El Niño

“¿Cruzaste El Estrecho hasta África, para coger una piedra y volver?”

¿Quién dijo que no hay otros modos de vivir?
Pues resulta que hay una vida al límite, una vida fronteriza:
Un helicóptero de La Policía Nacional, patrulla en El Estrecho de Gibraltar, de noche.
Localiza una lancha de traficantes de droga, a una velocidad endiablada, y se lanza encima de ellos.
Baja hasta casi rozar sus cabezas, atronando con las aspas, echándoles agua encima.
Y cuando apunta el foco hacia los “narcos”, los agentes ven las caras de 2 adolescentes.
La escena podría ser real, una de tantas operaciones que suceden todas las semanas, en el tramo de agua que separa España de Marruecos.
Cuando pasar de un lado a otro, se convierte en una manera de vivir, y las reglas que rigen son otras.
Resulta que “El Nene”, que es el apodo por el cual es más conocido Mohamed Taieb Ahmed, identidad que usa en España; o Mohamed El Ouazzani, identidad que usa en Marruecos; fue uno de los mayores narcotraficantes del mundo, y en consecuencia, de los más buscados por las fuerzas policiales, por tráfico de drogas.
Su fortuna, se estimó en cerca de los 30 millones de euros.
El Nene, cuya verdadera identidad es confusa, al usar varios nombres falsos, fue durante un largo período, uno de los narcotraficantes más grandes del mundo, destacado por su osadía, llegando incluso a jactarse de la policía, grabando vídeos mientras cruzaba El Estrecho de Gibraltar, en potentes lanchas, con grandes cantidades de estupefacientes, y sin ocultar su rostro.
Durante varios años, El Nene introdujo en España, 50,000 kilos de hachís, y acumuló una fortuna estimada en 30 millones de euros, según los informes de la policía.
Unos pocos kilómetros separan África de Europa, un escenario en el que 3 países de 2 continentes; Reino Unido, España, y Marruecos, conviven en áspera vecindad, con policías y delincuentes de varias nacionalidades, que han de arreglárselas día a día, para sorprenderse mutuamente.
“Dos mundos enfrentados, separados por 14 kilómetros”
El Niño es una película española de acción, dirigida por Daniel Monzón, en el año 2014.
Protagonizada por Luis Tosar, Jesús Castro, Eduard Fernández, Jesús Carroza, Sergi López, Bárbara Lennie, Moussa Maaskri, Ian McShane, Luis Motilla, Mariam Bachir, Saed Chatiby, José Manuel Poga, entre otros.
El guion es de Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarría.
Rodada en español, El Niño es un thriller de acción, que gira en torno al mundo del narcotráfico, en la zona del Estrecho de Gibraltar; y cuenta la iniciación de 2 jóvenes en ese mundo; a su vez, 2 agentes de policía especializados en desmantelar redes de drogas, persiguen esta trama, y a ambos jóvenes.
El marco es una estrecha franja de mar, que supone un muro retórico, que se trasluce en una valla real, llena de pinchos y mecanismo antitrepa.
Las diferencias, no solo las culturales, van más allá de simples rasgos diferenciadores entre el Norte y el Sur.
Suponen todo un abismo, muchas veces insalvable, que para muchos se convierte, o bien en una tumba, o bien en una cárcel.
Son 2 particularidades, que posee esta franja, que tiene que ver con el tráfico.
Por un lado el de drogas y, por otro, cada vez, con más ramificaciones, el de humanos.
El director Daniel Monzón, se centra más en el primer aspecto:
El tráfico de estupefacientes.
En palabras del propio Monzón:
“El Niño es una aproximación, no tanto al fenómeno de la droga, como a unos personajes que se mueven en universos enfrentados, y que viven día a día esta aventura en carne propia.
Para llenarla de vida, Jorge Guerricaechevarría, mi guionista, y yo, nos instalamos por un tiempo en la zona, para nutrirnos al máximo de lo real, conocer de primera mano los escenarios, y las experiencias de sus protagonistas”
Esta es una historia que surge enteramente de las vivencias reales, contadas por boca de los personajes de cada bando:
“Buscábamos conocer las 2 caras, para tratar de reflejar cómo se vive ese mundo, a ambos lados de la ley”, acotó.
Erróneamente, El Niño se ha relacionado con la figura de Mohamed Taieb Ahmed, alias “El Nene”, aunque su director ha negado, que sea así señalando, que el largometraje usa como base, la mezcla de la vida de varios narcotraficantes de los años 1980, que operaban entre las costas del norte de África, y las de Cádiz, sin centrarse en ninguna figura en concreto.
Así pues, tenemos a ese imponente Estrecho de Gibraltar, que es la frontera sur de Europa; apenas 14 kilómetros separan África del Viejo Continente.
Riesgo, adrenalina y dinero, al alcance de cualquiera, capaz de atravesar esa distancia en una lancha cargada de hachís, volando sobre las olas, y con la policía pisándote los talones.
Son 2 jóvenes, El Niño (Jesús Castro) y El Compi (Jesús Carroza), los que quieren iniciarse en el mundo del narcotráfico, en El Estrecho de Gibraltar.
Por otra parte, Jesús (Luis Tosar) y Eva (Bárbara Lennie), son 2 agentes de La Policía Antidroga, que llevan años tratando de demostrar, que la ruta del hachís es una de las principales vías de penetración de la cocaína en Europa.
Su objetivo es “El Inglés” (Ian McShane), el hombre que mueve los hilos desde Gibraltar, que es la base de operaciones.
Así, la creciente violencia de las advertencias que reciben, les indica que van por buen camino.
Los destinos de estos personajes, a ambos lados de la ley, terminan por cruzarse para descubrir que el enfrentamiento de sus respectivos mundos, era más peligroso, complejo, y moralmente ambiguo, de lo que hubieran imaginado.
El Niño aborda la temática del narcotráfico, dentro del Estrecho de Gibraltar, mostrándonos tanto a los policías que luchan contra el crimen, como a los individuos que se dedican a transportar la droga, de un continente a otro.
La obsesión de resolver un caso, el afán de obtener dinero fácil, y la corrupción de las autoridades, son algunos de los contenidos, a la que, de vez en cuando, se le añaden unos toques de humor, y de romance.
“Que parezca una mierda, pero que no le falte de nada”
El Niño se vende como “la mejor película del cine español, con proyección internacional”
Puede que la historia no aporte nada nuevo al género, y que su duración sea excesiva, pero consigue enganchar al espectador.
Además, posee un clímax estupendo, en el que sobresale su conseguida carga dramática, con acción, amor, y elementos del género policiaco, que se conjugan en este “thriller” trepidante, que de la mano de los productores de “Celda 211” (2009), vuelve a reunir al trío artístico que convirtió a esta película, en una de las más aclamadas, y exitosas de ese año:
Daniel Monzón como director-guionista, Jorge Guerricaechevarría como guionista, y Luis Tosar, como actor principal.
En El Niño, se tocan temas como:
El sentido del deber, la amistad, la traición, la codicia, el gusto por el dinero fácil, la inmigración, o la lealtad, ello lo muestra Monzón, con anhelo de emitir realismo cercano al naturalismo, mostrándonos todo el proceso para hacerse narcotraficante, así como los métodos para apresarlos.
Fueron años de documentación e investigación, por parte del Daniel Monzón y su coguionista, Jorge Guerricaechevarría, muestran sus resultados en una película con un sorprendente nivel técnico, donde las escenas de acción aeromarítimas, están rodadas por los mismos protagonistas, quienes tuvieron que volar en helicóptero, Luis Tosar y Eduard Fernández; o ser ellos mismos los pilotos de las embarcaciones, como el joven y apuesto Jesús Castro, que surca los mares con la misma impasibilidad y aplomo, con la que Steve McQueen pilotaba coches, o motos en sus famosas películas.
Realizador y guionista, no dudaron en sumergirse en este submundo, y recibir de primera mano, lecciones de cómo se vive esta cultura del contrabando, en la que en muchos hogares se pasa de padre a hijos, con total naturalidad, y en el que el trapicheo, ya sea en la faceta de porteador, o de chófer, o de mero vigilante, es lo corriente, frente a la otra opción:
Las listas del paro.
En su planteamiento, guionista y director, huyen de hacer una crítica social, y mira que tienen motivos…
Algeciras, Gibraltar, norte de Marruecos, un punto geográfico denominado El Estrecho, en el que 3 administraciones, 3 Estados, se las ven, y se las desean, para que la corrupción no sea lo habitual, y que El Orden y La Ley impere, frente a las grandes mafias, en un puerto donde transita una parte importante del transporte marítimo mundial.
No obstante, considero que se manejan mal los tiempos, cuando se introduce la historia de amor, produciéndose un molesto altibajo en la narración…
Y es que Daniel Monzón entrelaza 2 historias:
Por un lado, la lucha contra el tráfico de drogas y la corrupción, y por el otro, el modo de vida de unos jóvenes, que viven en una zona de frontera, donde la droga imprime una forma de vida.
La primera parte, está rodada casi como si fuera un documental:
Nos muestra las inquietudes de unos colegas, que ven en el uso de las “gomas”, una forma de ganar la vida, y de vivir su juventud:
Enfrentarse al orden establecido, a base de adrenalina.
Con escenas trepidantes de persecuciones de un helicóptero, a una lancha, o “goma”, en el argot sureño, que nos van metiendo, poco a poco, en una historia que tiene que ver más, con la cuestión de supervivencia, que con la del trapicheo de la droga.
La segunda parte, mucho más dinámica, tiene que ver con el cerco que la policía somete a los traficantes, y el papel que desempeñan los jóvenes protagonistas en esta trama.
Un thriller con los roles bien definidos:
Un policía malo; uno bueno, que tiene la honestidad como bandera; una compañera que está de buen ver, y que hace ojitos al protagonista buenorro.
Lo clásico, y funciona.
La trama de los jóvenes, también está bien planteada:
Son amigos incondicionales, uno de ellos, se ha echado una novia formal.
El otro, El Niño, no.
Como contrapartida a su guapura, los guionistas le han creado un bellezón de amiga, Amina (Mariam Bachir) porteadora ocasional de droga, que provoca los desvelos del protagonista.
Esa es la parte más floja, y sobre todo el final, esa búsqueda del encuentro, del “happy end”
Ciertamente, las localizaciones escogidas para grabar El Niño, se prestan a imprimir en nuestras pupilas, imágenes para el recuerdo, pero la exquisita descripción de los lugares, la vida, y la gente, consiguen captar el color y la esencia de este viaje, a ambos lados del Estrecho.
Con razón, como contaba el mismo Daniel Monzón, este proyecto ha tardado 4 años en ver la luz.
El Niño cuenta con una admirable presentación, un arranque majestuoso, donde enormes contenedores portuarios, son desplazados en el puerto de Algeciras, que inducen al espectador a pensar que tiene que estar preparado para una contundente historia sobre el narcotráfico.
Sin embargo, la cotidianidad y el realismo que aportan Luis Tosar, Bárbara Lennie y Eduard Fernández en la interpretación, nos hacen ver desde un interesante punto de vista, donde “los buenos” no son los típicos duros desprovistos de miedos con ganas de tirotear a los “malos” típicos de las películas de Hollywood.
Así, Monzón crea su propio género, con el que es fácil entender las 2 caras de la misma moneda.
Gracias a esto, resulta más que fácil entender, y simpatizar con los aparentemente irresponsables, El Niño y El Compi, quienes poco a poco, y por distintos motivos, irán entrando en el peligroso mundo del narcotráfico, mano a mano, gracias a la amistad que une, tanto a personajes como actores.
Debo recalcar, el realismo de las escenas de riesgo, en las que el piloto del helicóptero de la policía, con más de 6,000 horas de vuelo, El Inspector Jefe, Luis Bardón, realiza un espectacular trabajo con “El Pájaro” que embiste, persigue, atosiga, asedia, y deslumbra al gomero que es El Niño, con las que se demuestra de nuevo, que la acción real, todavía está muy por encima de la simulada digital.
Cuesta más, es más arriesgada, difícil, y problemática, pero se nota el resultado, y se agradece muchísimo.
Al final, todo se deja a interpretaciones:
El hombre decapitado es El Inglés, ya ha hecho su trabajo, y le han pillado, así que la mafia allana, se lo ha quitado de encima.
Respecto a la conversación final, se entiende que son 2 infiltrados de las mafias en la policía, y en los muelles, que se están pasando palabras clave, para informar de un nuevo paquete que está entrando…
En resumen, que después de esta aventura, todo sigue igual en El Estrecho, todo sigue su curso, y siempre habrá mafia y corrupción por ahí.
Ese final, es prodigioso:
Ese “travelling”, con una vista aérea de los contenedores, de los centenares de ellos, apilados a la espera de ser embarcados, nos transmite un desalentador mensaje, que tiene que ver con aquello de “una aguja en un pajar”
Este final, lo pone en relación con el principio, donde una grúa parece bailar entre los “containers
Uno de los grandes aciertos que tiene El Niño, como señalé, radica en su aspecto de superproducción, al más puro estilo hollywoodense, que atrae al espectador.
No hay explosiones deslumbrantes, ni grandes efectos técnicos, pero lo parece.
Hay mucha acción, rodada magistralmente, sin trucos, sin abusos de efectos digitales, y que no se queda en fuegos de artificios, lo que da como resultado credibilidad.
La primera parte de la Película, es la mejor sin duda, inteligente inicio, pero de ahí en adelante, baja demasiado, y comercialmente hablando, está realizada, enfocada, al público muy joven, deseoso de adrenalina, pura y simple, sin mucho esfuerzo.
En la parte interpretativa:
Jesús Castro no hace en El Niño, más que imitar a cientos o miles de jóvenes gaditanos, sin oficio ni beneficio, pero con muchos cojonudos, y muy poca vergüenza que, ante la total ausencia de perspectivas laborales, se echan a buscar el dinero fácil, pensando que se van a comer el mundo.
En mi opinión, a Castro se le notan mucho las carencias interpretativas, y no pasa de “dar buena imagen”, pues la verdad es que está muy guapo, pero de actuar, tiene la misma expresión cuando escapa de la policía, como cuando liga con la novia, como cuando encuentra a Rachid (Moussa Maaskri) después de la paliza que le dieron, o la de preocupación por su amigo, que tienen de rehén por la mercancía robada, no cambia.
Da la impresión entonces, que El Niño carece de protagonistas bien construidos, pues parten de la nada, con lo que nos cuesta conectar con ellos:
¿Quién es El Niño; de donde sale con esa moto acuática?
¿Tiene familia, es huérfano?
¿El policía, Jesús que pasado tiene?
Y todo lo que se refiere a “El Inglés” resulta una nebulosa…
El modo en que montan el negocio El Niño y El Compi, resulta simplista.
Cabos sin cerrar, serian el saber:
Si el piloto del helicóptero sobrevive o no, de eso depende la condena a El Niño.
No se sabe si el policía Sergio, es un topo corrupto o no, o es Jesús… se deja en el aire.
Y lo del descubrimiento de la droga en el material de las maletas, resulta un insulto a la inteligencia.
¿Qué pasó con Rachid, el tercer cómplice?
Final moralista, y completamente predecible, quedan cabos sueltos de la historia, que no siendo parte principal de la misma, no por ello, deja de ser interesante.
El tema del narcotráfico en la zona, a través del estrecho gibraltareño, es un tema muy trillado en los telediarios del lugar, y no presenta ningún interés añadido a lo que se sabe sobre la ilegalidad del paso de drogas de todo tipo por esas aguas, bajo la escasa, o muchas veces, nula atención de los medios policiales, en muchos casos corruptos.
El drama de la inmigración, es otro de los subtemas que se introducen, así como también sus guiños políticos, de instituciones corruptas, o ausencia total de control sobre la vida de la gente.
A este respecto, debo hacer mención al guiño a La Marina Real, y a la consideración sobre el asentamiento de La Isla Perejil.
Unos temas de este nuevo milenio.
“Quillo, qué guapa”
Monzón, busca retratar en El Niño, cómo es el conjunto de los pequeños universos que contiene El Estrecho de Gibraltar, donde todo el mundo vive contaminado de este espíritu fronterizo, y la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal, es bastante confusa.
Con El Niño, cree que el espectador va a tener la oportunidad de observar este mundo, que es bastante desconocido en España.
Su escasa anchura, y el intenso tráfico marítimo de sus aguas, de más de 82,000 buques al año, tanto entre Atlántico y Mediterráneo, como entre Europa y África, le convierten en uno de los pasos más transitados del planeta.
En una revelación de un cable de Wikileaks, el gobierno de Estados Unidos, advierte de la importancia estratégica del paso, como uno de los lugares más importantes para la geoestratégica mundial.
A pesar de la intensa vigilancia en las costas españolas, con El Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) a la cabeza, y de los acuerdos de colaboración para evitarlo, entre España y Marruecos, es también, punto de paso de muchas pateras en las que inmigrantes, mayoritariamente africanos, intentan pasar de África a Europa.
Las condiciones inhumanas en que viajan estos inmigrantes, hacen que muchos fallezcan, por hipotermia, o ahogamiento, en el intento; pues cada año, unos 5,000 inmigrantes africanos, intentan cruzar el Estrecho.
Así las cosas, son 14,4 kilómetros, que separan niveles de vida muy diferentes:
La frontera hispano-marroquí, de hecho, separa los niveles de vida más desiguales, de todas las fronteras de La Unión Europea.

“No vale la pena correr el riesgo, qué coño hacemos aquí”



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