejor amigo de Charlie, un tipo irresponsable, autodestructivo, y para colmo de males, endeudado con todo el mundo.
DeNiro hace despliegue de su gran arte del Método, encarnando a un joven con iniciativa, pero sin mucho sentido común, al que el atrevimiento de la juventud, le jugará una mala pasada, y le hará aprender tarde, que en los bajos lugares de las ciudades, la gente no tiene ni amigos, ni corazón, ni alma.
Y en medio de estos 2 monstruos sagrados del Séptimo Arte:
Amy Robinson, que por aquel entonces era la esposa de Scorsese, creo que Mean Streets fue la única película de esta actriz, ya que luego, su carrera dio un giro total, para dedicarse a la producción, y aquí metida en el cuerpo de Teresa, prima de ambos, y por quien Charlie siente algo especial, pero ella no siente el más mínimo afecto por Johnny, y este pues, no se atreve a intimar con ella, es otra de las muchas cruces que Charlie deberá de llevar a cuestas…
Y por estas calles de Dios, también nos encontramos al fenomenal David Carradine, que aquí aparece en un breve papel, pero eso sí, bastante divertido el de un borracho que es víctima de un asesinato.
Destacando también los vestuarios y caracterizaciones, y el detalle de presentar los personajes al principio, con subtítulos de sus nombres, algo que Quentin Tarantino, desarrollaría descaradamente.
Mean Streets cuenta con escenas verdaderamente antológicas, y llevadas con un ritmo trepidante, como por ejemplo:
La discusión en la sala apartada del bar, o la pelea en el billar, y qué decir de los diálogos, que ya son un emblema del cine de culto.
Sin embargo, esas pocas escenas de acción, son sin duda lo más flojo, ya que causan más risa que otra cosa, por su floja planificación; además, si nos fijamos bien en la expresión de Keitel, parece que de un momento a otro, va a empezar a troncharse de la risa; pero al fin y al cabo, Mean Streets no es una película de acción, sino de gánsteres de poca monta, en la que ya se podía intuir sin duda, un talento muy especial para el género, de un director que contaba tan solo con la treintena.
El resto, es historia...
Así pues, narrada con la fidelidad de una tragedia, donde cada secuencia es el acto de una ópera compulsiva, desgarrada, de vivos colores, como si estuviéramos frente a un perpetuo lamento sublimado por la utilización de una singular banda musical:
La mayoría de las canciones, fueron electas antes del rodaje.
El trozo final, por ejemplo, concluye todas las fiestas italianas.
En cambio “Be my Baby” de The Ronettes, evoca la música que sube de la calle en verano, cuando los tocadiscos automáticos están al aire libre, y los chicos bailan en la calzada…
Magnífica la banda sonora adaptada, para no desentonar con la fotografía, y en donde nos encontramos con auténticos mitos de la música, ni más ni menos, que a los fabulosos:
Eric Clapton, Bert Holland, Mick Jager, Keith Richard...
“You can't call me a mook!”
Todos evolucionamos, o al menos cambiamos con el tiempo, y Martin Scorsese no escapa de viajar por ese camino, que puede llevarnos a lugares mejores, o peores, según el caso.
No cabe duda, que el director, en 1973, moldeará su estilo con los años posteriores y lo elevará a niveles mejores.
Es cierto que su personalidad se mantendrá, o lo que sea, aquello que permanece inalterable, y supone la huella personal, aquí, y en otros títulos.
Scorsese tiene sus maneras, y eso es algo que todos podemos ver.
Y es que todos los directores, tienen en su filmografía, alguna obra que consideran más personal, ya sea porque han elaborado ellos mismos el guión, y lo han basado en vivencias personales, o porque sencillamente, la historia conecta con sus recuerdos, o su manera de ser.
Para Martin Scorsese, Mean Streets coincide con el primer caso.
Scorsese creció en el Lower East Side de Manhattan, en una zona conocida como “Little Italy”, llamada así, por la cantidad de italoamericanos, hijos de emigrantes italianos, que poblaban sus calles.
Mean Streets, significa el comienzo de una visión crítica sobre la sociedad de EEUU, de mediados de los 70.
Esta visión, tiene su base en las propias experiencias vividas por Martin Scorsese:
Violencia, amistad, pandilla, culpa, redención, catolicismo, y muerte, son los conceptos inherentes al discurso “scorsesiano”, que tienen su máxima representación en, la que es probablemente, la obra más personal de este director,
Mean Streets.
Una historia piramidal, construida sobre distintos materiales, nada grandilocuentes, ni espectaculares, meras observaciones, como si se tratara de un pequeño carnet de notas sobre personajes, muy próximos al mundo del director.
Estamos pues, ante una reconstrucción, entre antropológica y sociológica de los italoamericanos de la tercera generación, de cómo se divierten, aman, sueñan, odian, y matan, siempre en busca del dorado “Sueño Americano”, de esa quimera que les permita abandonar el horror cotidiano de su entorno.
“Honorable men, go with honorable men”
You do it in the streets...
You do it at home.
The rest is bullshit and you know it”
Martin Scorsese, quedará ligado a una mitología personal que se inserta profundamente, en las circunstancias involucradas con sus vivencias, como ciudadano ítalo-americano, formado en el rudo espacio de “Little Italy”, en New York, EEUU.
Dichos factores, irán emergiendo en una imaginería de recuerdos y emociones; pues pertenece a una generación de directores, que formaron sus carreras en plena expansión de la televisión; como:
George Lucas, Steven Spielberg, Brian de Palma, y hasta Francis Ford Coppola y Woody Allen.
El estilo formal de Scorsese, está determinado por la aparición de este medio.
Por otro lado, el cine vivía en estos años de formación, para estos realizadores, una etapa de ruptura formal contra lo establecido como norma por los estudios de Hollywood.
La irrupción de “La Nouvelle Vague”, y de los llamados “Nuevo Cine Europeo” como “el neorrealismo italiano” o el posterior “Free Cinema inglés”, provocaron una revolución entre los jóvenes directores de EEUU de la época.
Los tiempos dorados del cine de Hollywood, se habían acabado, y los géneros se habían descompuesto en una amalgama de extrañas mezclas y experimentaciones formales de toda clase.
Pero en el caso de Martin Scorsese, su cine intenta ser un homenaje a aquellos maravillosos años, desde la perspectiva de una evolución formal del medio, que inevitablemente rompe esquemas.
El ambiente y entorno en el cual Scorsese creció, sirvió como objeto de observación y estudio, en la vida del director.
Fue testigo presencial de las relaciones mafiosas ocurridas en su barrio, de la violencia en las calles, y la ausencia de la ley.
Todos estos conceptos, que emergen de su propia experiencia vivida, quedarán documentados en, quizás, la obra más personal de este director:
“Mean Streets” (1973)
¿Quién es al fin y al cabo, Martin Scorsese?
“You know what the Queen said?
If I had balls, I'd be King”
Mean Streets es una película de acción, del año 1973, dirigida por Martin Scorsese.
Protagonizada por Robert DeNiro, Harvey Keitel, David Proval, Amy Robinson, Richard Romanus, Cesare Danova, David Carradine, Robert Carradine, Martin Scorsese, entre otros.
El guión es de Martin Scorsese y Mardik Martin; un novelista nacido en Irán, aunque nacionalizado estadounidense, que empezó como guionista de cortometrajes, pero donde dio su auténtico “do de pecho”, fue con “Raging Bull” (1980), del director neoyorkino.
El título “Mean Streets”, se refiere a una frase de Raymond Chandler:
“Un hombre tiene que dar la cara en esas malas calles”, y la historia se centra en varios jóvenes de “Little Italy”, que tratan de abrirse camino en el difícil mundo en el que viven.
Siguiendo los consejos de su amigo Jay Cocks, crítico de cine de Time, Martin Scorsese recupera el guión de “Season Of The Witch”
Se trata de una historia escrita en 1966, con su compañero de universidad, Mardik Martin, que de nuevo recrea el universo coral masculino de “Little Italy”, pero lejos de la dispersión, confusión narrativa, y caos total de “Who's That Knocking at My Door” (1967)
Fue precisamente la mujer de Jay Cocks, la actriz Verna Bloom, quien le puso en contacto con Jonathan Taplin, organizador de las giras veraniegas de Bob Dylan y The Band, interesado en meter la cabeza dentro de la producción cinematográfica.
Un tipo disperso, embaucador, un poco soñador, como todos los “managers” musicales, promete encontrar el dinero, recurriendo a un joven heredero de 23 años.
Pero el tiempo pasa, sin que el soñado mecenas aparezca, incluso, se sirve de su amistad con Coppola, para hacer llegar un ejemplar del guión a Al Pacino, sin obtener respuesta del actor.
Acude de nuevo a Roger Corman, interesado en el proyecto, siempre que los italoamericanos sean negros, y se traslade la acción a Harlem.
La oferta no seduce a Scorsese, escarmentado por los constantes manejos de su antiguo productor, en contrapartida, llega a un acuerdo para utilizar su pequeña infraestructura, particularmente los equipos de iluminación, y efectos especiales, de probada rapidez para una modesta película que se va a rodar en 27 días.
Todo ello, viene acompañado por otra arriesgada decisión a nivel de producción:
Filmar los interiores, y gran parte de los exteriores, incluido el accidente final, en Los Angeles.
Sólo habrá 6 jornadas de equipo reducido en New York, dedicados a rodar los exteriores de “Little Italy” en fiestas, aparte de algunos planos de recurso de la ciudad.
Pese a los problemas que plantea la escasa movilidad de determinados actores, y de parte de la figuración, al filmarse muchas veces exteriores e interiores, a kilómetros de distancia, el ahorro de producción, resulta tan sustancial, que no se lo piensa 2 veces a la hora de camuflar el local de Tony, en un bar del barrio chicano de Los Angeles, reconstruyendo el apartamento de Charlie, en un edificio de despachos de Hollywood Boulevard.
Así pues, el contrato de distribución con Warner Bros., permite a Taplin, reunir los $35,000 necesarios para garantizar el calendario de pagos.
Definitivamente, el presupuesto será de $550,000, debido al coste adicional de los derechos de la banda musical, en particular “Tell Me” y “Jumping Jack Flash”, de The Rolling Stones.
Por su parte, Corman pasa a ser una productora de servicios sin injerencia alguna en el diseño del proyecto.
Así nace Mean Streets.
La acción dramática, tiene lugar durante unos pocos días del otoño de 1972, en “Little Italy”, Manhattan, y en otros barrios de New York, EEUU.
Sobre la pantalla en negro, se escucha la voz del propio Scorsese, que nos advierte de la necesidad de purgar los pecados en la calle, nunca en la iglesia.
Allí, Charlie (Harvey Keitel), es un joven italoamericano, que está tratando de ascender en la mafia de New York, pero dicho ascenso se ve obstaculizado por su sentimiento de responsabilidad hacia su imprudente amigo, Johnny Boy (Robert DeNiro), un jugador de poca monta, que debe dinero a muchos prestamistas.
Charlie trabaja para su tío Giovanni (Cesare Danova), un caporegime de la mafia, recogiendo principalmente deudas.
Él también está teniendo un romance secreto con la prima de Johnny Boy, Teresa (Amy Robinson), que tiene epilepsia, y está condenada al ostracismo, debido a su condición, sobre todo por el tío de Charlie.
Charlie se debate entre su devoto catolicismo, la mafia, y sus ambiciones.
A medida que avanza el metraje, Johnny se vuelve cada vez más autodestructivo e irrespetuoso de sus acreedores.
A falta de recibir la redención en la iglesia, Charlie lo busca a través de sacrificarse en nombre de su amigo Johnny.
En un bar, un usurero local llamado Michael (Richard Romanus), viene buscando a Johnny para “pagar” sus deudas, pero para su sorpresa, Johnny lo insulta.
Michael se lanza a hacia Johnny, y éste toma represalias tirando un arma.
Después de un tenso enfrentamiento, Michael se aleja, y Charlie y Johnny deciden salir de la ciudad por un breve período con Teresa.
Después de una escapada tranquila en coche, el trío finalmente es perseguido por Michael y sus hombres de confianza, en otro coche.
Uno de los hombres de confianza, efectúa disparos contra el coche de Charlie, hiriendo de muerte a Johnny en el cuello, y a Charlie en la mano, haciendo que Charlie bloquee el coche.
Todo termina con una ambulancia, y la policía llega a la escena, y los paramédicos que quitan y separan a ambos amigos.
Mean Streets, no solo lleva el estilo criminal de Scorsese, sino que fue su primera obra maestra, la cual marco una huella indeleble en su carrera cinematográfica, definiendo sus dotes artísticos por siempre, mostrándonos su típica marca criminal, en el bajo mundo en los suburbios neoyorquinos; en el fondo, una buena historia sobre la amistad, pero ante todo, sobre un tema que se convertiría en marca de agua del director, la violencia, esa violencia que todo lo empaña, incluso las situaciones más cotidianas y entrañables, están salpicadas de esa violencia física y verbal omnipresente.
Lo que convirtió a Mean Streets, en uno de los más sorprendentes debuts cinematográficos.
“This Johnny Boy is like your mister Groppi... a little crazy.
It's nice you should help him out because of his family and our family but watch yourself...
Don't spoil anything.
His whole family has problems... his cousin, the girl who lives next door to you...”
A sus 31 años, Martin Scorsese realizó este tercer largometraje, en la que ya dejaba ver su enorme talento para narrar historias urbanas, y en la que mostraba todas las características que acompañarían a su cine, a lo largo de su irregular y apasionante trayectoria.
Scorsese elabora una magnífica historia, llena de gran belleza, y creando al mismo tiempo, una atmósfera que nunca será igualada, a pesar de la carencia de medios con las que contó, a la hora de rodar la película.
Alejado de la recreación épica de una saga, como “Los Corleone”, nos encontramos frente a pequeños “tiburones del hampa callejera”, dedicados a negocios de poca monta, lejos de las intrigas financieras de Wall Street, o del Vaticano, viviendo de pequeños trapicheos, contrabando casero en ocasiones, pequeñas extorsiones a comerciantes de la zona, aunque su máxima ambición siga siendo, poder regentar un pequeño establecimiento, ser en una palabra, “respetables comerciantes”
Admirable la fotografía en color de Kent Wakeford, y haciéndose cargo de ella, otro profesional nacido en New York, y como no, amigo incondicional de Scorsese.
Y en estas “malas calles”, dando una auténtica demostración de talento, deleitándonos con una imágenes asombrosas, sobre todo las rodadas en New York y la de Los Angeles, la festividad religiosa de San Genaro, son escenas rodadas en escenarios naturales, el mismo día de su celebración.
Con la historia, incorpora trazos autobiográficos, que Scorsese explica con fervor, y una calidez que trasmiten al discurso, proximidad y verosimilitud.
La narración, se desarrolla a partir del recuerdo nostálgico de una experiencia vital entrañable, exenta de sentimentalismos, y de complacencia.
Presenta el barrio de infancia y juventud con exuberancia y humor.
Retrata una comunidad, que se siente singular, y cultiva sus costumbres, fiestas, y celebraciones, como la de San Gennaro.
Las calles de la zona, se muestran depositarias de sonidos, ruidos, rumores, voces, y armonías, que identifican al colectivo que las habita.
La historia de un aprendiz de mafioso, que se mueve en los primeros peldaños de una pirámide, en la que su muy admirado tío, sólo está 1 o 2 escalones por encima de él, y en la que los grandes hampones que ocupan el vértice, ni siquiera saben de la existencia de ambos, le sirve a Scorsese, para mostrarnos las dudas del protagonista, entre su propia moral religiosa, y la necesidad de irse, creando un nombre en el mundo de los bajos fondos.
Para esto, para crearse una reputación, le estorban situaciones como tener una novia epiléptica, y ejercer de protector del primo de ésta, que está completamente loco.
Pero ese mundo en el que quiere ser alguien, y que utiliza la religión a su antojo, no admite la redención mediante buenos actos, y sí el más duro de los castigos hacia quien no cumpla con sus “normas”
El tema principal, viene dado por las relaciones entre sexo y pecado, pecado y perdón, trasgresión y culpa, religión y conducta humana.
El protagonista, abrumado por los escrúpulos, desarrolla comportamientos ansiosos, que le llevan a jugar con el fuego que purifica, la abstinencia sexual, y la generosidad que cree que le aporta méritos para descargar las culpas. Adicionalmente, explora cuestiones relativas a la violencia de los adolescentes, al espíritu destructivo de los jóvenes, a la redención, y al perdón, a las relaciones entre insatisfacción y violencia, etc.
Presta especial atención a los personajes que protagonizan la historia, por lo que algunos atribuyen a Mean Streets, la condición de “obra de personajes”
Todos los personajes, a excepción de Johnny Boy, intentan llevar una vida lo más digna posible, aunque esto no quiera decir necesariamente honrada.
Charlie siente hacia Johnny Boy, una especie de responsabilidad paternal, y trata de ayudarle en vano, a salir de sus nada aconsejables costumbres.
Charlie está pasando por una etapa de introspección espiritual, en la que se cuestiona el sentido de la expiación de los pecados, a través de la religión.
Él quiere redimir su alma con sus hechos, y no con la penitencia impuesta semanalmente por el cura de su iglesia.
Charlie, hablando para sí mismo, o dirigiéndose tal vez a un Dios personal... intenta pagar sus pecados, quemándose con cualquier llama que encuentra, como saldando poco a poco su deuda con el esperado y terrible infierno.
Pero la deuda la tiene consigo mismo, pues siente la culpabilidad de seguir una vida destinada al fracaso.
Teresa, la prima de Johnny, con la que Charlie sale a escondidas, intenta convencerle de que se vayan del barrio, pero Charlie no quiere huir, él ama su entorno, el único que conoce.
“Little Italy” es para los personajes, su hogar, el sitio en el que quieren continuar viviendo.
Todos tratan de buscar una salida, a una difícil situación determinada por el barrio en el que viven, pero lo quieren lograr, sin salir de él, mejorando sus vidas, a través de una respetable conducta, que no tenga nada que ver con las bajezas de la delincuencia común, aunque sea a costa de caer en otro tipo de corrupción, considerada sin embargo por ellos, como la única solución legítima, a su desafortunada situación.
Como en este caso, a menudo los protagonistas de los films de Scorsese, tendrán que superar una experiencia violenta, que actúe como catarsis de toda su rabia contenida, y les permita de esta manera, apaciguar su conciencia.
Todos estos seres, comparten el hecho de cargar con la pesada losa, de tener que encarar sus “no muy afortunadas vidas”
Sienten que no tienen más elección, que comportarse como lo hacen, si quieren salir adelante.
Existe en todos ellos, una voluntad por expiar sus pecados, hay una especie de sentido religioso en sus actos.
Cada uno, resolverá la papeleta de apaciguar su conciencia, de diferente manera, algunos por ellos mismos.
Así, Charlie acabará casi muerto en un tiroteo, por culpa de intentar ayudar a Johnny Boy, aunque lo único que pretenda realmente, es ayudarse a sí mismo.
Espléndidas las interpretaciones, destacando la pareja protagonista:
Harvey Keitel, como Charlie Cappa, ese gánster de poca monta, sin futuro alguno, que cree que uno paga por sus pecados en la calle, no en la iglesia, pero que siempre acude a ella para expiar sus crímenes.
Robert DeNiro, dando vida a Johnny Boy, el mejor amigo de Charlie, un tipo irresponsable, autodestructivo, y para colmo de males, endeudado con todo el mundo.
DeNiro hace despliegue de su gran arte del Método, encarnando a un joven con iniciativa, pero sin mucho sentido común, al que el atrevimiento de la juventud, le jugará una mala pasada, y le hará aprender tarde, que en los bajos lugares de las ciudades, la gente no tiene ni amigos, ni corazón, ni alma.
Y en medio de estos 2 monstruos sagrados del Séptimo Arte:
Amy Robinson, que por aquel entonces era la esposa de Scorsese, creo que Mean Streets fue la única película de esta actriz, ya que luego, su carrera dio un giro total, para dedicarse a la producción, y aquí metida en el cuerpo de Teresa, prima de ambos, y por quien Charlie siente algo especial, pero ella no siente el más mínimo afecto por Johnny, y este pues, no se atreve a intimar con ella, es otra de las muchas cruces que Charlie deberá de llevar a cuestas…
Y por estas calles de Dios, también nos encontramos al fenomenal David Carradine, que aquí aparece en un breve papel, pero eso sí, bastante divertido el de un borracho que es víctima de un asesinato.
Destacando también los vestuarios y caracterizaciones, y el detalle de presentar los personajes al principio, con subtítulos de sus nombres, algo que Quentin Tarantino, desarrollaría descaradamente.
Mean Streets cuenta con escenas verdaderamente antológicas, y llevadas con un ritmo trepidante, como por ejemplo:
La discusión en la sala apartada del bar, o la pelea en el billar, y qué decir de los diálogos, que ya son un emblema del cine de culto.
Sin embargo, esas pocas escenas de acción, son sin duda lo más flojo, ya que causan más risa que otra cosa, por su floja planificación; además, si nos fijamos bien en la expresión de Keitel, parece que de un momento a otro, va a empezar a troncharse de la risa; pero al fin y al cabo, Mean Streets no es una película de acción, sino de gánsteres de poca monta, en la que ya se podía intuir sin duda, un talento muy especial para el género, de un director que contaba tan solo con la treintena.
El resto, es historia...
Así pues, narrada con la fidelidad de una tragedia, donde cada secuencia es el acto de una ópera compulsiva, desgarrada, de vivos colores, como si estuviéramos frente a un perpetuo lamento sublimado por la utilización de una singular banda musical:
La mayoría de las canciones, fueron electas antes del rodaje.
El trozo final, por ejemplo, concluye todas las fiestas italianas.
En cambio “Be my Baby” de The Ronettes, evoca la música que sube de la calle en verano, cuando los tocadiscos automáticos están al aire libre, y los chicos bailan en la calzada…
Magnífica la banda sonora adaptada, para no desentonar con la fotografía, y en donde nos encontramos con auténticos mitos de la música, ni más ni menos, que a los fabulosos:
Eric Clapton, Bert Holland, Mick Jager, Keith Richard...
“You can't call me a mook!”
Todos evolucionamos, o al menos cambiamos con el tiempo, y Martin Scorsese no escapa de viajar por ese camino, que puede llevarnos a lugares mejores, o peores, según el caso.
No cabe duda, que el director, en 1973, moldeará su estilo con los años posteriores y lo elevará a niveles mejores.
Es cierto que su personalidad se mantendrá, o lo que sea, aquello que permanece inalterable, y supone la huella personal, aquí, y en otros títulos.
Scorsese tiene sus maneras, y eso es algo que todos podemos ver.
Y es que todos los directores, tienen en su filmografía, alguna obra que consideran más personal, ya sea porque han elaborado ellos mismos el guión, y lo han basado en vivencias personales, o porque sencillamente, la historia conecta con sus recuerdos, o su manera de ser.
Para Martin Scorsese, Mean Streets coincide con el primer caso.
Scorsese creció en el Lower East Side de Manhattan, en una zona conocida como “Little Italy”, llamada así, por la cantidad de italoamericanos, hijos de emigrantes italianos, que poblaban sus calles.
Mean Streets, significa el comienzo de una visión crítica sobre la sociedad de EEUU, de mediados de los 70.
Esta visión, tiene su base en las propias experiencias vividas por Martin Scorsese:
Violencia, amistad, pandilla, culpa, redención, catolicismo, y muerte, son los conceptos inherentes al discurso “scorsesiano”, que tienen su máxima representación en, la que es probablemente, la obra más personal de este director,
Mean Streets.
Una historia piramidal, construida sobre distintos materiales, nada grandilocuentes, ni espectaculares, meras observaciones, como si se tratara de un pequeño carnet de notas sobre personajes, muy próximos al mundo del director.
Estamos pues, ante una reconstrucción, entre antropológica y sociológica de los italoamericanos de la tercera generación, de cómo se divierten, aman, sueñan, odian, y matan, siempre en busca del dorado “Sueño Americano”, de esa quimera que les permita abandonar el horror cotidiano de su entorno.
“Honorable men, go with honorable men”
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