42nd Street

“All right, now, everybody... quiet, and listen to me.
Tomorrow morning, we're gonna start a show.
We're gonna rehearse for five weeks, and we're gonna open on scheduled time, and I mean scheduled time.
You're gonna work and sweat, and work some more.
You're gonna work days, and you're gonna work nights, and you're gonna work between time when I think you need it.
You're gonna dance until your feet fall off, till you're not able to stand up any longer, but five weeks from now, we're going to have a show.
Now, some of you people have been with me before.
You know it's gonna be a tough grind.
It's gonna be the Toughest Five Weeks that you ever lived through!
Do you all get that?
Now, anybody who doesn't think he's gonna like it had better quit right now.
What do I hear?
Nobody?
Good... then that's settled.
We start tomorrow morning”

En EEUU, la calle 42 es una de las calles de negocios más animadas de Manhattan central, ciudad de New York; y tiene una longitud de unos 3,5km y atraviesa toda la isla desde el East River hasta el río Hudson; siendo el centro del Distrito del Teatro de New York; por lo que la calle ha tenido un lugar especial en la imaginación de los neoyorquinos desde al menos el cambio de siglo XX, siendo a la vez, el sitio de algunos de los edificios más conocidos de New York, incluyendo de este a oeste:
La Sede de las Naciones Unidas, el edificio Chrysler, la Grand Central Terminal, el Times Square y La Terminal de Autobuses de La Autoridad Portuaria.
Fue debido a la producción cinematográfica y musical de Lloyd Bacon y Busby Berkeley de 1933, “42nd Street”, protagonizada por Dick Powell y Ruby Keeler, donde muestran la mezcla obscena y colorida de los habitantes de Broadway y los humildes en Manhattan durante La Gran Depresión; y que en 1980 se convirtió en un exitoso musical de Broadway que funcionó hasta 1989, siendo revivido por una carrera de 4 años en 2001; y en las palabras de la canción del filme escritas por Al Dubin y Harry Warren, “en la calle 42 puedes encontrar:
Damas sexis que son indiscretas, una al lado de la otra, glorificadas en la calle 42, donde el inframundo puede encontrarse con la élite traviesa, tonta, obscena, deportiva”
Pero desde finales de la década de 1950 hasta finales de la década de 1980, la calle, apodada “Deuce” o “diabólica”, fue el centro cultural de los teatros “Grindhouse” estadounidenses, que engendraron una subcultura completa; donde las películas que se mostraban describían la mezcla única de personas que formaban parte de los asistentes:
Depresivos que se esconden de trabajos, obsesivos sexuales, personas de la ciudad baja que buscan distracciones baratas, adolescentes que faltan a la escuela, parejas de aventureros en citas, busca parejas que se asoman, personas que se drogan, sin hogar, durmiendo, carteristas... mientras que la calle fuera de los teatros estaba poblada del vendedor de drogas, traficantes de bajo nivel, ladrones de cadenas... que desencadenaron solos su mundo de sueños de heroína y cocaína... halcones depredadores que espían el comercio de menores de edad en busca de recogidas, prostitutos masculinos de todas las edades, transexuales, buscavidas y gays, o heterosexuales fetichistas...
Era común ver estrellas porno, cuyas películas se estrenaban allí…
¿Eras un bicho raro?
No cuando fuiste la calle 42, pues ser un bicho raro te daría dinero, atención, entretenimiento, una parte protagónica en una película... o tal vez un robo y una paliza.
Por ello la calla fue el hogar de actividades que a menudo se consideraban desagradables, incluyendo espectáculos para mirones, “sex-shops”, una gran variedad de cines X, y clubes de striptease; y en los últimos años ha habido una fuerte campaña por la expulsión de la industria del porno fuera del barrio, apoyada activamente por los habitantes de las vecindarios contiguos.
Sin embargo, hubo un tiempo en que la calle 42 tuvo una fuerte influencia cultural, y se refleja en el filme en cuestión.
“When she knows as much as we know, she'll be on her way to Reno”
42nd Street es una comedia musical del año 1933, dirigida por Lloyd Bacon.
Protagonizada por Dick Powell, Ruby Keeler, Warner Baxter, Ginger Rogers, George Brent, Guy Kibbee, Ned Sparks, Una Merkel, Bebe Daniels, Edward J. Nugent, Allen Jenkins, Dennis O'Keefe, entre otros.
El guión es de Rian James y James Seymour, con Whitney Bolton que no fue acreditada, basados en la novela del mismo nombre, escrita por Bradford Ropes; y siendo producida durante La Gran Depresión, por la productora Warner Bros., y el productor Darryl Zanuck, no acreditado; junto a las coreografías supervisadas por Busby Berkeley.
La producción de 42nd Street empezó el 5 de octubre de 1932, y el rodaje duró 28 días en los estudios de Warner Bros., en Burbank, California; y la inversión total del filme osciló entre $340.000 a $439.000; y como un truco publicitario, un tren llamado “The 42nd Street Special” viajó de Hollywood a la ciudad de New York, llegando a tiempo para la inauguración en Strand Theatre el 8 de marzo de 1933.
En el tren estaban los actores bajo contrato de Warner Bros., que fueron llamados al escenario después que se mostró la película:
Joe E. Brown, Tom Mix y su caballo, Bette Davis, Laura La Plante, Glenda Farrell, Lyle Talbot, Leo Carrillo, Claire Dodd, Preston Foster y Eleanor Holm.
La película se convirtió en una de las producciones más rentables de ese año, obteniendo unos ingresos totales de aproximadamente $2,300.000; y tuvo tanto éxito financiero, que salvó a Warner Bros., de la bancarrota; y lanzó a la fama a sus intérpretes:
Ruby Keeler y Dick Powell, los cuales hicieron 7 películas juntos; siendo el inicio de una larga serie de musicales de parecidas características.
Además, cabe destacar que este filme fue nominado al premio Óscar por Mejor película y sonido.
La filmación se realizó en las 3 instalaciones de Warner Bros., con sede en Los Ángeles:
En el original Sunset Studio, el Vitagraph Studio en Hollywood, y los antiguos sets de sonido, First National en Burbank.
La película tiene lugar en 1932, y sigue a Julian Marsh (Warner Baxter), un exitoso director de Broadway, que produce un nuevo espectáculo, a pesar de su mala salud.
El dinero proviene de un hombre rico y mayor, que está enamorado de la estrella del espectáculo:
Dorothy Brock (Bebe Daniels), pero ella no responde a su amor, porque todavía está enamorada de su antigua pareja…
La noche antes del estreno, Dorothy se rompe el tobillo, y Peggy Sawyer (Ruby Keeler), una de las coristas, intenta hacerse cargo del puesto para salvar la producción.
Como película, 42nd Street presenta la dureza y desmitificación del mundo del espectáculo y las miserias de sus entresijos laborales y sociales; donde todos los artistas de diferentes niveles luchan sin escrúpulos por sobrevivir o conservar su estatus y su puesto de trabajo.
Y gran parte del éxito se debió a las coreografías novedosas y caleidoscópicas con las que Busby Berkeley cierra los últimos 20 minutos de la cinta, y que le consagraron como el genio que fue; al tiempo que supuso también el debut de Ruby Keeler, en aquellos momentos mujer del famoso Al Jonson, y destacada bailarina de claqué; y abrió la puerta a la carrera como actriz de Ginger Rogers, a quien recomendó el propio Melvin Leroy con quien tenía un affaire...
La película también revitalizó y renovó el género musical, y tras su abuso a raíz de la introducción del sonoro; cosechó un gran éxito de público, que salvó a Warner de la quiebra; por lo que el tiempo la ha convertido en un icono del cine musical.
Después de 42nd Street, Busby Berkeley fue promovido, y el estudio le otorgó un contrato; tanto que Warner ya tenía una especie de secuela llamada “Gold Diggers” en producción antes del lanzamiento de 42nd Street.
El éxito de ambas películas, permitió un mayor presupuesto y números de producción más elaborados en la siguiente secuela:
“Footlight Parade” iniciando de esa manera toda una serie de película temáticas.
“Now go out there and be so swell that you'll make me hate you!”
El musical como tal, tiene algo muy interesante:
Puede representar grandes objetos del mundo real con su lenguaje, sea una ciudad, un tren, un racimo de pequeñas tiendas propias de los parques de diversiones… mientras los otros géneros de cine, al contar con un lenguaje más realista o naturalista, podría decirse que no representan los objetos del mundo real; y se limita a mostrarlos tal como son:
Los fotografían.
Pero el cine musical, al tener un lenguaje no naturalista, al trabajar con elementos que provienen del teatro y de los escenarios, y por la particular forma en que la música y el sonido entran en él, hace reconstrucciones estilizadas de esos grandes objetos reales; y puede tematizar esas representaciones.
Es decir, la representación vale en sí misma como espectáculo; y no se necesita enhebrarla en el hilo de una historia para que interese y atraiga al espectador.
Algo así pasa con 42nd Street, con la representación, o reconstrucción de la famosa calle 42 de New York, tal y como se supone que era a principios de los años 30.
Como producción cinematográfica, 42nd Street fue el primer filme de Ruby Keeler, y la primera vez que un coreógrafo, Busby Berkeley, y los compositores musicales, Harry Warren y Al Dubin, trabajaban para Warner Bros.
Por su parte, William Berkeley Enos, más conocido como Busby Berkeley, fue un director de cine de Hollywood y coreógrafo estadounidense; muy famoso por sus elaborados números musicales que incluían complejas formas geométricas.
Sus trabajos en general, requerían un gran número de “showgirls” y elementos para imitar un efecto de caleidoscopio.
Pero él comenzó como director de teatro, al igual que otros directores de cine; y a diferencia de otros, creía que la cámara debía tener movimiento, y filmó desde ángulos inusuales para el público de esa época, tomas que no podían ser obtenidas en otro tipo películas.
Es por esto que su rol en el género de los musicales es tan importante, porque sus números eran conocidos por comenzar en el ámbito del escenario, pero superaron rápidamente este espacio al moverse a un tiempo y lugar que solo podía ser cinemático, solo para volver hacia un público que aplaudía y la caída el telón.
Como coreógrafo, a Berkeley se le permitió cierto grado de independencia en su dirección de los números musicales, y a menudo eran notablemente distintos, y a veces en contraste de las secciones narrativas de las películas; pero los números que coreografió eran en su mayoría optimistas, y se centró en la decoración en lugar de la sustancia.
La popularidad de Berkeley con una audiencia durante La Gran Depresión hambrienta de entretenimiento, se aseguró cuando coreografió 4 musicales consecutivamente para Warner Bros., iniciando con 42nd Street:
“Footlight Parade”, “Gold Diggers”, “Dames” y “Fashions”; como dato, Berkeley siempre negó cualquier significado profundo a su trabajo, argumentando que sus principales objetivos profesionales eran superarse constantemente, y nunca repetir sus logros pasados.
Mientras que el director Lloyd Bacon no era la primera opción para rodar 42nd Street, fue elegido para reemplazar al director Mervyn Leroy que se encontraba mal de salud.
En ese tiempo, Leroy mantenía una relación amorosa con la actriz Ginger Rogers, y sugirió que ella reciba el papel de “Ann” 
Por lo que la dirección construye un musical delicioso, rítmico, que desborda optimismo y alegría; mientras el guión combina con coherencia las historias de varios personajes; por lo que la naturalidad de los mismos, y su condición de personas sencillas, hacen que el espectador se identifique con sus problemas y triunfos.
La acción principal, ambientada en 1932, tiene lugar en unos locales de ensayos en la calle 42, y en otras localizaciones de la ciudad de New York y Filadelfia; durante la época de La Gran Depresión.
Allí, los productores de Broadway, Jones (Robert McWade) y Barry (Ned Parks), deciden presentar el show musical titulado “Pretty Lady”, con la actuación estelar de la bellísima Dorothy Brock.
El productor de Dorothy, un industrialista de nombre Abner Dillon (Guy Kibbee), es el principal inversionista de la obra; sin embargo, mientras Dorothy conserva la relación con Dillon, secretamente se ve con su amante y compañero de espectáculo, Pat Denning (George Brent); y para garantizar el éxito de la obra, el afamado y estricto director Julian Marsh, es contratado; pero él está enfermo, sin amigos, amargado y en la quiebra por la caída de la bolsa de valores en 1929; y por ello se ve obligado a que la obra sea un éxito, para poder tener suficiente dinero para jubilarse.
Con todo dispuesto, la selección de actores y los ensayos se dan inicio, a pesar de la gran competencia y las insinuaciones del jefe de reparto...
La inocente y primeriza Peggy Sawyer, es engañada, hasta que 2 coristas, Lorraine Fleming (Una Merkel) y Ann “Anytime Annie” Lowell (Ginger Rogers) se unen a ella.
De esta manera, Peggy consigue trabajo como corista en el musical.
Mientras que Lorraine siente afecto por el director de danza, Andy Lee (George E. Stone), y el joven galán de la obra, Billy Lawler (Dick Powell) desarrolla una atracción por Peggy; por lo que él comenta y recomienda a Marsh, para que tome en cuenta a Peggy.
Los ensayos continúan por 5 semanas, y Marsh está insatisfecho.
Sin embargo, la víspera al estreno de la obra, la actriz principal, Dorothy Brock, se lesiona el tobillo, y la novata Peggy la sustituye en el papel principal, y es obligada a ensayar hasta el agotamiento.
Responsable de la suerte de la compañía, sale a escena y entusiasma a los espectadores.
Aproximadamente se dedican 20 minutos a las coreografías de Busby Berkeley, tituladas:
“Shuffle Off to Buffalo”, “I am Young and Healthy", y la principal presentación, “42nd Street”
La obra teatral es un éxito, y durante la escena final, Marsh abandona el teatro sin llamar la atención, a través de una salida de emergencia, y muy agotado de saborear su triunfo.
42nd Street es uno de los musicales míticos de la historia del cine, convertido en un clásico con toda justicia.
La historia del complicado proceso de montaje de una obra de teatro musical en New York, está contada con gran agilidad, basada en la mezcla de los elementos puramente teatrales, y en las peripecias amorosas de los protagonistas, resultando muy divertidos algunos diálogos y enredos, donde lo mejor es el final, cuando podemos disfrutar de 3 espléndidos números musicales que demuestran todo el ingenio creador de Busby Berkeley.
Y es que esta producción fue considerada una propuesta riesgosa en la que se podía perder dinero durante La Gran Depresión; y a mediados de 1930, los primeros musicales tenían como regla:
“Todos hablaban, todos bailaban”, y típicamente sufrían de severas restricciones de cámara, junto con una pobre puesta en escena musical, y agriaron al público sobre el género en general, con las enormes pérdidas de Universal del animado “King of Jazz” (1930), por ejemplo, habían puesto una moratoria extraoficial en el musical; y ningún otro estudio quería arriesgarse a producir uno.
Pero Warner Bros., en el momento del estreno de 42nd Street, tenía “Gold Diggers” a punto de completarse, y los planes de preproducción estaban en marcha para “Footlight Parade”; todos con el talento de Busby Berkeley, por lo que el riesgo era altísimo, y enorme pudieron ser las pérdidas; pero no fue así, sino todo lo contrario, un éxito arrollador.
La película en sí integra 2 narraciones entrelazadas:
La del montaje y realización del musical, y la de algunos personajes relacionados con el mismo; por lo que reúne las figuras tópicas del género:
La joven inexperta e ingenua que sueña con el estrellato; el rico inversionista caprichoso y director preocupado… e incluye una descripción emocionante, y desmitificadora del mundo de los actores y actrices al otro lado de las candilejas:
Con el trabajo escaso, las remuneraciones insuficientes, la desesperación de los no seleccionados, en el marco de las angustias de La Gran Depresión.
Pero elogia el esfuerzo personal como base del éxito en la vida, el valor de la amistad desinteresada y el dolor de la amistad por interés.
Son escenas destacadas, los números de baile, evidentemente, la vista aérea de Manhattan que abre una progresiva aproximación a la calla 42, y la escena final de Julian Marsh.
La fotografía de Sol Polito, se basa en una extraordinaria agilidad de la cámara, con encuadres picados y oblicuos, “travellings”, “zooms” y barridos que resaltan la espectacularidad y el dinamismo de los números de baile y la dureza de los ensayos.
Se beneficia de una iluminación magistral y de una coreografía magnífica, de diseño innovador, abstracto y surrealista, de gran efectividad; y como marca de la casa, hace uso de bonitos juegos ópticos.
Y es que 42nd Street fue un filme con mucha suerte:
Primero porque al haber sido realizado en el crucial año de 1933, pudo contar con la aparición de cámaras más flexibles con las que, el director Lloyd Bacon y el coreógrafo Busby Berkeley, se dieron el gusto de dar a su historia movilidad, y a los números musicales un dinamismo innovador.
Las formas caleidoscópicas, los constantes desplazamientos sobre el variado escenario y la manera “imposible” de introducirse entre “columnas de carne”, eran impensables años atrás debido a las pesadas cámaras que por entonces existían.
También 42nd Street fue afortunado, porque todavía faltase 1 año para que se implantara el riguroso, conservador y horripilante Código Hays de censura, y así se pudo recrear con plena franqueza, y debidas sutilezas, muchas de las cosas que suceden tras bambalinas en las revistas musicales como el comercio sexual, el clientelismo, el exhibicionismo, el abuso laboral… pero también, la dignidad a toda prueba, la solidaridad, el sentido de la justicia... y hasta el lado noble de quien pareciera ser la más desadaptada, como es el caso de Ann “la chica que una vez dijo no, porque no había entendido la pregunta”; papel asignado a la todavía desconocida Ginger Rogers, quien ya estaba “ad portas” de comenzar a hacer historia al lado del eterno Fred Astaire.
Y son precisamente estos valores los que han hecho de 42nd Street un clásico del cine que siempre se recordará como un momento de oxigenación del estatismo cinematográfico; y aun hubo quienes acusaran a Berkeley de haber contribuido a la despersonalización de las bailarinas, al convertirlas en piezas invisibles de figuras geométricas, pero de cara a la creativa y relevante estética que nos ofrecía, vale aplaudir tal innovación de los musicales, pues hubo del otro lado, bastantes coreógrafos que centraron todo su esfuerzo en la pareja, en el pequeño grupo o en la acción individual.
Y queda decirlo, nunca hubo otro alguien que resaltara con el estilo que hizo inmortal a Busby Berkeley.
Pero en la producción de esta producción, es decir, el teatro dentro del teatro encontramos otros detalles interesantes, como la influencia del dibujo animado:
La representación de la ciudad en 42nd Street, parece alimentarse de los dibujos animados de la época, como por ejemplo, los cortos de Betty Boop, que producían los hermanos Fleischer; y esta impresión se apoya en distintos elementos como en la movilidad de los distintos personajes, que no es sólo propia de bailarines, pues se mueven más bien como dibujos, donde su cuerpo está continuamente palpitando frente al ojo del público.
Otro detalle es la distorsión de su aspecto:
Son caricaturas, por ejemplo, el portero negro bailando en la calle, los fruteros italianos que cubren el carro de su mercancía y se van a jugar al golf... los enanos, el barbero que se apresta a afeitar a una mujer disfrazada de hombre y le masajea la cara con movimientos cortos; la niñera que hace gestos de darle palmadas en la cola a la réplica de bebé...
La música es propia de la época, pero también puede encontrarse en los dibujos animados de los Fleischer, por ejemplo en “Any rags” (1932), “Minnie The Moocher” (1932) o “The Old Man Of The Mountain” (1933)
Por lo que el drama que se desarrolla en un pequeño departamento, y que termina en la calle con la chica apuñalada, también tiene una estilización, con su grito desesperado casi cómico, proveniente igualmente de los dibujos animados.
En cuanto a la definición y al uso de 4 planos en la representación de la ciudad, Busby Berkeley recurrió a 4 perspectivas, 4 planos cada uno con distinto acercamiento para representar la ciudad, siendo también 4 distancias:
El número comienza con el plano más cercano al espectador.
Ruby Keeler le habla de la ciudad mientras baila...
Hay una relación íntima entre el que mira y la interprete.
El acercamiento se reitera cuando Dick Powell habla o canta al público a través de una ventana; luego se pasa a un plano que podría decirse es la visión de la calle que una persona tiene desde una ventana; o la visión de alguien que camina por la calle, donde la gente pasa, son personas anónimas que crean el paisaje de una gran ciudad.
Y en esta instancia, la cámara explora algunos rincones de la ciudad, como la peluquería, pero son intromisiones muy breves y estáticas, despersonalizadas, que se hace foco en una historia individual, en un drama pasional o un intento de violación, que tiene lugar en un departamento... donde un hombre entra por la fuerza y se lanza sobre una mujer, y para colmo hay gran desproporción de tamaño entre ella y él; pero ella escapa por la ventana; y en la calle, por rencor por no haberse sometido a él, la apuñala y escapa.
Esta historia individual establece una distancia intermedia en relación a las 2 perspectivas anteriores; y aquí los personajes se individualizaron.
El plano final, el más distante de todos, corresponde a la representación del perfil de la ciudad:
Se levantan frente al espectador los rascacielos de New York, e instantes después, una gran torre vista por la cámara desde abajo, prácticamente desde el suelo, aunque la torre sea horizontal que se recorta, en su punta, contra un cielo estrellado.
Es la visión del que mira la ciudad en una postal; o el plano del que mira desde afuera de la ciudad.
Otro detalle muy interesante es el teatro como la galera de un mago, de la que puede sacarse cualquier cosa, es decir, el sentido de lo espectacular:
El número empieza con Ruby Keeler asomándose por el telón de un escenario de teatro convencional, pero luego el coreógrafo, o el director, recurre a un truco de montaje:
Ruby Keeler ya no está parada sobre el escenario, sino sobre el techo de un auto; y allí empiezan a aparecer una calle, un puente, un caballo…
Estos son trucos de mago.
Toda esta escena probablemente no fue filmada efectivamente en un escenario de teatro, ya que se utilizó en cambio el espacio mayor de un estudio de cine.
Pero la intención del coreógrafo Busby Berkeley, fue crear para el espectador la ilusión de que asiste a una representación que tiene lugar en el reducido escenario de teatro, donde verá:
Un puente, un caballo, autos, el cielo, y el perfil de la ciudad, en sí mismos no son cosas espectaculares; pero pueden o podían encontrarse en una ciudad habitualmente; pero lo espectacular también nace de la relación entre el objeto que lo encarna y el espacio donde ese objeto se presenta; y encontrar esas cosas en una sala de teatro, vuelve a la colección algo espectacular.
La representación del observador del cuadro musical en el propio cuadro musical.
También se podría decir que Dick Powell, cuando aparece en la ventana, interpreta al director, al espectador de cine que mira todo, y a Busby Berkeley.
Él observa la calle 42 sustraído de la acción, del trajín, reflexiona con una copa de una bebida oscura en la mano, y después allí le cuenta al espectador.
Y lo que acabamos de ver y de analizar, es su relato, de lo que él vio.
Del reparto, Warner Baxter tiene un papel de director al borde de la extenuación y en situación límite; pero son encomiables las intervenciones de Bebe Daniels y la futura famosa Ginger Rogers, aunque entre todos se dan algunas sobreactuaciones naturales, impuestas por el guión y por la época; sin embargo, como dato curioso, en la novela original de Bradford Ropes, Julian y Billy son amantes; y dado que las relaciones entre personas del mismo sexo eran inaceptables en las películas según los estándares morales de la época, la película sustituyó un romance entre Billy y Peggy…
Del elenco no acreditado, incluye al hermano de Guy Kibbee, Milton; las 2 hermanas de Ruby Keeler; Louise Beavers, Lyle Talbot, George Irving, Lynn Browning y Charles Lane.
Dubin y Warren, que en realidad escribieron las canciones de la película, hicieron cameo; mientras que casi todas las escenas de Henry B. Walthall fueron cortadas, hecho que el actor llevó a La Corte a Warner Bros., y se saldó con un acuerdo no revelado.
Pero de todos los actores, sobresale el debut de la canadiense, Ruby Keeler, que fue una actriz, cantante y bailarina famosa, principalmente por formar pareja en la pantalla con Dick Powell en una serie de exitosos musicales de Warner Bros.; siendo ella una de las primeras estrellas del claqué en el cine, aunque con un estilo basado en el baile típico irlandés.
Como resultado de su actuación en 42nd Street, Jack Warner dio a Keeler un contrato, con el cual pudo trabajar en éxitos tales como “Gold Diggers” (1933) y “Dames” (1934)
Mientras que el otro que brilla es Richard Ewing “Dick” Powell, que fue un cantante, actor, productor, y director cinematográfico estadounidense; que se distinguió interpretando el papel de joven “crooner” en musicales; y a pesar de que llegó al estrellato como un actor de comedia musical, mostró versatilidad y se transformó con éxito en un hombre líder duro, protagonizando proyectos de una naturaleza más dramática; siendo el primer actor en retratar al detective privado Philip Marlowe en la pantalla.
Como dato curioso, al final del número que da título al film, “42nd Street”, Billy y Peggy bajan una cortina con la palabra “Asbestos” escrita en ella…
Esta puede ser una referencia confusa para los espectadores del siglo XXI, que quizás solo estén familiarizados con el amianto como un compuesto mineral que ahora se sabe que causa el mesotelioma del cáncer de pulmón, pero durante la primera parte del siglo XX, el asbesto era una llama frecuentemente utilizada como componente retardado en materiales de construcción; también habría sido una referencia familiar para la gente del teatro, ya que los teatros en vivo tenían entonces una cortina hecha de asbesto que separaría el escenario de la audiencia en caso de un incendio en el escenario.
En ese contexto, la presencia de la cortina en la película, es la forma en que la película implica que sea lo que sea lo que Billy y Peggy van a hacer detrás de la cortina, seguramente será “caliente”… acaso lesbianismo…
Al respecto, la explotación sexual de la mujer en el trabajo es explícita, lo que es de agradecer, aunque lo sería más si además fuera objeto de algún tipo de valoración ética, siquiera moral; y es explícita en 2 sentidos:
Dentro del guión, y también en lo para-cinematográfico, dado que esa protagonista que ni canta ni baila, ni sabe hablar, sólo puede ser la amante del productor.
Los muslos de las bailarinas también se agradecen, pues presentan la estética “rellena” de la época.
Por lo que estaría interesante saber si existe algún compilatorio acerca de cómo muchos consiguieron tener su oportunidad, muchísimas estrellas, hombres y mujeres que tuvieron que pasar, consentido o no, por el aro de los que manejaban el cotarro.
Eso sería muy actual en tiempos de Harvey Weinstein y su pandilla.
Por lo pronto, 42nd Street está considerado como uno de los mejores musicales de todos los tiempos, y solo puedo decir que me sentí algo decepcionado… pues los últimos minutos de la película contienen los 3 únicos números musicales que la justifican, donde se exhibe el musical “Pretty Lady”, imposible de representar en un teatro, que han estado ensayando durante la primera parte del film; pues se presentan autos de tamaño completo, así como edificios; y para presentar esto, el escenario debería haber tenido al menos 60 pies de profundidad y más de 100 pies de ancho; por lo que esto sería imposible en un teatro real… obviando esto, el filme es más una comedia dramática que musical como tal, hasta el final.
Por último, las canciones fueron escritas por Harry Warren, música; y Al Dubin letra; pero ninguna canción se acredita en la pantalla.
Sin embargo, Warren escribió la música de todas las canciones reconocidas y enumeradas en la banda sonora; y Dubin las letras de las canciones que se cantaron; y tuvieron su controversia, porque las canciones de 42nd Street aluden mucho al sexo:
El novio, en la secuencia “Shuffle Off To Buffalo” le canta a la novia:
“Iré a casa y me sacaré las bragas, irás a casa y conseguirás tu distracción”
Pero a principios de la década de 1930, en los Estados Unidos y Europa, la palabra para la ropa interior “bragas”, era sinónimo de “ropa interior” y se aplicaba tanto a hombres como a mujeres…
Otra de las líneas de la misma canción, es “cuando sabe tanto como nosotros sabemos, ella estará en camino a Reno mientras aún tenga dinero”
Las audiencias contemporáneas habrían reconocido esto como una referencia a la práctica bastante común de mudarse a Reno, Nevada, para una estadía de corto plazo para obtener el divorcio.
En el momento del estreno de la película, y por lo menos 25 años después, Nevada tenía algunas de las leyes de divorcio más indulgentes en el país, especialmente en comparación con New York, donde había pocos motivos aceptados para el divorcio y los estándares de la prueba de esos motivos, eran tan altos que eran casi imposibles, por ejemplo, la evidencia de adulterio tenía que ser en forma de testimonio de testigos o registros fotográficos del acto; e incluso entonces, los divorcios tardaron un año en ser definitivos.
Por el contrario, Nevada concedió el divorcio por casi cualquier razón después de solo un período de residencia de 6 semanas.
Y al final de la misma canción, una palabra de la letra, “belly”, se cambió por “tummy”, supuestamente para cumplir con la censura, y el débilmente impuesto Código de Producción de Películas de 1930.
Pero al hacer el cambio, los realizadores deliberadamente llamaron la atención sobre la palabra censurada, y durante los 2 últimos versos, Una Merkel y Ginger Rogers cantan acerca de un vendedor ambulante que embaraza a la hija del granjero, y luego es forzado a una boda con escopeta.
La letra dice:
“He did right by little Nellie, with a shotgun in his belly...”
Pero mientras Ginger lo canta, Una le hace un gesto y ella cambia la última palabra:
“He did right by little Nellie, with a shotgun in his bel… tummy”
Cosas que aún se censuraban, y que vendrían a tener un mayor recorte en un año posterior, que logró que muchos filmes cortaran mucho diálogo, o que los cineastas se las ingeniaran para pasarlas por encima.
“In a star it's temperament, but in a chorus girl it's just bad taste”
El éxito de 42nd Street, convencería a Radio Pictures para producir “Flying Down to Rio” (1933); mientras otros estudios importantes continuarían rehuyendo los musicales a lo largo de 1933, aunque Paramount continuaría con los planes para producir el fastuoso “Murder at the Vanities” (1934) hacia el final del año.
En el momento de la muerte de Busby Berkeley en 1976, 42nd Street se había reverenciado como el arquetipo musical entre bastidores, el que “dio vida a los clichés que han mantenido felices a los parodistas” usado en muchos filmes musicales y de comedia romántica de grandes presupuestos.
Por otra parte, el gado de 42nd Street es notable en un musical estadounidense de 1980, con un libreto de Michael Stewart y Mark Bramble; con letras de Al Dubin y Johnny Mercer; y música de Harry Warren protagonizada por Jerry Orbach y Tammy Grimes; basado en la novela de Bradford Ropes y la subsecuente adaptación cinematográfica de Hollywood en 1933, el show se centra en los esfuerzos del famoso director dictatorial del Great White Way, Julian Marsh, para montar una exitosa producción teatral de un espectáculo musical en el apogeo de La Gran Depresión.
El espectáculo es una especie de “jukebox” musical, en el que además de las canciones de la película de 1933, 42nd Street, incluye canciones que Dubin y Warren escribieron para muchas otras películas al mismo tiempo, incluyendo:
“Gold Diggers”, “Roman Scandals”, “Dames”, “Go into Your Dance” y “The Singing Marine”
42nd Street no es solo una calle, sino fue el lugar más “underground” donde muchos artistas del espectáculo hicieron sus inicios hacia el estrellato.

“Sawyer, you listen to me, and you listen hard.
Two hundred people, two hundred jobs, two hundred thousand dollars, five weeks of grind and blood and sweat depend upon you.
It's the lives of all these people who've worked with you.
You've got to go on, and you've got to give and give and give.
They've got to like you.
Got to.
Do you understand?
You can't fall down.
You can't because your future's in it, my future and everything all of us have is staked on you.
All right, now I'm through, but you keep your feet on the ground and your head on those shoulders of yours and go out, and Sawyer, you're going out a youngster but you've got to come back a star!”



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