Il Colosso di Rodi
“Una statua mostruosa di bronzo e pietra venti storie hanno custodito il loro segreto!”
Se denomina “Período Helenístico”, “Helenismo” o “Periodo Alejandrino” por Mégas Aléxandros, a una etapa histórica de La Antigüedad, cuyos límites cronológicos vienen marcados por 2 importantes acontecimientos políticos:
La muerte de Mégas Aléxandros en 323 a.C.; y el suicidio de la última soberana helenística, Cleopatra VII Philopator de Egipto junto a su amante Marcus Antonius, tras su derrota en La Batalla de Accio en 31 a.C.
Y es la herencia de la cultura helénica de La Grecia Clásica que recibe el mundo griego a través de la hegemonía y supremacía de Macedonia, primero con la persona de Mégas Aléxandros, y después de su muerte con los diádocos o sucesores, reyes que fundaron las 3 grandes dinastías que predominarían en la época:
Ptolemaica, Seléucida y Antigónida.
Estos soberanos supieron conservar y alentar el espíritu griego, tanto en las artes como en las ciencias; y entre la gente culta y de la aristocracia “lo griego” era lo importante, y en este concepto educaban a sus hijos.
El resto de la población de estos reinos tan dispares como Egipto, Siria y Macedonia, no participaba del helenismo, y continuaba con sus costumbres, su lengua y sus religiones.
Mientras las ciudades-estado griegas como Atenas, Esparta y Tebas habían llegado al declive, y habían sido sustituidas en importancia por las ciudades modernas de Alejandría, Pérgamo y Antioquía, cuyo urbanismo y construcción no tenían nada que ver con las anteriores; y en todas ellas se hablaba la lengua griega, en la variante llamada “koiné”, que es un adjetivo griego que significa “común”; y vale decir que la lengua común o panhelénica, era el principal vehículo de cultura de lo que se conoce como “clásica” y fundamento de la civilización occidental; y es que las grandes ciudades se convirtieron en este período en los centros del saber, de las ciencias y del arte; y a partir del siglo IV, la mayoría de los artistas fueron griegos de las colonias de Asia; y se dio un gran avance en el mundo de las ciencias, medicina, astronomía y matemáticas; estas últimas, fueron disciplinas estudiadas y enseñadas por grandes sabios como Eukleidēs, Apollonius Pergaeus, Eratosthénēs, Arkhimḗdēs, etc.
También durante el periodo nació la filología en todos los aspectos abarcables; y muchos bibliotecarios y hombres de letras, dedicaron su vida y sus estudios a dar forma a las obras literarias, a la gramática, las palabras, la crítica literaria, clasificación de libros, etc.; y con respecto a las artes plásticas, El Período Helenístico alcanzó una grandiosidad y una madurez que no tuvo nada que envidiar al período anterior, con célebres monumentos, entre los que se encuentran 2 de las llamadas por los romanos “Siete Maravillas del Mundo”, que no eran “maravillas”, sino “obras que ver” y que se construyeron en esta época:
El Faro de Alejandría y El Coloso de Rodas.
Asimismo cabe mencionar otras importantísimas obras como El Templo de Apolo, cerca de Mileto; y El Altar de Zeus en Pérgamo.
Las llamadas Siete Maravillas del Mundo Antiguo, fueron un conjunto de obras arquitectónicas y escultóricas que los helenos, especialmente los del Período Helenístico consideraban dignas de ser visitadas; y a lo largo del tiempo, distintos autores confeccionaron diferentes listados, pero el definitivo no se fijó hasta que el pintor neerlandés, Maerten van Heemskrerck, realizó en el siglo XVI, 7 cuadros representando a esas “siete maravillas” y que fueron:
1. La Gran Pirámide de Guiza:
Terminada alrededor del año 2570 a.C., fue construida para el faraón Keops; ubicada en Guiza, Egipto, es la más antigua, la más grande y la más duradera, pero cuya última finalidad se desconoce aún.
2. Los Jardines Colgantes de Babilonia:
Construidos en 605 y 562 a.C., ubicados en La Ciudad de Babilonia, actual Irak; y perduraron hasta no más allá de 126 a.C., cuando la ciudad fue destruida definitivamente por los persas; siendo la maravilla que más dudas plantea sobre su existencia real.
3. El Templo de Artemisa:
Ubicada en Éfeso, actual Turquía, comenzada a levantar por El Rey Creso; levantada hacia 550 a.C., y destruido por un incendio intencionado en 356 a.C., pero Mégas Aléxandros ordenó su reconstrucción, culminada tras su muerte en el año 323 a.C.; siendo considerada “la obra más impresionante de la lista”
4. La Estatua de Zeus en Olimpia:
Esculpida hacia 430 a.C., por Fidias; ubicada en el interior del Templo dedicado al propio Zeus en la ciudad anfitriona de los famosos juegos.
5. El Mausoleo de Halicarnaso:
Empezado por el sátrapa Mausolo, y continuado por su mujer Artemisa hacia 353 a.C., en la ciudad de Halicarnaso, en la actual Turquía; y se supone que sobresalía sobre los demás edificios por altura y por el color blanco de los materiales utilizados.
6. El Faro de Alejandría:
Construido entre 285 y 247 a.C., en La Isla de Pharos, a la entrada de Alejandría, Egipto, para guiar a los navíos que se dirigían a los 2 puertos con que contaba la ciudad; y al igual que La Tumba de Mausolo que daría nombre genérico a todos los grandes monumentos funerarios posteriores, La Torre de Pharos hizo lo propio con los edificios construidos para ayudar a la navegación.
7. El Coloso de Rodas:
Forjado entre 292 y 282 a.C., ubicado en un lugar desconocido de la ciudad de Rodas en la isla homónima, en Grecia.
El Coloso era una gran estatua del dios griego Helios, realizada por el escultor Cares de Lindos en La Isla de Rodas, la isla griega más extensa del archipiélago del Dodecaneso; y se decía en la mitología griega, que Helios que significa “Sol” era la personificación del astro; y era imaginado como un hermoso dios coronado con la brillante aureola del Sol, que conducía un carro por El Cielo cada día hasta El Océano que circundaba La Tierra, y regresaba por éste hacia el este por la noche.
Posteriormente, los caballos recibieron fogosos nombres:
Flegonte o “ardiente”, Aetón o “resplandeciente”, Pirois o “ígneo” y Éoo o “amanecer”
A medida que pasó el tiempo, Helios fue cada vez más identificado con el dios de La Luz, Apolo; su equivalente en la mitología romana era El Sol, y específicamente “Sol Invictus”; pero también Helios era el patrón de Rodas, y el coloso fue construido para conmemorar la victoria de Rodas sobre los macedonios invasores en 305 a.C., dirigida por Dêmếtrios Poliorkêtês, hijo de Antígonos Monoftalmos, un General bajo Mégas Aléxandros, en un intento de romper su alianza con Egipto.
A pesar de este compromiso, en 304 a.C., después de solo 1 año, cedió y firmó un acuerdo de paz, dejando atrás una enorme reserva de equipamiento militar que los rodios vendieron, y con el dinero recogido, erigieron una estatua a Helios, conocida como El Coloso de Rodas; y se cree que Cares no vivió para ver terminado su proyecto.
Hay varias leyendas que afirman que se suicidó… pero no hay certeza de ello, y el trabajo pudo haber sido completado por Laches, también de la aldea rodia de Lindos, en el año 292 a.C.
En estos años, Rodas extendió su dominio a la costa de Licia y a Caria, a la llamada Perea Rodia, y a las islas vecinas:
Kasos, Kárpatos, Tilos y Jalki; y los años posteriores serán provechosos gracias a la actividad comercial de la isla.
La ciudad de Rodas, llegaría a tener hasta 60.000 habitantes, y se construirán en ella numerosos teatros, estatuas y templos; pero todo lo que se conoce sobre esta estatua se debe a las noticias que dejaron los escritores antiguos:
Gaius Plinius Secundus, Polýbios y Strábōn, y a las crónicas bizantinas de Kōnstantinos VII Porphyrogennētos, Michael Syrus, y Phílōn.
Se cuenta que la construcción comenzó en 292 a.C.; y los relatos antiguos, que difieren en cierto grado, describen que la estructura se construyó con barras de hierro que sujetaban las placas de bronce para formar la piel.
El interior de la estructura, que estaba sobre un pedestal de mármol blanco de 15 metros de altura cerca de la entrada al puerto de Mandraki, se llenó de bloques de piedra a medida que avanzaba la construcción; y otras fuentes colocan al Coloso en un rompeolas en el puerto.
Según Gaius Plinius Secundus, también llamado Plinio “El Viejo”, El Coloso medía unos 32m:
“Un terremoto postró la estatua, pero incluso yacente es un milagro.
Pocos pueden abarcar el pulgar con los brazos, sus dedos eran más grandes que la mayoría de las estatuas que tenían marfil.
El vacío de sus miembros rotos, se asemeja a grandes cavernas.
En el interior se ven magnas rocas, con cuyo peso habían estabilizado su constitución.
12 años tardaron en terminarla con un costó 300 talentos, que se consiguieron de las máquinas de guerra abandonadas por el asedio de Rodas”
La base de mármol blanco medía 15 metros; y habría pesado unas 70 toneladas.
Se cree que gran parte del hierro y el bronce fueron reforjados de las diversas armas que dejó el ejército; y la segunda torre de asedio abandonada, pudo haber sido utilizada para andamios alrededor de los niveles inferiores durante la construcción.
Las porciones superiores se construyeron con el uso de una gran rampa de tierra; y durante la construcción, los trabajadores apilaban montículos de tierra a los lados del Coloso; y al finalizar, toda la tierra fue removida, y El Coloso quedó solo; fue pasados 12 años, en 280 a.C., que la estatua se completó; y se mantuvo intacta durante 54 años hasta que Rodas fue golpeada por el terremoto de 226 a.C.
Tras el eventos, los habitantes de Rodas decidieron dejarla acostada en el mismo lugar donde cayó por el sismo, pues un oráculo aseguró que “el derribo de la estatua fue voluntad de los dioses”; y según el antiguo escritor, Strábōn, la estatua se había roto en las rodillas.
Strábōn informa que un oráculo les dijo a los ciudadanos de Rodas que no lo reconstruyan, y una oferta de Ptolemaĩos Euergétēs III de Egipto, para pagar su reconstrucción fue rechazada; incluso roto, El Coloso era tan impresionante que muchos viajaron para verlo; y así quedaron los restos de la estatua durante 900 años aproximadamente, hasta que en el año 654 d.C., los musulmanes se apoderaron del bronce como botín en una de sus incursiones.
Un judío de Edesa, compró el bronce y dijo haber necesitado 900 camellos para cargarlo.
La destrucción árabe, y la supuesta venta a ese judío, posiblemente se originaron como una poderosa metáfora del “Sueño de Nabucodonosor sobre la destrucción de una gran estatua”
Durante muchos años se creyó que la estatua había sido erigida con una pierna apoyada en cada parte del muelle de Rodas como aparece en algunas imágenes; sin embargo no parece que haya sido realmente así por 2 razones:
Si hubiera sido erigida allí, se habría hundido por su propio peso; y la otra razón es que para su construcción tendrían que haber cerrado un muelle de gran importancia militar durante varios años, siendo vulnerables a ataques por mar.
Otra hipótesis sugiere que El Coloso no habría estado en el puerto, sino que era parte de La Acrópolis de Rodas, sobre una colina ahora llamada Monte Smith, con vistas a la zona portuaria.
Tradicionalmente se creía que El Templo en la cima del Monte Smith estaba dedicado a Apolo, pero habría sido un santuario de Helios; pues los sobredimensionados cimientos de piedra en el sitio del Templo, cuya función no se conoce con exactitud, habrían sido la base de soporte del Coloso.
En el momento del terremoto, Rodas era una ciudad portuaria egea, que era famosa por la gran estatua de bronce que estaba cerca de su puerto, y fue una de las principales ciudades comerciales del Mediterráneo junto con la ciudad de Alejandría en Egipto; y como lo demuestran los impuestos que la ciudad recibió en tarifas portuarias, la cantidad de comercio que atravesó fue tremenda.
Habiendo sobrevivido a las amenazas de vecinos más grandes, la ciudad de Rodas se había ganado el respeto del mundo mediterráneo; pero ningún rastro de la estatua permanece hoy.
“Posso esaudire il tuo desiderio più segreto”
Il Colosso di Rodi es un drama y aventura del año 1961, dirigido por Sergio Leone.
Protagonizado por Rory Calhoun, Lea Massari, Georges Marchal, Conrado San Martin, Ángel Aranda, Mabel Karr, Georges Rigaud, Roberto Camardiel, entre otros.
El guión es de Sergio Leone, Ennio de Concini, Cesare Seccia, Luciano Martino y Ageo Savioli; y es un relato ficticio de La Isla de Rodas durante su Período Helenístico, antes de quedar bajo control romano, utilizando El Coloso de Rodas como telón de fondo para la historia de un héroe de guerra que se involucra en 2 diferentes complots para derrocar a un Rey tiránico:
Uno por patriotas rodios, y el otro por agentes fenicios.
La película también es notable por su período de tiempo inusual:
El tiempo después de la muerte de Mégas Aléxandros en 323 a.C., pero antes del surgimiento del Imperio Romano en 27 a.C., conocida como “La Era Helenística”; pues la mayoría de las epopeyas “de espada y sandalia” de los años 1950 y 1960, se establecieron en La Grecia Clásica o incluso antes, con filmes como:
“Hercules”, “Ulysses” y “The Giant of Marathon”; o en El Período Romano posterior como:
“Ben-Hur”, “The Magnificent Gladiator” y “Quo Vadis?”
Las únicas otras películas hechas durante la era del péplum que usan un escenario helenístico son:
“Annibale” (1959), “Revak The Rebel” y “Siege of Syracuse”, ambas de 1960.
Il Colosso di Rodi es una película coproducida entre Italia, España y Francia; siendo editada en su duración para Francia en 127min; Italia en 139min y España en 123min; las razones pueden ser las más variadas, desde la censura hasta correcciones hechas por la productora; pero todas fueron hechas por el proceso de pantalla ancha TotalScope, que era una versión italiana de Cinemascope; y según los registros de MGM, la película obtuvo una ganancia de $350,000; y supuso el primer trabajo de Sergio Leone como director; y por ello la tenía como su “película más querida”; pero es su película menos conocida de las 8 que dirigió, aunque Leone ya tenía experiencia en el género como miembro de equipo en la segunda unidad de dirección en películas como:
“Quo Vadis?” (1951), “Gli ultimi giorni di Pompei” (1959) y “Ben-Hur” (1959)
Il Colosso di Rodi fue una película muy exitosa, dando a Leone la oportunidad de embarcarse en una revolución en un género hollywoodense por excelencia… el resto es historia.
Los exteriores fueron rodados en Laredo y Santoña, comunidad de Cantabria; también en Los Jardines de La Granja de San Ildefonso en Segovia; La Ciudad Encantada en la Serranía de Cuenca; y Luarca.
La acción tiene lugar en el año 280 a.C.
Un héroe militar griego llamado Dario (Rory Calhoun), que se encuentra en Rodas disfrutando de unos días de descanso, visita a su tío Lisippo (George Rigaud)
Para entonces, en Rodas acaba de terminar de construir un enorme coloso para proteger su puerto, y se planea una alianza con Fenicia que sería hostil a Grecia.
Mientras tanto, Dario coquetea con la bella Diala (Lea Massari), hija de la mente maestra de la estatua, Carete (Félix Fernández), al tiempo que se involucra con un grupo de rebeldes encabezados por Peliocle (Georges Marchal)
Estos rebeldes buscan derrocar al tiránico Rey Serse (Roberto Camardiel), al igual que el malvado segundo al mando, Thar (Conrado San Martín), que buscará la alianza de los fenicios para aplastar la rebelión.
Y entre los rebeldes están Mirte (Mabel Karr) y Koros (Ángel Aranda), y parece fracasar con Peliocle y sus hombres siendo capturados y forzados a proporcionar diversión en la arena local, pero un terremoto eventualmente trastorna los planes para no solo El Coloso en el puerto, sino también el equilibrio de poder en Rodas.
Diversas circunstancias van uniendo a Dario con los destinos de los personajes hasta que finalmente la rebelión de los oprimidos se consuma, pero la llegada de un insospechado terremoto que servirá como conclusión a la película.
En Il Colosso di Rodi se aprovecha para mostrar la posición estratégica histórica de la isla en el Mediterráneo, y la existencia de una de las consideradas “Maravillas del Mundo” para ofrecer una trama atractiva, aunque demasiado trillada en torno a la lucha contra un tirano.
De buen ritmo y relativo encanto, resulta bastante recordable toda la iconografía referente al Coloso, y pese a palparse fallos de estructura y realización, queda como un film indultable y querible; y a pesar de todo, esas producciones de serie B, tenían su encanto; y pueden considerarse superiores a algunas de las películas actuales del género con presupuesto muy superior, que nos pretenden vender como “obras maestras”; y es que el péplum es para pasar un rato agradable y asombrase de esos efectos especiales artesanales, y no hay que olvidar que de estas cintas surgieron muchos maestros del cine en diversos departamentos, como aquí lo hizo uno de los más grandes, Sergio Leone, a sus 32 años.
“È una perdita di tempo cercare di ottenere qualcosa da questi sciacalli.
Vedi che sono tutti tenuti in catene mentre io vado a prepararmi per la loro esecuzione”
Il Colosso di Rodi cuenta con elementos esenciales para que este tipo de películas tengan interés:
La historia, más atractiva imposible, tiene lugar en una pequeña isla codiciada por los imperios de la región, Atenas y Fenicia, donde se libraran luchas, amores, complots... y todo tipo de aventuras de lo más sugerentes.
En la película, las maquetas y reproducciones son fantásticas, con una inventiva absoluta, que demuestran que los italianos como buenos mediterráneos a la hora de pensar, pueden hacerlo mejor que cualquiera.
Y todavía no reconocido mundialmente, Sergio Leone dirigió una más que aceptable película épica, tomando como buque insignia el custodio gigante que significó para muchos de los habitantes de la isla de Rodas, un símbolo para el pueblo y efigie militar para otros.
Es en éste último aspecto, que el futuro padre de los “spaghetti western” se centra en exponer un talón de Aquiles aclamado por el orgullo, el egoísmo y el deseo de combatir o aliarse a un presunto enemigo:
Entonces, Rodas pertenecía a los griegos, aunque estaba algo alejada e ignorada a de Atenas, que solamente les interesaba como punto estratégico; y para los enemigos vecinos, una ventaja para aprovecharse y llevarse una buena parte del botín.
El guionista, de los muchos que tuvo Il Colosso di Rodi, Ennio De Concini, es el mejor en este tipo de tramas, y tiene a su cargo los mejores escritos sobre el tema que se puedan encontrar.
Cierto es que como película histórica está muy lejos de acercarse, ni siquiera a la periferia de la verdad, pero está todo tan bien construido que el universo paralelo con elementos verídicos que al final es muy aceptable.
El hilo conductor, cómo en cualquier trama cinematográfica del guión, se adorna con un heroico guerrero griego llamado Dario, que visita a su tío Lisippo en la isla de Rodas en el año 280 antes de Cristo; donde se acaba de terminar de construir una enorme estatua colosal para proteger su puerto, y se está planeando una alianza con Fenicia, que sería hostil a Grecia.
Al tiempo que Dario coquetea con la bella Diala, hija del cerebro de la estatua, Carete, mientras se involucra con un grupo de rebeldes encabezados por Peliocle.
Estos rebeldes buscan derrocar al tiránico Rey de Rodas, Serse; pero también lo hace el malvado segundo al mando, Thar; ya que él tiene soldados fenicios introducidos de contrabando en Rodas como esclavos, y sus hombres usan El Coloso para asegurar la entrada segura de la flota fenicia.
Los rebeldes se enteran de este plan, y deciden solicitar ayuda a los griegos; Dario, que tiene prohibido abandonar Rodas, ya que se sospecha que es un espía, debe servir como mensajero involuntario.
Pero cuando tratan de salir del puerto al amparo de la noche, son frustrados por el armamento defensivo del Coloso y arrestados; y Dario es, por supuesto, condenado como compañero conspirador.
Sin embargo, justo antes de que los cautivos sean ejecutados, el resto de los rebeldes los separan... y en su escondite, Peliocle decide que la única manera de detener la invasión, es controlar al Coloso y liberar a sus compañeros rebeldes que ya han sido capturados y sentenciados a trabajar como esclavos debajo del Coloso; cuyo mecanismo de liberación de las mazmorras se encuentra en la estatua misma.
Dario se da cuenta de que, sin reconocimiento, la misión está condenada al fracaso, y trata de obtener la ayuda de Diala.
Desafortunadamente, él tontamente le cuenta sobre el escondite de los rebeldes… y Diala, que anhela el poder, traiciona a Dario; mientras Thar tiene a los rebeldes casi aniquilados, con la excepción de Mirte y Koros; la hermana y hermano de Peliocle, que han logrado esconderse.
Pero Peliocle y sus hombres son capturados y forzados a proporcionar diversión en la arena local; pero justo cuando Dario llega a exponer públicamente la trama del traidor, Thar ejecuta su golpe, y mata a Serse y sus servidores.
Los rebeldes, inmediatamente se disponen a llevar a cabo su plan, pero la rebelión parece condenada al fracaso:
Dario es capturado mientras intenta trabajar en el mecanismo de liberación de las mazmorras; y Koros, que lo acompaña, es asesinado; y un asalto total de los rebeldes en El Coloso se ve frustrado por su formidable arsenal, que los obliga a retirarse a la ciudad.
El plan de Thar parece ir sin problemas, hasta que los soldados matan al padre de Diala, quien no quiere que se abuse del trabajo de su vida, y un terremoto y una tormenta violenta golpean la isla, justo cuando la flota enemiga es visible en el horizonte.
Thar y sus hombres huyen del Coloso cuando un temblor sacude la estructura violentamente, solo para ser asesinado por los rebeldes en las calles de la ciudad.
Diala, plagada de remordimiento, libera a Dario, pero poco después muere al caerle escombros.
A medida que el terremoto continúa, El Coloso finalmente se desploma y se estrella contra la bahía del puerto.
Después de que la furia de la naturaleza ha pasado, Dario y Mirte se encuentran con Lisippo afuera de la ciudad en ruinas.
Lisippo comenta que Dario ahora puede irse, pero su sobrino anuncia que se casará con Mirte, y se quedará en Rodas para ayudar a que la isla vuelva a ser pacífica.
Lo cierto es que en Il Colosso di Rodi se dan cita los tópicos y lugares comunes consustanciales a este tipo de películas:
Desde la utilización de secuencias llenas de extras, la ambientación en periodos lejanos del pasado que permitían fácilmente el anacronismo, la ampulosidad de personajes desprovistos de cualquier matiz psicológico, buenos muy buenos y malos muy malos; con el villano que encarna Conrado San Martín es realmente paradigmático a ese respecto, con su despliegue de miradas aviesas al encarnar al traicionero Thar, adornado con un flequillo digno de mejor causa; y en cualquier caso sorprende que en este debut de Leone, que se rodeó de un amplio equipo de guionistas, expresando con un estilo narrativo ampuloso, todos los matices necesarios para crear una entretenida aventura greco-romana.
Ampulosidad que se ve con claridad en la escena de la sala de las momias, en la construcción del escenario del circo o en las secuencias del terremoto que sirve de colofón a la trama, durante el cual, Leone nos muestra con acierto la huida de los ciudadanos a través de las pétreas calles, sorteando una lluvia intensa de pedruscos, y empapándose con un soberbio aguacero.
Y aquí abundan los detalles tópicos, pero lo hace con elegancia y esa dosis impactante que siempre caracterizó su trabajo; baste citar las escenas del circo, con la cuadriga armada con punzantes guillotinas dispuestas para cortar a los prisioneros, la flecha que atraviesa la cara de uno de los figurantes durante uno de los combates, el salto mortal hacia atrás de Dario, desde lo alto del Coloso; las miradas al infinito de Mirte cuando habla con Dario en contraposición a las insinuaciones sensuales de Diala, los arqueros o el simple hecho de que la cámara no llegue a enfocar barco alguno, y todos creamos que las naves fenicias están arribando a puerto…
A valorar en su justa medida, resulta un entretenimiento digno de elogio, y Leone deja patente en varios momentos el potencial visual que en años posteriores expandiría por el “spaghetti western” en Almería, con peleas entre decenas de extras, con las impresionantes secuencias en El Coloso, con las luchas en el exterior sobre los brazos del mencionado; y con el clímax muy a lo “los últimos días de Pompeya”, donde una catástrofe natural es metida con calzador como especie de “castigo divino”; y siendo el hilo conductor el clásico héroe nihilista que se ve envuelto en una revolución, y al final debe tomar parte con los buenos, siendo este nuestro inocente escenario político-social, desarrollado sin demasiado pulso narrativo, muy en sintonía con algo preestablecido, ello en una primera parte de presentación de personajes y situación; y en un mejunje de intrigas palaciegas estridente, donde analizarlo seriamente es absurdo:
Un tirano que no se sabe porque es malo-malísimo, simplemente porque lo dicta el guión, que intenta ser derrocado por un grupo de rebeldes que no se sabe cuáles son sus motivaciones de buenos-buenísimos; a su vez, el tirano es víctima de una conspiración para derrocarlo, no se sabe con qué intenciones…
Mientras en la segunda parte es donde la acción se desencadena en una escena tras otra, con torturas, batallas, asedios, catástrofes naturales, todo violentamente, donde la pantalla ancha es bien aprovechada por el romano; y la puesta en escena resulta buena, rodándose en exteriores al aire libre de España, en el puerto de Laredo-Cantabria, El Golfo de Vizcaya, Manzanares El Real, y el paraje natural de Ciudad Encantada en Cuenca, y en los romanos Studios Cinecittà, con diseño de producción de Ramiro Gómez, con ampulosos decorados, cargados de cartón piedra, con templos espectaculares, con plazas exuberantes, y sobre todo con la grandiosa estatua del Coloso de Rodas, esto en conjunción con los efectos especiales creados por Erasmo Bacciucchi y Vittorio Galiano, muy buenos para la época, tanto en la gloriosa figura como en la catástrofe natural, eso sí, con cierta sensación de fingimiento en algún momento que se brilla el catón piedra rebotando cual pelota… y el vestuario creado por diseñador Vittorio Rossi, queda demasiado cromático, pero hermoso.
La fotografía en pantalla ancha, es obra de Antonio L. Ballestros, fulgurante en su colorido, sabiendo moverse en las escenas de acción, exprimiendo con sentido lúdico la fiesta-bacanal; y da la impresión que, al poder disponer de un diseño de producción bastante más notable de lo habitual, una de las normas fue la de dilatar innecesariamente la duración de la película; y para ello no faltarán incluso secuencias de danzarinas al son de coreografías zarzueleras y alargando un metraje que con una duración más escueta, hubiera logrado una mayor homogeneidad; pues resulta incomprensible que tras un terremoto, una película concluya de forma tan optimista; y si a ello unimos la pobrísima resolución de momentos aparentemente dramáticos, como la secuencia que se desarrolla en el circo ante los carros y leones, tendremos la idea clara de la pobreza del conjunto.
A la citada holgura de producción, habría que añadir la brillantez de su fotografía y una interesante utilización de la pantalla ancha con composiciones horizontales.
Al mismo tiempo, la recreación de la monumental estatua del coloso es acertada, en su momento de creó a tamaño natural su base, y la parte superior para filmar en ellos sus secuencias; mientras que al mostrarlo en conjunto se recurrió a la maqueta; y bastantes de los mejores momentos de las películas emanan de su presencia, dicho sea de paso, no demasiado bien aprovechada.
Es ahí donde destacan ideas como el lanzamiento de aceite ardiendo de su cabeza a través de catapultas para contrarrestar el ataque de los esclavos.
Al mismo tiempo, ese aire macabro que recorre toda la película, tiene de igual modo momentos apreciables como el plano casi circular que muestra a la arrogante y ambiciosa Diala rodeada de los cadáveres momificados de los gobernantes del pasado de la isla; la secuencia de la tortura de esclavos por medio de una campana en el interior del Coloso; o los pasajes más briosos del conjunto; la secuencia en la que Dario desea escapar de la isla y lo hace por medio de una embarcación portada por esclavos que es atacada, una vez más, por el fuego que se desprende de las manos del Coloso.
Si a ello añadimos la fuerza de los 2 “travellings” laterales que recorren el campamento de estos atravesados por lanzas en la visita de Dario, se llegará a la conclusión de que es precisamente la vena macabra la que más destaca en un conjunto lleno de debilidades, pero también de algunas pequeñas muestras de solidez cinematográfica.
Y es que Leone se atiene a un molde muy manejado en el péplum italiano:
Un protagonista musculoso, guapo, heroico, valiente, noble, normalmente dividido entre 2 causas; una chica hermosa luciéndose y si es posible buen escote con sexy canalillo, que es el interés amoroso del héroe, en este caso son 2, una buena y una “femme fatale”; y un villano cruel y sanguinario, donde el molde es el Nerón de Peter Ustinov en “Quo Vadis?” (1951), y aquí el malo malísimo también se desdobla en 2:
Por un lado, el tiránico Rey, que nunca sabremos en qué oprime a la población, simplemente hay unos rebeldes porque lo dicta el guión; y otra malísimo que desde dentro intenta derrocar al sátrapa.
Y suele haber un anciano sabio de buenas intenciones, que al final será traicionado; una fiesta-bacanal-hedonista, donde no faltaran los bailes exóticos y los juegos con fuegos, etc.
Del reparto, y como premonición de su futura fama como máximo exponente del “spaghetti western”, Leone buscó a un popular actor de western, Rory Calhoun, como protagonista:
Inicialmente, Leone tuvo un encontronazo con John Derek, el cual consideraba al primero demasiado inexperto, y trató de ocupar él mismo el puesto de director.
La mayoría del equipo apoyó a Leone, quien conservó el puesto, y Derek terminó abandonando el protagonismo, siendo reemplazado por Calhoun; que estaba en Italia por el papel principal en “Marco Polo” (1962) de MGM, y asumió el papel principal con tan solo 1 día de aviso.
Pero Calhoun era un galán estadounidense venido a menos, componiendo a un héroe sin carisma, desprovisto de dimensión humana, plano, y con un increíble parecido a George Clooney.
Según el biógrafo de Leone, Christopher Frayling, el primer día de Calhoun incluyó una caída accidental en una piscina; y durante la mayoría de sus escenas, él usa una pulsera ancha en su brazo izquierdo, y rígidamente la extiende cubierta por una capa.
Según el erudito Frayling y la viuda de Calhoun, el actor hizo eso para ocultar algunos tatuajes del siglo XX.
Mientras la coreógrafa Carla Ranalli, para cuando entró en producción, se había convertido en Carla Leone, la esposa del director.
Del resto del reparto, no cabe la mención, más allá de que llenan el estereotipo, y como tal son sobresalientes, pero nada perdurable, de hecho, El Coloso se impone en sus escenas como protagonista lamentablemente muy secundario; y es que la poca seriedad con que se trata la historia se refleja en el uso de nombres persas y latinos para personajes griegos; algunos anacronismos como un fresco cretense en El Palacio Real; y la trama en general con la verdadera motivación para construir la estatua, que fue para celebrar el triunfo rodio ante el asedio de la isla; además Grecia y Fenicia no eran países unificados como se pretende en la película.
La película se fecha a 280 a.C.; y en la escena donde los 2 matones intentan secuestrar a Dario, en el fondo, un busto de Cicerón, un estadista romano puede verse claramente; que no nació hasta el 106 a.C.
También, la isla de Rodas se muestra como un estado independiente, lo cual es bastante cierto para la época; sin embargo se alega que tiene un Rey, aunque Rodas era una República en ese momento.
Ese Rey tiene un nombre no griego poco característico, Serse, una corrupción italiana de Xerxes, una corrupción griega de un nombre iraní que apenas se parece; y ese Rey recibe a un Embajador de Fenicia, que en ese momento era parte integrante del Imperio Seleukid o Sirio.
A Grecia se la conoce como un país unido, que en ese momento no era cierto, dividido como lo estaba entre Attika, Lakaidemon, la Liga de Akhaian, la Liga de Aiotian, Epiros, Makedon y otros estados.
Otro dato, según Frayling, el concepto inicial de Sergio Leone para El Coloso era tener los brazos cruzados y el rostro de Benito Mussolini; pero este concepto fue abandonado y reemplazado por Helios.
El verdadero Coloso, una de Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, tenía 32 metros de altura, y esta versión cinemática se encuentra a 110 metros, y sus piernas bordean el puerto.
Aunque no se conocen referencias físicas del Coloso Helios original, la estructura se representa en esta película como una imagen etrusca del dios Apolo, siguiendo el estilo de escultura “kouros”, con una leve sonrisa arcaica.
Se muestra que es aproximadamente 300 pies de alto, casi 3 veces la altura de su homólogo histórico; sosteniendo un cuenco al nivel del cofre con los codos levantados hacia afuera, a ambos lados de la entrada del puerto.
También se revela que es una escultura de metal hueco, en el mismo orden que La Estatua de La Libertad, con varias características interesantes:
Una escalera interior de caracol que conduce a un segundo conjunto de escaleras en la cabecera de la estatua; un sistema de cadena que se extiende prácticamente a la altura de la estatua, que controla las puertas correderas a una mazmorra; aberturas permanentes en las pupilas de los ojos y las orejas, lo suficientemente grandes como para que un hombre pueda atravesarlas; una puerta estilo puente levadizo escondida en el cofre central que se abre al cuenco; el cuenco puede llenarse con materiales ardientes y usarse como un altar; el fuego en el cuenco se puede dejar caer sobre cualquier cosa debajo por medio de una puerta de trampa dividida en su parte inferior; y todo el tercio superior de la cabeza de la estatua tiene una abertura dodecagonal que permite que se disparen catapultas.
Otro dato es que mientras que la estatua de la película está hecha de hierro y latón bruñido, o tal vez de bronce; y está descalzo, sin pelo y con la cabeza descubierta, viste solo una falda corta de estilo griego y una diadema; mientras el cartel original muestra la estatua como muy pulida bronce, completamente equipado con sandalias y armaduras romanas, incluida la gálea imperial de un centurión.
Pero queda la duda, del plan de los rebeldes para entrar en El Coloso supuestamente inexpugnable, sin saberse donde puede estar la puerta de entrada está bien… si no fuera porque luego el héroe entra por donde hay unas escaleras a la vista de todo el mundo, en el tobillo del Coloso, una puerta a la vista de todo el mundo, sin tener que activar llave alguna, entra y sube hasta el corazón de la gran estatua, ello sin encontrarse a guardián alguno en la supuestamente inexpugnable fortaleza, es simplemente ridículo.
Finalmente decir que Il Colosso di Rodi es el único film de Sergio Leone cuya banda sonora no fue compuesta por Ennio Morricone; y esta fue hecha por Angelo Francesco Lavagnino, que se amolda de modo correcto a los tonos diferentes de la cinta.
“Immagino che il soldato non sia un lavoro semplice, soprattutto quando devi giocare l'eroe per tutto il giorno”
Sobre El Periodo Helenístico, con las guerras de los diádocos, herederos del Imperio de Mégas Aléxandros, que duró aproximadamente 150 años, terminó debilitando a todas las polis griegas y extra helenísticas.
Roma apoyaba las causas de unas y otras, oficiando como mediador y aportando ejércitos al servicio de estas polis.
Hasta que finalmente toma Atenas, Esparta y El Reino de Macedonia, pasando a ser estas provincias romanas, a excepción de Alejandría, que fue ocupada finalmente en el año 30 a.C.
Con la llegada de los romanos y su hegemonía sobre todos estos pueblos de la antigüedad, llegó a su fin el periodo, en teoría; aunque lo cierto es que Roma, pasados algunos años y como consecuencia del contacto y conocimiento del arte griego extendido por todas sus colonias y provincias, tomó el relevo, y puede decirse que fue la continuación de la cultura helenística, empezando por el propio idioma.
La clase alta tenía a gala hablar griego, y se educaba a los hijos en esta cultura; mientras los grandes políticos romanos, por mucho que tuvieran un cargo importante, serían siempre menospreciados por el resto si no eran capaces de entenderse en el idioma griego.
Históricamente, Rodas fue famosa en todo el mundo precisamente por El Coloso, considerada después como una de Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
El casco antiguo medieval de la ciudad de Rodas, ha sido declarado Patrimonio de La Humanidad; y hoy en día es uno de los destinos turísticos más populares de Europa; tanto que el nombre del estado de los EEUU, Rhode Island, se basa en estas islas.
Sobre Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, son más fruto del azar que de algún criterio técnico o estético, y recoge 3 obras con un claro fin religioso:
El Coloso de Rodas, La Estatua de Zeus en Olimpia y El Templo de Artemisa; 2 que pueden considerarse erigidas por motivos hedonistas:
El Mausoleo de Halicarnaso y Los Jardines Colgantes; y por razones prácticas, El Faro de Alejandría y La Gran Pirámide, esta última en el caso de resultar cierta la teoría de Kurt Mendelssohn, según la cual, el reino unificado egipcio necesitaba ocupar en algo a su gran población mientras las tierras de cultivo permanecían inundadas…
Los restos y evidencias que han quedado de esas Siete maravillas del Mundo Antiguo, varían mucho de unas a otras.
Una de ellas, Los Jardines Colgantes de Babilonia, plantea dudas sobre su existencia real, al menos en la ciudad de Babilonia.
De las 2 estatuas de la lista, no se conserva ningún resto, aunque sí representaciones en monedas de la escultura en honor a Zeus.
De los 4 edificios de la lista, han llegado hasta el siglo XXI descripciones, planos, representaciones, restos y en un caso, La Gran Pirámide de Guiza, la mayor parte de su construcción; siendo esta última, en la actualidad, la única que sigue en pie; pues las otras 6 han desaparecido de la faz de La Tierra.
Pero la maravilla más desconocida de todas es El Coloso de Rodas; del que se poseen descripciones de la estatua y de su tamaño en comparación con los seres humanos, pero no han llegado representaciones del mismo ni de su emplazamiento.
Y en el imaginario, El Coloso sobre el puerto fue un producto medieval, basado en la mención del texto de dedicación “sobre tierra y mar” y las escrituras de un visitante italiano que en 1395 notó que la tradición local sostenía que el pie derecho había estado donde estaba La Iglesia San Juan del Coloso.
Muchas ilustraciones posteriores, muestran la estatua con un pie a cada lado de la boca del puerto, con barcos que pasan por debajo; y las referencias a esta concepción también se encuentran en obras literarias.
Tampoco hay evidencia de que la estatua sostuviera una antorcha en alto; los registros simplemente dicen que después de la finalización, los rodios encendieron “la antorcha de la libertad”
Un relieve en un templo cercano, muestra a Helios de pie con una mano protegiéndose los ojos, similar a un saludo militar estadounidense o de la Royal Navy; y es muy posible que El Coloso se haya construido en la misma postura.
Si bien no sabemos cómo era la estatua, tenemos una buena idea de cómo era la cabeza y la cara, ya que era una representación estándar en ese momento.
La cabeza habría tenido cabello rizado con espinas espaciadas uniformemente de bronce, o con una llama plateada que irradia, similar a las imágenes encontradas en las monedas rodias contemporáneas.
En La Antigüedad, había un dicho romano a modo de una advertencia para demostrar que uno se vanagloria presumiendo de hecho, en lugar de hablar; y viene de una fábula de Aisōpos llamada “El Jactancioso Atleta” y fue citada por Hegel, Marx y Kierkegaard; que dice:
“hic Rhodus, hic salta!”
(Aquí está Rodas, salta aquí)
Se denomina “Período Helenístico”, “Helenismo” o “Periodo Alejandrino” por Mégas Aléxandros, a una etapa histórica de La Antigüedad, cuyos límites cronológicos vienen marcados por 2 importantes acontecimientos políticos:
La muerte de Mégas Aléxandros en 323 a.C.; y el suicidio de la última soberana helenística, Cleopatra VII Philopator de Egipto junto a su amante Marcus Antonius, tras su derrota en La Batalla de Accio en 31 a.C.
Y es la herencia de la cultura helénica de La Grecia Clásica que recibe el mundo griego a través de la hegemonía y supremacía de Macedonia, primero con la persona de Mégas Aléxandros, y después de su muerte con los diádocos o sucesores, reyes que fundaron las 3 grandes dinastías que predominarían en la época:
Ptolemaica, Seléucida y Antigónida.
Estos soberanos supieron conservar y alentar el espíritu griego, tanto en las artes como en las ciencias; y entre la gente culta y de la aristocracia “lo griego” era lo importante, y en este concepto educaban a sus hijos.
El resto de la población de estos reinos tan dispares como Egipto, Siria y Macedonia, no participaba del helenismo, y continuaba con sus costumbres, su lengua y sus religiones.
Mientras las ciudades-estado griegas como Atenas, Esparta y Tebas habían llegado al declive, y habían sido sustituidas en importancia por las ciudades modernas de Alejandría, Pérgamo y Antioquía, cuyo urbanismo y construcción no tenían nada que ver con las anteriores; y en todas ellas se hablaba la lengua griega, en la variante llamada “koiné”, que es un adjetivo griego que significa “común”; y vale decir que la lengua común o panhelénica, era el principal vehículo de cultura de lo que se conoce como “clásica” y fundamento de la civilización occidental; y es que las grandes ciudades se convirtieron en este período en los centros del saber, de las ciencias y del arte; y a partir del siglo IV, la mayoría de los artistas fueron griegos de las colonias de Asia; y se dio un gran avance en el mundo de las ciencias, medicina, astronomía y matemáticas; estas últimas, fueron disciplinas estudiadas y enseñadas por grandes sabios como Eukleidēs, Apollonius Pergaeus, Eratosthénēs, Arkhimḗdēs, etc.
También durante el periodo nació la filología en todos los aspectos abarcables; y muchos bibliotecarios y hombres de letras, dedicaron su vida y sus estudios a dar forma a las obras literarias, a la gramática, las palabras, la crítica literaria, clasificación de libros, etc.; y con respecto a las artes plásticas, El Período Helenístico alcanzó una grandiosidad y una madurez que no tuvo nada que envidiar al período anterior, con célebres monumentos, entre los que se encuentran 2 de las llamadas por los romanos “Siete Maravillas del Mundo”, que no eran “maravillas”, sino “obras que ver” y que se construyeron en esta época:
El Faro de Alejandría y El Coloso de Rodas.
Asimismo cabe mencionar otras importantísimas obras como El Templo de Apolo, cerca de Mileto; y El Altar de Zeus en Pérgamo.
Las llamadas Siete Maravillas del Mundo Antiguo, fueron un conjunto de obras arquitectónicas y escultóricas que los helenos, especialmente los del Período Helenístico consideraban dignas de ser visitadas; y a lo largo del tiempo, distintos autores confeccionaron diferentes listados, pero el definitivo no se fijó hasta que el pintor neerlandés, Maerten van Heemskrerck, realizó en el siglo XVI, 7 cuadros representando a esas “siete maravillas” y que fueron:
1. La Gran Pirámide de Guiza:
Terminada alrededor del año 2570 a.C., fue construida para el faraón Keops; ubicada en Guiza, Egipto, es la más antigua, la más grande y la más duradera, pero cuya última finalidad se desconoce aún.
2. Los Jardines Colgantes de Babilonia:
Construidos en 605 y 562 a.C., ubicados en La Ciudad de Babilonia, actual Irak; y perduraron hasta no más allá de 126 a.C., cuando la ciudad fue destruida definitivamente por los persas; siendo la maravilla que más dudas plantea sobre su existencia real.
3. El Templo de Artemisa:
Ubicada en Éfeso, actual Turquía, comenzada a levantar por El Rey Creso; levantada hacia 550 a.C., y destruido por un incendio intencionado en 356 a.C., pero Mégas Aléxandros ordenó su reconstrucción, culminada tras su muerte en el año 323 a.C.; siendo considerada “la obra más impresionante de la lista”
4. La Estatua de Zeus en Olimpia:
Esculpida hacia 430 a.C., por Fidias; ubicada en el interior del Templo dedicado al propio Zeus en la ciudad anfitriona de los famosos juegos.
5. El Mausoleo de Halicarnaso:
Empezado por el sátrapa Mausolo, y continuado por su mujer Artemisa hacia 353 a.C., en la ciudad de Halicarnaso, en la actual Turquía; y se supone que sobresalía sobre los demás edificios por altura y por el color blanco de los materiales utilizados.
6. El Faro de Alejandría:
Construido entre 285 y 247 a.C., en La Isla de Pharos, a la entrada de Alejandría, Egipto, para guiar a los navíos que se dirigían a los 2 puertos con que contaba la ciudad; y al igual que La Tumba de Mausolo que daría nombre genérico a todos los grandes monumentos funerarios posteriores, La Torre de Pharos hizo lo propio con los edificios construidos para ayudar a la navegación.
7. El Coloso de Rodas:
Forjado entre 292 y 282 a.C., ubicado en un lugar desconocido de la ciudad de Rodas en la isla homónima, en Grecia.
El Coloso era una gran estatua del dios griego Helios, realizada por el escultor Cares de Lindos en La Isla de Rodas, la isla griega más extensa del archipiélago del Dodecaneso; y se decía en la mitología griega, que Helios que significa “Sol” era la personificación del astro; y era imaginado como un hermoso dios coronado con la brillante aureola del Sol, que conducía un carro por El Cielo cada día hasta El Océano que circundaba La Tierra, y regresaba por éste hacia el este por la noche.
Posteriormente, los caballos recibieron fogosos nombres:
Flegonte o “ardiente”, Aetón o “resplandeciente”, Pirois o “ígneo” y Éoo o “amanecer”
A medida que pasó el tiempo, Helios fue cada vez más identificado con el dios de La Luz, Apolo; su equivalente en la mitología romana era El Sol, y específicamente “Sol Invictus”; pero también Helios era el patrón de Rodas, y el coloso fue construido para conmemorar la victoria de Rodas sobre los macedonios invasores en 305 a.C., dirigida por Dêmếtrios Poliorkêtês, hijo de Antígonos Monoftalmos, un General bajo Mégas Aléxandros, en un intento de romper su alianza con Egipto.
A pesar de este compromiso, en 304 a.C., después de solo 1 año, cedió y firmó un acuerdo de paz, dejando atrás una enorme reserva de equipamiento militar que los rodios vendieron, y con el dinero recogido, erigieron una estatua a Helios, conocida como El Coloso de Rodas; y se cree que Cares no vivió para ver terminado su proyecto.
Hay varias leyendas que afirman que se suicidó… pero no hay certeza de ello, y el trabajo pudo haber sido completado por Laches, también de la aldea rodia de Lindos, en el año 292 a.C.
En estos años, Rodas extendió su dominio a la costa de Licia y a Caria, a la llamada Perea Rodia, y a las islas vecinas:
Kasos, Kárpatos, Tilos y Jalki; y los años posteriores serán provechosos gracias a la actividad comercial de la isla.
La ciudad de Rodas, llegaría a tener hasta 60.000 habitantes, y se construirán en ella numerosos teatros, estatuas y templos; pero todo lo que se conoce sobre esta estatua se debe a las noticias que dejaron los escritores antiguos:
Gaius Plinius Secundus, Polýbios y Strábōn, y a las crónicas bizantinas de Kōnstantinos VII Porphyrogennētos, Michael Syrus, y Phílōn.
Se cuenta que la construcción comenzó en 292 a.C.; y los relatos antiguos, que difieren en cierto grado, describen que la estructura se construyó con barras de hierro que sujetaban las placas de bronce para formar la piel.
El interior de la estructura, que estaba sobre un pedestal de mármol blanco de 15 metros de altura cerca de la entrada al puerto de Mandraki, se llenó de bloques de piedra a medida que avanzaba la construcción; y otras fuentes colocan al Coloso en un rompeolas en el puerto.
Según Gaius Plinius Secundus, también llamado Plinio “El Viejo”, El Coloso medía unos 32m:
“Un terremoto postró la estatua, pero incluso yacente es un milagro.
Pocos pueden abarcar el pulgar con los brazos, sus dedos eran más grandes que la mayoría de las estatuas que tenían marfil.
El vacío de sus miembros rotos, se asemeja a grandes cavernas.
En el interior se ven magnas rocas, con cuyo peso habían estabilizado su constitución.
12 años tardaron en terminarla con un costó 300 talentos, que se consiguieron de las máquinas de guerra abandonadas por el asedio de Rodas”
La base de mármol blanco medía 15 metros; y habría pesado unas 70 toneladas.
Se cree que gran parte del hierro y el bronce fueron reforjados de las diversas armas que dejó el ejército; y la segunda torre de asedio abandonada, pudo haber sido utilizada para andamios alrededor de los niveles inferiores durante la construcción.
Las porciones superiores se construyeron con el uso de una gran rampa de tierra; y durante la construcción, los trabajadores apilaban montículos de tierra a los lados del Coloso; y al finalizar, toda la tierra fue removida, y El Coloso quedó solo; fue pasados 12 años, en 280 a.C., que la estatua se completó; y se mantuvo intacta durante 54 años hasta que Rodas fue golpeada por el terremoto de 226 a.C.
Tras el eventos, los habitantes de Rodas decidieron dejarla acostada en el mismo lugar donde cayó por el sismo, pues un oráculo aseguró que “el derribo de la estatua fue voluntad de los dioses”; y según el antiguo escritor, Strábōn, la estatua se había roto en las rodillas.
Strábōn informa que un oráculo les dijo a los ciudadanos de Rodas que no lo reconstruyan, y una oferta de Ptolemaĩos Euergétēs III de Egipto, para pagar su reconstrucción fue rechazada; incluso roto, El Coloso era tan impresionante que muchos viajaron para verlo; y así quedaron los restos de la estatua durante 900 años aproximadamente, hasta que en el año 654 d.C., los musulmanes se apoderaron del bronce como botín en una de sus incursiones.
Un judío de Edesa, compró el bronce y dijo haber necesitado 900 camellos para cargarlo.
La destrucción árabe, y la supuesta venta a ese judío, posiblemente se originaron como una poderosa metáfora del “Sueño de Nabucodonosor sobre la destrucción de una gran estatua”
Durante muchos años se creyó que la estatua había sido erigida con una pierna apoyada en cada parte del muelle de Rodas como aparece en algunas imágenes; sin embargo no parece que haya sido realmente así por 2 razones:
Si hubiera sido erigida allí, se habría hundido por su propio peso; y la otra razón es que para su construcción tendrían que haber cerrado un muelle de gran importancia militar durante varios años, siendo vulnerables a ataques por mar.
Otra hipótesis sugiere que El Coloso no habría estado en el puerto, sino que era parte de La Acrópolis de Rodas, sobre una colina ahora llamada Monte Smith, con vistas a la zona portuaria.
Tradicionalmente se creía que El Templo en la cima del Monte Smith estaba dedicado a Apolo, pero habría sido un santuario de Helios; pues los sobredimensionados cimientos de piedra en el sitio del Templo, cuya función no se conoce con exactitud, habrían sido la base de soporte del Coloso.
En el momento del terremoto, Rodas era una ciudad portuaria egea, que era famosa por la gran estatua de bronce que estaba cerca de su puerto, y fue una de las principales ciudades comerciales del Mediterráneo junto con la ciudad de Alejandría en Egipto; y como lo demuestran los impuestos que la ciudad recibió en tarifas portuarias, la cantidad de comercio que atravesó fue tremenda.
Habiendo sobrevivido a las amenazas de vecinos más grandes, la ciudad de Rodas se había ganado el respeto del mundo mediterráneo; pero ningún rastro de la estatua permanece hoy.
“Posso esaudire il tuo desiderio più segreto”
Il Colosso di Rodi es un drama y aventura del año 1961, dirigido por Sergio Leone.
Protagonizado por Rory Calhoun, Lea Massari, Georges Marchal, Conrado San Martin, Ángel Aranda, Mabel Karr, Georges Rigaud, Roberto Camardiel, entre otros.
El guión es de Sergio Leone, Ennio de Concini, Cesare Seccia, Luciano Martino y Ageo Savioli; y es un relato ficticio de La Isla de Rodas durante su Período Helenístico, antes de quedar bajo control romano, utilizando El Coloso de Rodas como telón de fondo para la historia de un héroe de guerra que se involucra en 2 diferentes complots para derrocar a un Rey tiránico:
Uno por patriotas rodios, y el otro por agentes fenicios.
La película también es notable por su período de tiempo inusual:
El tiempo después de la muerte de Mégas Aléxandros en 323 a.C., pero antes del surgimiento del Imperio Romano en 27 a.C., conocida como “La Era Helenística”; pues la mayoría de las epopeyas “de espada y sandalia” de los años 1950 y 1960, se establecieron en La Grecia Clásica o incluso antes, con filmes como:
“Hercules”, “Ulysses” y “The Giant of Marathon”; o en El Período Romano posterior como:
“Ben-Hur”, “The Magnificent Gladiator” y “Quo Vadis?”
Las únicas otras películas hechas durante la era del péplum que usan un escenario helenístico son:
“Annibale” (1959), “Revak The Rebel” y “Siege of Syracuse”, ambas de 1960.
Il Colosso di Rodi es una película coproducida entre Italia, España y Francia; siendo editada en su duración para Francia en 127min; Italia en 139min y España en 123min; las razones pueden ser las más variadas, desde la censura hasta correcciones hechas por la productora; pero todas fueron hechas por el proceso de pantalla ancha TotalScope, que era una versión italiana de Cinemascope; y según los registros de MGM, la película obtuvo una ganancia de $350,000; y supuso el primer trabajo de Sergio Leone como director; y por ello la tenía como su “película más querida”; pero es su película menos conocida de las 8 que dirigió, aunque Leone ya tenía experiencia en el género como miembro de equipo en la segunda unidad de dirección en películas como:
“Quo Vadis?” (1951), “Gli ultimi giorni di Pompei” (1959) y “Ben-Hur” (1959)
Il Colosso di Rodi fue una película muy exitosa, dando a Leone la oportunidad de embarcarse en una revolución en un género hollywoodense por excelencia… el resto es historia.
Los exteriores fueron rodados en Laredo y Santoña, comunidad de Cantabria; también en Los Jardines de La Granja de San Ildefonso en Segovia; La Ciudad Encantada en la Serranía de Cuenca; y Luarca.
La acción tiene lugar en el año 280 a.C.
Un héroe militar griego llamado Dario (Rory Calhoun), que se encuentra en Rodas disfrutando de unos días de descanso, visita a su tío Lisippo (George Rigaud)
Para entonces, en Rodas acaba de terminar de construir un enorme coloso para proteger su puerto, y se planea una alianza con Fenicia que sería hostil a Grecia.
Mientras tanto, Dario coquetea con la bella Diala (Lea Massari), hija de la mente maestra de la estatua, Carete (Félix Fernández), al tiempo que se involucra con un grupo de rebeldes encabezados por Peliocle (Georges Marchal)
Estos rebeldes buscan derrocar al tiránico Rey Serse (Roberto Camardiel), al igual que el malvado segundo al mando, Thar (Conrado San Martín), que buscará la alianza de los fenicios para aplastar la rebelión.
Y entre los rebeldes están Mirte (Mabel Karr) y Koros (Ángel Aranda), y parece fracasar con Peliocle y sus hombres siendo capturados y forzados a proporcionar diversión en la arena local, pero un terremoto eventualmente trastorna los planes para no solo El Coloso en el puerto, sino también el equilibrio de poder en Rodas.
Diversas circunstancias van uniendo a Dario con los destinos de los personajes hasta que finalmente la rebelión de los oprimidos se consuma, pero la llegada de un insospechado terremoto que servirá como conclusión a la película.
En Il Colosso di Rodi se aprovecha para mostrar la posición estratégica histórica de la isla en el Mediterráneo, y la existencia de una de las consideradas “Maravillas del Mundo” para ofrecer una trama atractiva, aunque demasiado trillada en torno a la lucha contra un tirano.
De buen ritmo y relativo encanto, resulta bastante recordable toda la iconografía referente al Coloso, y pese a palparse fallos de estructura y realización, queda como un film indultable y querible; y a pesar de todo, esas producciones de serie B, tenían su encanto; y pueden considerarse superiores a algunas de las películas actuales del género con presupuesto muy superior, que nos pretenden vender como “obras maestras”; y es que el péplum es para pasar un rato agradable y asombrase de esos efectos especiales artesanales, y no hay que olvidar que de estas cintas surgieron muchos maestros del cine en diversos departamentos, como aquí lo hizo uno de los más grandes, Sergio Leone, a sus 32 años.
“È una perdita di tempo cercare di ottenere qualcosa da questi sciacalli.
Vedi che sono tutti tenuti in catene mentre io vado a prepararmi per la loro esecuzione”
Il Colosso di Rodi cuenta con elementos esenciales para que este tipo de películas tengan interés:
La historia, más atractiva imposible, tiene lugar en una pequeña isla codiciada por los imperios de la región, Atenas y Fenicia, donde se libraran luchas, amores, complots... y todo tipo de aventuras de lo más sugerentes.
En la película, las maquetas y reproducciones son fantásticas, con una inventiva absoluta, que demuestran que los italianos como buenos mediterráneos a la hora de pensar, pueden hacerlo mejor que cualquiera.
Y todavía no reconocido mundialmente, Sergio Leone dirigió una más que aceptable película épica, tomando como buque insignia el custodio gigante que significó para muchos de los habitantes de la isla de Rodas, un símbolo para el pueblo y efigie militar para otros.
Es en éste último aspecto, que el futuro padre de los “spaghetti western” se centra en exponer un talón de Aquiles aclamado por el orgullo, el egoísmo y el deseo de combatir o aliarse a un presunto enemigo:
Entonces, Rodas pertenecía a los griegos, aunque estaba algo alejada e ignorada a de Atenas, que solamente les interesaba como punto estratégico; y para los enemigos vecinos, una ventaja para aprovecharse y llevarse una buena parte del botín.
El guionista, de los muchos que tuvo Il Colosso di Rodi, Ennio De Concini, es el mejor en este tipo de tramas, y tiene a su cargo los mejores escritos sobre el tema que se puedan encontrar.
Cierto es que como película histórica está muy lejos de acercarse, ni siquiera a la periferia de la verdad, pero está todo tan bien construido que el universo paralelo con elementos verídicos que al final es muy aceptable.
El hilo conductor, cómo en cualquier trama cinematográfica del guión, se adorna con un heroico guerrero griego llamado Dario, que visita a su tío Lisippo en la isla de Rodas en el año 280 antes de Cristo; donde se acaba de terminar de construir una enorme estatua colosal para proteger su puerto, y se está planeando una alianza con Fenicia, que sería hostil a Grecia.
Al tiempo que Dario coquetea con la bella Diala, hija del cerebro de la estatua, Carete, mientras se involucra con un grupo de rebeldes encabezados por Peliocle.
Estos rebeldes buscan derrocar al tiránico Rey de Rodas, Serse; pero también lo hace el malvado segundo al mando, Thar; ya que él tiene soldados fenicios introducidos de contrabando en Rodas como esclavos, y sus hombres usan El Coloso para asegurar la entrada segura de la flota fenicia.
Los rebeldes se enteran de este plan, y deciden solicitar ayuda a los griegos; Dario, que tiene prohibido abandonar Rodas, ya que se sospecha que es un espía, debe servir como mensajero involuntario.
Pero cuando tratan de salir del puerto al amparo de la noche, son frustrados por el armamento defensivo del Coloso y arrestados; y Dario es, por supuesto, condenado como compañero conspirador.
Sin embargo, justo antes de que los cautivos sean ejecutados, el resto de los rebeldes los separan... y en su escondite, Peliocle decide que la única manera de detener la invasión, es controlar al Coloso y liberar a sus compañeros rebeldes que ya han sido capturados y sentenciados a trabajar como esclavos debajo del Coloso; cuyo mecanismo de liberación de las mazmorras se encuentra en la estatua misma.
Dario se da cuenta de que, sin reconocimiento, la misión está condenada al fracaso, y trata de obtener la ayuda de Diala.
Desafortunadamente, él tontamente le cuenta sobre el escondite de los rebeldes… y Diala, que anhela el poder, traiciona a Dario; mientras Thar tiene a los rebeldes casi aniquilados, con la excepción de Mirte y Koros; la hermana y hermano de Peliocle, que han logrado esconderse.
Pero Peliocle y sus hombres son capturados y forzados a proporcionar diversión en la arena local; pero justo cuando Dario llega a exponer públicamente la trama del traidor, Thar ejecuta su golpe, y mata a Serse y sus servidores.
Los rebeldes, inmediatamente se disponen a llevar a cabo su plan, pero la rebelión parece condenada al fracaso:
Dario es capturado mientras intenta trabajar en el mecanismo de liberación de las mazmorras; y Koros, que lo acompaña, es asesinado; y un asalto total de los rebeldes en El Coloso se ve frustrado por su formidable arsenal, que los obliga a retirarse a la ciudad.
El plan de Thar parece ir sin problemas, hasta que los soldados matan al padre de Diala, quien no quiere que se abuse del trabajo de su vida, y un terremoto y una tormenta violenta golpean la isla, justo cuando la flota enemiga es visible en el horizonte.
Thar y sus hombres huyen del Coloso cuando un temblor sacude la estructura violentamente, solo para ser asesinado por los rebeldes en las calles de la ciudad.
Diala, plagada de remordimiento, libera a Dario, pero poco después muere al caerle escombros.
A medida que el terremoto continúa, El Coloso finalmente se desploma y se estrella contra la bahía del puerto.
Después de que la furia de la naturaleza ha pasado, Dario y Mirte se encuentran con Lisippo afuera de la ciudad en ruinas.
Lisippo comenta que Dario ahora puede irse, pero su sobrino anuncia que se casará con Mirte, y se quedará en Rodas para ayudar a que la isla vuelva a ser pacífica.
Lo cierto es que en Il Colosso di Rodi se dan cita los tópicos y lugares comunes consustanciales a este tipo de películas:
Desde la utilización de secuencias llenas de extras, la ambientación en periodos lejanos del pasado que permitían fácilmente el anacronismo, la ampulosidad de personajes desprovistos de cualquier matiz psicológico, buenos muy buenos y malos muy malos; con el villano que encarna Conrado San Martín es realmente paradigmático a ese respecto, con su despliegue de miradas aviesas al encarnar al traicionero Thar, adornado con un flequillo digno de mejor causa; y en cualquier caso sorprende que en este debut de Leone, que se rodeó de un amplio equipo de guionistas, expresando con un estilo narrativo ampuloso, todos los matices necesarios para crear una entretenida aventura greco-romana.
Ampulosidad que se ve con claridad en la escena de la sala de las momias, en la construcción del escenario del circo o en las secuencias del terremoto que sirve de colofón a la trama, durante el cual, Leone nos muestra con acierto la huida de los ciudadanos a través de las pétreas calles, sorteando una lluvia intensa de pedruscos, y empapándose con un soberbio aguacero.
Y aquí abundan los detalles tópicos, pero lo hace con elegancia y esa dosis impactante que siempre caracterizó su trabajo; baste citar las escenas del circo, con la cuadriga armada con punzantes guillotinas dispuestas para cortar a los prisioneros, la flecha que atraviesa la cara de uno de los figurantes durante uno de los combates, el salto mortal hacia atrás de Dario, desde lo alto del Coloso; las miradas al infinito de Mirte cuando habla con Dario en contraposición a las insinuaciones sensuales de Diala, los arqueros o el simple hecho de que la cámara no llegue a enfocar barco alguno, y todos creamos que las naves fenicias están arribando a puerto…
A valorar en su justa medida, resulta un entretenimiento digno de elogio, y Leone deja patente en varios momentos el potencial visual que en años posteriores expandiría por el “spaghetti western” en Almería, con peleas entre decenas de extras, con las impresionantes secuencias en El Coloso, con las luchas en el exterior sobre los brazos del mencionado; y con el clímax muy a lo “los últimos días de Pompeya”, donde una catástrofe natural es metida con calzador como especie de “castigo divino”; y siendo el hilo conductor el clásico héroe nihilista que se ve envuelto en una revolución, y al final debe tomar parte con los buenos, siendo este nuestro inocente escenario político-social, desarrollado sin demasiado pulso narrativo, muy en sintonía con algo preestablecido, ello en una primera parte de presentación de personajes y situación; y en un mejunje de intrigas palaciegas estridente, donde analizarlo seriamente es absurdo:
Un tirano que no se sabe porque es malo-malísimo, simplemente porque lo dicta el guión, que intenta ser derrocado por un grupo de rebeldes que no se sabe cuáles son sus motivaciones de buenos-buenísimos; a su vez, el tirano es víctima de una conspiración para derrocarlo, no se sabe con qué intenciones…
Mientras en la segunda parte es donde la acción se desencadena en una escena tras otra, con torturas, batallas, asedios, catástrofes naturales, todo violentamente, donde la pantalla ancha es bien aprovechada por el romano; y la puesta en escena resulta buena, rodándose en exteriores al aire libre de España, en el puerto de Laredo-Cantabria, El Golfo de Vizcaya, Manzanares El Real, y el paraje natural de Ciudad Encantada en Cuenca, y en los romanos Studios Cinecittà, con diseño de producción de Ramiro Gómez, con ampulosos decorados, cargados de cartón piedra, con templos espectaculares, con plazas exuberantes, y sobre todo con la grandiosa estatua del Coloso de Rodas, esto en conjunción con los efectos especiales creados por Erasmo Bacciucchi y Vittorio Galiano, muy buenos para la época, tanto en la gloriosa figura como en la catástrofe natural, eso sí, con cierta sensación de fingimiento en algún momento que se brilla el catón piedra rebotando cual pelota… y el vestuario creado por diseñador Vittorio Rossi, queda demasiado cromático, pero hermoso.
La fotografía en pantalla ancha, es obra de Antonio L. Ballestros, fulgurante en su colorido, sabiendo moverse en las escenas de acción, exprimiendo con sentido lúdico la fiesta-bacanal; y da la impresión que, al poder disponer de un diseño de producción bastante más notable de lo habitual, una de las normas fue la de dilatar innecesariamente la duración de la película; y para ello no faltarán incluso secuencias de danzarinas al son de coreografías zarzueleras y alargando un metraje que con una duración más escueta, hubiera logrado una mayor homogeneidad; pues resulta incomprensible que tras un terremoto, una película concluya de forma tan optimista; y si a ello unimos la pobrísima resolución de momentos aparentemente dramáticos, como la secuencia que se desarrolla en el circo ante los carros y leones, tendremos la idea clara de la pobreza del conjunto.
A la citada holgura de producción, habría que añadir la brillantez de su fotografía y una interesante utilización de la pantalla ancha con composiciones horizontales.
Al mismo tiempo, la recreación de la monumental estatua del coloso es acertada, en su momento de creó a tamaño natural su base, y la parte superior para filmar en ellos sus secuencias; mientras que al mostrarlo en conjunto se recurrió a la maqueta; y bastantes de los mejores momentos de las películas emanan de su presencia, dicho sea de paso, no demasiado bien aprovechada.
Es ahí donde destacan ideas como el lanzamiento de aceite ardiendo de su cabeza a través de catapultas para contrarrestar el ataque de los esclavos.
Al mismo tiempo, ese aire macabro que recorre toda la película, tiene de igual modo momentos apreciables como el plano casi circular que muestra a la arrogante y ambiciosa Diala rodeada de los cadáveres momificados de los gobernantes del pasado de la isla; la secuencia de la tortura de esclavos por medio de una campana en el interior del Coloso; o los pasajes más briosos del conjunto; la secuencia en la que Dario desea escapar de la isla y lo hace por medio de una embarcación portada por esclavos que es atacada, una vez más, por el fuego que se desprende de las manos del Coloso.
Si a ello añadimos la fuerza de los 2 “travellings” laterales que recorren el campamento de estos atravesados por lanzas en la visita de Dario, se llegará a la conclusión de que es precisamente la vena macabra la que más destaca en un conjunto lleno de debilidades, pero también de algunas pequeñas muestras de solidez cinematográfica.
Y es que Leone se atiene a un molde muy manejado en el péplum italiano:
Un protagonista musculoso, guapo, heroico, valiente, noble, normalmente dividido entre 2 causas; una chica hermosa luciéndose y si es posible buen escote con sexy canalillo, que es el interés amoroso del héroe, en este caso son 2, una buena y una “femme fatale”; y un villano cruel y sanguinario, donde el molde es el Nerón de Peter Ustinov en “Quo Vadis?” (1951), y aquí el malo malísimo también se desdobla en 2:
Por un lado, el tiránico Rey, que nunca sabremos en qué oprime a la población, simplemente hay unos rebeldes porque lo dicta el guión; y otra malísimo que desde dentro intenta derrocar al sátrapa.
Y suele haber un anciano sabio de buenas intenciones, que al final será traicionado; una fiesta-bacanal-hedonista, donde no faltaran los bailes exóticos y los juegos con fuegos, etc.
Del reparto, y como premonición de su futura fama como máximo exponente del “spaghetti western”, Leone buscó a un popular actor de western, Rory Calhoun, como protagonista:
Inicialmente, Leone tuvo un encontronazo con John Derek, el cual consideraba al primero demasiado inexperto, y trató de ocupar él mismo el puesto de director.
La mayoría del equipo apoyó a Leone, quien conservó el puesto, y Derek terminó abandonando el protagonismo, siendo reemplazado por Calhoun; que estaba en Italia por el papel principal en “Marco Polo” (1962) de MGM, y asumió el papel principal con tan solo 1 día de aviso.
Pero Calhoun era un galán estadounidense venido a menos, componiendo a un héroe sin carisma, desprovisto de dimensión humana, plano, y con un increíble parecido a George Clooney.
Según el biógrafo de Leone, Christopher Frayling, el primer día de Calhoun incluyó una caída accidental en una piscina; y durante la mayoría de sus escenas, él usa una pulsera ancha en su brazo izquierdo, y rígidamente la extiende cubierta por una capa.
Según el erudito Frayling y la viuda de Calhoun, el actor hizo eso para ocultar algunos tatuajes del siglo XX.
Mientras la coreógrafa Carla Ranalli, para cuando entró en producción, se había convertido en Carla Leone, la esposa del director.
Del resto del reparto, no cabe la mención, más allá de que llenan el estereotipo, y como tal son sobresalientes, pero nada perdurable, de hecho, El Coloso se impone en sus escenas como protagonista lamentablemente muy secundario; y es que la poca seriedad con que se trata la historia se refleja en el uso de nombres persas y latinos para personajes griegos; algunos anacronismos como un fresco cretense en El Palacio Real; y la trama en general con la verdadera motivación para construir la estatua, que fue para celebrar el triunfo rodio ante el asedio de la isla; además Grecia y Fenicia no eran países unificados como se pretende en la película.
La película se fecha a 280 a.C.; y en la escena donde los 2 matones intentan secuestrar a Dario, en el fondo, un busto de Cicerón, un estadista romano puede verse claramente; que no nació hasta el 106 a.C.
También, la isla de Rodas se muestra como un estado independiente, lo cual es bastante cierto para la época; sin embargo se alega que tiene un Rey, aunque Rodas era una República en ese momento.
Ese Rey tiene un nombre no griego poco característico, Serse, una corrupción italiana de Xerxes, una corrupción griega de un nombre iraní que apenas se parece; y ese Rey recibe a un Embajador de Fenicia, que en ese momento era parte integrante del Imperio Seleukid o Sirio.
A Grecia se la conoce como un país unido, que en ese momento no era cierto, dividido como lo estaba entre Attika, Lakaidemon, la Liga de Akhaian, la Liga de Aiotian, Epiros, Makedon y otros estados.
Otro dato, según Frayling, el concepto inicial de Sergio Leone para El Coloso era tener los brazos cruzados y el rostro de Benito Mussolini; pero este concepto fue abandonado y reemplazado por Helios.
El verdadero Coloso, una de Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, tenía 32 metros de altura, y esta versión cinemática se encuentra a 110 metros, y sus piernas bordean el puerto.
Aunque no se conocen referencias físicas del Coloso Helios original, la estructura se representa en esta película como una imagen etrusca del dios Apolo, siguiendo el estilo de escultura “kouros”, con una leve sonrisa arcaica.
Se muestra que es aproximadamente 300 pies de alto, casi 3 veces la altura de su homólogo histórico; sosteniendo un cuenco al nivel del cofre con los codos levantados hacia afuera, a ambos lados de la entrada del puerto.
También se revela que es una escultura de metal hueco, en el mismo orden que La Estatua de La Libertad, con varias características interesantes:
Una escalera interior de caracol que conduce a un segundo conjunto de escaleras en la cabecera de la estatua; un sistema de cadena que se extiende prácticamente a la altura de la estatua, que controla las puertas correderas a una mazmorra; aberturas permanentes en las pupilas de los ojos y las orejas, lo suficientemente grandes como para que un hombre pueda atravesarlas; una puerta estilo puente levadizo escondida en el cofre central que se abre al cuenco; el cuenco puede llenarse con materiales ardientes y usarse como un altar; el fuego en el cuenco se puede dejar caer sobre cualquier cosa debajo por medio de una puerta de trampa dividida en su parte inferior; y todo el tercio superior de la cabeza de la estatua tiene una abertura dodecagonal que permite que se disparen catapultas.
Otro dato es que mientras que la estatua de la película está hecha de hierro y latón bruñido, o tal vez de bronce; y está descalzo, sin pelo y con la cabeza descubierta, viste solo una falda corta de estilo griego y una diadema; mientras el cartel original muestra la estatua como muy pulida bronce, completamente equipado con sandalias y armaduras romanas, incluida la gálea imperial de un centurión.
Pero queda la duda, del plan de los rebeldes para entrar en El Coloso supuestamente inexpugnable, sin saberse donde puede estar la puerta de entrada está bien… si no fuera porque luego el héroe entra por donde hay unas escaleras a la vista de todo el mundo, en el tobillo del Coloso, una puerta a la vista de todo el mundo, sin tener que activar llave alguna, entra y sube hasta el corazón de la gran estatua, ello sin encontrarse a guardián alguno en la supuestamente inexpugnable fortaleza, es simplemente ridículo.
Finalmente decir que Il Colosso di Rodi es el único film de Sergio Leone cuya banda sonora no fue compuesta por Ennio Morricone; y esta fue hecha por Angelo Francesco Lavagnino, que se amolda de modo correcto a los tonos diferentes de la cinta.
“Immagino che il soldato non sia un lavoro semplice, soprattutto quando devi giocare l'eroe per tutto il giorno”
Sobre El Periodo Helenístico, con las guerras de los diádocos, herederos del Imperio de Mégas Aléxandros, que duró aproximadamente 150 años, terminó debilitando a todas las polis griegas y extra helenísticas.
Roma apoyaba las causas de unas y otras, oficiando como mediador y aportando ejércitos al servicio de estas polis.
Hasta que finalmente toma Atenas, Esparta y El Reino de Macedonia, pasando a ser estas provincias romanas, a excepción de Alejandría, que fue ocupada finalmente en el año 30 a.C.
Con la llegada de los romanos y su hegemonía sobre todos estos pueblos de la antigüedad, llegó a su fin el periodo, en teoría; aunque lo cierto es que Roma, pasados algunos años y como consecuencia del contacto y conocimiento del arte griego extendido por todas sus colonias y provincias, tomó el relevo, y puede decirse que fue la continuación de la cultura helenística, empezando por el propio idioma.
La clase alta tenía a gala hablar griego, y se educaba a los hijos en esta cultura; mientras los grandes políticos romanos, por mucho que tuvieran un cargo importante, serían siempre menospreciados por el resto si no eran capaces de entenderse en el idioma griego.
Históricamente, Rodas fue famosa en todo el mundo precisamente por El Coloso, considerada después como una de Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
El casco antiguo medieval de la ciudad de Rodas, ha sido declarado Patrimonio de La Humanidad; y hoy en día es uno de los destinos turísticos más populares de Europa; tanto que el nombre del estado de los EEUU, Rhode Island, se basa en estas islas.
Sobre Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, son más fruto del azar que de algún criterio técnico o estético, y recoge 3 obras con un claro fin religioso:
El Coloso de Rodas, La Estatua de Zeus en Olimpia y El Templo de Artemisa; 2 que pueden considerarse erigidas por motivos hedonistas:
El Mausoleo de Halicarnaso y Los Jardines Colgantes; y por razones prácticas, El Faro de Alejandría y La Gran Pirámide, esta última en el caso de resultar cierta la teoría de Kurt Mendelssohn, según la cual, el reino unificado egipcio necesitaba ocupar en algo a su gran población mientras las tierras de cultivo permanecían inundadas…
Los restos y evidencias que han quedado de esas Siete maravillas del Mundo Antiguo, varían mucho de unas a otras.
Una de ellas, Los Jardines Colgantes de Babilonia, plantea dudas sobre su existencia real, al menos en la ciudad de Babilonia.
De las 2 estatuas de la lista, no se conserva ningún resto, aunque sí representaciones en monedas de la escultura en honor a Zeus.
De los 4 edificios de la lista, han llegado hasta el siglo XXI descripciones, planos, representaciones, restos y en un caso, La Gran Pirámide de Guiza, la mayor parte de su construcción; siendo esta última, en la actualidad, la única que sigue en pie; pues las otras 6 han desaparecido de la faz de La Tierra.
Pero la maravilla más desconocida de todas es El Coloso de Rodas; del que se poseen descripciones de la estatua y de su tamaño en comparación con los seres humanos, pero no han llegado representaciones del mismo ni de su emplazamiento.
Y en el imaginario, El Coloso sobre el puerto fue un producto medieval, basado en la mención del texto de dedicación “sobre tierra y mar” y las escrituras de un visitante italiano que en 1395 notó que la tradición local sostenía que el pie derecho había estado donde estaba La Iglesia San Juan del Coloso.
Muchas ilustraciones posteriores, muestran la estatua con un pie a cada lado de la boca del puerto, con barcos que pasan por debajo; y las referencias a esta concepción también se encuentran en obras literarias.
Tampoco hay evidencia de que la estatua sostuviera una antorcha en alto; los registros simplemente dicen que después de la finalización, los rodios encendieron “la antorcha de la libertad”
Un relieve en un templo cercano, muestra a Helios de pie con una mano protegiéndose los ojos, similar a un saludo militar estadounidense o de la Royal Navy; y es muy posible que El Coloso se haya construido en la misma postura.
Si bien no sabemos cómo era la estatua, tenemos una buena idea de cómo era la cabeza y la cara, ya que era una representación estándar en ese momento.
La cabeza habría tenido cabello rizado con espinas espaciadas uniformemente de bronce, o con una llama plateada que irradia, similar a las imágenes encontradas en las monedas rodias contemporáneas.
En La Antigüedad, había un dicho romano a modo de una advertencia para demostrar que uno se vanagloria presumiendo de hecho, en lugar de hablar; y viene de una fábula de Aisōpos llamada “El Jactancioso Atleta” y fue citada por Hegel, Marx y Kierkegaard; que dice:
“hic Rhodus, hic salta!”
(Aquí está Rodas, salta aquí)
Comentarios
Publicar un comentario