Le Ballon Rouge
“Balloon, vous devez me obéir, être bon”
(Globo, debes obedecerme, se bueno)
Los globos, son un elemento fundamental en la vida, no importa el color que tengan, o la forma que el payaso de la piñata les otorgue, lo que importa es la sonrisa que, a cualquier edad nos provocan.
Digamos que en relación con la realidad y la imaginación, simplificando, hay 3 tipos de personas:
Quienes creen sólo en la realidad, quienes creen sólo en la imaginación, y quienes creen que no es tan fácil separar la una de la otra.
Los primeros son los de la vida práctica y cotidiana.
Los segundos son los de las escapadas a mundos de fantasía, cuando ya no soportan más la realidad.
Y los terceros, los más raros, viven la realidad, como si fuera una fantasía, y las fantasías, como si pudieran ser reales.
La perfección es siempre la excepción, quizás por eso la buscamos tanto.
“Pourriez-vous tenir mon ballon alors que je suis à l'école?”
(¿Podría cuidar mi globo mientras estoy en la escuela?)
Le Ballon Rouge es un cortometraje de fantasía francés, del año 1956, escrito y dirigido por Albert Lamorisse.
Protagonizado por Pascal Lamorisse, Sabine Lamorisse, Michel Pezin, Georges Sellier, Wladimir Popof, René Marion, Paul Perey, entre otros.
Albert Lamorisse, quien también es conocido por ser el inventor del juego de mesa “Risk”, era un fotógrafo francés, que comenzó a producir y dirigir películas y cortos documentales, a principios de los 60.
Lamentablemente, él fallecería en el año 1970, en un accidente de helicóptero, que ocurrió mientras se encontraba filmando un documental en Irán…
Sin embargo, la obra más famosa de Lamorisse, es este cortometraje, cuyo guión fue escrito por el mismo director, y el cual relata sin, prácticamente utilizar diálogo alguno, las aventuras de un pequeño niño, por las calles de París, mientras este intenta capturar un globo rojo, que parece tener vida propia.
El cortometraje, de 34 minutos, ganó numerosos premios, entre ellos:
El Oscar a Mejor Guion Original, siendo el único cortometraje en ganar El Premio de La Academia en esta categoría.
Y La Palme d'Or du Court Métrage, categoría en la que participó en El Festival Internacional de Cine de Cannes.
Le Ballon Rouge, también fue popular entre los niños y educadores; pues rezume poesía, ternura, inocencia, y aunque también nos muestra el lado oscuro:
La discriminación, la envidia, el egoísmo; pero también es esperanzador, explora la niñez con gran tacto, con lo cual no tiene nada que envidiarle a las grandes producciones.
Su belleza recae sobre su gran sensibilidad, y la simple belleza.
Rodada en el barrio parisino de Ménilmontant, un barrio que a pesar de la belleza de sus edificios, calles, y escaleras, nos transmite una atmósfera melancólica, debido a su tonalidad grisácea, y a la destrucción de algunos de sus edificios.
Le Ballon Rouge, el cual posee música, pero casi ningún diálogo, muestra a Pascal (Pascal Lamorisse), quien en el trayecto hacia su escuela, una mañana, encuentra un globo rojo, que había quedado atascado en una farola del barrio de Ménilmontant, en París.
El globo rojo que Pascal se encuentra en la calle, rompe con el monocromo, y la tristeza que transmite el ambiente, hace sonreír a los niños, enojarse a alguna que otra persona mayor, y alterar a los perros...
Pascal, juega con su nuevo juguete, y descubre que el globo posee una mente y voluntad propia, y este comienza a seguirlo a donde quiera que vaya, a veces flotando al lado de la ventana de su habitación, del lado de afuera, ya que su abuela no le permitía la entrada con el globo a su casa.
El globo rojo sigue a Pascal por las calles de París, y ambos llaman la atención de los adultos, y la envidia de otros niños que vagan por las calles.
En un momento, el globo entra en el colegio de Pascal, provocando un alboroto entre los demás estudiantes.
El ruido alerta al director, quien se enoja con Pascal, y lo encierra en una habitación, hasta que el día escolar termina.
En una curiosa escena, Pascal y su globo, se topan con una niña (Sabine Lamorisse) quien lleva un globo azul, que también parece tener una vida propia...
En sus andanzas por el vecindario, Pascal y el globo, encuentran una banda de niños malvados, quienes persiguen por varios sitios a ambos, para quitarle el globo, que finalmente lo consiguen, y terminan pronto destruyéndolo.
Le Ballon Rouge termina cuando, desolado por la pérdida de su “amigo”, el niño es sorprendido, cuando todos los globos de la ciudad se escapan de donde se encontraban, y acuden a consolar a Pascal, quien los ata, y juntos se elevan y se pierden en el horizonte.
Le Ballon Rouge, se mantiene hasta el día de hoy, como un clásico de la niñez, y como una forma de celebrar la inagotable imaginación infantil.
El globo, se convierte en símbolo icónico de todo aquello de lo que carece el pequeño protagonista, y se convierte en el “compañero” en forma de balón rojo, para que vuelva a conectarlo con el juego y la ingenuidad, 2 aspectos fundamentales de la infancia.
De lo que se trata aquí, es dejarse llevar por este cuento infantil de bondad, de exaltación de la amistad, y de la belleza de lo sencillo.
“Ne pas le laisser aller!”
(¡No dejes que se vaya!)
Le Ballon Rouge, es la mejor definición de lo que en cine llamamos “Obra Maestra”, un filme que trasciende en el tiempo, y que posee una magia que muy rara vez encontramos en un trabajo audiovisual.
Es esa clase de película, que no parece ser la gran cosa cuando uno escucha la trama, pero que una vez vista, el espectador no puede sino sorprenderse por el contenido de una historia llena de imaginación y magia.
El escenario escogido, es un pintoresco barrio parisino, un entorno que parece estar suspendido en el tiempo, en el cual no parecen existir los colores brillantes.
Le Ballon Rouge, posee 2 características sublimes:
Una, Lamorisse logra darle real vida a un objeto, haciéndonos fluir desde la más sincera alegría, a la más triste empatía.
Hacernos creer, que ese globo siente y vibra, muy similar a una mascota, o a una persona.
Realmente es interesante como propuesta, y realmente enternecedor.
Y la otra característica viene desde lo técnico:
Una fotografía envidiable, encuadres perfectos, efectos visuales magníficos, tomar nota que el globo tiene sombra y reflejos, por lo que los efectos están bien cuidados.
Juega a la perfección con las formas y los ritmos; y pinta a través de estos simples objetos, coloreando el cielo.
El niño y el globo, formarán una amistad, cada vez más fuerte y auténtica.
A lo largo del cortometraje, tendrán que resistir la intolerancia de los demás niños, porque el globo le hace diferente; y el coartamiento de la sociedad, como por ejemplo, en un bus-tranvía, donde no le dejan entrar; le castigan en la escuela; y le expulsan de una iglesia.
En gran medida, los mensajes de Le Ballon Rouge se transmiten con poesía, así, incluye figuras literarias, tales como:
Metáforas, acerca de la libertad y la amistad; personificación, el globo piensa por sí mismo; y un final hiperbólico.
Si bien, casi carece de diálogo, característica que yo considero de importancia, pues de esta forma, el director comunica al espectador, que la imagen tiene mayor relevancia que el texto.
Dentro de los personajes, sólo el niño destaca, pues la mayoría de los otros, impiden, o estorban su felicidad.
La actuación de Pascal Lamorisse, es muy natural; de hecho, Lamorisse hizo participar a sus propios hijos en la producción:
Su hijo, Pascal, interpreta al personaje principal, un niño llamado de igual manera, mientras que su hija Sabine, tiene una escena, donde hace el papel de una niña que, en determinado momento se cruza con Pascal, pero esta lleva un globo azul, en vez de rojo.
El guión de Albert Lamorisse, posee la ternura de un relato para niños, pero su sub-texto se carga con alegorías políticas, religiosas, sociales, y psicológicas.
Esto queda demostrado, con cada fotograma que vemos.
La forma como el niño se relaciona con el globo, y como su entorno lo percibe, nos acerca a una reflexión social profunda.
Visto de manera ligera, se percibe la milenaria lucha del bien contra el mal, y como el primero, puede prevalecer, a pesar de la adversidad.
Ese globo, puede representar también, ideales mancillados y truncados por fuerzas mayores.
A través de los años, se le ha dado un sinfín de significados al globo, y a ciertos segmentos de la historia.
Algunos han mencionado, que el globo no es más que los sueños propios de la niñez, los cuales pueden ser alimentados y protegidos, o maltratados y destrozados por el mundo que los rodea.
También, se ha hablado de que el globo no es más que un símbolo de la propia infancia.
Por ejemplo, en la escena donde la extraña pareja de amigos, visita el mercado, mientras el globo se admira a sí mismo en un espejo, el niño observa una pintura de una pequeña niña.
Momentos después, se encuentra con una niña real, que curiosamente también lleva un globo, azul en este caso, en sus manos.
Los globos demuestran una clara afinidad, pero el niño no se encuentra listo para lidiar con el sexo opuesto, debido a que aún no es lo suficientemente maduro para aquello.
Finalmente, otras personas, incluso han llegado a decir, que el relato de Lamorisse, presenta algunos paralelos con la historia de Cristo, en especial, por el tema de la “muerte y resurrección” que se trata durante el transcurso del cortometraje, y por la forma en como el mundo que rodea al niño, toma el hecho de que exista este globo “mágico”
En una reseña publicada por The Washington Post, el crítico Philip Kennicott escribió:
“Le Ballon Rouge toma lugar en un mundo de mentiras.
¿Inocentes mentiras?
No necesariamente.
El globo rojo puede ser la más descosturada fusión del capitalismo, y el cristianismo, nunca puesta en una película.
Un joven chico, invierte en un globo rojo, el amor del cual lo coloca en el exterior de la sociedad.
El globo es perseguido y asesinado en una estéril cima, pensando en El Calvario, por una turba de crueles chicos.
El final, un extraño emocional puñetazo imbécil, es sin rodeos del Nuevo Testamento.
Por tanto, es inversión recompensada, con trascendencia cristiana o, al menos, una vieja creada “Ascensión”
Esto podría ser dulce; o podría ser un muy cínica reducción del primordial impulso a la fe religiosa”
Para otros, Le Ballon Rouge se entorna más a la imaginación y a la fantasía, eso sí, reflejando valores humanos, y también, tal vez a una sociedad consumida por la envidia y el recelo, marginando al que es diferente, intentando destruir al que es más feliz.
Por un lado, hay personas que no pueden evitar sentirse maravilladas por la existencia de un globo, con características casi humanas, mientras que en la vereda contraria, existen individuos incapaces de reconocer el milagro que significa este peculiar globo, e instintivamente, buscan poseerlo, o destruirlo.
La razón del desmedido ataque final, es incierta, pero se le puede atribuir a su miedo a lo desconocido, o simplemente al hecho de que se sienten intimidados por el globo.
El final de la historia, de alguna manera pareciera inferir que el mejor remedio para lidiar con la cruel realidad, del día a día, es refugiarse en un mundo regido por la fantasía.
La verdad, es que pese a tratarse de una historia simple, provoca que el espectador se lance a la búsqueda de los simbolismos y metáforas, que yacen escondidos en el relato.
Y es que estamos en el año de 1956, y no es casual el color rojo del globo...
Es el final de la triste y horripilante Época del Macartismo, y su “Caza de Brujas” comunista.
Y aquí, el globo es diferente, no acepta las reglas impuestas, esquiva la escuela, y la iglesia, y representa lo prohibido, y lo anhelado.
Es un ser libre, que no necesita de ataduras...
Lógicamente, también representa a la niñez.
A esa infancia que a todos nos gustaría recuperar, y que lamentablemente ya no volverá.
Los sueños de un niño, que se ven rotos por el mundo que le rodea, pero Lamorisse se guarda un “as bajo la manga”, y nos ofrece un final mágico e inolvidable, tiñendo el cielo de multitud de colores, en un vuelo maravilloso.
Eso hace de Le Ballon Rouge, un poema visual sobre la libertad.
Pascal y el globo rojo, rompen el monocromo del mundo, allá donde van.
Sin embargo, este mundo no parece estar dispuesto a que el color entre en sus vidas, así que reniegan de él, impidiéndole la entrada en las instituciones:
El colegio, la familia, y la iglesia.
Pascal y el globo sólo, pueden vagar por las calles parisinas, para que su amistad pueda llevarse a cabo; pero ahí también hay peligros que los acechan, la lluvia, los niños envidiosos... aunque también hay multitud de personas que están dispuestas a ayudar:
El hombre cojo que acompaña a Pascal, y que protege al globo debajo de su paraguas, o las 2 monjas que hacen lo mismo.
Al final, cuando el globo es agredido, un ejército de globos de colores, huyen de sus “cárceles”, para volar en libertad por los cielos parisinos.
Una respuesta melancólica para ese final, es que los globos, son símbolo de tristeza, su vida es efímera, llegan al cielo, y se rompen, su corta experiencia, no es más que un chispazo de felicidad a corto plazo, tal como lo es la infancia.
Hay una escena maravillosa:
Cuando el niño se acerca al globo, e intenta tomarlo de la cuerda, como forma de apoderarse del objeto que le da placer, el globo se retira, vuelve, se retira... no se deja atrapar.
Pareciera que el objeto, intentara decirle al niño, que no hace falta apropiarse, uno del otro, para poder caminar juntos.
Son unos pocos segundos, pero son imágenes con mucha poesía y sensibilidad.
Lamentablemente, muchos de los sitios vistos en Le Ballon Rouge, ya no existen:
La panadería, la famosa escalera en forma de “Y”, situada justo adelante del igualmente famoso café “Au Repos de La Montagne”; ni el paso empinado de la calle Vilin, donde Pascal encontró el globo inicialmente.
Solamente existe, aún, la iglesia de Notre-Dame de La Croix, entre La Place Maurice Chevalier, y La Place de Ménilmontant.
Por último, la banda sonora, invita a desarrollar la imaginación, y a dejarse llevar por la fantasía, que no es otra que la obra del compositor Maurice Leroux.
“Dépêchez-vous, sortir d'ici”
(Date prisa, vete de aquí)
Francia, ha sido considerada como una de las cunas de la cinematografía.
Fue en ese país, donde los hermanos Lumière, hicieron su primera proyección en el año 1895, dando por iniciada La Era del Cine; y el espacio donde más se ha reflexionado, acerca de la capacidad narrativa del lenguaje cinematográfico.
Recordar que Le Ballon Rouge, fue realizada en el año 1956, 2 años antes de que la revista “Cahiers du Cinema”, acuñase el nombre de un nuevo movimiento llamado “Nouvelle Vague”
Y es que en la década de los años 50, hubo una fuerte crisis de creatividad, que fue sustituida por la nueva ola de realizadores.
Le Ballon Rouge, no fue considerada como precedente de este movimiento, pero sí que se puede afirmar, que su espíritu, está ligado a los nuevos aires revolucionarios, que se respiraban en Francia.
Además, el país galo contaba con una tradición cinematográfica muy innovadora e importante, que innegablemente influyó en el director, Albert Lamorisse.
Y es que no se necesitaron trucos, ni artificios, ni grandes discursos, sólo las lecciones mudas de humanidad que nos da un globo.
Y es que para definir la felicidad, no hace falta más que echarle una ojeada a la sonrisa de ese niño, mientras juega con su silencioso amigo.
Un globo que nos enseña lo que es la generosidad, la lealtad, la amistad verdadera, e incluso, el amor.
Un globo que es el símbolo de una utopía, un globo que demuestra que, ante la solidaridad y la bondad, no es posible que ni la envidia, ni el egoísmo, ni la maldad puedan triunfar.
Da gusto, de vez en cuando, huir de tanto pesimismo, y de actitudes cínicas, para disfrutar siendo ingenuos, para sentir que el bien, puede triunfar sobre el mal, para pensar, en definitiva, que la vida puede ser maravillosa, con un simple globo rojo en las manos.
“Hey les gars, le regardent!”
(Hey chicos, ¡mírenlo!)
(Globo, debes obedecerme, se bueno)
Los globos, son un elemento fundamental en la vida, no importa el color que tengan, o la forma que el payaso de la piñata les otorgue, lo que importa es la sonrisa que, a cualquier edad nos provocan.
Digamos que en relación con la realidad y la imaginación, simplificando, hay 3 tipos de personas:
Quienes creen sólo en la realidad, quienes creen sólo en la imaginación, y quienes creen que no es tan fácil separar la una de la otra.
Los primeros son los de la vida práctica y cotidiana.
Los segundos son los de las escapadas a mundos de fantasía, cuando ya no soportan más la realidad.
Y los terceros, los más raros, viven la realidad, como si fuera una fantasía, y las fantasías, como si pudieran ser reales.
La perfección es siempre la excepción, quizás por eso la buscamos tanto.
“Pourriez-vous tenir mon ballon alors que je suis à l'école?”
(¿Podría cuidar mi globo mientras estoy en la escuela?)
Le Ballon Rouge es un cortometraje de fantasía francés, del año 1956, escrito y dirigido por Albert Lamorisse.
Protagonizado por Pascal Lamorisse, Sabine Lamorisse, Michel Pezin, Georges Sellier, Wladimir Popof, René Marion, Paul Perey, entre otros.
Albert Lamorisse, quien también es conocido por ser el inventor del juego de mesa “Risk”, era un fotógrafo francés, que comenzó a producir y dirigir películas y cortos documentales, a principios de los 60.
Lamentablemente, él fallecería en el año 1970, en un accidente de helicóptero, que ocurrió mientras se encontraba filmando un documental en Irán…
Sin embargo, la obra más famosa de Lamorisse, es este cortometraje, cuyo guión fue escrito por el mismo director, y el cual relata sin, prácticamente utilizar diálogo alguno, las aventuras de un pequeño niño, por las calles de París, mientras este intenta capturar un globo rojo, que parece tener vida propia.
El cortometraje, de 34 minutos, ganó numerosos premios, entre ellos:
El Oscar a Mejor Guion Original, siendo el único cortometraje en ganar El Premio de La Academia en esta categoría.
Y La Palme d'Or du Court Métrage, categoría en la que participó en El Festival Internacional de Cine de Cannes.
Le Ballon Rouge, también fue popular entre los niños y educadores; pues rezume poesía, ternura, inocencia, y aunque también nos muestra el lado oscuro:
La discriminación, la envidia, el egoísmo; pero también es esperanzador, explora la niñez con gran tacto, con lo cual no tiene nada que envidiarle a las grandes producciones.
Su belleza recae sobre su gran sensibilidad, y la simple belleza.
Rodada en el barrio parisino de Ménilmontant, un barrio que a pesar de la belleza de sus edificios, calles, y escaleras, nos transmite una atmósfera melancólica, debido a su tonalidad grisácea, y a la destrucción de algunos de sus edificios.
Le Ballon Rouge, el cual posee música, pero casi ningún diálogo, muestra a Pascal (Pascal Lamorisse), quien en el trayecto hacia su escuela, una mañana, encuentra un globo rojo, que había quedado atascado en una farola del barrio de Ménilmontant, en París.
El globo rojo que Pascal se encuentra en la calle, rompe con el monocromo, y la tristeza que transmite el ambiente, hace sonreír a los niños, enojarse a alguna que otra persona mayor, y alterar a los perros...
Pascal, juega con su nuevo juguete, y descubre que el globo posee una mente y voluntad propia, y este comienza a seguirlo a donde quiera que vaya, a veces flotando al lado de la ventana de su habitación, del lado de afuera, ya que su abuela no le permitía la entrada con el globo a su casa.
El globo rojo sigue a Pascal por las calles de París, y ambos llaman la atención de los adultos, y la envidia de otros niños que vagan por las calles.
En un momento, el globo entra en el colegio de Pascal, provocando un alboroto entre los demás estudiantes.
El ruido alerta al director, quien se enoja con Pascal, y lo encierra en una habitación, hasta que el día escolar termina.
En una curiosa escena, Pascal y su globo, se topan con una niña (Sabine Lamorisse) quien lleva un globo azul, que también parece tener una vida propia...
En sus andanzas por el vecindario, Pascal y el globo, encuentran una banda de niños malvados, quienes persiguen por varios sitios a ambos, para quitarle el globo, que finalmente lo consiguen, y terminan pronto destruyéndolo.
Le Ballon Rouge termina cuando, desolado por la pérdida de su “amigo”, el niño es sorprendido, cuando todos los globos de la ciudad se escapan de donde se encontraban, y acuden a consolar a Pascal, quien los ata, y juntos se elevan y se pierden en el horizonte.
Le Ballon Rouge, se mantiene hasta el día de hoy, como un clásico de la niñez, y como una forma de celebrar la inagotable imaginación infantil.
El globo, se convierte en símbolo icónico de todo aquello de lo que carece el pequeño protagonista, y se convierte en el “compañero” en forma de balón rojo, para que vuelva a conectarlo con el juego y la ingenuidad, 2 aspectos fundamentales de la infancia.
De lo que se trata aquí, es dejarse llevar por este cuento infantil de bondad, de exaltación de la amistad, y de la belleza de lo sencillo.
“Ne pas le laisser aller!”
(¡No dejes que se vaya!)
Le Ballon Rouge, es la mejor definición de lo que en cine llamamos “Obra Maestra”, un filme que trasciende en el tiempo, y que posee una magia que muy rara vez encontramos en un trabajo audiovisual.
Es esa clase de película, que no parece ser la gran cosa cuando uno escucha la trama, pero que una vez vista, el espectador no puede sino sorprenderse por el contenido de una historia llena de imaginación y magia.
El escenario escogido, es un pintoresco barrio parisino, un entorno que parece estar suspendido en el tiempo, en el cual no parecen existir los colores brillantes.
Le Ballon Rouge, posee 2 características sublimes:
Una, Lamorisse logra darle real vida a un objeto, haciéndonos fluir desde la más sincera alegría, a la más triste empatía.
Hacernos creer, que ese globo siente y vibra, muy similar a una mascota, o a una persona.
Realmente es interesante como propuesta, y realmente enternecedor.
Y la otra característica viene desde lo técnico:
Una fotografía envidiable, encuadres perfectos, efectos visuales magníficos, tomar nota que el globo tiene sombra y reflejos, por lo que los efectos están bien cuidados.
Juega a la perfección con las formas y los ritmos; y pinta a través de estos simples objetos, coloreando el cielo.
El niño y el globo, formarán una amistad, cada vez más fuerte y auténtica.
A lo largo del cortometraje, tendrán que resistir la intolerancia de los demás niños, porque el globo le hace diferente; y el coartamiento de la sociedad, como por ejemplo, en un bus-tranvía, donde no le dejan entrar; le castigan en la escuela; y le expulsan de una iglesia.
En gran medida, los mensajes de Le Ballon Rouge se transmiten con poesía, así, incluye figuras literarias, tales como:
Metáforas, acerca de la libertad y la amistad; personificación, el globo piensa por sí mismo; y un final hiperbólico.
Si bien, casi carece de diálogo, característica que yo considero de importancia, pues de esta forma, el director comunica al espectador, que la imagen tiene mayor relevancia que el texto.
Dentro de los personajes, sólo el niño destaca, pues la mayoría de los otros, impiden, o estorban su felicidad.
La actuación de Pascal Lamorisse, es muy natural; de hecho, Lamorisse hizo participar a sus propios hijos en la producción:
Su hijo, Pascal, interpreta al personaje principal, un niño llamado de igual manera, mientras que su hija Sabine, tiene una escena, donde hace el papel de una niña que, en determinado momento se cruza con Pascal, pero esta lleva un globo azul, en vez de rojo.
El guión de Albert Lamorisse, posee la ternura de un relato para niños, pero su sub-texto se carga con alegorías políticas, religiosas, sociales, y psicológicas.
Esto queda demostrado, con cada fotograma que vemos.
La forma como el niño se relaciona con el globo, y como su entorno lo percibe, nos acerca a una reflexión social profunda.
Visto de manera ligera, se percibe la milenaria lucha del bien contra el mal, y como el primero, puede prevalecer, a pesar de la adversidad.
Ese globo, puede representar también, ideales mancillados y truncados por fuerzas mayores.
A través de los años, se le ha dado un sinfín de significados al globo, y a ciertos segmentos de la historia.
Algunos han mencionado, que el globo no es más que los sueños propios de la niñez, los cuales pueden ser alimentados y protegidos, o maltratados y destrozados por el mundo que los rodea.
También, se ha hablado de que el globo no es más que un símbolo de la propia infancia.
Por ejemplo, en la escena donde la extraña pareja de amigos, visita el mercado, mientras el globo se admira a sí mismo en un espejo, el niño observa una pintura de una pequeña niña.
Momentos después, se encuentra con una niña real, que curiosamente también lleva un globo, azul en este caso, en sus manos.
Los globos demuestran una clara afinidad, pero el niño no se encuentra listo para lidiar con el sexo opuesto, debido a que aún no es lo suficientemente maduro para aquello.
Finalmente, otras personas, incluso han llegado a decir, que el relato de Lamorisse, presenta algunos paralelos con la historia de Cristo, en especial, por el tema de la “muerte y resurrección” que se trata durante el transcurso del cortometraje, y por la forma en como el mundo que rodea al niño, toma el hecho de que exista este globo “mágico”
En una reseña publicada por The Washington Post, el crítico Philip Kennicott escribió:
“Le Ballon Rouge toma lugar en un mundo de mentiras.
¿Inocentes mentiras?
No necesariamente.
El globo rojo puede ser la más descosturada fusión del capitalismo, y el cristianismo, nunca puesta en una película.
Un joven chico, invierte en un globo rojo, el amor del cual lo coloca en el exterior de la sociedad.
El globo es perseguido y asesinado en una estéril cima, pensando en El Calvario, por una turba de crueles chicos.
El final, un extraño emocional puñetazo imbécil, es sin rodeos del Nuevo Testamento.
Por tanto, es inversión recompensada, con trascendencia cristiana o, al menos, una vieja creada “Ascensión”
Esto podría ser dulce; o podría ser un muy cínica reducción del primordial impulso a la fe religiosa”
Para otros, Le Ballon Rouge se entorna más a la imaginación y a la fantasía, eso sí, reflejando valores humanos, y también, tal vez a una sociedad consumida por la envidia y el recelo, marginando al que es diferente, intentando destruir al que es más feliz.
Por un lado, hay personas que no pueden evitar sentirse maravilladas por la existencia de un globo, con características casi humanas, mientras que en la vereda contraria, existen individuos incapaces de reconocer el milagro que significa este peculiar globo, e instintivamente, buscan poseerlo, o destruirlo.
La razón del desmedido ataque final, es incierta, pero se le puede atribuir a su miedo a lo desconocido, o simplemente al hecho de que se sienten intimidados por el globo.
El final de la historia, de alguna manera pareciera inferir que el mejor remedio para lidiar con la cruel realidad, del día a día, es refugiarse en un mundo regido por la fantasía.
La verdad, es que pese a tratarse de una historia simple, provoca que el espectador se lance a la búsqueda de los simbolismos y metáforas, que yacen escondidos en el relato.
Y es que estamos en el año de 1956, y no es casual el color rojo del globo...
Es el final de la triste y horripilante Época del Macartismo, y su “Caza de Brujas” comunista.
Y aquí, el globo es diferente, no acepta las reglas impuestas, esquiva la escuela, y la iglesia, y representa lo prohibido, y lo anhelado.
Es un ser libre, que no necesita de ataduras...
Lógicamente, también representa a la niñez.
A esa infancia que a todos nos gustaría recuperar, y que lamentablemente ya no volverá.
Los sueños de un niño, que se ven rotos por el mundo que le rodea, pero Lamorisse se guarda un “as bajo la manga”, y nos ofrece un final mágico e inolvidable, tiñendo el cielo de multitud de colores, en un vuelo maravilloso.
Eso hace de Le Ballon Rouge, un poema visual sobre la libertad.
Pascal y el globo rojo, rompen el monocromo del mundo, allá donde van.
Sin embargo, este mundo no parece estar dispuesto a que el color entre en sus vidas, así que reniegan de él, impidiéndole la entrada en las instituciones:
El colegio, la familia, y la iglesia.
Pascal y el globo sólo, pueden vagar por las calles parisinas, para que su amistad pueda llevarse a cabo; pero ahí también hay peligros que los acechan, la lluvia, los niños envidiosos... aunque también hay multitud de personas que están dispuestas a ayudar:
El hombre cojo que acompaña a Pascal, y que protege al globo debajo de su paraguas, o las 2 monjas que hacen lo mismo.
Al final, cuando el globo es agredido, un ejército de globos de colores, huyen de sus “cárceles”, para volar en libertad por los cielos parisinos.
Una respuesta melancólica para ese final, es que los globos, son símbolo de tristeza, su vida es efímera, llegan al cielo, y se rompen, su corta experiencia, no es más que un chispazo de felicidad a corto plazo, tal como lo es la infancia.
Hay una escena maravillosa:
Cuando el niño se acerca al globo, e intenta tomarlo de la cuerda, como forma de apoderarse del objeto que le da placer, el globo se retira, vuelve, se retira... no se deja atrapar.
Pareciera que el objeto, intentara decirle al niño, que no hace falta apropiarse, uno del otro, para poder caminar juntos.
Son unos pocos segundos, pero son imágenes con mucha poesía y sensibilidad.
Lamentablemente, muchos de los sitios vistos en Le Ballon Rouge, ya no existen:
La panadería, la famosa escalera en forma de “Y”, situada justo adelante del igualmente famoso café “Au Repos de La Montagne”; ni el paso empinado de la calle Vilin, donde Pascal encontró el globo inicialmente.
Solamente existe, aún, la iglesia de Notre-Dame de La Croix, entre La Place Maurice Chevalier, y La Place de Ménilmontant.
Por último, la banda sonora, invita a desarrollar la imaginación, y a dejarse llevar por la fantasía, que no es otra que la obra del compositor Maurice Leroux.
“Dépêchez-vous, sortir d'ici”
(Date prisa, vete de aquí)
Francia, ha sido considerada como una de las cunas de la cinematografía.
Fue en ese país, donde los hermanos Lumière, hicieron su primera proyección en el año 1895, dando por iniciada La Era del Cine; y el espacio donde más se ha reflexionado, acerca de la capacidad narrativa del lenguaje cinematográfico.
Recordar que Le Ballon Rouge, fue realizada en el año 1956, 2 años antes de que la revista “Cahiers du Cinema”, acuñase el nombre de un nuevo movimiento llamado “Nouvelle Vague”
Y es que en la década de los años 50, hubo una fuerte crisis de creatividad, que fue sustituida por la nueva ola de realizadores.
Le Ballon Rouge, no fue considerada como precedente de este movimiento, pero sí que se puede afirmar, que su espíritu, está ligado a los nuevos aires revolucionarios, que se respiraban en Francia.
Además, el país galo contaba con una tradición cinematográfica muy innovadora e importante, que innegablemente influyó en el director, Albert Lamorisse.
Y es que no se necesitaron trucos, ni artificios, ni grandes discursos, sólo las lecciones mudas de humanidad que nos da un globo.
Y es que para definir la felicidad, no hace falta más que echarle una ojeada a la sonrisa de ese niño, mientras juega con su silencioso amigo.
Un globo que nos enseña lo que es la generosidad, la lealtad, la amistad verdadera, e incluso, el amor.
Un globo que es el símbolo de una utopía, un globo que demuestra que, ante la solidaridad y la bondad, no es posible que ni la envidia, ni el egoísmo, ni la maldad puedan triunfar.
Da gusto, de vez en cuando, huir de tanto pesimismo, y de actitudes cínicas, para disfrutar siendo ingenuos, para sentir que el bien, puede triunfar sobre el mal, para pensar, en definitiva, que la vida puede ser maravillosa, con un simple globo rojo en las manos.
“Hey les gars, le regardent!”
(Hey chicos, ¡mírenlo!)
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