Spotlight

“It could have been you, it could have been me, it could have been any of us”

Hay, en ese orden, delitos menores, delitos graves, delitos espantosos, y abuso sexual de niños.
Si había un lugar en Estados Unidos, donde una gran investigación sobre La Iglesia Católica, podría causar conmoción pública, era Boston.
Boston era una ciudad de mayoría católica, la única en el país, y La Arquidiócesis era la institución más poderosa de la ciudad.
De las 3,8 millones de personas que vivían en la región metropolitana de Boston en 2001, cerca de 2 millones, eran católicos.
El Arzobispo de Boston, por su parte, presidía una extensa red de parroquias, escuelas, seminarios, conventos, y hospitales.
El mero “título”, le confería un poder significativo, y durante gran parte del siglo XX, los omnipresentes Arzobispos de Boston, habían expandido el rango de su jurisdicción, ejerciendo su poder mucho más allá de La iglesia, y más allá de Boston.
No era sólo el número de católicos en Boston, lo que explicaba su lugar especial en la imaginación de los católicos en todo el país; era su historia.
Establecidos en la cuna del Puritanismo estadounidense, los católicos habían superado la persecución, y ascendido a los más altos niveles del poder político, económico, y social.
En ese sentido, la historia de los católicos de Boston, era también la historia de los irlandeses de Boston.
Los descendientes irlandeses, representaban a más de ¼ de los católicos en la ciudad, y un porcentaje aún mayor de su clase gobernante.
En 1984, El Obispo Bernard Law, se convirtió en El Arzobispo de Boston; en reemplazo del Cardenal Humberto Medeiros.
Ambicioso y cómodo, tanto en el sur de Boston como en Roma, Law era un conservador en una época conservadora, y se convirtió en un líder nacional.
Se hizo amigo del Presidente George H.W. Bush, con quien conversaba todos los meses; y su Jefe de Gabinete, John Sununu, con quien se reunía semanalmente.
Su poder era tal, que a veces se le mencionaba como el posible sucesor del Papa Juan Pablo II, pero el papado, dijo el diario The Boston Globe, difícilmente sería otorgado a un estadounidense, especialmente uno tan cercano a un presidente:
“Si elegimos al Papa Bernard, sus críticos podrían alegar, nadie sabría si estaba hablando en representación de la iglesia, o del Partido Republicano”, sentenciaba el periódico.
Aunque sus relaciones con personajes nacionales eran fuertes, El Cardenal Law no tenía una relación tan cordial con The Globe.
Históricamente, The Globe había tenido una relación amistosa con La Iglesia Católica.
Aunque los hombres que eran dueños y ejecutivos del Globe, eran protestantes, el diario tenía a muchos católicos irlandeses entre su personal, y su influencia, llevó al Globe, a rechazar el anti-catolicismo de los “Bostonianos correctos”
Por su parte, El Padre John J. Geoghan, retirado en 1993, luego de 28 años como sacerdote; apareció en las noticias silenciosamente en 1996, cuando una mujer en Waltham, Massachusetts, presentó una demanda, acusándolo de haber abusado sexualmente de sus 3 hijos.
Y 8 meses más tarde, un hombre de 22 años, presentó otra demanda, afirmando que Geoghan, había abusado de él, a partir de 1981, cuando tenía entonces 7 años.
Entre 1996 y 2000, 70 personas acusaron a Geoghan de abusos sexuales.
Para el verano boreal de 2001, las demandas habían conducido a cargos criminales, y 84 juicios civiles; 70 de ellos, presentados por sus presuntas víctimas, y los demás por sus familiares.
La iglesia, prácticamente reconoció su culpabilidad, cuando lo expulsó del sacerdocio, en 1998, la sanción más severa de acuerdo a Las Leyes Canónicas.
No obstante, en la lectura de cargos en 1999, Geoghan se declaró “no culpable”; y The Globe, no le dio una cobertura prominente; pero la columnista de dicho periódico, Eileen McNamara, tomó cartas en el asunto.
Mientras El Caso Geoghan se arrastraba por años, The Globe lo cubría con diligencia, pero sin fanfarria; tanto que los artículos iban en las páginas interiores.
En tanto, Law se refería al escándalo, sólo en términos generales, negándose a comentar sobre casos específicos.
Y McNamara respondió con otra columna, el 29 de julio, siendo el texto que llamó la atención de Martin Baron.
En esa columna, ella se preguntaba, cómo El Cardenal Law, podría haber reubicado a Geoghan a nuevas parroquias, aún después de presentadas las demandas civiles por abuso sexual en su contra.
O la iglesia ignoraba el tipo de abuso sexual, del cual Geoghan es acusado; o sabía lo suficiente, como para enviar a sus sacerdotes a centros de tratamiento para tratar de contener su pedofilia.
Si lo último es verdad:
¿Por qué Law no tomó más precauciones, y designó a Geoghan a tareas distintas al trabajo parroquial que lo ponía en contacto diario con niños?
¿Y por qué no les cuenta a los fieles, cómo supervisó a Geoghan, después de mandarlo de vuelta al trabajo?
¿Cómo podría haber habido al menos 25 otras víctimas después de 1984, si El Cardenal y sus agentes, eran diligentes en sus esfuerzos por proteger a los niños de un sospechado predador sexual?
Era el trabajo del Equipo Spotlight, tratar de responder esas preguntas.
Numerado como CSJ-13-0050.0, es el caso sobre el cálculo que un medio de comunicación debe hacer, cuando descubre una historia que incrimina a la institución más poderosa de su comunidad; además el caso describe el impacto personal sobre los periodistas, de cubrir los ilícitos de su propia iglesia.
En agosto de 2001, el nuevo editor del Boston Globe, Martin Baron, le encargó a la unidad de investigación del diario, El Equipo Spotlight, que indagara sobre el caso del Padre John Geoghan, un sacerdote católico, acusado de abusos sexuales contra menores.
Dentro de 1 mes, el equipo había comenzado a descubrir muchos otros casos de abusos cometidos por sacerdotes.
La historia era potencialmente explosiva.
En la medida en que encajaban las piezas del tema, debían decidir, cómo abordar una historia que era, literalmente increíble; cómo manejar la posible reacción negativa de la comunidad; y cómo lidiar con la reacción que se esperaba de La Arquidiócesis.
Los investigadores tenían 2 objetivos:
Averiguar si El Caso de Geoghan, era parte de un patrón de abusos sexuales por parte de sacerdotes; y si fuese así, descubrir si La Arquidiócesis había protegido a los perpetradores, y ocultado sus crímenes.
Para principios de noviembre, El Equipo Spotlight había descubierto una historia mucho más grande de lo que esperaba inicialmente.
A través de la revisión de documentos, y conversaciones con víctimas y abogados, habían encontrado evidencia, que sugería que muchos sacerdotes, tal vez decenas, habían abusado a niños, y que La Iglesia no sólo intentó encubrir sus crímenes, sino que, al trasladarlos a nuevas parroquias, también les permitió seguir cometiéndolos.
Ninguna pieza de evidencia era más importante, que el documento descubierto por Michael Rezendes.
Ese documento, comprobaba que el poderoso Arzobispo de Boston, El Cardenal Bernard Law, sabía del historial de pedofilia de Geoghan, antes de reubicarlo en parroquias, donde muchos de sus presuntos crímenes fueron cometidos.
El reportaje tenía el potencial de remecer la ciudad hasta sus cimientos.
Para complicar aún más las cosas, muchos católicos de Boston, ya consideraban que The Globe, era un periódico liberal, elitista, y anticatólico.
Y es que Baron representó un cambio importante para The Globe; puesto que los 2 editores anteriores, habían sido católicos irlandeses; mientras que Baron era judío, e hijo de inmigrantes israelíes; de hecho, todos los editores anteriores en la historia del Globe, habían surgido desde dentro del diario.
Como dato, la revista Editor and Publisher, recién lo había nombrado Editor del Año por su trabajo en Miami Herald, que había atraído la atención nacional, por su cobertura de la elección presidencial de 2000, y ganado un Premio Pulitzer en 2001, por su cobertura del caso del niño de 6 años, Elián González, quien había sido objeto de una disputa sobre custodia, que involucró a los gobiernos de Cuba y Estados Unidos.
Así pues, a las 10:30am del 30 de julio de 2001, Baron entró a su primera reunión como máximo editor del Globe.
Había asumido el cargo esa misma mañana; y en su mente estaban, entre otras cosas, una columna publicada en The Globe el día anterior.
Esa columna, escrita por Eileen McNamara, era sobre John Geoghan, un sacerdote católico romano retirado, quien presuntamente había abusado sexualmente a más de 100 niños.
Una de las tantas demandas civiles en contra de Geoghan, había sido presentada por 25 personas que afirmaban haber sido violadas, entre 1985 y 1993.
El Cardenal Law, quien había trasladado a Geoghan a las parroquias donde los presuntos crímenes se cometieron, era uno de los acusados en la demanda.
En su columna, McNamara mencionó, que esos documentos estaban sellados, fuera del alcance público.
Pero para entonces, The Globe tenía al Equipo Spotlight, una unidad célebre, creada en 1970, para realizar periodismo de investigación.
¿Tendría sentido como proyecto para Spotlight?
Baron consultó con El Editor de Proyectos Especiales, Ben Bradlee, Jr., quien supervisaba el equipo, y con Walter Robinson, el editor y reportero jefe del equipo.
El Equipo Spotlight, gozaba de una inusual autonomía y libertad dentro de las operaciones del diario.
Típicamente, pasaba semanas y meses reporteando temas, que tendían a concentrarse en la corrupción gubernamental, y el crimen organizado.
Unidades como estas, eran prohibitivamente costosas; muchos diarios no podían mantener una.
Las investigaciones de Spotlight, ocupaban a 4 de los mejores periodistas del Globe, que de lo contrario, hubieran producido cientos de artículos de prensa al año.
Pero la encarnación del Equipo Spotlight, en 2001, era nueva.
El único miembro con más de 1 año en la unidad, era Matt Carroll, quien se especializaba en el periodismo asistido por computadora.
Robinson se había integrado a Spotlight, a fines de 2000, trayendo con él más de 25 años de experiencia como reportero político local, corresponsal ante La Casa Blanca, y jefe del buró en El Medio Oriente del Globe.
Bradlee y Robinson, reclutaron a Michael Rezendes, un reportero político, quien en sus 11 años en The Globe, había trabajado como jefe del buró que cubría el Municipio, ensayista semanal, y reportero nacional itinerante.
El respeto que Rezendes tenía por Robinson y Bradlee era tal, que inmediatamente aceptó integrarse al equipo.
Para completar el equipo, Bradlee y Robinson, trajeron a Sacha Pfeiffer, una experimentada reportera judicial, que ya había escrito sobre El Caso Geoghan.
Hurgando; primero, el equipo quería saber, si el escándalo iba más allá de un solo sacerdote.
¿Qué sabían, si sabían algo, los líderes de La Iglesia sobre Geoghan, y otros sacerdotes abusivos?
Dice Baron:
“¿Podemos documentar en este caso, que El Cardenal y la jerarquía de La Arquidiócesis, sabían que Geoghan abusaba a menores, y que a pesar de ello, lo trasladaron de una parroquia a otra, donde siguió abusando a otros niños?
Y, si así fue en El Caso de Geoghan:
¿Sucedió en otros casos, y si es así, en cuántos, y con qué frecuencia?”
Estas eran las preguntas que requerían respuesta.
Los reporteros sabían, que las altas autoridades de La Arquidiócesis, probablemente no hablarían con ellos.
Pero otros tal vez sí…
Si hubo abusos sexuales, entonces había víctimas, y si había víctimas, entonces posiblemente había abogados.
Alrededor de una semana, descubrieron que la iglesia había pagado secretamente a varias personas, para evitar que presentaran demandas por abuso sexual en contra de sacerdotes.
Estos arreglos, servían los intereses de todas las partes:
Los abogados recibían dinero, sin tener que ir a juicio; La Arquidiócesis mantenía ocultos los crímenes; y las víctimas permanecían en el anonimato.
Todos en El Equipo Spotlight, acordaron que la situación ameritaba una mayor investigación, y el desafío de hacerlo, dice Pfeiffer, aumentó su atractivo.
Ella señala:
“La iglesia no era una entidad pública, no tenía que darnos nada, y no quería darnos nada.
Las víctimas de abuso sexual, a menudo sentían vergüenza, y no querían hablar.
Los abogados que las representaban, habían desarrollado esta veta, y estaban ganando mucho dinero, así que no tenían interés en hablar.
Así que era el desafío máximo:
¿Cómo obtener información?”
A esas alturas, los periodistas percibían, que estaban detrás de una gran historia.
Pensaban que tal vez, hasta una docena de sacerdotes, podrían estar involucrados.
Le contaron a Baron, lo que habían descubierto, y él autorizó un proyecto propiamente tal.
A fines de agosto, El Equipo Spotlight, asumió una nueva, enorme tarea:
Descubrir lo que La Arquidiócesis Católica de Boston sabía de los sacerdotes pedófilos en sus filas; mientras el escándalo se ampliaba con acusaciones de abuso sexual a lo largo del país.
Y es que los casos de abuso sexual registrados hasta entonces, fueron tratados por La Iglesia Católica, como sucesos aislados.
La iglesia, y en alguna medida la prensa, parecía conformarse con mostrar la creciente lista de casos, como historias de sacerdotes individuales, que habían pecado, y fueron expuestos y llevados ante la justicia.
Debido a que los pedófilos tienden a ser reincidentes, El Equipo Spotlight presumió, que habría numerosas víctimas; víctimas que podrían estar dispuestas a identificar a sus abusadores.
Para conocer a las víctimas de Geoghan, Rezendes buscó al abogado Mitchell Garabedian, quien representaba a muchos de ellos.
El abogado no era conocido, ni adinerado, y operaba desde una abarrotada oficina sin recepcionista.
Su recelo comenzó a amainarse, sólo después de ver a Rezendes, entrevistar a sus clientes durante horas y días.
Y se le ocurrió buscar en los directorios publicados por la iglesia, que incluían el estatus, y ubicación de todos los sacerdotes en La Arquidiócesis.
Así, El Equipo Spotlight sabía, que entre cada traslado, Geoghan había estado con “licencia médica”, así que comenzaron a examinar 17 años de directorios, prestando especial atención a las destinaciones cuando eran retirados de circulación, es decir, no destinados a una parroquia, por ejemplo.
Había razones legítimas para tomar una licencia médica, por supuesto, pero un periodo sin destinación, era suficiente para despertar las sospechas del Equipo Spotlight, especialmente si el nombre de ese sacerdote, había surgido en otra parte de la investigación.
Aunque los directorios en sí, no probaban nada, ofrecían valiosas pistas, y un punto de referencia.
Aquí, oculto a plena vista, había evidencia…
Los directorios eran como gruesas guías telefónicas, con textos minúsculos.
Pfeiffer, Rezendes, y Carroll, compartieron el tedioso trabajo de revisarlos.
Pero la investigación se paralizó con Los Atentados Terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Todos los medios de comunicación de Estados Unidos, se reorientaron toda su atención a cubrir la tragedia nacional.
Y es que The Globe, tenía un interés particular, ya que los 2 vuelos que impactaron Las Torres Gemelas de New York, habían partido desde Boston.
Por lo que El Equipo Spotlight, fue sacado de la investigación sobre los abusos sexuales de sacerdotes.
Para mediados de octubre, no obstante, la etapa de cobertura más intensiva del 9/11 había finalizado, y los periodistas de Spotlight, retomaron su investigación.
Continuaron revisando los directorios, y eventualmente, identificaron a más de 100 sacerdotes con destinaciones sospechosas.
Era un secreto mal guardado, que La Iglesia utilizaba una mansión en Milton, para acoger a sacerdotes que estaban entre destinaciones.
Por casualidad, la mansión quedaba apenas a ¼ de milla de la casa de Robinson…
Al revisar los registros de residencia en la municipalidad de Milton, Robinson descubrió, que alrededor de 12 sacerdotes, habían inscrito amablemente la mansión, como su lugar de residencia.
Por otra parte, algunas víctimas ansiaban contar sus historias.
Otras sólo querían hablar “off the record”, y otras no querían hablar en absoluto.
En los inicios de la investigación, Pfeiffer se reunió en un restaurante, con una de las víctimas del Padre Paul Shanley, Arthur Austin, de 53 años.
Shanley era un carismático “sacerdote de calle”, de pelo largo, quien en los 60 y 70, predicaba a jóvenes marginados:
Quienes habían escapado de sus casas, luchaban con su identidad sexual, o drogadictos; y abusó a muchos de ellos.
Austin fue a verlo por primera vez en 1968.
Durante los siguientes 6 años, Austin se convirtió en el “esclavo sexual” de Shanley.
Así, muchas víctimas habían sufrido severos daños emocionales y psicológicos.
Rezendes dice:
“Creo que todos estábamos realmente devastados por lo que estábamos descubriendo:
Personas pobres y vulnerables, que confiaban en La Iglesia, como una institución que supuestamente debía cuidarlos, ayudarlos, y guiarlos; y estábamos devastados por las historias, sobre cómo sus vidas habían sido destruidas.
Tan devastados emocionalmente, y creo que también sería justo decir, que estábamos choqueados e indignados por lo que estábamos descubriendo”
La consternación de los periodistas de Spotlight, era aún más aguda porque, como descubrieron ya avanzada la investigación, los 4 habían sido criados como católicos.
Ninguno era practicante, pero su experiencia creciendo en La Iglesia, les ofreció una comprensión intuitiva de la historia, y también agregó una dosis de conexión emocional.
Fue la prevalencia de los abusos, lo que les impactó, y más que eso, los esfuerzos de La Iglesia para ocultarlo.
De hecho, los oscuros hechos, representaban un desafío:
Parecía demasiado malo para ser verdad.
Precisamente, lo que la constituyó en una buena historia, en el sentido periodístico, la hacía más difícil de reportear y escribir.
Si estaban impactados estos experimentados periodistas:
¿Cómo reaccionaría el público?
El diario, también estaba consciente del potencial impacto económico, que la publicación de una noticia impactante pudiera tener, en una época de decreciente circulación e ingresos.
Eso no significaba que suspenderían la publicación, pero Baron y sus colegas, debían ser realistas.
Bradlee afirma, que había una “comprensión no verbalizada” entre los periodistas, de que los riesgos eran inusualmente altos:
Estaban, a fin de cuentas, produciendo una historia que incriminaba a la institución más poderosa de la ciudad, una fuente de orgullo y consuelo para millones.
A principios de noviembre, La Juez Sweeney, tomó una decisión sobre la solicitud del Globe, de ver los documentos que habían desaparecido del expediente de investigación.
La jueza ordenó a que Mitchell Garabedian los repusiera.
Finalmente, Rezendes podía ver los documentos que Garabedian había descrito como, “potencialmente explosivos”
Los contenidos, constituían pruebas irrefutables.
Lo más significativo, era una carta del Obispo John D’Arcy, al Cardenal Law, escrita en 1984, después de que Law trasladara a Geoghan.
D’Arcy objetó la decisión de Law, citando el “historial de involucramiento homosexual con jóvenes” de Geoghan.
Esta advertencia de diciembre de 1984, de parte de uno de sus principales lugartenientes, era distinta a la advertencia que Law admitió haber recibido de fuentes anónimas, en septiembre de 1984.
La carta de D’Arcy significaba, que alguien de alto nivel en La Arquidiócesis, había aceptado como un hecho, la pedofilia de Geoghan.
La importancia de la carta, dice Rezendes, era clara:
“Law sabía.
Él sabía que Geoghan era un pedófilo en serie, cuando lo trasladó a La Parroquia St. Julia en Weston, donde se le puso a cargo de los monaguillos”
Y agrega:
“Esta era una carta, básicamente de uno de sus principales lugartenientes, diciendo que Geoghan era un gran problema.
Así me demostró, que Geoghan no era alguien que había pasado desapercibido.
El destino de Geoghan y sus hazañas, en realidad eran discutidos y debatidos en los más altos niveles de La Arquidiócesis”
A diferencia de los otros, casi 70 sacerdotes, supuestos pederastas que protagonizan, por abusar de adolescentes, el mayor escándalo de La Iglesia Católica en Boston, Geoghan lo hizo mayoritariamente con niños.
Uno de ellos, tenía sólo 4 años.
A veces, el abuso duró años con las mismas víctimas, hasta que era descubierto, y las autoridades de La Archidiócesis, le iban trasladando de parroquia en parroquia, negligencia por la que al Cardenal Bernard Law, le pidieron la renuncia, la mayoría de los feligreses.
Los relatos de las compulsiones sexuales de Geoghan, descritos en los sumarios de las demandas presentadas contra él en El Tribunal de Boston, producen escalofríos.
Siempre elegía a víctimas vulnerables.
Así, el detonante de las revelaciones sobre los curas pederastas, fueron documentos publicados por The Boston Globe, que mostró cómo Law, y otras altas esferas eclesiásticas, permitieron que los abusadores volvieran al ministerio público, tras cortas estancias en centros de rehabilitación.
Ningún experto ha podido explicar aún, las causas del alto porcentaje de pederastia contra varones menores que se registra en La Iglesia católica.
Una teoría radical, es la de Philip Saviano, que fue víctima hace años, y es actualmente Coordinador de La Red de Sobrevivientes de Víctimas de Abusos por El Clero de Massachusetts:
“Hacerse sacerdote, es un buen escondite para los pederastas”, afirma.
El sacerdote que abusó de él, en 1970, David Holley, deambuló por parroquias hasta su arresto en 1993, y ahora cumple una condena de 275 años, por molestar a 8 adolescentes.
A fines de 2002, unos 1.200 sacerdotes, habían sido acusados de abusos, y 5 prelados debieron renunciar.
El más prominente de ellos, fue El Cardenal Law, quien renunció en diciembre de 2002, casi un año después del primer reportaje del Globe sobre el escándalo.
Law, estaba a punto de recibir la citación judicial para responder ante Los Tribunales estadounidenses de sus actos, cuando en diciembre de 2002, poco después de verse obligado a dimitir como Arzobispo de Boston, en medio del escándalo, abandonó Estados Unidos, y se trasladó a Roma.
Un movimiento que muchos consideraron, como una jugada del Vaticano para protegerle de los jueces estadounidenses, y evitar de ese modo, que tuviera que sentarse en el banquillo de los acusados de su país, a rendir cuentas de sus actos.
Desde 2004, hasta noviembre de 2011, El Cardenal Law, ha desempeñado el cargo de Arcipreste en Roma; título para un sacerdote encargado de administrar y dirigir un arciprestazgo de una diócesis, que engloba a varias parroquias.
Hasta ahora, El Cardenal Law, ha salido impune de sus encubrimientos, y ha participado activamente de las grandes decisiones que se han tomado en El Vaticano en los últimos años.
De hecho, Law participó en las celebraciones de los funerales de Juan Pablo II, y en El Cónclave en el que fue designado El Papa Benedicto XVI.
Si en el reciente Cónclave no ha tomado parte, es sólo porque ha superado los 80 años.
Con la publicación de la historia, y las demás historias subsecuentes, en abril de 2003, los periodistas de The Boston Globe, ganaron El Premio Pulitzer en Periodismo de Servicio Público, por su cobertura del escándalo de abusos sexuales de sacerdotes católicos.
Para los periodistas de Spotlight, la experiencia de investigar a La Iglesia, les reforzó varios principios del periodismo; el principal de ellos, era la importancia de cuestionar a la autoridad.
Por esta conducta, las víctimas de estos abusos exigen multimillonarias compensaciones, hasta el punto de que La Archidiócesis de Boston, ha barajado la posibilidad de declararse en bancarrota.
“It's time!
They knew and they let it happen!
To KIDS!”
Spotlight es un drama dirigido por Thomas McCarthy, en 2015.
Protagonizado por Mark Ruffalo, Michael Keaton, Rachel McAdams, Liev Schreiber, John Slattery, Stanley Tucci, Brian d'Arcy James, Gene Amoroso, Billy Crudup, Elena Wohl, Doug Murray, Sharon McFarlane, Jamey Sheridan, Neal Huff, Robert B. Kennedy, Duane Murray, Brian Chamberlain, Michael Cyril Creighton, Paul Guilfoyle, Michael Countryman, entre otros.
El guión es de Thomas McCarthy y Josh Singer; sobre el equipo de The Boston Globe, llamado “Spotlight”, el periódico más antiguo de unidad de investigación en los Estados Unidos.
Nominada a 6 Premios Oscar, gana 2:
Mejor Película y Mejor Guión Original.
Y 4 nominaciones:
Mejor director, actor de reparto (Mark Ruffalo), actriz de reparto (Rachel McAdams), y Edición.
El único dato "relevante" de Spotlight" es ser la 2ª película en ganar el premio Oscar de Mejor Película, de una historia de periodismo, ganadora del Premio Pulitzer/para el servicio público, en 2003.
La primera fue “On The Waterfront” (1954), Premio Pulitzer/Reportaje Local, en 1949.
Los reporteros del Equipo Spotlight, fueron un instrumento importante, cubriendo el escándalo sexual en La Iglesia Católica de La Archidiócesis de Boston, entre 2001 y 2003, especialmente en relación a las iglesias de Massachusetts.
Los reporteros, fueron galardonados con El Premio Pulitzer por su trabajo, uno de los tantos premios ganados por el trabajo periodístico; en el 2003, por Servicio Público, una categoría establecida desde 1918, que reconoce a lo mejores diarios con un meritorio y destacado servicio público, a través del uso de sus recursos periodísticos, que pueden incluir editoriales, tiras cómicas, y fotografías, así como también los artículos y reportajes.
En 2009, cuando los productores Nicole Rocklin y Blye Pagon Faust, se contactaron por primera vez, con los reporteros y editores del Equipo Spotlight, para ver la posibilidad de filmar la historia sobre su investigación, la reacción fue comprensiblemente de escepticismo.
“De acuerdo, ustedes están hablando de rodar una película sobre personas sentadas en su escritorio, escribiendo notas, e historias”, dijo Matt Carroll, el as del reporteo investigativo computacional, y parte del equipo Spotlight.
“A mí no me parece muy dramático, pero si quieren intentarlo, adelante”
Los 6 periodistas principales en la serie de reportajes publicados por el equipo Spotlight, dieron a los productores, opciones sobre los derechos de sus historias de vida, en un principio sin costo; y así empezó el largo y sinuoso camino de creación.
Thomas McCarthy y Josh Singer, se convirtieron rápidamente en reporteros investigadores:
Estudiaron, una y otra vez a los periodistas sobre el proyecto, y sus vidas.
Examinaron minuciosamente los archivos de The Boston Globe, y documentos judiciales relacionados.
Se reunieron con otros periodistas del diario, con sobrevivientes del abuso, los abogados que estuvieron involucrados a través de los años, y expertos en el clero.
Luego, volvieron nuevamente al Equipo Spotlight, y compararon sus descubrimientos, con el material que habían recopilado los periodistas.
Antes de que se iniciara la filmación, los 6 periodistas recibieron diversos borradores del guión, “y todos entregaron notas”, contó Singer con una sonrisa.
McCarthy y Singer, se reunieron con Robinson y Rezendes durante todo un día, y repasaron cada línea para tener la seguridad de que nada sonara falso.
Así fue como se rodó Spotlight, en Boston, Massachusetts; y en Hamilton, Ontario.
Spotlight narra, cómo un equipo de reporteros del Boston Globe, destapó los escándalos de pederastia, producidos durante décadas, por unos curas de Massachusetts, y que intentó ocultar La Archidiócesis de Boston, sacudiendo a La Iglesia Católica.
El Equipo Spotlight, estaba encabezado por:
Walter “Robby” Robinson (Michael Keaton), Michael Rezendes (Mark Ruffalo), Sacha Pfeiffer (Rachel McAdams), y Matt Carroll (Brian d'Arcy James)
El supervisor de la investigación, fue el editor del periódico, Martin Baron (Liev Schreiber), entonces recién llegado a Boston, después de haber pasado, por cierto, por The Miami Herald, siendo él, quien tuvo la visión de decir:
“Si en vez de presentar casos aislados de sacerdotes pederastas, notamos un patrón de encubrimiento de La Iglesia, hay que descubrirlo, y sobre todo, demostrarlo”
Así, poco a poco irá destejiendo una maraña de abusos, ocultamientos, complicidad, y mentiras, que no solo afectaba a Boston, sino a gran parte de Estados Unidos, y a muchos otros países.
Spotlight persigue la investigación llevada a cabo por el equipo de periodistas, en su vibrante camino hacia la verdad, una senda plagada de obstáculos.
Los primeros efectos, en cualquier espectador, son la náusea y la furia.
Pero para un periodista hay otro:
La nostalgia por un riguroso periodismo investigativo que, por desgracia, se ve cada vez menos.
Cuando se dice que este gremio es “El Cuarto Poder”, uno no piensa tanto en los medios que promueven o atacan a políticos, como en los periodistas que escarban hasta donde no se puede, para sacar a la luz lo que de otro modo quedaría en la impunidad.
Para darle voz a los vulnerables, que enmudecieron víctimas de una infamia.
“This is Law covering for one priest, there's another ninety out there”
En los últimos tiempos, el cine y la ficción televisiva, protagonizada por periodistas, políticos, o empresarios, suele ser sinónimo de vertiginosas batallas dialogadas.
Y cada día es menos habitual, encontrar películas centradas en el trabajo.
La ley del arco romántico, del drama familiar, del trauma explicativo, parece marcar la pauta del cine industrial yanqui.
Ahí es donde Spotlight marca una diferencia; ya que es una película de época, que transcurre hace poco más de 10 años, pero que parece ambientada en la prehistoria; es decir, en La Era Pre-Internet.
Y no cabe duda, de que McCarthy elogia el periodismo tradicional de investigación, aquel que trabaja con fuentes y datos, en lugar de especulaciones.
Spotlight narra, la fascinante historia real de la investigación ganadora del Premio Pulitzer, llevada a cabo por The Boston Globe, que sacudió la ciudad, y causó una enorme crisis en una de las instituciones más antiguas y seguidas del mundo.
Cuando el tenaz equipo de reporteros de la sección Spotlight, ahonda en los alegatos de abuso dentro de La Iglesia Católica, descubren en su investigación, el encubrimiento llevado a cabo durante décadas, por parte de las altas esferas de organizaciones religiosas, legales, y gubernamentales de Boston, desatando una ola de revelaciones alrededor del mundo.
Aquí, McCarthy opta por limpiar su película de ruido dramático ambiental, y se concentra en la investigación llevada a cabo por sus protagonistas; poniendo en práctica de manera pragmática, el ABC de la puesta en escena clásica:
Planos generales para trabajar la dinámica entre personajes; primeros planos para acentuar los clímax dramáticos; y gestiona la velocidad del relato con eficiencia, de la lenta cadencia inicial, al ritmo allegro que toma el metraje, cuando los diferentes cabos de la investigación van confluyendo.
Como una serie de muñecas rusas al revés, Spotlight siguió un proceso idéntico a la investigación:
La historia no paraba de ampliarse.
Tanto que solo la escritura del guión requirió años, y el proyecto estuvo “muerto” 3 veces, ante las dificultades para encontrar alguien dispuesto a financiar una historia, que iluminara el lado más oscuro de La Iglesia de más de 2000 años.
“Spotlight muestra, unos abusos diabólicos, cometidos contra niños inocentes, un doble abuso, físico y espiritual, puesto que venía de sacerdotes, y las víctimas pertenecían a familias para las que la religión era muy importante” dijo el director Tom McCarthy.
Muchas de estas víctimas, no tuvieron el apoyo de sus familias, ni de la comunidad, y cayeron en el abuso de drogas, e incluso en el suicidio.
“Muchos de los que sobrevivieron, aún luchan contra ello”, agregó McCarthy.
“Hay cartas de gente diciendo:
“Querría seguir siendo católica, pero han violado a 7 de mis hijos.
¡Ayúdenme!”, relata McCarthy.
O, como explica una de las víctimas en la película, sobre por qué no se rebeló:
“¿Cómo se puede decir que no a Dios?”
En el fondo, McCarthy considera, que Spotlight es también un monumento al periodismo “sólido y profesional”, y al reporterismo local, en los tiempos de Internet, la globalización, y la rapidez por encima de la calidad.
Aunque lo cierto es que el director usa otro término:
“Testamento”
Del reparto, Keaton y Mark Ruffalo, brillan en su encarnación de personajes obstinados, comprometidos con su misión profesional, aunque se les ve algo constreñidos por la cuestionable necesidad de imitar a los personajes reales a los que dan vida.
Quizás porque su cara no nos resulta familiar, quizás porque ningún otro actor se sumerge con más naturalidad, y menos egolatría en el pozo moral de Spotlight, como Brian d'Arcy James, quién se termina llevando el drama desde un papel secundario
Es sobre los hombros, y el bigote de d'Arcy James, sentado en su escritorio, repasando metódicamente listados de curas pedófilos, que Spotlight se acerca definitivamente a una cierta verdad.
Culminando así, una oda a la integridad, profesionalidad y valentía, de unos periodistas enfrentados no solo a La Iglesia, sino a un sistema corrupto, que se extiende por todos los recovecos del entramado social.
En opinión de Ruffalo, Spotlight ofrece una “gran oportunidad a La Iglesia Católica, para que logre sanar las heridas, no solo de las víctimas, sino toda la gente que ha perdido su fe, debido a la revelación de estas historias”
Pese a todo, el actor se mostró pesimista, y aseguró que no espera “ninguna reacción” de parte de La Iglesia.
Al contrario que uno de sus compañeros de reparto, Stanley Tucci, que interpreta a Mitchell Garabedian, uno de los abogados de las víctimas, quien consideró que El Papa Francisco “es extraordinario”, y está llevando a La Iglesia Católica al siglo XXI, siendo el único que puede parar estos abusos.
Mientras que el realizador, aunque aseguró que compartía esa idea, y tenía “grandes esperanzas” en El Papa Francisco, se mostró “pesimista sobre los cambios”, porque “las palabras son una cosa, y las acciones otra”
No fueron solo los periodistas, los que los actores llegaron a observar.
Phil Saviano, fundador de la rama de Nueva Inglaterra de La Red de Sobrevivientes de Los Abusados por Sacerdotes, y una figura importante en el filme, hizo presión para que el actor que lo interpretaba, dijera una palabra específica para describir, cómo el clero ganaba la confianza de sus jóvenes víctimas.
Así fue cómo se insertó la palabra “grooming”, que es una serie de conductas y acciones, deliberadamente emprendidas por un adulto, con el objetivo de ganarse la amistad de un menor de edad, creando una conexión emocional con el mismo, con el fin de disminuir las inhibiciones del niño, y poder abusar sexualmente de él.
Y por supuesto, Spotlight no es un documental.
Las escenas están mezcladas, la cronología tuvo ajustes, el lenguaje fue imaginado.
Pero los cineastas fueron mucho más allá de la norma de otras películas hollywoodenses que aspiran a ser ficciones veraces.
Sin embargo, Spotlight fue atacada por Jack Dunn, personaje interpretado por Gary Galone; miembro de La Junta Directiva del Boston College High School, y su jefe de relaciones públicas, por su retrato tan indiferente al escándalo.
Después de ver Spotlight, Dunn dice, que en realidad, fue inmediatamente consciente de las cuestiones implicadas, y trabajó para actuar.
Por otra parte:
“Hay 2 sitios donde me hacía especial ilusión estrenar Spotlight:
Irlanda e Italia”, cuenta el director, Thomas McCarthy.
La primera fue quizás, el país donde el escándalo de los curas pedófilos alcanzó su nivel más dramático.
Y la segunda, claro está, es la sede del Vaticano.
Desde donde, por cierto, solo llega silencio”
Al fin y al cabo, en el corazón de Roma, todavía vive El Cardenal Law, máxima institución de La Iglesia en Boston durante la investigación, que también demostró su conocimiento de lo que se podría en La Casa del Señor.
Un traslado, fue el único precio que pagó el líder del rebaño, por silenciar a las cientos de ovejas a las que destrozaron la infancia.
Por su parte, El Cardenal Sean O'Malley de La Arquidiócesis de Boston, dijo que Spotlight ilustra cómo los informes del periódico, llevó a la iglesia “hacer frente a lo que era vergonzoso y oculto”
Radio Vaticano, el servicio de radio oficial de La Santa Sede, la llamó “honesta” y “convincente”, y dijo que ayudó a La Iglesia Católica de Estados Unidos, “para aceptar plenamente el pecado, para admitirlo públicamente, y para pagar todas las consecuencias”
Luca Pellegrini en el sitio web de Radio Vaticano, escribió que los periodistas del Globe “se hicieron ejemplos de su vocación más puro, el de encontrar los hechos, verificar las fuentes, y haciendo ellos mismos, por el bien de la comunidad y de una ciudad, como los paladines de la justicia”
Como puntos negativos de Spotlight; debo decir que la trama es bastante conocida por muchos, puesto que el escándalo de sacerdotes católicos ha sido revelado más frecuentemente en los últimos años.
Desde la narrativa, también se ve afectada, puesto que ya son varias películas de periodismo investigativo, que ha abordado temas parecidos, en “la búsqueda de la verdad”
Por no decir del elenco, en el que al ser coral, difícilmente se llega a conectar con alguno en especial, más si son las víctimas, o peor aún con los responsables que brillan por su ausencia.
Lo más asombroso, es obviamente el final, con ese listado de los países en los que “El Efecto Dominó de Spotlight” se hizo sentir.
“I know there's things you cannot tell people.
But I also know there's a story here people will hear about it”
Todo El Caso de Spotlight sobre la pederastia encubierta por La Iglesia Católica, empezó con un cura, y una débil sospecha.
Y acabó en un escándalo de abuso de menores, en el seno de La Iglesia más poderosa del planeta, que mostró la implicación de hasta 249 eclesiásticos, tan solo en La Archidiócesis de Boston.
A consecuencia del escándalo, El Cardenal de Boston, Bernard Law, presentó su renuncia al Papa Juan Pablo II, y fue aceptada.
Pero Law siguió siendo Cardenal, y de hecho, participó en El Cónclave de 2005, para elegir al sucesor de Juan Pablo II, Joseph Ratzinger, entonces Papa Benedicto XVI.
Desde el día en que The Boston Globe publicó el primero de más de 600 artículos sobre el tema, los lectores que habían sido víctimas de abuso, a manos de otros curas, empezaron a llamar al diario para denunciarlos.
Y ya se sabe cuántas demandas vinieron después, dentro y fuera de EEUU, y cuánto se vio obligada a cambiar La Iglesia Católica, para sobrevivir al escándalo.
Tanto que hoy, los casos de curas pedófilos comprobados, ya son miles.
Todo desde que 4 reporteros de Spotlight, un equipo de investigación de The Boston Globe, se volcaron durante meses, en lo que mejor se les daba:
El periodismo.
Es decir, rastrear archivos, entrevistar víctimas, contrastar testimonios, y luchar contra el ostracismo tanto de La Iglesia, como de quien quería mirar hacia el otro lado.
Finalmente, dieron con documentos que probaban la traición más cruel de los hombres de Dios, a sus pequeños fieles.
Unos abusos continuados e impunes, que desde los años 60 cometieron más de un centenar de sacerdotes, solo en Boston, con la connivencia de La Jerarquía de La Iglesia Católica y, lo que es peor, de toda la comunidad.
Porque no solo fue La iglesia…
Fueron The Boston Globe, por su tardanza en reaccionar; las familias influyentes de Boston, La Policía, El Cuerpo Legislativo, Los Políticos, otros medios de comunicación, las escuelas, la administración, etc.
Como dato, un tanto expiatorio, The Boston Globe, se ha inspirado en la película Spotlight, para mejorar su equipo de periodistas de investigación; y para ratificar su interés por el periodismo de profundidad, el diario ha lanzado una beca de $100,000.
El periodista, o el equipo seleccionado, trabajará con en un artículo de investigación, que podría ser publicado por el diario.
El Spotlight Investigative Journalism Fellowship, ha sido fundado por Participant Media y Open Road Films; y First Look Media, también estará apoyando en el proceso.
Al respecto, el editor del diario, Brian McGrory, dijo que el periódico “The Boston Globe, tiene un compromiso inquebrantable, para producir historias de investigación de alto impacto, que arrojan luz sobre los problemas, las personas, y las instituciones”
Además, informó en un comunicado, que un comité de reporteros y editores del Glob, elegirá al compañero o compañeros que tengan “un cuerpo sustantivo de trabajos publicados en los principales medios de comunicación”
Se tomará en cuenta propuestas de “graves irregularidades, y el abuso de poder en el sector público o privado”
De los personajes reales, ahora, Martin Baron es el editor de The Washington Post, y hace sólo un par de semanas, Esquire publicó un reportaje con el siguiente título:
“Is Martin Baron the Best News Editor of All Time?”
Michael Rezendes, desde su incorporación a The Globo, ha cubierto la política presidencial, estatal y local; y fue un ensayista semanal, itinerante corresponsal nacional, jefe de la oficina del vestíbulo, y editor adjunto de noticias nacionales; siendo coautor de “Betrayal: The Crisis in the Catholic Church”, y uno de los autores de “Sin Against the Innocents: Sexual Abuse by Priests and the Role of the Catholic Church”
Walter V. Robinson, de 2007 a 2014, es un distinguido profesor de Periodismo en La Universidad Northeastern en Boston; y actualmente ostenta el título de Editor-At-Large, en The Boston Globe.
Sacha Pfeiffer, después de que el equipo de Spotlight publicó su trabajo, redactó un libro sobre los acontecimientos; siendo coautora de “Betrayal: The Crisis of the Catholic Church”; y también ha trabajado como profesora adjunta de Comunicación y Periodismo.
Ben Bradlee, Jr., dejó The Globe en 2004, para trabajar en una biografía del ícono del Boston Red Sox, Ted Williams, que en última instancia, le llevó 10 años de investigación en profundidad para terminar.
Eileen McNamara, es autora de 2 libros:
“Breakdown: Sex, Suicide and the Harvard Psychiatrist” y “The Parting Glass: A Toast to the Traditional Pubs of Ireland”
El Padre John Geoghan, figura central en el doloroso escándalo de sacerdotes pederastas, falleció en el año 2003, tras ser agredido por otro preso, en el centro penitenciario de Shirley, Massachusetts.
El exsacerdote de 67 años, se encontraba cumpliendo una primera pena de cárcel, por abusar sexualmente en 1991, de un niño de 10 años, dentro de una piscina.
Aberraciones repetidas en más de un centenar de casos, mientras el sacerdote era trasladado de parroquia en parroquia, por La Jerarquía Católica de Boston para evitar escándalos.
Ralph DelVecchio, una de las jóvenes víctimas de Geoghan, ha indicado que el exsacerdote se merecía la cárcel, pero no ser asesinado.
La muerte de Geoghan, no va a solucionar el drama personal de los menores que sufrieron abusos.
La depravada conducta de este clérigo, ha dañado gravemente el prestigio de La Jerarquía Católica en Estados Unidos, sobre todo, por los repetidos indicios de que este tipo de delitos, fueron deliberadamente ocultados con una política de culpable secretismo.
La magnitud del escándalo, terminó por forzar a que Su Santidad El Papa, aceptara la dimisión del Arzobispo de Boston, El Cardenal Bernard Law.
Por su parte, en las primeras horas de su Pontificado, El Papa Francisco, está haciendo gala de una actitud completamente nueva, a la hora de afrontar la pederastia.
La demostración tuvo lugar, en la visita que a primera hora de la mañana, El Papa realizó a La Basílica de Santa María La Mayor en Roma.
En esa Basílica, tiene su residencia El Cardenal Law de 82 años, acusado de haber encubierto a unos 250 curas pederastas entre 1984 y 2002, el periodo en que fue Arzobispo de La Diócesis de Boston;  y que no hizo nada para evitar más de 5.000 casos de abusos.
Pero al ver al Cardenal Law, El Papa Francisco se le desencajó la cara, y se alejó inmediatamente de él.
“No quiero que siga frecuentando esta Basílica”, aseguró.
El periódico sostiene, que El Papa Francisco podría estar decidido a obligar al Cardenal Law, a entrar en un convento de clausura, y a cumplir con el retiro espiritual que se anunció que llevaría a cabo, cuando fue obligado a dimitir como Arzobispo de Boston, en medio de las acusaciones de haber encubierto a curas pederastas, y que nunca ha llevado a cabo.
En todo caso, lo que parece claro, es que la actitud del Papa argentino ante la pederastia, será la misma que la del Arzobispo Bergoglio:
Cero Tolerancia.
A como debe ser.

“We gotta show people that nobody can get away with this; Not a priest, or a cardinal or a freaking pope!”



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