Sils Maria

“It's theatre.
It's an interpretation of life.
It can be truer than life itself”

Los viajes, en sentido literal y metafórico, siempre han ocupado un lugar importante dentro del cine contemporáneo.
Sils im Engadin/Segl, hasta 1943 llamada oficialmente “Sils im Engadin”, es una comuna suiza del cantón de Los Grisones, ubicada en el distrito de Maloja, círculo de Alta Engadina, en Suiza.
La comuna de Sils, incluye 4 fracciones, una de ella es Sils Maria, sede comunal, donde se encuentran el albergue de Nietzsche, y el Robbi Museum, museo dedicado a Andrea Robbi, un pintor de Sils muerto en 1945.
Sils, ha sido visitada por muchas celebridades, como Marcel Proust, Herman Hesse, Giovanni Segantini, pero sobre todo, Friedrich Nietzsche, cuya casa en la que vivió entre 1881 y 1889, se ha transformado en un pequeño museo.
Por su parte, el pueblo de Maloja, está situado en el extremo occidental del lago de Sils, comunicando 2 regiones fascinantes:
La meseta lacustre de La Alta Engadina, y El Val Bregaglia, un valle meridional de Los Grisones.
El lugar destaca, sobre todo, por su atmósfera sencilla, el espíritu creativo de famosos pintores, y los embutidos fabricados en forma tradicional.
El lago de Sils, es conocido a nivel internacional por los amantes del velerismo y el surf, gracias a la presencia constante del viento del Maloja.
Pero la mayor atracción de la zona, es el Malojapass, a 1.815m de altitud, es un puerto de montaña en Los Alpes suizos, en el cantón de Los Grisones, que marca la vertiente entre las cuencas del Danubio y del Po.
Varios interludios, proveen magníficas tomas panorámicas, lo cual nos da una impresión, de cuan inspiradora estas montañas pueden ser para el proceso de pensamiento, para la soledad productiva o la convivencia discursiva.
El escenario de montaña, y las nubes epónimas sinuosas como una serpiente a través del paso hacia el Lago Silsersee, al igual que el tema de las películas de montañas del 1920, son un tema metafórico del transcurrir del tiempo.
“The text is like an object.
It's going to change perspective depending on where you're standing”
Sils Maria es un drama del año 2014, escrito y dirigido por Olivier Assayas.
Protagonizado por Juliette Binoche, Kristen Stewart, Chloë Grace Moretz, Johnny Flynn, Lars Eidinger, Hanns Zischler, Claire Tran, Angela Winkler, Frank M. Ahearn, Alister Mazzotti, Steffen Mennekes, entre otros.
Sils Maria, es una coproducción germano-franco-suiza; y fue seleccionada para competir por La Palme d’Or en la sección principal de la competencia en El Festival Internacional de Cine de Cannes.
Por su parte, Kristen Stewart hizo historia, al convertirse en la primera actriz estadounidense en ganar Le César du cinema de L'Académie des Arts et Techniques du cinema, a La Mejor Actriz de Reparto; no obstante, el único actor estadounidense que ha ganado Le César du cinema, es Adrien Brody por “The Pianist” (2002) de Roman Polański.
Como dato, Chanel debutó en la financiación del cine, y suministra a las actrices con ropa, joyas, accesorios, y el maquillaje, mientras que también proporciona una parte del presupuesto, para permitir que Olivier Assayas cumpliera su sueño de rodar una película de 35mm, en lugar de digital.
El título de la película en Francia, es conocida por el nombre original, Sils Maria, ya que el título internacional es “Clouds Of Sils Maria”
El proyecto, fue iniciado casi a petición de Juliette Binoche, quien quería volver a trabajar con el director, y éste lo escribió inspirándose en la primera colaboración que realizaron, la cinta “Rendez-vous” (1985)
Explorando algunos temas ligados al mundo del espectáculo, Sils Maria cuenta con una interesante perspectiva metalingüística, pero se aleja de intentos más cerebrales y ambiciosos como “The Congress” (2013) o “Birdman or (The Unexpected Virtue Of Ignorance)” (2014), optando en cambio, por una visión más íntima, más cercana.
La atención está puesta sobre los personajes y lo que sienten, iniciando a partir de ahí, una reflexión sobre asuntos más intelectuales.
Un recurso que sirve a Binoche y a Assayas, para explorar en los efectos devastadores del tiempo, así como en la relación entre el actor y sus personajes.
Fue rodada en locaciones de la ciudad titular de Sils Maria, Suiza; así como Zúrich, Leipzig, Alemania, y Tirol del Sur, Italia.
La acción sigue a Maria Enders (Juliette Binoche), una veterana actriz de mediana edad, que acompañada de su asistente, Valentine (Kristen Stewart), echa la mirada atrás para analizar su vida.
Recuerda con emoción sus años de éxito, anhelando esa época en la que todo el mundo la quería, y reconocía.
Pero ese tiempo ya pasó, ahora es una actriz al borde del retiro.
La envidia se apoderará de ella, cuando conozca a Jo-Ann Ellis (Chloë Grace Moretz), una joven promesa, que interpretará el papel que en el pasado la lanzó al estrellato.
Son reflexiones sobre el cine y la bipolaridad de la mente en un contexto natural que gana muchísima presencia, convirtiéndose en la metáfora clave, y con alusión al título, a través de la imagen de un efecto climático, en el que un mar de nubes va recorriendo el interior del valle, conocido como “La Serpiente de Maloja”
Una visión tan espectacular como efímera, y sirve como una manera perfecta de simbolizar la naturaleza siempre cambiante del tiempo.
Sils María da cierta profundidad a temas en apariencia banales, que se permite jugar con el espectador, poniéndolo en un lugar que le exige una mayor concentración, pero siempre con respeto, y que mira el mundo de las actrices que tratan de imponer su impronta en un mundo donde, como en casi todo, son los hombres lo que dictan lo que hay que hacer, y su tiempo de retiro.
“And it has nothing to do with being a lesbian, by the way.
I've always been straight”
En el año 1924, el director Arnold Franck, realizó un cortometraje documental sobre el fenómeno de las nubes en Maloja.
La extraña formación de nubes en la región de Engadin, en Los Alpes Suizos, ha fascinado siempre a los meteorólogos.
Puede decirse, que esa misma fascinación atrapó al cineasta francés, Olivier Assayas.
Con Sils Maria, el director utiliza el fenómeno de la naturaleza, para montar su obra, y este le sirve como columna vertebral para delinear sus personajes, y el conflicto central.
Es una compleja mezcla de pasado, presente, ficción, realidad, cine, teatro, dependencia, e independencia, que muestra la vida interior del mundo de Hollywood, y hermanas adyacentes, que revela esa cuota de silencio que se intenta ocultar y mantener encerrada, los tejemanejes de bambalinas, odios, y recelos entre sus miembros, y sus muchas cuentas pendientes a la espera de esa oportunidad.
Assayas mira al cine desde el cine, y logra hacer un paralelismo perfecto entre el inusual comportamiento de la formación nubosa sobre el paso de Maloja, y las emociones que borbotean en sus personajes.
Además, estos temas de mujeres al borde de la paranoia, son recurrentes en la filmografía de Assayas.
Si nos fijamos bien, en esta historia, las féminas sucumben ante la caída de su psicología, para escenificar los ánimos de dependencia y obsesión que envuelve su histrionismo.
Esto evidentemente es enmarañado, pero con una estética inteligente en casi todos los encuadres; debido a que el guión de Assayas utiliza el arreglo argumental metanarrativo, con diálogos dentro de diálogos, y actuaciones dentro de actuaciones, para enfatizar los altibajos de las celebridades en la industria del cine y del teatro.
O sea, en otras palabras, esto es cine dentro del cine, sobre el cine:
María Enders, es una afamada actriz, a quien le han propuesto participar en el remontaje de la obra que la saltó a la fama hacía 20 años, en el papel de Sigrid, una joven de 18 años, que manipula y utiliza sus encantos para subir en su trabajo; solo que esta vez, interpretando al personaje de la mujer mayor, que sucumbe a una desesperada pasión por la joven, y es ultimadamente empujada al suicidio.
En tal era vemos morir, por suicidio, al amigo y mentor, Wilhelm Melchior, autor de “Maloja Snake”, quien representaba una época donde el arte y la creación se hacían a destajo, sin miedo, desnudando al personaje, y obligando al público a mirarse, y reconocerse en tal crudeza.
Wilhelm descubrió a María, y le dio no solo alas, sino poder, al darle el personaje de Sigrid, tanto en la escena como en la versión fílmica.
Un rol con el que ella se identificaba por completo, con todo el calor de su prepotente  ingenuidad, y que después no quería soltar, al tener que ahora representar a Helena, la mujer mayor, la víctima.
Ella se niega primero a actuar tal cambio.
¿Qué pensaría su maestro, su ídolo, su figura paterna, de tal rebaja?
Ella no tiene nada que ver con Helena; o al menos eso es lo que quiere creer, mientras Valentine la convence de lo contrario, diciéndole que ella también, al igual que Sigrid, muestra una clara inocencia, pese a su edad.
María juega ahora el papel del ídolo sujeto a la adoración de Valentine, a quien hiere constantemente, tachándola de ingenua e irrelevante, su propia irrelevancia siendo después expuesta, no sin cierta malicia, por la nueva actriz, el reemplazo, la nueva cara de Sigrid, quien al menos en apariencia, había antes profesado igual adoración.
María se ve forzada a continuar con el proyecto, pese a su rechazo inicial hacia el personaje, pese a sus supersticiones, la actriz que interpretó originalmente a Helena, murió en un accidente a tan solo un año de estrenarse la película; pese a tratar de romper su contrato, su agente presente a lo largo del filme, tan solo por vía Skype; y pese al final abandono de Valentine, su única compañía, su más sincero contacto consigo misma.
María se rinde a lo inminente, pero no con falta de carácter y elegancia, su estatura de gran actriz presente hasta el final, aun cuando ella misma se resignaba a pasar la batuta.
Nos deja algo de esperanza, la aparición justo al final, de un joven director desconocido, que quiere invitarla a actuar en una película futurista; un proyecto pobre, independiente, repleto de imaginación, y seres espaciales extraordinarios.
María le dice que todo eso le suena demasiado abstracto; que haría mejor en sugerirle el papel a Jo-Ann Ellis, la nueva actriz que muestra tanto futuro.
Pero él alega que, precisamente ese tipo de jóvenes artistas, jamás verían a sus personajes como ella, quien gracias a su pertenencia a otra época, más involucrada, menos cínica, puede encontrarle un carácter humano, y mucho más genuino, hasta a un extraterrestre.
El epílogo nos muestra un momento voraz, cuando el personaje de Binoche, le comenta un detalle sobre la obra a Moretz, quien creía que a pesar de su edad y sus fiestas, parecía una persona con cabeza, y comprende que el éxito y el protagonismo le sobrepasan, por lo que todo vuelve a su cauce, y la diva pisa el suelo, accediendo a términos que nunca habría imaginado, siendo una actriz de método sin probar géneros como la ciencia ficción.
Se destacan las actuaciones de una espléndida Juliette Binoche, y una fresca Kristen Stewart, con una naturalista forma de interpretar el paso del tiempo, y su aceptación.
Son 2 mujeres, 2 generaciones, 2 perspectivas...
Assayas quema esta dinámica entre la relación de María y Valentine, quienes intercambian argumentos y opiniones, como si fueran amantes, quienes luchan por una visión común.
La línea entre realidad y ficción se diluye con facilidad, sobre todo cuando una escena comienza con un diálogo aparentemente natural entre las 2 mujeres, y posteriormente nos damos cuenta que estaban repasando las líneas de la obra.
Sils Maria se lee mucho como una dualidad constante, donde presenciamos largas escenas plagadas de diálogos, al más estilo naturalista del teatro de finales del XIX, y principios del siglo XX, un constante darle voz al pensamiento interno, al tiempo que el contenido de dichas conversaciones se refiere, en muchas ocasiones, a temas banales y efímeros, dignos de la cultura popular más característica de nuestros tiempos del Youtube, las búsquedas en Google, y la comunicación constante de textos electrónicos.
Hay una manera de enfrentar la fama y el éxito abismante entre ellas, lo que se produce entre otras cosas, por el desarrollo tecnológico que ha experimentado el mundo.
Las relaciones sentimentales de Maria, como la que tuvo con un compañero de elenco años atrás, son simples anécdotas que le cuenta a su asistente, mientras que los líos amorosos de Jo-Ann, están esparcidos a través de internet, y forman parte inseparable de su carrera.
Tal dualidad, o dicotomía, se mantiene en todo el tipo de relaciones presentes:
Juventud-madurez, experiencia-ingenuidad, intelectualidad-ignorancia, sinceridad-engaño, de manera que la relación entre María y su asistente, Valentine, refleja la relación de poder y dominancia insinuadas en el texto de la obra de teatro que ambas ensayan, “Maloja Snake”, en el mismo lugar en Los Alpes suizos donde tiene lugar; el paisaje natural, frío y aislado, subrayando la intensidad emocional de ambas mujeres.
Por otro lado, tenemos la presencia de la joven actriz, y reina de los tabloides, interpretada por Chloë Grace Moretz, quien hará la contraparte en dicho montaje, y que es el constante recordatorio para María de la juventud perdida, del papel desplazado, del reverso de los roles, y de la inhabilidad para navegar los rápidos de una modernidad eternamente cambiante, una era donde el énfasis es en lo efectista, en lo impersonal.
El cambio que Jo-Ann Ellis hace a una actuación de María años atrás, privándolo de significado para ella, pero adaptándose a los gustos más dinámicos del público.
Señal de un tiempo que cambia deprisa, más de lo que queremos aceptar.
El papel de la Moretz, me ha recordado a la actriz Lindsay Lohan, con sus problemas con los paparazzi, los líos amorosos, y demás.
Y sea como se vea, exhibe las consecuencias de las banalidades de la fama, con todos los arrastres de ansiedad e inseguridad, los efectos del paso del tiempo en una actriz, y la delgada línea de ficción y realidad que existe, cuando la actriz escenifica doblemente lo que actúa mientras actúa.
Y en efecto, son esos elementos cautivadores que ponen a volar Sils Maria, por las nubes del cine dramático.
Assayas representa el tiempo de manera poética, en esa nube que se arrastra solemne entre majestuosas y eternas montañas, la va despojando a su paso de su papel principal.
Lo efímero y lo etéreo, frente a lo robusto, lo ancestral, lo establecido.
Hasta en la obra, con esas cortinas transparentes…
Lo vaporoso frente a lo sólido, eso es lo que capta toda la escena.
De igual forma, una Sonata de Händel pone el ritmo para que las imágenes cobren mucho más fuerza para este drama femenino, en torno a la identidad y el paso del tiempo.
Y Assayas no oculta sus referentes, tan explícitos, que cuesta leer críticas en las que no se reciten como la lista de los reyes godos:
La relación de Maria y Valentine, bebe de la de Elisabet y Alma en “Persona” (1966), e incluso se nota cierto homenaje al mito del cineasta sueco en el personaje del dramaturgo Melchior.
El duelo/relevo generacional entre Enders y Ellis, recuerda al clásico “All About Eve” (1950), aunque nunca llega a explicitarse de todo.
Y “Maloja Snake”, la pieza teatral que sirve de “macguffin”, y que vemos tangencialmente entre ensayos y en el estreno, tiene toda la pinta de ser una versión indisimulada de “Die bitteren Tränen der Petra von Kant” (1972), con Karin y Petra, sustituidas por Sigrid y Helena…
¿Sustituidas por Valentine y Maria?
La única vaca sagrada a la que Assayas no llega a rendir tributo en este pastiche de feminismos, es Almodóvar, pero en cambio, ganamos un momento Antonioni para precipitar el clímax.
Sin embargo, da cierta lástima que el resultado parezca no superar esa recopilación de referentes, y sea eficiente, pero también imperfecto, carente de una atractiva personalidad propia, que hasta ahora poseía cada película de este director.
Lo malo, Binoche, cuyas borracheras y risas me han resultado forzadas.
Y el gran misterio:
¿Por qué desaparece Valentine?
Y para más INRI, le cambian de asistente, y aquí no ha pasado nada.
Ni referencias ni nada, ni sentimientos de nada.
“You can't get innocent twice”
Ironía es pensar, que lo que hoy pudo parecer atractivo, mañana no lo será; que lo que era valiente, acabara siendo cobarde; que la juventud se transformara en vejez...
Que cambiaremos, evolucionaremos, y quizás mañana, ni nos acordaremos de cómo éramos.
Eso es el tiempo, que a todos llega, y a todos cambia.
La manera en que uno se relaciona con una obra artística, posee una innegable dimensión personal, y por lo mismo, nuestras experiencias y la situación que estamos viviendo en aquel momento, influyen de manera esencial en la apreciación que tenemos de ella.
Leer una novela a los 15 años, no tiene el mismo efecto que leerla a los 25, o a los 35.
Da lo mismo que ver una película en 25 años de diferencia, no se capta con la misma perspectiva, pues ésta ha cambiado; así como nos cambia la visión acerca del mundo, en ciertas materias, y en nuestro criterio en general.
Es como subrayar un libro que se leyó, y revisarlo años después, para ver qué cosas nos habían llamado la atención antes; pero que fueron determinantes para ser lo que somos actualmente.

“We're not allowed to regret anything.
If we're sincere, then we're the sum total of our experiences, no exceptions”



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