Trumbo

“Democracy means that people can say what they want to.
All the people”

La historia de Dalton Trumbo, es una de las más apasionantes que jamás haya entregado Hollywood; siendo el novelista, guionista, y director de cine estadounidense, perseguido por “El Macarthismo”, debido a que fue uno de los llamados “Diez de Hollywood”
Trumbo nació en Montrose, Colorado, en 1905, hijo de emigrantes francosuizos; y en su adolescencia, se pasó noches trabajando en una panadería, y viendo películas.
Antes de cumplir los 30 años, ya escribía reportajes y pequeñas historias para Vanity Fair, y Hollywood Spectator.
De hecho, en 1934, se convirtió en editor de esta revista, que le llevó directamente a los estudios Warner.
Fue en esa época, cuando comenzaron sus simpatías hacia El Partido Comunista.
Él mismo se definía como pacifista, y por ello se mostraba contrario a que Estados Unidos participara en La Segunda Guerra Mundial, de la mano del Reino Unido.
Y es que Trumbo ingresó en El Partido Comunista, en 1943, cuando La Unión Soviética era aliada de Estados Unidos, y los horrores del estalinismo, aún no habían salido a la luz.
Por su parte, “El Macarthismo”, es un término que se utiliza en referencia a acusaciones de deslealtad, subversión o traición a la patria, sin el debido respeto a un proceso legal, justo donde se respeten los derechos del acusado.
Se origina en un episodio de la historia de Estados Unidos, que se desarrolló entre 1950 y 1956, durante el cual, El Senador Joseph McCarthy, desencadenó un extendido proceso de delaciones, acusaciones infundadas, denuncias, interrogatorios, procesos irregulares, y listas negras, contra personas sospechosas de ser comunistas.
Gente de los medios de comunicación, del gobierno, y algunos militares, fueron acusados por McCarthy, de sospechosos de espionaje soviético, o de simpatizantes del comunismo.
Apoyándose en unas fuerzas de entusiastas anticomunistas, alimentándose de la delación, El Senador adquirió un poder considerable.
Los métodos eran inconcebibles para una supuesta democracia que estaba asentada.
Olvidando el principio jurídico de “la presunción de inocencia”, ante cualquier denuncia, El Comité del Senado, presidido por McCarthy, aplicaba la presunción de culpabilidad, y era el acusado, quien tenía que desmentir y probar su no pertenencia, o simpatía por El Partido Comunista.
Quienes reconocían su culpa, podían lavarla, delatando a sus camaradas.
Su actividad destinada a desmantelar eventuales infiltraciones de agentes comunistas, en la administración pública, se extendió pronto a los laboratorios de investigación, y a Hollywood.
Los empleados públicos, debían hacer frente a un control de lealtad, que costó la carrera a varios de ellos.
Los sectores que se opusieron a los métodos irregulares, e indiscriminados de McCarthy, denunciaron el proceso como una “Caza de Brujas”, y llevó al destacado dramaturgo, Arthur Miller, a escribir su famosa obra:
“The Crucible” (1953)
Por ello, Trumbo se vio obligado a testificar delante del “House Un-American Activities Committee” o “House Committee on Un-American Activities” (HUAC), el arma política encargada de vigilar la “peligrosa influencia comunista” en Hollywood, durante La Guerra Fría; y como un comité en la búsqueda de elementos comunistas en la industria del cine.
Debido a esto, Trumbo tuvo que usar seudónimos en sus trabajos; y comenzó a trabajar para la revista Vogue.
Pero para 1937, se inicia en el mundo del cine, y en la década siguiente, se convierte en uno de los guionistas mejor pagados de Hollywood, gracias a películas como:
“Thirty Seconds Over Tokyo” (1944), “Our Vines Have Tender Grapes” (1945) o “Kitty Foyle” (1940), en la que fue nominado al Oscar al Mejor Guion Adaptado.
En el campo de la novela, en 1939, Trumbo consiguió el National Book Award por “Johnny Got His Gun”, de inspiración pacifista, que surgió a raíz de la impresión que le transmitió la imagen de un soldado desfigurado en La Primera Guerra Mundial.
En la lucha entre El Comité de Actividades Antiestadounidenses, y El Comité de La Primera Enmienda; la posición de la industria del cine, con la negación de trabajo para los sospechosos, inclinó la balanza, produciendo deserciones en las filas de los defensores de la libertad.
Fue el caso de Humphrey Bogart, que se dio de baja de su comité, y el del director, Edward Dmytryk, quien tras ser condenado a 6 meses de cárcel decidió, ya en prisión, confesar su militancia comunista, y su arrepentimiento, proporcionando una lista de 26 correligionarios de partido.
Con esta claudicación pública, salió en libertad, y encontró trabajo inmediatamente.
Por su parte, el denominado Comité de La Primera Enmienda, que integró a cerca de 500 profesionales del cine; en esa circunstancia, defendieron la libertad, figuras famosas, como:
Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Gregory Peck, Katharine Hepburn, Kirk Douglas, Burt Lancaster, Gene Kelly, John Huston, Orson Welles, Thomas Mann, y Frank Sinatra; o periodistas como Edward R. Murrow, que afirmaban, que lo que en teoría era una actividad para proteger al estado, no era sino una sistemática destrucción de los derechos civiles.
Entre las protestas, la más significativa fue la de los llamados “Diez de Hollywood”, los cuales se negaron a declarar sobre sus afiliaciones políticas, siendo citados por El Congreso de EEUU, instalados automáticamente en “la lista negra”, y condenados a penas de cárcel por “desacato al Congreso”
Entre los que colaboraron con El Comité, y denunciaron a otros cineastas, pronunciando además, discursos patrióticos de tono anticomunista, comparecieron:
Gary Cooper, Ronald Reagan, y Robert Taylor.
Pero Dalton Trumbo prefirió seguir fiel a sus principios, y por ello fue encarcelado durante 11 meses, siendo exiliado posteriormente en México.
Desde allí, continuó escribiendo con extraordinario talento, para defender la libertad de expresión, y siempre bajo diferentes pseudónimos.
Los llamados “Diez de Hollywood”, eran los componentes de la primera “lista negra de la historia del cine”, sus miembros eran:
Alvah Bessie, guionista; Herbert Biberman, guionista y director; Lester Cole, guionista; Edward Dmytryk, director y guionista; Ring Lardner, Jr., periodista y guionista; John Howard Lawson, autor; Albert Maltz, autor y guionista; Samuel Ornitz, guionista; Adrian Scott, guionista y productor; y claro está:
Dalton Trumbo, guionista y novelista.
“Los Diez de Hollywood”, fue considerado un grupo rebelde, que rechazó la investigación autoritaria, y se negó a testificar en 1947, en los famosos juicios del “Macarthismo” o “Caza de Brujas”
A partir de ese momento, se inició una cacería particular, y aún más terrible en Hollywood, en donde algunos de los más conocidos cineastas, incluyendo a Walt Disney, Elia Kazan, Robert Rossen, el productor Budd Schulberg, los actores Sterling Hayden y Adolphe Menjou, sirvieron de chivatos para la gente de McCarthy.
Las persecuciones, también se realizaron a escritores famosos comunistas, procomunistas, anticomunistas, y excomunistas.
Así se lograron censurar, más de 30 000 libros, los cuales fueron retirados inmediatamente de bibliotecas y librerías, entre los cuales, se encontraba el famoso “Robin Hood” o la novela “Spartacus” de Howard Fast.
Al criticar los métodos utilizados por McCarthy y sus seguidores, para limitar la libertad de expresión, Trumbo sufrió represalias laborales, y fue perjudicado en todo sentido.
Durante su exilio, Dalton Trumbo disminuyó su producción, pero se mantuvo activo dentro de lo posible, a menudo sin crédito; solía trabajar en la bañera, con un tablero donde posaba su vieja máquina de escribir, y que cubría sus partes íntimas.
Sobre la tabla, también colocaba su cenicero, su tabaco, y su vaso de bourbon.
Adoraba, además, a los pájaros.
Tenía tantos periquitos y ruiseñores, que hasta les construyó un aviario en su jardín.
Siempre había querido tener un loro, así que Kirk Douglas se lo compró…
Se llevó tan bien con su loro, que a veces escribía con él, encaramado a su hombro, como un pirata.
Trumbo le dio endiabladamente a las teclas; y con su técnica personal, primero todos los diálogos, maravillosos; y luego las acotaciones y descripciones.
Y de esa manera, en el anonimato, ganó 2 Premios Oscar, por trabajos muy distintos, pero su enigmático autor no pudo recogerlo, porque oficialmente no existía, ya que fueron escritos bajo seudónimos:
“Roman Holiday” (1953) y “The Brave One” (1956), escritos gracias a colegas que se prestaron para dar la cara por él.
En este segundo caso, La Academia de Hollywood lo reconoció como legítimo ganador de la estatuilla, hasta 1975, un año antes de su muerte; mientras que en el primero, su victoria se oficializó póstumamente, en 1983.
Dalton Trumbo murió de un ataque al corazón, a la edad de 70 años.
Para muchos, sigue siendo uno de los mejores guionistas de la historia; entre sus trabajos destacan:
“Johnny Got His Gun” (1939), “A Guy Named Joe” (1944), “From the Earth to the Moon” (1958), “Lonely are the Brave” (1962), “The Sandpiper” (1965), “Johnny Got His Gun” (1971), como director; “The Horsemen” (1971), y “Papillon” (1973), entre otras producciones.
En particular, el texto de “Spartacus” (1960), estaba presentado con unas frases de Sir Winston Churchill:
“¡No rendirse nunca!
¡No rendirse nunca!
Nunca, nunca, nunca”; y ellas resumen la ideología de Trumbo.
Y es que “Spartacus” (1960), habla de la tiranía:
Roma es Estados Unidos, o cualquier país que cree esclavos, que censure, que machaque las libertades de sus ciudadanos, que no les permita ser libres.
El verdadero titán detrás de Spartacus, es Dalton Trumbo:
Un tipo bajito y valiente que, junto a Kirk Douglas y su loro, acabó con una larga tiranía, y una locura colectiva; siendo él mismo, el verdadero héroe de los guiones que escribió.
“Diablos; yo soy Espartaco…”
Muchas frases han quedado para la historia de este extraordinario guión que, de alguna manera, se venga de lo que Trumbo pasó en los años 40 con “El Macarthismo”
Fue por lo que Trumbo luchó toda su vida, y lo hizo mediante las palabras, que eran el arma que él tenía; y él sabía muy bien de lo que hablaba.
“Are you now or have you ever been...”
Trumbo es un drama del año 2015, dirigido por Jay Roach.
Protagonizado por Bryan Cranston, Diane Lane, Helen Mirren, John Goodman, Alan Tudyk, Dean O'Gorman, Christian Berkel, Elle Fanning, Louis C.K., Michael Stuhlbarg, David James Elliott, Roger Bart, J.D. Evermore, Mark Harelik, Peter Mackenzie, Toby Nichols, Becca Nicole Preston, Elijah Miskowski, entre otros.
El guión es de John McNamara; y sigue la vida del guionista de Hollywood, Dalton Trumbo, a su vez, basado en la biografía de “Dalton Trumbo” de 1977, por Bruce Alexander Cook.
Nominada al Oscar al mejor actor (Bryan Cranston)
El director Jay Roach, siguiendo las palabras y el ingenio de Dalton, no busca héroes ni villanos en el capítulo más vergonzoso de Hollywood, porque todo el mundo “tiene derecho a estar equivocado”
La exitosa carrera en 1940, del guionista Dalton Trumbo (Bryan Cranston), llega a un abrupto final, cuando él y otras figuras de Hollywood, están en “La Lista Negra” por sus creencias políticas.
Ese hecho lo convirtió en un paria, económicamente arruinado, y socialmente marginado; y se enfrentó al mismísimo John Wayne (David James Elliott), que junto a la periodista, Hedda Hopper (Helen Mirren), dirigían La Alianza para La Preservación de Los Ideales Estadounidenses, en la que señalaban a los comunistas de La Meca del cine.
Así las cosas, Trumbo cuenta la historia de su lucha contra el gobierno, y los jefes de estado de Estados Unidos, en una guerra por las palabras y la libertad, que enreda a todos en Hollywood, incluyendo a:
Edward G. Robinson (Michael Stuhlbarg), Ian McLellan Hunter (Alan Tudyk), Buddy Ross (Roger Bart), Kirk Douglas (Dean O'Gorman), y Otto Preminger (Christian Berkel)
De manera curiosa, Trumbo busca principalmente entretener, y también informar.
Su enfoque es luminoso y alegre, con abundancia de diálogos ágiles, y situaciones cómicas, para compensar el horror que se desarrolla cuando se desencadena “La persecución anti-comunista”
Su historia, sin duda merece ser recordada, porque habla sobre “hasta qué punto invaden nuestra privacidad, quienes nos gobiernan”, explicaría el mismísimo guionista.
“It sounded better in prison”
Para Dalton Trumbo, “El Macarthismo fue un tiempo de maldad, y ninguno de quienes sobrevivimos, salimos indemnes.
No tiene sentido buscar héroes y villanos, o santos y demonios, porque no hubo.
Solo víctimas”, declaraba en 1971, el guionista, prueba viviente del precio que puede llegar pagarse en Hollywood, por tener más valores que la taquilla y la búsqueda del Oscar.
Trumbo, no sólo repasa uno de los capítulos más vergonzosos de la historia de Hollywood, sino que lo hace con el único formato posible que acepta la inteligencia, con humor; por tanto, Trumbo no es un drama, pero tampoco es una comedia, pero casi.
El director quiso que Trumbo resultara divertida, a pesar de que la historia es seria; es una buena idea, y una intención admirable; pero hace que se produzca un extraño desequilibrio.
“Es, sin duda, el único género que un tipo como Trumbo habría aceptado para contar su vida”, sentencia el director Jay Roach; puesto que la historia es harto conocida.
Dalton Trumbo, reconocido como el mejor guionista de cine de su generación, es por primera vez, el protagonista central de una película que lleva su nombre, y que atrapa desde su aparición, la atracción del mundillo de Hollywood, especialmente el de sus actores.
Los habitantes actuales del mundo en el que Trumbo vivió y trabajó, recuperaron gracias al film de Jay Roach, la triste memoria de “The Hollywood Ten”
En 1947, en marzo para más precisión, la historia del cine, vivió su más traumática amputación.
La Comisión de Actividades Antiamericanas, inició su celebérrima “Caza de Brujas” en perfecta sintonía con el furor anticomunista desarrollado por El FBI de Edgar J. Hoover.
La HUAC, acababa de un plumazo, con la generación más iluminada de Hollywood.
Nombres como Robert Rossen, Edward Dmytryk, John Huston, Jules Dassin, Elia Kazan, el gran arrepentido; o el mentado Dalton Trumbo, vieron como su intento de dotar de, digamos, conciencia social a la mayor fábrica de entretenimiento de la historia de la humanidad, se quedaba en fallido; mientras una maquinaria tan alocadamente inquisitorial, como demente, arrasó con todo.
La HUAC fue un disparate que habría resultado hasta divertido, sino fuera la crueldad de la estupidez.
En sesiones esperpénticas, en la que el actor Adolphe Menjou definía a los comunistas, como a personas “con ideas no estadounidenses”, o donde la madre de Ginger Rogers, era saludada como “una autoridad en comunismo en Estados Unidos”, se llegó a la determinación de perseguir, por ejemplo, a los responsables de películas, en las que se criticase a los ricos, o que mostrasen soldados desengañados de su experiencia bélica.
Sólo 10, Dmytryk y Trumbo entre ellos; se negaron a responder a la citada Comisión, cuando fueron interrogados sobre sus ideas, y su filiación política; acogiéndose a La Primera Enmienda de La Constitución de EEUU, redactada en 1791.
Una circunstancia que les valió una condena por desacato, un año de cárcel, y el despido.
De otro modo, lo más parecido a la muerte.
De nada sirvieron actos como “La Marcha a Washington del Comité por La Primera Enmienda”, el 27 de octubre de 1947, con Bogart a la cabeza.
Los que no huyeron, como Dassin, Rossen o Chaplin, optaron por el arrepentimiento como Dmytryk; o peor, en la denuncia como Sterling Hayden, Elia Kazan, Budd Schulberg o Martin Berkeley, que delató a 162 compañeros.
Entre 1943 y 1948, Dalton Trumbo formó parte del Partido Comunista, eso es un hecho.
En el 46, “empujado” o no por las circunstancias, imaginó y así escribió un artículo titulado:
“La Amenaza Rusa”
Allí ponía voz, al temor de un soviético, a ser masacrado por la primera potencia mundial.
Por primera vez, y quizá última, alguien imaginaba la paranoia del revés.
Esta fue una de las piedras de toque que le condujo a 11 meses de prisión, y su posterior exilio en México.
De la figura más reconocida, al más odiado en lo que dura una comparecencia ante los micrófonos de La HUAC.
Pero su carrera, lejos de acabarse, se multiplicó.
Pasó a ser una de las figuras más destacadas de “la lista negra”, al más célebre de Hollywood.
Su actividad se multiplicó hasta el agotamiento; y siempre dentro de una bañera de agua caliente; a él se debe ese cliché mil veces parodiado; con la máquina de escribir humeando.
Y no sólo por el vapor del agua…
Entre 1947 y 1960, fecha en la que volvió para firmar con su nombre, el guión de “Exodus” de Otto Preminger, sus trabajos de doble crecieron.
¿Y cómo?
Hollywood se había quedado sin quien le escribiera.
Y en esa prolífica carrera en silencio, obtuvo 2 Premios Oscar:
El primero, por la imprescindible “Roman Holiday” de William Wyler, de 1953.
Él era el hombre detrás del también guionista y amigo, Ian McLellan Hunter.
De él, y de cada uno de los guiños entre la princesa Audrey Hepburn, y el periodista Gregory Peck.
El segundo Oscar llegaría 3 años después con “The Brave One” (1956) de Irving Rapper.
En este caso, la firma corría a cargo de Robert Rich, que no era sino uno de los pseudónimos más célebres y celebrados de la historia del cine.
Pero eso es sólo lo más destacado de un tiempo en que literalmente no salía de la bañera.
“A Man to Remember” (1938) fue escrito en 2 semanas para Garson Kanin; y el citado “Exodus” (1960), le exigió leer el libro en 2 días, y escribir escena a escena, sin parar a medida que se desarrollaba la producción.
Todo ello se ve y, sobre todo, se escucha en una película planteada como una comedia.
Cada escena, tiene la estructura de un “gag”, siempre pendiente del golpe de gracia de un hombre fundamentalmente charlatán, y ruidosamente hablador, con frases y diálogos lapidarios dignos de vítores y aplausos.
“Lo realmente admirable, es que Trumbo nunca se rindió.
Pese al acoso, pese a ver que algunos de sus compañeros se suicidaban, él siguió confiando en sus posibilidades, y en las de su país.
Creía en su derecho a ser comunista en un país libre.
Y lo llevó hasta el extremo.
Con humor incluso”, concluye el director.
Y, a juzgar por Trumbo, le creemos.
Lo mejor es la entregada interpretación de Brian Cranston; que no es una mera imitación, sino el rescate de la esencia del guionista; y recorre la historia de un hombre excéntrico, combativo, y siempre pendiente de su origen.
“Nací en un pueblo de Colorado, y aún recuerdo el primer coche que pasó por mi calle.
Hoy acabo de volar en un 747.
Para una sola vida, no está mal”
Éste era el tipo de frases que se escuchan en Trumbo, y que en efecto, definen al personaje.
Cuenta Dalton Trumbo, que en una ocasión, recibió una oferta para adaptar su célebre novela “Johnny Got His Gun” (1939)
La propuesta venía de México:
“Me preguntaron si querría trabajar para Luis Buñuel.
Mi respuesta fue, que estaba dispuesto a hacer lo que me pidieran.
Si querían que escribiera, perfecto.
Pero, en realidad, también habría dicho que sí, a hacer de su secretaria, o lavarle la ropa”
La anécdota da una medida, quizá lejana, del tamaño de la figura de probablemente, el más célebre de los personajes que compusieron el grupo tristemente famoso por el título de “Los Diez de Hollywood”
La declaración, tuvo lugar durante una de las últimas entrevistas que concedió el guionista, antes de su muerte, en septiembre de 1976.
Y, a su modo, define al autor.
Lejos de él, cualquier amago de resentimiento.
“Lo más destacable de su personalidad, era su teatralidad.
Hablaba como si labrara las palabras en mármol, y siempre, incluso en las peores circunstancias, haciendo gala de un espíritu de superación, y un humor fuera completamente de lugar.
Era un hombre muy teatral”, dice Bryan Cranston.
Pero la misma falta de sutileza, lastra a Trumbo en su conjunto, a pesar de que no evita mostrar las sombras del personaje:
Sus ínfulas de superioridad moral, su tendencia a hablar como un radical, mientras vivía como un burgués...
“Voltaire dijo:
No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo, y esa es la idea de Trumbo”, explica Cranston.
“Habrá gente de derechas que nos criticará por haberla hecho, y estaré encantado de que lo hagan”, sentenció.
Y es que Trumbo se comporta como un “biopic al uso”, que ni siquiera lo es, hasta el momento en el que su protagonista empieza a cambiar frases con John Goodman, en el papel de productor, o el cómico Louis C.K., como su amigo Arlen Hird.
También se pueden ver a Diane Lane, como su esposa Cleo; o un reparto peculiar de imitadores, que reproducen no sin gracia, el Hollywood de la época:
Michael Stuhlbarg es Edward G. Robinson; Christian Berkel interpreta al imperial director, Otto Preminger; David James Elliott, presta su cuerpo imponente al “buen americano”, John Wayne; y Dean O'Gorman, reproduce la energía hiperactiva de Kirk Douglas.
El director, Jay Roach, usa los diálogos exclusivamente para ondear ideologías, al tiempo que aprovecha la ocasión de satirizar la hipocresía, y la paranoia de la época, en pos de una narración encorsetada por la linealidad cronológica, y por una factura de telefilme, que unos podrían achacarle porque aniquilan el drama.
Hay 2 cosas importantes:
La primera, que Trumbo había sido concebida y elaborada con el diseño prototípico de los largometrajes para TV de HBO referidos a episodios, o figuras puntuales de la historia estadounidense del siglo XX.
Roach, su director, hizo para esa cadena, los telefilms políticos “The Recount”, sobre la elección que George W. Bush le ganó a Al Gore en 2000; y “Game of Change”, sobre la campaña presidencial de John McCain y Sarah Palin; con un trabajo de puesta en escena, que tiene muchos puntos de semejanza e identidad con Trumbo.
La segunda cuestión apuntada por los críticos internacionales, apunta a los actores:
La formidable personificación de Bryan Cranston, como un Trumbo verborrágico, expansivo, familiar, y fumador, que jamás renuncia a la verdad y a sus convicciones; fue recibida con los augurios de todo candidato casi seguro a los grandes premios de Hollywood.
También, despertó genuina curiosidad, la reconstrucción de aquel Hollywood de halcones y palomas, en el que aparecen rostros muy familiares de la historia del cine estadounidense, como:
Edward G. Robinson, John Wayne, Kirk Douglas, y Otto Preminger; poniéndolos en su lugar… junto a una impagable Hedda Hopper, la reina de los chimes y las indiscreciones, interpretada por una impagable Helen Mirren.
Mientras Diane Lane, como siempre, se luce como la estoica esposa de Trumbo.
Trumbo, rescata a la vez del olvido, una formidable historia de Hollywood.
Y no sería extraño que, Trumbo reciba un Oscar, que deberá recibir alguno, porque Trumbo es monumental, y será para hacer las paces de La Academia con el pasado, de forma definitiva.
Si es cierto que Trumbo puede resultar torpe, y demasiado simplista a veces, como muy televisiva, pero es un importante recordatorio de cómo puede fallar la democracia, y la fuerza de carácter que se necesita para luchar contra el sistema.
Según Cranston, su caso “es un emblema de toda la gente que ha sido oprimida a lo largo de la historia, de los afroamericanos a los gais, y que lo sigue siendo”
Al salir de la cárcel, tanto él como muchos compañeros, fueron vetados por los grandes estudios; muchos llegaron a la bancarrota, no volvieron a trabajar, y en el peor de los casos, murieron o se suicidaron; por tanto, cualquier premio que se reciba, estará manchado de la sangre de los que sufrieron como Trumbo.
“I've heard that line before”
“El Macartismo” fue un periodo donde hubo inocentes perseguidos por simples sospechas, con acusaciones infundadas, interrogatorios, pérdida del trabajo, y negación del pasaporte a los sospechosos de comunismo, o encarcelados, siendo estos, distintos mecanismos de control social, y de represión, que Estados Unidos bordeó peligrosamente, acercándose al totalitarismo con citados métodos fascistas.
Lo que quebró el reinado de McCarthy, fue su decisión de atacar al Ejército.
El Pentágono, en 1953, incluso más vigorosamente que el apoyo que recibió de Eisenhower, ya consideraba incómodo a McCarthy; y fue finalmente expulsado del Comité, en una moción de censura por El Senado estadounidense en 1954, por 67 votos contra 22, acusado de “conducta impropia de un miembro del Senado” por la manera en que había dirigido La Comisión, por su lenguaje “demasiado directo”, y por no haber comparecido ante otra Comisión del Senado cuando fue requerido, además, de otros cargos difusos y fabricados sobre la marcha.
Así continuó otros 2 años en sus tareas de Senador, pero sus colegas lo evitaban, y lo sucedido, afectó a su ánimo y a su salud.
Hospitalizado por problemas de alcoholismo crónico, Joseph Raymond McCarthy, murió a los 48 años, víctima de cirrosis y hepatitis.
Muchos años después, El Senado estadounidense, publicó en 2003, más de 4.000 páginas con las transcripciones de sus 500 interrogatorios secretos, basadas en las notas desclasificadas, y en material biográfico de las audiencias de McCarthy, que se desarrollaron entre 1953 y 1954.
Por extensión, el término “Macarthismo”, se aplica a veces de forma genérica, para aquellas situaciones donde se acusa a un gobierno de perseguir a los oponentes políticos, o no respetar los derechos civiles en nombre de la seguridad nacional.
En lo particular, en 1960, Dalton Trumbo, uno de los artistas más conocidos dentro de la lista negra conocida como “Los Diez de Hollywood”, fue públicamente contratado para escribir los guiones de las películas “Exodus” (1960) de Otto Ludwig Preminger, considerado uno de los primeros directores que quebrantaron la censura en los Estados Unidos; y “Spartacus” (1960)
Kirk Douglas, en su libro autobiográfico reconoce, que es un trabajo tan admirable, que debería leerse en todas las escuelas de cine.
Cuando Douglas le expuso a Stanley Kubrick, el problema de meter a Trumbo en créditos debido a “la lista negra”, Stanley, con esa penetrante mirada suya, se ofreció a firmar él mismo el guión.
Douglas, no se podía creer tamaña mezquindad…
Su socio, que estaba presente, tampoco.
El momento más emocionante de esta película, dentro de otra película, eso sí, es el de aquella noche, en la que Kirk Douglas llamó a Trumbo para decirle que le esperaba a la mañana siguiente, en el comedor de Universal Studios.
Trumbo no supo qué contestar durante segundos, emocionado…
Aquello significaba, presentarlo a todos, en público, a la industria, aceptar por fin su crédito:
¡A la mierda con “la lista negra”!
“Sé puntual, y no lleves sombrero”, dijo Douglas antes de colgar.
Kirk se despide así de Trumbo en su libro:
“De todas las personas con las que trabajé, Trumbo era única.
Era más personaje que la mayoría de los actores que he conocido.
Era un hombre que amaba la vida.
Amaba vivirla, amaba describirla, amaba entregarse a ella.
Mi amigo me enseñó mucho sobre la valentía y la elegancia.
Fue un héroe estadounidense”
Pero fue Otto Preminger, el primero que reveló públicamente que lo había contratado para escribir el guión de “Exodus”, uno de sus grandes éxitos.
“Si Hollywood se hubiera mantenido unida, como los esclavos en Spartacus, “La Caza de Brujas” podría haberse evitado.
El miedo nos convierte en cobardes y soplones”, dijo Dalton Trumbo.
Ya con la gloria sobre sus hombros, el oscarizado y otrora vilipendiado guionista, no permitió que su pluma temblara, y se plegara al poder, que ahora estaba de su parte; por lo que en 1973, escribió uno de sus guiones más memorables, y con el que volvió a ajustar cuentas con su pasado:
“Papillon”, dirigida por Franklin J. Schaffner, e interpretada por Steve McQueen y Dustin Hoffmann.
Una denuncia brutal de las condiciones en las que pueden llegar a estar los presos, siendo estos además, inocentes.
Posiblemente “Papillon” sea uno de los filmes más duros sobre la temática, con escenas de tortura en las que arrancar uñas de cuajo, quizá sea de lo más flojo.
La atrocidad hecha carne humana, y un desbordado anhelo de libertad.
Sobre el legado de Dalton Trumbo, y todo lo que vivió, por “El Macarthismo”, “La Caza de Brujas”, inclusive por “El Horripilante Código Hays de Producción”; otros autores han revaluado “El Macarthismo”, a la luz de la represión del terrorismo en los Estados Unidos, luego de los atentados del 9/11, encontrando una línea de continuidad entre ambos fenómenos.
En su libro, “The Age of Anxiety: McCarthyism to Terrorism” (2005), Haynes Johnson compara los “abusos sufridos por los extranjeros arrojados a las prisiones estadounidenses de alta seguridad en los inicios del 9/11” con los excesos de La Era McCarthy.
En el mismo sentido, David D. Cole ha escrito que El Acta Patriótica, es una “resurrección de la filosofía Macarthista, simplemente substituyendo “comunista” por “terrorista”
Trumbo, que empezó como panadero a razón de $75 a la semana, antes de convertirse el guionista mejor pagado con un sueldo de $4.000 a la semana, siempre tuvo claro su origen, y su compromiso.
Y nunca evitó significarse y dignificarse por ello; por lo que Hollywood le debe mucho, tal vez muchísimo.

“What the imagination can't conjure, reality delivers with a shrug”



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