Starred Up

“We're all different on the inside”

Parece difícil innovar en el trillado género del “drama carcelario”
Las limitaciones espaciales, la cantidad de películas que han abordado el subgénero, y la dificultad de encontrar nuevos lenguajes para abordar una historia en una prisión, parecen escollos inevitables, a la hora de filmar un drama carcelario.
La tradición cinematográfica, respecto a delincuentes juveniles, ha mostrado que la secuencia lógica y probable para estos jóvenes descarriados, es la de crimen y castigo, ejercido éste, mediante una autoridad competente, Código Penal, o un homólogo facineroso ofendido:
Ley del Talión.
Her Majesty Prision de Wandsworth, es la cárcel categoría B de hombres, en el distrito Wandsworth, al suroeste de Londres, Inglaterra.
Es operado por El Servicio de Prisiones de Su Majestad, y es la prisión más grande en El Reino Unido.
Entre los presos notables, figuraron:
El escritor Oscar Wilde; James Earl Ray, asesino de Martin Luther King, Jr.; y Julian Assange.
Y en la literatura, la prisión sirvió de escenario para la novela de Anthony Burgess “A Clockwork Orange” (1962), pues el personaje Alex DeLarge es encarcelado allí; y en la novela “Atonement” (2001), de Ian McEwan, donde el personaje, Robbie Turner, está encarcelado, más de 4 años
Por tanto, Her Majesty's Young Offender Institution (HMYOI), era un tipo de prisión del Reino Unido, con el objetivo de recibir delincuentes, con una edad de alrededor de entre 18 y 21 años.
Para el año 2005, existían 13 establecimientos de este tipo; y en 2007, estas instituciones fueron abolidas, y los presidiarios mayores de 18, fueron enviados a prisiones para adultos.
“Pretty soon you're out of a job”
Starred Up es un drama de 2013, dirigido por David Mackenzie.
Protagonizado por Ben Mendelsohn, Rupert Friend, Jack O'Connell, Sam Spruell, David Ajala, Peter Ferdinando, Anthony Welsh, Ashley Chin, David Avery, Gershwyn Eustache Jr., Paddy Rocks, Ryan McKenna, Mark Asante, entre otros.
El guión es de Jonathan Asser, y gira sobre un adolescente violento y con problemas, que es transferido a una prisión para adultos, donde finalmente se encuentra con alguien que le hace frente, un hombre que resulta ser, alguien inesperado…
El rodaje tuvo lugar en la cárcel de Belfast, acondicionada al mínimo, imprescindible para acoger al equipo de Starred Up.
Todo inicia con la llegada de Eric Love (Jack O’Connell)
El joven es un provocador organizado, especialmente violento, y no tardará en perturbar, con sus locuras, el orden mafioso de la prisión.
Por su parte, Neville Love (Ben Mendelsohn), su padre, que no lo pudo ver crecer, será el encargado de apaciguarlo.
Durante los minutos introductorios, vemos a Eric, siendo recluido en una cárcel para adultos; dejando claro, que no va a tener muchos problemas para defenderse, y moverse como pez en el agua, en su nuevo entorno.
Un rápido vistazo a su celda, y a sus objetos personales, estrictamente examinados por los guardias de seguridad, e instantes después, ya tiene en su poder, un arma mortífera, y un escondite para ocultarla.
Y no pasará mucho tiempo, hasta que disfrute de la primera ocasión para usarla.
El detalle con el que se muestra esta secuencia, busca enseñarle al espectador, que Eric no es un novato que ha sido encarcelado por primera vez, sino alguien que sabe lo que hace...
Se trata de una persona, que fue transferida desde un recinto de reclusión juvenil, 2 años antes de la edad a la que le correspondía.
Estos particulares casos, son los denominados “starred up” o “promovidos”, expresión que sirve como título para la obra.
Así pues, Eric fue “promovido” antes de tiempo, debido a su carácter violento y conflictivo.
Al llegar a la cárcel de adultos, se dedica a inspeccionar el lugar, en un constante estado de alerta, como si se tratara de un depredador, que se está acostumbrando a un nuevo hábitat.
Pero sobrevivir en este ambiente hostil, no es su única preocupación, ya que en la misma cárcel se encuentra su padre, Neville, a quien no ha visto hace años.
La relación entre ambos es compleja, con una tensión que se siente en la atmósfera, cada vez que están juntos.
El éxito de Starred Up reside, justamente, en esta misma gestión paralela a cargo de un director que no deja que decaiga esta historia conmovedora, casi animal, de domesticación hacia la redención.
“Proud to be your dad”
Starred Up, es de una violencia despiadada, que roza en ocasiones la genialidad, por la manera en que se orquesta su explosión.
Sirva de ejemplo el arranque del primer acto, especialmente tenso y astuto, uno no se volverá a lavar los dientes de la misma manera...
El nivel de hostilidad que se respira en el ambiente, amplificado a consecuencia de la asfixiante, y cruda fotografía llevada a cabo por Michael McDonough, deja al descubierto, una atmósfera incómoda, a la que cuesta acostumbrarse.
Sólo una persona que reúna las cualidades defensivas necesarias, podría hacer frente a la terrible lucha territorial que plantea David Mackenzie.
La puesta en escena, es como una olla que va acumulando presión, a medida que la pantalla se salpica de estallidos de violencia, que hacen avanzar el relato.
Lentamente, tras la fachada de malas bestias, que se despellejan a golpe de cuchilla, pierna, o mesa, y que se insultan en una jerga incomprensible, empezará un número reducidísimo de presos, a manejar esta violencia en sesiones grupales.
La trama, basada en la experiencia personal de su guionista, Jonathan Asser, que ha trabajado como terapeuta con los detenidos, no se limita a recomponer un claustro, y una jerarquía de personajes radicales.
Un ejemplo de ello, es que 2 de ellos mantienen, a pesar de su naturaleza violenta y antisocial, una relación paterno-filial.
La precisión realista en el tratamiento de las situaciones, supone un guión documentado, una ficción que no pasa por documental, ni renuncia a su condición representativa, pero a veces la excede, o nos hace creer que lo consigue, gracias a la potencia de su verosímil espacial y psicológico, a esa gran pasión, entre padre e hijo, que se despliega sin eufemismos con toda su carga de angustia sexual, fuerza física, miedo, poder, y ternura proscrita, sólo expresada abiertamente “in extremis”
El realismo con el que es narrada Starred Up, se debe a la labor de Asser, sabe que los clichés que vemos en las películas de este tipo, están alejados de la verdadera vida dentro de las prisiones, así que opta por una visión menos endulzada, al momento de contar la historia.
Su experiencia de 12 años, dentro de este mundo, se puede notar en la capacidad que tiene para fijarse en los detalles, y para retratar las dinámicas que se producen dentro de las cárceles, con la estructura jerárquica que existe entre los propios reos, y los círculos a los que pertenecen.
Aunque se trata de su primer guion, Asser demuestra un buen conocimiento de la estructura narrativa, y es capaz de hacer que sus personajes sean interesantes, pese a que no son modelos a seguir.
Eric, ni tiene, ni le es requerida explicación alguna, dado que su actitud, responde a la condición atávica, que cabría esperar de una persona cuya educación ha estado marcada por una suerte de dificultades, tan desagradables como condicionantes del temperamento:
Ambiente marginal, madre prematuramente fallecida, y padre, no menos prematuramente encarcelado.
Con un historial así, es lógico que el sujeto en cuestión, acabe bajo la tutela de una institución, y no nos referimos precisamente a una universidad...
Despunta la gran revelación:
Enorme Jack O’Connell, que convierte su primera participación en la gran pantalla, en un puñetazo en la cara.
O’Connell, interpreta a la perfección, a este muchacho de 19 años, tan brutal como frágil e imprevisible, y desprende un carisma tal, que abre, con la ayuda de esta gran película, de par en par, las pesadas puertas del Séptimo Arte.
Porque el carácter que imprime a su bestia, es el motor, gatillo, y asfalto de esta historia, porque el trabajo corporal explosivo que realiza, deja ver un cuerpo que cuenta una historia, y porque la sutileza emocional con la que baña a un joven hombre que es más un animal, que un ser humano, y eso es digno de toda alabanza.
Su Eric Love, es un marginado social, que representa la decadencia de un Reino Unido que ha visto mejores días.
Con solo 24 años, el actor demuestra un enorme potencial, pese a que sus trabajos han estado ligados a un tipo de personajes, más o menos similares.
Eric, es usado por el realizador, como un poderoso transmisor, para hacer llegar, por las buenas o por las malas, su mensaje.
En efecto, nos encontramos en Inglaterra, al menos simbólicamente, ya que las imágenes han sido filmadas en una cárcel norirlandesa, y eso queda reflejado en los costumbrismos sociales, en concreto, se aprecia en el forzado, pero intencionado patetismo de la turbulenta relación paterno-filial.
Ese completo fracaso de Neville hacia su hijo, tratando de auto-justificar su prolongada ausencia, por medio de una preocupación violentamente desmesurada, se tornará incluso más evidente, gracias a la aparición del perfecto, desinteresado, y comprensivo Oliver.
Algo que a primera vista podría parecer un truco, con el que enlazar un fácil desenlace discursivo y demagógico, se convierte, gracias al cariz expeditivo que el director confiere a sus personajes, en un contundente manifiesto sobre los abusos de autoridad, y los conflictivos escalafones jerárquicos; contagiando con esa diligencia armónica al resto de los elementos del filme que, lejos de venirse abajo, crearán una sensación definidamente cíclica de lo que conocemos como “eterno retorno”
El otro personaje importante dentro de la historia, es Oliver Baumer (Rupert Friend), inspirado en las propias vivencias de Jonathan Asser, un terapeuta que trabaja dentro de la prisión con los reos.
Oliver, nota la rabia que irradia Eric, pero en vez de huir de él, o tratarlo como los guardias del lugar, decide intentar ayudarlo, ofreciéndole un lugar en sus reuniones de apoyo.
Sin embargo, lo que podría haber terminado en una historia estereotipada, acerca de la redención y la bondad, en Starred Up, es dejado de lado.
Eric es una persona desconfiada, que no acepta la ayuda de los demás.
La relación que tiene con el terapeuta, es tan conflictiva, como la que tiene con su padre, así que la tarea de Oliver no será tan sencilla.
Su misión, es la de tratar que el joven se adapte, y consiga su egresión lo antes posible, para lo cual, tendrá que aprender a controlar su temperamento, y a un padre violento, convertido en toda una eminencia respetable entre los reclusos, cuya sobreprotección parece tener el efecto inverso al deseado.
Nuevamente, un fallo en el sistema, acabará con toda esperanza de redención formativa, encaminando el desenlace a una vertiginosa espiral de violencia, traiciones, y corrupción.
Durante los primeros minutos, no tenemos claro cuál debe ser nuestra actitud con relación a Oliver, quien parece más agresor que víctima.
Pero no tardamos en descubrir, que en el fondo, es alguien que ha hecho todas estas cosas, solo para poder sobrevivir, y no por mero gusto.
Si bien el desenlace de la historia, sigue algunos lugares comunes que hemos visto en otras películas, la forma en que es contada, es más honesta, ya que está despojada de la manipulación tramposa.
Nada aparentemente más absurdo, además de arriesgado, que tal emprendimiento en ese contexto, nada más “maricón” desde la lógica carcelaria general.
El valor de Oliver, que es relativamente joven, flaco, y luce endeble, es tanto como su fuerza de voluntad, manifiesta en la posición que ocupa en el espacio donde desarrollan las reuniones, cada vez que los miembros del grupo pierden los estribos.
Con las manos en los bolsillos, y la mirada en el suelo, se pone entre ellos, cual saco de boxeo en un gimnasio, pronto a ser golpeado, y casi sin otra respuesta que la inercia del movimiento ocasionado por los demás, en silencio, cuando los ánimos están muy caldeados, porque sabe que cualquier palabra de más, o fuera de lugar, aviva el fuego.
Curiosamente, como buena película viril, puede detectarse un larvado desprecio por “lo gay”, en tanto cultura de la integración.
Los personajes homosexuales de Starred Up son putos, la ponen, o se las ponen, pero no transan, se resisten al sistema jerárquico de poder, aunque formen parte de él, desde otro lado.
El problema, incluso, no lo tienen con el director de la prisión, que es una mujer, a quien nunca vemos impartir una orden bajo cuerda, sino con una especie de subdirector de cara inolvidable, y notables frustraciones, sexuales entre ellas, que descarga sobre el resto, y oficia de esbirro de aquella.
Pese a la violencia mostrada en algunas escenas, Starred Up no deja de lado los momentos más emotivos.
Estos, como la naturaleza de sus personajes, son acotados y precisos, sin llegar al cliché.
Mientras la rabia de Eric y los demás reos puede explotar de inmediato, emociones como la amistad, o el arrepentimiento, son transmitidas de manera más retraída.
“Starred Up means you're leader”
Es muy interesante el planteamiento dramático de Starred Up; pues apenas sabemos nada de sus personajes, más allá de que están en la cárcel, y del carácter que tienen en ese lugar.
Y eso hace que Starred Up sea por momentos, un apasionante estudio antropológico, sobre las micro sociedades que deben crearse en las prisiones, y sobre los roles que adoptan los individuos que las forman.
En ese sentido, el complejo nudo de relaciones emocionales que se crea en esta prisión, es de lo mejor de Starred Up, y un hito en cuanto al detalle en el subgénero.
El propio título, ya revela un error en el sistema penitenciario británico, una macabra frivolidad, ya conocemos el humor inglés, que podría ser literalmente traducida como:
“Lanzar al estrellato”
Y consiste en la reubicación de menores, en cárceles para adultos, debido a un comportamiento excesivamente violento.
Esto atenta contra el principal significado de correccional, privándole de su característica primordial, la corrección, y rechaza la necesaria pedagogía que estas personas requieren, dejándolas de lado, en un ambiente en el que posiblemente, no logren sobrevivir, su integridad sea quebrada, y cocida como carne de cañón.

“I'm just saying.
Said this therapy goes well and it changes my life and I rehabilitate.
And then you lay it on for the next geezer and it works for him, and the next.
And everything's sweet yeah?
Crime rates starts to come down, police got less people to nick, courts got less people to convict”



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