Cube

“Don't Look For A Reason...
Look For A Way Out”

La claustrofobia es uno de los miedos más comunes de todos los humanos; pero además, añadámosle las dudas de la gente con quién estás encerrado, las pruebas/trampas que hay que pasar para poder salir de ese entorno, el desconocimiento de qué ha sucedido, por qué nos encontramos en ese lugar.
Todo tiene una explicación, pero hasta hallarla podemos dejar la vida en el intento.
Pensemos en encontrarnos en esa situación.
¿Cómo actuaríamos?
Sacaríamos nuestra mejor cara, o quizá enfocaríamos la situación de peligro, agarrándonos a intentar sobrevivir por encima de todos, y de todo, siendo hombres convertidos en alimañas, capaces de cualquier cosa.
¿Cómo reaccionaríamos?
¿De verdad soy capaz de juzgar la actitud de estas personas, cuando la situación que vivimos es límite, y en ocasiones, rozando la locura?
“We've been going in circles”
Cube es una película canadiense de terror, del año 1997, dirigida por Vincenzo Natali.
Protagonizada por Maurice Dean Wint, Nicole de Boer, Nicky Guadagni, David Hewlett, Andrew Miller, Wayne Robson, y Julian Richings.
El guión es de Vincenzo Natali, André Bijelic y Graeme Manson; inspirado un episodio de la serie de televisión “The Twilight Zone” llamado:
“Five Characters in Search of an Exit” (1961)
Después de escribir Cube, Vincenzo Natali desarrolló, y filmó un corto titulado:
“Elevated”
El corto fue creado en un ascensor, y tenía por objeto, dar a los inversionistas una idea de lo que sería Cube; hipotéticamente, la idea de buscar y encontrar.
Con el tiempo, Natali consiguió financiación, y comenzó a realizar Cube, que fue filmada en un estudio de sonido en Toronto; y tras su estreno, recibió un estatus de culto, por su original y surrealista premisa:
Un grupo de personas, que se encuentran aprisionadas en una serie de idénticas salas en forma de cubo, algunas de las cuales, esconden trampas mortales.
La historia no muestra ningún plan claro, sobre el motivo de la creación del cubo, su fondo, objeto, o ubicación, así como también resulta desconocido el marco de tiempo.
Allí, el grupo de personas despierta, sin saber cómo ha llegado, y descubren que ninguna de las historias particulares de cada uno de sus miembros, revela una razón para explicar, cómo o porqué llegaron allí.
Cada cubo/habitación, posee un color diferente:
Blanco, azul, verde, ámbar, y rojo.
Las mismas, también tienen 6 salidas, una por cada lado del cubo; al abrir cada una de partes distintas en cada salida, se pasa a una habitación contigua, exactamente igual a la anterior, que puede ser segura, o contener una trampa distinta a las anteriores.
Entre habitación y habitación, hay unos números que esconden la clave para salir del cubo, que durante el trascurrir se harán notar por una estudiante de matemáticas, que descubre una estrategia basada en números primos, para ir avanzando por el cubo madre, lo que en cierto momento deja de funcionar.
Mientras tanto, se entremezcla la desesperación por salir, la obligación de trabajar en equipo, y el instinto de supervivencia.
Las situaciones personales, y roces entre los prisioneros, salen a la luz, mientras realizan un intento desesperado por llegar al final, y sobrevivir a las horrorosas trampas que les esperan en las salas del cubo; a modo de un experimento sociológico, que repugna e intriga a partes iguales.
Tanto como realistas se vuelven las aristas de su desarrollo de personajes, y la resolución de escenas de tensión; siempre al límite; siempre buscando la salida correcta.
¿Y si no la hay?
Serán 3 días sin tomar ni comer nada…
La supervivencia ya no es sólo evitar caer en la trampa de la habitación errónea, sino también la de sobrevivir a los reproches, recelos, y desconfianzas de algunos miembros del grupo, que se vuelven peligrosos conforme se avanza.
Cada personaje, de condiciones y pensamientos variados, evoluciona de manera distinta y determinante para el desarrollo de la trama, creando una densa y aterradora paranoia.
Este cubo, por tanto se convierte en una alegoría, un eufemismo de nuestro propio descalabro moral, como animales sociales evolucionados.
Pero también es mucho más…
Sin tanta profundidad trascendental, también es un buen producto de cine de terror, con una fría y calculada fórmula de dosificar información, y de transformar un escenario minúsculo, en un gran zoológico humano, como si de un gran microscopio se tratase.
¿Puede verse Cube, como una metáfora del diseño de la sociedad que nos ha tocado vivir?
La respuesta está en el espectador.
“It's not a gift.
It's just a brain”
Con lo justo, menos es más, pues dicen que en la sencillez, reside el éxito de los mejores planes.
Vincenzo Natali, llevó al cine, allá por el año 1997, la original Cube, una cinta que mezclaba ciencia ficción, con elementos de terror.
Y no se puede negar que sea una película claustrofóbica, de situaciones angustiosas, e incluso, con los elementos del más puro terror psicológico.
A pesar la evidente falta de presupuesto, se ven unos buenos efectos especiales, muy bien logrados para la época, y algunas muertes impresionantes, como la del principio, y otras más…
Pero el fuerte no son las muertes, sino su guión; pues no explica nada del origen del Cubo, pero eso es lo de menos, lo que realmente engancha, es su planteamiento.
Sin ninguna razón, y sin explicación ninguna, el director nos mete en la piel de un grupo de protagonistas, que no se conocen, y que no saben cómo han podido llegar al interior de un misterioso lugar, una especie de cubo, que contiene una serie de trampas a lo largo de sus estancias.
Desde la producción, contiene unos sencillos decorados, una buena fotografía, la mezcla de oscuridad con colores azules, o incluso esas estancias de tono amarillo, buenos efectos especiales, a destacar las trampas, y unas interpretaciones correctas, y algo estereotipadas.
En Cube, los personajes tienen cada uno, una habilidad especial:
Un policía, un experto en fugas, una matemática… característica que les hará mantenerse unidos, para poder afrontar las trampas y peligros que les esperan, con un único objetivo:
Salir de aquel lugar inhóspito.
Estas habilidades y conocimientos, también les llevará a mantener conflictos entre ellos, e incluso, llegarán a la sospecha… y muerte por asesinato.
Así, nos enteramos de los oficios y máscaras de la gente ahí reunida:
Un policía negro, Quentin (Maurice Dean-Wint) de unos 40 años, cuyo apellido revela una relación con la prisión estadounidense de Saint Quentin, conocida por sus métodos violentos; se autoerige como “líder”, partidario de “la ley del más fuerte para sobrevivir”; en donde se revela un momento, en el que está dispuesto a matar a Kazan, el autista/deficiente, porque según él, “pone en peligro al grupo”
Luego vemos a una doctora solterona, liberal, y un poco paranoica:
Helen Holloway (Nicky Guadagni), de unos 50 años, y seguidora de Las Teorías de Conspiración.
Un ladrón especialista en escapes de prisión, de apellido Rennes (Wayne Robson), de unos 60 años, conocido como “The Wren” o “El Pájaro de Alcatraz”, fugado de más de 6 lugares inexpugnables, quien dice a sus compañeros la memorable frase:
“Tienen que salvarse de ustedes mismos, sólo ver hacia adelante, y un solo paso”
Una joven y brillante estudiante de bachillerato, asustada de despertar dentro de un sueño de angustia, Joan Leaven (Nicole de Boer) de unos 20 años, llamada así por Leavenworth, que además de ser privada, tiene unas normas muy estrictas:
Parece ser la racionalista, la esperanza, que trata a veces inútilmente de comprender el cubo, por ejemplo, mediante las matemáticas.
Y un arquitecto, David Worth (David Hewlett), de unos 30 años, que tratará de permanecer en la gris cubierta de su trabajo burocrático, encubriendo el secreto de haber participado en el diseño exterior del Cubo, y saber que el feroz experimento, se ha llevado a cabo desde hace meses.
Worth, llamado así por la prisión de Leavenworth, famosa por ser privada, se erige como el nihilista, que no sabe por qué están ahí, ni le importa saberlo, le da lo mismo existir que morir, ha perdido la fe, cree que nunca sabremos qué es el cubo, ni para qué sirve, por tanto qué más da estar dentro, que fuera de él.
Y en un momento dado, se les une un chico autista, llamado Kazan (Andrew Miller) de unos 20 años, que rompe, al parecer, con la armonía, y también con la teoría de que hay una necesidad congruente a la presencia de esos sujetos, dentro de esa, casi diríamos, “alucinación”
Kazan, por la prisión de Kazan, en Rusia, que es un desorden; es simplemente un pobre chico que no es capaz de preguntarse nada, pero vive sin preocupación en el cubo, a pesar de que no le gusta el color rojo.
El encuentro con este último habitante del laberinto, enfrentará a los demás, con una serie de difíciles problemas éticos, pues su conducta inestable, pone en peligro a los demás, que llegan a considerar, dejarle en el camino.
Su lugar como ser humano, ha de ser reivindicado frente a las ideas eugenésicas del policía, quien se va revelando a través del drama, como un atormentado perverso sexual, golpeador de mujeres, abandonado por su familia.
Y Holloway, ha de convencer a los otros de la pertinencia, de su derecho a existir, y de que abandonarlo, les colocaría en una situación tan éticamente cuestionable, como la del constructor del Cubo.
La figura de Kazan, introduce también, el desconcierto a la inteligencia de la situación.
Su simple existir, en un tan atrevido como sorprendente planteo del guionista y director, critica el concepto de causalidad, en una argumentación profunda, a pesar de sus continuas depresiones, afirmó con agudeza el hábitat sintético, como una mera proyección de la mente del hombre.
Worth se descubre a sus compañeros, como quien más sabe sobre el dispositivo, y revela el absurdo de la lata que habitan, ante la incredulidad de sus compañeros.
Pues se trata de un proyecto, en el que diferentes especialistas han participado sin saber el propósito final, o la procedencia del mando que les ha unido, quizás una oscura dependencia del gobierno, una compañía anónima, o un simple maniático… no importa.
Tampoco incumbe a los diseñadores, el por qué, o para qué del producto final:
Su propósito de venganza o crueldad sin sentido.
Simplemente está ahí, y por tanto debe usarse sin interesar si tiene o no, alguna función social, o científica.
En el proceso de puesta a cielo abierto de la miseria de los participantes del juego, nos enteramos también, de que Worth, paradójicamente su nombre lo nombra como “valioso”, no es más que una sórdida marioneta dedicada a trabajar, ver pornografía, y masturbarse…
Más, poco sabemos de la naturaleza humana ante las circunstancias del destino, que puede transformar a los héroes en villanos, y a los corderos en verdugos.
En una escena particularmente dramática, el policía suelta al vacío a Holloway, cobrándose despiadadamente, la humillación de enfrentar su perversidad ante el grupo, y eliminando, en un pasaje al acto mortal, su actitud intelectual, feminista, y crítica, a la intimidación que ha tratado de imponer el policía, con base a su oficio, y su simple fuerza.
Las escenas siguientes nos muestran a un Quentin violento y delirante, que secuestra a la joven, con intenciones aviesas, que se ven interrumpidas oportunamente por la llegada de los compañeros supervivientes.
Su “liderazgo”, se ha convertido en una dictadura, que se impone por la superioridad física del salvaje.
Los ideales de justicia, ruedan por la cuadrada superficie...
Un cancerbero, una bestia perversa, subyace al orden, y el terror es el asiento sobre el cual se yerguen las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, tan caras a nuestra modernidad.
Y aun así, los perturbados inquilinos, siguen adelante hasta que Worth encuentra la manera de deshacerse de Quentin, quedando en condiciones de héroe, quien menos uno esperaría...
La salida está ahí adelante, para aquel que pueda subsistir a la perversidad del hombre, “lobo del hombre”
Como un detalle que complica, pero sublima, queda por fortuna abierta al espectador, la inteligencia y razón de la naturaleza del aparato, y su mecánica.
Así pues, los nombres de los personajes, se corresponden con prisiones reales, o cubos mentales:
Quentin por la famosa San Quentin State Prison (EEUU); Leaven y Worth, por Leavenworth Prison (EEUU); Kazan, es una institución para pacientes con problemas mentales y prisión de Kazan, Rusia, además que se asocia a la dificultad del lenguaje por su autismo; Rennes es por Centre Pénitentiaire de Rennes, en France; Holloway, es una cárcel inglesa de mujeres, Holloway Women's Prison, del Reino Unido; y Alderson, es una prisión en Virginia Occidental, The Alderson Federal Prison Camp (EEUU)
Entonces:
¿Quién es Alderson (Julian Richings)?
Muy probablemente sea el personaje ligado a la religión, un practicante de las religiones orientales que buscan la curación espiritual, y la paz interior, como un monje, algo clave para intentar apaciguar al policía, y que éste no hiciese lo que acaba haciendo... o simplemente alguien que no es indispensable, la religión, que nubla la razón, y por tanto, para sobrevivir, será la primera eliminada…
Digámoslo todo.
Ahora, sustituir la palabra “cubo” por “vida” y cada personaje intenta comprenderla:
Qué es, quién les ha puesto ahí, para qué... pero no hay forma de saberlo, salvo conjeturas que tampoco pueden comprobarse.
Además de eso, parece transmitirnos el hecho de que, quien no busca respuestas, quien no se preocupa de hacerse preguntas, y se limita a vivir, aunque aquí sea porque no tiene capacidad para ello, es quien finalmente termina por salvarse…
El Cubo en sí mismo, representa nuestro espacio-tiempo, nuestra mente, y la realidad física que nos envuelve; y como tal, se atañe a unas reglas que pueden ser descifradas.
Podemos ver como durante el transcurso del metraje, Leaven, la estudiante de matemáticas, cada vez se va aproximando al significado real de las secuencias numéricas de cada habitación.
Puede ser fácilmente interpretable como una metáfora del progreso de la ciencia en la comprensión del universo, en la búsqueda de modelos matemáticos que expliquen, y predigan el comportamiento del mismo.
Siguiendo este planteamiento, podríamos interpretar el final, como el fin último de nuestra existencia, alcanzar el conocimiento absoluto, para salir del cubo, realidad física; y alcanzar un nivel evolutivo superior, nivel de consciencia superior; no dependiente del constreñimiento de la existencia física, parece revelador que quien se salva, sea precisamente un discapacitado mental, cuya capacidad última de razonamiento, no solo no está dañada, sino que es superior a la del resto de personajes.
Ironías de la vida.
Como dato, y parece que los colores del cubo, según se avanza, no están relacionados, ni asociados.
Por ejemplo, el naranja parece que advierte que va a pasar algo, pero luego no es, así pasando a un orden totalmente aleatorio, que da la impresión de que en el cubo, “nada es lo que parece”; y así funciona, como un puzle, como un juego donde tanto sus protagonistas como el espectador, son víctimas de este macabro divertimento, algo parecido a un Cubo Rubik mental y humano.
De lo más positivo de Cube, se encuentra en cómo su escenario, paulatinamente deja de ser el elemento más peligroso, al mismo tiempo que crece el miedo y la desconfianza entre las propias víctimas.
Vincenzo Natali ha dirigido con pulso, pero se destaca mucho el trabajo técnico.
Aunque los decorados sean sencillos, son claustrofóbicos, da la sensación de que en cada habitación del cubo, se va a acabar de un momento a otro el oxígeno.
Un aspecto también a destacar, es la buena elaboración del sonido, el movimiento de los cubos, o la trampa de los pinchos mortales.
Como dato, sólo un cubo fue construido en realidad, que medía 14x14x14 pies, y sólo contaba con una puerta de trabajo que, en realidad, podría soportar el peso de los actores.
El color de la habitación, fue cambiado por paneles deslizantes, pintados con cada color.
Puesto que esta tarea es un procedimiento que consume tiempo, Cube no fue filmada en secuencia, y todas las escenas que tienen lugar en las habitaciones de un color específico, se filmaron a la vez.
Otro dato es que se pretendía que hubiera 6 colores diferentes de habitaciones, para que coincidieran con el tema recurrente de 6 en toda la película:
Con 5 conjuntos de paneles de gel más blanco puro.
Sin embargo, el presupuesto no llegó para el 6º panel, por lo que hay sólo 5 colores diferentes de la habitación en Cube.
Otro cubo parcial, se hizo para las tomas que requieren el punto de vista de pie en una habitación que mira en otra.
Respecto a la matemática presentada:
Primero decir que es la única ciencia que trasciende el universo, pues explica las leyes naturales y da resultados aproximados a una eventual realidad.
Los números que se encuentran entre las puertas, que unen a cada uno de los cubos, son la clave para salir de éste; aquellas habitaciones cuyos números no son potencias de un único número primo, son seguras; gracias a las habilidades de Leaven, y al autismo de Kazan, pueden salvar estas trampas; mientras que las permutaciones permiten predecir el movimiento de los cubos.
Vincenzo Natali declaró en una ocasión, que con las dimensiones dadas en Cube, se puede construir un cubo similar.
Como producción cinematográfica, su éxito llevó a que se produjeran 2 secuelas:
Una secuela directa, “Cube 2: Hypercube” (2002), y “Cube Zero” (2004), una precuela.
La 2ª parte, explica poco más acerca de los antecedentes del Cubo, y la estructura del cubo se vio modificada; en lugar de habitaciones de colores y trampas más industriales, las habitaciones son blancos operativos de alta tecnología, y las trampas involucran la ilusión, y la manipulación del tiempo, el espacio, y la realidad.
En 2004, en la precuela, “Cube Zero”, se tomaron muchas libertades, tomando como referencia la película original; y explica los antecedentes y el propósito del cubo, revela a las personas que lo operan, y muestra su exterior.
Cosa que aquí, realmente no interesa saber.
A pesar de tener mayor presupuesto, ninguna de las 2 llegó a rozar el éxito de la película original.
En parte porque no se cumplieron las expectativas de los espectadores, y se tomaron demasiadas licencias respecto a la idea original, además, ninguna de las 2, contó con la participación de Vincenzo Natali.
Del reparto, que Maurice Dean Wint, que encarna al personaje que muestra la ¿peor cara? o quizás encarna la realidad:
La esencia humana, la supervivencia, la lucha, la maldad...
En ocasiones, llega a dar miedo, odio, incluso se llega a comprender en algún momento, como víctima...
Pero faltaron un par de revisiones a la hora de escribir el guión, para hacerla una “obra maestra”, como el inexplicable y casual final.
Aunque me parece aún más raro, cuando matan a la chica matemática, y Quentin aparece de la nada, y la apuñala por detrás.
Con lo pequeñas que son las habitaciones, y el ruido que hacen las compuertas al abrirse, me parece imposible que no lo vieran entrar...
¿Con un botón, se puede escribir sobre acero?
Y está claro que hay que ser un matemático consagrado, para entender completamente todo el ambiente de cálculo que se crea, pero aunque no pase de saber identificar un número primo, hay que decir que se entiende más o menos, lo que da vida al cubo, y cómo consiguen encontrar la salida.
La mejor escena es sin duda la que nos introduce en el cubo:
Cuando un tipo calvo que ha despertado en uno de esos compartimentos, logra encontrar la manera de salir, entrando en otro similar, pero con una trampa mortal, y muere despedazado.
Sorpresa y originalidad, que da comienzo a la intriga y a la tensión.
Asimismo, cabe destacar la velada pero devastadora crítica social, que Natali pone de manifiesto en las últimas escenas:
Parece que a veces, la vida real viene a ser peor que el cubo donde están encerrados los personajes.
La única forma que tendrán los personajes de salir, será poniendo en común, todos los conocimientos de cada uno de ellos, con el fin de poder llegar a encontrar la clave que les abra la puerta al exterior; clave que en realidad no es más que un complejo enigma matemático.
Estamos ante una metáfora sobre el sentido de la vida, y el comportamiento del ser humano; y Cube trata de la supervivencia, del sobrevivir como sea, utilizando todos los recursos que estén a mano, donde el trabajo en equipo es la principal estrategia para superar obstáculos.
No obstante, al haber variedad de calidad de personas, también se cae en ver al otro como un rival, que molesta a los propósitos del “sálvese quien pueda”
No hay normas dentro del cubo, no hay leyes, no hay orden.
No engaño a nadie si digo que, en una situación límite, el ser humano no dejará de ser tal y como es, es decir:
Egoísta, paranoico, racista, o nihilista.
Ésta es la mayor virtud de Cube, el destrozar el mito de que en las situaciones extremas, es cuando surge la fraternidad humana, basada en criterios demasiado abstractos, y de inequívoco origen religioso... Anderson; y el final, es una soberbia lección moral, sobre la no discriminación y la tolerancia para con los miembros menos agraciados intelectualmente de nuestra sociedad.
Así pues, Cube nos da una lección:
La inocencia es la mejor opción en este mundo que nos rodea.
“Boundless human stupidity”
Las grandes cuestiones abiertas en Cube son las mismas preguntas metafísicas más elementales:
¿Cómo hemos venido a parar aquí?
¿De dónde venimos, cuál es nuestro origen?
¿Cómo saldremos de él?
¿A dónde vamos?
¿Qué hay fuera?
¿Qué hay más allá de la vida, de nuestra realidad física?
¿Por qué nos ha pasado a nosotros?
¿Quiénes somos, qué sentido tiene la vida?
¿Quién la ha construido?
¿Existe una inteligencia máxima?
Cube aísla al individuo, lo hace vulnerable, y lo pone a prueba en situaciones extremas, en donde la cooperación y solidaridad son imprescindibles para la supervivencia.
Las personas aparecemos en el mundo sin más, nacemos, y nadie nos ha pedido permiso, ni sabemos por qué estamos aquí.
No obstante, tenemos un fin, alcanzar una meta:
La luz, para cada uno significará una cosa.
Lo importante, pues, es el camino; un camino que analizado fríamente, es absurdo, que además, está colmado de amenazas inherentes a él... pero, como siempre, son los propios seres humanos, y no estos peligros, quienes más miedo dan.
Asimismo, hay distintos tipos de personas en la sociedad, y cada uno juega el papel que sabe, o quiere jugar:
La fuerza contra la debilidad, la inteligencia como fuente de supervivencia, y a la vez como imán de parásitos aprovechados...
Nos autodestruimos en guerras, en cambios climáticos... nos imponemos reglas absurdas, y antinaturales.
Nadie sale victorioso de este proceso, pero lo hemos montado así, y lo sostenemos con nuestro miedo al cambio, y agregando nuevos mecanismos para mantener el “orden”
Eso es Cube... nuestro propio sistema de orden caótico.
Una diarrea mental, en la que nosotros mismos nos serruchamos el piso, y somos nuestro propio final.
Desoladoramente, hay pocas esperanzas de sobrevivir.
De hecho, realmente nadie sobrevive, ni usted, ni yo.

“You've gotta save yourselves from yourselves”



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