The Life Aquatic with Steve Zissou
“Does this seem fake?”
Sabían que “la narcosis de nitrógeno” es una alteración reversible del estado de conciencia de un individuo en el buceo profundo con botella de aire comprimido, o cualquier otra mezcla gaseosa que contenga nitrógeno; y produce un efecto similar a la intoxicación alcohólica o a la inhalación de óxido de nitrógeno (I); por lo que puede sobrevenir a cualquier profundidad, y se vuelve más evidente al aumentar la profundidad.
El mecanismo que desencadena la narcosis de nitrógeno en los buzos, no está completamente explicado, pero es un efecto directo de las altas presiones de nitrógeno sobre la transmisión nerviosa; y el aspecto más peligroso de esta condición, es la pérdida de objetividad, la incapacidad de actuar racionalmente, la desorientación y la mala coordinación; y en sus formas más graves, el buzo empieza a sentirse invulnerable, y a descuidar las normas de seguridad básicas del buceo.
Hay una gran cantidad de anécdotas infames, aparentemente basadas en historias verídicas de buzos que intentan compartir el aire del regulador con los peces, o que intentan fumar un cigarrillo estando en inmersión… y generalmente, el buzo que padece esta condición, no es consciente de la misma, y es incapaz de juzgar el riesgo de su condición.
Otros efectos asociados a la respiración de gases inertes a altas presiones, son:
El vértigo, los cosquilleos y/o hormigueos en los labios y en los dedos, y un agotamiento acentuado.
Algunos buzos pueden verse víctimas del pánico, permaneciendo en el fondo por no sentirse capaces de ascender; y también puede presentar efectos hilarantes, de ansiedad extrema, depresión o paranoia.
¿Qué harías si tu mejor amigo es asesinado por un animal marino que en apariencia ni siquiera existe?
Exacto, ir al psicólogo, excepto si te llamas Steve Zissou, y tienes a tu cargo a los hombres mejor preparados para sumergirte en el mar.
“I'm going to find it and I'm going to destroy it.
I don't know how yet, maybe dynamite”
The Life Aquatic with Steve Zissou es una comedia de aventura, del año 2004, dirigida por Wes Anderson.
Protagonizado por Bill Murray, Owen Wilson, Cate Blanchett, Anjelica Huston, Willem Dafoe, Jeff Goldblum, Michael Gambon, Noah Taylor, Bud Cort, Seu Jorge, Robyn Cohen, Waris Ahluwalia, Seymour Cassel, Noah Baumbach, Hal Yamanouchi, entre otros.
El guión es de Wes Anderson y Noah Baumbach; aunque los personajes fueron inspirados por novelas como “The Great Gatsby” y “The Magnificent Ambersons”, la trama se ha comparado con “Moby Dick”; mientras que el protagonista, Steve Zissou, es a la vez una parodia y un homenaje al pionero del buceo francés, Jacques-Yves Cousteau; y con gratitud a La Sociedad Cousteau “que no participó en la realización de esta película”; y a quien está dedicada la película; de hecho, las gorras rojas de lana que llevan los personajes, son una referencia directa a Cousteau, famoso cineasta submarino, y coinventor de la escafandra autónoma moderna.
Como dato, el hijo de Cousteau, Philippe, murió en un accidente de hidroavión, algo parecido a lo que sucede en la trama de The Life Aquatic with Steve Zissou, donde el supuestamente hijo de Steve, muere después de un accidente de helicóptero en el mar.
Todo nace en su época de universitario, que Wes Anderson escribió una historia corta, acerca de un oceanógrafo, su barco y a su esposa, quien resulta ser el cerebro detrás de su operación; y a partir de allí, la historia continuó evolucionando a lo largo de los años; al tiempo que comenzó a colaborar en el guión junto a su amigo de muchos años, Noah Baumbach, un escritor y director quien también escribe piezas cómicas para The New Yorker.
Reuniéndose en el mismo restaurante neoyorquino, día tras día, Anderson y Baumbach crearon la historia, no solamente de Zissou, sino también la de su tripulación de compañeros soñadores que se van a la mar con él; y mientras escribieron la historia llena de acción, su exploración de los personajes llevó el trasfondo de la historia a la superficie; y el guión fue más lejos que todo lo que Anderson había hecho anteriormente en términos de inventar todo un mundo que sigue reglas propias de la realidad, y que son ligeramente inexactas; por lo que rinde tributo a los documentales de Jacques-Yves Cousteau a través del “macguffin” de perseguir al tiburón-jaguar, y en la aventura comprenderemos a los personajes de la tripulación, que intentarán resolver sus problemas personales; por tanto hay una doble aventura.
Con $50 millones de presupuesto, la película más grande de Wes Anderson al momento, no logró ganar dinero, y obtuvo solo $34.8 millones en todo el mundo; y aunque la mayoría de las revisiones iniciales fueron negativas, desde su estreno ha cosechado un seguimiento de culto, y han elogiado la singularidad, la excentricidad y la extravagancia de la película; por lo que la hace un film inclasificable, ya que combina con cierto equilibrio el humor absurdo con las situaciones dramáticas, mostrándose por tramos como ingenua, y otras reflexiva en su carga de exploración de las relaciones paterno-filiales, de las que muchas veces no tiene que ver con la sangre, al tiempo que nos habla de la amistad, de las frustraciones, de los sueños, de las ansias de redención, etc., y lo hace creando una ambientación por momentos revestida de magia cuasi-onírica, provocando en muchos tramos fascinación mágica.
De hecho, Wes Anderson afirmó estar pasando por una fase italiana durante el tiempo de hacer la película; y esa es una de las razones por las que fue filmada en Roma, en los famosos Cinecittà Studios; y especialmente en exteriores en Nápoles, Ponza y La Riviera italiana.
La aventura sigue a Steve Zissou (Bill Murray), el legendario explorador submarino, distinguido presumido, y un hombre conocido en todo el mundo por sus documentales acerca de la rebosante vida debajo del mar azul; pero últimamente, sin embargo, la vida en la tierra no es muy indulgente con Zissou:
Su mejor amigo y por mucho tiempo también socio, Esteban du Plantier (Seymour Cassel), fue recientemente devorado por un hambriento tiburón-jaguar; y se comienza a rumorear que está perdiendo su maestría como documentalista y submarinista…
Y ahora, de la nada, llega un genuino caballero sureño y copiloto de Air Kentucky llamado Edward “Ned” Plimpton (Owen Wilson), quien asegura que él podría ser, o no ser, el hijo perdido que Steve nunca llegó a conocer:
Kingsley Zissou.
De esa manera, con todos esos eventos, el imperioso, ególatra y adorablemente despistado, Steve Zissou está ahora listo para realizar su película más impresionante hasta la fecha, en la que se vengará del tiburón-jaguar, se convertirá en el padre que nunca pensó que podría ser, y recuperará algo del efímero sentido de su propia nobleza; y haciéndose a la mar en su barco, The Belafonte, Zissou reúne una tripulación que también incluye a:
Jane Winslett-Richardson (Cate Blanchett), por raro que parezca, una periodista encinta, cubriendo la historia de la expedición; Eleanor Zissou (Anjelica Huston), la brillante esposa de Zissou, y Vicepresidente de The Zissou Society; el afectuoso ingeniero alemán, Klaus Daimler (Willem Dafoe); el archienemigo y rival oceanógrafo, Alistair Hennessey (Jeff Goldblum); el septuagenario productor de Zissou, Oseary Drakoulias (Michael Gambon); el físico y compositor de música original, Vladimir Wolodarsky (Noah Taylor); el funcionario de la compañía de bonos, Bill Ubell (Bud Cort); Pelé dos Santos (Seu Jorge), el experto en seguridad brasileño, quien en forma regular le da serenatas al equipo con pegadizas interpretaciones musicales en portugués de canciones de David Bowie... y no podía faltar la siempre chica “topless” Anne-Marie Sakowitz (Robyn Cohen); el camarógrafo, Vikram Ray (Waris Ahluwalia); el hombre rana, Bobby Ogata (Neils Koizumi), y al editor y técnico de sonido, Renzo Pietro (Pawel Wdowczak)
Y es que con 53 años de edad, Steve Zissou ha ido cuesta abajo, ya que no tuvo una exitosa película en los últimos años, lo que le hace pensar que su próxima película será la última, algo que no ha confirmado públicamente; y acaba de lanzar la primera parte de esa película:
“The Jaguar Shark”, cuyo título deriva del incidente en que su amigo de 27 años fue devorado por esa bestia de 10 metros de largo, pero que Steve nunca había visto antes… porque solo Steve vio a la criatura y lo que le sucedió a Esteban, de esa manera surge la pregunta de si la criatura realmente existe, y si Steve está inventando la historia… de todos modos, Steve planea como parte 2 del hallazgo del documental, destruir a la criatura.
Y curiosamente, 3 personas que nunca han navegado con Steve, se unirán al equipo en esta expedición:
Bill Ubell, “el títere” de su compañía de bonos; Jane Winslett-Richardson, única reportera y embarazada, cuya presencia es importante, aunque solo sea porque a Steve le importa lo que el mundo piense de él, a pesar de que a menudo hace cosas desagradables… y Ned Plimpton, que trabaja como piloto de una aerolínea de aguas estancadas, y que los 2 creen que puede ser el hijo biológico de Steve de una relación anterior.
A pesar de que Ned reconoce que no es un nadador fuerte, acepta la oferta de Steve, de ser un miembro oficial del equipo, lo que no le sienta bien al ingeniero del equipo, Klaus Daimler, quien siempre se ha considerado a sí mismo como “el hijo que Steve nunca tuvo”
Al tiempo, un miembro del equipo que no estará de acuerdo, es la esposa de Steve, Eleanor Zissou, a quien Steve se refiere como “una perra rica”, que una vez estuvo casada con el archienemigo de Steve, Alistair Hennessey, y que Steve admitirá oficialmente que es el verdadero cerebro detrás de la operación; pero ella ve esta expedición como “imprudente”
De esa manera, Steve, al poder enfocarse en la misión en cuestión, toma algunos turnos basados en otros peligros del mar y las interacciones entre Steve, Ned y Jane, lo que agrega complejidad a su ambiente confinado; hecho por el que en muchas ocasiones pondremos en duda si lo que está ocurriendo es real, o es parte de una neurosis de Steve; porque el secreto de The Life Aquatic with Steve Zissou está en encontrar la gracia; aquí donde no hay nada, pero absolutamente nada que se pueda considerar con esa palabra tan sosa que llamamos “normal”; y para definirla, cabría decir que es un melodrama con apariencia de comedia, en el que el color y la música, los animales acuáticos y muchas situaciones sin pies ni cabeza, la mirada cansada y triste de Bill Murray… y en general, todos los elementos del film, nos describen a adultos que parecen niños, corriendo sin demasiado sentido en busca de un tiburón... animal o metafórico…
El tono lánguido del relato y los colores, nos proponen imágenes que en apariencia podría resultar cómicas y que, sin embargo, en contadas ocasiones nos arrancan una sonrisa siquiera, dejándonos al final una misteriosa sensación de melancolía, de deriva, de pesadumbre; y hace falta tener la fantasía de un niño para ser Steve Zissou, posiblemente porque Steve Zissou es un niño que cree ser mayor; y eso también es el film.
Por tanto, espectadores y crítica saldrán confundidos por la mezcla de realismo y tenue surrealismo que puebla sus imágenes, por sus infantiles imágenes luchando por transformarse en algo más serio, o bien defendiendo su peculiar forma de encarar la seriedad; pero siempre, siempre con algo importante que decir, para reflexionar y valorar.
“Nobody knows what's going to happen.
And then we film it.
That's the whole concept”
Con solamente 3 películas:
“Bottle Rocket”, “Rushmore” y “The Royal Tenenbaums”, el director Wes Anderson ha establecido un punto de vista cargado de comicidad, y a la misma vez profundamente humano acerca de la vida moderna y las relaciones; pues cada una de sus comedias ampliamente populares, ha emprendido los temas recurrentes de las aspiraciones, los inadaptados, la familia, el amor y la fatalidad.
Y en su 4ª película lleva estos mismos temas a un territorio totalmente nuevo, cuando Anderson, en forma simultánea, emprende una aventura marina con abundantes persecuciones, tiroteos, tiburones al acecho y maravillas submarinas; y de cierta forma, The Life Aquatic with Steve Zissou se convirtió en la propia expedición de Anderson hacia lo desconocido; donde la intención primordial no busca narrar un relato en clave y estructura convencional; en cambio Anderson se dedica a retratar cuidadosamente todos los recovecos de su mundo/mirada; y esta mirada, más que personal, brota de una inquietud vertiginosa de plasmar los devenires de las relaciones humanas en condiciones límite, ilustrado en el tono absurdo de muchas de sus situaciones.
Por lo que aquí da un paso más allá en su elaboración de su pequeño repertorio de relaciones humanas, retratando las pequeñas minucias, deseos y actos fallidos de personajes “aperrados”, comprometidos, pero sobre todo imperfectos, y heridos, cicatrizados, tanto que podemos identificarnos con alguno de ellos.
Así, la acción sigue a Steve Zissou, un legendario explorador submarino y realizador de una serie de documentales sobre la vida en el mar; sin embargo, no está viviendo su mejor momento:
Su popularidad está en “olas bajas”; su mejor amigo y socio, Esteban, ha sido devorado por una extraña especie de tiburón; y para rematar, aparece un piloto aéreo, Ned Plimpton, que asegura ser el hijo que nunca conoció…
Zissou se propone primero ir en busca del tiburón asesino para convertirlo en la estrella de su siguiente documental, y vengar la muerte de su amigo.
En la expedición que organiza en su buque, The Belafonte, le acompañarán, entre otros, su presunto hijo, convertido en productor del documental; su esposa Eleanor, que es además La Vicepresidente de su compañía; una periodista embarazada que cubre la aventura de la expedición; un afectuoso ingeniero alemán; el físico y compositor de las bandas sonoras, Vladimir Wolodarsky; y un experto en seguridad brasileño, que se dedica a cantar en portugués temas de David Bowie, Pele Dos Santos.
Esa en una muy colorida tripulación, en que pronto saldrán a luz muchas rencillas, descubrimientos y reconciliaciones, porque los guiones de Anderson, que parecen novelas, siempre surgen de una íntima experiencia personal, y en el centro de The Life Aquatic with Steve Zissou se encuentra otro personaje muy querido para Anderson:
El mundialmente famoso oceanógrafo protagonista, que es a la vez cómicamente familiar y totalmente singular.
Y es que por mucho tiempo, fascinado por las películas acuáticas y la vida submarina en general, Anderson siempre había querido hacer una película escenificada en un barco en el mundo de las aventuras cinematográficas:
“Esta es una película en la que he estado pensando cerca de 14 años.
Siempre me sentí fascinado por este extraño y asombroso personaje que crea una especie de familia excéntrica en medio del mar”, dijo.
Y la auténtica alma de la travesía, no podía ser otra que Steve Zissou, en cardo por un Bill Murray superlativo, con un personaje que refleja la inmadurez, el afán de aventura, la ingenuidad, un tipo que afronta el fracaso con espíritu combativo; y que el actor lo dota de humanidad, de imperfecciones, de fragilidad, de una mirada nostálgica, siempre intentando sobreponerse a las dificultades; sabe navegar con mesura entre el tono dramático y el humorístico, emitiendo una tremenda empatía, pues conectas con él con facilidad, aun con sus maravillosos arrebatos, cuando arremete contra unos delfines que no le obedecen, o destilando un gran cariño con un perro cojo, o con esa pose desencantada a la puerta de un cine, a esto se suma una gran química con Owen Wilson.
Pero como profesional, Steve Zissou lleva años en decadencia, su popularidad ha ido desplomándose hasta el punto de que la comunidad científica duda de la autenticidad del documental que ha presentado, y lo considera un impostor.
Por ello, la grabación de la segunda parte del documental, es en la que se centrará la película de Wes Anderson, y en ella, la tripulación del Belafonte, el llamado Team Zissou, que se prepara para dar caza a la criatura.
Y tras la presentación del documental, el supuesto hijo de Zissou, Ned Plimpton, se presenta para conocerlo.
El personaje interpretado por Owen Wilson, acaba convirtiéndose en una figura fundamental, no sólo porque introduce una de las temáticas preferidas de Anderson, los problemas paterno-filiales, también porque se convierte en el productor de la película, cuando los estudios abandonan a Steve.
Ned, dejará su trabajo como piloto de Air Kentucky, y pasará a formar parte de un grupo que funciona más como una familia disfuncional, que como una tripulación.
Y es que Steve Zissou es una especie de Jacques Cousteau, cuya figura aparece para representar esa madurez deseable, esa niñez postergada que atraviesa a casi todos sus personajes masculinos, y que los convierte en seres frustrados y melancólicos; mientras las figuras femeninas funcionan más como madres que como esposas:
Anjelica Huston en el papel de Eleanor Zissou, no sólo es la que equilibra, es la que protege, la que sabe, la que conoce, la que piensa…
Wes Anderson siempre se centra en una problemática muy específica, la conflictiva relación padres/hijos, y la metamorfosis sufrida por la familia estadounidense, la dificultad a la hora de abordar la madurez, y todos los problemas que enfrentan.
Y para representarlo, el director recurre casi siempre a los mismos actores, un elenco muy específico que aunque sí varían su rol, vuelven una y otra vez sobre el mismo registro emocional, dando como resultado, personajes perfectamente definidos, que hacen de la inexpresión una virtud.
Todo este inventario de desgracias e inconvenientes, aparece esparcido a lo largo del film sin demasiado sentido de la progresión, aunque con una gran unidad formal; donde los planos pueden ir narrativamente a la deriva, pero la sensibilidad detrás de la cámara es siempre la misma.
Las composiciones de Wes Anderson con el formato panorámico, tienden a darle bastante más importancia a los colores que a los objetos; y a menudo, la desnudez de sus planos, nos permite apreciar mejor la música, el sonido y también la aparente frialdad de algunos de los personajes, sobre quienes no llegamos a saber qué les sucede emocionalmente, como si fueran enigmas.
Técnicamente, la película de Anderson mantiene las características de su cine:
“Travellings” casi infinitos en un sentido y en el otro, como si siguiera las viñetas de un comic, y como si volviera sobre sus pasos para seguir a los personajes; donde el humor negro, las interpretaciones casi inexpresivas de los personajes, las situaciones estrambóticas… todo ayuda a crear una atmosfera especial y fantástica, a lo que contribuye de manera especial la recreación del fondo marino a cargo de Henry Selick, con guiños al Georges Méliès de del filme “20,000 lieues sous les mers” (1907), e incluso a la película “Yellow Submarine” (1968) de George Duning; pero en el fondo se revela que Anderson es un director obsesivo, milimétrico, y tremendamente preocupado por los detalles.
Inicialmente, como escritor junto a Noah Baumbach, nombraron espontáneamente a varios de los lugares y miembros de la tripulación de la película, después de las cosas y las personas que vieron a su alrededor en el restaurante italiano donde tuvieron muchas de sus reuniones sobre la película; por ejemplo:
La Isla de Pez-espada, fue nombrada por uno de los platos en el menú; y algunos de los nombres de los personajes llevan el nombre de los camareros y clientes del restaurante; pero el guión pedía que los piratas fueran indonesios, pero como no había suficiente población indonesia en Italia donde se filmó la película, se cambió a filipinos.
También Anderson vio muchas películas sobre el océano, para ver cómo se simulaba el movimiento del mar, y descubrió que en “The Black Stallion” (1979), solo había una escena en un pasillo que hacía que la cámara se meciera, por lo que decidió tener una sola escena de corredor oscilante en el filme.
De la misma forma que presenta a sus personajes dando información pormenorizada y contándonos su historia, el barco es presentado como si fuera otro de los protagonistas del film.
La escena en la que Steve Zissou lo presenta, contiene parte de la esencia su cine; sobre un fondo plano, donde predominan los colores primarios, se encuentra The Belafonte, que podemos ver en su totalidad de proa a popa; y somos introducidos en el barco mediante un sutil acercamiento de “zoom”, mientras la voz “en off” de Zissou nos va presentando los diferentes compartimentos.
Es fundamental señalar la manera en la que funciona la cámara en esta escena, pues el director va enseñando los compartimentos de igual manera que suele presentar a sus personajes.
Un buque, era realmente un dragaminas de 50 años de edad, comprado y remolcado desde Sudáfrica; muy similar al Calipso, que también era un viejo dragaminas británico.
Como dato, la nave de Zissou se llama “Belafonte”; en honor a Harry Belafonte que se hizo famoso cantando canciones comercializadas de calipso…
Por otra parte, en la secuencia inicial, cuando Zissou se presenta por primera vez a la audiencia italiana, el modelo del Belafonte en su escritorio, es en realidad un modelo del Calipso, pintado de azul en lugar de negro.
La sección transversal del Belafonte, en la que vemos todas las habitaciones interiores y las personas que hay dentro, tenía 140 pies de largo y 40 pies de alto.
Mientras el barco de Alistair Hennessey, se inspira en el Keldysh, el barco de investigación oceanográfica más grande y más moderna del mundo, propiedad de La Academia Rusa de Ciencias.
Así, con un movimiento de cámara pasa de un espacio a otro, igual que si pasará de un personaje a otro, rítmicamente con un estilo heredado del videoclip y que se puede calificar de toma coreográfica; así vemos un sauna, un laboratorio, una cocina, una biblioteca de investigación, una sala de montaje donde van procesando todo lo que graban, la burbuja de observación que es una especie de capsula desde la cual se puede ver el mar, una sala de máquinas, un helipuerto, y además tienen un mini submarino llamado Jacqueline Deep Search.
En esta escena, donde el movimiento es vertical, horizontal y plano, destaca la importancia del encuadre, fundamental en todo su cine.
Por otra parte, la fotografía de Robert Yeoman logra evocar el estilo documental perfeccionado por Jacques Cousteau, con colores de alta saturación, luces quemadas; todos propios de la grabación en celuloide.
Estos elementos bastarían para enlazar la alusión al mundo Cousteau, pero Anderson incorpora seres del mar imposibles, absurdos algunos, y asombrosos otros como el tiburón-jaguar…
Estas criaturas consolidan el proyecto “Zissouiano” que no es otro que re-encantar el mundo marítimo.
Como dato, el tiburón-jaguar es una de las marionetas “stop-motion” más grandes jamás construidas:
Midió 8 pies de largo, y requirió 5 controles con manivela para la acción de natación.
Y el telón, el mar, adquiere mayor presencia, permitiendo actuar como agente activador que aísla sus protagonistas, confinándolos a una pequeña utopía-barco, en vez de isla; y ahí es posible cierta realización individual y sensación de tranquilidad por parte del equipo y Zissou:
Tener el hijo que nunca tuvo, rescatar un funcionario de incidencia nula para la trama del film de manos de los piratas, o hacer un descubrimiento científico fascinante, motivado puramente por la venganza, que es disipada al re-encontrarse con la fascinación mítica del mar y sus habitantes.
Del reparto, Anderson continuó corriendo riesgos mientras buscaba actores dispuestos a romper con todos los moldes establecidos, seleccionando a Bill Murray para su papel más completo y emocionalmente vulnerable hasta la fecha; pidiéndole a Owen Wilson que hiciera un giro de 180° de sus personajes tranquilos e irónicos, para tomar un papel totalmente opuesto; haciendo que el típicamente intenso Willem Dafoe, intentara un papel puramente cómico; arrancando al actor de renombre mundial del teatro, Michael Gambon, para que interpretara al decadente empresario Oseary Drakoulias; y permitiéndole al actor brasileño, Seu Jorge, surgir en direcciones imprevistas en el papel musical de Pelé Dos Santos.
Pero Steve Zissou fue escrito con Bill Murray en mente, y según Wes Anderson, “no podría haber sido nadie más”; curiosamente, durante el rodaje, Bill Murray se convirtió en un buceador certificado, registrando más de 40 horas.
Por otro lado, mientras estaba preparada para su prótesis de embarazo, que incluía envolverse en un yeso de cuerpo completo, Cate Blanchett se desmayó...
La actriz estaba bastante sorprendida por esto, ya que nunca se había desmayado antes, y aprendió en los días siguientes, que en realidad estaba embarazada; y cuando se enteró del embarazo en la vida real de Cate Blanchett, Wes Anderson la acusó bromeando de “tomar el método de actuar demasiado lejos”
Un dato de interés, que evidencia la locura de película que es, es el título original en inglés:
“The Life Aquatic with Steve Zissou”, que debería ser “The Aquatic Life with Steve Zissou”; pero este mal uso gramático prefigura el ánimo de la cinta.
El inglés quebrado, es síntoma de un uso instrumental del inglés en países no angloparlantes para etiquetar productos y “subirles el pelo”
En Japón, este fenómeno toma ribetes casi poéticos, y las frases en inglés se ven transmutadas con una sensibilidad “haikú” que en ocasiones sorprende.
Este fenómeno se manifiesta de improviso, a la deriva de la producción cultural; sólo una mirada despreocupada ve el encanto lúdico que se desprende de ese error.
Otra cosa es simplemente verlo mal escrito; y con ello evidenciar la incomprensión con la que se ha quedado la crítica, cerrándose a aspectos alternativos, cuya gracia es convivir con las debilidades estructurales del relato, cabos atados forzosamente, punto de inacción, lo absurdo, etc.; y desembocando en una cinta tremendamente imaginativa y tupida como un bosque.
Por lo que The Life Aquatic with Steve Zissou consigue rescatar la fascinación que ejerce el mar sobre nosotros, y hacer de él un protagonista omnisciente cuyos recordatorios son orcas, delfines, hipocampos, jaibas pintadas, y tiburones-jaguares... pues todavía desconocemos qué diablos hay allá abajo; y todo ello es también una fauna de la humanidad, con sus emociones profundas, inexploradas, extrañas, y absurdas, pero humanas después de todo.
¿Quién no?
Y el entorno lúdico con el que Anderson despliega el relato, puede incomodar, y se podría incluso argumentar que peca de ingenuo, al juzgar por cómo decide solucionar ciertos nudos en la trama, un ejemplo es la expulsión a tiros por parte de Zissou de los piratas Filipinos, casi una volada de marihuana...
En efecto, la secuencia, acompañada de la canción “Search and Destroy”, más que provocar distanciamiento, logra despejar toda duda que estamos ante una película que se construye como una fábula; y lo plausible definitivamente no es un tema a considerar.
Pienso en la dirección de arte, que construye al buque Belafonte al más estilo Pop-Art, como emblema de todo el filme, como un criadero de hormigas, un cuerpo cortado a lo largo que expone su organismo, su pulso interior.
No es solo un barco, es un pequeño mundo que mantiene una relación muy ambigua con su exterior, donde los elementos que otorgan consistencia al proyecto Zissou:
Fama, fondos, notoriedad, pertinencia con la comunidad científica, etc., son incluso más cartón piedra que los eventos y relaciones humanas y entre animales que ocurren en el círculo cercano de Steve Zissou; y el macguffin es excelente, porque al final encuentran al tiburón-jaguar, una criatura que nadie diría que existía…
Así, el tiburón-jaguar hace referencia a la relación entre Steve Zissou y Ned, padre e hijo improbables, ya que Steve es estéril…
Pero siendo justos, The Life Aquatic with Steve Zissou no es una obra redonda, tiene segmentos sin gracia, prescindibles, con algunas situaciones se le va la mano, pero me ha gustado la valentía del director adentrándose en terrenos originales, donde utiliza con ingenio la mordacidad, el sarcasmo, el cinismo, el nihilismo, en lo que es una visión melancólica de la vida, donde el realizador construye un andamiaje dramático, y lo adorna con inteligencia de notas de humor que la hacen especial; donde el motor son personajes desorientados, y están en continua lucha por encontrar su lugar en el mundo; y añade un divertido ejercicio de meta-cine, al estar rodando una película dentro de la película, en este caso un documental.
Por lo que tenemos momentos recordables:
El divertido baile de Steve Zissou por “el gran avance de haber incorporado música en los cascos”; la cámara moviéndose por el interior del Belafonte, cual casa de muñecas; el ataque de los piratas filipinos, con el arranque de furia de Steve Zissou; el rescate que comanda Zissou en una isla abandonada, en el hotel Citroën; el clímax, de una belleza magnética, con todo el grupo montado en el mini submarino amarillo Jacqueline Deep Search, que desciende a gran profundidad abisal, arrastrando un gran cebo para el tiburón-jaguar, y hallan un micro-mundo rebosante de encanto, con criaturas extrañas, y todos están en silencio, de fondo oímos la música de un casete de Ned, y se paran en el fondo marino, apagan la música y las luces, y son rodeados por un enjambre de medusas rosas, y tras esto, un gran animal salpicado de manchas naranjas se les acerca, de fondo suena el tema mágico de Sigur Ros “Staralfur”, para mostrar al tiburón-jaguar, todos quedan perturbados por su imagen, por lo que arrancan el cebo y se alejan, lo dejan irse, sin la tan ansiada venganza de Steve Zissou.
El encantador epílogo, vemos a Zissou sentado en la puerta de donde proyectan su último documental, en el que ha perdido a su hijo, y tiene la mirada perdida mientras fuma, y se escucha la algarabía de fondo de haber terminado el documental, donde un niño sale y se sienta junto a él.
Steve le da un anillo de su grupo, la gente sale del cine, y comienza a sonar la música, sube al niño a sus hombros, y la música suena alegremente mientras todo el equipo Zissou le sigue.
Tras esto, una elipsis temporal, es de día y todo el equipo uniformado marcha por el puerto, se suben al Belafonte, y ocupan en su lugar, tras esto, los créditos finales pasan sobreimpresionados con el fondo de un escenario de teatro sobre el que está Seu Jorge interpretando a guitarra uno de sus temas.
Además de exponer el argumento central, su preocupación estriba en que aparezca un cuadro cromático al fondo de cada escena, en ocasiones acompañados de detalles cómicos, como los delfines con las cámaras filmando el encuentro amoroso entre la periodista y el hijo del capitán… desternillante.
Y durante los créditos finales, los cineastas reconocen que el verdadero Steve Zissou es un abogado prominente en la ciudad de New York, especializado en litigios federales complejos, tremenda ironía.
La banda sonora contiene un estilo típico de otras películas de Wes Anderson:
Mark Mothersbaugh, un miembro de Devo, compuso la partitura, como lo hizo en muchas de las otras películas de Anderson; y aquí también presenta muchas canciones de rock de los años 1960 a 1980, y varias piezas instrumentales compuestas por Sven Libaek para la serie de televisión documental subacuática “Inner Space”
Además, la película y la banda sonora presentan a Seu Jorge interpretando las canciones de David Bowie en portugués, en guitarra acústica.
Jorge, que también interpreta al personaje de Pelé dos Santos, interpreta algunas de estas canciones en vivo, durante la película, y en su mayoría con letras modificadas que reflejan las propias experiencias de Jorge trabajando en la película.
La escena final que representa la belleza del tiburón-jaguar, presenta la canción “Staralfur” de Sigur Ros.
También señalar que esta es la primera película de Anderson que no presenta una canción de los Rolling Stones.
“Supposedly Cousteau and his cronies invented the idea of putting walkie-talkies into the helmet.
But we made ours with a special rabbit ear on the top so we could pipe in some music”
Para ver The Life Aquatic with Steve Zissou es conveniente no tomársela muy en serio; porque toda ella bascula entre lo surreal y el humor absurdo, que también es conocido como humor surrealista, y es un tipo de humor que se vale de las situaciones disparatadas o incoherentes para generar la risa en el público, y su comicidad se basa en la irracionalidad; porque es un humor totalmente alejado de la realidad, pero que a la vez nos sumerge en lo esencial de ella.
Otros rasgos característicos, son la falta de coherencia entre episodios, y la presencia de uno o 2 personajes con sentido común.
Y para llegar a desarrollar la idea de lo absurdo, el novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés, Albert Camus, como el director Wes Anderson, se planteó primeramente reflexionar cómo la muerte modifica la concepción de la condición humana.
La mortalidad, a su vez, está ligada con la ausencia de Dios, y la falta de sentido del mundo.
Estos 3 elementos componen la condición metafísica del hombre; pues frente a la ausencia de Dios y la irracionalidad del mundo, se manifestaba la nostalgia de unidad y de racionalidad como una exigencia propiamente humana.
Frente a la mortalidad, se manifestaba, también como una exigencia propiamente humana, el afán de la inmortalidad.
Y es a partir de este afán por la racionalidad, lo que llevó a Camus, y a Anderson a presentar aquello que domina y determina lo absurdo:
“El hombre se encuentra ante lo irracional.
Siente en sí, su deseo de felicidad y de razón.
El absurdo nace de esta confrontación, entre el llamamiento humano y el silencio no razonable del mundo; y el absurdo nace precisamente en el encuentro de esta razón eficaz, pero limitada, con lo irracional que renace continuamente”
El absurdo expresa pues una desarmonía fundamental, una trágica incompatibilidad en nuestra existencia; y en efecto, se argumenta que el absurdo es el producto de una colisión o confrontación entre nuestro deseo humano de orden, significado y propósito en la vida; y el “silencio indiferente del universo”
El absurdo no está en el hombre, ni el hombre está en el mundo, pero en su presencia, es el único vínculo que los une.
Algunos pensarán que The Life Aquatic with Steve Zissou es simple locura, otros que se trata de la expresión creativa en su estado más puro e, incluso habrá aquellos que se ciñan a su definición artística para ajustarse lo más posible a lo que significan las vanguardias de principios del siglo XX.
Pero el objeto es romper con todo, fragmentar aquellos valores que estuviesen, en mayor o menor medida, asentados en el mundo del arte, y crear una corriente irracional en la producción creativa.
Por su parte, el surrealismo intenta plasmar el mundo de los sueños y del inconsciente en la obra artística; independientemente de si está produciendo drama, ficción o no ficción; y tanto Camus como Anderson, casi siempre toma y vuelve a explorar las mismas cuestiones filosóficas básicas; y estos tópicos recurrentes, constituyen los componentes clave de su pensamiento; que incluyen temas como el absurdo, la alienación, la rebelión… que casi automáticamente vienen a la mente cada vez que se menciona su nombre.
De ahí que cualquier resumen de su lugar en la filosofía moderna, sería incompleto sin por lo menos una breve discusión de estas ideas, y cómo encajan para formar una visión de mundo distintiva y original.
Incluso los no muy familiarizados con sus obras, son conscientes de su reputación como expositor filosófico, anatomista y poeta-apóstol del absurdo.
“The deeper you go, the weirder life gets”
Sabían que “la narcosis de nitrógeno” es una alteración reversible del estado de conciencia de un individuo en el buceo profundo con botella de aire comprimido, o cualquier otra mezcla gaseosa que contenga nitrógeno; y produce un efecto similar a la intoxicación alcohólica o a la inhalación de óxido de nitrógeno (I); por lo que puede sobrevenir a cualquier profundidad, y se vuelve más evidente al aumentar la profundidad.
El mecanismo que desencadena la narcosis de nitrógeno en los buzos, no está completamente explicado, pero es un efecto directo de las altas presiones de nitrógeno sobre la transmisión nerviosa; y el aspecto más peligroso de esta condición, es la pérdida de objetividad, la incapacidad de actuar racionalmente, la desorientación y la mala coordinación; y en sus formas más graves, el buzo empieza a sentirse invulnerable, y a descuidar las normas de seguridad básicas del buceo.
Hay una gran cantidad de anécdotas infames, aparentemente basadas en historias verídicas de buzos que intentan compartir el aire del regulador con los peces, o que intentan fumar un cigarrillo estando en inmersión… y generalmente, el buzo que padece esta condición, no es consciente de la misma, y es incapaz de juzgar el riesgo de su condición.
Otros efectos asociados a la respiración de gases inertes a altas presiones, son:
El vértigo, los cosquilleos y/o hormigueos en los labios y en los dedos, y un agotamiento acentuado.
Algunos buzos pueden verse víctimas del pánico, permaneciendo en el fondo por no sentirse capaces de ascender; y también puede presentar efectos hilarantes, de ansiedad extrema, depresión o paranoia.
¿Qué harías si tu mejor amigo es asesinado por un animal marino que en apariencia ni siquiera existe?
Exacto, ir al psicólogo, excepto si te llamas Steve Zissou, y tienes a tu cargo a los hombres mejor preparados para sumergirte en el mar.
“I'm going to find it and I'm going to destroy it.
I don't know how yet, maybe dynamite”
The Life Aquatic with Steve Zissou es una comedia de aventura, del año 2004, dirigida por Wes Anderson.
Protagonizado por Bill Murray, Owen Wilson, Cate Blanchett, Anjelica Huston, Willem Dafoe, Jeff Goldblum, Michael Gambon, Noah Taylor, Bud Cort, Seu Jorge, Robyn Cohen, Waris Ahluwalia, Seymour Cassel, Noah Baumbach, Hal Yamanouchi, entre otros.
El guión es de Wes Anderson y Noah Baumbach; aunque los personajes fueron inspirados por novelas como “The Great Gatsby” y “The Magnificent Ambersons”, la trama se ha comparado con “Moby Dick”; mientras que el protagonista, Steve Zissou, es a la vez una parodia y un homenaje al pionero del buceo francés, Jacques-Yves Cousteau; y con gratitud a La Sociedad Cousteau “que no participó en la realización de esta película”; y a quien está dedicada la película; de hecho, las gorras rojas de lana que llevan los personajes, son una referencia directa a Cousteau, famoso cineasta submarino, y coinventor de la escafandra autónoma moderna.
Como dato, el hijo de Cousteau, Philippe, murió en un accidente de hidroavión, algo parecido a lo que sucede en la trama de The Life Aquatic with Steve Zissou, donde el supuestamente hijo de Steve, muere después de un accidente de helicóptero en el mar.
Todo nace en su época de universitario, que Wes Anderson escribió una historia corta, acerca de un oceanógrafo, su barco y a su esposa, quien resulta ser el cerebro detrás de su operación; y a partir de allí, la historia continuó evolucionando a lo largo de los años; al tiempo que comenzó a colaborar en el guión junto a su amigo de muchos años, Noah Baumbach, un escritor y director quien también escribe piezas cómicas para The New Yorker.
Reuniéndose en el mismo restaurante neoyorquino, día tras día, Anderson y Baumbach crearon la historia, no solamente de Zissou, sino también la de su tripulación de compañeros soñadores que se van a la mar con él; y mientras escribieron la historia llena de acción, su exploración de los personajes llevó el trasfondo de la historia a la superficie; y el guión fue más lejos que todo lo que Anderson había hecho anteriormente en términos de inventar todo un mundo que sigue reglas propias de la realidad, y que son ligeramente inexactas; por lo que rinde tributo a los documentales de Jacques-Yves Cousteau a través del “macguffin” de perseguir al tiburón-jaguar, y en la aventura comprenderemos a los personajes de la tripulación, que intentarán resolver sus problemas personales; por tanto hay una doble aventura.
Con $50 millones de presupuesto, la película más grande de Wes Anderson al momento, no logró ganar dinero, y obtuvo solo $34.8 millones en todo el mundo; y aunque la mayoría de las revisiones iniciales fueron negativas, desde su estreno ha cosechado un seguimiento de culto, y han elogiado la singularidad, la excentricidad y la extravagancia de la película; por lo que la hace un film inclasificable, ya que combina con cierto equilibrio el humor absurdo con las situaciones dramáticas, mostrándose por tramos como ingenua, y otras reflexiva en su carga de exploración de las relaciones paterno-filiales, de las que muchas veces no tiene que ver con la sangre, al tiempo que nos habla de la amistad, de las frustraciones, de los sueños, de las ansias de redención, etc., y lo hace creando una ambientación por momentos revestida de magia cuasi-onírica, provocando en muchos tramos fascinación mágica.
De hecho, Wes Anderson afirmó estar pasando por una fase italiana durante el tiempo de hacer la película; y esa es una de las razones por las que fue filmada en Roma, en los famosos Cinecittà Studios; y especialmente en exteriores en Nápoles, Ponza y La Riviera italiana.
La aventura sigue a Steve Zissou (Bill Murray), el legendario explorador submarino, distinguido presumido, y un hombre conocido en todo el mundo por sus documentales acerca de la rebosante vida debajo del mar azul; pero últimamente, sin embargo, la vida en la tierra no es muy indulgente con Zissou:
Su mejor amigo y por mucho tiempo también socio, Esteban du Plantier (Seymour Cassel), fue recientemente devorado por un hambriento tiburón-jaguar; y se comienza a rumorear que está perdiendo su maestría como documentalista y submarinista…
Y ahora, de la nada, llega un genuino caballero sureño y copiloto de Air Kentucky llamado Edward “Ned” Plimpton (Owen Wilson), quien asegura que él podría ser, o no ser, el hijo perdido que Steve nunca llegó a conocer:
Kingsley Zissou.
De esa manera, con todos esos eventos, el imperioso, ególatra y adorablemente despistado, Steve Zissou está ahora listo para realizar su película más impresionante hasta la fecha, en la que se vengará del tiburón-jaguar, se convertirá en el padre que nunca pensó que podría ser, y recuperará algo del efímero sentido de su propia nobleza; y haciéndose a la mar en su barco, The Belafonte, Zissou reúne una tripulación que también incluye a:
Jane Winslett-Richardson (Cate Blanchett), por raro que parezca, una periodista encinta, cubriendo la historia de la expedición; Eleanor Zissou (Anjelica Huston), la brillante esposa de Zissou, y Vicepresidente de The Zissou Society; el afectuoso ingeniero alemán, Klaus Daimler (Willem Dafoe); el archienemigo y rival oceanógrafo, Alistair Hennessey (Jeff Goldblum); el septuagenario productor de Zissou, Oseary Drakoulias (Michael Gambon); el físico y compositor de música original, Vladimir Wolodarsky (Noah Taylor); el funcionario de la compañía de bonos, Bill Ubell (Bud Cort); Pelé dos Santos (Seu Jorge), el experto en seguridad brasileño, quien en forma regular le da serenatas al equipo con pegadizas interpretaciones musicales en portugués de canciones de David Bowie... y no podía faltar la siempre chica “topless” Anne-Marie Sakowitz (Robyn Cohen); el camarógrafo, Vikram Ray (Waris Ahluwalia); el hombre rana, Bobby Ogata (Neils Koizumi), y al editor y técnico de sonido, Renzo Pietro (Pawel Wdowczak)
Y es que con 53 años de edad, Steve Zissou ha ido cuesta abajo, ya que no tuvo una exitosa película en los últimos años, lo que le hace pensar que su próxima película será la última, algo que no ha confirmado públicamente; y acaba de lanzar la primera parte de esa película:
“The Jaguar Shark”, cuyo título deriva del incidente en que su amigo de 27 años fue devorado por esa bestia de 10 metros de largo, pero que Steve nunca había visto antes… porque solo Steve vio a la criatura y lo que le sucedió a Esteban, de esa manera surge la pregunta de si la criatura realmente existe, y si Steve está inventando la historia… de todos modos, Steve planea como parte 2 del hallazgo del documental, destruir a la criatura.
Y curiosamente, 3 personas que nunca han navegado con Steve, se unirán al equipo en esta expedición:
Bill Ubell, “el títere” de su compañía de bonos; Jane Winslett-Richardson, única reportera y embarazada, cuya presencia es importante, aunque solo sea porque a Steve le importa lo que el mundo piense de él, a pesar de que a menudo hace cosas desagradables… y Ned Plimpton, que trabaja como piloto de una aerolínea de aguas estancadas, y que los 2 creen que puede ser el hijo biológico de Steve de una relación anterior.
A pesar de que Ned reconoce que no es un nadador fuerte, acepta la oferta de Steve, de ser un miembro oficial del equipo, lo que no le sienta bien al ingeniero del equipo, Klaus Daimler, quien siempre se ha considerado a sí mismo como “el hijo que Steve nunca tuvo”
Al tiempo, un miembro del equipo que no estará de acuerdo, es la esposa de Steve, Eleanor Zissou, a quien Steve se refiere como “una perra rica”, que una vez estuvo casada con el archienemigo de Steve, Alistair Hennessey, y que Steve admitirá oficialmente que es el verdadero cerebro detrás de la operación; pero ella ve esta expedición como “imprudente”
De esa manera, Steve, al poder enfocarse en la misión en cuestión, toma algunos turnos basados en otros peligros del mar y las interacciones entre Steve, Ned y Jane, lo que agrega complejidad a su ambiente confinado; hecho por el que en muchas ocasiones pondremos en duda si lo que está ocurriendo es real, o es parte de una neurosis de Steve; porque el secreto de The Life Aquatic with Steve Zissou está en encontrar la gracia; aquí donde no hay nada, pero absolutamente nada que se pueda considerar con esa palabra tan sosa que llamamos “normal”; y para definirla, cabría decir que es un melodrama con apariencia de comedia, en el que el color y la música, los animales acuáticos y muchas situaciones sin pies ni cabeza, la mirada cansada y triste de Bill Murray… y en general, todos los elementos del film, nos describen a adultos que parecen niños, corriendo sin demasiado sentido en busca de un tiburón... animal o metafórico…
El tono lánguido del relato y los colores, nos proponen imágenes que en apariencia podría resultar cómicas y que, sin embargo, en contadas ocasiones nos arrancan una sonrisa siquiera, dejándonos al final una misteriosa sensación de melancolía, de deriva, de pesadumbre; y hace falta tener la fantasía de un niño para ser Steve Zissou, posiblemente porque Steve Zissou es un niño que cree ser mayor; y eso también es el film.
Por tanto, espectadores y crítica saldrán confundidos por la mezcla de realismo y tenue surrealismo que puebla sus imágenes, por sus infantiles imágenes luchando por transformarse en algo más serio, o bien defendiendo su peculiar forma de encarar la seriedad; pero siempre, siempre con algo importante que decir, para reflexionar y valorar.
“Nobody knows what's going to happen.
And then we film it.
That's the whole concept”
Con solamente 3 películas:
“Bottle Rocket”, “Rushmore” y “The Royal Tenenbaums”, el director Wes Anderson ha establecido un punto de vista cargado de comicidad, y a la misma vez profundamente humano acerca de la vida moderna y las relaciones; pues cada una de sus comedias ampliamente populares, ha emprendido los temas recurrentes de las aspiraciones, los inadaptados, la familia, el amor y la fatalidad.
Y en su 4ª película lleva estos mismos temas a un territorio totalmente nuevo, cuando Anderson, en forma simultánea, emprende una aventura marina con abundantes persecuciones, tiroteos, tiburones al acecho y maravillas submarinas; y de cierta forma, The Life Aquatic with Steve Zissou se convirtió en la propia expedición de Anderson hacia lo desconocido; donde la intención primordial no busca narrar un relato en clave y estructura convencional; en cambio Anderson se dedica a retratar cuidadosamente todos los recovecos de su mundo/mirada; y esta mirada, más que personal, brota de una inquietud vertiginosa de plasmar los devenires de las relaciones humanas en condiciones límite, ilustrado en el tono absurdo de muchas de sus situaciones.
Por lo que aquí da un paso más allá en su elaboración de su pequeño repertorio de relaciones humanas, retratando las pequeñas minucias, deseos y actos fallidos de personajes “aperrados”, comprometidos, pero sobre todo imperfectos, y heridos, cicatrizados, tanto que podemos identificarnos con alguno de ellos.
Así, la acción sigue a Steve Zissou, un legendario explorador submarino y realizador de una serie de documentales sobre la vida en el mar; sin embargo, no está viviendo su mejor momento:
Su popularidad está en “olas bajas”; su mejor amigo y socio, Esteban, ha sido devorado por una extraña especie de tiburón; y para rematar, aparece un piloto aéreo, Ned Plimpton, que asegura ser el hijo que nunca conoció…
Zissou se propone primero ir en busca del tiburón asesino para convertirlo en la estrella de su siguiente documental, y vengar la muerte de su amigo.
En la expedición que organiza en su buque, The Belafonte, le acompañarán, entre otros, su presunto hijo, convertido en productor del documental; su esposa Eleanor, que es además La Vicepresidente de su compañía; una periodista embarazada que cubre la aventura de la expedición; un afectuoso ingeniero alemán; el físico y compositor de las bandas sonoras, Vladimir Wolodarsky; y un experto en seguridad brasileño, que se dedica a cantar en portugués temas de David Bowie, Pele Dos Santos.
Esa en una muy colorida tripulación, en que pronto saldrán a luz muchas rencillas, descubrimientos y reconciliaciones, porque los guiones de Anderson, que parecen novelas, siempre surgen de una íntima experiencia personal, y en el centro de The Life Aquatic with Steve Zissou se encuentra otro personaje muy querido para Anderson:
El mundialmente famoso oceanógrafo protagonista, que es a la vez cómicamente familiar y totalmente singular.
Y es que por mucho tiempo, fascinado por las películas acuáticas y la vida submarina en general, Anderson siempre había querido hacer una película escenificada en un barco en el mundo de las aventuras cinematográficas:
“Esta es una película en la que he estado pensando cerca de 14 años.
Siempre me sentí fascinado por este extraño y asombroso personaje que crea una especie de familia excéntrica en medio del mar”, dijo.
Y la auténtica alma de la travesía, no podía ser otra que Steve Zissou, en cardo por un Bill Murray superlativo, con un personaje que refleja la inmadurez, el afán de aventura, la ingenuidad, un tipo que afronta el fracaso con espíritu combativo; y que el actor lo dota de humanidad, de imperfecciones, de fragilidad, de una mirada nostálgica, siempre intentando sobreponerse a las dificultades; sabe navegar con mesura entre el tono dramático y el humorístico, emitiendo una tremenda empatía, pues conectas con él con facilidad, aun con sus maravillosos arrebatos, cuando arremete contra unos delfines que no le obedecen, o destilando un gran cariño con un perro cojo, o con esa pose desencantada a la puerta de un cine, a esto se suma una gran química con Owen Wilson.
Pero como profesional, Steve Zissou lleva años en decadencia, su popularidad ha ido desplomándose hasta el punto de que la comunidad científica duda de la autenticidad del documental que ha presentado, y lo considera un impostor.
Por ello, la grabación de la segunda parte del documental, es en la que se centrará la película de Wes Anderson, y en ella, la tripulación del Belafonte, el llamado Team Zissou, que se prepara para dar caza a la criatura.
Y tras la presentación del documental, el supuesto hijo de Zissou, Ned Plimpton, se presenta para conocerlo.
El personaje interpretado por Owen Wilson, acaba convirtiéndose en una figura fundamental, no sólo porque introduce una de las temáticas preferidas de Anderson, los problemas paterno-filiales, también porque se convierte en el productor de la película, cuando los estudios abandonan a Steve.
Ned, dejará su trabajo como piloto de Air Kentucky, y pasará a formar parte de un grupo que funciona más como una familia disfuncional, que como una tripulación.
Y es que Steve Zissou es una especie de Jacques Cousteau, cuya figura aparece para representar esa madurez deseable, esa niñez postergada que atraviesa a casi todos sus personajes masculinos, y que los convierte en seres frustrados y melancólicos; mientras las figuras femeninas funcionan más como madres que como esposas:
Anjelica Huston en el papel de Eleanor Zissou, no sólo es la que equilibra, es la que protege, la que sabe, la que conoce, la que piensa…
Wes Anderson siempre se centra en una problemática muy específica, la conflictiva relación padres/hijos, y la metamorfosis sufrida por la familia estadounidense, la dificultad a la hora de abordar la madurez, y todos los problemas que enfrentan.
Y para representarlo, el director recurre casi siempre a los mismos actores, un elenco muy específico que aunque sí varían su rol, vuelven una y otra vez sobre el mismo registro emocional, dando como resultado, personajes perfectamente definidos, que hacen de la inexpresión una virtud.
Todo este inventario de desgracias e inconvenientes, aparece esparcido a lo largo del film sin demasiado sentido de la progresión, aunque con una gran unidad formal; donde los planos pueden ir narrativamente a la deriva, pero la sensibilidad detrás de la cámara es siempre la misma.
Las composiciones de Wes Anderson con el formato panorámico, tienden a darle bastante más importancia a los colores que a los objetos; y a menudo, la desnudez de sus planos, nos permite apreciar mejor la música, el sonido y también la aparente frialdad de algunos de los personajes, sobre quienes no llegamos a saber qué les sucede emocionalmente, como si fueran enigmas.
Técnicamente, la película de Anderson mantiene las características de su cine:
“Travellings” casi infinitos en un sentido y en el otro, como si siguiera las viñetas de un comic, y como si volviera sobre sus pasos para seguir a los personajes; donde el humor negro, las interpretaciones casi inexpresivas de los personajes, las situaciones estrambóticas… todo ayuda a crear una atmosfera especial y fantástica, a lo que contribuye de manera especial la recreación del fondo marino a cargo de Henry Selick, con guiños al Georges Méliès de del filme “20,000 lieues sous les mers” (1907), e incluso a la película “Yellow Submarine” (1968) de George Duning; pero en el fondo se revela que Anderson es un director obsesivo, milimétrico, y tremendamente preocupado por los detalles.
Inicialmente, como escritor junto a Noah Baumbach, nombraron espontáneamente a varios de los lugares y miembros de la tripulación de la película, después de las cosas y las personas que vieron a su alrededor en el restaurante italiano donde tuvieron muchas de sus reuniones sobre la película; por ejemplo:
La Isla de Pez-espada, fue nombrada por uno de los platos en el menú; y algunos de los nombres de los personajes llevan el nombre de los camareros y clientes del restaurante; pero el guión pedía que los piratas fueran indonesios, pero como no había suficiente población indonesia en Italia donde se filmó la película, se cambió a filipinos.
También Anderson vio muchas películas sobre el océano, para ver cómo se simulaba el movimiento del mar, y descubrió que en “The Black Stallion” (1979), solo había una escena en un pasillo que hacía que la cámara se meciera, por lo que decidió tener una sola escena de corredor oscilante en el filme.
De la misma forma que presenta a sus personajes dando información pormenorizada y contándonos su historia, el barco es presentado como si fuera otro de los protagonistas del film.
La escena en la que Steve Zissou lo presenta, contiene parte de la esencia su cine; sobre un fondo plano, donde predominan los colores primarios, se encuentra The Belafonte, que podemos ver en su totalidad de proa a popa; y somos introducidos en el barco mediante un sutil acercamiento de “zoom”, mientras la voz “en off” de Zissou nos va presentando los diferentes compartimentos.
Es fundamental señalar la manera en la que funciona la cámara en esta escena, pues el director va enseñando los compartimentos de igual manera que suele presentar a sus personajes.
Un buque, era realmente un dragaminas de 50 años de edad, comprado y remolcado desde Sudáfrica; muy similar al Calipso, que también era un viejo dragaminas británico.
Como dato, la nave de Zissou se llama “Belafonte”; en honor a Harry Belafonte que se hizo famoso cantando canciones comercializadas de calipso…
Por otra parte, en la secuencia inicial, cuando Zissou se presenta por primera vez a la audiencia italiana, el modelo del Belafonte en su escritorio, es en realidad un modelo del Calipso, pintado de azul en lugar de negro.
La sección transversal del Belafonte, en la que vemos todas las habitaciones interiores y las personas que hay dentro, tenía 140 pies de largo y 40 pies de alto.
Mientras el barco de Alistair Hennessey, se inspira en el Keldysh, el barco de investigación oceanográfica más grande y más moderna del mundo, propiedad de La Academia Rusa de Ciencias.
Así, con un movimiento de cámara pasa de un espacio a otro, igual que si pasará de un personaje a otro, rítmicamente con un estilo heredado del videoclip y que se puede calificar de toma coreográfica; así vemos un sauna, un laboratorio, una cocina, una biblioteca de investigación, una sala de montaje donde van procesando todo lo que graban, la burbuja de observación que es una especie de capsula desde la cual se puede ver el mar, una sala de máquinas, un helipuerto, y además tienen un mini submarino llamado Jacqueline Deep Search.
En esta escena, donde el movimiento es vertical, horizontal y plano, destaca la importancia del encuadre, fundamental en todo su cine.
Por otra parte, la fotografía de Robert Yeoman logra evocar el estilo documental perfeccionado por Jacques Cousteau, con colores de alta saturación, luces quemadas; todos propios de la grabación en celuloide.
Estos elementos bastarían para enlazar la alusión al mundo Cousteau, pero Anderson incorpora seres del mar imposibles, absurdos algunos, y asombrosos otros como el tiburón-jaguar…
Estas criaturas consolidan el proyecto “Zissouiano” que no es otro que re-encantar el mundo marítimo.
Como dato, el tiburón-jaguar es una de las marionetas “stop-motion” más grandes jamás construidas:
Midió 8 pies de largo, y requirió 5 controles con manivela para la acción de natación.
Y el telón, el mar, adquiere mayor presencia, permitiendo actuar como agente activador que aísla sus protagonistas, confinándolos a una pequeña utopía-barco, en vez de isla; y ahí es posible cierta realización individual y sensación de tranquilidad por parte del equipo y Zissou:
Tener el hijo que nunca tuvo, rescatar un funcionario de incidencia nula para la trama del film de manos de los piratas, o hacer un descubrimiento científico fascinante, motivado puramente por la venganza, que es disipada al re-encontrarse con la fascinación mítica del mar y sus habitantes.
Del reparto, Anderson continuó corriendo riesgos mientras buscaba actores dispuestos a romper con todos los moldes establecidos, seleccionando a Bill Murray para su papel más completo y emocionalmente vulnerable hasta la fecha; pidiéndole a Owen Wilson que hiciera un giro de 180° de sus personajes tranquilos e irónicos, para tomar un papel totalmente opuesto; haciendo que el típicamente intenso Willem Dafoe, intentara un papel puramente cómico; arrancando al actor de renombre mundial del teatro, Michael Gambon, para que interpretara al decadente empresario Oseary Drakoulias; y permitiéndole al actor brasileño, Seu Jorge, surgir en direcciones imprevistas en el papel musical de Pelé Dos Santos.
Pero Steve Zissou fue escrito con Bill Murray en mente, y según Wes Anderson, “no podría haber sido nadie más”; curiosamente, durante el rodaje, Bill Murray se convirtió en un buceador certificado, registrando más de 40 horas.
Por otro lado, mientras estaba preparada para su prótesis de embarazo, que incluía envolverse en un yeso de cuerpo completo, Cate Blanchett se desmayó...
La actriz estaba bastante sorprendida por esto, ya que nunca se había desmayado antes, y aprendió en los días siguientes, que en realidad estaba embarazada; y cuando se enteró del embarazo en la vida real de Cate Blanchett, Wes Anderson la acusó bromeando de “tomar el método de actuar demasiado lejos”
Un dato de interés, que evidencia la locura de película que es, es el título original en inglés:
“The Life Aquatic with Steve Zissou”, que debería ser “The Aquatic Life with Steve Zissou”; pero este mal uso gramático prefigura el ánimo de la cinta.
El inglés quebrado, es síntoma de un uso instrumental del inglés en países no angloparlantes para etiquetar productos y “subirles el pelo”
En Japón, este fenómeno toma ribetes casi poéticos, y las frases en inglés se ven transmutadas con una sensibilidad “haikú” que en ocasiones sorprende.
Este fenómeno se manifiesta de improviso, a la deriva de la producción cultural; sólo una mirada despreocupada ve el encanto lúdico que se desprende de ese error.
Otra cosa es simplemente verlo mal escrito; y con ello evidenciar la incomprensión con la que se ha quedado la crítica, cerrándose a aspectos alternativos, cuya gracia es convivir con las debilidades estructurales del relato, cabos atados forzosamente, punto de inacción, lo absurdo, etc.; y desembocando en una cinta tremendamente imaginativa y tupida como un bosque.
Por lo que The Life Aquatic with Steve Zissou consigue rescatar la fascinación que ejerce el mar sobre nosotros, y hacer de él un protagonista omnisciente cuyos recordatorios son orcas, delfines, hipocampos, jaibas pintadas, y tiburones-jaguares... pues todavía desconocemos qué diablos hay allá abajo; y todo ello es también una fauna de la humanidad, con sus emociones profundas, inexploradas, extrañas, y absurdas, pero humanas después de todo.
¿Quién no?
Y el entorno lúdico con el que Anderson despliega el relato, puede incomodar, y se podría incluso argumentar que peca de ingenuo, al juzgar por cómo decide solucionar ciertos nudos en la trama, un ejemplo es la expulsión a tiros por parte de Zissou de los piratas Filipinos, casi una volada de marihuana...
En efecto, la secuencia, acompañada de la canción “Search and Destroy”, más que provocar distanciamiento, logra despejar toda duda que estamos ante una película que se construye como una fábula; y lo plausible definitivamente no es un tema a considerar.
Pienso en la dirección de arte, que construye al buque Belafonte al más estilo Pop-Art, como emblema de todo el filme, como un criadero de hormigas, un cuerpo cortado a lo largo que expone su organismo, su pulso interior.
No es solo un barco, es un pequeño mundo que mantiene una relación muy ambigua con su exterior, donde los elementos que otorgan consistencia al proyecto Zissou:
Fama, fondos, notoriedad, pertinencia con la comunidad científica, etc., son incluso más cartón piedra que los eventos y relaciones humanas y entre animales que ocurren en el círculo cercano de Steve Zissou; y el macguffin es excelente, porque al final encuentran al tiburón-jaguar, una criatura que nadie diría que existía…
Así, el tiburón-jaguar hace referencia a la relación entre Steve Zissou y Ned, padre e hijo improbables, ya que Steve es estéril…
Pero siendo justos, The Life Aquatic with Steve Zissou no es una obra redonda, tiene segmentos sin gracia, prescindibles, con algunas situaciones se le va la mano, pero me ha gustado la valentía del director adentrándose en terrenos originales, donde utiliza con ingenio la mordacidad, el sarcasmo, el cinismo, el nihilismo, en lo que es una visión melancólica de la vida, donde el realizador construye un andamiaje dramático, y lo adorna con inteligencia de notas de humor que la hacen especial; donde el motor son personajes desorientados, y están en continua lucha por encontrar su lugar en el mundo; y añade un divertido ejercicio de meta-cine, al estar rodando una película dentro de la película, en este caso un documental.
Por lo que tenemos momentos recordables:
El divertido baile de Steve Zissou por “el gran avance de haber incorporado música en los cascos”; la cámara moviéndose por el interior del Belafonte, cual casa de muñecas; el ataque de los piratas filipinos, con el arranque de furia de Steve Zissou; el rescate que comanda Zissou en una isla abandonada, en el hotel Citroën; el clímax, de una belleza magnética, con todo el grupo montado en el mini submarino amarillo Jacqueline Deep Search, que desciende a gran profundidad abisal, arrastrando un gran cebo para el tiburón-jaguar, y hallan un micro-mundo rebosante de encanto, con criaturas extrañas, y todos están en silencio, de fondo oímos la música de un casete de Ned, y se paran en el fondo marino, apagan la música y las luces, y son rodeados por un enjambre de medusas rosas, y tras esto, un gran animal salpicado de manchas naranjas se les acerca, de fondo suena el tema mágico de Sigur Ros “Staralfur”, para mostrar al tiburón-jaguar, todos quedan perturbados por su imagen, por lo que arrancan el cebo y se alejan, lo dejan irse, sin la tan ansiada venganza de Steve Zissou.
El encantador epílogo, vemos a Zissou sentado en la puerta de donde proyectan su último documental, en el que ha perdido a su hijo, y tiene la mirada perdida mientras fuma, y se escucha la algarabía de fondo de haber terminado el documental, donde un niño sale y se sienta junto a él.
Steve le da un anillo de su grupo, la gente sale del cine, y comienza a sonar la música, sube al niño a sus hombros, y la música suena alegremente mientras todo el equipo Zissou le sigue.
Tras esto, una elipsis temporal, es de día y todo el equipo uniformado marcha por el puerto, se suben al Belafonte, y ocupan en su lugar, tras esto, los créditos finales pasan sobreimpresionados con el fondo de un escenario de teatro sobre el que está Seu Jorge interpretando a guitarra uno de sus temas.
Además de exponer el argumento central, su preocupación estriba en que aparezca un cuadro cromático al fondo de cada escena, en ocasiones acompañados de detalles cómicos, como los delfines con las cámaras filmando el encuentro amoroso entre la periodista y el hijo del capitán… desternillante.
Y durante los créditos finales, los cineastas reconocen que el verdadero Steve Zissou es un abogado prominente en la ciudad de New York, especializado en litigios federales complejos, tremenda ironía.
La banda sonora contiene un estilo típico de otras películas de Wes Anderson:
Mark Mothersbaugh, un miembro de Devo, compuso la partitura, como lo hizo en muchas de las otras películas de Anderson; y aquí también presenta muchas canciones de rock de los años 1960 a 1980, y varias piezas instrumentales compuestas por Sven Libaek para la serie de televisión documental subacuática “Inner Space”
Además, la película y la banda sonora presentan a Seu Jorge interpretando las canciones de David Bowie en portugués, en guitarra acústica.
Jorge, que también interpreta al personaje de Pelé dos Santos, interpreta algunas de estas canciones en vivo, durante la película, y en su mayoría con letras modificadas que reflejan las propias experiencias de Jorge trabajando en la película.
La escena final que representa la belleza del tiburón-jaguar, presenta la canción “Staralfur” de Sigur Ros.
También señalar que esta es la primera película de Anderson que no presenta una canción de los Rolling Stones.
“Supposedly Cousteau and his cronies invented the idea of putting walkie-talkies into the helmet.
But we made ours with a special rabbit ear on the top so we could pipe in some music”
Para ver The Life Aquatic with Steve Zissou es conveniente no tomársela muy en serio; porque toda ella bascula entre lo surreal y el humor absurdo, que también es conocido como humor surrealista, y es un tipo de humor que se vale de las situaciones disparatadas o incoherentes para generar la risa en el público, y su comicidad se basa en la irracionalidad; porque es un humor totalmente alejado de la realidad, pero que a la vez nos sumerge en lo esencial de ella.
Otros rasgos característicos, son la falta de coherencia entre episodios, y la presencia de uno o 2 personajes con sentido común.
Y para llegar a desarrollar la idea de lo absurdo, el novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés, Albert Camus, como el director Wes Anderson, se planteó primeramente reflexionar cómo la muerte modifica la concepción de la condición humana.
La mortalidad, a su vez, está ligada con la ausencia de Dios, y la falta de sentido del mundo.
Estos 3 elementos componen la condición metafísica del hombre; pues frente a la ausencia de Dios y la irracionalidad del mundo, se manifestaba la nostalgia de unidad y de racionalidad como una exigencia propiamente humana.
Frente a la mortalidad, se manifestaba, también como una exigencia propiamente humana, el afán de la inmortalidad.
Y es a partir de este afán por la racionalidad, lo que llevó a Camus, y a Anderson a presentar aquello que domina y determina lo absurdo:
“El hombre se encuentra ante lo irracional.
Siente en sí, su deseo de felicidad y de razón.
El absurdo nace de esta confrontación, entre el llamamiento humano y el silencio no razonable del mundo; y el absurdo nace precisamente en el encuentro de esta razón eficaz, pero limitada, con lo irracional que renace continuamente”
El absurdo expresa pues una desarmonía fundamental, una trágica incompatibilidad en nuestra existencia; y en efecto, se argumenta que el absurdo es el producto de una colisión o confrontación entre nuestro deseo humano de orden, significado y propósito en la vida; y el “silencio indiferente del universo”
El absurdo no está en el hombre, ni el hombre está en el mundo, pero en su presencia, es el único vínculo que los une.
Algunos pensarán que The Life Aquatic with Steve Zissou es simple locura, otros que se trata de la expresión creativa en su estado más puro e, incluso habrá aquellos que se ciñan a su definición artística para ajustarse lo más posible a lo que significan las vanguardias de principios del siglo XX.
Pero el objeto es romper con todo, fragmentar aquellos valores que estuviesen, en mayor o menor medida, asentados en el mundo del arte, y crear una corriente irracional en la producción creativa.
Por su parte, el surrealismo intenta plasmar el mundo de los sueños y del inconsciente en la obra artística; independientemente de si está produciendo drama, ficción o no ficción; y tanto Camus como Anderson, casi siempre toma y vuelve a explorar las mismas cuestiones filosóficas básicas; y estos tópicos recurrentes, constituyen los componentes clave de su pensamiento; que incluyen temas como el absurdo, la alienación, la rebelión… que casi automáticamente vienen a la mente cada vez que se menciona su nombre.
De ahí que cualquier resumen de su lugar en la filosofía moderna, sería incompleto sin por lo menos una breve discusión de estas ideas, y cómo encajan para formar una visión de mundo distintiva y original.
Incluso los no muy familiarizados con sus obras, son conscientes de su reputación como expositor filosófico, anatomista y poeta-apóstol del absurdo.
“The deeper you go, the weirder life gets”
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