Nirgendwo in Afrika

“Eine Familie Geschichte von einer Heimat verloren... und eine Heimat gefunden”
(Una historia familiar de una patria perdida... y una patria encontrada)

El periodo de 1933 a 1945, cuando Alemania fue una dictadura, está muy presente para el pueblo alemán.
Muchos judíos dejaron Alemania para ir a los Estados Unidos o a otros países de Europa, que no eran gobernados por un jefe fascista.
Y es que cuando Hitler fue presidente del Reich, El Estado alemán fue gobernado por El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, por lo que los nazis restauraron la estabilidad económica y construyeron autopistas, sin embargo, principalmente estaban antisemitas, y persiguieron a los  judíos y a otros grupos étnicos.
Aun miembros de la oposición, que siendo alemanes, fueron forzados al exilio.
Había una lucha contra la ideología comunista y el capitalismo de mercado también, donde la política fue una expresión de terror y de inhumanidad.
¿Adónde fueron?
En los dominios de la cinematografía moderna, aquellos films de, o sobre África, han tomado un protagonismo inusual.
En estos últimos años, se han realizado muchas producciones que llamaron la atención por el contexto de su narrativa, apoyados en eventos reales de su historia reciente.
Un tema que llama la atención, es la polémica acerca del grado de fidelidad histórica de películas desarrolladas por estudios de cine de países y culturas diferentes, que pueden reverenciar aquellos acontecimientos que relatan con sesgos, e incluso inexactitudes que pueden estar más allá de intencionalidades y miradas políticas.
Sin embargo, no descubrimos nada nuevo si afirmamos que África es un continente deslumbrante, donde sus paisajes seducen al hombre occidental, y han nutrido la imaginación de los creadores de ficción y de los que intentan reproducir algunos hechos verídicos.
Una característica en común, son sus desérticos parajes donde una gota de agua equivale a la vida misma.
Por esta y otras razones, África guarda en sus entrañas, historias inolvidables.
“Manchmal ist das Haus, wo man es am wenigsten erwartet”
(A veces el hogar está donde menos te lo esperas)
Nirgendwo in Afrika es un drama alemán, del año 2001, escrito y dirigido por Caroline Link.
Protagonizado por Juliane Köhler, Merab Ninidze, Lea Kurka, Merab Ninidze, Matthias Habich, Gabrielle Odinis, Sidede Onyulo, Herbert Knaup, Karoline Eckertz, entre otros.
El guión está basado en la novela autobiográfica del mismo nombre, escrita en 1995, por Stefanie Zweig, y relata la historia de una familia judía que emigra a Kenia durante La Segunda Guerra Mundial, para escapar de la persecución en la Alemania Nazi, y cultivar una granja.
Zweig, fue principalmente conocida por esta novela, traducida como “En Ningún Lugar de África”, basada en los primeros años de su vida en Kenia.
Su familia, judía, escapó de la Alemania nazi, buscando refugio en África.
Pasaron, por tanto, de una vida urbana en Silesia, a un kraal en Kenia, en 1938, cuando contaba 5 años.
En esa época, Stefanie estudió en un internado de lengua inglesa.
Y en 1941 su familia recibió una postal de su abuela que decía:
“Estamos muy ilusionados, mañana vamos a Polonia”, lo que significaba Auschwitz…
Zweig, volvió 2 veces a Kenia desde su partida en 1947, a la edad de 15 años, para encontrar destruida la granja que habitó...
Su adolescencia en Alemania, se narra en la novela autobiográfica “Irgendwo in Deutschland” o “En Algún Lugar de Alemania”
Tras La Segunda Guerra Mundial, su padre ejerció como Juez en la Alemania Occidental, en parte porque no hubo necesidad de “desnazificarlo”
Caroline Link, la directora, tenía sólo 37 años cuando realizó esta película, donde el tema ni las condiciones de rodaje fueron fáciles.
La película, fue realizada en 2001 en Alemania y Kenia, con un campo base en Nairobi, donde los responsables del film descubrieron Makutani, la aldea que aparece en la película, un lugar en el que, en el momento de llegar, hacía varios años que no veían a un hombre blanco.
Tras el estreno, Nirgendwo in Afrika tuvo una buena recepción, tanto que obtuvo el Premio Oscar a La Mejor Película Extranjera.
Nirgendwo in Afrika es una película de la época nazi vista desde un prisma diferente:
Trata de la experiencia de la inmigración, dura pero enriquecedora; una historia sobre el respeto por la diferencia, un canto a la tolerancia que condena cualquier tipo de prejuicio, pero sobre todo en aquello que atañe a la raza, a las costumbres y tradiciones ligadas a cada cultura.
Debido a la implacable persecución de los nazis, Walter Redlich (Merab Ninidze), un abogado judío, organiza la huida de su mujer:
Jettel (Juliane Köhler) y de su hija Regina (Lea Kurka/ Karoline Eckertz), para que se reúnan con él en Kenia, colonia británica.
Sin embargo, allí tendrán que afrontar grandes dificultades para adaptarse y sobrevivir.
Este es el punto de arranque de una película que brilla por los matices de psicología, el cuidadoso uso de los lenguajes, una puesta en escena impecable, la alternancia y mezcla de culturas, que se tocan pero no se fusionan; el manejo del punto de vista femenino en la observación de personajes, y riqueza visual.
Desde el inicio, la niña servirá de narradora, que nos ofrece con voz “en off” sus recuerdos de ese viaje de ida y vuelta a una tierra en la que aprendió lo que era la amistad y la lealtad, frente al temor y egoísmo vivido en su país de origen.
Con ella, vemos unos preciosos paisajes africanos, descubrimos su cultura y tradiciones, y lo que es más importante, contemplamos a unas personas no regidas por la ambición e intolerancia, que se ha adueñado de Occidente.
Nirgendwo in Afrika muestra cómo enfrentarse al nuevo país de acogida, con nueva lengua, nuevas costumbres, nueva comida, nuevas relaciones de amistad, de amor, de saber comportarse, de sobrevivir.
Magistral, cómo se muestran los pensamientos de desarraigo, de incomprensión, los problemas de adaptación, la transición de una vida anterior a la vida nueva, de cómo los niños se adaptan fácilmente a todo…
Y cómo las relaciones de pareja, pueden verse afectadas al cambio, si el cambio no es de mutuo acuerdo.
Como en la vida misma…
“Eine Person liebt immer mehr.
Das macht es so schwer Und derjenige, der mehr liebt, ist verwundbar”
(Una persona siempre ama más.
Eso es lo que lo hace tan difícil.
Y el que ama más es vulnerable)
Nirgendwo in Afrika bien puede servir de inducción histórica, rigor interpretativo, valentía para intentar una reflexión moral del valor que adquiere la familia, talento cinematográfico, y alejamiento de los lugares comunes.
El manejo del cine que exhibe la directora, es evidente desde el inicio de la cinta, que comienza con un montaje alterno, entre el escenario africano en Kenia, y el escenario europeo en Alemania.
De inmediato surgen los contrastes entre ambos lugares, mientras se presentan a los personajes principales.
África se nos presenta como un país lejano, mágico, amigable e inmerso en sus tradiciones nativas que resultan sugestivas.
Esta nueva vida, a través de los ojos de una niña, y luego de una adolescente con un curioso gusto por la vida en Kenia, hace que esta propuesta sea refrescante.
Narrada de forma clásica, funcional y efectiva, Nirgendwo in Afrika es testimonio de la evolución de sus protagonistas, y de la manera en que progresan sus relaciones.
Estamos en 1938, y tras 6 semanas en un barco bordeando la costa de África, llegan a Nairobi, Jettel y Regina, donde les espera el dueño de una granja…
El paisaje es desolador, tierra seca, mosquitos, calor…
Y es que La Familia Redlich ha huido a Kenia desde Leobschütz, en la Silesia de la Alemania Nazi, para escapar de la persecución a los judíos.
Allí les espera Walter, que en Alemania era abogado, y ha encontrado trabajo en Kenia como administrador de granja en Rongai.
Va a visitarles Süsskind (Matthias Habich) un alemán, soltero, que lleva allí desde 1933, y les lleva una radio para que estén conectados con el mundo.
Pero Jettel no se adapta a la vida en África, mientras Regina, la niña, se acopla muy bien, y hace amistad con el cocinero de la granja, Owuor (Sidede Onyulo)
El matrimonio Redlich se deteriorara…
La vida es dura, difícil, inhóspita, es la lucha por la supervivencia.
Cuando estalla La Segunda Guerra Mundial, los británicos reúnen y detienen a los ciudadanos alemanes, y los reclutan, sean judíos o no, separando a hombres de mujeres.
A las 2 semanas, dejan a las mujeres visitar a sus maridos.
Allí se entera Jettel, de que el dueño de la granja ha despedido a Walter, por ser alemán; por lo que Walter encuentra trabajo en la granja de un británico.
Lo que no sabe, es que Jettel lo ha logrado, tras acceder a dormir con un soldado inglés… y Regina lo sabe, pues les vio por una ventana.
Por su parte, Owuor les busca, encuentra la nueva granja, y otra vez se queda a vivir y cocinar para ellos.
Jettel reflexiona, se ensimisma, por ejemplo, se da cuenta de hay palabras que ya no significan nada:
Las palabras tranvía, declaración de la renta…
Piensa en el sentido del matrimonio… echa de menos a su familia de origen, a sus padres, a su hermana...
Walter y Jettel, envían a Regina a un internado a Kenia.; pero en la escuela de Nakuru, se siente marginada, y siempre vuelve de vacaciones.
Jettel recibe carta de Alemania, se deduce que a su familia la han deportado a Polonia...
La relación matrimonial es más tensa, y Walter tampoco sabe nada de su padre y su hermana.
Jettel, caminado por la selva, recibe una fuerte impresión, ve a una anciana junto a un árbol muriendo, la ha llevado allí su familia, según la tradición, para que muera sola, y en paz.
La historia da un salto temporal a 1943, cuando Walter decide unirse al Ejército Británico, y quiere que Jettel se vaya a Nairobi, pero ella se niega y permanece en la granja con Owuor.
Y así lo hace.
Sola, en la inmensidad de África con el fiel Owuor, que le cuenta cómo es su familia de 3 mujeres y 6 hijos; pero al tiempo vuelve Walter, para decir que la guerra ha terminado, y tiene que volver al cuartel a despedirse; y dice que la política del Ejército Británico, es la de enviar a los soldados con sus familias a casa.
Walter se presenta para ocupar el cargo de Juez en la Alemania de la posguerra, y se lo conceden.
Va a ver a Regina a Nairobi, para convencerla de que vuelvan con él.
Pero para entonces, Jettel y Süsskind habían empezado una relación…
Walter se da cuenta, y está molesto.
Pide formalmente a Jettel, que le acompañe a Alemania, pero Jettel se niega a ir con él.
De repente, tanto Jettel como Walter, Regina y Owuor, se ven invadidos por una plaga de langosta, y Jettel decide regresar a Alemania con Walter y Regina.
En el viaje de regreso, una africana se acerca al tren a ofrecer sus plátanos, Jettel se emociona, y se da cuenta de, cuánto le importa África.
La voz de Regina, “en off”,  dice que en 1947, tiene un hermano al que llaman Max, en honor al padre de Walter.
La directora alemana, logra enhebrar en los límites del drama punzante que toca con temida insurrección a la discapacidad y su implicancia familiar, una crónica perfecta, que se sirve del arrepentimiento, la añoranza, la soledad, la discrepancia y la carencia, como elementos indagatorios de la búsqueda humana.
Es interesante como Caroline Link, logra contextualizar el relato, básicamente la historia de Los Redlich, a través de un lugar caducante y decrépito como Kenia.
Lo filma con destreza, y sin exagerar la sequía que aborda la región africana.
La crisis se hace sentir:
Los animales se alimentan de los restos de las pocas plantas que siguen creciendo a lo largo de la tierra.
Algunos mueren por la falta de agua...
Para la cineasta alemana, no hay excusa mala, la limitante del agua, es una de ellas, pero cada vez que encuentra alguna, no resulta pretenciosa.
Si bien es cierto todo puede parecer plano, Link dosifica con precisión todas sus temáticas, y no las vuelve tediosas.
Opta por centrarse en la relación entre Walter, Jettel y Regina, es decir, la familia integrada o autárquica.
Cuenta la historia desde la perspectiva de la niña:
Ella describe sus propias experiencias y recuerdos.
Pero, sin duda, el personaje más arrebatador resulta ser la madre de Regina, Jettel, una mujer fascinante, cuya progresión abarca el de una mujer emancipada que madura con cierta rapidez, que no sólo tiene que repensar su posición y sus prioridades, sino también la de su perspectiva familiar.
Jettel no transmite su encanto ni su buen corazón, porque su forma de vida la golpea con dureza.
Si logra aparentar ser una mujer fría y dura, pero a la vez centrada en objetivos claros, como la educación de Regina, o sacar adelante la granja a la que regresa con posterioridad, sin Walter.
La estancia en África, y los acontecimientos de La Segunda Guerra, afectan a los miembros de la familia Redlich de manera diferente.
Uno de los grandes aciertos, es mostrar estas situaciones y profundizar en los cambios existenciales con matices de luz y sombra.
La primera impactada, es Regina.
Demasiado pequeña para recordar bien Alemania y su cultura; la niña es la primera en adaptarse al nuevo ambiente africano.
De hecho, la convivencia diaria, hace que su infancia transcurra entre la cultura blanca de los colonizadores ingleses, y la negra africana original, con sus ritos, creencias y costumbres.
La adaptación de Regina, la lleva a tener amigos tribales que le enseñan su medio ambiente; entre ellos, Owuor.
Este personaje, es un puente para entender la influencia africana sobre los Redlich.
El puente es humanista:
Hay diferencias culturales, pero miedos, alegrías y conocimiento, pueden ser compartidos por todos en la lucha diaria por la adaptación.
Su mejor alumna es Regina; y entre los 2 personajes se establece un lazo de cariño que marca a ambos.
Pero Owuor, también modifica las percepciones de Walter y Jettel.
En ese sentido, el espectador tiene que seguir de cerca el rol de este personaje en la trama.
Volviendo a Regina, la chica pasa por varios cambios, y despunta su adolescencia en África.
Pero ella es blanca, y forma parte de dicha comunidad, a pesar de que dentro de la misma, hay muchas diferencias tangibles.
No puede pues “fusionarse” con la cultura tribal negra de Kenia.
El momento de cambio, es el de la educación formal.
Regina ingresa a un colegio inglés, pero dentro del colegio inglés blanco, es separada en algunas actividades por ser judía, aunque sus padres no sean religiosos, sino que extrañan la cultura centroeuropea alemana.
Aun así, la misma cultura inglesa, con los prejuicios de la época, reconoce en Regina a un ser capaz.
Esto queda demostrado en la conversación de la niña con el director de la escuela, que no puede evitar 2 o 3 frases discriminatorias hacia los judíos; pero termina entendiendo las capacidades humanas de Regina, y le entrega un libro de Dickens.
Por otro lado, aparte de Owuor, Regina tiene sus amigos tribales.
Asiste a la iniciación de uno de ellos, está en los ritos de las mujeres, tiene contacto con la fauna del lugar…
Caroline Link no refiere a la braveza del lugar, que se supone tiene animales salvajes y serpientes.
El efecto es inverso, aunque el peligro siempre está latente.
Una de las escenas más destacadas, es el ataque o la plaga de langostas que invade el campo de maíz maduro, y es repelida por los mismos trabajadores a través de sus costumbres milenarias.
En síntesis, Regina es el crisol humano, donde todas las culturas involucradas:
Alemana, africana, judía e inglesa, depositan varios elementos para su formación existencial.
Uno de los grandes logros, es mostrar su situación con gran sensibilidad humana y plasmar que, a pesar de las diferencias, Regina es capaz de hacer, y representar ese crisol cultural.
En ese sentido, quien mejor se adapta a los cambios de la vida, con todas sus dificultades, es Regina.
En el punto contrario, se encuentra su padre, Walter.
Su inteligencia lo lleva a detectar el peligro de permanecer en Alemania, y actúa en consecuencia.
Habla swahili, controla bien la granja encomendada, se desempeña bien en África, pero no puede olvidar sus profundas raíces alemanas y familiares.
A pesar de que superficialmente se adapta, no lo logra en el fondo, y vive con el deseo de regresar.
A esto se suma el hecho de lo que le ocurre poco a poco a los parientes judíos en Alemania.
Walter, pasa por un proceso social preciso, según se muestra.
Es recluido con otros judíos alemanes en campos al estallar la guerra, por órdenes de los ingleses, pero es liberado por la intervención de la comunidad judía en Kenia.
Sin un papel en los acontecimientos, decide enrolarse en el ejército inglés que combate a los japoneses en Birmania.
Finalmente se le presenta la disyuntiva de regresar a Alemania, y ayudar en la reconstrucción de lo que sería La República Federal Alemana.
Por otro lado, frente a Walter, está el perfecto adaptado al medio africano:
Süsskind.
Es quien menos ha olvidado la herencia judía:
Reza, celebra Hannukah, etc., pero es quien más ayuda a que la familia Redlich se adapte al medio; pero sus raíces ya están en África, y no en Alemania:
Emigró en 1933, y no hasta 1938, conoce a los ingleses y vaticina su comportamiento, tiene buena relación con Owuor.
Esa guerra, no es su guerra, y se ha adaptado a su medio.
Pero la visión femenina de la directora Caroline Link, se aprecia con más certeza, en su indudable habilidad artística y cinematográfica, en los personajes de Regina y Jettel.
Basta subrayar que entre Regina y Jettel, se cubren etapas importantes en la vida de las mujeres:
Niñez y adolescencia en Regina; juventud y madurez en Jettel.
Con una empatía envidiable, y con el pleno control de los medios del cine, Caroline Link hace de Jettel, el personaje central.
A ella dedica sus mejores esfuerzos y sensibilidad.
Su proceso de adaptación a África, es el más largo y doloroso, y por ello, el más representativo de la humanidad.
Jettel, ubicada en la clase media judía, vive inmersa en la cultura centroeuropea; está acostumbrada a la cultura alemana y judía, bajo la tendencia “asimiladora” que buscaba la adaptación, y el borrar las fronteras culturales, sin perder el sello de la cultura judía.
Al respecto, de manera similar, había segmentos de la comunidad judía que vivían de esa forma en Polonia, Francia, Inglaterra, Holanda, etc.
Las diferencias religiosas no se exaltaban, sino que se mantenían en los límites de la convivencia diaria humana con los gentiles.
Al llegar a África, no se adapta a la nueva cultura, y añora volver, la compra de un inútil vestido de noche, la presencia de la vajilla familiar de porcelana, su distanciamiento de Walter, son claros ejemplos.
Jettel es pues, la europea que se ve obligada a iniciar una nueva vida en un medio que considera atrasado y hostil.
El primer punto a subrayar, es el uso de los lenguajes en condiciones de igualdad en la pantalla, sin discriminar a ninguno, aunque la versión del filme que vi, no traducía el inglés y el swahili...
El respeto a la obra, hace que en pantalla estén presentes 4 idiomas.
La población africana, habla swahili, y los blancos lo van aprendiendo a lo largo del tiempo.
La familia Redlich se considera alemana y judía, pero no son religiosos, por lo que se sienten unidos a la patria y lengua de Goethe y Schiller, por lo que hablan alemán.
También hay presencia del yiddish entre los personajes de la comunidad judía.
Finalmente, como la acción trascurre en Kenia, la sociedad habla inglés, ya que en ese momento histórico, el territorio era colonia inglesa.
El excelente manejo de los idiomas, que se mezclan y aparecen de acuerdo a las circunstancias de la historia, hace que los personajes muestren rasgos propios que denotan también su psicología y situación particular.
Los lenguajes, son sólo uno de los puntos que resaltan en una cinta equilibrada, que entreteje muy bien todos sus elementos.
Mientras Owuor trata de adaptar a Jettel, enseñándole swahili, ella es refractaria e insiste en tratar a Owuor como un inferior, un sirviente, tanto que quiere obligar a Owuor, a que aprenda alemán.
La conciencia intelectual y humanística de Walter, saca a la luz lo que le ocurre a Jettel, y se lo dice:
“Trata a Owuor en la misma manera discriminatoria en que los nazis tratan a los judíos”
No son las mismas maneras, pero la semilla de la esencia está implícita.
Y Jettel cambia de inmediato.
A partir de este punto, la mirada femenina de Caroline Link, envuelve al personaje de Jettel, y de Regina, claro; y muestra una serie de detalles en pantalla, que surgen del medio femenino.
Jettel y Regina, encuentran su lugar en el mundo, no sólo a partir de una condición de emigradas, sino también de mujeres que se enfrentan a la vida desde su propia condición.
Ante la ausencia de Walter, Jettel madura rápidamente...
Se interesa por la cultura tribal africana, a partir de sus voceros:
Owuor, las mujeres de la aldea cercana, la misma Regina que la introduce a los ritos de la aldea desde el lado reservado a las mujeres, que además tienen sus propios desarrollos culturales…
Del rechazo evidente del medio africano, Jettel pasa a la adaptación y cariño por el lugar en que vive, a través del conocimiento de la vida del otro que es distinto.
Su paulatina educación emocional e intelectual, está teñida también de elementos y reacciones femeninas, que sólo el ojo artístico de Caroline Link podía plasmar en pantalla.
Con Jettel, Link pone a su personaje, a vivir en medio de las diferencias culturales, pero no humanas, y da valiosos detalles:
Logra que Owuor la ayude a traer agua del pozo, cuando la costumbre africana es que sean las mujeres las encargadas de la tarea.
Owuor lo hace en medio del pitorreo de las mujeres negras…
Pero allí comienza un mutuo conocimiento entre Owuor y Jettel, que desemboca en una alta estimación de uno por el otro.
Jettel, deja de discriminar la cultura negra:
“Una niña blanca, no es una niña negra”, le dice a Regina, cuando enfrenta las noticias de La Noche de Los Cristales Rotos, cuando ve que su esposo mata antílopes:
“Sólo quería que tuvieras tu maldita carne”, le dice Walter; y poco a poco desaparece su actitud.
El último resabio, es cuando los ingleses llevan a las mujeres a concentrarse a Nairobi.
Mientras Owuor se despide cariñosamente de Regina, y hablan de un antílope recién nacido, Jettel le espeta a Owuor como despedida:
“¡Cuida nuestras cosas!”
Nairobi, es el primer contacto de Jettel con la multietnicidad y multiculturalidad.
En sus calles ve palpablemente el mosaico racial y cultural del Imperio Británico, eso sí, aún separados.
En Nairobi, también Jettel tiene que enfrentar la realidad.
Para que su esposo sea liberado, necesita trabajo; ella tiene que ceder un favor sexual con un sargento inglés, para lograr la liberación.
Con dolor personal, Jettel se va adaptando a su situación...
A esto se le suma el hecho de querer socorrer a una anciana negra que va a morir, y que su familia ha sacado al descampado para que las hienas se la lleven en la noche.
Su reacción europea es ayudarla a su manera, pero entiende la imposibilidad y, ante algunas mujeres de la tribu, cede a la costumbre tribal.
El salto cualitativo de Jettel a su adaptación final a África, se da cuando ella se encarga de la granja.
Tiene la responsabilidad del mando, pero ahora ya acepta la sabiduría africana encarnada en Owuor.
También recibe los galanteos platónicos de Süsskind...
El remate, es la conversación entre Regina y Jettel, sobre la sexualidad de ambas y la situación de su matrimonio con Walter.
Es precisamente esta conversación, donde la mano maestra de Caroline Link, en guión y realización, se ve en forma evidente.
Este encuentro entre mujeres, con diálogos precisos pero cargados de sobre entendimiento, devela porque la directora ha hecho una magnífica cinta teñida de empatía, y no sólo eso, su manejo de las diferencias culturales también es deslumbrante.
Para mostrar las dificultades con Walter, a quien ama, y es su compañero, pero también es otro individuo diferente, Caroline Link no recurre al feminismo militante, sino a la afirmación de lo femenino, como algo propio y altamente respetable.
El desarrollo de la relación de la pareja, también se anota desde los ojos de Jettel, desde la óptica femenina.
Hay peleas, pues ambos tienen diferentes puntos de vista sobre qué hacer en la postguerra:
Él quiere regresar a Alemania, ella quiere, vueltas que da la vida y la adaptación, permanecer en Kenia, incluso con la oferta de Süsskind de ser su nueva pareja si esa es su decisión, pero respetándola, si ella prefiere a Walter…
Las dificultades entre la pareja, se resuelven en la escena de la plaga de langostas que invade los campos de la granja de Jettel, excelente secuencia que involucra a Regina, a la comunidad tribal, a Owuor... en la que ella participa, mientras está embarazada de su segundo hijo con Walter…
Sobre La Segunda Guerra Mundial:
El Holocausto está tratado desde el punto de vista de los exiliados que tuvieron la oportunidad de salir de Alemania, antes de que su situación se recrudeciera.
No veremos de forma directa la violencia y el sufrimiento en Los Campos de Concentración, sino que lo veremos desde la distancia, a través del correo o los periódicos.
El camino que se inicia en La Noche de Los Cristales Rotos o “Kristallnacht”, hasta Auschwitz, se narra en forma elegante pero contundente.
Walter oye los acontecimientos generales por radio, y recibe cartas de los parientes…
La persecución abierta se inicia con Kristallnacht, pero Walter recibe noticias de primera mano de su padre, y de la familia de su esposa.
La imposibilidad de escapar, las cartas que hablan de las creaciones de los guetos y al final, una breve postal de La Cruz Roja:
“Nos mandan a Polonia… no nos olviden”; y la carta de un desconocido que cuenta como fue asesinado su padre...
Este recurso literario, está usado en forma brillante por la directora, que introduce estos cambios en la vida de sus personajes, para ver sus reacciones.
Las cartas y el radio, son los vehículos, pero Caroline Link remarca cómo afectan a la familia Redlich.
Del reparto:
Juliane Köhler, metida en la piel de Jettel Redlich, logra que su personaje resulte antipático, cuando así se requiere, pero a medida que avanza la trama, también podemos llegar a entender sus sentimientos y motivaciones como mujer, madre y esposa, reconciliándose, o casi finalmente, con el espectador.
Regina, está interpretada al inicio por Lea Kurka, y en su adolescencia por Karoline Eckertz, siendo ambas jóvenes intérpretes, otro de los aciertos del “casting”; elogios extensibles, en realidad, al resto del elenco actoral.
Aunque es una película muy femenina, sobre mujeres, como no podía ser de otra manera.
Otro “personaje” es África misma.
Cualquier film que transcurra en un marco geográfico tan impresionante como lo es, en este caso, la hermosísima Kenia, ya tiene mucho ganado.
El omnipresente paisaje de la sabana africana, una zona desolada por la sequía, por un alto índice de mortalidad y por el hambre, ofrece una cara severa, agreste, aparentemente estéril, pero es también una ventana abierta a la libertad, al amor por la naturaleza más salvaje, y a la posibilidad de que el hombre se reencuentre con sus propios orígenes, y avance en su camino.
Caroline Link, como ya le sucediera a Stefanie Zweig, se enamora de este entorno, y nos muestra a su gente con respeto y comprensión, ayudada por la destacable fotografía de Gernot Roll.
Con todas sus adversidades, África es ciertamente, libertad, y así se nos ofrece en los primeros minutos del montaje, donde se contraponen, en paralelo, las imágenes cálidas, abiertas y sosegadas de Kenia, con esa Alemania fría, restrictiva y amenazante para los judíos.
Sin embargo, no está tan lograda la plasmación de la trama principal, en torno a la pareja protagonista, pues sus reacciones son desconcertantes, y no quedan claros los motivos de los bruscos cambios que ambos experimentan; también es cierto que están buscando su lugar en ese mundo negro, que no se encuentran a sí mismos, ni saben bien lo que quieren, aunque eso no esconde ni justifica un guión un tanto abrupto y atropellado, y por tanto, no convincente.
No me gustaría, tampoco, dejar escapar la oportunidad de mencionar las posibles comparaciones que se han establecido entre el presente título, y la clásica “Out Of Africa” (1985) de Sydney Pollack, paralelismos muy superficiales, y que pueden llevar a engaño.
Porque con la excepción de que ambas películas están protagonizadas por blancos en tierras africanas, poco más tienen en común.
Nirgendwo in Afrika es una película de contrastes:
Entre la oscuridad que invade la Alemania nazi y la claridad del cielo africano; entre el mundo adulto complejo y atormentado, y la mirada infantil para la que todo es agradable; entre la mentira de la pareja alemana, y la lealtad de esa gente de color aún no contaminada; entre la flema británica y la mentalidad alemana...
Y por otra parte, lección de respeto por una cultura diferente, y por la dignidad de la persona; y también lección de fotografía y música sinfónica, que nos transporta a esos bellos parajes, y nos introduce en un mundo africano que respira al ritmo de los tambores.
“Dieses Land hat unser Leben gerettet, aber es ist nicht unser Land!”
(¡Este país salvó nuestras vidas, pero no es nuestro país!)
La migración, es uno de los elementos centrales del siglo XX, en la historia de Europa.
El concepto de “ultranacionalismo”, requiere de la homogeneidad étnica como base del orden político; ésta se convirtió en una de las más eficaces y poderosas ideologías de la época.
El ultranacionalismo consideraba el desplazamiento de parte de la población europea, como una metodología política legítima, racionalizando el uso de la fuerza en contra de las minorías, y abocando arbitrariamente a millones de seres humanos a la persecución, discriminación, menosprecio y expulsión.
Durante La Segunda Guerra Mundial, unos 50 millones de europeos fueron deportados, exiliados o expulsados.
Los alemanes, obligaron a 8 millones de europeos residentes en los países ocupados:
URSS, Polonia, Francia... a trabajar en Campos de Concentración en Alemania; y después de La Segunda Guerra Mundial, más de 14 millones de personas tuvieron que trasladarse forzosamente por la modificación de las fronteras.
La problemática de la migración, es muy importante en nuestras sociedades ahora también.
Aunque las razones han cambiado, muchas personas migran todavía a causa de persecución política, o por razones económicas.
Nirgendwo in Afrika permite comprender la situación de estas personas, y transferir este saber, a las problemáticas de hoy.
El número total de los alemanes expulsados después de La Guerra, sigue siendo desconocido, debido a que la mayoría de las últimas investigaciones proporcionaron una estimación conjunta basada en datos incompletos, incluyendo los que fueron evacuados por las autoridades alemanas, huyeron, o fueron muertos durante la guerra.
Se estima que entre 12 y 14 millones de alemanes étnicos y sus descendientes, fueron desplazados de sus hogares en las últimas semanas de La Segunda Guerra Mundial, o en las posteriores expulsiones ordenadas por los gobiernos de la Europa Oriental.

“Toleranz bedeutet nicht, dass jeder gleich ist.
Das wäre dumm Was ich hier gelernt habe, ist, wie wertvolle Unterschiede sind.
Unterschiede sind gut.
Und intelligente Leute werden es nie gegen dich halten”
(La tolerancia no significa que todos son iguales.
Eso sería estúpido.
Lo que he aprendido aquí es cómo son las diferencias valiosas.
Las diferencias son buenas.
Y la gente inteligente nunca lo tendrá contra ti)



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