In The Heart Of The Sea

“The tragedy of the Essex is the story of men.
And a Demon”

Las películas con el mar de trasfondo, siempre han apasionado.
Y es que el mar en sí, parece un elemento tan peligroso a la hora de contar historias, como el mayor de los villanos; ya sea con tsunamis, tormentas, o como en este caso, con ballenas blancas, enormes y bestiales.
Siempre hay una gran historia que contar, si el mar está implicado; y en los últimos años, la sociedad moderna ha aprendido, que las ballenas son seres que sienten, con emociones e inteligencia muy desarrolladas.
Así pues, La Isla de Nantucket, se encuentra a unas 25 millas de la costa de New England, y pertenece al estado de Massachusetts, en EEUU, con una extensión de unos 123 km².
Los primeros colonos ingleses, que empezaron a instalarse en Nantucket, a partir de 1659, pretendían utilizar sus prados y suaves colinas para el pastoreo y la agricultura, pero pronto comprendieron, que en el mar había muchas más posibilidades de prosperar que en las granjas que empezaban a agotar los recursos del suelo.
Así, todos los años, desde el otoño a la primavera, grandes manadas de ballenas francas, aparecían en las aguas cercanas a la isla, y los habitantes empezaron a dedicarse a su pesca, a partir de la década de 1690, cuando un tal Capitán Ichabod Paddock, procedente del cercano Cape Cod, enseñó a los isleños cómo hacerlo.
Navegaban en botes de unos 6 metros de eslora, propulsados a remo, con una tripulación de 5 indios y un patrón blanco; arponeaban y alanceaban las ballenas, y las remolcaban hasta la costa, donde extraían la grasa para elaborar el lucrativo aceite.
En 1712, un bote se vio arrastrado por los vientos hasta alta mar, y su capitán, en plena tormenta, logró dar caza a un gran cetáceo negro que proporcionó, además de un aceite de gran calidad extraído al hervir su grasa, un depósito de otro aceite que no necesitaba ser procesado:
El “spermacetti” o esperma de ballena, que los cachalotes almacenan en la cabeza.
En la década de 1720, la isla ya era uno de los mayores puertos balleneros del mundo, y a lo largo del siglo XVIII, sus buques llegaron desde las aguas del Ártico a Las Islas Malvinas.
En los años posteriores a La Guerra de Independencia, instalaron una base en Dunkerke, Francia.
Para entonces, Nantucket ya se había convertido en una próspera población, y en la indiscutible “capital ballenera del globo”, posición que mantendría hasta mediados del siglo XIX.
Un visitante describió la isla, como “un yermo banco de arena, fertilizado solamente con aceite de ballena”
La Nantucket de principios de la década de 1800, tenía un gran prestigio gracias a la riqueza de la industria del aceite de ballena; a su vez, había un grupo de hombres en la isla que eran los más respetados.
Los balleneros de Nantucket, eran muy parecidos a los pilotos de combate; tenían lo que hay que tener:
Caminaban orgullosos por Main Street; eran exploradores que iban a lugares en los que nadie había estado nunca, para luchar contra las criaturas más poderosas de La Tierra; es decir, estos tipos eran habilidosos, y algo arrogantes también.
Menospreciaban a los campesinos, e incluso a otros marineros, a los que consideraban inferiores, así que la consigna era:
“Si eres un joven de Nantucket, querrás hacerte ballenero”
No obstante, dentro de la comunidad ballenera, había un sistema de castas claro, basado más en la sangre que en el agua.
Allí hace acto de presencia Owen Chase, un experto ballenero, que había llevado repetidamente a puerto, cantidades récord de aceite.
Sin embargo, al no haber nacido en una familia ballenera, no se le tiene en cuenta para ser capitán de un barco como El Essex; un barco ballenero, famoso, que contaba con 3 balleneras, botes de remos de popa y proa simétricas, de unos 7 metros de eslora, con una dotación de 6 hombres.
El Essex tenía 27 metros de eslora, y 238 toneladas de peso, y era capitaneado por George Pollard, Jr.
En una de sus travesías, El Essex abandonó Nantucket, en 1819, para un viaje de 2 años y medio, hacia las zonas de cacería de ballenas en El Pacífico sur.
La tripulación se componía de 21 personas, y hasta los últimos días antes de zarpar, no estuvo completa.
Su capitán era George Pollard Jr. y éste era su primer viaje al mando de un ballenero, aunque llevaba varios años como Primer Oficial en El Essex, y lo conocía bien.
A su antiguo superior, Daniel Russel, como premio por sus buenos resultados en el viejo Essex, los armadores, Folger & Sons y Paul Macy, principalmente, le habían otorgado el mando del Aurora, un ballenero nuevo, y más grande, lo que había significado el ascenso a Capitán de Pollard, de 28 años, y del ambicioso arponero Owen Chase, ahora Primer Oficial a sus 22 años.
El Segundo Oficial era Matthew Joy, de 26; y completaban el rol, los 3 arponeros, uno para la ballenera de cada oficial:
Benjamin Lawrence, Obed Hendricks, y Thomas Chappel; y los 15 marineros que debían maniobrar el barco, remar en las balleneras, y procesar el aceite a bordo:
Owen Coffin, Isaac Cole, Henry De Witt, Richard Patterson, Charles Ramsdell, Barzillai Ray, Samual Reed, Isaiah Sheppard, Charles Shorter, Lawson Thomas, Seth Weeks, Joseph West, y William Wright; el camarero, William Bond; y el grumete, Thomas Nickerson, que se embarcaba por primera vez a sus 14 años, junto a 3 amigos, entre ellos Owen Coffin, el sobrino del Capitán, de 18 años.
Tras sobrevivir a las tormentas marinas, tan pronto alcanzaron el mar abierto, se inició la caza de ballenas, según se relata:
“Cuando la lanza finalmente daba en el blanco, el animal empezaba a ahogarse en su propia sangre, y su chorro se transformaba en un géiser de sangre que alcanzaba una altura de 5 a 6 metros.
Al verlo, el oficial gritaba:
“¡La chimenea está encendida!”
Una lluvia de sangre caía sobre los marineros, que remaban furiosamente para retroceder, y luego se detenían para contemplar los primeros estertores del animal.
El cachalote daba coletazos al agua, lanzaba dentelladas al aire, al tiempo que regurgitaba grandes trozos de pescado y calamar.
Luego... dejaba de moverse y enmudecía, quedando su gigantesco cadáver negro, flotando con la aleta hacia arriba, en la mancha que formaban su sangre y su vómito”
Luego se remolcaba la ballena hasta el barco para su despiece y procesado, y el barco se convertía durante 2 o 3 días, en un dantesco matadero flotante.
La grasa de la que se extraía el aceite, está bajo la piel, y el procedimiento para conseguirla, era tan sangriento y maloliente como la caza.
No obstante, a los días, el 20 de noviembre de 1820, El Essex se encontró un cachalote mucho más grande de lo normal, el cual embistió el barco en 2 ocasiones, y lo hundió, mientras los hombres estaban persiguiendo y arponeando a otros miembros de la manada.
Ninguna ballena había atacado nunca antes a un barco deliberadamente.
El caso más similar, era el de un ballenero que en 1807, se hundió tras chocar con un cachalote en medio de la noche.
Pero la actitud de este animal, era muy diferente…
Tras recuperarse del golpe, que según los expertos quizás pudo ser accidental, se alejó de nuevo, y empezó a dar coletazos y dentelladas al aire, como enloquecido de furia.
¿Sabía el macho, que El Essex estaba matando a sus congéneres, y pretendía proteger a la manada?
El cachalote pudo ser un “Physeter macrocephalus”, el depredador más grande de nuestros días, con 20,5 metros de longitud, aunque el que hundió al Essex, pudo superar los 26 metros.
El Essex se detuvo en seco, y empezó a navegar marcha atrás ante el formidable empuje de la bestia, de modo que las olas pasaban por encima del coronamiento de popa.
La vía de agua, era una catarata que inundaba el interior del Essex con rapidez:
El barco se hundía; y naufragó a 2,000 millas náuticas, unos 3,700km al occidente de la costa occidental de Suramérica.
Luego del naufragio, los 21 marinos se marcharon en 3 pequeños botes balleneros, en este caso, usados como botes salvavidas, con suministros totalmente inadecuados de comida y agua fresca, y arribaron a la inhabitada Isla Henderson, perteneciente a Las Islas Pitcairn, actualmente territorio de Gran Bretaña.
Allí, los hombres se hartaron de aves, pescado, y vegetales.
Además encontraron una pequeña fuente de agua dulce...
Sin embargo, después de una semana, habían agotado los recursos naturales de la isla, y concluyeron que esta no podría sostenerlos por mucho más tiempo.
La mayoría de los tripulantes del Essex, volvieron a sus botes; y 3 hombres optaron por quedarse en la isla.
El trágico futuro que aguardaba a los marineros del Essex, resulta más siniestramente irónico, más aún que ser destruidos por su “legítima” presa, sabiendo que, por miedo a ser víctimas de las tribus antropófagas de La Polinesia, acabaron obligados a practicar ellos mismos el canibalismo para sobrevivir en medio del océano.
El exceso de sodio en la dieta de los marinos, y la desnutrición, les produjo diarrea, síncopes, debilitamiento, forúnculos, edema, y deficiencia de magnesio, la cual causa comportamiento extraño, y violento.
Como las condiciones empeoraban, los marinos recurrieron a tomarse su propia orina y al robo y mala administración de la comida.
Todos eran fumadores, y sufrieron abstinencia grave, cuando el suministro de tabaco se les agotó.
Uno por uno, los hombres del Essex fueron muriendo.
Los primeros fueron amortajados en sus ropas, y “enterrados” en el mar, como era la costumbre.
Sin embargo, con la comida agotada, los hombres recurrieron al canibalismo con el fin de sobrevivir, consumiendo los cuerpos de sus camaradas muertos.
Hacia el final de la terrible experiencia, la situación en el bote del Capitán Pollard, se hizo extremadamente crítica:
Los hombres debieron hacer un sorteo, para determinar quién debía morir para la supervivencia de los demás integrantes de la tripulación.
Un joven llamado Owen Coffin, primo menor del Capitán Pollard, que él había jurado proteger, perdió el sorteo…
Un nuevo sorteo debió hacerse, para determinar quién sería el ejecutor de Coffin.
Su joven amigo, Charles Ramsdell, fue el elegido.
Ramsdell le disparó a Coffin, y sus restos fueron consumidos por Pollard, Barzillai Ray, y Charles Ramsdell.
Algún tiempo después, Ray también murió.
Los sobrevivientes a este viaje, Pollard y Ramsdell, subsistieron royendo los huesos de Coffin, y de Ray.
Y 95 días después del hundimiento del Essex, fueron rescatados por el ballenero Dauphin, también procedente de Nantucket.
Ambos hombres, para ese momento estaban tan disociados, que ni siquiera notaron el Dauphin junto a ellos.
Benjamin Lawrence, Owen Chase, y Thomas Nickerson, sobrevivieron a través de medidas desesperadas similares, y fueron rescatados por el barco mercante Británico Indian, 93 días después del naufragio del Essex.
Pollard, Chase, Ramsdell, Lawrence, y Nickerson se reunieron en el puerto de Valparaíso Chile, donde informaron a los oficiales de los 3 hombres varados en La Isla Henderson; y fueron rescatados al borde de la muerte; se le encomendó el rescate, a un barco destinado al transporte por El Pacífico.
Para el momento del rescate del último de los 8 sobrevivientes, el 5 de abril de 1821, 7 marinos habían sido objeto de canibalismo; así pues, sobrevivieron:
El Capitán George Pollard, Jr.; El Primer Oficial Owen Chase; los arponeros, Thomas Chappel y Benjamin Lawrence; los marineros, Charles Ramsdell, William Wright, y Seth Weeks; y el grumete, Thomas Nickerson.
Murieron:
El Segundo Oficial Matthew Joy; el arponero, Obed Hendricks; el camarero William Bond; los marinos, Owen Coffin, Isaac Cole, Richard Peterson, Barzillai Ray, Samuel Reed, Isaiah Sheppard, Charles Shorter, Lawson Thomas, y Joseph West,
Mientras que Henry De Witt había desertado en Ecuador, en Setiembre de 1820.
No puede decirse, que Owen Chase fuera un hombre afortunado, a pesar de haber sido uno de los supervivientes de aquella travesía en busca de salvación.
Solía partir habiendo dejado embarazada a su esposa, y al regresar, la criatura por nacer, ya correteaba las calles.
Perdió a 2 mujeres en sendos partos, aunque se aliviaba del luto, casándose de nuevo pocos meses después; y hasta 4 veces llegó a casarse.
Precisamente, su penúltimo matrimonio, protagoniza la anotación manuscrita que Herman Melville dejó en su ejemplar de “Narrative of the most extraordinary and distressing shipwreck of the whale-ship Essex, Of Nantucket; which was attacked and finally destroyed by a large spermaceti-whale, in the Pacific Ocean; with an account of the unparalleled sufferings of the Captain and Crew”, que es el título completo de la edición original del relato de Owen Chase.
Melville anotó que, estando él embarcado en el Acushnet, se llegó a conocer que Owen Chase, por entonces Capitán de otro barco, y había recibido pruebas de la infidelidad de su mujer, y había decidido regresar a casa, y pedir el divorcio.
Fue un hijo de Chase, el que dio a Melville el libro que había escrito su padre, o que se había escrito con la historia de su padre.
Así fue como los rumores del hundimiento, llegaron a oídos del joven Herman Melville, cuya investigación del suceso, 30 años después, ayudó a dar a conocer la historia.
Melville, leyó la narración en el mar, recordar que también era marino, y fue inspirado por la idea que las ballenas eran capaces de tal violencia.
En su momento, Melville escribió “Moby-Dick; or, The Whale” (1851), un cachalote, se dice que es capaz de actos similares.
La trama del libro, fue inspirada en la primera parte de la historia del Essex, hasta el hundimiento, y el título de la obra, también el nombre de la ballena, basado en una publicación, en la cual se narra la historia de un cachalote albino que habitaba el pacífico sur llamado “Mocha Dick”
No obstante, en los años 80 del siglo XX, se descubrió en New York, el manuscrito de otro de los miembros de la tripulación del Essex, titulado:
“The Loss of the Ship Essex Sunk by a Whale”; su autor no era otro que Thomas Nickerson.
Posteriormente, “In The Heart Of The Sea: The Tragedy Of The Whaleship Essex” (2000), es un trabajo de historia marítima, ganador del premio nacional del libro, desarrollado por Nathaniel Philbrick, en el que narra la historia del Essex, incluyendo el punto de vista de Nickerson, además de la visión de Chase, y toda la obra de Melville como complemento.
“Say it!
Say you're scared!”
In The Heart Of The Sea es una película de aventuras, dirigida en 2015, por Ron Howard.
Protagonizada por Chris Hemsworth, Benjamin Walker, Cillian Murphy, Tom Holland, Ben Whishaw, Brendan Gleeson, Michelle Fairley, Charlotte Riley, Joseph Mawle, Jordi Mollà, Andrew Crayford, Jamie Sives, Donald Sumpter, Paul Anderson, Frank Dillane, entre otros.
El guión es de Charles Leavitt, Rick Jaffa, Peter Morgan, Amanda Silver, basados en la novela “In The Heart Of The Sea: The Tragedy Of The Whaleship Essex” de Nathaniel Philbrick, publicada en el año 2000, y que está basada en hechos reales sobre el hundimiento del Ballenero Essex.
Este hecho real, que supuso un desastre marítimo, fue la inspiración para “Moby-Dick; or, The Whale” (1851) de Herman Melville.
Pero la novela solo contó la mitad de la historia:
“In The Heart Of The Sea: The Tragedy Of The Whaleship Essex” (2000) de Nathaniel Philbrick, revela las horribles consecuencias del encuentro.
Tras el ataque, tan solo unos pocos de sus tripulantes lograron superar obstáculos casi imposibles, y vivir para contarlo, pero en los casi 200 años que han pasado desde aquella horripilante travesía, la verdad se desvaneció en la historia, eclipsada por la célebre novela a la que sirvió de inspiración.
El escritor e historiador de la novela, considera a Nantucket su hogar, sentía una antigua fascinación por la industria que había puesto a la pequeña isla de Massachusetts en el mapa.
“El libro nació de mi curiosidad, por cómo eran los tiempos en los que Nantucket era la capital de la caza de ballenas estadounidense.
Era una historia que se me coló bajo la piel”
Por su parte, el director, Ron Howard cuenta:
“La verdadera historia del Essex, es fantástica.
Es visceral; es rica, y cinematográfica en esencia, y cuenta con montones de giros y vueltas.
Aunque la película se ubica en el pasado, toca ideas sobre las relaciones, la supervivencia, la humanidad, y la naturaleza, con las que te puedes identificar, que te hacen pensar, y que conectan con nuestras propias sensibilidades, sobre quiénes somos como personas”
Como adaptación, In The Heart Of The Sea lucha con una crisis de identidad, ya que no estamos seguros de si se trata de una dolorosa historia de supervivencia, una pelea de “hombre vs bestia mística”, o si está destinado a ser un conducto de los recovecos más oscuros del alma humana, o tal vez es todo en uno.
El rodaje tuvo lugar en Inglaterra, y en La Islas de La Gomera y Lanzarote en Las Islas Canarias, en España.
Además, constó de un barco de vela real, utilizado en aguas abiertas, y una réplica, situada en un tanque en los Estudios Leavesden.
Así las cosas, en 1820, El Ballenero Essex, está tripulado por El Capitán George Pollard Jr. (Benjamin Walker), El Primer Oficial Owen Chase, (Chris Hemsworth), El Segundo Oficial Matthew Joy (Cillian Murphy), y el grumete, Thomas Nickerson (Tom Holland/Brendan Gleeson)
Entre la tensión del viaje y la empresa, y las malas decisiones de navegación, El Essex se enfrenta con la tragedia, cuando en aguas del Océano Pacífico, un gigantesco cachalote, que parece ser un grave caso de ferocidad premeditada, los encuentra.
Es una ballena de tamaño y voluntad descomunal, con un sentido de la venganza casi humano.
Las horribles consecuencias del encuentro, ocurrieron cuando los supervivientes de la tripulación, fueron forzados a extremos en los que se vieron obligados a recurrir al canibalismo, mientras el viento los lleva a las costas de América del Sur, específicamente a las costas de la ciudad chilena de Valparaíso.
Enfrentándose a las tormentas, el hambre, el pánico, y la desesperación, los hombres llegan a dudar hasta de sus creencias más profundas, desde el valor de sus vidas, a la moralidad de su oficio, mientras El Capitán intenta orientarse en el mar abierto, y su Primer Oficial sigue empeñado en conquistar a la gran ballena.
Pero In The Heart Of The Sea, no una simple película para disfrutar por el hecho de ver enfrentado al hombre contra la naturaleza; va más allá, haciendo que el espectador reflexione, entre otras cosas, sobre el origen de nuestros miedos, y los límites de la cordura, y la resistencia humana.
¿Hasta dónde somos capaces de llegar por sobrevivir?
In The Heart Of The Sea se convierte en cine de aventuras, pero con un evidente componente trágico, y apocalíptico, como una denuncia ecológica en la que la bestia cuenta con el respeto, y hasta cierto punto, la admiración de su cazador.
Y parece que mucho antes de que Yann Martel ofreciese esa moraleja final con la que interpretar La Biblia con su “Life Of Pi” (2001); o de que un Tim Burton adornada las anécdotas de una vida con su “Big Fish” (2003), el autor de la obra, Herman Melville, ya tenía claro que, un buen relato, podía convertirse en algo mucho más grande, usando algo tan enorme, cómo el poder de la imaginación.
“We were headed for the edge of sanity... like we were aberrations, phantoms”
Partamos de la base, sabiendo que “Moby-Dick; or, The Whale” (1851), una de las novelas más famosas historias de todos los tiempos, es considerada una historia de ficción, pero, a diferencia de otras muchas, tuvo la base de un suceso real en la que inspirarse.
Un hecho ocurrido en 1820, vivida por Thomas Nickerson, entre otros; ahora como película reinterpretada por Ron Howard.
La mayor fortaleza de In The Heart Of The Sea, es su parte técnica:
La ambientación de principios de siglo pasado, es perfecta; los vestuarios, junto a la fotografía de Anthony Dod Mantle, te transporta instantáneamente a esa difícil época; y Howard exhibe un dominio total de la narrativa dramática y visual, con escenas portentosas, en las que los efectos visuales se integran como un guante en la fotografía, y con una música, el trabajo más ambicioso de Roque Baños, que ilustra el conjunto con mucha dignidad y solemnidad.
Por supuesto que los mejores momentos ocurren en alta mar, especialmente durante los enfrentamientos con la furiosa ballena, que hunde fácilmente El Essex, y hasta parece perseguir los sobrevivientes hasta sus respectivos destinos finales.
La narración, se hace desde el punto de vista de Thomas Nickerson, pero podemos empezar a imaginarnos, dónde despegará la imaginación de Herman Melville (Ben Whishaw)…
Todo empieza con la necesidad de saber la verdad.
Melville ha oído rumores, y cree que se ha ocultado lo que pasó en realidad en El Essex.
En cierto modo, él es el catalizador, dado que al final, consigue que Nickerson cuente su historia.
Lo que acontece entre ellos, es una especie de noche oscura del alma, pues hablan durante toda la noche, y al final, tienen que verse a sí mismos, con una nueva perspectiva
La historia se relata desde 2 ejes:
El primero, la narración de los hechos del que es el único superviviente del ataque, aún con vida, el cual dicta sus recuerdos a un joven escritor, que a la postre usará para escribir la legendaria novela de ficción, basada en hechos reales.
El segundo, es la aventura en sí, una odisea que se dirige a encallar y naufragar en un abismo argumental, debido al descuido de su parte trágico/dramática, en pos de querer crear una emoción entre varios e innecesarios ambientes y situaciones.
Y se nos presenta a Herman Melville, visitando a Thomas Nickerson, para que finalmente relate la legendaria crónica de naufragio.
Nickerson se niega rotundamente, como lo ha hecho toda su vida pero, la desesperación económica en que se encuentra, junto al empeño de su esposa (Michelle Fairley), de que exorcice esos recuerdos de su alma, lo llevan a soltar la increíble historia de angustia, sufrimiento, y la fuerza de la voluntad humana.
Era 1820, Nickerson entonces un adolescente, se une a la tripulación del Essex, capitaneada por George Pollard, un novato oficial que adquirió el título, gracias al poder de su apellido.
Su Primer Oficial es Owen Chase, un veterano ballenero que, a todas luces, debería ocupar el puesto de Pollard.
Por la necesidad de sacar adelante su familia, junto a la promesa de capitanear su próximo viaje, Chase se traga su orgullo, disponiendo cumplir la cuota de 2,000 barriles de aceite de ballena, el combustible más usado, por tanto valioso, de sus tiempos.
En una no-tan-sutil referencia al daño ecológico causado por la caza desenfrenada de estos magníficos animales, El Essex encuentra dificultades para conseguir sus presas, hasta que durante una parada, escuchan sobre un área en alta mar, donde las ballenas han escapado de sus perseguidores.
El problema es un supuesto ejemplar, gigantesco y vengativo, contra otras embarcaciones buscando el preciado líquido.
Con respecto In The Heart Of The Sea, todo esto es una exposición bastante entretenida, en momentos cruda de lo que demanda la vida del marino, quien abandona tierra firme, y se interna en altamar, por largas temporadas para cargar su embarcación del producto en turno, que en este caso era el aceite de ballena, un bien que en el siglo XIX, tenía gran demanda como combustible, aplicado, sobre todo, para la iluminación de la vía pública.
Sin duda, las secuencias que causarán más efecto en la audiencia, serán aquellas dedicadas a la caza y matanza de ballenas, mismas que son presas de una verdadera carnicería, en el proceso de extraer de ellas el aceite.
Siendo uno de estos sangrientos episodios, cuando aparece un ejemplar enorme de color blanco, que comienza a atacar al barco, y a acosar con persistencia a la tripulación sobreviviente, como si el animal buscara vengarse de sus cazadores, o simplemente intentara mostrarles su poder.
Será en ese momento, cuando el espectador comience a dudar, sobre lo que debe sentir al respecto:
Que los humanos se sobrepongan a la tragedia, y logren exterminar al mamífero, o que sea éste, el que acabe con sus verdugos...
Así pues, In The Heart Of The Sea contiene de todo un poco:
Intensas secuencias de acción, impresionantes efectos especiales, drama, pruebas de amistad, náufragos a la deriva, y hasta un discurso ecológico, más o menos velado.
Y es cierto que es una adaptación de los hechos que inspiraron la novela de Melville, por ello está cargada de momentos claramente pertenecientes al texto del autor.
La obsesión por conseguir más grasa de ballenas, es la que les hace encontrar a “Mocha-Dick”, y esa obsesión, es uno de los símbolos de la obra de Melville.
Además de que resulta algo didáctica:
Saltar la alarma de ballenas a la vista, gritando, “por allí resopla”, ver el procedimiento para bajar los botes balleneros, y después estar subido en una de estas embarcaciones ligeras de caza, y ver como la cámara enfoca, una y otra vez a la maroma que se desliza a gran velocidad por el canalete, y debido a la fricción, tener que enfriar estos, a base de cubos de agua, viendo como la ballena arrastra a la embarcación, hasta que esta queda agotada, y tiene que subir a la superficie, exhausta, donde será rematada, para posteriormente en El Essex, ser mondada como si de una naranja se tratara.
Ver el proceso de descuartizamiento del cuerpo de la ballena, y como manufacturar sus trozos para poder aprovechar la valiosa grasa; descubrir lo que es el semen de ballena alojado en la cabeza de esta, y aprender que es lo más valioso de dicho animal, tanto como para que alguien se introduzca dentro de la misma cabeza para recoger los restos de dicho “oro blanco”
O como el hacha “tomahawk” con el que cortan las maromas, es un hacha de Queequeg, el indio caníbal de la novela, omitido en In The Heart Of The Sea, y curiosamente los personajes de la película tienen que recurrir al canibalismo para sobrevivir.
Al contrario que la cinta “Moby Dick” de 1956 de John Huston, In The Heart Of The Sea no narra la obsesión por cazar al monstruo, y sí más bien, el relato de un naufragio.
Por eso se dice que la historia es “reinterpretada” o, más bien, contada desde otro punto de vista.
Porque si una vez el citado escritor creyó más conveniente adornar un suceso real, para convertirlo en una aventura de ficción, ahora se opta por hacer exactamente todo lo contrario; contar el suceso de la forma más fiel y verídica posible.
¿Qué significa esto?
Que el relato cobra otras perspectiva, mucho más humano, con un enfoque más dramático, con un reflejo de la sociedad que corría en aquel tiempo, dónde las personas pueden llegar a ser más monstruosas, que el supuesto protagonista cachalote, y que éste mamífero marino sea simplemente eso, una peligrosa y enorme, eso sí, criatura que habita en algún lugar del océano, pero sobretodo, una dura y agónica historia de supervivencia, sucedida en medio de la nada.
Todo esto, bajo una factura y buen hacer visual, prácticamente impecable, dónde se aprecian las ganas y la buena mano del director que tenemos tras las cámaras a la hora del rodaje, consiguiendo realizar algunos planos, realmente brillantes.
Y puede que la historia en su versión más fiel a la realidad, se antoje tan interesante en la mente, a la hora de pensarla cómo algo insulsa, y poco más que curiosa a la práctica…
Es esa grandiosidad, no del bicho marino, si no la de la propia película, la que puede ser la causante de que, por muy sólida que pueda resultar ser en prácticamente todos sus apartados, se acabe sintiendo algo vacía en su empaque, con momentos de alta carga dramática, en la que no llegamos a sentir lo más mínimo, o momentos de tensión u acción, en las que no llegamos a ningún lado, de igual manera que acompañamos a una multitud de personajes, en los que apenas se detienen a dibujar con los que resulta complicado empatizar.
El principal problema radica en el tratamiento que se le da a la “criatura”, y a sus víctimas.
Por un lado, la esperada ballena blanca, abarca no más de 15 minutos en escena, es un destructor, pero no una amenaza que provea una inyección o tensión adecuada, equiparándola con los desdichas sufridas por los tripulantes.
Por otro lado, la enemistad entre El Capitán y El Primer Oficial, no tiene un arco de desarrollo satisfactorio, antes ni después del hundimiento del barco, mientras que el resto de los marinos, apenas se sienten como personajes bidimensionales, sin carácter ni cualidades que los distingan.
El resto del metraje, no es más que espectáculo, sin el más mínimo rastro del componente humano que viabilice una conexión con el drama en altamar.
En definitiva, una historia que se tuvo que haber desarrollado más en el género de drama, debido a su postura trágica y cruenta, pero que en su lugar, encontramos una aventura esperanzadora en altamar, que no tensa, no motiva, no emociona, y lo más importante… no conecta con lo que fue un brutal hecho real.
Con una narrativa muy clásica, usando los típicos “flashbacks” en momentos predecibles, todo es limpio, cuidado, medido, formal, hecho de encargo, envuelto, entregado con un lacito, para su consumo como fuente de entretenimiento y, en un tiempo exiguo, olvidar.
Pese a las terribles circunstancias que afrontan los protagonistas, las cuales pudieran conducir al horror más absoluto, In The Heart Of The Sea, no se queda ni a medio camino de él, y parece que Howard, ni se ha planteado el esfuerzo de transitarlo, sino únicamente suministrar un producto aseado, y a correr, casi para todos los públicos, y sin verdadero drama a fin de cuenta.
Es un entretenimiento competente, que lo es, como el que procura por sistema, pero nada más de lo que podría haber sido.
Irónicamente, viendo que quiere ser mucho más que sólo una batalla contra una imponente ballena, lo que hizo falta fue corazón.
Uno se puede sentir, más o menos decepcionado por el rumbo tomado, por haber engrosado la lista de películas, cuyo único objetivo parece ser, el de demostrar que en la poderosa industria del cine de Hollywood, existen los medios para hacer películas a gran escala.
Cabe esperar, que en un relato de tamaña magnitud heroica, quede poco de ese deje intimista y filosófico que parecía acompañar el mito de la ballena blanca.
No olvidemos que en mayor o menor medida, todos conocemos ésta historia, narrada, además, de manera magnificada, razón la cual, no ayuda a ensalzar las virtudes, que las tiene, de In The Heart Of The Sea, facilitando el ahogo por sus puntos más débiles.
Del reparto decir:
“Nuestros actores soportaron pruebas físicas realmente duras durante la producción”, dice Howard, “pero estaban decididos a hacerlo bien, porque querían respetar la realidad de la historia, y las vidas de los individuos que estaban representando”
En una entrevista, Chris Hemsworth reveló, que para prepararse para el papel de marineros hambrientos, el elenco siguió una dieta de 500 a 600 calorías al día para perder peso; además tuvieron que aprender conocimientos navales, como el de atar nudos.
Benjamin Walker, que interpreta el papel del Capitán del Essex, George Pollard, plantea que el choque mortal entre balleneros y ballena, es solo uno de los ingredientes:
“Hay 3 grandes luchas en esta historia:
Hombre contra hombre, hombre contra naturaleza, y hombre contra sí mismo.
¿Cómo puedes superar esas luchas, y sobrevivir?
Esa es la gran pregunta.
Aun así, puedes ver la resistencia del espíritu humano”
Una de las guionistas, Amanda Silver, destaca que hay que mirar la subsistencia de estos hombres, con el prisma de los tiempos pasados:
“No es una película que glorifique la caza de ballenas; al contrario, muestra lo brutal que era.
La industria ballenera de principios del siglo XIX, era básicamente la industria petrolera, antes de que alguien descubriera cómo perforar un agujero en el suelo para extraer petróleo de la tierra.
El aceite de ballena, iluminaba las lámparas de EEUU y Europa.
La gente mecía a sus bebés, en cunas hechas de huesos de ballena; sus muebles, los corsés de las mujeres, y una miríada de otros elementos esenciales, procedían de las ballenas, pero las vidas de los hombres a bordo de estos balleneros, eran prescindibles, nada más que registros en el balance de una compañía”
“La historia, ha sido descrita como “hombre versus naturaleza”, continúa el guionista Charles Leavitt, “pero el hecho es que en realidad no debería haber un “versus”, porque los humanos son parte de la naturaleza.
Sin embargo, esa no era desgraciadamente la actitud predominante en la sociedad occidental de aquella época.
Pensaban que el hombre tenía potestad sobre la naturaleza, y se incluía a todos los animales.
Las ballenas no eran más que una materia prima que cosechar”
Por todo lo anterior, In The Heart Of The Sea es digna de ver en la gran pantalla, gracias a sus efectos visuales...
Pero si hablamos de personajes, no podemos obviar al villano tan genial y originalmente construido, comúnmente conocido en la actualidad como “Moby Dick”
Podrían haber optado, como era “lógico”, por limitar su aparición a un ataque al barco, y dejar que el drama de supervivencia justa; sin embargo, para ahogar al espectador, en ese caos en medio de un “desierto de agua”, como se refieren al Océano, convierten a la gran ballena, en un depredador, cual tiburón “spielbergiano”:
Frío, calculador, con un objetivo fijo en esos precisos marineros que, incluso después de meses, sigue presente, aterrorizando, y sin descanso, hasta un desenlace de guión, que a más de uno dejará insatisfecho a primera vista, pero que, una vez que se piensa, puede descubrirse la intención que impregna todo el film:
Dar a un relato ya consabido, un punto de vista diferente, atrevido y particular, con un claro sello de calidad.
No hay duda que la ballena blanca juega un papel crucial en el drama, así que crearla, involucró la pericia combinada de varios departamentos.
Según Howard:
“El comportamiento de los cachalotes, es algo que investigamos y analizamos en equipo.
Nos reunimos con expertos en mamíferos marinos, y con biólogos marinos para entender mejor su comportamiento.
Lo que más me interesó fue, por qué pasó algo así.
Un barco atacado sin descanso por una ballena, era algo inaudito, sin precedentes; era la situación más extraña que se pudiera imaginar.
Acabé creyendo, que este animal se vio empujado a un punto de no retorno, que llevó a un enfrentamiento inevitable”
Lo que diferencia a esta ballena de nada que haya en nuestro marco de referencia, es su tamaño:
Mide 30 metros de largo, pesa aproximadamente 80 toneladas, y tiene una cola de 6 metros de largo.
Por el contrario, los otros cachalotes que se encuentran, miden algo más de la mitad de largo, unos 15 metros.
El clímax final, durante todo el metraje has pensando en lo cabrona que es la ballena blanca, y al final resulta que, cuando ya el barco se lo ha cargado, y están más muertos de hambre que de otra cosa, a la deriva en unas barcas ya de mierda, Moby Dick se pasea delante de ellos, despacio, casi como pidiendo que le arponeen de una vez, que ya bastante que ha matado a la mitad de sus compañeros, y les tiene por ahí medio muertos…
Bueno, pues el protagonista no mata a la ballena.
Aquí es donde empieza realmente lo interesante de esta historia:
El hombre acepta que la naturaleza es una fuerza intratable, y que es mejor no tentarla.
Por lo demás, alabar el sonido que es realmente envolvente, digno de cine.
El crujir de la madera, las velas al desplegarse y, sobre todo, ese profundo sonido de la ballena principal, es fascinante.
Técnicamente, en efectos visuales y de sonido, se merece una nominación al Oscar.
Sobre el fondo:
Gente que se ganaba la vida descuartizando ballenas, es algo de actualidad.
Me enfureció la violencia contra estos hermosos animales, para ser honesto.
El siglo XIX, era una época muy oscura, sin embargo, a pesar de que desde 1986, está prohibida la caza de ballenas con fines comerciales, a los japoneses les vale verga, y siguen asesinando ballenas a diestra y siniestra.
Y ni siquiera lo hacer por comer...
Al final, todos los protagonistas de esta historia, son muy diferentes respecto a quienes eran al principio.
Al llegar a casa:
¿Cómo se ven a sí mismos, y al mundo?
¿Cómo ven la caza de ballenas?
¿Van a volver a salir al mar, y hacerlo de nuevo...?
¿O tal vez pensarán, que puede que eso no esté bien, y que quizá deban aprender la lección?
Y para finalizar, In The Heart Of The Sea nos da un apunte sobre la importancia que tenía la grasa de ballena para la sociedad, inmediatamente anterior a la que descubrió y explotó el petróleo, sigue siendo un tema de gran trascendencia global.
El Holocausto Ballenero.
“Trust gave way to doubt.
Hope to superstition”
Owen Chase, de regreso en Nantucket, quiso proseguir su carrera en la mar, pero siendo Capitán del Two Brothers, volvió a naufragar, lo que le obligó a retirarse en 1840; y posteriormente escribió un recuento del desastre del Essex, llamado:
“Narrative of the most extraordinary and distressing shipwreck of the whale-ship Essex, Of Nantucket; which was attacked and finally destroyed by a large spermaceti-whale, in the Pacific Ocean; with an account of the unparalleled sufferings of the Captain and Crew”; que fue usada por Herman Melville, como una inspiración para su novela.
Como nota, según cuentan algunos, esto no lo pude verificar, uno de los sobrevivientes al momento del hundimiento del barco, era sobrino de Chase, pero en medio de la travesía, fue uno de los que sirvió de alimento, más tarde, el propio Chase le dio la noticia a su hermana…
El disgusto fue tal, que nunca más volvieron a hablarse.
Esto amargó a Chase durante el resto de su vida; tanto que pasó sus últimos días con vigilancia médica, ingresado en ocasiones.
Los recuerdos de la terrible experiencia, le angustiaban; sufría de dolores de cabeza, y terribles pesadillas.
Al final, Chase empezó a esconder la comida en el ático de su casa en Nantucket.
Como empleado, pasó sus últimos días como vigilante nocturno de la ciudad; muriendo en 1869, a los 71 años.
Otro sobreviviente de la travesía fue, Thomas Nickerson, que tenía 14 años cuando embarcó como grumete en El Essex en 1819, en el que habría de ser su primer e infortunado viaje por mar.
Superviviente del naufragio, hizo carrera en la pesca de la ballena, y en la marina mercante, y fue agente naval en New York.
Cuando se retiró, volvió a Nantucket, donde regentó una posada.
A instancias de uno de sus huéspedes, el escritor Leon Lewis, escribió sus recuerdos del desastre del Essex, pero éstos no fueron publicados hasta 1984, por La Asociación de Historia de Nantucket.
Nickerson escribió esta narración en la vejez, y estuvo perdida hasta 1960.
Sólo en 1980, esta narración llegó a manos de Edouard Stackpole, experto en balleneros de Nantucket, quien se dio cuenta de su importancia.
Nickerson murió en 1883, a los 78 años.
A día de hoy, son pocos los que no conocen la historia de “Moby Dick”
El mito de la gran ballena blanca, es uno de los grandes motivos de la literatura universal, un tema que obsesionó a su autor, Herman Melville, y a numerosos teóricos literarios posteriores, que querían encontrar entre sus páginas, alegorías filosóficas, y símbolos universales; por desgracia, en su momento, la novela no fue más que una especie de tratado sobre balleneros, escrito por un aspirante al mundo naval, y pasó sin pena ni gloria, llevando a Melville al decaimiento psicológico.
Nadie valoró la supuesta complejidad metafórica, encerrada en la lucha del Capitán contra el enemigo de los mares, y por esa infravaloración, la novela no hizo más que engrosar su leyenda.
Fuese Melville un genio incomprendido o no, en realidad, la creación de “Moby Dick” como novela, se simplifica bastante, si se toman en cuenta los hechos reales que la inspiraron, a los cuales, el autor sólo tendría que añadir su filosofía particular.
Una historia agridulce de superación, pero también de las consecuencias nefastas de la soberbia humana, tan convencida de su autoridad sobre la naturaleza.

“Call me Ishmael”



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