Carmen Jones

“Boy, if the army was made up of nothin' but soldiers like you, war wouldn't do nobody no good”

“Carmen”, es una ópera dramática en 4 actos, con música de Georges Bizet, y libreto en francés, de Ludovic Halévy y Henri Meilhac, basado en la novela “Carmen” de Prosper Mérimée, publicada por vez primera en 1845,  la cual a su vez, posiblemente estuviera influida por el poema narrativo “The Gypsies” (1824) de Aleksandr Pushkin.
Mérimée, había leído el poema en ruso en 1840, y lo tradujo al francés en 1852.
La ópera se estrenó en La Opéra-Comique de París, el 3 de marzo de 1875, pero su estreno fue criticado negativamente por la mayoría de los críticos.
Bizet murió de un ataque al corazón, a los 36 años de edad, el 3 de junio de 1875, sin llegar a saber nunca, cuán popular iba a ser “Carmen”, más aún, la obra alimentó un movimiento que iba a ganar tanta celebridad, como notoriedad, primero en Italia, y luego en el resto del mundo, en el culto por el realismo conocido como “verismo”
La historia de “Carmen”, está ambientada en Sevilla, España, alrededor de 1820, y la protagoniza una bella gitana de temperamento fiero.
Carmen, libre con su amor, seduce al cabo Don José, un soldado inexperto.
La relación de Carmen con El Cabo, motiva que éste rechace su anterior amor, se amotine contra su superior, y como desertor, se una a un grupo de contrabandistas.
Finalmente, cuando Carmen vuelca su amor en el torero Escamillo, los celos impulsan a Don José, a cometer el asesinato de Carmen.
En la ópera, el famoso y breve preludio, nos introduce en el ambiente y en el drama.
En éste predominan 3 temas, que son siempre de una gran plasticidad:
Primero, un motivo animado y brillante, soberbio y luminoso como el cielo de Sevilla.
El segundo tema es triunfal y ostentoso, que pertenece al torero Escamillo.
No es culpa de Bizet que se haya vuelto tan popular, que se haya citado miles de veces, y que por ello mismo haya estado en peligro de “gastarse”
Nadie que lo oiga una sola vez, bien cantado,  bien interpretado, podrá sustraerse de su majestuosa fuerza.
El tercer tema, y casi se tiene la tentación de hablar aquí de “leitmotiv” corresponde a Carmen o, si se quiere, al trágico encadenamiento de los destinos de Carmen y José.
Es el motivo de la muerte, que significa el final inevitable de esa pasión.
¿Cuál es el futuro de Carmen?
No hay una respuesta satisfactoria o convincente.
Quizás nos hallamos en un estado de confusa diversidad estilística…
La historia de la ópera en general, ha encontrado clarificaciones y soluciones, una y otra vez a lo largo del tiempo.
Una cosa es cierta:
El teatro musical, no está acabado; no es todavía un museo ni un arte elitista en una torre de marfil.
A lo largo del año 2007, se conmemoraron los 400 años del nacimiento de la Ópera, con el estreno de “L’Orfeo” de Claudio Monteverdi en el año 1607; y desde entonces, hemos vivido 4 siglos de pura emoción.
Arte, química, física, biología; una rara mezcla de todas estas disciplinas, le da al género operístico una extraña fuerza que la hace perdurable a lo largo de los tiempos.
Por su parte “Carmen” es pasión.
Bizet compuso “Carmen”, la cual, ni bien la audiencia aprendió a aceptar su combinación de Romanticismo y Realismo, se convirtió en la más popular de todas las “opéra-comiques”; y desde el 3 de marzo de 1875, ha sido considerada como una obra maestra inolvidable; porque raras veces logra un compositor, dar forma simultáneamente a las grandes líneas, y al detalle más pequeño; y Bizet lo consiguió en esta ópera, y además con un estilo totalmente personal, ya que no sigue ni a Wagner ni a Verdi, hazaña de la que muy pocos músicos de la época fueron capaces en ese preciso momento histórico.
La melodía, la armonía, el ritmo y la instrumentación, son igualmente perfectos en belleza, emoción, poder y fuerza expresiva.
La relación entre 2 formas artísticas, la formal o puesta en escena; y la de fondo, la musical, es más que aparente; ambas son artes integradoras, es decir, influyen en su interpretación, y en la forma artística.
La ópera en general, se constituye a partir de una pieza dramática, con una estructura narrativa que la asemeja a una pieza teatral, pero con otro componente:
La música, que el mismo Claudio Monteverdi planteó en el siglo XVII, “la música es lo primordial en la ópera”
María Callas, que cantaría el papel sólo en sesión de grabación, en el ocaso de su carrera, mencionaba que “todas las intenciones dramáticas de los personajes y la historia en una ópera, están en la partitura, en la relación entre los sonidos”
Por otra parte, muy importante, la puesta en escena como una forma visual donde la secuencia narrativa esta conducida por la peculiar manera en que se da la sucesión y construcción de las imágenes.
Fue con “Carmen” que se señaló el cambio hacia el “arte veraz” en 1875, una señal que tuvo eco por todas partes, y fue saludado entusiásticamente por Nietzsche; en atención al realismo, es una ópera cómica con diálogos hablados, Ernest Guiraud, escribió una versión totalmente musical, situando sus 4 actos en el mundo cotidiano de las jóvenes trabajadoras de una fábrica de cigarrillos, gitanos, contrabandistas, toreros y soldados, narrando la amarga historia de un cabo que lo deja todo al enamorarse locamente de una joven gitana, y que a la postre, le hace perder la cordura.
La partitura, que tiene cierta afinidad con la música “callejera”, tiene una forma expresiva esencial, lacónica en sus melodías, que les da un cierto sabor español, en sus danzas y conjuntos.
Para deleite de los antiwagnerianos, “Carmen” se convirtió pronto, en una de las óperas más frecuentemente representadas del siglo pasado.
Es así como en el teatro vemos una versión moderna del capolavoro de Bizet con “Carmen Jones”; quizás, Bizet nunca soñó que su ópera transmutara en un musical negro, pero esas cosas pueden ocurrir.
En ocasiones, el latir de un corazón clásico, se convierte en el ritmo cadencioso de una batería sincopada en jazz…
Lo que nunca cambia, es el humo que sale de la mirada de una mujer capaz de volver loco a 2 hombres, para hacer correr arroyos de sangre por culpa de los celos y la provocación.
Eso será igual en una ciudad española, que en un villorrio del sur de los Estados Unidos.
“Carmen Jones”, es un musical de Broadway, de 1943, con música de Georges Bizet, orquestado para Broadway por Robert Russell Bennett; y letra de Oscar Hammerstein II.
Conceptualmente, es la ópera “Carmen” de Bizet, actualizada a un entorno de afroamericano de La Segunda Guerra Mundial.
Aunque Hammerstein tradujo el libreto de la ópera “Carmen”, del francés al inglés para su producción en Broadway, la música fue dejada intacta, y transfirió la acción de La Guerra de Independencia de España, a La Segunda Guerra Mundial, entre afroamericanos, donde la tabacalera se convierte en una planta de fabricación de paracaídas, manteniendo la esencia del personaje, como lo es una mujer muy atractiva, deseada, seductora, aguerrida y ávida de sexo, con sentido posesivo y egoísta, que la convierte en una devastadora “mujer fatal”
El narcisismo y los caprichos de Carmen, le causan graves problemas, que le introducen en una senda de destrucción y perdición.
El torero Escamillo es, en “Carmen Jones”, el boxeador Husky Miller.
El oficio de cigarrera de Carmen, cambia entonces por el de una montadora de paracaídas; La Plaza de Sevilla, es cambiada por un campamento militar de Louisiana; y La Taberna por el Billy Porter's Café, etc.
El personaje central sigue siendo Carmen Jones, avasalladora devoradora de hombres, demoledora mujer fatal, ávida vampiresa, e irresistible diosa del sexo, caprichosa, cruel, lasciva y egocéntrica.
En lugar de tocar las castañuelas y bailar flamenco, Carmen Jones canta en un “night club”, pero es igualmente supersticiosa, y lee en los naipes su destino fatal, a manos de su ardoroso amante.
Como si esto no fuera suficiente, también había el pequeño detalle de lanzar el espectáculo, sólo con los afroamericanos.
El musical de Broadway, fue producido por Billy Rose, con un reparto totalmente negro, y dirigido por Hassard Short.
Robert Shaw, preparó las partes corales del espectáculo; protagonizado por:
Muriel Smith, alternando con Muriel Rahn en el papel principal.
Los miembros originales del reparto de Broadway, eran casi todos debutantes en el teatro.
Así pues, existen varios acercamientos entre ambos géneros, ópera, teatro y cine, pero en muchos casos, la cinematografía se usa solo como registro visual de la representación escénica.
“Somethin' tells me you gonna be real bad for Chicago”
Carmen Jones es un drama musical del año 1954, dirigido por Otto Preminger.
Protagonizado por Dorothy Dandridge, Harry Belafonte, Pearl Bailey, Olga James, Joe Adams, Diahann Carroll, entre otros.
El guión es de Harry Kleiner, basados en la obra de teatro homónima de Oscar Hammerstein II, que adapta la ópera de Georges Bizet, quién había adaptado previamente la obra de Prosper Mérimée; y es destacable por su música, ya que las letras son de Oscar Hammerstein II.
La producción de Broadway de Carmen Jones de Billy Rose, se abrió el 2 de diciembre de 1943, y funcionó para 503 actuaciones.
Cuando lo vio, Otto Preminger la descartó como una serie de “esbozos vagamente basados en la ópera”, con una partitura “simplificada, y cambiada para que los artistas que no tuvieran entrenamiento de ópera, pudieran cantarla”
Al adaptarlo para la pantalla, Preminger quiso hacer “una película dramática con música, en lugar de una película convencional musical”, por lo que decidió volver a la fuente original, la novela Prosper Mérimée, y contrató a Harry Kleiner, quien había enseñado en la Universidad de Yale, para expandir la historia más allá de las limitaciones impuestas por la ópera de Bizet, y la interpretación que Hammerstein hizo de ella.
Preminger, se dio cuenta de que ningún estudio mayor, estaría interesado en financiar una película de ópera, con un reparto totalmente negro, por lo que decidió producirlo independientemente.
En pleno macartismo, y justo después de los problemas sufridos con la censura por su filme “The Moon Is Blue” (1953), el iracundo director y productor, Otto Preminger, vivió un nuevo conflicto a raíz de Carmen Jones; pero despertó menos controversias, porque se llevaba a la gran pantalla un musical de Broadway, una “Carmen” de Bizet trasladada a escenarios contemporáneos; pero con un reparto íntegramente formado por afroamericanos, eso era materia sensible en esa época en Hollywood.
De hecho, el 14 de abril de 1954, 6 semanas antes de que comenzara el rodaje, Preminger fue contactado por Joseph Breen, quien estaba en los últimos meses de su liderazgo en la oficina del Código de Producción de Películas.
Breen, se había enfrentado con Preminger en “The Moon Is Blue” (1953), y seguía resentido por el éxito del director, al lanzar esa película sin un sello de aprobación.
Y citó “el exceso de énfasis en la lujuria” en Carmen Jones, tanto que se indignó por el fracaso del guión, de incluir “cualquier voz de la moral, condenando adecuadamente la total falta de moralidad del personaje de Carmen”
Por su parte, Preminger acordó hacer algunos ajustes menores al guión, e incluso filmó 2 versiones de las escenas que Breen encontró “censurable”, aunque incluyó las más polémicas en el corte final.
Y es que Carmen Jones era una película cinematográfica, que había comenzado a rodar dentro de los primeros 12 meses de la aventura de Twentieth Century Fox en 1953, con el Cinemascope Tecnicolor, como su principal modo de producción.
El drama histórico, el western, y el cine bélico, habían llenado el programa de producción de Fox, y este drama musical negro, basado en una ópera establecida y popular, seguramente sería un éxito de taquilla, como se demostró.
Carmen Jones, fue estrenada en octubre de 1954, exactamente un año y un mes después de que la primera aventura de Cinemascope de Fox, la epopeya bíblica “The Robe”, se estrenara en los cines; donde la mayor significación de esta producción fue la utilización de un reparto completamente nutrido de intérpretes negros, destacando entre ellos, la presencia indomable y sensual, de la legendaria Dorothy Dandridge; y parece que Preminger tenía entre sus preocupaciones, los derechos de las personas negras…
Preminger rompió las barreras de estas últimas producciones, ofreciendo su ópera cinematográfica al gran público, pero al eliminar del cuadro a la población blanca, invisibilizó la opresión que esta ejercía…
No obstante, Carmen Jones fue filmada en ese lujoso Cinemascope, y su rodaje generó gran expectación, a lo que se sumó la aparición de Dandridge en la portada de la revista Life.
La actuación de Dandridge, como la seductora actriz principal, la convirtió en uno de los primeros símbolos sexuales afroamericanos de Hollywood, y obtuvo buenas críticas; pues el filme duró más de un año en cartel en Estados Unidos; convirtiéndose en un éxito mundial, ganando más de $10 millones en la taquilla, y convirtiéndose en una de las películas más ganadoras del año; tanto que en El Festival Internacional de Cine de Cannes, estuvo nominada a La Palme d’Or y obtuvo 2 nominaciones al Premio Oscar:
Mejor actriz (Dorothy Dandridge) y banda sonora.
Dandridge, compartió su nominación con personalidades como:
Grace Kelly, Audrey Hepburn, Judy Garland y Jane Wyman.
Aunque Kelly ganó el premio por su actuación en “The Country Girl”, Dandridge se convirtió en una sensación de la noche a la mañana.
En esa misma ceremonia de premiación, del 1 de noviembre de 1954, Dandridge presentó El Premio de La Academia en la categoría de Mejor Edición, a “On The Waterfront”, para el editor Gene Milford.
Si bien, Carmen Jones se convirtió en una de las películas más importantes protagonizada por actores negros, es un título actualmente bastante olvidado, a diferencia de otros grandes musicales adaptados de Broadway, como “West Side Story”
En Francia, los teatros no pudieron mostrar la película durante más de 25 años, porque los herederos de los libretistas franceses de la ópera original, “Carmen”, demandaron a Twentieth Century Fox, por usar diferentes letras en la música de Bizet.
Carmen Jones se rodó en exteriores de Ventura Country, California, y en los Culver Studios, de Culver City, California, con un presupuesto estimado de $1 millón.
Se supo que Otto Preminger quería filmar en Chicago, y Carolina del Sur, pero los registros del estudio muestran que la película fue filmada por completo en estudios.
Una excepción notable, fueron las escenas del coro infantil, que fueron filmadas en una fábrica de dinamita…
Los padres, por supuesto estaban presentes, muchos de ellos, sentados en cajas de explosivos, ociosamente fumando…
La acción de Carmen Jones tiene lugar en Louisiana, durante la participación de EEUU, en La Segunda Guerra Mundial.
Carmen Jones (Dorothy Dandridge), es una seductora trabajadora de una fábrica de paracaídas; es una mujer muy atractiva, deseada, seductora, aguerrida y ávida de sexo.
Su sentido posesivo y su egoísmo, la convierten en una devastadora mujer fatal; una mujer acostumbrada a manejar a los hombres a su antojo, por lo que asedia a Joe (Harry Belafonte), soldado en período de instrucción, en un campamento militar para afroamericanos, que quiere casarse con su novia de siempre, la ingenua Cindy Lou (Olga James), y al que no consigue atrapar.
Aprovechando una pelea de Carmen con una compañera de trabajo, el sargento Brown (Brock Peters), al que Joe no le es simpático, ordena al soldado que la escolte hasta la prisión de Jacksonville, al tiempo que trata de hacer creer a Cindy Lou, que Joe se ha prestado voluntario a esa misión...
Durante el viaje, Carmen consigue vencer la resistencia de Joe, pero le abandona a la mañana siguiente.
Por lo que Joe es arrestado por desertor, y en la prisión, recibe la visita de Cindy, y le confiesa que sabe que quiere a otra…
Momentos antes, y después de que el coche que los llevaba, sufriera un aparatoso accidente, Carmen le propone a Joe, que ambos pasen la noche en casa de su abuela, donde consigue seducir a Joe.
A la mañana siguiente, el soldado encuentra una nota firmada por Carmen, en la que le dice que, aunque le ama, es incapaz de ir a la cárcel, por lo que ha decidido escaparse...
Ese no será el final para Joe, quien volverá a encontrársela de nuevo en su vida…
Ambos, Carmen y Joe, interpretan una pareja creíble de pasión, amor y celos… y destino trágico; y desarrolla una historia de lujuria seducción, asedio y dominación de un joven soldado, Joe, incapaz de sustraerse a la fuerza tumultuosa, la simpatía y los encantos de Carmen.
El narcisismo y los caprichos de ella, le causan graves problemas, que le introducen en una senda de destrucción y perdición.
Carmen Jones, es un musical lujoso y llamativo en pantalla enorme, con colores que estallan, y buenos decorados que ilustran una historia trágica, donde como siempre, Carmen brilla con luz propia, condenada por querer ser mujer libre, y consciente de su sexualidad.
Formalmente, Carmen Jones presenta una sugestiva combinación de pasajes ligeros, escenas dramáticas, lances cómicos, algarabías y momentos de intimidad, que conforman un conjunto variado, entretenido, y grato.
La historia de obsesión y perdición amorosa, celos patológicos, y aguerrida “femme fatale”, es bien conocida por todos, pero variando escenarios y nombres.
“We'll be livin' off the fatheads of the land”
“Carmen” ha sido uno de los personajes más llevados a la gran pantalla, sin que demasiados títulos hayan hecho verdaderamente justicia a su aureola mítica.
Quizás, el motivo de ello sea el vano intento de muchos directores de tratar de desvincularse, sin lograrlo, de la ópera de Bizet, que convirtió la novela de Mérimée, en universal.
Curiosamente, el realizador Otto Preminger, encontró el musical de Broadway, extremadamente pobre, incluso en el aspecto musical, a fin de que pudiera ser cantado por actores sin formación operística; y para ello decidió reforzar sus aspectos dramáticos a la hora de llevarlo a la gran pantalla; y contrató entonces como guionista, al escritor Harry Kleiner, al que pidió aproximase el argumento lo máximo posible, al espíritu original de la novela de Mérimée.
Además, Carmen Jones marcó un antes y un después en la historia del cine por los títulos de crédito.
Ni más ni menos, el responsable es Saul Bass, diseñador gráfico con un fecundo currículum a sus espaldas, y que llega al cine de la mano de Preminger para, en un principio, diseñar el cartel promocional de la película.
Situémonos en el año 1954.
Hasta entonces, todos los carteles promocionales estaban cortados por el mismo patrón.
Salvo algún tímido intento en los años 30 y 40, por parte de directores más o menos innovadores, lo normal era emplear fotogramas de la película y, cómo no, la imagen de las estrellas protagonistas como reclamo para el gran público.
Bass, aceptó el encargo de Preminger, y diseñó el cartel; y a Otto le gustó tanto su trabajo, que lo contrató para idear los títulos de crédito de la película.
Ya desde los títulos de crédito, debidos al gran genio que fue Saul Bass, sabemos que nos encontramos ante una película que hecha fuego, el rojo es justamente el color de la llama que vemos ondular sobre fondo negro.
Los colores, son decisivos en la historia, el rojo encarna la carne y la pasión, el negro el destino, todo ello realizado por una fastuosa concepción artística del formato Scope, y Sam Leavitt en la fotografía, una gran puesta en escena, con largos planos y cámara fija, que crean su propia capacidad expresiva; que nos hace sudar al ritmo de unas canciones que nos suenan muy conocidas, que mantiene una antorcha eterna, por el rugido de un amor que roza peligrosamente lo salvaje.
Las imágenes de Otto Preminger, un teutón dirigiendo un musical negro, es un signo de lo valiente que podría ser este tipo mal encarado, y de peor genio, y nos cautiva al salpicar de color un pentagrama de inspiración entre las cuerdas de la lejanía que siempre nos invade al ver un musical.
Así, Carmen Jones trabaja en una fábrica de paracaídas, e igual a la obra de Mérimée, Carmen es arrestada por un altercado en el trabajo…
El sargento Joe, está encargado de reportarla a las autoridades.
Mientras que la trata de llevar a las autoridades, Carmen lo seduce…
La mañana siguiente, Carmen se escapa, y le deja una nota a Joe, declarándole que ella nunca pudiera ser fiel a él, especialmente si ella tuviera que ir a la cárcel.
Carmen se muda a Luisiana, donde se topa con Joe, y el sargento Brown que es el supervisor de Joe.
Carmen decide irse con el sargento Brown, y Joe casi mata a Brown por sus celos.
Pero al final, Carmen y Joe se fugan a Chicago, donde igual al relato de Mérimée, el amante, Joe, asesina a Carmen Jones, porque ésta, cansada del acoso y que la inutilidad de Joe, prefirió los brazos de Husky, una celebridad del boxeo.
Carmen Jones mantiene los eventos centrales de “Carmen”, y la protagonista igual es libre, apasionada, seductora, pero en Carmen Jones, no hay un enfoque en la religión oscura, algo que fue esencial en la identidad de la Carmen de Mérimée; y la película de Preminger renuncia al exultante marco colorista del Hollywood “ligero”, para situarse en otra esfera más problemática, una reflexión sobre la condición humana, enriquecida con una pasión amorosa.
Aquí no se ridiculiza a la cultura europea, ni hay cantos al “show business”, tampoco sonrisas huecas, ni guiños al espectador.
Además, está rodada por alguien al que los aficionados suelen considerar extraño al género.
En sus manos, Carmen, excepcional Dorothy Dandridge, es una mujer franca en lo emotivo y en lo sexual, dura en el trato con el hombre, y a veces cruel, pero jamás deshonesta, arisca, pero sensible.
Joe, un perfecto Harry Belafonte, aparece como un hombre regular y sensato, cuya vocación profesional se ve amenazada por factores que escapan a su control.
La narración, fluye intercalando diálogos y canciones, manteniendo distancias con el cine musical más coreográfico.
Su protagonista femenina es caprichosa pero fuerte, decidida a no ceder su soberanía individual, tampoco a la persona amada.
Esta Carmen moderna, está muy alejada de los ángeles del hogar habituales en el cine conservador de la época; pero sorprende aún más la mirada compasiva a la deriva controladora de Joe, perturbado por los desaires de la anti heroína.
Aunque los autores parecen rehuir las culpabilizaciones radicales, y critican a la protagonista, sin someterla a un asedio moralista, tratar la violencia machista de una manera similar, resulta más que inquietante.
Sea como sea, algunos arquetipos y algunas relaciones entre personajes, tienen interés, y el trabajo de puesta en escena es apreciable, pero la rigidez general de la película, limita su impacto emocional.
Carmen Jones, simboliza el poder de la mujer, y la sexualidad de las mujeres, en momentos donde expresa dominación sexual, se dan cita en secuencias como aquella, en la que el joven soldado sopla las uñas pintadas de los pies de Carmen, en una actitud de sumisión muy verosímil; e incluso desde la primera aparición en escena de la protagonista, ataviada con falda roja, y una ajustada blusa negra.
Paradójicamente, Carmen está atada a las supersticiones, y las cartas juegan un rol de alto peso en su destino, el cual parece signado por la tragedia.
Toda la historia de Carmen, es un canto a la libertad, aunque a ratos esta se torna en libertinaje, y en salidas improcedentes que, poco a poco, van rebozando la copa; y en la cultura americana, la película es revolucionaria en ese sentido, porque es una película afroamericana; controversial, porque nomas tenía actores afroamericanos, quienes son una minoría en los Estados Unidos; al igual que los gitanos que lo son en España.
Los gitanos, son discriminados, marginalizados, y juzgados como primitivos, apasionados, y misteriosos al nivel internacional.
Demostrando cómo la película de Carmen Jones, también tiene esa dinámica socio-política.
Pero aunque la película fue controversial en los Estados Unidos, la actriz Dorothy Dandridge se convirtió en una de las actrices afroamericanas más famosas del país.
Pero a causa de las injusticias sociales, Dorothy, de 42 años, se suicidó, porque después de la película, tenía tanta fama, que no pudo obtener papeles de protagonista en otras películas, por el color de su piel.
Al momento de Carmen Jones, Dandridge contaba con 32 años, y era conocida como cantante del Cotton Club, y del Apollo Theater.
Su carrera en el cine, había sido discreta, pues por entonces, Hollywood apenas daba papeles a los actores negros, y éstos siempre se encasillaban dentro de un estereotipo racista.
Sin embargo, Dandridge estaba convencida, de que ella podía encarnar a la Carmen negra, y se presentó ante el realizador, quien le dijo que tenía una bonita figura, pero que no la imaginaba en la piel de la “femme fatale” por excelencia.
A cambio, le ofreció el papel de Cindy Lou...
Dandridge, entonces regresó horas después, vestida de Carmen Jones; y reinventó escandalosamente una mirada, con la ayuda de maquilladores de Max Factor, para obtener la apariencia y el carácter del papel terrenal, Carmen, y se enfrentó Preminger en su oficina ejecutiva; así lo sedujo de tal manera, que acabaron convirtiéndose en amantes.
Paradójicamente, Preminger no la veía ni a ella ni a Belafonte, interpretando los números de Bizet…
Harry Belafonte era un popular vocalista de calipso, y ambos formaron una pareja muy atractiva y, aunque ambos eran conocidos cantantes, no emplearon sus verdaderas voces en este título.
Dandridge fue doblada por Marilyn Horne, mucho antes de que se convirtiera en una conocida cantante de ópera, y para entonces, estaba financiando sus gastos en la universidad; y Le Vern Hutcherson, dobló a Belafonte para los registros operísticos.
Por aquel entonces, Marilyn Horne contaba 20 años, y faltaban 2 para que Igor Stravinski descubriese su inmenso talento, y respaldase su carrera, invitándola a actuar en El Festival de Venecia.
Hasta el momento, ella había trabajado poniendo su voz a sintonías televisivas, y grabando discos con canciones populares.
A fin de que no se notase que su voz no era la de Dandridge, Marilyn decidió imitar la forma de cantar de ésta, y el registro al que ella hubiera podido llegar, en lugar de ofrecer una interpretación operística.
Horne lo hizo con tanta profesionalidad, que el público no apreció en absoluto, que se trataba de un doblaje.
Y 18 años después, Leonard Bernstein la dirigiría en un registro discográfico, ésta vez, interpretando a Carmen, con Don José en James McCracken.
Aun así, esta grabación nunca ha gozado del favor del público, ni de la crítica...
Otro dato que se supo, fue que la gran Leontyne Price, fue originalmente asignada para doblar la voz cantante de Dorothy Dandridge, pero cayó enferma, y fue reemplazada por Marilyn Horne.
Además de Dorothy y Harry, Joe Adams fue doblado para que sus voz alcanzara el nivel de barítono; sin embargo, Pearl Bailey que hizo Frankie; y Olga James a Cindy Lou, cantaron con sus propias voces.
Carmen Jones, también representó el debut cinematográfico de Diahann Carroll, como Rum Daniels, la administradora de Husky’s.
Como errores, podemos decir que, si la historia tiene lugar alrededor de 1944, todas las modas de las mujeres, y sus peinados, son estrictamente de 1954.
Cuando Carmen y Frankie están hablando afuera del Chicago Pawn Shop, los automóviles de la década de 1950, pasan detrás, y pueden verse claramente reflejados en la ventana del escaparate.
La rutina del delirio, se hace imagen en una película que recorre todas las paradas que van desde el exceso, hasta la discreción.
En todo caso, Carmen Jones es una muestra de lo que se puede hacer con un montón de talento afroamericano, transformando la letra, aunque no el espíritu, de la historia original de Mérimée, y de la música de Bizet, que no pierde un ápice de su capacidad de hechizo.
La incongruencia, se señala cuando estas personas entran en el canto de un aria totalmente sorprendente, y no natural de la ópera de Bizet, los tempos son ajenos a sus espíritus, las melodías son ajenas a sus estados de ánimo, pero tienen en esos números clásicos, como si estuvieran cortando alfombras.
Y las exaltaciones que la elocuencia musical, que podría inspirar de forma remota, quedan empañadas por los escenarios realistas en los que Preminger ha interpretado su película.
No hay nada malo en la música, excepto que no encaja con la gente, las palabras, ni en el tono extraño de las canciones.
La versión cinematográfica de 1954, del musical de Broadway de Oscar Hammerstein II, ahora se siente como una reliquia de la horrenda camisa de fuerza social que era la segregación:
Cada marco se siente, está cargado con la tensión impuesta por los blancos que nunca aparecen; y es loable en su deseo de mostrar el talento de los actores afroamericanos, a quienes se negaron las oportunidades en Hollywood.
Por último, además del éxito de taquilla, las adaptaciones al argot afroamericano de la habanera/tejedora, “Dat’s love”; la seguidilla, “Dere’s a cafe on de Corner”; o la canción del toreador/boxeador, “Stan’up an’ fight”, fueron muy difundidas, y la banda sonora vendió miles de copias.
“He got his self another woman”
En la ópera “Carmen”, la protagonista es asesinada al final, por su amante despechado.
¿Acaso no se han preguntado, por qué en casi todas las óperas, las sopranos mueren, se suicidan, son asesinadas de formas tan aberrantes, como sus escritores pudieron imaginarlas, sin distinción de clase social, rol protagónico, o época histórica?
La pregunta se discute casi desde la creación misma, del arte y de la sociedad.
“Carmen” tiene una vida difícil en un mundo hostil, y fatalmente se encuentra con un hombre que no la comprende, y la acaba matando.
El femicidio, es ahora un tema muy sensible.
En la novela de Mérimée, en la cual se basa la ópera de Bizet, al menos se deja constancia de que el femicidio cometido por Don José, es castigado, pues después de asesinar a Carmen, él se entrega a las autoridades, las cuales hacen justicia condenándolo a muerte.
Un final “ejemplar” que Bizet no incluyó en la ópera, en cuyo final, aunque no haya sido esa la intención del genial compositor, queda flotando la sensación de que acaso Don José tuviera razón de cometer el femicidio... y en Carmen Jones cinematográfico, un par de uniformados, suponen el arresto de Joe por su escape… pero no por el femicidio… al menos no se muestra.
Una mirada crítica, nos acercaría a los debates, desde la dimensión política de las subjetividades y, en lo que respecta a la feminidad, los importantes vacíos y objeciones en los desarrollos teóricos del psicoanálisis tradicional, ya que si la anotomía es destino, esto ha sido clave para que la sustentación de la diferencia de los sexos haya recaído con gran impacto en la división y desigualdades entre varones y mujeres.
Así, en la modernidad, se construyeron los mitos del ideal de mujer:
El mito de la maternidad, mujer = madre, el mito del amor romántico, y el mito de la pasividad erótica femenina.
Con estos conceptos, podríamos decir que la actitud desafiante de Carmen, tenía como telón de fondo, no someterse a las prerrogativas de género, de los imaginarios sociales de la época y, frente a ello, vive libre como mujer, no cediendo a las presiones ni a ataduras impuestas.
En este escenario imaginario de la obra y, tomando en cuenta que el malestar en la cultura conlleva marca genérica, se hace visible lo insoportable que puede ser para un varón, frente a la necesidad de defender su masculinidad, y el mantener el control, el ser rehusado por una mujer, a sus deseos.
El protagonista masculino, Don José/Joe, vive como afrenta narcisista irreparable, el rechazo de Carmen, al no desearlo, y no elegirlo como único amante.
La relación violenta entre Don José/Joe y Carmen, combina amor y poder, y diferencias de clase y género, en el contexto socio-histórico del siglo XIX.
Las reflexiones pueden resultar limitadas, si no se toman en cuenta las significaciones instituidas, dentro del sistema patriarcal en cada momento histórico que asigna a cada género, valores, y roles determinados:
Para los varones, el poder, el valor del mundo público; y para las mujeres, la subordinación, y el mundo doméstico.
Este dispositivo, involucra diferentes ámbitos:
La sexualidad, la afectividad, la economía y la política en todas las sociedades, con diferentes grados de complejidad e históricamente muy arraigadas.
Para Carmen, esto no era un destino posible, cuando le dice a Don José/Joe:
“Déjame ir, o mátame”, y se substrae de ese poder, sostiene su libertad deseante jugándose el “Yo”; mientras Don José/Joe, desde la lógica de las relaciones patriarcales, pone en acto “mía o de nadie”, matándola vilmente, a sangre fría.
En la cultura actual, y en las subjetividades femeninas, persiste un tipo de enlace libidinal, entre erotismo y poder relativo a la constitución del deseo heterosexual, que produce, “vía el amor romántico”, la sumisión de muchas mujeres al “amo social”:
Aquel que porta el poder.
En la obra, Don José/Joe, como representante de las masculinidades tradicionales hegemónicas, se presenta ejerciendo violencia de género, ya no se puede sostener ni presentarlo como “crímenes pasionales”, por lo cual hoy, Don José/Joe estaría condenado por femicidio, nada que haga pensar que es un pobre hombre, sino un varón ejerciendo su poder jerarquizado.
Ha corrido mucha agua bajo el puente, y más allá de las múltiples lecturas que se puedan hacer de las obras, desde las diferentes disciplinas, la ópera “Carmen”, como cualquier expresión artística, como Carmen Jones, todo arte es político, tiene el valor de representar la complejidad y la riqueza de las pasiones humanas.
Desde hace unas décadas, se ha revitalizado y modernizado de manera sorprendente, el concepto y la dirección escénica de las puestas, y el tratamiento de los textos; en los grandes escenarios del mundo, hay mucho para ver con una óptica renovada, y hasta transgresora de las clásicas puestas operísticas.
Pero es irresponsable denominar a este asesinato, crimen pasional, y tachar a su víctima de “femme fatale”, así como el diccionario de La Real Academia (RAE), debería incluir la palabra feminicidio.
Por tanto, la obra literaria, operística y cinematográfica de Carmen, es una denuncia de la violencia de género, coherente con el número escalofriante de estos casos que tienen lugar en cualquier parte del mundo actualmente.

“String me high on a tree”



Comentarios

Entradas populares