Sodom and Gomorrah

“I hear no voice…
The dead cannot speak”

La expresión idiomática “Fuego y Azufre” se refiere a La Ira de Dios en La Biblia hebrea, en El Antiguo y El Nuevo Testamento; y a menudo aparece en referencia al destino de los infieles.
“Brimstone” es un término arcaico, sinónimo de azufre, que evoca el olor acre del dióxido de azufre emitido por los rayos, el cual a su vez fue entendido como un castigo divino por muchas religiones antiguas; por lo que la asociación del azufre con la retribución de Dios, es común en La Biblia.
Usado como un adjetivo, “fuego y azufre” se refiere a un estilo de predicación cristiana, que usa descripciones vívidas de juicio y condenación eterna para alentar el arrepentimiento.
La retribución divina, es entonces el castigo sobrenatural de una persona, un grupo de personas o todos, por parte de una deidad en respuesta a alguna acción.
Muchas culturas tienen una historia acerca de cómo una deidad imponía un castigo a los habitantes anteriores de su tierra, causando su perdición.
Sodoma y Gomorra, fueron ciudades mencionadas en El Génesis, y en toda La Biblia hebrea, en El Nuevo Testamento, y en los libros deuterocanónicos, así como en El Corán y El Hadiz.
Según La Torá, los reinos de Sodoma y Gomorra se aliaron con las ciudades de Adma, Zeboim y Bela; y estas 5 ciudades, también conocidas como “las ciudades de la llanura” estaban situadas en la llanura del río Jordán, en la región sur de la tierra de Canaán.
La llanura, que corresponde al área justo al norte del Mar Muerto actual, se comparó con El Jardín del Edén como “bien regado y verde”, adecuado para pastoreo de ganado.
Sobre Sodoma, su nombre se encuentra relacionado con la raíz árabe de “tristeza”, “angustia”, “arrepentimiento” y “agotamiento”, y su gentilicio es sodomita; mientras Gomorra significaba “agua profunda, copiosa y abundante”; y su gentilicio era gomorrita.
El Rey de Sodoma era Bera, y el de Gomorra era Birsha.
En aquellos tiempos, en que Lot se había establecido, habían sostenido una guerra con los reinos de Elam, Sinar, Elazar, y Goim, siendo estos los vencedores.
Lot, era hijo de Haran, hermano de Iscá y Mildá; acompañó a su tío Abraham en el viaje a Canaán, llevando consigo a su mujer y sus hijas, y se situaron en un punto intermedio entre las llanura de Sodoma y El Monte de Hebrón.
Tanto Lot como su tío Abraham, anduvieron juntos por un tiempo no determinado; y como lo menciona los versículos 6 y 7 del capítulo 13 del Génesis, debido a la insuficiencia del territorio que habitaban, ocasionó disputas entre los pastores de ambos hombres:
Abraham y Lot contendieron por la tierra donde debían asentarse, y decidieron que debían separarse, así que Lot, “por mutuo consentimiento y en buenos términos”, se separó de Abraham.
Abraham se fue al encinar de Hebrón, al norte; y Lot se instaló en la llanura de Sodoma y Gomorra.
Lot plantó sus tiendas a las puertas de Sodoma, y permaneció allí.
Pero los reyes de Sodoma y Gomorra sostuvieron en ese tiempo una guerra contra reinos vecinos; y estos reyes fueron vencidos en una batalla en Sidim, a lo que Lot y su parentela fueron hechos prisioneros.
En este lugar, Abraham y sus aliados rescataron a Lot, sus bienes, y su gente.
Pero Lot regresó a Sodoma, y para aquel tiempo, Sodoma ya tenía fama de “ciudad de gente perversa”
Según el relato de La Biblia, en el capítulo 18 del Génesis, Dios reveló a Abraham, que destruiría Sodoma por medio de fuego y azufre, porque su pecado era muy grave e irreversible, y solo Lot y su familia podrían ser salvados.
Abraham intercedió por los justos de la ciudad, y Dios le repuso que no la destruiría si, al menos, encontraba 50 justos en la ciudad.
Dios, sin embargo, permitió a Abraham interceder hasta que se convenciera de que en Sodoma no había ni 10 justos.
Según continúa el capítulo 19, en los versículos 1 a 38 del Génesis; 2 ángeles de Dios entraron en Sodoma a rescatar a Lot.
Los ángeles eran de hermosa apariencia, y llamaron la atención de los habitantes; y al verlos, Lot los invitó e insistió en que pasaran la noche en su casa.
Pero antes de que se acostasen, los sodomitas cercaron la casa, y exigieron que les entregase a sus invitados para abusar de ellos... pero Lot se negó, y les ofreció a cambio sus 2 hijas vírgenes, para que se saciaran con ellas.
La turba no aceptó, e intentó romper la puerta, pero los 2 invitados cegaron a los asaltantes… y después dijeron a Lot que sacara a su familia de la ciudad.
Lot avisó a sus yernos, pero estos creyeron que bromeaba, así que Lot marchó solo con su esposa y sus hijas.
Los ángeles, antes de retirarse, instruyeron a Lot que pasara lo que pasara, no se volviesen a mirar atrás, puesto que quien lo hiciese, perecería.
Una vez los ángeles hubieran sacado de Sodoma a la familia de Lot, Dios envió una lluvia de fuego y azufre que incineró completamente la ciudad con sus habitantes, así como otras ciudades de la llanura, al menos 4 de las 5.
Y uno de los que acompañaba a Lot en la huida, su mujer, se dio vuelta para mirar, y se convirtió en sal, pereciendo tal como se le había indicado a Lot; mientras el tío de Lot, Abraham, desde una montaña a lo lejos, vio la columna de humo que se levantó sobre la destruida Sodoma.
En Deuteronomio 29:23, se señala que conjuntamente con estas ciudades, también se destruyeron Adma y Zeboim.
Después del evento, Lot se refugió en Zoar, pero teniendo temor de Dios por la suerte de esta ciudad, prefirió refugiarse en una cueva con toda su descendencia.
Ocurre ahí que sus hijas, preocupadas al no encontrar varones con los que asegurar su descendencia en la tierra en la que habían entrado, emborracharon a su padre, y copularon con él:
La mayor la primera noche, y la menor la segunda, sin que aquél se diese cuenta.
De esa manera, las 2 concibieron de su padre, y tuvieron descendencia:
El primero de los hijos fue llamado Moab, del hebreo “del padre”, que cuya descendencia daría lugar a los llamados “moabitas”, y cuya tierra estuvo ubicada en el lado sur oriental del llamado Mar Salado, y forma parte de la llamada Península de Lisán.
El segundo fue llamado Ammon o Ben-Ammi, en hebreo “hijo de mi gente”; y fue el patriarca de la nación de Ammon, los amonitas.
Otros libros de La Biblia, han utilizado este pasaje de la historia de Sodoma y Gomorra como ejemplo de cómo los pecadores son castigados.
El Juicio Divino por Dios, fue pasado entonces sobre Sodoma y Gomorra y 2 ciudades vecinas, que fueron completamente consumidas por fuego y azufre.
La vecina Zoar, del Rey Bela, fue la única ciudad que se salvó.
Y como herencia de la cultura judeocristiana, en varios idiomas occidentales se utiliza el gentilicio “sodomita” para designar a quienes practican la homosexualidad.
Aunque esas definiciones son modernas, en la antigüedad, tales prácticas tenían otra connotación que podrían estar relacionadas con la falta de amor al prójimo.
Al estudiar los versículos de La Biblia referidos al tema, se deduce que, para el autor, los habitantes de Sodoma y Gomorra habían traspasado los límites aceptados por la cultura israelita en materia sexual y de relaciones humanas; por tanto, estas prácticas se consideraban abominables para Yahvé.
Los comentaristas sostienen, apoyados en el texto, que Yahvé mantenía a Lot en ese lugar, con la misión de revertir estas conductas mediante exhortaciones, dado que Lot no pertenecía a ese asentamiento, pues había llegado a situarse en las puertas de la ciudad.
Su prédica, según estos comentarios, no tuvo éxito; y cabe señalar que este acontecimiento, el de Sodoma y Gomorra, caló tan hondo en la tradición judaica, que en El Nuevo Testamento aún se le hace referencia como sinónimo de perversión; y la representa en muchas formas.
Y es que las ciudades fueron parte de un jardín antes de ser destruidas, luego de lo cual serán referencias típicas de ciudades de malvadas, y no solamente por la homosexualidad de sus habitantes, sino por muchas cosas, comenzando por el descaro de ufanarse de sus pecados.
“Evil?
How strange you are.
Where I come from, nothing is evil.
Everything that gives pleasure is good”
Sodom and Gomorrah es un drama de fantasía, del año 1962, dirigida por Robert Aldrich & Sergio Leone.
Protagonizada por Stewart Granger, Anouk Aimée, Pier Angeli, Stanley Baker, Rossana Podestà, Rik Battaglia, Giacomo Rossi-Stuart, Scilla Gabel, Feodor Chaliapin, Jr., entre otros.
El guión es de Giorgio Prosperi y Hugo Butler; basados libremente en el relato bíblico de Sodoma y Gomorra.
La película fue una coproducción franco-ítalo-estadounidense, realizada por Pathé, SGC y Titanus; producido por Maurizio Lodi-Fe, Goffredo Lombardo y Joseph E. Levine; siendo conocida en los Estados Unidos como “The Last Days of Sodom and Gomorrah”, y es una película épica de DeLuxe Color.
Al principio, Sergio Leone fue contratado para dirigir la segunda unidad de la película, pero se fue poco después de que comenzara la producción.
Hasta el día de hoy, no está claro si renunció o fue despedido.
La filmación tuvo lugar cerca de Marrakech, y el presupuesto creció de $2 a $5 millones.
Maurice Binder diseñó la secuencia del título que presentaba una orgía… la cual tomó 3 días para dirigir,  que originalmente se suponía tomaría un par de horas.
Sodom and Gomorrah retoma el tema bíblico como punto de partida para una de las historias que por ser de las menos utilizadas en la historia del cine, debió tener más posibilidades de éxito; y si este no se produjo, no fue porque la película no tuviera valores propios, o no aportara al género; sin duda fue por su fría acogida, y por ello, no una correcta valoración se debe a la masacre con ella cometida en forma de cortes editoriales para sus estrenos en otros países; pues si se remonta a La Biblia, se debió mantener su integridad al mostrar las razones por las que 2 ciudades-estado de la antigüedad fueron destruidas:
Por su conducta pecaminosa de lujuria, crueldad y hábitos denominados “contra-natura”, y esto fue mutilado para quedar como un semi pastiche de acción.
Pero quizás se trate también de la aproximación italiana y mediterránea al asunto, dueña de una concepción menos puritana, y más abiertamente morbosa hacia el maremágnum de tentaciones y pecados que contienen Las Sagradas Escrituras.
Y aunque en los fotogramas no se encontrará la práctica homosexual a la que da nombre la ciudad cananea, es curioso que sea la más inaceptable para exponer al espectador, Sodom and Gomorrah tiene claro que la lascivia es la gran baza de su atracción; pues aquí debemos encontrar mucho sexo, tortura y traición.
La historia sigue a Lot (Stewart Granger) y su tribu cuando atraviesan el desierto en busca de “La Tierra Prometida”; y se detienen en las cercanías de Sodoma y Gomorra, ciudades donde impera el vicio...
Allí, La Reina de Sodoma, Bera (Anouk Aimée), les autoriza a instalarse en sus tierras a cambio del pago de un tributo anual.
Lot, como líder de los hebreos, cree que su gente puede coexistir con los sodomitas, pero esa es una decisión desastrosa:
Los vicios y la perversión humana frente a una intransigente y estigmatizadora fe cristiana; y la seducción del mal como foco de transformación de gente “recta y humilde”; y sobre estas y otras digresiones, Sodom and Gomorrah plantea una maniquea visión de buenos y malos, centrada en el cumplimiento de estrictas leyes morales y religiosas.
A su favor, se destaca por su cierto aire subversivo, la profundidad psicológica con la que son retratados los personajes encarnados en el mal, alejándose de las pías visiones bíblicas que asaltaron Hollywood en la década de los 50; y es interesante el juego de miradas y la intensidad amoral con la que son retratados La Reina Bera, que aquí es mujer, contrario al relato bíblico, y su malvado hermano, El Príncipe Astaroth (Stanley Baker); y con todo, logra aunar el espectáculo de rigor que se exigía a este tipo de súper producciones, con una trama bien urdida y atrayente, constituyendo una pieza más interesante de lo que se suele recordar, y mucho más.
“There, not far.
Just ahead:
Sodom and Gomorrah”
Esta producción épica de Robert Aldrich, luce la singularidad de ser una producción internacional, con cierto aire de péplum, corregido parcialmente por la parte anglosajona del reparto, y por el estilo personal del realizador, ayudado con desigual fortuna por Sergio Leone.
El guión, obra de Giorgio Prosperi y Hugo Butler, se inspira libremente en el relato bíblico, y pese a su evidente irregularidad, contiene momentos de sólido dramatismo; y Aldrich, como buen director, convierte lo que podría haber sido un péplum, en una excelente recreación histórica o pseudo-histórica, como prefieran.
Así vemos el excelente el trabajo de cámara y el montaje en la batalla con los edomitas; espectacular la destrucción de las pervertidas ciudades por la cólera de Dios; espléndida la filmación de jinetes y cabalgaduras en la carga sobre los hebreos; y muy bueno en general, el trabajo de dirección de masas.
Y como verán, la seducción no está tanto en la representación de una vida regalada, lasciva, hedonística y sensual, que es lo primero que se nos viene a la cabeza al pensar en Sodoma y Gomorra; sino en otros aspectos de realce, específicamente técnicos:
La fotografía, el color, la interpretación de los actores, la música, y por encima de todos ellos, esa habilidad de su regidor para mantener bien el “tempo” de la obra, y con ello su interés para el espectador.
De esa manera se narran los últimos días de Sodoma y Gomorra, la destrucción divina de las perversas ciudades, y la historia que da comienzo cuando parte de la tribu de Abraham, que quedó dividida y que estaba comandada por Lot, llega hasta el valle del Jordán.
Así  se aborda la llegada a las ciudades hermanas de una tribu hebrea liderada por una especie de “mesías” tras atravesar el desierto.
Allí, Lot conoce a Ildith (Pier Angeli), una esclava de la que se enamora, y con la que se desposa; y la convivencia de los hebreos con los sodomitas, hace que los primeros adopten los vicios de los segundos; al tiempo que la creciente degeneración moral de sus habitantes, lleva a Dios a decidir la destrucción de Sodoma y Gomorra.
Pero Lot pide clemencia para sus habitantes, y Dios le anuncia por medio de 2 ángeles, que perdonará a las ciudades del castigo, si encuentra a 10 sodomitas justos… Lot no lo consigue, y debe abandonar las ciudades junto a su tribu, antes de ser destruidas.
El rodaje de Sodom and Gomorrah fue bastante accidentado, y algunas fuentes señalan que Sergio Leone, quien trabajó como director de segunda unidad, no acreditado, intervino decisivamente en la configuración de algunas secuencias.
Y es cierto que esa gama cromática con que se inicia la película parece un presagio de aquellas psicodélias alucinógenas tan propias de los 60, y es igualmente cierto que 154 minutos de película pueden acabar lastrando…
¡Falsas premoniciones!
La fotografía, el color y en general todo lo relacionado con el apartado imagen, ponen su genial contrapunto a una historia que creíamos conocer, pero que acabamos descubriendo que no.
Que, sin entrar en el eterno dilema de cine versus realidad, o pseudo-realidad, es mucho más que la famosísima estatua de sal; y en ese interés, no diré que se nos figure corta, pero casi... y lo que en el texto bíblico son apenas 2 capítulos, queda extendido aquí en casi 150 minutos de metraje que se rellenan con el clásico enfrentamiento del péplum, entre el héroe y los obstáculos de su viaje homérico, entre ellos, la iniquidad barbárica del extranjero, y las típicas conspiraciones palaciegas de cuestionable lógica, las cuales conducen asimismo a episodios bélicos, igualmente dudosos en su verosimilitud estratégica y, como objetivo de fondo, de pretendida espectacularidad; recordar que la producción se engrosaría desde los $2 millones iniciales hasta los $6 millones, con la superposición de fotogramas, como la gran destrucción del embalse para arrasar con la caballería elamita; y el uso de maquetas en el cataclismo que destruye las urbes pecadoras como principales instrumentos de impacto visual, unos peor envejecidos que otros.
Y dentro de esta grandilocuencia, Lot parece asumir los rasgos de múltiples patriarcas bíblicos, dado que es capaz de emplear la honda con la habilidad de David, incorpora frases que en el libro sacro pertenecen a Abraham, libera esclavos y se enfrenta a un becerro de oro como Moisés, y convoca con esfuerzo material en esta ocasión, un diluvio que limpie la tierra de malvados.
Un superhéroe, en resumen, a la altura de la fastuosidad incontenida de este tipo de productos italianos, en los que parte de su idiosincrasia procede de impúdicas asimilaciones de influencias y referencias.
Con todo, la visión de Lot que arroja el filme, no es monolítica ni tampoco especialmente elaborada o afortunada en su intento de otorgarle rugosidad.
En el fondo, el filme gira en torno a varios polos principales:
En primer lugar, Sodoma actúa como una influencia que hace aflorar los vicios, defectos y perversiones del ser humano.
Sodoma, es la idealización de la seducción del mal, polo atrayente, lugar sugestivo que transforma al ser humano hasta situarlo fuera de cualquier ley moral o religiosa.
Y en segundo lugar se nos presenta la fe cristiana como una doctrina estigmatizadora, dura, inamovible, humilde e intransigente; defensora de la doctrina de Dios, pero un Dios vengativo que impone duras cargas a sus hijos en pos de la prosperidad.
Del choque de estas 2 ideas, de estas 2 visiones surge un fresco rico en matices, aunque no carente de defectos que resulta enormemente atractivo para el espectador:
Sodom and Gomorrah excede del simple espectáculo, y supone un estudio de las debilidades humanas, de los sacrificios provocados por la fe y de la libertad.
Su argumento incidirá en la simbólica disolución de las posturas estancadas de los 2 pueblos enfrentados, ideológica y físicamente; y lo hace en especial, y frente a otros planteamientos psicológicos todavía más básicos, a través del constante juego de intercambio entre 2 personajes femeninos:
La hija de Lot, Shuah (Rossana Podestà), y la esclava cortesana Ildith.
La transfiguración de una mujer en la otra, se explicita casi de inmediato por medio del uso del vestuario, si bien su detalle de mayor calidad narrativa provendrá de una interesante elipsis que encadena 2 besos apasionados…
El ropaje, y en concreto su colorido, es otro de los recursos a los que acude Aldrich para sintetizar visualmente ideas temáticas.
En las mazmorras sodomitas, asfixiadas por amenazadoras tonalidades negras, rojas y amarillas; y donde tienen lugar torturas más disparatadas que ingeniosas, asomo de un anhelo de divertimento delirante “all’italiana” que no llega a explotarse a causa de los posteriores ataques de burda solemnidad; las 2 inocentes hermanas de una de las víctimas de La Reina, destacaban con sus suaves vestidos azul cielo.
En adelante, los colores sólidos de los paños, representarán la ostentación, la lujuria y el desenfreno; y en el desenlace, el rojo intenso que luce Ildith, remarca el conflicto, la separación y la duda, aquí con un profundo sentido humano que, en ese mismo contexto de ambigüedad, experimenta el único personaje que, en último término es capaz de acoger cierta naturaleza compleja y trágica, dotado además de la dulzura de Angeli, y que termina en la muerte:
¡La curiosidad mató al gato!
Al margen de interpretaciones filosóficas, es necesario dejar patentes los resultados artísticos de esta obra, y una vez más, la fotografía es discreta, predominando en ella los tonos crudos y áridos del desierto.
El guión es irregular, aparentemente simple, pero encierra una complejidad notable en el dibujo psicológico de los personajes; y la dirección de Aldrich es también irregular, aportando el toque cruel, seco, rico en matices y cínico que le caracteriza, o bien, ese pudo ser el legado de Leone.
En cuanto al reparto, dentro de la corrección general, la interpretación de Lot a cargo de Stewart Granger, confiere al personaje porte y dignidad, incluso en los momentos delicados de tan espinosa historia; por ejemplo, cuando mira de reojo a la esclava Ildith, personaje fascinante y trágico, que se debatirá entre el amor y la compresión hacia su futuro esposo, y la imposibilidad de “creer”, pues esto va en contra de todos los principios sobre los que se ha formado y educado.
Muchos de los mejores momentos tienen lugar entre Lot e Ildith:
Por ejemplo, cuando ella responde, más que pregunta:
“¿No te basta saber que creo en ti?”, cuando él insiste en que abrace su religión; y en otra ocasión, le recrimina diciendo que se muestra más esclavo de sus principios que cualquier esclavo de Sodoma, como les ocurre a muchos líderes del pasado y el presente, incluyendo a los de aquellas religiones que no parecen permitir asomo de autocrítica.
Es un momento brillante, que introduce otra interesante idea, la de hasta qué punto la belleza natural está reñida, o es reflejo de las llamadas bondades interiores.
Lot, es personaje de una pieza, bien definido; como él mismo recuerda:
“Tengo mis obligaciones, pero soy un hombre como los demás”
No le importa la vida que Ildith haya llevado antes, aunque en un acto de crueldad, La Reina Bera se la recuerde durante la celebración de un banquete-orgía:
Su intención es ganarlo para su causa, una sucesión de disfrutes sin obligaciones, lo cual es de por sí un acto de verdadero amor.
Ello asemeja a Lot, muy a su pesar, con La Reina, en el sentido de que esta no engaña a nadie, es tan sincera en el sentido más torcido, como pueda serlo Lot, aunque actúe sin remordimiento.
De hecho, con anterioridad, ella le ha instado a hablar “después de quitarnos las máscaras”; máscaras que imponen las formas.
Y cabe destacar a Anouk Aimée en el rol de la pérfida Reina de Sodoma, por su comedimiento e intención en los gestos; y a Stanley Baker que representa a su corrupto, vulgar, falso e impotente hermano.
Impresionante las 3 bellezas de mujer, tan distintas y de diferente personalidad:
La belleza serena y exótica de Pier Angeli; la belleza angelical e ingenua de Rossana Podestà; y la belleza con fuerza desgarradora de Anouk Aimée.
Y en el caso de la chispa sexual, esta excepción la ofrecerá la mirada de La Aimée, que es el elemento más expresivo de todo el conjunto de la obra.
La sensualidad, la sexualidad, la arrogancia blasfema de su poderío, la incitación pecaminosa… que con una caída de ojos y media sonrisa, pone más carne en el asador; o la lubricidad que le despiertan las bailarinas de su Corte, las insinuaciones incestuosas hacia su hermano; que el bueno de Stewart Granger con toda su masculinidad.
Por otra parte, las cinematográficas mezclas de historia y sacralidad, no suelen estar demasiado bien vistas especialmente en estos tiempos que corren.
Lo de los milagros no se lleva bien últimamente, y la historia tampoco se corresponde demasiado con el carbono 14… pero como cine espectáculo, es muy buena sobre todo en las escenas de batallas, en el desierto con la zanja de fuego, y el derribo del muro del embalse; y es pródiga en momentos devastadores psicológicamente, como aquel en que Lot se da cuenta por vez primera de que ha perdido a su pueblo irremediablemente; o la seducción de la hija de Lot, Shuah, por parte del pérfido Astaroth; o el enfrentamiento del pueblo hebreo, aún unido, con los elamitas, en pleno desierto.
Un desierto de aspecto terroso, tan calcinado como la piedad de los lugareños, y que además, alberga en sus entrañas un desolado cementerio de esclavos.
También merece la pena recordar la irónica muerte del ejército elamita, ahogado en pleno desierto…
Además de ser una película que en su contenido historial de las 2 ciudades del pecado, como se llevó a la pantalla de una forma sutil y al mismo tiempo, comprometedora para la época con tanta censura, en cuanto al conflicto moral en sí, la propuesta de Aldrich resulta lógica:
Más que estar ante un asunto de carácter sexual, recordar que estamos en los años 70, se trata de un problema cuyo trasfondo es la corrupción, tanto a un nivel moral como crematístico.
¿Por qué moral, pero no sexual?
Porque esta tiene más que ver, según nos es dicho y mostrado, con el placer de la contemplación de la muerte, con el poder con mayúsculas.
Se trata del goce ante el privilegio de matar, con lo que la perversión es aún más siniestra, sutilmente, La Reina le da la vuelta, para unos es un acto en sí, para otros, válido solo si se hace en nombre de un dios:
Ambos pueblos quedan igualados.
Y es “el pueblo elegido” el que se siente final y trágicamente seducido.
Los máximos representantes de dicho poder, son los propios hermanos monarcas, Bera y el réprobo Astaroth, el cual no puede sufrir que se haya llegado a un acuerdo con los hebreos, intrigando por su cuenta con los elamitas, con el fin de acabar con su propia hermana, con la que en otro momento centelleante del diálogo, se llega a insinuar una pasada relación incestuosa…
Como aspectos negativos, el esquematismo con el que son dibujados los hebreos, en especial un poco creíble Stewart Granger en el papel de Lot, el abuso de primeros planos superfluos, y un guión escasamente preocupado por el engarce de la trama, convierten a este filme dirigido por el eficaz Robert Aldrich, quien finalizó el trabajo iniciado por Sergio Leone, en una fantasía bíblica que se observa con ridícula curiosidad, que asombra por el camuflaje con el que se visita el escabroso tema sexual:
La filiación lésbica de La Reina, y el carácter libertino y bisexual de su hermano, impagable la escena en la que el capitán de su guardia huye en un ataque de celos cuando éste le propone besar a una de las hijas de Lot; y que pergeña, sin un mínimo rubor, un demagógico desenlace donde contrasta torpemente escenas de cruel perversión, con mensajes divinos no menos sanguinarios.
Tanto que en 1962, el British Board of Film Classification le otorgó al filme un certificado X; equivalente moderno en el Reino Unido a lo que es un certificado de 18, o en los Estados Unidos, un NC-17.
Los críticos, sin embargo, no fueron tan amables, y dijeron que era una obvia pero débil imitación de “The Ten Commandments” de Cecil B. deMille, y que estaba mucho más preocupada por la extracción de la sal, que por el libertinaje o la lujuria; y no se entiende del todo, por qué Dios castiga a Sodoma junto a Gomorra... de la que no se ve ni se explora en todo el metraje.
De por qué tener esclavos, si en esa época todas las culturas las tenían.
Por matar personas ante el público… otro tanto de lo mismo.
Por vestir y comer bien, y entregarse a los placeres de la carne… pues a lo mejor, pero esa perversión y pecado imperdonable de la ciudad no queda nada clara, y le falta bastante profundidad; pues no se muestra la maldad que debería tener.
¿Qué pasó con el incesto o la iracunda muchedumbre queriendo violar a los extranjeros?
De eso nada… y lo trágico de todo es que si se debían reunir a 10 personas justas para que la ciudad no fuera destruida, y que no se podía mirar atrás... aunque ello se menciona en la película, Lot se va con medio pueblo, y la ciudad se destruye igual…
¿Incoherencia total?
Ahí desde luego iban bastante más de 10 personas.
Una curiosidad es que alrededor de 1h 20 minutos; durante la escena de la batalla, se muestra a los hombres montando caballos, y se pueden ver las huellas de los neumáticos del vehículo de filmación... y en la secuencia de la destrucción de la ciudad, hay planos en los que se ve claramente como el cielo está despejado, mientras que debería estar nublado, y con rayos todo el tiempo.
Por su parte, y como descargo, Aldrich dijo:
“Admito no haber sido nunca un estudioso de La Biblia, pero cuando me enfrenté al problema de la realización de Sodom and Gomorrah, me tuve que convertir necesariamente en uno; y para la película hicimos muchas investigaciones.
Entre los libros que leímos, había uno titulado “Light From The Ancient Past” de Jack Finnegan; y una cita extraída del volumen, afirma lo siguiente:
“Un análisis atento del material literario, geológico y arqueológico lleva a la conclusión de que la perversa “ciudad de la llanura”, surgió en el área hoy sumergida por las aguas en lenta crecida del Mar Muerto meridional, y que su ruina la causó un potente terremoto, probablemente acompañado de explosiones, fulgores, igniciones de gas natural, y de una conflagración general”
Esta tesis la sostienen también otros libros, pero llegaron a mi conocimiento informes redactados por algunos geólogos que, tras un examen de la zona en la que presumiblemente surgieron Sodoma y Gomorra, habían encontrado científicamente una tasa de radioactividad algo más elevada que la de la campiña circundante.
Con toda honestidad, me pareció suficiente para dar a la explosión final aquella forma de hongo demasiado familiar para nosotros”
De hecho, toda la morbidez y perversión se halla presente en los diálogos y la puesta en escena de Aldrich, tan elegante como dinámica, tal y como reclamaba la narración, con sus recurrentes y pertinentes elipsis.
Por ejemplo, cuando advertimos el gesto de complacencia de Bera ante la voluptuosa y exótica bailarina que le presentan…
Expresión que vale más que cualquier otra imagen mucho más gráfica, y en otro momento la tomará de la mano dispuesta a ir al lecho…
Así se aprecian en sus resultados un toque seco, con notas crueles, que consideran identificativo de Aldrich, lo que se traduce además en la perspectiva menos maniquea, el rigorismo del pueblo elegido, su intolerancia hacia las pasiones humanas, la escasa presencia divina en los acontecimientos de lo que, por lo general, domina este tipo de cintas de inclinaciones hagiográficas y proselitistas.
Declaraciones del propio Aldrich en las que indicaba su deseo de asimilar la destrucción por la cólera divina, con los aterradores efectos de una explosión nuclear, apuntan a que esta valoración no iría desencaminada.
Por último, Sodom and Gomorrah es notable por presentar la última de las partituras épicas de Miklós Rózsa, quien reemplazó a Dimitri Tiomkin, pues pensó que la película era vulgar e inferior.
“Hebrews and Sodomites:
Greetings!”
La cuestión es que, cómo dichas ciudades del vicio o la diversión fueron destruidas, y al parecer por completo, no hemos encontrado sus ruinas…
Tenemos una buena idea de dónde podrían estar, a orillas del Mar Muerto.
Y ese es un problema.
Como bien saben, El Mar Muerto tiene una concentración de sal tan elevada, que prácticamente nada puede vivir en sus aguas.
No sólo eso, el agua es tan densa, que es muy difícil sumergirse en ella; por eso los turistas les encanta meterse y flotar.
Otro inconveniente de este gran lago, es que la sal cubre todo el fondo.
Científicos han hecho algunas, complicadas, inmersiones en submarinos, pero no pueden ver qué hay por debajo de la gruesa capa de sal; y aun así siguen buscando.
Algunos arqueólogos consideran que Numeria sería la antigua Gomorra.
Según otros arqueólogos, y según La Teoría de La Licuefacción, es factible que un gran terremoto destruyera estas ciudades, y provocara un descenso del nivel de las tierras ocupadas por ellas, quedando sus ruinas inundadas por las aguas del mar.
Los geólogos canadienses, Grahan Harris y Anthony Berardow, descubrieron que La Península de Lisán, hacia la parte oriental del mencionado mar, fue el epicentro de un terremoto de escala mayor a 6° en la escala de Richter, ocurrido hace aproximadamente 4000 años, tiempo que concuerda con el de la destrucción de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim.
Según estos geólogos, el terremoto provocó efectos de licuefacción en el terreno, el terreno se licua debido a que hay un material poroso que se llena de agua, y estos suelos una vez saturados, se comportan como un fluido bajo la acción de las ondas sísmicas, provocando el engullimiento de las construcciones.
Los restos de Gomorra, reposarían entonces bajo las aguas del Mar Muerto, pero en un lugar diferente del original.
En 1989, el arqueólogo aficionado Ron Wyatt, dijo haber hallado los vestigios de 2 ciudades convertidas en cenizas en la margen occidental del Mar Muerto; una de ellas al pie de Masada, y la otra al pie del Monte Sodoma.
Según su testimonio, Wyatt encontró en estas ruinas cimientos de edificios y otras estructuras, así como restos de cerámica, enterrados por la ceniza.
Expresó, además, que había suelos de habitación identificables, calles interconectadas y una esfinge, todo dentro de una muralla tradicional de adobe con zócalo de piedra y contrafuertes, propios de una ciudad antigua, a la cual dató a principios de La Edad del Bronce, hacia el año 3300 a.C.
Según su propia investigación, estas ciudades fueron destruidas hace 3900 años por un incendio catastrófico, cuyas causas pudo deberse a la concurrencia de fuertes terremotos, posibles corrimientos de tierra hacia el lago, y la liberación explosiva del material inflamable de subsuelo, que en contacto con el fuego de los hogares, incendiaría las viviendas.
La persistencia de las cenizas frente a la erosión ambiental durante miles de años, se explicaría por el hecho de que los objetos quemados con sulfuro dejan un residuo de ceniza más pesado que el material original.
Este descubrimiento de Wyatt, como otros, no es referenciado por ninguna fuente académica, de hecho, según el arqueólogo Joe Zias de La Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI), “Ron Wyatt no es arqueólogo o ha tramitado una licencia para excavar en Israel o Jerusalén.
Para excavar, es obligatorio tener estudios comprobados en Licenciatura en Arqueología, los cuales él no posee aunque asegure lo contrario”
Al aparecer, tan indefinida en La Biblia, Gomorra ha dado lugar a numerosas especulaciones, y su uso para numerosos eufemismos.
En las religiones abrahámicas, Sodoma y Gomorra se han convertido en sinónimo de pecado impenitente, y su caída con una manifestación proverbial de retribución divina; y han sido usadas históricamente, y hoy, como metáforas del vicio y la homosexualidad, aunque algunos argumentan que una lectura detallada del texto y otras fuentes del Antiguo Cercano Oriente, sugieren que esta asociación puede ser incorrecta.
La historia ha dado lugar a palabras en varios idiomas; y estos incluyen la palabra en inglés “sodomía”, que se usa en las leyes de sodomía para describir “los delitos contra la naturaleza sexual”, es decir, el sexo anal u oral, particularmente homosexual, o la bestialidad.
Algunas sociedades islámicas, incorporan los castigos asociados con Sodoma y Gomorra en la sharia.
Pero con respecto al relato de Sodoma y Gomorra presentado en Génesis 19, son muchos los mitos homofóbicos que se han entretejido alrededor de esta leyenda bíblica, la cual ha sido víctima de las ideologías hermenéuticas prefijadas por la heteronormatividad; y se podría asegurar, que esta distorsión del relato se ha transformado en el ápice para cientos de posturas fundamentalistas que se han erigido contra la homosexualidad.
No obstante, del mito a la realidad existe un gran trecho, ya que tal interpretación dista de la realidad que enmarca el contexto socio-histórico de esta leyenda.
Sin embargo, hay que señalar que la interpretación terrorista del relato, ha impactado profundamente el inconsciente colectivo, pues fruto de ello es que en el imaginario popular se da por sentada la relación entre los términos homosexualidad y sodomía, así como la de los conceptos de homoerotismo e idolatría.
Hasta en ocasiones, por parte de los traductores bíblicos, tales términos y conceptos se emplean como sinónimos.
Vale la pena resaltar de un modo jocoso, que en el imaginario popular, con respecto a Sodoma y Gomorra, prevalece la imagen de una ciudad cuyos habitantes se querían coger con todo el mundo, como si vivieran en un eterno carnaval de hormonas… pero enfáticamente hay que advertir que dichos imaginarios pueden obedecer más al morbo de los deseos sexuales que han sido inhibidos por parte de los sujetos que se los imaginan.
De la misma forma, es de suma importancia afirmar que esto ha sido básicamente por causa del concepto de sodomía que fue referido por primera vez a las relaciones homoeróticas en el siglo XI, en una obra escrita en latín por el fraile italiano Pedro Damián, cuyo texto de soporte fue “La Vulgata”
De antemano, cabe destacar que los relatos míticos y simbólicos del libro de Génesis, obedecen a una intencionalidad etiológica más que a una realidad ontológica, ya que ellos procuran enseñar, cómo posiblemente las cosas llegaron a ser, y no cómo las cosas tienen que ser en su esencia.
Por tanto, el objeto de juicio contra Sodoma y Gomorra, es el trato inhospitalario e injusto contra los extranjeros, la familia de Lot y los mensajeros/ángeles; y para las personas más vulnerables de la sociedad en su época, dentro del contexto bíblico:
La protección del pobre, la viuda, el huérfano y el extranjero/inmigrante, son hilos conductores en ambos testamentos, y ocupan un lugar privilegiado dentro de los profetas; por ende, es errado pensar que la condena de Sodoma y Gomorra fue por causa de las relaciones de tipo homoerótico como se han interpretado por décadas.
Y una muestra del incumplimiento del principio de la atención a los más vulnerables de la sociedad, se puede evidenciar en el intento de violar sexualmente a los 2 ángeles visitantes, en vez de ofrecerles hospitalidad como sí lo había hecho Abraham en Génesis 18, de acuerdo con las normas fundamentales del Antiguo Oriente; y es por ello que Sodoma recibe esa carga semántica y toma la connotación de lugar simbólico de injusticia, violencia e inhospitalidad en el Nuevo Testamento; asimismo, dentro de algunas metáforas que desarrollan los profetas principales del Antiguo Testamento como Ezequiel, Jeremías e Isaías.
Como conclusión, se debe evitar el anacronismo al interpretar La Biblia, puesto que la palabra “homosexual” aparece recién en el siglo XIX.
Es pues en suma, que el objeto de castigo en el relato de Sodoma y Gomorra, no son las relaciones homoeróticas, sino la inhospitalidad contra el extranjero, la marginación social, y la agresión propendida a través de la violencia sexual fálica.
Mientras que la realidad indica lo que algunos podrán pensar, que Sodoma y Gomorra son ciudades míticas, esto es, que nunca existieron.
Al igual que La Atlántida, no se han encontrado rastros... y hay muy pocas fuentes.
Ahora bien, que su existencia sea posible, no es prueba de que existieran.

“I didn't come here to be drowned in wine and smothered in cushions”



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