Slow West

“That kid was a wonder.
He saw things differently.
To him, we were in a land of hope and good will”

Cuando el cine se cansó de ofrecer, una y otra vez, una visión idealizada y de cartón piedra del Oeste, y pasó a retratar una imagen ambigua y desmitificadora, el western pasó inevitablemente, a la categoría de lo que la historia ha denominado como “crepuscular”, terreno en el que se ha movido desde hace varias décadas.
El western contemporáneo, ha querido dejar de ser una simple historia “del oeste”, huye de la película de “vaqueros”, y utilizando espacialmente el terreno del género, utiliza éste para trascender a temas más universales como:
La desigualdad, el amor, la supervivencia, la forja de un carácter…
Al Oeste del siglo XIX, no se podía ir con una guía de viajes, y un revólver mal engrasado, en esa conquista en la que murieron muchos desesperados, que acudieron pensando en una abundancia de tierras y de cosechas, que se quebró nada más desembarcar en la costa este, pero ante el descubrimiento de la realidad cruel, trataron de adaptarse a fuerza de pistolas y violencia, algo para lo que no estaban preparados, ni emocionalmente, ni por sus aptitudes.
“I know why you need my help”
Slow West es un western del año 2015, escrito y dirigido por John Maclean.
Protagonizado por Michael Fassbender, Kodi Smit-McPhee, Ben Mendelsohn, Brooke Williams, Rory McCann, Jeffrey Thomas, Caren Pistorius, Kalani Queypo, Stuart Martin, Tawanda Manyimo, Madeleine Sami, Michael Whalley, Andrew Robertt, Erroll Shand, Ken Blackburn, entre otros.
Es una producción británico-neozelandesa, que sitúa la acción en Colorado, pero cuyos rodajes se han llevado a cabo en Escocia, y Nueva Zelanda.
El director, John Maclean, arriesga en su ópera prima, con un género a contracorriente de las modas, y deliberadamente estilizado y alegórico, cuya principal virtud es, exhibir el contraste entre un Oeste idealizado, y una realidad mucho más prosaica, y brutal.
Slow West sigue a un joven escocés de 17 años, Jay Cavendish (Kodi Smit-McPhee), en un viaje a través de la frontera occidental de Estados Unidos, a fines del siglo XIX, en busca de Rose Ross (Caren Pistorius), la mujer que ama, una joven campesina, que ha tenido que abandonar Escocia junto a su padre, John Ross (Rory McCann), debido a un accidental, pero trágico suceso; mientras que es acompañado por un forajido misterioso, llamado Silas Selleck (Michael Fassbender)
Pero pronto descubrirán, que no son los únicos tras el rastro de la joven amada... y de la recompensa sobre su cabeza.
Slow West, es que es una película muy fiel a lo que debía ser “el salvaje oeste”, era un “sálvese quien pueda”, en el que no se dudaba en meter un balazo en la cabeza al que molestara, o al que tuviese más dinero, y Slow West refleja muy bien el poco valor, y en definitiva, el infinito desprecio que se tenía por la vida humana.
“Silent, lonely drifter.
You're a lonely, lonely man”
Slow West, obra sobre la universalidad del amor y de la muerte, con estructura de tragedia clásica en movimiento, llamada de la aventura, encuentro con diversos aliados y enemigos, rosario de pruebas... que por momentos, parece un western metafísico, aunque siempre avance de un modo romántico, y que sólo en el último tercio, se vuelve irónico y estético.
Hiperrealista y crepuscular, Slow West mantiene un imposible espíritu de conquista, en un camino en el que ya nada se puede conquistar.
Un western sobre el compañerismo muy agradable, marcado por ocasionales toques de humor negro, dando pie a toques de fábula romántica, de aventura iniciática, y de cuento de hadas sangriento.
Es una película contenida, lenta, pues sabes desde el principio, que al final tiene que explotar por alguna parte, pues nos muestran varias veces, la recompensa que ofrecen por las cabezas de la amada y su padre; pero durante todo el viaje, es un relato tranquilo, lento, y sin apenas problemas de por medio, de ahí el título de la película, hasta que llega la última parte.
Por ello, es un peculiar western para un novato de la dirección, John Maclean, experto músico, que aparca dicha labor, para adentrarse de lleno, y con estupenda nota, en el mundo del cine, de forma desabrida, pues se suda su desierto, fatiga su camino, se afianza la amistad masculina, en su búsqueda de la meta común por razones equivocadas, un atributo al “chico bueno”, que salva al descarriado de su errónea elección, para acomodarle en la recompensa de quien tribuna con buena fe, y se esfuerza en ello, personalidad no siempre sentida con el mismo entusiasmo, pues puedes ir de un entretenimiento acorde, a un sopor que no se alarga gracias a su corta duración.
Lo novedoso en Slow West, es que reúne los elementos clásicos de los mejores westerns, pero los combina con esos toques románticos y poéticos, que bien reflejan las personalidades de los 2 protagonistas:
Jay, joven aristocrático, proveniente del viejo continente, más preocupado por conservar sus libros de poesía, antes que incluso algunos víveres; y ese curtido Silas, del nuevo mundo, que refleja la dureza, y el espíritu de supervivencia en lo que fue el viejo oeste americano.
Estos 2 mundos tan diferentes, que se complementan en una búsqueda común, como ese Don Quijote de La Mancha y su fiel Sancho Panza, en la búsqueda de su amada Dulcinea.
Contada a modo de las famosas baladas sobre los personajes más notables de la época, la voz narradora la asume un personaje, el de Silas, que ejerce como el guía espiritual, con sus propias contradicciones, del casi adolescente protagonista.
Silas es el representante de ese Oeste realista y crudo, donde no podías distraerte un segundo, si no querías recibir un disparo por la espalda.
Los 2 son tan distintos, como el cielo y la tierra, pero ambos, a pesar del elevado coste que tendrán que pagar, aprenderán algo el uno del otro:
Un Oeste destinado a desaparecer, y a quedar relegado a los libros de historia y a los cuentos alrededor de una hoguera, pero que igual que sucede con el western en el cine, se resiste a morir y, de una manera u otra, acaba siempre reapareciendo.
El Oeste americano, a través de los ojos de un joven enamorado, sólo puede ser “slow”
Aire encantado, dulces recuerdos en su cabeza, y ojos hacia el cielo; Jay viaja a caballo desde la lejana Escocia hasta Colorado, para reencontrarse con su amada Rose, impulsado por la inconsciencia de sus 16 años.
La obstinación y la tozudez de Jay, le vuelven impulsivo, irreflexivo, hasta suicida.
Cuando Rose y su padre, granjeros, se ven obligados a abandonar Escocia por la muerte accidental de un aristócrata, el tío de Jay, el joven Lord Cavendish, con su tetera y su guía de viaje, emprende camino al oeste, buscando a su amada, “su” en sentido literal, es un enamoramiento unilateral, y condenado al fracaso, pero Jay lo concibe como una misión que, mediante su fuerza de voluntad, conseguirá quebrar la resistencia de la joven, que le valora como el hermano menor que nunca tuvo…
Ese camino en busca de Rose, colocará a Jay en grave riesgo para su salud, en un lugar del planeta, donde la vida no vale nada, y cualquiera puede obtener una recompensa entregando un cuerpo, o perder la vida por un simple malentendido.
Las posibilidades de que Jay llegue a su destino, son mínimas.
La figura del asesino a sueldo con valores morales, no es infrecuente, quien inicia una labor por un motivo, y las circunstancias le hacen cambiar de planes, o simplemente, quiere proteger aquello que ve en un espíritu sano y puro, que él no ha podido conservar.
Es de esta manera como entra en acción el personaje de Silas:
El jinete solitario, el caza-recompensas sin escrúpulos, el personaje de dudosa moralidad, con un pasado a sus espaldas de pérdida y decepción, personaje que tiene su alter ego en Payne, (Ben Mendelsohn) el forajido de leyenda, el que sabe que morirá antes o después en un infortunado encuentro con alguien más rápido o más afortunado, el que echa de menos a Silas, pero que tampoco puede renunciar a una forma de vida, y de matar.
Sobre la unión de Silas y Jay, sobrevolará siempre la amenaza del mal encuentro.
La ingenuidad del joven, y el silencio de Silas, ocultan a aquél la realidad, que todo está siendo una carrera contra el reloj de los caza-recompensas del estado, para localizar a los fugitivos británicos, y entregarlos, “dead or alive”, a cambio de una recompensa de $2.000, una caza reactivada por la llegada del joven que, inconscientemente, dirige a los demás, hacia la granja de Rose.
Y bastará seguir a Jay, para localizar el refugio.
Así, Maclean juega a adelantar la conclusión, los sueños de Jay, son la parte real de su viaje, aquélla que no quiere asumir, porque le conduciría a la inutilidad de la travesía, inutilidad al menos en lo personal, porque para los que son objeto de su atención, haberse cruzado con Jay, supondrá un cambio sustancial en sus vidas.
Jay se convierte en un huérfano por decisión, y se iguala a aquellos que va encontrando por el camino, todo un continente creado a sangre y fuego, dominado por la ley del más fuerte, para contradecir a Rousseau; y al siglo de las luces recién terminado.
Un buen caballo, es causa más que suficiente para recibir un balazo, de vez en cuando, un Silas te adopta, aunque sea a cambio de una gratificación que oculta un propósito inconfesable.
Todos podemos arrepentirnos de las faltas, algunos lo hacen a tiempo, y obtienen recompensa; otros no, y son castigados, algunos no tienen de qué hacerse perdonar, y terminan sufriendo las consecuencias funestas del desamor y de la violencia.
Jay es el espíritu de la ingenuidad, en un mundo de violencia desatada, “su corazón estaba en el sitio equivocado”, nos dirá Silas, al rememorar los hechos, esos hechos de los que Jay recuerda los acantilados, las playas, las praderas de Escocia, acompañado de Rose, un acompañamiento que Jay malinterpreta, y que terminará en dolorosa evidencia cuando la sal caiga sobre una herida, mientras Rose besa a otro hombre moribundo, las heridas del corazón duelen, y para que lo sintamos, nosotros tenemos que ver la sal a corazón abierto…
Jay y Silas:
Idealismo, amor y esperanza, el primero; materialismo, soledad y cinismo, el segundo.
Por su camino, se cruzan indios americanos, unionistas, esclavos africanos, antropólogos europeos, aventureros, vagabundos, niños, y muchos más, en un paisaje tan impresionante, como amenazador, donde el sueño inocente de un mundo por descubrir, se acompaña de la brutalidad y la lucha por el poder, donde todos parecen estar interesados sólo en el dinero.
Todos menos Jay.
A través de veloces “flashbacks”, vemos sus momentos de felicidad con Rose, un amor imposible, destinado a morir.
Él es un noble, mientras que ella es hija de campesinos…
Es un amor no correspondido, que eleva la búsqueda de Jay, a la épica.
A lo largo de su viaje, descubrimos que el joven enamorado, no es el único tras los pasos de la hermosa “chica armada con una pistola”:
Por su cabeza se ofrece una suculenta recompensa, y en el Oeste, aunque nuestro romántico protagonista no podía saberlo, es mejor no fiarse.
Del mismo modo, con una simple referencia, nos dejan claro el pasado de Silas, que no es otro que su pertenencia a un grupo de bandidos, que serán los que más tarde les persigan.
A estos antagonistas, tampoco se les da excesiva importancia; su inclusión, aparte de que sirven para sacar a la luz lo que no sabíamos de Silas, es simplemente para agravar el desenlace que nos ofrece toda la violencia, que casi no habíamos visto durante el metraje.
Del reparto, todos sabemos de las inmensas capacidades actorales de Michael Fassbender.
Es un hecho que es uno de los grandes actores que nos dará el siglo XXI, y esta vez, como era de esperar, no defrauda.
Silas Selleck, representa al prototipo de forajido, que tanto se amaba en el género western.
Un hombre sin moral que, al mismo tiempo, por fuerza de costumbre, y compañía, termina cediendo a la historia, transformándose en un anti-héroe que, al mismo tiempo, será héroe de muchos.
Y Kodi Smit-McPhee, con una vasta carrera a pesar de sus 18 años de edad, ha demostrado con el paso del tiempo, que encabeza a la nueva generación de actores talentosos, y guapérrimos, que al mismo tiempo, están intentando alejarse de las garras de Hollywood, enfocándose en el cine independiente.
Jay Cavendish, el joven aristócrata, y poeta escocés, que viaja en busca de un amor perdido, resulta un elemento importante de humor negro, e inocencia que, finalmente, termina guiando la película, y a los personajes, a una seguidilla de situaciones que mantienen al espectador en la punta del asiento, en todo momento.
Durante el transcurso del viaje, Slow West nos regala preciosos paisajes que de lleno encantan; y una fotografía digna de elogios, majestuosa.
Con exquisitas tomas panorámicas, cada escena que se expone en la cita, se convierte en una perfecta postal, con guiños claros a las “highlands” de su natal Escocia.
Pero en esto hay una trampa, porque el director escocés, en una movida arriesgada desde el punto de vista estético, usa como locaciones, la fértil y cada vez más recurridas tierras de Nueva Zelanda; y digo que es un riesgo, porque es romper el paradigma impuesto por la imaginería de las producciones hollywoodenses, y de otras tantas europeas, como las de Sergio Leone, en donde las locaciones son siempre áridas y de eternos desiertos, que no dan tregua a quien se aventure a cruzarlos; de arenas caliente que carcomen la carne, y en donde el verdor está prohibido, y la precariedad y el caos, son los eslabones de toda construcción; se escupe tabaco en recipientes metálicos, mientras los caballos afuera de la cantina, aprovechan de saciar la sed.
Aquí todo es verdor, otra cosa completamente diferente.
Pero no todo es color de rosa, ésta ópera prima tiene sus defectos, hay que reconocer que flojea, y por momentos se vuelve muy pausada, aunque tan solo dura hora y media.
Creo que el personaje de Ben Mendelsohn, está muy desaprovechado, y tan solo ejerce como un mero espectador más, hasta que decide entrar en el juego.
Quedan 2 escenas brutales del mejor western:
Cuando entran en la tienda, y se produce el tiroteo.
Por cierto, me parece una escena realmente bien grabada, con una tensión excepcional, para un casi novato como es el director.
Y cuando al salir de la tienda, se encuentran con unos niños a los que medio abandonan, porque esto es el oeste, y no harían más que molestar…
Y una pregunta:
¿Cómo no se enteran cuando Jay y Silas están dormidos, que están mojándose, cuando el río ya los tiene casi hundidos?
La idea central de Slow West sería, que el amor es atroz, como una peste medieval o un tornado americano; deja a su paso, un terrible reguero de cadáveres.
Y con nombre de mujer…
Sin ser misógino, resalta que todos los personajes mueren por culpa de la mujer, o de una mujer.
Es u hecho que Slow West se basa en la lucha por el dinero, la estabilidad, y el poder.
Todos sabemos, hemos leído, o visto, cómo era la vida en los Estados Unidos de la época:
Lo importante era sobrevivir.
Entendiendo esto, claramente, la lucha no se basa en “una mujer”, sino que el “dinero que pueden ganar gracias a esa mujer”
Mujer que, finalmente, es la única sobreviviente…
Aunque Silas quede vivo, al menos muy mal herido…
Y si hubiera quedado vivo su padre:
¿Podríamos decir que “todos los personajes mueren por culpa del hombre, o de un hombre?
No.
“Violence and suffering.
And West?”
Los héroes románticos del western, están condenados a la tragedia.
El viejo Oeste, territorio para desalmados y canallas, nunca fue territorio para la búsqueda de la persona amada; el romance, si acaso, se encuentra, pero nunca se busca.
De todos los elementos que conforman el imaginario de Estados Unidos, quizá el más representativo, sea el de las grandes llanuras del Oeste, territorio geográfico, pero también mítico, que ha ido configurando a su alrededor, toda una mitología que se funda en torno a la promesa de prosperidad, que auguraban todas aquellas extensiones interminables de territorio.
Sin embargo, la esperanza trajo también consigo su reverso tenebroso, que una vez más, pone de manifiesto el carácter contradictorio de la naturaleza humana:
La matanza de los nativos, la ambición desmedida, y el imperio de la ley del más fuerte.
En Slow West, no hay cabida para el amor, solo para la supervivencia y la muerte.

“Love and death are universal”



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