Love

“If you fall in love, you are a loser”

Definir el amor, es una difícil tarea.
¿En qué pensamos cuando tenemos esa palabra en la mente?
Quizás la definición más simple es, la que se refiere al amor, como la disposición de ánimo, en que la dicha de otro ser resulta esencial para la propia felicidad.
En cualquier clase de amor, el afecto y el interés por la persona amada, es un componente esencial, porque si no están presentes estas características, lo que aparenta ser amor, puede no ser más que deseo...
Dado que tanto el deseo sexual, como el amor, pueden ser apasionados y extenuantes, resulta difícil distinguirlos en función de la intensidad con que se sienten.
Lo que generalmente los diferencia, es la “solidez” que respalda al sentimiento verdadero.
El deseo sexual, químicamente puro, suele ser más evanescente, restringido, y carente del sentimiento de cariño y, en ocasiones, de respeto.
El amor, en cambio, es una emoción más compleja y perdurable.
El deseo de conocer sexualmente a otra persona, se configura básicamente por la senda de la atracción física, y la sensualidad, digámoslo todo, es físico y entra por la vista, o mejor dicho por la percepción personal que se tiene, esto para evadir cualquier tipología de belleza o atractivo en boga.
Así como el amor puede comprender o no, ansias apasionadas de consumar una relación sexual, el respeto por la persona querida, es una condición de primerísimo orden.
Muchos estudiosos afirman que, sin respeto y afecto, la atracción por otra persona, es una parodia del amor.
El respeto hace que valoremos la identidad e integridad de la persona amada, con lo cual, difícilmente trataremos de explotarla egoístamente en beneficio propio.
Por tanto, si sólo manejáramos el amor como un concepto biológico, seríamos infieles constantemente, y abandonaríamos a nuestras parejas a la primera de cambio pues, nos guste o no, ese es el comportamiento más lógico desde el punto de vista natural.
A medida que avanzaban nuestros conocimientos sobre sexo, nos hemos dado cuenta, de que nuestras preferencias reales, y muchos de los comportamientos que se tratan de ocultar, no tienen nada que ver con lo que la cultura considera “apropiado”
Y se puede concluir que nos atrae más la gente que nos hace menos caso, es decir, la simple falta de información sobre alguien, puede hacer que nos atraiga sexualmente.
Que a las mujeres les atraen más los hombres casados que los solteros, a modo de:
“Cuando estás soltero, no se te acerca nadie, pero en cuanto tienes novia, no dejan de aparecer pretendientes”
Las personas narcisistas, son tremendamente atractivas, lo que en psicología se conoce como “la tríada oscura”:
Son remarcables rasgos de personalidad, basados en el narcisismo, la psicopatía, y el maquiavelismo; lo que incluye ser técnicamente “bueno en la cama”
Otro dato es que a los hombres, siempre les gustan más las veinteañeras, debido a la naturaleza, ha hecho que sean más atractivas las chicas que están en la edad de fertilidad óptima, que se sitúa de media en los 24,8 años; mientras que a las mujeres les atraen más los hombres machistas.
No obstante, los hombres son más proclives a ser infieles, cuando sus mujeres están preñadas…
Así pues, se ha demostrado que el amor y el sexo no son la misma cosa.
El amor es una emoción o un sentimiento.
No hay una definición del amor, porque la palabra “amor” quiere decir muchas cosas diferentes para las personas.
“Maybe we are not the artists that we dreamed we were”
Love es una película erótica francesa, del año 2015, escrita y dirigida por Gaspar Noé.
Protagonizada por Karl Glusman, Aomi Muyock, Klara Kristin, Benoît Debie, Vincent Maraval, Gaspar Noé, entre otros.
Como dato, Love fue producida por Vincent Maraval, quien produjo “La Vie d'Adèle – Chapitres 1 & 2” (2013)
El presupuesto de Love, fue de alrededor de $3 millones y se rodó en París, Francia.
El director argentino, Gaspar Noé, ha sido 2 veces nominado a La Palme d’Or del prestigioso Festival Internacional de Cine de Cannes, por:
“IЯЯƎVƎЯSIBLƎ” (2002), un filme sobre la violación de una mujer, que se centraba más en el hecho, que en el drama de sus consecuencias; y por “Enter The Void” (2009) sobre el mundo de las drogas y los fantasmas en Tokio.
Y en 2015 presentó Love, una historia de amor con sexo real, en el marco de las sesiones de medianoche del Festival Internacional de Cine de Cannes; en el cual, no hubo quejas, puesto lo que se vio, fue lo que habían prometido los explícitos carteles del film, eso sí, “todo muy estético”
El director, también aprovechó la cita, para hacer pública una carta en la que explica, cuáles han sido sus motivaciones para rodar Love:
“Durante años, he soñado con rodar una película que representara totalmente la pasión de una joven pareja en el amor, con todos sus excesos físicos y emocionales” y añade que quería romper “con esa extraña división que dicta, que ninguna película comercial/no porno, puede contener escenas eróticas explícitas, aunque a todos nos encanta hacer el amor”
Así llegamos a un 1° de enero por la mañana, cuando el teléfono suena...
Murphy (Karl Glusman), se despierta junto a su esposa, Omi (Klara Kristin), y su hijo Gaspar de 2 años.
Escucha el mensaje del teléfono:
Es la madre de su exnovia, Elektra (Aomi Muyock), y muy inquieta le pregunta, si tiene noticias de su hija, que está desaparecida, pues teme que le haya sucedido algo grave.
A lo largo de ese día lluvioso, Murphy se encontrará solo en casa, recordando su historia de amor más grande; 2 años con Elektra.
Una pasión llena de promesas, juegos, excesos, errores...
En las 2 horas y cuarto del metraje, Murphy se pierde en las divagaciones y recuerdos, acorralado en su propia casa, como si fuera una cárcel, y comienza a recordar, cómo fue su relación amorosa.
De manera desordenada, la historia de Murphy y Elektra, se nos presenta ante nuestros ojos como 2 estudiantes extranjeros, que se conocen en la ciudad del amor:
Distintos en apariencia, pero en el fondo muy parecidos.
Así inicia un romance pasional, lleno de discusiones, malentendidos, torturas, drogas y, sobre todo, sexo.
Una aventura que al final, termina siendo un trío amoroso, debido a las fantasías de la pareja de hacer el amor con otra chica.
Lo que no esperaban, es que esa joven, será la que arruine sus vidas.
Love, se presenta más que como una historia de amor, como un ejercicio que pretende tirar por la borda, los viejos tabúes que aún siguen presente en nuestros días.
No es pornográfica, es como lo dice el personaje, “se trata por momentos de retratar la sexualidad sentimental”
Pero por otros momentos, se trata de rescatar la audacia del pornógrafo, que hace basura, que está enfermo, pero “no tiene miedo”
A pesar de ello, resultará raro ver en más películas, lo que el director argentino ha plasmado aquí.
“My biggest dream is to make a movie that truly depicts sentimental sexuality”
Love funciona como un film de misterio, o de suspense, inclusive de algo de “cine noir”, en el que vamos descubriendo mediante una narración no lineal, qué ocurrió con un personaje determinante para la trama, en un trabajo sensible, y delicado.
La trama es tan sencilla, como su muy elegante puesta en escena.
Noé se esmera en la composición geométrica de sus suntuosos planos rodados en cinemascope, y retrata a la pareja de forma simétrica, empleando una reconocible paleta de colores, donde predomina el rojo pasión, y al son, como también es habitual en Noé, de una sofisticada banda sonora.
Otro punto a destacar, es el ya característico sello del “parpadeo”, es decir, fotogramas en negro, para cortar la secuencia, y aportar efecto dramático; así como las evidentes escenas sexuales que en lecturas profundas, no son para nada gratuitas.
Y es que Gaspar Noé es un director al que le gusta crear puzles, en el aspecto narrativo.
En Love, es precisamente el montaje, el que le otorga a la trama de una intriga permanente, que funciona de forma perfecta para tapar las carencias de la misma.
Porque Gaspar nunca se ha interesado por las tramas complejas, y confía demasiado en su técnica, para transformar aquello que está mil veces visto, en algo diferente.
El resultado de esto, es que sus películas terminan creando 2 bandos:
Los que las consideran “obras de arte”; y los que las odian, por considerarlas banales y pretenciosas.
Pero con Love, ha hecho algo nuevo, y es que deja un poco de lado su estilo, y decide reflexionar sobre las relaciones de pareja, y la imprevisibilidad del destino.
Aunque hay que agradecerle su esfuerzo por intentar contar algo profundo, aunque no deja de ser una historia superficial y simple, con el añadido de las escenas sexuales, que aportan la novedad y controversia.
Y se aprecian encuadres originales, la destreza en el uso de la cámara con la que nos tenía acostumbrados, desaparecen prácticamente en esta ocasión.
El aliciente, como se ha venido comentando, se encuentra en la explicitud del sexo, el cual no es gratuito en casi ningún momento, y que hoy en día, no debería sorprender a nadie.
Tal vez la industria tendría que pensar, que el sexo es algo más inherente al ser humano, que la violencia en sí.
Puestos en claro, Love arranca con Murphy y Elektra en plano fijo, masturbándose desnudos, hasta la eyaculación del primero.
Por si alguien lo dudaba, Gaspar Noé mantiene irredento su sentido provocador; aunque en esta ocasión cambie la violencia extrema, por el sexo explícito, eso sí, todo muy chic; para contarnos la historia de amor y deseo de sus parias protagonistas.
Y muestra sus cartas desde el primer plano, con Murphy, un actor se diría que bien dotado, y Elecktra, masturbándose mutua, y lánguidamente, como en un sueño que termina en eyaculación…
De hecho, se trata de un sueño, del que Murphy despierta con una resaca química de primer orden, para toparse con la nueva realidad que le rodea:
Una mujer y un niño de 2 años.
Pero una llamada intempestiva, de la madre de Elektra, que ha desaparecido, le llevará a recordar, en modo monólogo interior, una relación marcada por la pasión, y un deseo constante de experimentación sexual.
Así los veremos en todas las posiciones posibles entre 2, sin acrobacias imposibles, ni los planos quirúrgicos propios del cine porno, salvo uno, teóricamente filmado desde el interior de “una vagina”
En Love, el sexo es real, pero trata de preservar una cierta harmonía estética para no caer en la vulgaridad del cine meramente pajillero.
Cuando la pareja toca techo, el marco de la experimentación se amplía, y la cosa se complica, al necesitar la aportación de terceros.
Por lo que Murphy no tiene problemas, cuando se trata de incorporar a la rubia vecina a sus juegos amatorios, pero no le gusta la idea de que Elektra quiera acostarse con 2 hombres a la vez, ¿alguien dijo machismo?, y sale traumatizado de una sesión con un transexual, que se le acerca diciendo:
“Mamá tiene leche”
Por otro lado, las drogas también están muy presentes.
Para Elektra, no hay nada mejor que el sexo con opio, y Love mantiene en todo momento, esa atmósfera de ensoñación opiácea, sobre todo en esa ambigüedad del color y la perspectiva de la cámara en sus distintos planos.
Y tampoco falta la inmersión en un orgiástico y el local de intercambio de sexo indiscriminado, donde los intercambios se han filmado entre penumbras, en plan “IЯЯƎVƎЯSIBLƎ” (2002)
También, en Love hay un niño pequeño, que es fruto del deseo, y que a su vez, será un recordatorio constante de la desgracia, y la debilidad del hombre que piensa con el pene.
Efectivamente, en Love, la ausencia de voluntad, la personifica ese joven estadounidense, que pone los cuernos a su pareja, Elektra, que evidentemente es mucho mayor que él; con la vecina de al lado, que siempre está dispuesta, y que es mejor de edad, dejándola embarazada.
Y otro protagonista en Love, es el mismo pene, el de Murphy, que nos mira, y nos agrede en un plano frontal que atraviesa la cuarta pared, y que, con o sin gafas de 3D, baña a su hipócrita público.
Ese es el nacimiento de la vida, la culpa, y el deseo, el monolito de Gaspar Noé, a lo Kubrick, que intercala alegría y depresión, y de ahí que comparta semejanzas esféricas y lumínicas con esa luz tintineante que recuerda a la inteligencia artificial más antológica de la historia del cine:
Hall 9000, el ordenador de “2001: A Space Odyssey” (1968), pero acá con ese ojo eyaculador que no apunta y dispara a la cara.
Cabe destacar otro de los guiños cinéfilos, con el que comparte título:
“Amour” (2012) de Michael Haneke; el que se queda con la ternura de las arrugas y la soledad romántica; aquí aparece este otro “Amour” uno más joven y vitalicio, ratificando la existencia de esta batalla entre lo viejo y lo nuevo.
Y no hay cuartel para tanto sexo desenfrenado, para un amor tan pasional como complejo, y el público se decanta que es mucho más bello observar un matrimonio en los albores de la senectud, una tragedia con cara amable, pero cruel en ambos casos.
Y también, en Love, el argumento dramático no es más que la mera excusa para mostrar en cascada, todo tipo de actos sexuales, e ingesta de drogas, sean:
Íntimos de pareja, “ménage à trois”, orgías, con prostitutas travestis, masturbaciones, corridas espermáticas, y demás.
Pero para ello, como es habitual en su obra, el cineasta plantea una puesta en escena de lo más cuidada y llamativa:
Con continuos fundidos a negro, planos autárquicos, y un uso de la música muy medido, que contrasta por oposición con las formas más brutales, ya sean la eyaculación hacia el espectador, ¿para eso el 3D?, la penetración filmada “desde dentro de una vagina”, o ver al propio Noé en plan demonio, con el pene erecto, y roja como una luz de neón…
Con esto, la charada está servida para la lapidación.
Como dato, también se nos presenta una lectura sobre El Complejo de Electra, que es el término propuesto por Carl Gustav Jung, en 1912, para designar la contrapartida femenina del Complejo de Edipo, que es aquel concepto central de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud; que al comparar ambos, resultan diversos entre sí; y que enuncio en 3 características diferenciales:
Cambio de zona erógena:
Cuando la niña/Elektra, cuenta con 2 órganos sexuales, agregándose el clítoris, mientras el niño/Murphy cuenta con uno.
La primera zona erógena de la niña, es su clítoris, relacionado con el órgano masculino, entonces, al descubrir la zona vaginal, concentra su parte femenina, y abandona la masculina, aceptando la castración, y el papel pasivo que conlleva.
El segundo es el cambio de objeto erótico:
En la primera fase de desarrollo, la madre/relación, es el objeto erótico de ambos, niño y niña.
Sin embargo, el instinto de conservación de la especie, le hará cambiar su objeto erótico hacia la mira del padre, ya que no podría engendrar con la figura materna, y se vuelve hacia el mismo.
Finalmente, la niña cae en El Complejo de Electra, saliendo del complejo de Edipo, pero si lo que deseaba era salir de la relación incestuosa con la madre, queda aproximada a una relación incestuosa con el padre.
Así también, Love presenta el punto de vista de las nacionalidades:
El estadounidense más fogoso, tanto en temperamento como en el plano sexual y amoroso; mientras que la francesa es más sensorial, dada a la experimentación y el descubrimiento.
De los gustos en cuanto al sexo en todas sus variantes, al amor como binomio absoluto, y al arte en general, como se aprecia en la pintura, y sobre todo en el cine.
Y como no podía ser de otra manera, tan alegórica con los nombres de los personajes, tenemos “La Ley de Murphy” que nos dicta desde el inicio:
“Si algo puede salir mal, saldrá mal”
Hasta aspectos ligados a la francmasonería actual, encontramos lectura en Love:
La francmasonería, es considerada una escuela iniciática/espiritual/moral/Elektra, que persigue el desarrollo del hombre/Murphy, para el bienestar de la humanidad, que solo es posible conseguir mediante el estudio científico y moral de las cosas, con la finalidad de conocerse a uno mismo.
Todo lo anterior se palpa en el diálogo de Murphy en La Comisaría de Policía:
“Olvide su sentimiento estadounidense acerca de la posesión y la propiedad, la guerra, la violencia”
Del reparto, Love es el debut en la pantalla grande, de los 2 principales personajes femeninos:
Aomi Muyock y Klara Kristin.
Noé se reunió con ellos en un club; y encontró a Karl Glusman para interpretar el papel de Murphy, a través de un amigo en común.
Además, el director se regala un divertido cameo con peluca, encarnando al antiguo amante de Elektra, y no puede resistirse a mostrar su propio pene rojo pasión, y a aprovechar las posibilidades del 3D, para eyacular en la cara de su público.
Hablando de esto, el sexo, la mayor parte de las escenas de sexuales, no fueron coreografiadas, e incluyen al menos, 12 escenas de sexo muy explícito, con eyaculaciones en primer plano, para eso quería Noé rodarla en 3D, orgías, tríos e incluso una prostituta travesti.
La escena del propio “ménage à trois” está rodada con absoluta elegancia, incluso ternura, alejada de todo mal gusto, de hecho hasta despierta el deseo.
Pero es la primera escena, un plano fijo con una pareja masturbándose mutuamente, sin ningún tipo de censura, la declaración de intenciones.
Y en este sentido, el cine debería tener asumido, que el sexo forma parte de la vida cotidiana de su público, mucho más que la omnipresente violencia.
En cambio, todo lo posterior, sobre todo la primera mitad del metraje de Love, es una vibrante reflexión sobre las relaciones de pareja, sobre el imprevisible rumbo que puede adquirir lo que empezó en tan buen puerto.
Sin embargo, el problema que tiene Love, es un poco debido a su duración, y a una atmósfera tan cargada, que puede llegar a saturar.
Con casi 2 horas y 30 minutos, para lo que pretende contar, la acaban haciendo larga.
Es un hecho que Noé lleva los códigos del erotismo de alto voltaje, lindando con el porno, al territorio de su cine primario y burdo, claustrofóbico y ególatra, exuberante y exhibicionista, tan grave en sus formas, como banal en su contenido.
Y ahora con el 3D, vuelve a nuestra mente, cuál es su verdadera función, aparte de crear expectación, porque salvo unos planos, resulta inútil su uso, además de lo caro que resulta la entrada...
Pero en lo que sí no parece conocer fin, es en sus muestras de egolatría, como por ejemplo:
El hijo se llama “Gaspar”; el primer novio de Elektra, tiene una galería de arte llamada “Noé” y le encarna… el mismo director.
Ante esto, el cineasta asegura, que dejaría que “los niños de 12 años vieran la película”, que “nunca podría rodarse un filme de este estilo en Estados Unidos”, que “en cuanto dices pornografía, la gente se asusta”, y que “no se puede rodar sexo sin mostrar genitales”
Y lleva razón cuando asegura:
“He hecho una película sobre el amor.
No sobre la banca suiza, o la cienciología.
¿Por qué no mostrar lo que significa?”
En resumidas cuentas, en Love vemos sus tópicos:
La cantidad de temas abordados, en la proliferación de símbolos, en las referencialidades a su propia persona, en la superposición de referencias a las influencias cinematográficas, en sus enfermizos escenarios nocturnos, en su obsesión por los túneles, el tiempo, y sobre todo su provocadora y brutalmente romántica mirada acerca de una violación incestuosa que puede darse, y justificarse, por un profundo sentimiento de amor y de dolor.
No obstante, el poderío de Love, radica en su contemplación.
Es decir, sus atmósferas, su mapa emocional pictórico y alucinógeno, su ejercicio de estilo estroboscópico, sus encuadres entrelazados por un maravilloso empleo del montaje que transgrede, y que así mismo, tiene mucho de fantasía onanista universal, seguido de un sentimiento de culpabilidad post orgasmo.
Y no presenta ningún reparo, a la hora de tributar y desacralizar a algunas de nuestras grandes referencias musicales y cinematográficas:
Stanley Kubrick, Jean-Luc Godard, Maggot Brain, John Carpenter, la influencia de Pasolini, desplegada y representada sin ningún pudor por un póster gigante; así como Martin Scorses y Fritz Lang, entre otros.
Love, es un capítulo más, quizás el más sofisticado y postmoderno en la historia del cine convencional con sexo real, una opción que hace tiempo que dejó de ser transgresora, y que ya no escandaliza a nadie, o no debería; como se señaló anteriormente.
Pero sigue siendo una opción.
El sexo forma parte de la intimidad de la pareja, y puede ser mostrado de la misma forma que se exhiben, a veces de forma mucho más impúdica, otros aspectos de esa misma intimidad.
La cuestión es:
¿Hasta qué punto, Love es sexo con amor?
Como melodrama, no pasará a la historia, y se queda más bien en un ejercicio de estilo, que no llega a abrazar del todo el plano emocional que promete su título.
Eso sí, no deja de ser una experiencia muy gozosa, protagonizada por 3 bellos animales del amor.
Y es que Noé también clama, con voz propia, su disconformidad ante la pareja aburguesada.
Es cierto que si bien oculta sus carencias en los excesos, así mismo es el único cineasta vigente, que hace de todo este compendio doloroso y atronador, su leitmotiv.
El cine de Noé no es complaciente, al igual que la vida, y es por esto que muchos temen afrontarlo.
Por último, la banda sonora  a cargo de Lawrence Schulz y John Carpenter, también es muy buena, y empasta muy bien con las escenas, sobre todo las de sexo, y en especial, ese delicioso trío.
“Show me how gentle you can be”
¿Por qué no hemos visto este tipo de filmes, hasta ahora?
Bueno, la verdad es que si se ha mostrado, que llegue a la cartelera de su ciudad, es otra cosa… y el director argentino Gaspar Noé, es sin duda, uno de los más polémicos en la actualidad, capaz de provocar sensaciones violentas, hermosas, lo mismo que repugnantes, con singular facilidad.
En Love, Noé muestra una serie de escenas eróticas en 3D, que para algunas personas son solamente una versión “art” y de la pornografía dura; para otras constituyen una estimulante crítica a la manera en la que se filma el sexo en el mundo, además de una bella demostración del arte, de hacer el amor despojado de sus artificios, etc.
Noé considera que su película, de hecho, va en contra de la pornografía.
Y podemos decir, que busca regresar el sexo al sexo, de donde, en la obscenidad y en el simulacro, ha sido exiliado.
Está en todas partes menos ahí…
En la pantalla grande.
“La mayoría de las personas, tiene una vida sexual no muy distinta a lo que ven en mi película.
¿Por qué no se muestra más en el cine, no lo sé?”, dice el director.
No lo sabe, aunque lo sugiere.
Dice que los gobiernos controlan la sexualidad de la gente:
“Quien tiene el poder, lo tiene porque puede castrar a la gente.
Hay algo caótico en el sexo.
Cuando las personas empiezan a coger, ya no hay clases sociales, seamos realista, una vagina es una vagina”
Pero mostrar penes, como ocurre explícitamente en Love, incluyendo una escena en la que se observa detalladamente, cómo el semen gotea de un pene después de la eyaculación, al parecer es algo todavía tabú para la mentalidad anglosajona.
“El mundo anglosajón del cine, tiene miedo del pene.
A mí no me parece diferente:
Filmar mi mano o mi pene”, aclara Noé.
Y dice estar sorprendido, de que el sexo en Love sea más polémico que la violencia de “IЯЯƎVƎЯSIBLƎ” (2002), o las drogas de “Enter The Void” (2009), cuando ambos fueron bien recibidos en festivales de cine europeos.
Vivimos en un mundo, “donde las manos con pistolas, a diferencia de las manos con penes, son más normales.
Y eso es un gran problema cultural occidental”, dice el argentino.
Y es que el director es un artista, que no un artesano.
Su obra llega a un grupo reducido de gente, como le ha pasado a tantos de todas las ramas:
“Lautrec, Poe, o Lovecraft, o cualquier artista que se precie, llámese Vincent van Gogh y Cervantes, que murieron pobres como muchos artistas que pasaron a mejor vida, sin llegar a obtener el reconocimiento que se merecían.
Y esta es la historia de siempre, lo que está en los museos, se da por sentado que alcanza la excelencia.
¡Cuánta hipocresía!
No esperemos que sean los académicos de turno, ni la crítica especializada más rancia, quienes nos digan qué es digno de ser respetado, y qué no.
La contracultura nace como un movimiento en reacción, opuesta a los anclajes artísticos de una época, de igual modo, toda vanguardia nace casi siempre desamparada por una crítica especializada.
Las películas de culto, en muchos casos, nacen, y se consolidan gracias a una masa de personas que las reivindican; precisamente, la crítica más “snob” las ignoró en su momento” alega el realizador.
Un artista de verdad, no necesita ser respetado, creo que es el caso de Gaspar Noé; será polémico, pero también sincero, y eso es mucho más que el 80% del cine intelectual que presenta el panorama.

“Do you know what my biggest dream in life is?”



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