Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe In Tears)

“Берешь два года, проживающие в Москве и до сих пор говорят, как крестьянином”
(Llevas dos años viviendo en Moscú y aún hablas como una campesina)

El concepto con el que los rusos explican sus excesos, emociones, afectos y nacionalismo, perdura en las cocinas de los hogares, en las noches de vodka y salchichón, donde las conversaciones mezclan pesares, sueños, desilusiones e incluso nostalgia de los viejos tiempos.
La literatura, de Dostoievski hasta Alexievich, ha explorado en esta cosa medio inasible en la que podría estar la clave para entender, cómo pasaron del zarismo al comunismo y, luego, a un capitalismo de casino.
El “alma rusa” en ruso “русская душа”, es un término de la filosofía rusa, que destaca el particular carácter ruso, y la manera de entender el mundo por los rusos; y se utiliza en obras filosóficas, literarias, musicales, y forma parte de la cultura popular rusa.
Entre las características del alma rusa, figuran el misterio y la amplitud; y se suele resaltar la dificultad de entenderla por el resto del mundo, sin que esto suponga superioridad o inferioridad del pueblo ruso.
Desde los tiempos de la formación de La Unión Soviética, este término se usó a modo de propaganda; y actualmente, el gobierno ruso sigue la línea propagandística, remarcando la superioridad del alma rusa frente a los “desalmados” occidentales.
También, hay que tener en cuenta que este término se aplica en ocasiones a los otros pueblos:
A los eslavos orientales, a los ucranianos y los bielorrusos, por las raíces históricas comunes.
A través de esa alma particular, explican a menudo sus conductas, sus excesos, sus rudezas, sus emociones, sus afectos, sus lágrimas, sus silencios, sus servilismos, sus enojos fulgurantes; pero también su heroísmo y su resiliencia.
“Есть временные работники, как мы”
(Son trabajadores temporales como nosotras)
Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe In Tears) es un drama soviético del año 1979, dirigido por Vladimir Menshov.
Protagonizado por Vera Alentova, Aleksey Batalov, Irina Muravyova, Alexandr Fatiushin, Raisa Ryazanova, Natalya Vavilova, Oleg Tabakov, entre otros.
El guión es de Valentin Chernykh; que recoge elementos biográficos de una generación desencantada, que emigraba a Moscú en busca de mejores oportunidades.
Menshov, creó uno de los relatos cinematográficos más optimistas y esperanzadores del cine soviético y mundial de la época.
Su maestría al plasmar la inmediatez y la humanidad de los protagonistas, y el resto de personajes que se mueven por la película, no sólo le reportó premios y reconocimientos, sino una identificación por parte de espectadores de todo el mundo.
Todo ello hizo que el film se convirtiera en un éxito sin precedentes para el cine de la URSS; y su principal mérito, acercar a Occidente, en plena Guerra Fría, el día a día, los sentimientos y esperanzas de los ciudadanos del país comunista.
Se cuenta que El Presidente de EEUU, Ronald Reagan, vio la película varias veces antes de sus reuniones con El Presidente de La Unión Soviética, Mijail Gorbachov, con el fin de obtener una mejor comprensión del “alma rusa”
Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe In Tears) ganó el premio Oscar a La Mejor Película Extranjera, siendo 1 de las 4 películas soviéticas/rusas, en ganar El Premio de La Academia a La Mejor Película de Idioma Extranjero.
Los otros filmes son:
“War and Peace” (1966), “Dersu Uzala” (1975) y “Burnt by The Sun” (1994)
Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe In Tears) es un documento histórico y sociológico, pues en ella transcurren 20 años.
Comienza en 1958 y termina en 1978.
El periodo histórico que abarca, es la etapa del gobierno de Nikita Kruschev y posteriormente de Leonid Brezhnev; abarca una etapa de desestalinización del primer dirigente, y el estancamiento o la aversión al cambio del segundo, y entre medias, el periodo de un cierto desarrollo económico y social.
Una de las lecturas subyacentes, era la tragedia de la mujer rusa/soviética, por la ausencia de hombres para hacer familia.
El drama está en un periodo de tiempo relativamente corto, donde su población masculina se vio diezmada notablemente.
La Primera Guerra Mundial, luego Guerra Civil, más tarde hambrunas y represión estalinista, y para colmo, La Segunda Guerra Mundial, diezmaron varias generaciones de hombres; y las mujeres debieron ocupar puestos de trabajo impensables, sólo una generación antes.
Entre ellas:
Antonina (Raisa Ryazanova), Lyudmila (Irina Muravyova) y Katerina (Vera Alentova), son 3 mujeres de diferentes edades, que emigran a Moscú en 1958, buscando trabajo y un amor.
Las 3 jóvenes habitan en una residencia comunitaria, se parecen mucho en sus aspiraciones, a las de cualquier mujer de occidente:
Escalar posiciones en su empresa, y casarse con un hombre con buena posición social.
Porque, por mucho que nos encontremos en un país socialista, las diferencias sociales siguen existiendo:
Katerina, que vino a Moscú para ingresar en la universidad, no ha logrado superar las pruebas de acceso, y trabaja en una fábrica, donde destaca por su solvencia, incluso para reparar una máquina.
Lyudmila, alegre y descarada, trabaja en una panadería, pero tiene como principal objetivo en la vida, casarse con un marido rico, y disfrutar de una vida fácil.
Por último, Antonina, la más sencilla de las 3, trabaja como pintora, y tiene un novio moscovita, Nikolai (Boris Smorchkov), un electricista que trabaja en la misma obra.
A lo largo de la historia, asistiremos a sus sueños y deseos, sus amores, sus desilusiones.
Muy a pesar de las circunstancias, a veces adversas, 20 años después, no han podido erradicar la ilusión de alcanzar la anhelada felicidad.
Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe In Tears) es una película costumbrista agridulce, que mezcla drama y comedia, con mucho encanto, y centrando la realidad desde una visión femenina, que fue un gran éxito no solo en Rusia, sino también en todos los países de influencia comunista como:
Europa del Este, China o Cuba, rieron y lloraron al unísono con las historias de las 3 protagonistas; y más que una simple película, es una radiografía de la vida cotidiana de los rusos que vivieron esos años, hasta tal punto que es hoy en día, un referente lleno de admiración y nostalgia, que forma parte del subconsciente colectivo de esa generación.
Pero hay que añadir, que a pesar de estar localizada en un lugar y momento exacto, y bajo una ideología política muy concreta, el drama vital al que se enfrentan sus personajes, es universal, y por tanto, es fácil que cualquier persona del mundo pueda identificarse emocionalmente con los personajes, con sus preocupaciones, con sus sueños, sus esperanzas, sus decepciones… porque Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe In Tears) pretende ser realista, en su reflejo cotidiano de la vida, y en definitiva, las preocupaciones vitales más universales.
“Мы не должны сидеть, мы должны что-то сделать”
(No debemos estar sentados alrededor, debemos hacer algo)
Si hay una película que define la vida de los rusos, entre los 70 y los 80, esta es Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe in Tears), una de las películas más queridas y nostálgicas de los que vivieron esos años.
Cine costumbrista sobre el amor, la amistad, la familia, los sueños, los fracasos… siendo una película muy querida por los rusos, pues sus temas son universales.
Y se centra en 3 jóvenes que llegan del pueblo a Moscú, la gran ciudad, cada una con sus propios sueños y esperanzas, y se hacen amigas en el hostal en el que conviven.
Siguiendo a los personajes a través de los años, desde esa inocencia con la que llegaron a la madurez que da los años, tras desilusiones y tristezas, pero también con sus esperanzas, resulta muy interesante desde un punto de vista sociológico, para obtener una visión de cómo era la vida en la sociedad comunista de la segunda mitad del siglo XX, pues la película abarca desde finales de los 50 a los 80, el periodo en el que se consiguió una cierta prosperidad en las ciudades, aunque finalmente el sistema fracasó estrepitosamente.
Situémonos en el contexto histórico-social, donde se fraguó Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe in Tears)
Producido por Mosfilm, que no olvidemos, constituía la piedra angular de la industria cinematográfica de La URSS; y si bien el filme tuvo el apoyo financiero de la principal productora del país, no debe tratarse a priori de una obra antisocialista.
Cabe esperar, que el sistema de discursos relativo a la desigualdad, se asemeje a la ideología oficial en La URSS.
La película debería reflejar, hasta cierto punto, el modo de vida soviético, el “Soviet Way Of Life”, para no situarse fuera de los márgenes del realismo socialista.
Después, hay que mencionar el carácter aparentemente apolítico y desideologizado de la historia, una narración de 3 chicas en busca de una vida mejor, de sus anhelos, aspiraciones, ilusiones y desilusiones, del amor etc.
Si bien es verdad que el núcleo fundamental de la narración pivota entre el amor en su concepción romántica, y el desarrollo de la vida personal de los personajes, los 2 aspectos aparecen insertos en la sociedad soviética.
Katerina, Lyudmila y Antonina, no buscan el progreso material y el amor en abstracto; lo hacen mediante su participación en una sociedad socialista, con sus propias normas y reglas, en un campo de juego diferente en comparación con las sociedades capitalistas.
La importancia que la narración concede al sistema de jerarquías sociales en la búsqueda del amor y la felicidad.
Fijémonos un momento en 2 de los personajes principales de la obra:
Lyudmila y Katerina.
Lyudmila es muy consciente del prestigio y bienestar material del que goza la “intelligentsia” en la sociedad soviética, por lo que aspira a encontrar un marido a toda costa, dentro de ese grupo social.
La “intelligentsia” o, en transliteración al español, “inteliguentsia” del latín “intelligentia”, es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas, orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos.
El término, ha sido tomado del ruso “интеллигенция” transliterado como “intelliguentsiya”, o bien del polaco.
Los 2, a su vez, derivaron de la palabra francesa “intelligence”
Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, La Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.
Y Katerina, a causa de su posición social, tiene problemas con los 2 grandes hombres de su vida:
Rodion Rachkov (Yuri Vasilyev), el padre de su hija, la abandona cuando descubre que es una obrera, en lugar de una estudiante de la facultad politécnica, como le había hecho creer en un principio.
Y 20 años después, su segundo amor, Gosha (Aleksey Batalov), también la dejará al saber que es la directora de un centro de TV, y no una obrera.
Nótese que en los 2 casos, la historia de amor está fuertemente mediatizada por los orígenes y trayectoria social de los personajes.
Así, los discursos sobre la desigualdad y la estratificación social, que son una auto-representación de la realidad soviética, no fueron captados ni por La Academia de Hollywood, ni por el público de EEUU.
Y no sólo porque ocupen un papel secundario frente a la trama principal de la historia; pues en el transcurso de La Guerra Fría, tanto La URSS como los Estados Unidos, difundieron una imagen estereotipada, el uno del otro.
Paradójicamente, la propaganda de EEUU sobre el comunismo, impediría captar la propaganda sobre la desigualdad que los soviéticos difundían sobre sí mismos.
Dividiendo la acción en 2 partes muy bien definidas, el Moscú de 1958 y el Moscú de 20 años después, Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe In Tears) se centra, desde una perspectiva más femenina que masculina, en temas como el amor, la soledad, o el paso del tiempo, y sus estragos.
Son temas más o menos propios de un cine “burgués” u occidental, que, junto con el enfoque desde el que son vistos estos asuntos, desde un punto de vista desengañado, a veces melancólico, a veces inesperadamente lírico e intimista, otras incluso patético, cómico, o erótico, dan la sensación, un poco desconcertante, de estar ante un cine completamente opuesto al cine soviético de corte más oficial u oficialista, más idealizado, o más centrado en mensajes, consignas y moralejas.
Es más, se sugiere la existencia de una estratificación socio-laboral en una sociedad, en principio, sin clases.
La vida en Moscú en 1958:
La reciente incorporación de Katerina, Lyudmila y Antonina, y su situación legal, refuerza su caracterización de obreras, con una baja posición social.
Paseando por la calle, 2 hombres las abordan, tratando de entablar una conversación con ellas.
Lyudmila los despacha sin ningún miramiento; y dice no son un buen partido, porque al igual que ellas, son trabajadores con permiso temporal de residencia.
Pero Lyudmila, a diferencia de Antonina, busca ocultar su posición social, para lo que se esfuerza en aparentar un alto nivel cultural.
Es muy consciente que, para cazar un marido de la intelligentsia, debe comportarse apropiadamente.
Al final de su jornada laboral, se disfraza de intelectual, jamás viaja en el metro con sus compañeras de trabajo, finge leer en el metro haciéndose la interesante, asiste a la biblioteca Lenin, para intimar en la sala de fumadores, etc.
Un poco más adelante, descubrimos las profesiones de los 3 personajes:
Katerina trabaja de obrera estampadora en una fábrica, Lyudmila en una panificadora, y Antonina es pintora de brocha gorda.
De las 3 jóvenes, Katerina posee el más alto capital cultural.
Se prepara para el acceso a la universidad, es inteligente, le gusta el arte, visita la Galería Tretiakov, etc.
A pesar de todo, Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe In Tears) no oculta ciertas carencias culturales que nos remiten a su posición social de obrera.
He aquí un ejemplo:
Lyudmila y Katerina, se han trasladado a vivir temporalmente al piso de los tíos de Katerina, mientras la pareja está de viaje.
Lyudmila trata de convencer por todos los medios a Katerina, para que organicen una cena, haciéndose pasar por las hijas del dueño.
Katerina rehúsa participar en el engaño; se siente incapaz de mentir, de fingir ser la hija de un miembro de la intelligentsia.
Al final, Katerina se dejará engatusar por Lyudmila, y constata en su inseguridad, la inferioridad de la posición social que ocupa respecto a la intelligentsia, con costumbres y una forma de comportarse distinta a la suya.
Pero también está Nikolai (Boris Smorchkov), el novio de Antonina, un electricista en el sector de la construcción, que gana 850 rublos al mes, y pronto obtendrá el sexto rango de cualificación laboral.
Nikolai no es un inmigrante de reciente incorporación, no es un trabajador temporal como los 3 personajes femeninos.
Sus padres llevan 25 años viviendo en Moscú.
Aunque Lyudmila se había mofado de su corto intelecto, también reconoce con cierta sorna, que no es tal mal partido.
Sus padres, tienen una casa de campo o “dacha”, mientras que él posee un automóvil.
Recordemos que, en los años 60, la “dacha” y el automóvil eran 2 objetos de consumo, fuera del alcance de amplios sectores de la población soviética.
Al poco de empezar la historia, nos damos de bruces con los primeros representantes de la intelligentsia.
El lugar, es un festival de cine francés:
Actores y actrices, van  desfilando delante del público que con gran exultación los admira.
Su prestigio y nivel material de vida es alto, en comparación con el ciudadano soviético medio.
Los artistas vienen en coche, visten ropas caras, piel por ejemplo; su imagen y nivel de vida, aparecen ligados a la felicidad.
También cuando Katerina y Lyudmila visitan la casa de los tíos de la primera, para quedarse a vivir temporalmente, experimentan el contraste entre sus condiciones de vida y las condiciones de vida de la intelligentsia.
El director, nos proporciona la imagen de un rascacielos de gran altura, con un amplio portal de mármol, y un ascensor a disposición de los vecinos.
El piso está acorde con el edificio, espacioso, con teléfono y televisión.
De todas las viviendas que aparecen en la película, es sin duda la más lujosa.
La pose, la manera de hablar, y el tema de conversación, delatan la alta posición del tío de Katerina.
La mascota, símbolo de distinción, refuerza la percepción de estar ante gente importante… y en aquella cena en el piso de los tíos, Katerina se transformará en estudiante de un instituto politécnico, mientras que Lyudmila asumirá el papel de estudiante de psiquiatría.
Los invitados, como cabría esperar, gentes de la intelligentsia, o cercanas a ellas:
Poetas, doctores en ciencias técnicas, vicedirectores de una empresa, etc.
Lyudmila conseguirá su objetivo, enamorar a Sergey, un conocido jugador de hockey sobre hielo…
Como ya adelantamos, Katerina iniciará una relación con Rodion Rachkov, cámara de televisión.
En ese Moscú de los años 50, existen las clases sociales y sus diferencias; hay mujeres que sienten que su futuro será mejor, si consiguen una buena boda; se combate contra la soledad; hay problemas y dependencias como el alcoholismo; las heroínas sueñan con enamorarse y formar una familia; se sueña con el éxito y la fama; también se produce la inmigración del campo a la ciudad en busca de oportunidades y prosperidad social y económica; ahí también es dura, aunque con más facilidades, y menos estigma social que en otras culturas en aquellos años.
Veremos la situación de una madre soltera; donde las familias quieren comprarse una televisión a plazos, conseguir un hogar cómodo, y comprar un buen coche…
Luego tenemos la vida en Moscú, 20 años después:
Katerina terminó sus estudios universitarios con éxito.
En 1978, es una ingeniera convertida en directora de una fábrica, con 3000 personas a su cargo.
Además ostenta un cargo en El Soviet de Moscú.
Sin que se haga mención directa, tales responsabilidades solían implicar la pertenencia al Partido Comunista, otro signo más de alto estatus social.
Acorde a su mejora en la vida, Katerina vive en su propio apartamento con su hija Alexandra (Natalya Vavilova), y ya tiene coche.
Si en 1958, tomábamos nota de las inseguridades de Katerina, ahora la protagonista hace gala de un estilo más resolutivo, acorde a su nueva posición social:
Un director, un jefe de estilo soviético, “nachalnik”, debe impartir órdenes o pedir responsabilidades a sus subordinados, pero también saber escuchar y ofrecer soluciones.
Son las cualidades de un buen dirigente en El Estado del todo el pueblo.
Y Katerina demuestra ambas virtudes.
Gosha aparece en esta segunda parte de la historia:
Katerina regresa del trabajo en un tren de cercanías…
Gosha se sienta frente a ella, dirigiéndole una mirada de aprobación.
Katerina observa despectivamente la suciedad de su calzado… y en ese momento, Gosha inicia una conversación de “cortejo” con Katerina.
Entonces sale a relucir el estatus socio-laboral de ambos personajes:
Gosha se presenta como un mecánico ajustador del rango salarial más alto, jefe de turno o contramaestre.
Más adelante, durante una comida campestre que cuenta con la presencia de Katerina, su hija Alexandra, Gosha y sus amigos, sabremos que trabaja en un instituto científico.
Llamemos “aristocracia obrera” a aquellos obreros más preparados y cualificados con altos salarios.
Gosha cree, erróneamente, que Katerina es una mecánica-ajustadora de rango similar al suyo.
Un poco más adelante, Gosha aborda a Katerina en la calle; y ella lo invita a cenar a su casa para que conozca a su hija Alexandra.
Gosha inspecciona atentamente el domicilio, y concluye con tono asertivo:
“Me vale”
Gosha, obrero de alto rango, no es capaz de distinguir a una directora por su vivienda; por lo que la película nos transmite una idea:
La distancia simbólica que separa a obreros de alto rango y dirigentes, no es insalvable.
En 1978, la posición social de Lyudmila ha variado respecto a 1958…
La trayectoria social, se comporta como si fuese una montaña rusa.
A una fase de subida, le acompaña otra de bajada.
La mejora de la posición social de Lyudmila, dependía de la de su marido.
En cuanto el famoso deportista se echa a la bebida, arrastra a Lyudmila en su inevitable pérdida de estatus y posiciones sociales.
De obrera con baja cualificación, pasó a ser la esposa de un deportista de elite, para terminar trabajando en una tintorería.
En La Unión Soviética, profesiones en el sector servicios como la que realiza Lyudmila, tenían por norma, una peor remuneración que ocupaciones obreras de cuello azul como las de Nikolai y Antonina.
Y 20 años después, Nikolai y Antonina siguen felizmente casados, ya con 3 hijos.
Continúan trabajando en el sector de la construcción, en profesiones de cuello azul; frente a la degradación de Lyudmila, pues su caso se ciñe a una consolidación de su trayectoria de clase.
Y la mejora social experimentada se da dentro de los límites de su mismo grupo.
La emigración desde las zonas rurales hacia Moscú, hacia lo urbano, supone ya una primera expectativa de movilidad social ascendente.
La división del largometraje en 2 partes, que suceden con 20 años de diferencia, refuerza esa dimensión de trayectoria, de cambio.
La mayoría de los personajes:
Antonina, Nikolai, Katerina, Gosha, ligan la posición social de llegada al esfuerzo personal y al trabajo.
Lyudmila, en cambio, busca alcanzar posiciones de mayor prestigio y/o confort material, aprovechándose del trabajo de otros, recurriendo incluso a las trampas.
Pero la inteligencia no es el único factor que explica el triunfo de Katerina.
A sus cualidades innatas, hay que sumar, su tenacidad, su capacidad de superación, su trabajo incansable...
Cuando Katerina fracasa en su primer intento de entrar en la universidad, no se rinde:
“De todas maneras accederé”
Cuando queda embarazada, y el padre de la criatura la abandona, tampoco tira la toalla; cría a su hija, y prosigue con sus planes.
Por eso, es un ejemplo a seguir, alguien que ha conseguido todo lo que quería en la vida, de simple obrera a dirigente.
“El Sueño Soviético”
Gosha es otro trabajador modelo, y este es el segundo atractivo que lo une a Katerina.
Si no ha llegado a dirigente, es porque no quiere, no porque no pueda.
Su trabajo como obrero cualificado le llena, le satisface y lo realiza con el máximo esmero.
Es un trabajador consciente, “de que con él, todo empieza a funcionar”; otro pilar del sistema socialista.
Si Katerina y Gosha pertenecen a la vanguardia que construye el socialismo, Antonina y Nikolai son los representantes de los obreros habituales:
Esa gran mayoría social en La URSS, a los que la estabilidad del sistema permite llevar una vida tranquila, decente y feliz.
La movilidad social, se ha producido dentro de su mismo grupo-socio clasista.
No son tan inteligentes como los personajes de la vanguardia, pero su capacidad para trabajar honradamente, les ha hecho mejorar.
Por ello, Lyudmila es la antítesis de Katerina.
Su objetivo vital, no es prosperar por sus propios medios.
Ella prefiere mejorar su posición social, casándose con alguien de la intelligentsia.
Por eso está en Moscú, porque “es una gran lotería”
Para conseguirlo, está dispuesta a recurrir al engaño y a las malas artes.
Toda la película está llena de referencias discursivas reprobatorias hacia ella.
El significado narrativo de esta subtrama, es claro.
Lyudmila es un parásito, una arribista, alguien que quiere trabajar cuanto menos mejor, y que un marido “rico” cargue con ella.
La figura del parásito, recibió numerosas críticas desde los primeros días de La Revolución; tanto que Lenin denunció, “a esos grupos y esas capas de trabajadores que quieren hacer el menor trabajo posible, el de calidad más baja, y arrancar la mayor cantidad de dinero posible”
Más ejemplos de la actitud parasitaria de Lyudmila.
La madre de Rodion, censura la actitud de Lyudmila hacia la vida y el trabajo.
Viene a decirle que, en la vida, es decir, en el socialismo, no se logra el bienestar material sin esfuerzo, sin trabajar.
La escena sucede en 1958; y en 1978, su forma de pensar no ha cambiado en nada.
Al comienzo de la segunda parte, Lyudmila coquetea con un General en su trabajo… pero aparece la mujer del General, y su amabilidad se disipa.
De manera un tanto repelente, la esposa del militar le pide al marido su aprobación para unas compras.
Lyudmila se pregunta, por qué no podría ella ser la esposa de un General...
Su compañera vuelve a poner el acento en la importancia del trabajo:
“No se llega a esposa de General sin casarse antes con un Teniente, con todos los sacrificios que conlleva”
Es imprescindible una trayectoria de esfuerzo para alcanzar las posiciones sociales más relevantes.
De nuevo, Lyudmila recurre a la metáfora de la lotería.
En una tercera escena, Katerina, Lyudmila y Antonina hablan de los hombres…
Lyudmila continúa con su sueño de conquistar a un marido de posición social elevada.
Antonina le responde, que a un buen hombre “hay que hacerlo”
Otras cuestiones de género, tienen especial peso:
Gosha, el gran amor de Katerina, héroe socialista del trabajo, sostiene opiniones abiertamente machistas:
“En la familia, el hombre debe tener una posición superior respecto a la mujer”
“Yo decidiré todo, y siempre por la sencilla razón de que soy el hombre”
En una conversación con Katerina, Antonina le recuerda las dificultades que encuentran las mujeres de su rango para casarse:
“A los hombres no les gusta cuando una mujer ocupa una posición superior a la suya”
La maternidad, el aborto, la violencia juvenil, el alcoholismo, o las consecuencias disgregadoras de la urbanización con la rotura de los lazos de solidaridad tradicional, son problemas sociales que aparecen de refilón, y es curioso cómo en la sociedad soviética, ser madre soltera constituye un problema, pero no un estigma, ya que Katerina llega a desempeñar un puesto directivo en su empresa.
También, es interesante el personaje cuarentón y alcohólico, que todavía espera que El Estado le ofrezca una nueva oportunidad, y así iniciar una nueva vida.
Además, Gosha, el definitivo pretendiente de la protagonista es, a los ojos actuales, un machista que se enfada porque su futura mujer gana más que él...
Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe In Tears) es una película que sabe mezclar comercialidad y calidad.
Por un lado, es una película cercana, con la que es fácil empatizar, especialmente con sus personajes y su tono costumbrista; y tiene un buen sentido del ritmo, sabe dosificar bien el drama y la comedia, aunque es cierto que el drama tiene más peso e interés que la comedia, pero esta última ayuda a que el drama no caiga nunca en el exceso melodramático, a pesar de algunos capítulos que se prestan a ello.
Pero además, es una película formalmente cuidada, técnicamente impecable, con un notable guión, una dirección de apariencia sencilla, y un reparto de actores excelentes, destacando especialmente Vera Alentova, que desarrolla extraordinariamente un personaje complejo y repleto de detalles, un personaje con tanta fuerza y dureza, como sensibilidad y tristeza, su transformación por el paso del tiempo es fundamental para el desarrollo de la película, que siendo coral, se carga a sus espaldas.
En este sentido, está arropada por uno de los galanes más importantes del cine ruso, y recientemente fallecido:
Aleksey Batalov, que realiza también un personaje lleno de matices, como el resto de secundarios, que son en definitiva el alma de la película.
El director sabe darles todo el protagonismo, siendo eso que dicen “una película de actores”, aunque como los protagonistas son femeninos, también se suele decir que es “una película de chicas”
La protagonista absoluta, una de las 3 amigas, es Katerina, una heroína a toda regle:
Madre soltera, sustituye su soledad y su desolada situación personal por la superación profesional.
Katerina muestra que la igualdad de género en el trabajo, sí fue una realidad en La Unión Soviética, y narra como una obrera prospera hasta convertirse en la directora de una fábrica.
Pero la sorpresa es mayúscula cuando descubrimos que ahí también los hombres siguen teniendo una mentalidad patriarcal, es decir, el hombre siente que tiene que ganar más dinero que la mujer amada, o tener un cargo superior, y que si ocurre lo contrario, puede haber problemas…
Y ésa es una dificultad que encuentra Katerina cuando, por fin, encuentra al hombre de su vida.
Sin embargo, como tragicomedia que es Москва Слезам Не Вери (Moscow Does Not Believe In Tears), los personajes superan la barrera.
Por otra parte, también asistimos al desarrollismo, que también se produce en La URSS, de los años 50, 60 y 70, así las heroínas evolucionan en su situación socioeconómica; y disfrutamos del paso de los años de las 3, entre situaciones cotidianas y de intensa emoción, entre lágrimas y risas.
Momentos preciosos de reuniones y comidas en la casa de campo, en los comedores, en la residencia femenina, en bodas, en pequeñas fiestas privadas… donde sus personajes tratan, como todo el mundo, de encontrar aquello que les hace felices.
Al final, lo que cuentan son las buenas amistades, las reuniones agradables, las esperanzas e ilusiones, el amor si se encuentra…
Como dato, el director de la película, Vladimir Menshov, tiene un pequeño cameo.
Su personaje, es uno de los amigos del Gosha en el picnic.
A destacar la banda sonora con temas como:
“Bésame Mucho”, “Daddy Cool”; de Serguéi Nikitin y Tatiana Nikitina con “Александра” o “Alexandra”; y “Диалог у новогодней елки” o “Un diálogo por el árbol de año nuevo”; de Klavdiya Shulzhenko con “Давай закурим” o “Vamos a fumar”, etc.
“Вы знаете, что думает Москва о слезах”
(Sabes lo que piensa Moscú de las lágrimas)
A finales de la década de los 50, el líder soviético, Nikita Kruschev, anunció que en 20 años se alcanzaría El Comunismo.
Y pasaron 20 años…
Leonid Brezhnev regía los destinos de La Unión Soviética.
En 1977, el gobierno soviético aprobó una nueva constitución, que proclamaba con gran solemnidad, el socialismo desarrollado en La URSS.
El comunismo, esa sociedad sin clases ni Estado, volvió a postergarse a un futuro lejano; y la demora daba píe a reconocer la permanencia de distintas desigualdades sociales.
Si uno de los discursos, hace hincapié en lo que queda por hacer, en las desigualdades que aún subsisten, el otro apunta a lo que ya se ha hecho, a los logros del socialismo realmente existente.
El mensaje es nítido:
El sistema soviético ofrece una auténtica igualdad de oportunidades a pesar de las dificultades que se presentan en la vida.
El socialismo, una vez eliminadas las diferencias sociales que engendra la propiedad privada de los medios de producción, garantiza la verdadera meritocracia.
Paradójicamente, los orígenes sociales pasan a un segundo plano en la determinación de la trayectoria vital de la persona, mientras que las cualidades y estrategias individuales, adquieren una importancia de primer orden.
La moraleja en líneas generales, es la siguiente:
A los que trabajen duro como Nikolai, Antonina, Gosha o Katerina, les irá bien; al que no lo haga, como Lyudmila, la vida les acabará pasando factura.
Porque en el socialismo se premia a los que trabajan, y castiga a los parásitos.

“Времена всегда одинаковые!
Прежде чем получить что-то есть Я заслуживаю, работа”
(¡Los tiempos son siempre los mismos!
Antes de recibir algo, hay que merecérselo, trabajar)



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